O THIAGO O NADIE

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“Sí, claro que lo quiero. Es un superjugador, tiene mucho talento. Si no llega él, no buscaremos nada más en el mercado. O Thiago o nadie”. De este modo se dirigió Pep Guardiola a los medios de comunicación en el verano de 2013. Acababa de llegar al banquillo del Bayern Munich y quería mantener la herencia del equipo de Heynckes, campeón de todo hacía unos meses. Guardiola solo contemplaba la llegada de Thiago Alcántara, al que había hecho debutar en el primer equipo del Barcelona. El hispanobrasileño estaba llamado a liderar la nueva generación de la Masía, pero se sintió maltratado por la directiva de Rosell y Bartomeu. En la presidencia del Barça se le consideraba un jugador más efectista que efectivo, algo irregular y propenso al adorno innecesario. Uno de los apartados del contrato que le unía al Barcelona exigía un mínimo de minutos para que su clausula de rescisión no fuese rebajada. En el último tramo de la temporada, el equipo catalán pudo haberle hecho participar para invalidar las condiciones de su contrato. Pero a la junta directiva no pareció preocuparle en exceso la marcha de Thiago, que no había logrado hacerse un hueco entre Xavi e Iniesta. Guardiola aprovechó la ocasión y, tras un año de descanso en Nueva York, reclutó al mediocampista para su Bayern Múnich.

Los años de Thiago en Alemania han estado marcados por las lesiones. Entre operaciones de rodilla y recaídas, no ha podido mostrar con regularidad su fútbol de alta escuela. Ha sido decisivo en los duelos ante el Borussia Dortmund, pero hasta el miércoles le faltaba vivir un gran momento en la Champions League. También las ausencias han condicionado la aventura de Guardiola, que ha visto caer a piezas importantes de su plantilla en los tramos decisivos de la temporada. En las semifinales de las últimas dos ediciones se vio superado por dos enemigos conocidos: el equipo de su vida, el Barcelona, y su eterno rival, el Real Madrid. En ese contexto afronta el técnico su último año en Munich, con la voluntad de extender su dominio de la Bundesliga a la Champions League. Guardiola cuenta otra vez con Thiago, que ya ha vuelto a ser el jugador que fue. El mediocampista acude con frecuencia al despacho de Guardiola y atiende a sus consejos con una mezcla de admiración y complicidad. “Llevo desde los 16 años con Pep y puedo decir que jugar en sus equipos es un privilegio (…) Desde que coincidimos en las inferiores del Barça me fijé en que era un entrenador diferente: era capaz de ver cosas que otros no veían. Ha sido una persona muy influyente en mi carrera, siempre  fue sincero conmigo. Le debo mucho». Su técnico ha tratado de depurar el juego de Thiago, que confiesa que es incapaz de renunciar al riesgo y a la imaginación: “La táctica es noción de los espacios y el aprendizaje. El instinto tiene más que ver con el momento en que te llega el balón”.

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El pasado miércoles, el Bayern Munich logró clasificarse en una de las eliminatorias más bonitas de los últimos años. Tras el empate a dos en Turín, la Juventus se adelantó con goles de Pogba y Cuadrado en el Allianz Arena (el segundo llegó tras una jugada inverosímil de Morata). El Bayern combinó el manual de Guardiola con el código genético del fútbol alemán: no renunció a su estilo y nunca dejó de creer en la remontada. También tuvo la dosis de fortuna que se necesita en los partidos a vida o muerte. No acertó la Juve en la sentencia y Lewandowski ajustó las diferencias con su remate. A falta de media hora, el Bayern necesitaba un gol para igualar la eliminatoria. Colaboró Allegri sustituyendo a Morata y el equipo de Guardiola arrinconó a la Juventus. En el descuento, Müller mandó el partido a la prórroga, después de cabecear un centro de Coman. La grada del Allianz Arena lo celebró con el alivio y el entusiasmo de quien se sitúa en una posición próxima a la épica. Thiago Alcántara observó la reacción del Bayern desde la banda, a la espera de que Guardiola le diese una oportunidad.

Saltó al campo en el tiempo extra y en sus primeras intervenciones perdió dos balones comprometidos. Su técnico le recriminó las jugadas con una severidad que solo se explica si se observan los años que los dos han compartido. Los penaltis parecían alegrar más a los de Allegri que a los de Guardiola, que buscaban sin fortuna el remate entre la defensa de la Juve. Entonces, Thiago ganó un balón aparentemente perdido en la frontal del área italiana. Combinó con Lewandowski y ajustó su disparo de interior. Su remate se situó en un lugar inalcanzable para Buffon, en el partido en el que la leyenda de la Juventus se convirtió en el segundo jugador italiano con más participaciones en Champions. Para Thiago, que ha marcado 3 tantos en los últimos dos partidos, el gol tuvo algo de justicia poética. Su tanto sirvió también para salvar las opciones de su equipo en la Champions League, el torneo que se le exige a Guardiola desde su llegada.

En los últimos minutos de la prórroga, Kingsley Coman cerró el partido en una carrera prodigiosa. El veloz extremo francés, cada vez más importante en el dibujo de Guardiola, batió al equipo que le tiene en propiedad. También suplente en el inicio, pudo desordenar el partido y se asoció con Thiago en la prórroga. El hispanobrasileño había tenido un papel secundario en el duelo ante la Juve, en beneficio de Arturo Vidal, que posee mayor recorrido físico. El chileno tiene experiencia en las grandes competiciones y conocía las virtudes de la Juve, equipo en el que jugó las últimas cuatro temporadas.

Sin embargo, la acción que decidió la eliminatoria fue obra de Thiago. En el Bayern, ningún mediocampista está tan preparado para improvisar como él. Quizá por eso, es fácil imaginarse a Guardiola tratando de encontrar una solución para la prórroga. En un momento de lucidez, el técnico repite una sentencia que le es familiar: “O Thiago o nadie”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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EL BARÇA MÁS SERIO ANULA AL PSG

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El Barcelona consiguió el pase a semifinales tras derrotar al Paris Saint Germain en el Camp Nou (2-0). El resultado de la ida le otorgaba cierta tranquilidad, pero Luis Enrique se encargó de mentalizar a sus jugadores, a los que exigió que afrontaran el partido con la misma seriedad que en el primer partido de la eliminatoria. En París, el Barcelona realizó un partido muy completo, con buenos tramos de juego e inteligencia para superar a un rival mermado. En el impoluto césped del Parque de los Príncipes, el Barcelona ofreció un fútbol coral, dirigido por Messi y culminado, con brillantez, por Luis Suárez. Y en la vuelta en el Camp Nou, el Barcelona escuchó las advertencias de su técnico y afrontó el partido con el mismo rigor competitivo. Consciente de los peligros del PSG, el Barcelona imprimió un sello reconocible a su juego: supo dormir a su rival con la posesión, aceleró en el momento preciso y realizó un gran ejercicio en la presión. Y recuperado su manual más tradicional, el Barcelona se ordenó a través del balón, que resguardó como nadie Iniesta. El manchego firmó una gran primera parte y fabricó el gol que premió el inicio del Barcelona. Fue en una jugada llena de plasticidad y de sutileza, en la que Iniesta condujo desde su propio campo, se deshizo de tres rivales y le sirvió un balón medido a Neymar. El brasileño, especialmente eficaz frente al PSG, le ganó la carrera a David Luiz y dribló al meta Sirigu para introducir el balón en la red. El gol del Barcelona sofocó cualquier posibilidad de remontada y el PSG dejó de creer en sus posibilidades demasiado pronto. Y se fue del Camp Nou prácticamente inédito; sin rastro de pólvora en sus delanteros y con escasas muestras de talento de Pastore o Ibrahimovic, que firmaron un partido discreto en el momento en el que más se les necesitaba. Solo Verratti se rebeló ante el dominio del Barça y dejó algún detalle que levantó el asombro del Camp Nou. Pese a ello, el fino mediocampista italiano acabó harto de perseguir sombras y mostró su impotencia en una patada a Neymar en el segundo tiempo. El brasileño volvió a ejercer de finalizador en el segundo gol, tras un centro de su compatriota Dani Alves. Neymar batió a Sirigu de cabeza y firmó su quinto gol de la temporada frente al equipo parisino. El segundo gol le dio al Barcelona argumentos para relajarse, pero el equipo de Luis Enrique mostró la misma seriedad que al inicio y se esforzó en dejar su portería a cero.

La segunda parte no tuvo mucha historia. El PSG adelantó líneas en busca de un gol que le diese vida a la eliminatoria. Y aunque mantuvo sus buenas intenciones con el balón, se topó siempre con el buen ejercicio defensivo de los blaugranas. El Barça se desgañitó en la presión y su zaga permaneció firme ante las amenazas parisinas: Ibrahimovic solo disparó una vez a puerta, Cavani se desfondó en la presión pero no inquietó a Ter Stegen, Pastore perdió la mayoría de los balones que tocó y Matuidi no se acercó al balcón del área. Solo la salida de Lucas Moura aportó velocidad a una delantera estática y sin la ambición que requiere la fase decisiva de la competición.

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El Paris Saint Germain ha perdido ante el Barcelona parte de la credibilidad que ganó en el duelo de octavos frente al Chelsea de Mourinho. Afectado en esta ocasión por las bajas, el equipo parisino sigue sin romper la barrera de cuartos de final. Más allá de eso, la imagen que ha ofrecido en la eliminatoria no está a la altura de las expectativas que ha generado la inversión de Nasser Al-Khelaïfi. La combatividad que permitió derrotar al Chelsea en Stamford Bridge con un jugador menos, ha dado paso a una declaración de impotencia frente al Barcelona. Tres años después de ser eliminado en el Camp Nou, el PSG vuelve a caer en los cuartos de final, sin demasiados síntomas de mejora. La reedición del duelo frente al Barcelona, lejos de consagrar al equipo parisino, ha sido un baño de realidad para los de Laurent Blanc. Pero lo más alarmante de todo es que el PSG ha asumido la superioridad del Barcelona con aparente resignación.

La noche fue tan placida[1] en el Camp Nou, que el Barça ni siquiera necesitó de la inspiración de Messi. El argentino no mostró el brillo de los últimos partidos y fue una pieza más del puzle del Barcelona, no el futbolista que da sentido al juego blaugrana. Sin la frescura del 10, esta vez fue Neymar el que, con sus goles, reclamó el papel de protagonista. A buen nivel rallaron el resto de sus compañeros: Suárez se esforzó en el desmarque, Messi colaboró en la circulación, Rakitic fue solidario en la recuperación, Xavi e Iniesta alternaron la distribución del juego [1] y Busquets volvió a esconder el balón con maestría. Mascherano mostró su lectura de juego, Piqué volvió a estar sobrio al corte y los laterales- Jordi Alba y Dani Alves- mezclaron con acierto el despliegue en ataque con la atención defensiva.

El Barcelona se mostró como un equipo sólido y aseado, que atendió a la circulación y se esforzó en robar en el campo del rival. El buen nivel colectivo, la recuperación de Iniesta, la seguridad de Busquets y los goles de Neymar fueron las mejores noticias de un equipo que ha llegado a la fase decisiva de la temporada con opciones en todos los títulos. Tras derrotar en el global de la eliminatoria al PSG por 5-1, el Barça disputará las semifinales de la Champions League, algo que ha ocurrido en siete de las últimas ocho ediciones. La eliminatoria ha mostrado la seguridad del Barcelona, que mantiene intacta su reputación en las grandes ocasiones.

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 Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] En el segundo tiempo, Luis Enrique pudo dar descanso a Busquets, Iniesta y Suárez. Iniesta fue sustituido por Xavi Hernández y el de Tarrasa recogió el testigo del manchego en la circulación.

[2] En el otro partido de la jornada el Bayern de Múnich remontó la eliminatoria frente al Oporto (6-1). El Bayern zarandeó a su rival en la primera parte y en media hora ya había conseguido el 3-0, que le daba el pase a semifinales. La grada del Allianz Arena se encendió desde el inicio y acabó entregada a sus jugadores. Marcaron Lewandowski en dos ocasiones, Thiago, Boateng, Müller y Xabi Alonso. Jackson Martínez consiguió el único gol del Oporto, un equipo prometedor que aspira a estar entre los grandes del fútbol europeo. Pep Guardiola le ganó el duelo en los banquillos a Julen Lopetegui, en un enfrentamiento entre los dos mejores técnicos españoles que entrenan en el extranjero. La victoria le da tranquilidad a Guardiola, que ha pasado una semana difícil en Múnich, y devuelve al Bayern su cartel de favorito.

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Foto 1: peru.com. Foto 2: caughtoffside.com

EL HOMBRE QUE LO CAMBIÓ TODO

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Diego Pablo Simeone aseguró la continuidad de su proyecto hace unas semanas, tras ampliar su contrato en el banquillo del Calderón hasta 2020. Y no hay mejor noticia para la afición colchonera, que ha visto como los triunfos de su historia reciente se han fundamentado en las ideas del técnico argentino. Simeone es, entre otras muchas cosas, el portavoz del lema “partido a partido” que sostiene al Atlético de Madrid entre los grandes del fútbol mundial. Y su aparición en el banquillo del Atlético es una de las noticias más importantes que ha dado el fútbol español en los últimos tiempos. El técnico argentino ha conseguido que un equipo que parecía maldito pueda sostener la carrera por los títulos en cualquier competición, ante presupuestos muy superiores al suyo. [1]

Simeone había hecho campeón al Racing de Avellaneda en el Apertura Argentino y fichó por el Atlético de Madrid en 2011. Llegó a un equipo deprimido, que estaba más cerca de los puestos de descenso que de pelear por Europa. La afición todavía guardaba un buen recuerdo de su época de jugador y mantuvo la paciencia en los primeros titubeos. Simeone fue moldeando poco a poco a su plantilla y llevó los partidos al terreno de la disputa, en el que la intensidad de los atléticos superaba siempre al rival. Contagió a sus jugadores el carácter competitivo que mostró en su época de futbolista y convirtió al Atlético en un equipo ganador. El equipo dejó atrás el apodo de “pupas” y consiguió revalidar la Europa League de Bucarest, ante el Athletic  de Bilbao. La segunda temporada del Cholo Simeone como técnico del Atlético de Madrid -la primera que dirigió desde el inicio- no pudo comenzar mejor. El Atlético venció la Supercopa de Europa ante el Chelsea en Mónaco, en una exhibición de Falcao y de los hombres de Simeone. Pero el mayor triunfo del año se reservó al mes de mayo, en la final de la Copa del Rey en el Bernabéu. El equipo colchonero llevaba catorce años sin vencer al Real Madrid en un derbi. Simeone sabía que la gran asignatura pendiente de su Atleti era superar el bloqueo mental que les afectaba ante los blancos. Y planteó el encuentro aceptando que el Madrid era mejor equipo, pero advirtió que a un partido sus jugadores podían competir contra cualquiera. Y así fue: Cristiano adelantó a los blancos en un córner y Diego Costa firmó el empate, a pase de Falcao. Y antes de llegar al final, Miranda le dio el título al Atlético en un poderoso remate de cabeza. El Atlético eligió la mejor ocasión para romper su maldición y desde entonces ha revertido la situación en los duelos con el vecino. La excepción fue la final de Lisboa, en la que el cabezazo final de Ramos le arrebató la Copa de Europa. El gol de Ramos recordó a otro episodio crucial en la historia del Atlético de Madrid, en la primera final de la Copa de Europa que disputó el equipo rojiblanco. En ella, un disparo lejano de Schwarzenbeck en el descuento evitó el triunfo de los colchoneros en la máxima competición continental.

Al iniciar la tercera temporada del Cholo, el Atlético perdió la Supercopa de España ante el Barcelona (por el valor de los goles fuera de casa) pero quizá ese doble partido le confirmó como uno de los aspirantes al campeonato liguero. El siguiente paso del proyecto deportivo del Cholo era mantener la regularidad en la competición doméstica. El equipo rojiblanco sorprendió a todo el mundo y se interpuso en la carrera por la liga, que parecía reservada al duelo entre Real Madrid y Barcelona. Finalmente, en la última jornada, el Atléti se jugaba el título en el Camp Nou, al que ya le tenía tomada la medida tras el duelo en cuartos de final de la Champions. Alexis puso por delante al Barcelona, pero el empate de Godín tras el descanso le dio el título al equipo colchonero, ante la decepción del Camp Nou, que acabó aplaudiendo el gran año del Atlético. El título del Atlético fue un premio al fútbol solidario que propone Simeone, la coronación de un equipo capaz de igualar las fuerzas ante rivales de mayor talento, a base de sacrificio, atención por los detalles y rigor táctico.

Atletico de Madrid Training Session & Press Conference

La presente temporada empezó con la victoria en la Supercopa de España, frente al Real Madrid. Los duelos con el vecino se han igualado y esta campaña los resultados favorecen al equipo de Simeone, que no conoce la derrota ante el Madrid desde Lisboa y que le ha ganado los dos partidos de Liga (el último en un gran correctivo de los rojiblancos: 4-0), la Supercopa y la eliminatoria de Copa del Rey. Esta noche, el equipo rojiblanco se enfrenta al Real Madrid en el séptimo duelo de la temporada, esta vez en el marco de la Copa de Europa, la competición más importante a nivel de clubes. El Madrid tiene en mente las derrotas de esta temporada para llevar a cabo su venganza, y el Atlético recuerda el cabezazo de Ramos en el descuento de Lisboa para preparar el partido. [2]

En liga el Atlético de Madrid ha mostrado menor regularidad que la pasada temporada. Simeone parece haber asumido que su lucha de esta temporada (sobre todo con el crecimiento del Sevilla y del Valencia) es la tercera plaza. Las salidas de jugadores importantes como Courtois, Filipe o Diego Costa han obligado a cambiar la hoja de ruta. Y con la excepción de Griezmann, el Atlético parece haber perdido poder en el intercambio de piezas.

La batalla campal en las cercanías del Río Manzanares, que se saldó con la muerte de un ultra de los Riazor Blues, enrareció el clima en el Calderón. Simeone se percató de que el ambiente de los partidos no era el mismo y decidió emprender una jugada maestra. Repescó a Fernando Torres, uno de los símbolos rojiblancos, que andaba perdido en el banquillo del Milán. Y El Niño volvió a un equipo campeón y dio frutos casi de inmediato, en la eliminatoria copera frente al Real Madrid. Y con la llegada de Torres, Simeone recuperó el apoyo unánime del Calderón, un elemento que el argentino considera vital para aspirar a los títulos.

Sin lugar a dudas, la transformación del equipo colchonero no se explica sin la labor de Simeone, que ha cambiado por completo la mentalidad del club. Simeone dice que la diferencia entre los entrenadores no reside en la originalidad de las ideas, sino en la capacidad de transmisión de las mismas. Y ahí es donde está la gran virtud del Cholo, en su facilidad para comunicar su mensaje. Posee un gen pasional que le lleva a vivir el fútbol en un estado de hiperactividad contagiosa, que se manifiesta en el vestuario y durante los partidos. Sus gestos y su poder de convicción hipnotizan a la grada, que sigue al milímetro sus órdenes y aplaude sus arrebatos. Y la sintonía con la afición rojiblanca alimenta la sonrisa del Cholo: «Estoy muy bien, en el lugar en el que quiero estar. Tengo un grupo de jugadores que mantienen el hambre y que me han dado la vida, deportivamente hablando. El club tiene un presente fantástico y un futuro enorme».

El Atlético de Madrid disfruta de una de las mejores épocas en la historia del club. Y el éxito rojiblanco no se entiende sin la figura de Simeone, el hombre que lo cambió todo en el Calderón.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] Tras la llegada del nuevo inversor al club, Wang Jaonling (que posee ahora el 20% de las acciones del club), Simeone ha encontrado el colchón económico necesario para el crecimiento del club y su firma no se ha hecho esperar.

[2] El Atlético de Madrid se enfrenta esta noche al Real Madrid en los cuartos de final de la Champions League. Carlo Ancelotti, el rival de Simeone en los banquillos, habló en la previa sobre su duelo con el técnico argentino: “Para mí enfrentarme a Simeone es un orgullo y, a la vez, un problema”.

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Foto 1:rtve.es. Foto 2: ligafutbol.net.

LA PALABRA DE MASCHERANO

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“Lo conocí hace diez años, en septiembre de 2001, en el Mundial Juvenil de Trinidad y Tobago (…) Era un pibe serio, educado. Respetuoso. Era el referente del plantel. Parecía el hermano mayor de todos. (…) Aquel pibe grande creció. Pasaron los años. Jamás ahorró una gota de sudor a la hora de jugar y luchar.”

Las palabras del periodista argentino Jorge Parodi describen a Javier Mascherano, una de las voces de referencia en el vestuario del Barcelona. Su inteligencia táctica y su compromiso le otorgan un papel fundamental en el plan de Luis Enrique. El asturiano valora su lealtad y su intuición en el campo, vital a la hora de prevenir los incendios en el Camp Nou. En más de una ocasión ha elogiado su lectura del juego, una cualidad que le permite ser contundente en la anticipación y en la interrupción de los contragolpes del rival. Otra de las grandes virtudes de Mascherano es su facilidad con la palabra. Su dominio del lenguaje le concede mayor jerarquía sobre el césped, en el que a veces parece ser el intermediario de Luis Enrique. Su discurso ante los medios suele ser sensato e inteligente, el reflejo de un líder honesto y solidario. El Jefecito desveló el pasado jueves algunos de los secretos de su juego: “Lo mejor que debe tener un profesional es estar mentalizado, saber el rol que ocupa. Yo lo tengo claro y trato de ser un jugador que sume. No me siento intocable ni un jugador de referencia”.

Mascherano llegó al Barcelona en 2010 procedente del Liverpool, a cambio de 22 millones de euros. En su presentación declaró: “Sería un necio si pensara que vengo aquí a jugarlo todo (…) En las posiciones en las que puedo jugar yo hay tres campeones del mundo. Es un orgullo poder aprender de ellos y crecer a su lado”. Las bajas en la zaga culé a lo largo del año obligaron a Guardiola a situar a Mascherano de central en la fase decisiva de la temporada y el argentino cumplió con creces las expectativas de su entrenador. Aquel Barcelona alcanzó la cima del fútbol en Wembley y Guardiola ensalzó el trabajo silencioso de El Jefecito: “A Mascherano no lo cambiaría jamás. Me parece el mejor fichaje del Barcelona en los últimos años. Es único”. El Jefecito respondió así a Guardiola: “Yo vine acá para hacer de bombero, para tapar agujeros”.

Mascherano se ha adaptado al fútbol del Camp Nou y ha mejorado en la circulación de balón, especialmente cuando busca el pase más sencillo. Aunque no posee la imaginación ni la fluidez de Busquets en la elaboración, el argentino lo compensa con un generoso esfuerzo en la recuperación (lleva 175 robos en la Liga BBVA). Además, su honestidad en las declaraciones le ha hecho ganarse la admiración de sus compañeros y la afición. En octubre de 2013 el Barcelona empató en San Siro ante el Milán. Mascherano regresaba de una lesión y al inicio del partido perdió un balón comprometido. Robinho lo aprovechó y puso a su equipo por delante. El Barcelona consiguió empatar en la segunda parte y aunque Mascherano estuvo acertado durante el resto del encuentro, no se olvidó de su fallo inicial. Al acabar el partido apareció con el rostro desencajado e hizo un severo ejercicio de autocrítica: “El primer gol es un error mío. Ya son varios… Duele bastante. (…) El equipo ha tenido que sufrir otro error mío y en partidos tan importantes no se pueden permitir”.

En las cinco temporadas que Mascherano lleva en la Liga Española, el mediocentro ha sabido captar la esencia del entorno blaugrana: “Si ganas, Barcelona parece Disney y, si pierdes, es la casa del terror”. La metáfora de Mascherano la utilizó Luis Enrique en el momento más delicado de la temporada, al decir que pese a las dificultades sentía que estaba en Disneylandia. La coincidencia puede ser casual o una señal de la sintonía entre Mascherano y su técnico. La importancia de El Jefecito en el Barcelona no se entiende sin la figura de Leo Messi. Mascherano es el intérprete del 10 y, a su vez, su gran protector en el vestuario. En más de una ocasión ha salido a defender a Leo ante los medios de comunicación y parece ser el intermediario en la difícil relación de Messi con Luis Enrique. Las dotes de mando de Masche y su voz firme contrastan con la timidez de Leo, que solo parece alzar la voz en el césped. En Argentina, El Jefecito era el líder real de una selección en la que Messi portaba el brazalete de forma simbólica. Sus discursos (que al parecer conmovían al 10 y a medio vestuario) y su importancia en el juego le daban honores de capitán en un equipo que se quedó a las puertas del triunfo. El propio Mascherano ha explicado en alguna ocasión cómo ejerce su liderazgo: “Nunca digo lo que alguien tiene que hacer si no lo hago yo antes para dar ejemplo”. Mascherano es, con el miembro del cuerpo técnico Pepe Costa, el confidente de Messi en el vestuario. Y probablemente ningún compañero ha definido al 10 con tanta claridad como lo hizo Mascherano al término del partido frente al Manchester City: “El fútbol nos controla a todos, pero Messi controla el fútbol”.

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Mascherano sabe que su equipo posee ahora varios registros. La idea inicial permanece intacta, la propuesta que ha encumbrado a la Masía: la de un fútbol de dominio posicional en el que se pretende dejar poco espacio al azar, a través del control del partido y la posesión. Sin embargo, el Barcelona de Luis Enrique se ha expuesto en fases de la temporada a un intercambio de golpes, consciente del talento de sus delanteros. En ocasiones, el Barcelona parece perder la pausa de sus interiores, en busca del acelerón de su tridente. Y el acierto de Mascherano en esta variante de juego es vital, para facilitar el repliegue y la recuperación que inicie la transición rápida. No obstante, Masche parece partidario de un fútbol de mayor control, sobre todo porque la posesión es, además de un instrumento ofensivo, una fórmula de protección. Tras vencer en la eliminatoria copera ante el Atlético de Madrid, en una victoria que se orquestó a través de las transiciones rápidas, Mascherano valoró los riesgos de un fútbol más directo: “Entramos en ese ida y vuelta al que te puede llevar el Atleti. Hoy salió cara pero en algún momento también puede salir cruz”. La advertencia puede ajustarse al partido del próximo domingo, ante el Real Madrid, un equipo feroz en el juego de transición.

Mascherano afronta el Clásico ante el Madrid con la misma seriedad con la que vive. El argentino es un ejemplo de sacrificio y compromiso, que parece trasladar su lectura del juego a los micrófonos, en los que se explica con corrección y con argumentos sólidos. Ante las dudas que genera el estado físico de Busquets, Mascherano gana opciones para jugar en la media. Sus palabras, a dos días del clásico, dicen mucho de él, de su sentido del juego y de su compañerismo: “Ojalá llegue Busi aunque yo tenga que verlo desde el banco. Lo que le conviene al equipo es que juegue Sergio, porque es el mejor en esa posición”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: sport.es. Foto 2: futbolparatodos.com.ar

MESSI GUÍA AL BARCELONA

El Barcelona venció al Manchester City en el Camp Nou (1-0) en una noche luminosa de Messi, que solo encontró respuesta en las paradas de Joe Hart, el gran representante del City en el Camp Nou. El Barcelona generó una docena de ocasiones claras en la portería rival y solo su inocencia ante Hart evitó una goleada. El Manchester City dispuso de un penalti a falta de un cuarto de hora, pero Ter Stegen se estiró hasta detener el lanzamiento de Agüero. Rakitic había marcado el gol de los blaugranas en la primera parte, en una transición rápida que dirigió Messi. El croata culminó la acción con una vaselina y firmó el pase del Barcelona a los cuartos de final.

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El Barcelona irrumpió en el partido con seriedad, pero sin demasiados alardes. Sin excesiva fluidez en la circulación, el equipo de Luis Enrique se encomendó a Messi en la creación de las jugadas. El argentino acampó entre líneas, generó superioridades a la espalda de Fernandinho y acabó integrando a sus compañeros. Vestido de 10, levantó a la grada con un recital de gestos técnicos, recursos que utiliza siempre para mejorar la jugada. Acciones que suelen desembocar en las ocasiones blaugranas, en las que siempre les faltó pólvora a sus compañeros. Falló Neymar al inicio, en el primer servicio de Messi, e inició su carrusel de errores en el partido. Tampoco acertó Luis Suárez, que se topó con Hart, el palo y la red lateral. Ni siquiera Messi encontró el gol que pusiese el broche a una primera parte brillante. Y dispuso de hasta cuatro oportunidades claras a lo largo del partido, en las que Joe Hart siempre le ganó el pulso. El Barcelona supo jugar con el marcador a favor y no deslumbró en la posesión. Volvió a esperar a los atajos que proponen sus delanteros, el camino más corto hacia el gol en el Barcelona actual. Y eso que estuvo entonado Iniesta, especialmente en el primer acto, con alguna de esas conducciones mágicas que le han convertido en un futbolista irrepetible. Y eso que el gol lo marcó esta vez un centrocampista, Rakitic, en una jugada que muestra algunos de los registros de este Barcelona. La defensa culé consiguió despejar un barullo en su propia área y Rakitic arriesgó en la salida. Jordi Alba acudió en su ayuda y lanzó la carrera en busca de Messi. El 10 recibió en su propio campo y condujo hasta que encontró a Rakitic liberado, que había acompañado toda la jugada. El pase de Messi desde la derecha, que ya se ha convertido en un recurso habitual, habilitó a Rakitic en la izquierda. Y el croata batió a Hart por alto, en un tanto que daba más de media eliminatoria. Tras el gol, el Barcelona dispuso de muchas ocasiones, pero lejos de perforar las redes, encumbró a Hart en el Camp Nou. El Manchester City solo se sacudía la ofensiva del Barcelona con los arrebatos de Agüero, con algún latigazo de Touré y las conducciones de Silva. Pero no llegaron a intimidar a un Barcelona que jugaba a muchos metros de su portería. Aún así el conjunto de Luis Enrique malogró demasiadas oportunidades en un partido de máximo nivel, un error que le puede pesar en próximos encuentros, sin ir más lejos en el Clásico. Especialmente aciaga fue la noche de Neymar, que disfrutó de hasta cinco envíos de Messi en boca de gol, en los que le faltó instinto asesino.

En la segunda parte el Barcelona supo dormir el partido y reservó fuerzas para el duelo frente al Madrid. Circuló el balón con pausa hasta los pies de Messi y el argentino volvió a imponer su propio ritmo al partido. A veces camina y se asocia en corto, en ocasiones trota y afina su diagonal al costado izquierdo, que normalmente aprovecha Jordi Alba. Y, cuando lo cree conveniente, se desata en una zigzag vertiginoso. Messi no pudo culminar su actuación con el gol, porque se estrelló con Joe Hart, que sacó de quicio a todo el tridente. El portero inglés fue el héroe de un equipo que está en horas bajas. Sus recursos financieros no le han otorgado prestigio internacional, y los duelos ante los grandes de Europa han sido un baño de realidad para el Manchester City. El fracaso de los citizen refleja el mal año del fútbol inglés, que se ha quedado sin representantes entre los ocho mejores equipos de Europa. El City no se desmelenó en busca de la remontada y decidió protegerse del talento de Messi. Pellegrini no apostó por acompañar a Agüero con algún delantero y el juego de sus volantes se acabó apagando en el Camp Nou. Y solo la fortuna y el acierto de su portero le salvaron de una goleada humillante. Tampoco aprovechó el conjunto de Pellegrini la gran oportunidad que tuvo en el minuto 77, un penalti que cometió Piqué sobre Agüero. El disparo del Kun lo detuvo Ter Stegen, que se ganó la ovación del Camp Nou con su intervención. El alemán mostró su osadía al intentar regatear al argentino en el córner y lo compensó también ante Agüero, esta vez bajo los palos.

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Al Barcelona le cuesta controlar los partidos y mostrar cierta continuidad en su juego, en parte porque confía demasiado en el acierto de sus delanteros. Aún así fabricó muchas ocasiones y cerró el partido en la portería del City, en la que se hizo grande la figura de Joe Hart. El portero inglés acabó sonriendo tras desbaratar un disparo a bocajarro de Messi, que se lanzó panza arriba al césped. La suerte del gol le fue esquiva al argentino, pero no fue un borrón para su partido número 100 en competiciones internacionales. Messi vive un momento de inspiración que contagia a sus compañeros. El argentino ha elevado sus prestaciones en el juego colectivo. Baja a recibir, distribuye el balón y descifra los partidos con sutileza y aparente facilidad. Guardiola estaba presente en la fiesta del 10 y aplaudió los caños del argentino. Al acabar el encuentro resumió su vuelta al Camp Nou: “es un lujo ver jugar a Messi”. Mascherano, el fiel escudero de La Pulga, también ensalzó la figura de su compañero: “Jugar con Messi es jugar con lo nunca visto, una leyenda. No lo vi en mis 30 años, nunca”. Y posteriormente profundizó: “El fútbol nos controla a todos, pero Messi controla el fútbol”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: EFE. Foto 2: futbolsapiens.com

NOCHE DE CHAMPIONS EN EL CAMP NOU

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El Barcelona recibe al Manchester City en la vuelta de los octavos de final. A su favor juegan el resultado de la ida (1-2), el buen momento de los blaugranas y la grada del Camp Nou, que ha recuperado la ilusión en el momento crucial de la temporada. El Barcelona inicia su semana clave con un partido trampa. Pese a la proximidad del Clásico, el Barcelona debe mantener la concentración frente al club inglés, que llega herido en su orgullo y mantiene alguna opción en la eliminatoria. Luis Enrique insiste en que su plantilla no va a descuidar su partido ante el Manchester City, un rival que es capaz de fabricar un gol en un acelerón de Agüero o una sutileza de Silva.

El Barcelona no olvida la eliminatoria de la pasada campaña ante el conjunto de Pellegrini. El Barça dominó la posesión y supo hacer daño al rival. Pero el City resistió en los peores momentos y en la segunda parte llegó a enmudecer al Camp Nou. Hasta que llegó la sentencia de Messi (mediada la segunda parte), Valdés había tenido que intervenir de urgencia en dos disparos de Nasri y Kolarov. Kompany hizo el gol del honor y Dani Alves firmó el segundo tanto del Barcelona. En su celebración reprochó a la grada del Camp Nou sus murmullos durante todo el encuentro, una prueba más de que no fue un partido cómodo para los blaugranas. Y el recuerdo de aquel partido alimenta la prudencia del Barcelona, por mucho que el City tenga ahora peor aspecto.

El Manchester City viene de perder parte de sus opciones en la Premier tras la derrota ante el Burnley y se juega la temporada a una carta en el Camp Nou. Mansur bin Zayed al Nahyan es el líder del grupo inversor Abu Dhabi United Group for Development and Investment que se hizo con la propiedad del Manchester City en 2008. Khaldoon Al Mubarak es la parte visible de una sociedad afincada en los Emiratos Árabes y preside el club desde Manchester. Los jeques construyeron un equipo poderoso con el objetivo de consagrarse en Europa. Su músculo financiero ya le ha otorgado dos ligas, una League Cup, una Community Shield, una FA Cup y el trono en la ciudad de Manchester, que tradicionalmente estaba en poder del United. Pero no ha sido capaz de alcanzar triunfos en Europa, frente a presupuestos tan ambiciosos como el suyo. El Manchester City siempre ha caído lejos de las rondas decisivas de la Champions. Fue eliminado en fase de grupos cuando coincidió con el Real Madrid y el Bayern Múnich y perdió frente al Barcelona la temporada pasada. Esta temporada fue segundo en el «grupo de la muerte» y volvió a emparejarse con el Barça en la fase de eliminatorias, en un momento en el que el equipo parece haberse estancado.

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En una de las temporadas más pobres de los últimos tiempos, las dudas se ciernen sobre la figura de Pellegrini, que ha encontrado en el Barcelona y en la Champions sus mayores obstáculos. El técnico no vive sus mejores días en el banquillo del Etihad Stadium, y la eliminatoria frente al Barça puede ser decisiva para valorar el crédito que le queda a su proyecto. Al entrenador chileno le persigue la fama de que a sus equipos les falta carácter en Europa. Una fama que surgió con el penalti fallado por Riquelme en las semifinales de Champions ante el Arsenal, que volvió a aparecer en su etapa como entrenador del Real Madrid o Málaga y que ha aumentado en el banquillo del City. Y allá donde fuera a Pellegrini siempre le acechó la sombra del Barcelona, que le ha derrotado en 16 de sus 24 enfrentamientos. Fue cesado del banquillo del Real Madrid al no poder desbancar al Barça de Guardiola, sufrió en sus visitas al Camp Nou cuando dirigía al Málaga y el año pasado perdió la eliminatoria de octavos ante el Barça del Tata Martino.

Con la liga muy a favor del Chelsea de Mourinho y sin muchas posibilidades en el resto de los títulos, el Manchester City apura sus opciones de la temporada en un gran escenario. El Barcelona parece haber recobrado la armonía y disfruta con la sonrisa de Messi, que vive uno de esos momentos de inspiración que se reservan a los genios. Posee plena libertad para inventar y lidera el juego del Barcelona en todos sus registros. El año pasado decidió el encuentro cuando había síntomas de preocupación en la afición blaugrana. En la ida del Etihad, esta temporada, Messi dirigió al Barça en un gran partido, pero falló en la sentencia desde los once metros. Pellegrini agradece la oportunidad que le concedió el error del argentino y planea el asalto del Camp Nou. El regreso de Touré, el poderío de Kompany, el talento de Silva y el gatillo de Agüero son las armas con las que cuenta el técnico chileno.

Una vez más, la Champions, Messi y el Camp Nou medirán la suerte de Pellegrini y del Manchester City.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] El Manchester City pretende imitar la organización de la cantera blaugrana en su club. Ha invertido en la formación de futbolistas y ha contratado a miembros de la antigua junta directiva del Barcelona: Ferrán Soriano y Txiki Berigistan.

BATALLA A BATALLA

El Atlético de Madrid eliminó al Bayer Leverkusen en la tanda de penaltis, después de un partido cerrado, lleno de interrupciones, en el que hubo más emoción que brillo. El ambiente del Calderón mantuvo el aliento del equipo de Simeone en un encuentro tan intenso como exigente. Un gol de Mario Suarez igualó la eliminatoria y los dos equipos parecieron conformarse con la situación durante buena parte del encuentro.

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El Atlético tenía que remontar el 1-0 del partido de ida y salió con sus jugadores más creativos: Mario Suárez, Koke, Cani, Arda Turan y Griezmann. Sin embargo eso no fue suficiente para que el equipo se hiciese con el balón y combinase. Simeone sabía lo difícil que se ponía la eliminatoria si el Leverkusen marcaba y no quiso asumir ningún riesgo. Su defensa, segura como siempre, renunció a sacar el balón jugado y el Atlético confió su suerte a los arranques de Griezmann, de nuevo el más peligroso, y a las jugadas de estrategia. Por momentos el encuentro parecía un partido de rugby: los dos equipos enfrentándose por ganar metros, por recibir uno de esos balones que caían del cielo para sacar algo ventajoso: un control en campo contrario, un saque de banda o incluso una falta sobre la línea del centro del campo.

El gol llegó en un rechace tras la salida de un córner poco antes de la media hora de partido. Cani tocó el balón de cabeza en la frontal y Mario Suárez disparó. Un rebote en un defensa despistó a Leno y el balón entró en la portería. Mandzukic pudo marcar el segundo poco después, pero se entretuvo en la definición y desaprovechó un gran servicio de Arda. Ninguno de los dos equipos se encontraba demasiado incómodo con el resultado. El Atlético sentía que había hecho la parte más difícil y que podía perder la eliminatoria en cualquier jugada. El Leverkusen confiaba en que un descuido de los colchoneros les diese la oportunidad para correr e incorporarse al ataque en oleadas. Raúl García había sustituido a Cani para devolver un dibujo más natural al equipo, y la entrada de Torres por Mandzukic completó los cambios (Oblak había suplido a Moyá por lesión en la primera parte).

No hubo muchas ocasiones. A ello contribuyó que Son y Calhanoglu hiciesen un partido gris, muy por debajo de su nivel en Alemania. En el Atlético de Madrid, Griezmann volvió a ser el más desequilibrante, con algunos alardes de verticalidad e instinto asesino. Arda Turan jugó sus mejores minutos en la prórroga, cuando se agotó la presión del Bayer, y lideró el último esfuerzo de los colchoneros. El turco es un jugador fantástico que ha crecido mucho con Simeone. Sin embargo da la sensación de que se centra con demasiada frecuencia en esconder el balón, en desesperar al rival mientras el equipo se organiza, y olvida que lo más importante en el fútbol son los goles y su magia es imprescindible para que el Atlético los marque.

El equipo de Simeone se fue a por el partido en la segunda parte de la prórroga pero apenas inquietó a Leno. Los penaltis sonrieron al equipo de Simeone. Calhanoglu y Toprak fallaron en el Leverkusen; Raúl García y Koke en el Atlético. Torres marcó impecablemente el quinto penalti y Kießling mandó su lanzamiento a la grada del Calderón.

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El Atlético se clasificó y será una de las amenazas del sorteo. El gran arma del equipo de Simeone es su extraordinaria versatilidad para anular a cualquier rival, para ocultar sus virtudes ofensivas. Se trata de evitar que demuestren su superioridad. Sin embargo, ante equipos teóricamente inferiores, al Atlético le faltan recursos. Sus mejores partidos son ante rivales que aceptan llevar la iniciativa y se arriesgan a las emboscadas de los rojiblancos. El plan de Simeone es llevar los partidos a la igualdad máxima, en la que las diferencias las marque la intensidad y las acciones que el Cholo considera eficientes; acciones que no le expongan a las virtudes del rival: contraataques y jugadas a balón parado. Por eso el Leverkusen era un rival tan serio como la Juventus, el Espanyol como el Valencia. El “partido a partido” no es solo un lema de humildad pronunciado para contener la euforia. Su verdadero significado es que cada encuentro es una batalla cruda e incierta; una batalla más importante que la propia guerra.

En la Champions League muchos equipos piensan en ganar la guerra. Algunos veían la tanda de penaltis y lamentaban la clasificación del conjunto de Simeone, pues son conscientes que cualquiera puede perder la guerra en una batalla contra el Atlético.

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Foto 1 y Foto 2: Mundo deportivo.

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Diego Rodríguez Gascón.

THIAGO SILVA HACE VOLAR AL PSG

El Paris Saint Germain consiguió el pase en Stamford Bridge en una declaración de ideales, un ejercicio futbolístico que ejecutaron los parisinos con buen gusto, pundonor y coraje. El equipo que dirige Laurent Blanc se sobrepuso a la tempranera expulsión de Ibrahimovic y supo reaccionar cuando la eliminatoria estaba en su contra. Thiago Silva cometió el penalti que ponía al Chelsea por delante en la prórroga y enmendó su error con un testarazo a la red de Courtois.

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Si algo se le podía achacar al Paris Saint Germain, un equipo construido por la maquinaria económica del jeque Nasser Al-Khelaïfi, era que le faltaba su gran bautismo europeo. Se le podía reprochar también que le faltó carácter en las eliminaciones de las últimas temporadas, ante el Chelsea y el Barcelona. Pues bien, su partido en Stamford Bridge solventó de un plumazo todas las dudas que su generaba su juego, especialmente en los grandes escenarios. Su orgullo y su amor propio quedó reflejado en la figura de sus centrales: David Luiz y Thiago Silva, los autores de los goles que sellaron la reacción del conjunto galo. El Chelsea se empeñó en que no se jugara a nada, y olvidó que también tiene armas para atacar y no solo para resguardarse. No hubo noticias de Cesc en la circulación, no apareció Hazard para desequilibrar y Diego Costa se perdió en riñas con David Luiz. Por el contrario, cobraron protagonismo Matic y los guardianes de la zaga blue (Ivanovic, Terry, Cahill y Azpilicueta), los verdaderos hombres de confianza de Mourinho. Y con el Chelsea entregado a la pizarra de Mou, la media del PSG aceptó el protagonismo que concede el balón. Verratti, Motta y Pastore se juntaron en el medio y combinaron con exquisita precisión. Entre Verratti y Motta se reparten los papeles en la dirección del juego. Thiago Motta es un jugador de escuela, de esos que le da criterio a la circulación. Marco Verratti imprime su sello en cada pase. El menudo mediocampista italiano es un futbolista osado, de gran personalidad, que destaca en la lectura del juego. Tiene plena confianza en sus recursos técnicos y posee la facilidad de saltar la presión con un regate sutil o un pase medido. También entendió bien el partido Pastore, que acudió a generar superioridades en el medio e inquietó a Ivanovic desde el costado izquierdo. Por ese carril se desplegaba también Maxwell, un lateral fino y aseado, que sigue dando soluciones por más que pasen  los años. El trotón Matuidi cubría las espaldas y se aproximaba al balcón del área. Se ofrecía Cavani y jugaba de cara Ibrahimovic, que en el minuto 32 fue víctima de un error de bulto del colegiado. El balón quedó largo e Ibrahimovic llegó tarde en la disputa con Óscar, pero recogió las piernas visiblemente para moderar su entrada. Óscar exageró el golpe y los futbolistas del Chelsea fueron en manada a por el árbitro. Bjorn Kuipers cayó en la trampa y expulsó a Ibrahimovic. No se inmutó el PSG y siguió fiel a su plan de juego, basado en el buen trato del balón. Tampoco dio un paso hacia delante el Chelsea, que mereció la eliminación porque no presentó ningún argumento ofensivo. Jugó demasiado preocupado de proteger a Courtois, sin imaginación en el juego ni voluntad de herir al rival.

1426094599_130686_1426105263_album_grande El ideario de Mourinho viene avalado por un glosario de títulos, pero posee tantos apartados dedicados a los sistemas defensivos que olvida que el fútbol también es un juego basado en la improvisación y en el ataque. Darle un resultado a favor es darle una ventaja que se ha de conservar, que bajo ningún concepto se puede estirar más, si eso exige arriesgarse. Y esa fue la tumba del Chelsea en Stamford Bridge: un planteamiento basado en la precaución y la cobardía. El equipo inglés no quiso  sentenciar a un rival fatigado, que jugó noventa minutos en inferioridad numérica y lo pagó con la eliminación. El PSG, por otra parte, buscó la victoria sin reservas, con la pasión y la urgencia que impone un resultado adverso. El equipo parisino solo dejó de trenzar jugadas cuando Verratti tuvo que pedir el cambio, en los minutos finales del tiempo reglamentario. Minutos antes había tenido el gol en las botas de Cavani. Verrati salió de la presión con un giro plástico y cedió para Pastore. El mediapunta argentino atendió a la llegada de Cavani y el disparo del uruguayo se topó con la madera, después de sortear la salida de Courtois. Por un momento, el resultado pareció darle la razón a Mourinho, cuando Cahill fusiló a Sirigu tras un barullo en el área. El primer gol de la noche partió, como todos los que llegaron después, de un saque de esquina. Y parecía que el gol del Chelsea firmaba la clasificación de los blues, entre otras cosas porque su rival estaba asfixiado. Pero el equipo que dirige Laurent Blanc encontró aliento en los córners y apareció David Luiz para llevar el partido a la prórroga. Lavezzi centró y el defensa brasileño ejecutó un remate de cabeza inapelable a la escuadra de Courtois. Pese al empate, Mourinho mandó parar a los suyos en los minutos finales del partido, consciente de la ventaja que tenían al jugar una prórroga frente a 10 jugadores. En los minutos iniciales del tiempo extra, el Chelsea dio un paso al frente, empujado más por la inercia del partido que por la voluntad de atacar. Y una vez que consiguió la ventaja volvió a entregarse a la calculadora de su técnico. Thiago Silva saltó frente a Zouma con el brazo en alto. Es difícil saber si llegó a tocar el balón pero el gesto fue tan extraño y, al mismo tiempo tan alarmante, que el colegiado señaló penalti. Hazard, que fue el único rebelde en un equipo demasiado encorsetado, lo transformó con tranquilidad. Esta vez sí que parecía el gol definitivo, entre otras cosas, porque el PSG daba la impresión de estar entregado. Pero el equipo de Blanc se encontró con dos nuevos saques de esquina, en los que Thiago Silva emergió. El brasileño había cometido un error impropio de su nivel y había emborronado su gran partido. Pero el fútbol no hubiese sido justo con él si no hubiese premiado su esfuerzo durante los 120 minutos. En el primer lanzamiento, Courtois despejó su cabezazo con una estirada inverosímil. El segundo córner llegó desde el otro costado y Thiago Silva se elevó para batir a Courtois en el minuto 114. El brasileño firmó el gol que castigó a un Chelsea tan precavido que, a fuerza de no arriesgar, acabó asumiendo demasiados riesgos.

1426094599_130686_1426115219_album_grande El PSG consiguió superar a su verdugo de la temporada pasada y lo celebró en el mismo césped, con los aficionados que se desplazaron hasta Londres. Hasta el jeque, Nasser Al-Khelaïfi, bajó al campo en busca de futbolistas a los que abrazar. La victoria supone una liberación para la plantilla y es, en definitiva, justa para el fútbol. El equipo de Blanc ha dejado de ser una exótica constelación de estrellas. Tras su noche mágica en Stamford Bridge, el Paris Saint Germain se ha convertido en un serio aspirante.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: Toby Melville (REUTERS). Foto 2: Ian Kington (AFP) . Foto 3: Gerry Penny (EFE)

PÁNICO EN EL BERNABÉU

3-4. El Schalke hace tambalearse a un campeón sin personalidad

El Madrid consiguió la clasificación para los cuartos de final de la Champions League, en una noche de pánico en el Bernabéu. El Shalke 04, un equipo solidario y trabajador, estuvo a punto de remontar la eliminatoria y consiguió sembrar el miedo en la grada madridista.

El Bernabéu comenzó a pitar a su equipo a los 10 minutos de partido. Para entonces, el Schalke ya había tenido dos llegadas claras, y los problemas del Madrid empezaban a ser evidentes. La noche que debía reconciliar a jugadores y afición, una noche que el madridismo esperaba plácida, se convirtió en una pesadilla en la que el fantasma de una eliminación humillante pudo percibirse desde el principio. El Schalke, un equipo con fama de tosco y defensivo, se hizo con el control del juego. Atacó con peligro en corto y en largo, en combinaciones que encontraban una y otra vez la espalda de los mediocentros madridistas, o en balones largos que Huntelaar y Choupo-Moting ganaban a los centrales. El joven Meyer interpretó brillantemente los espacios que se creaban entre las líneas del equipo de Ancelotti, una vez más demasiado largo, incapaz de coordinar su presión y de controlar el partido mediante la posesión.

El Shalke se adelantó en otra jugada conducida por Meyer, que abrió el balón a la banda derecha. El centro de Barnetta encontró a Fuchs en el segundo palo, un lateral izquierdo a quien Bale renunció a perseguir, liberado por una mala basculación de Arbeloa. Tampoco Casillas estuvo acertado y no pudo detener un disparo centrado. El gol desató la ira del Bernabéu contra su equipo, un muñeco de trapo en las grandes y torpes manos del Schalke. Ni siquiera el cabezazo de Cristiano en un córner sacado por Kroos sirvió para silenciar el clamor. El Madrid seguía siendo un equipo atenazado, previsible y mecánico en ataque, despistado en defensa. Kroos y Khedira, la pareja de mediocentros de la Alemania campeona del mundo, perdían la batalla a campo abierto a la que el planteamiento de Ancelotti les conduce. Entre ellos y la defensa, entre ellos y los tres atacantes que por momentos parecen desconectados del resto del equipo, aparecen grandes praderas donde los rivales esconden la pelota.

El Schalke pudo volver a adelantarse en un espléndido disparo de Huntelaar que se estrelló contra la escuadra. El delantero holandés le ganó la partida a Varane para recoger la dejada de Choupo-Moting, como volvió a ganársela en el segundo gol, para empujar el manso rechace que Casillas dejó tras un disparo de Meyer, en una nueva muestra de la desidia del Madrid en defensa. Como ocurrió tras el primer gol, el Madrid reaccionó rápido con otro poderoso remate de cabeza de Cristiano, con el que supera a Messi como máximo goleador histórico de la Liga de Campeones. El portugués no tuvo su mejor día, acabó indignado con la grada y con sus compañeros, pero apareció en dos momentos clave en los que el Madrid parecía hundirse, e intentó levantar el ánimo de un equipo sobrecogido.

El Madrid se adelantó en la segunda parte tras una demostración de clase y frialdad de Benzema, pero ni siquiera así pudo controlar el encuentro. Modric entró como salvador del Madrid y el equipo mejoró en la distribución de balón. Sin embargo, el Schalke, que completó uno de sus mejores partidos en los últimos años, ya se había dado cuenta de que podía ser su gran noche. Conscientes del gran escenario en el que se encontraban, envalentonados por la hostilidad del madridismo hacia los suyos, los alemanes se fueron creciendo a lo largo del encuentro. Sané, otro joven osado que había sustituido a Choupo-Moting, encontró el espacio que necesitaba para combinar con Meyer y Barnetta. Recibió el balón en la esquina del área y tuvo tiempo para preparar el disparo sin que Coentrao o Pepe le estorbaran. Casillas hizo la estatua mientras la pelota entraba pegada a su palo derecho.

El Schalke arriesgó y el Madrid, más partido que nunca, aceptó el intercambio de golpes. En otra conducción de Sané, Modric tocó el balón lo justo para asistir a Huntelaar, otra vez más listo que los centrales del Madrid, que fusiló a Casillas. El holandés es uno de los mejores delanteros centro de Europa. Tiene un fantástico disparo, es poderoso en el juego aéreo e inteligente en la búsqueda de desmarques y de segundas jugadas. Tiene la categoría suficiente para consagrarse en un equipo grande.

Los diez minutos finales, con 3-4 en el marcador, se hicieron eternos para el madridismo. Los jugadores perdían tiempo, los recogepelotas escondían el balón y la afición pitaba. El descontento se había transformado en miedo. El Schalke tuvo dos ocasiones para conseguir la clasificación para cuartos, pero Casillas acertó en los disparos de Sané, en una jugada muy similar al tercer gol, y de Howedes, que recogió en el área la dejada de Huntelaar cuando el partido moría.

El pitido final acabó con el pánico pero no con las protestas del Bernabéu. Casillas intentó forzar una reconciliación llamando a los jugadores al círculo central. Ancelotti inició su rueda de prensa pidiendo perdón y diciendo que los pitos son “merecidos”. El Madrid caminó por un precipicio y estuvo muy cerca de caer. Muchos señalan el partido contra el Schalke como el día en que los de Ancelotti tocaron fondo, pero nada sugiere que la dinámica del equipo vaya a cambiar. Da la sensación de que al Madrid le faltan jugadores, de que el banquillo solo sirve para dar descanso a los titulares y nunca para aportar algo nuevo. Al equipo le falta aliento y creatividad, y parece que la delantera funciona como un ente independiente del resto del equipo, asilada de los medios tanto en defensa como en ataque. Pero lo que más molesta la afición es que, en momentos como el partido de ayer, cuando se vislumbra la tragedia, los jugadores parecen paralizados, oscilando entre la impotencia y la indiferencia, o quién sabe si presa de un ataque de pánico.

Foto 1: www.sportsmole.co.uk Foto 2: www.ligabbva.com

Diego Rodríguez Gascón

EL MADRID CUMPLE EN ALEMANIA

El Real Madrid venció con solvencia en el Veltins Arena de Gelsenkirchen (2-0), frente a un rival débil, al que le sigue quedando grande la fase decisiva de la competición.

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El equipo de Carlo Ancelotti sabía de la importancia del inicio. Y, con más rigor competitivo que buen juego, supo ratificar su superioridad ante un equipo voluntarioso, tan bien trabajado en el aspecto táctico como inocente ante la portería de Casillas. El Madrid entró al partido con la seriedad que requiere una eliminatoria en la máxima competición continental. Sin demasiados alardes en la circulación, comprendió que lo importante era alejar el juego de la portería de Casillas, aunque fuera a través de una posesión horizontal, que no encontraba en buenas condiciones a sus delanteros. El Madrid se instaló en campo contrario, al ritmo que marca Kroos en la elaboración, siempre en buena sintonía con Isco, un futbolista elegante de recursos ilimitados. Sin mostrar un fútbol vistoso, el Madrid maduró el partido con inteligencia, no se impacientó ante la defensa alemana y resolvió con sus carrileros. Mientras tanto Pepe y Varane neutralizaban la resistencia alemana, personalizada en Huntelaar, un delantero con instinto, y Choupo-Moting, un futbolista descarado que se movió pegado al carril zurdo. El delantero holandés chocó con Varane y tuvo que ser retirado en el ecuador de la primera parte. La lesión de Huntelaar acabó de desorientar al Schalke, cuyas opciones ofensivas descansan en el delantero holandés. Y con Huntelaar camino de la enfermería, el Madrid se acercó al balcón del área y desde ahí generó sensación de peligro, especialmente a través de la conducción de Isco y la movilidad de Cristiano y Benzema. El portugués se ofreció en corto, se movió por todo el frente de ataque, buscó posiciones de remate y puso fin a su paréntesis goleador de los últimos partidos. Aunque perdió muchos balones y no siempre estuvo acertado en el desborde, Cristiano fue decisivo en el resultado y se liberó de su agonía, como demostró en su efusiva celebración. El gol había llegado al filo de la media hora de partido. Carvajal sorprendió con un gran centro de zurda y Cristiano llegó libre de marca a la posición de remate. Desde ahí, el portugués resolvió de cabeza, esquivando la salida en falso del joven portero Wellenreuther, que creció con el paso de los minutos (1-0).

El gol le dio al conjunto blanco (que ayer vestía de rosa chillón) la seguridad y la confianza que necesitaba. Y durante el resto del encuentro, siempre dio la sensación de que el partido estaba más próximo a la sentencia del Madrid que a la igualada del equipo de Roberto Di Matteo. Incluso el remate al larguero de Platte pareció una jugada aislada, producto de uno de los pocos despistes defensivos que tuvo el Real Madrid en Alemania. La ocasión del Schalke reactivó el fútbol de ataque del Madrid y Marcelo consiguió el segundo tanto del partido, un gol que deja prácticamente sentenciada la eliminatoria. Cristiano consiguió zafarse de la marca de Uchida y asistió al lateral brasileño. Marcelo se acomodó el balón a su pie derecho y soltó un zapatazo inapelable a la escuadra de Wellenreuther (2-0). El gol premió el gran partido del brasileño en el Veltins Arena, un futbolista fundamental para el Madrid. Marcelo destaca especialmente frente a defensas bien protegidas, como la que planteó ayer Roberto Di Matteo. En ataque estático, el brasileño es capaz de agitar los partidos desde el carril izquierdo, lugar en el que a menudo se asocia con Isco y Cristiano.

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El segundo gol fue el golpe definitivo para el Schalke, que esperó al final del partido, con la impotencia de quien ve inalcanzable a su rival. El Madrid consiguió una victoria que supone una inyección de moral para una plantilla cuestionada. Aunque sigue dejando dudas en la elaboración del juego, el Madrid regresó de Alemania cargado de buenas noticias. El equipo de Ancelotti consiguió encarrilar la eliminatoria tras completar un partido cómodo, sin demasiados contratiempos. Cristiano Ronaldo volvió a marcar, Isco cuajó otro buen partido, Kroos organizó el juego y Pepe le dio a la zaga mayor solidez defensiva. El conjunto blanco cerró el partido sin encajar ningún gol y la sensación es que el equilibrio de los blancos y su mejoría defensiva son tan importantes como los goles de Cristiano.

Lucas Silva desbancó a Illarramendi y completó sus primeros noventa minutos con el Real Madrid. Mostró que es un jugador complementario, comedido en el pase e inteligente en lo táctico, aunque sigue sin ser la solución a los problemas que tiene el Madrid en la creación. El problema es que cuando el balón se separa de Kroos, de Isco o incluso de Benzema parece perder control, en busca del vértigo que proponen los velocistas blancos: Cristiano Ronaldo y Gareth Bale. Y eso afecta a un equipo con limitaciones en el ataque posicional. Algo que parece que no cambiará hasta que vuelvan Modric o James, futbolistas que apuestan por un fútbol en el que la posesión cobra mayor protagonismo.

El Madrid encontró en el Schalke 04 a un sparring perfecto para elevar su confianza. El conjunto de Roberto Di Matteo fue un equipo trabajador, que derrochó entusiasmo y dureza en cada disputa. Pero al que le parece faltar fútbol para competir al más alto nivel, especialmente afectado por una gran cantidad de bajas, entre las que destaca la de Julian Draxler, un mediapunta de gran proyección. La llegada de Roberto Di Matteo aportó mayor consistencia defensiva, y el equipo se reagrupó con una línea de tres centrales: Höwedes, Nastasic y Matip. Pero al Schalke le sigue costando un mundo crear ocasiones, un problema que se agrava con la lesión de Huntelaar, la referencia ofensiva del equipo.

El Real Madrid construyó la victoria desde la sensatez y la prudencia. Volvió a atascarse en la elaboración y no estuvo inspirado en el juego, pero resolvió pronto en el marcador. Las debilidades del Schalke le favorecieron y consiguió un resultado casi definitivo, que pone al conjunto de Ancelotti en la antesala de los cuartos de final.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1 y 2: Getty images.