La mejor semana del Madrid queda demasiado lejos: tras derrotar el Liverpool arrebató el liderato de la Liga al Barcelona. El equipo parecía funcionar como Florentino y Ancelotti deseaban: con un juego espectacular y demoledor; aplastaba a los rivales con una delantera temible y un centro del campo fantástico. Cuando el Madrid arrasaba en la Liga y en la Champions, el equipo recibía una lluvia de elogios. A Ancelotti y a los jugadores. A Isco, el mago que había conseguido dar un poco de pausa al vértigo del Madrid, haciéndolo más bonito y eficaz. A Kroos, el jugador dotado de una especie de inteligencia artificial, capaz de ejecutar todo tipo de pase con una precisión mecánica. Se elogiaba a Cristiano, flamante ganador del Balón de Oro, y finalizador implacable del juego de ataque del Madrid.
Sin embargo, había un jugador clave cuyo valor tal vez no se reconocía. Ese jugador era Modric, probablemente el centrocampista más completo e importante de la plantilla. El croata se ganó el sitio después de un golazo en Old Trafford que valió la clasificación para los cuartos de final de la Champions League, todavía bajo las órdenes de Mourinho. Tras hacerse indiscutible durante el primer año de Ancelotti, Modric estaba en el mejor momento de su carrera. Se había convertido en el verdadero organizador del juego del Real Madrid.
Para Ancelotti, Modric es un jugador versátil, que combina algunas de las virtudes de Kroos o Isco, pero que reúne otras de las que carecen estos dos. Kroos es un jugador que roza la perfección en cada partido, pero al que parece faltarle cierta capacidad de improvisación, quizá obsesionado con no fallar un solo pase. A Isco no le falta capacidad de improvisación, pero sí algo de constancia en el juego. Sus intervenciones a veces se diluyen y son más vistosas que efectivas. Aunque el malagueño ha hecho un gran esfuerzo para reconvertirse en mediocentro, en el fondo es un mediapunta, con capacidad para decidir un partido pero no para gobernarlo. Además Modric es un jugador fundamental en la recuperación y en el equilibrio del equipo. Curiosamente, el croata, un jugador aparentemente débil, era la clave de la fortaleza del mediocampo madridista.
Sin él, al Madrid le cuesta más atacar a una defensa cerrada y dominar el ritmo de los partidos mediante la posesión. El equipo pierde consistencia y tiende a partirse. Desde su lesión, el Madrid ha seguido ganando partidos, pero no ha vuelto a mostrar el brillo de la primera vuelta.
Luka Modric pertenece, como Deco, a esa clase de jugadores con alma y técnica de mediapunta, que aprendieron la importancia de la táctica y del sacrificio. Jugadores que reúnen la habilidad para filtrar un pase definitivo, la inteligencia para hacer una falta táctica, y la personalidad para autoproclamarse conductor del juego. El croata es un jugador tremendamente dinámico, con capacidad de llegada (algo que en el Madrid sacrifica en parte para colaborar con la estabilidad del equipo), y con un gran golpeo de balón. Desde la llegada de Ancelotti, Modric se ha vuelto un jugador más regular, multiplicando su presencia en el equipo.
La lesión de Modric (una lesión poco común, de pronóstico grave y hasta cierto punto impredecible) explica una parte importante del bajón del Real Madrid. También contribuyen otros factores, como el cansancio, la ausencia de otras piezas claves como Ramos, James o Pepe, o el mal momento de Cristiano. Sin embargo, si a Ancelotti le pidiesen que diese en una sola palabra la solución a los problemas del Madrid, el técnico levantaría mucho la ceja y simplemente diría: Modric.
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Diego Rodríguez Gascón.
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