EL BARCELONA AFINA SU MELODÍA

El FC Barcelona mostró su mejor perfil ante el Valencia y asegura su primera final de 2016, tras una noche de gran inspiración de su tridente. Suárez logró el sexto póker de su carrera y Messi añadió otro hat-trick a su historial. La primera parte fue una de las mayores exhibiciones que se le recuerdan al Barça de Luis Enrique; una declaración de principios, ejecutada con buen gusto y un gran sentido del juego colectivo. En el segundo tiempo, el conjunto azulgrana pudo firmar una decena, beneficiado por la injusta expulsión de Mustafi, que chocó a medias con el balón y a medias con Messi. No aprovechó el penalti Neymar, que estuvo reñido con el gol toda la noche. El brasileño, siempre un jugador exótico y valiente, destacó más en el regate que en la definición.

El Valencia fue incapaz de sacudirse la presión rival y acabó entregado antes de tiempo. La imagen del equipo y la posición del entrenador, al margen del grado de acierto de los blaugranas, queda seriamente dañada. Gary Neville, que parece el perfecto ejemplo de la mala gestión del Valencia esta temporada, permaneció inmóvil, casi petrificado, frente la demostración del Barça.

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El Barcelona había sufrido mucho en los inicios de los últimos partidos. Con el recuerdo de los cuartos de final frente al Athletic de Bilbao y el gol inicial de Koke en el duelo del pasado fin de semana, el Barça salió decidido a encarrilar la eliminatoria en los primeros minutos. El Valencia de Neville cometió una pequeña osadía antes del partido: decidió atacar en el primer acto sobre el gol sur, el lugar que habitualmente elige el Barcelona. Y, como consecuencia, el equipo de Luis Enrique jugó la primera parte sin reservas, como si no recordara que tenía que jugar una segunda. Como si le faltara el tiempo y necesitara los goles con la urgencia de una remontada. Nada que ver con la versión pragmática y calculadora que ofreció el pasado sábado ante el Atlético en un Camp Nou repleto. Esta vez, el Barça brindó a la discreta entrada del estadio un partido pleno, de esos que inyectan confianza cuando se acerca el tramo decisivo de la temporada. El Barça se articuló en torno al fútbol de seda de Busquets, a la conducción de Iniesta, vivió del talento de Messi, del olfato de Suárez y del regate de Neymar. Arda Turan y Aleix Vidal participaron en varios goles y firmaron su mejor partido hasta la fecha. Incluso Mathieu pareció cuidar sus frecuentes despistes y estuvo cerca del gol en el segundo tiempo. Lo mismo ocurrió con Piqué y Jordi Alba, que acudieron al ataque sin reparos.

Por momentos, el silencio del campo permitió oír la sinfonía de los pases, una partitura llena de armonía, de brillo y de efectividad. El Barça destapó toda su fantasía y no administró sus recursos. Ofreció un fútbol lleno de retórica y, a la vez, de ambición. Al recital blaugrana contribuyó el Valencia, que mostró demasiados síntomas de apatía desde muy pronto. Pagó el error inicial de André Gomes, que perdió un balón en un momento comprometido, y el equipo nunca se recuperó. La pérdida del portugués, probablemente el mejor jugador de la plantilla ché, fue suficiente para lanzar la carrera de Neymar y allanar el camino del gol a Suárez. El uruguayo vive un momento de plenitud que se manifiesta en cada jugada; es capaz de proponer soluciones permanentes a sus compañeros, es generoso y parece siempre dispuesto al remate. Con frecuencia, rescata ocasiones que parecen intrascendentes; vive al borde del tropiezo y de la precipitación, pero siempre encuentra un recurso para conseguir ventajas sobre su marcador. En el minuto 12, ya había asestado dos golpes definitivos al Valencia, con dos tiros cruzados, inapelables para el meta Mathew Ryan. En el primero, se sirvió del pase de Neymar y, en el segundo, aprovechó una magnífica dejada de Aleix Vidal.

Los goles de Suárez y el dribling de Neymar, autor de algunas genialidades sobre Barragán, despertaron a Messi, que decidió pronto que quería ser protagonista en el partido. El 10 recuperó la explosividad anterior a su lesión, descifró el partido desde la posición del enganche y burló rivales con facilidad, hasta completar el trigésimo cuarto hat-trick de su carrera. Pronto aprovechó la plenitud del juego colectivo y firmó el tercer gol blaugrana, tras beneficiarse de la sutileza de Neymar y Suárez. El brasileño y el uruguayo dejaron pasar un servicio de Iniesta y el balón quedó franco para Messi, que batió con frialdad a Ryan. Con un juego basado en la precisión y en la solidaridad de todo el equipo en la presión, el Barça desquició al Valencia, que deambuló sin orgullo por el césped del Camp Nou. Al equipo de Neville, ahogado por la rápida recuperación del Barça, le costaba salir de su terreno y solo pudo protegerse del juego blaugrana en el balcón de su área. Incluso le pareció inoportuno interrumpir el fútbol del Barça con faltas.

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El primer tiempo solo se vio empañado por un error del árbitro, que más allá de que interpretara penalti en una caída de Messi frente a Mustafi, condenó al Valencia a jugar con diez toda la segunda parte. La pena máxima la ejecutó Neymar de manera caprichosa y su disparo lo escupió el palo, para desesperación del brasileño, que ha fallado el 50% de los penaltis que ha tirado con el Barça. El hecho de que no marcara fue la única nota negativa para el equipo de Luis Enrique, pero a Neymar no pareció molestarle del todo. Cuando vio que el marcador ya estaba resuelto, decidió jugar para la grada, más preocupado por engañar a su marcador que al portero. Lo agradeció la hinchada, que celebró cada finta, en el día posterior a la declaración del brasileño en la Audiencia Nacional.

En el segundo tiempo el Barcelona no exhibió la velocidad de circulación del primero, pero pudo ensañarse con un rival herido, que ha perdido la capacidad competitiva que se le supone a un club de su categoría. El tercer tanto de Messi representó como ningún otro la desidia valencianista. Parejo, que ayer no pareció ni una sombra de lo que fue, decidió tirarle un caño a Messi en su propia área, y el argentino se lo hizo pagar al instante. Recuperó el balón y fusiló a Ryan, que pudo hacer más para detener el disparo. Minutos antes, Messi había firmado el 4-0, tras culminar otro gran gesto de Suárez. Con Gayá y Santos vencidos ante la zurda del argentino, Messi cruzó el balón e hizo inútil la estirada de Ryan. El portero australiano del Valencia asistió impotente, como todo el equipo ché, al vendaval blaugrana. Demasiado desprotegido por una defensa que perdió a su capataz -Mustafi-, Mathew Ryan ya conoce el riesgo de guardar las porterías del Camp Nou. Recogió siete veces el balón de sus redes y no lo tuvo que hacer más porque Neymar falló varias veces en boca de gol. Y no fue porque no le buscarán Messi y Suárez, entregados a la causa del brasileño en el último tramo. El uruguayo completó su actuación con dos goles en los diez minutos finales, habilitado en el primero por Adriano y en el segundo por Arda Turan, que parece del todo acomodado al juego blaugrana.

El Barcelona cerró el partido en la portería rival y el Valencia pidió perdón por una de las derrotas más humillantes de su historia. En este tipo de encuentros nunca se sabe si el resultado se debe al esplendor del vencedor o a la depresión que sufre el equipo vencido. Quizá una mezcla de ambas cosas permitió que el Barça ya tenga los dos pies en la final de Copa, pendiente ahora de conocer su rival en la cita del próximo 21 de mayo.

No hubo dudas en una noche redonda para los blaugranas, que encontraron en el Valencia un rival idóneo, melancólico y hundido. El equipo de Neville deberá centrar ahora todos sus esfuerzos en la competición doméstica, en la que no gana desde hace 11 partidos. Más allá de los goles de Suárez y Messi, brilló como casi siempre Busquets, autor intelectual de un sinfín de jugadas, el gran intérprete del plan de juego blaugrana. Sigue quedando un mundo para que se decidan los títulos, pero gracias a él y a la complicidad del Valencia, el Barcelona pudo afinar su melodía.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto: David Martín (Getty Images- El País)

 

EL BAILE DE LA LIGA

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Ancelotti dijo hace más de un mes que creía que esta liga se iba a decidir en la última jornada. La primera vez que pronunció este discurso, el Madrid aún no había cedido el liderato al Barcelona de Luis Enrique. Ahora, su predicción parece tomar fuerza, tras una jornada redonda para los intereses del equipo blanco, en la que han recortado la distancia con el actual líder. El Barça dejó escapar su ventaja y perdió dos puntos vitales en el Sánchez Pizjuán.

El Madrid encarriló la jornada, en una victoria plácida frente al Eibar. Le bastó algún cañonazo de Cristiano Ronaldo, la conducción de Modric y las ansías de Jesé y Chicharito para ganar el partido. Enfrente estaba el Eibar, un rival idóneo para elevar la confianza de los blancos. El modesto equipo vasco sufrió con el arranque del Madrid y mostró más voluntad que ideas en el Bernabéu. El Madrid se dedicó en la segunda parte a pensar en la eliminatoria frente al Atlético del próximo martes, a la que llega en mejor estado que los colchoneros.

La tarde del sábado siguió sonriendo a los de Ancelotti, que vieron como sus rivales en la Champions y en la Liga empataban fuera de su estadio. El Atlético de Madrid empató en la Rosaleda frente al Málaga de Javi Gracia y mantiene el pulso con el Sevilla y el Valencia por la tercera plaza. El equipo de Simeone no tiene la misma frescura de la temporada pasada y sufrió frente a un equipo alegre, que posee una generación de futbolistas de gran proyección. Un reflejo del buen trabajo de la cantera del Málaga es Juanmi, que marcó un bonito gol ante Oblak. El Atlético supo sufrir en los malos momentos y acabó inquietando a Kameni. Griezmann, el mejor jugador de la temporada en el Atleti, firmó un doblete y consiguió la igualada en la segunda parte.

Pero la mejor noticia para el Real Madrid llegó desde Sevilla, en el partido más interesante de la jornada. El Barcelona respondió a las dudas que planean sobre su juego con un inicio brillante, en el que gobernó el partido con un fútbol de buen gusto. Y en los primeros 35 minutos, el Barça tuvo el partido donde lo quiso, con el balón bien resguardado en los pies de sus centrocampistas y con la amenaza constante de sus delanteros. Messi volvió a mostrar su facilidad para colar el balón por una gatera y Neymar ejecutó con mucha destreza una falta en el pico del área. Con el 2-0, el Sevilla parecía noqueado, pero la fragilidad del Barcelona y el empuje del Sánchez Pizjuán despertaron al conjunto de Unai Emery. Antes del descanso, Banega disparó desde la frontal, Bravo falló en el despeje y el balón acabó en su portería. El Barcelona perdió el timón del encuentro en la segunda parte y se olvidó de jugar con porterías. Suárez falló en la sentencia y un error de Piqué permitió el empate sevillista. Reyes dribló y cedió en carrera para Aleix Vidal. El extremo llegó a línea de fondo y encontró a Gameiro, que fusiló a Bravo. El partido terminó en empate y Neymar se enfadó al ser sustituido en la segunda parte, cuando su equipo todavía tenía ventaja en el marcador. El Barcelona se fue con la sensación de que había perdido una gran oportunidad, sobre todo porque en el Pizjuán estuvo más cerca de sus orígenes, aunque la fortuna no estuviese de su lado. En un partido en el que cuidó el balón con mimo, acabó condenado por la misma suerte que en otras ocasiones le ha dado alas: la contundencia en las áreas.

El empate en el Pizjuán avivó el tramo final de liga, en el que se juegan dos luchas paralelas: la del campeonato –que ocupa al Barcelona y al Madrid- y la del tercer puesto -en la que se miden Atlético, Sevilla y Valencia (que jugará esta noche frente al Levante). Los duelos entre los integrantes de los cinco primeros puestos de la clasificación serán fundamentales para proclamar al campeón. Quedan 24 puntos y la competición ha demostrado que cualquier jornada puede ser decisiva. El tiempo parece darle la razón a Ancelotti. Para saber quien vence en el baile de la liga, habrá que esperar a la última canción.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: tribunnews.com.

LA LIGA INESPERADA

Jornada 24.

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La pasada jornada el Barcelona afianzaba su progresión con una victoria redonda ante el Levante, el Real Madrid ganó pero no convenció ante el Deportivo y el Atlético se estrelló en su visita a Balaídos. Pero la liga es una competición vibrante, que depara sorpresas cada fin de semana. El guión de la jornada volvió a cambiar la situación en los primeros puestos: el Madrid restauró sus cuatro puntos de distancia con el Barcelona y el Atlético resolvió en el Calderón, en una noche en la que volvieron a brillar sus puntas.

Esta vez el Barcelona cayó contra pronóstico en su propio estadio, víctima de un equipo joven y atrevido como el Málaga, capaz de anular al plantel de Luis Enrique en el repliegue y de desquiciarlo con el balón en su poder. Juanmi aprovechó un error de bulto de Dani Alves para firmar el gol de la victoria en el minuto siete de partido. Y al Barcelona le faltaron recursos para abrir el cerrojo del Málaga, que le ha ganado el duelo al equipo culé en los dos choques de la temporada (consiguió empatar a cero en la Rosaleda y se llevó los tres puntos del Camp Nou). Sin el brillo de sus delanteros (ni Messi ni Suárez ni Neymar estuvieron a su nivel), el Barcelona se convirtió en un equipo previsible, que dejó ciertos síntomas de impotencia.[1] No aprovechó los costados, el único resquicio que dejaba la defensa rival, y ni siquiera llegó a asustar en los últimos minutos. Messi y Neymar acabaron en las redes del sistema defensivo malaguista, y se les vio sin la chispa de las últimas jornadas. Nadie destacó en un Barcelona que se pareció más al equipo impotente de Anoeta que al que llegó a encadenar once victorias consecutivas antes del choque de este fin de semana. La euforia que rondaba en el Camp Nou pudo jugarle una mala pasada al equipo culé, que volvía a tener a tiro el liderato. Tras la derrota, ve como el Real Madrid amplía su distancia y espera resarcirse en el decisivo duelo ante el City, que medirá sus aspiraciones europeas. Pero sería un error no apreciar los méritos del Málaga en su victoria en el Camp Nou. Fue un equipo solidario, que ejecutó las ayudas defensivas con acierto, supo asociarse cuando tuvo el balón y ganó siempre los rechaces. El técnico Javi García volvió a superar a Luis Enrique y supo explotar a su plantilla: dispone de jóvenes futbolistas con descaro (Juanmi, Castillejo, Samuel, Horta o Juanpi) que brillaron en un escenario exigente. El Barcelona ni siquiera agobió al rival en los minutos finales y el Málaga cuidó aquellos detalles que permiten ganar partidos.

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El Atlético de Madrid venció con solvencia al Almería (3-0) y recuperó sensaciones tras la derrota en Balaídos. Simeone planteó el partido para aprovechar la sintonía de sus delanteros, Griezmann y Mandzukic, que viven el mejor momento de la temporada y firmaron los goles atléticos. Y aunque el árbitro jugó un papel importante en el partido al señalar un penalti riguroso sobre Godín, el Atlético fue superior al conjunto que dirige Juan Ignacio Martínez. El penalti lo transformó Mandzukic, un delantero inteligente, que aporta muchas soluciones a su equipo: puede fijar a los centrales, rematar en boca de gol y asistir a sus compañeros. Y el croata se entiende a la perfección con Griezmann, probablemente el futbolista más en forma de la competición. El delantero francés marcó los otros dos goles de su equipo, en dos bonitas acciones ejecutadas con su zurda. En la primera de ellas, recibió un gran servicio de Mandzukic al espacio, aprovechó su velocidad y definió con sutileza. En el tercer tanto del Atlético, Griezmann resolvió un barullo en el área con un disparo cruzado. El Almería se topó con Moyá siempre que lo intentó y firmó demasiado pronto la derrota, tras un mal inicio de partido. Después de la victoria, Simeone prestó más atención a su lucha con el Valencia y el Sevilla por la tercera plaza que a la pugna por el liderato, en un juego al despiste que ya no convence a nadie. Y las noticias que recibió su equipo fueron buenas en ambos sentidos: consiguió acercarse al Barcelona en el segundo puesto y se afianzó en la tercera posición. El Valencia venció en Córdoba (2-1), con goles de André Gómes y Pablo Piatti, y el Sevilla perdió ante la Real Sociedad (4-3) en el partido más bonito de la jornada, que se jugó en la mañana del domingo. En San Sebastián se vio un duelo lleno de alternativas, que resolvió Xabi Prieto con un cabezazo en los minutos finales. La victoria de la Real Sociedad permite a Simeone mirar a la cabeza de la tabla, aunque sigue quedando demasiado para que el técnico reconozca que su equipo es un serio candidato a la liga. Para el resto, lo ha sido siempre.

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El Real Madrid cerró la jornada del domingo con una victoria sólida en Elche (2-0). El equipo de Ancelotti sigue recuperando la confianza tras la derrota en el Calderón y aprovechó el pinchazo del Barcelona para consolidar su liderato. El Elche despreció el balón y el Madrid cuajó un buen partido, en el que la media pudo circular el balón a su gusto y sus delanteros volvieron a estar inspirados. Cristiano se implicó más en el juego, generó media docena de ocasiones y acabó marcando el segundo gol del equipo en un poderoso remate de cabeza. Ya lleva 29 goles en Liga y ha igualado a Santillana al marcar 290 tantos con la camiseta del Madrid. Benzema se asoció con el portugués, volvió a firmar un gran partido y llegó a marcar dos goles, aunque su chilena fue anulada por fuera de juego. Ya en la segunda parte, Cristiano aceleró desde la banda y Benzema aprovechó un rechace para adelantar al Madrid. El gol del francés premió a un equipo insistente, que remató más que en los partidos del último mes. El Elche fue un rival estéril, que se dio por vencido cuando el equipo de Ancelotti abrió el marcador. El Madrid ha encontrado a dos rivales cómodos como el Schalke y el Elche para elevar su estado anímico, justo en el momento más delicado de la temporada. En el Martínez Valero creó muchas situaciones de peligro y el Elche no exigió a Casillas. El regreso de Pepe ha dotado al equipo de mayor seguridad y su mezcla con Varane cada día es más fiable. Carvajal y Marcelo profundizaron por los costados y Lucas Silva parece integrado en la media, que dominan Kroos e Isco. El alemán parece haberse repuesto de su bajón físico y sigue siendo un futbolista académico, que parece rayar la perfección en cada pase. Pero en el Madrid, la improvisación está a cargo de otro futbolista: Isco Alarcón. El malagueño tiene un don que se manifiesta en cada control, en cada regate. El balón parece disfrutar en sus botas e Isco hace disfrutar al resto. No es casualidad que una vez más el de Arroyo de la Miel fuese ovacionado en campo contrario, al abandonar el Estadio Martínez Valero. Los campos de Primera suelen apreciar que están ante algo especial y, sin duda, Isco es un futbolista diferente. Casillas sentenció al final del encuentro: “Isco es el próximo jugador más importante que pueda tener este país”.

Dicen que la política se construye con verdades que duran solo un día. En el fútbol las verdades pueden durar más de una semana, pero estas se ponen en cuestión cada partido. Nada nuevo, la liga es una competición larga, que premia al que tenga más regularidad en un carrusel de altibajos. Y cada jornada sigue siendo un laberinto de emociones: la suerte de los equipos puede cambiar en el momento más inesperado.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: hoyenfutbol.com. Foto 2: Daily Mail. Foto 3: periodistadigital.com. 

[1] El árbitro le perdonó la expulsión a Neymar en un rabieta y no castigó las patadas en la espalda de Jordi Alba a Juanpi, cuando el Barcelona ya daba por perdido el partido.