The Busby Babes: DUNCAN EDWARDS Y BOBBY CHARLTON

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Duncan Edwards (1936, Dudley – 1958, Múnich) mostró desde su infancia unas condiciones innatas para el deporte. Su predilección era el fútbol y a los 11 años ya destacaba en el Dudley, ante rivales mayores que él. Jack O´Brien, uno de los secretarios del Manchester United, le vio jugar e informó a Matt Busby de que acababa de encontrar a un futbolista único. Le pretendían los grandes equipos del país y Edwards se decantó por el Manchester United, el equipo de su infancia. Le convenció Bert Whalley, uno de los asistentes de Busby, en una visita a su domicilio a las 2 de la madrugada. Edwards formó parte del equipo juvenil y sus cualidades no pasaron desapercibidas. Duncan era un jugador de gran presencia física, que se adaptaba al prototipo de futbolista inglés. Era capaz de organizar al equipo, se desplegaba por el costado izquierdo, robaba balones y llegaba al área con frecuencia. Era además un jugador valiente, capaz de tomar la responsabilidad en los momentos más difíciles. Años más tarde, Bobby Charlton resumió las virtudes de Edwards: “Desde el primer momento vi que podía jugar en cualquier parte y hacer cualquier cosa. Era valiente, tremendo en el tackle, podía hacer pases en largo o en corto y marcar. Cuando llegué al United, Duncan era el único que podía hacer cosas que yo sabía que era incapaz de hacer”.

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Pronto le quedó pequeño el equipo juvenil, con el que conquistó dos FA Cups junior, y, a los 16 años, Busby le hizo debutar en el primer equipo. La afición de los red devils se prendó del chico de Dudley y tres temporadas después de su debut ya llevaba 100 partidos en la First División. A los 18 jugó su primer partido como internacional y se convirtió en el futbolista más joven en vestir la camiseta de la selección inglesa. Su récord se mantuvo intacto hasta la irrupción de Michael Owen en 1998. Era el orgullo del fútbol inglés cuando su carrera se apagó en el accidente aéreo de Múnich. Hasta entonces había sido el líder natural de un equipo que venció en Inglaterra y soñó con Europa. En aquella plantilla coincidió con otra de las grandes promesas de The Busby Babes: Bobby Charlton.

Bobby Charlton (11 de octubre de 1937) era un talento que procedía de Ashington. Su padre trabajaba en una mina y cuatro de sus tíos eran futbolistas. Desde joven alcanzó cierta fama en el condado de Yorkshire por su facilidad para domar el balón. Jackie Charlton, que años más tarde jugaría con él en la selección inglesa, avanzó que el destino de su hermano ya estaba marcado: “Todo el mundo lo conocía en el noreste de Inglaterra. Hacían cola para verle jugar. Nadie me conocía a mí, pero todos le conocían a él. Nunca tuve dudas de que llegaría a la élite del fútbol”.

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Bobby Charlton recuerda con cariño los partidos en Yorkshire. Su padre trabajaba en la minería y él colaboraba como “chico de los recados”. En los descansos que daba la mina organizaban partidos de treinta contra treinta, en espacios muy reducidos. Charlton ha confesado en más de una ocasión que su técnica individual procede de esos partidos interminables, jugados en campos de carbón. A los 15 años le fichó el Manchester United y coincidió en alguna ocasión con Edwards en el equipo juvenil. Bobby debutó a los 17 en la First Division ante el Charlton Athletic, en un partido en el que anotó un doblete. Sorprendió a Old Trafford y se hizo con el mediocampo del United, siempre con vistas a la portería rival. Duncan Edwards ya estaba asentado en el primer equipo y fue un gran apoyo para Bobby Charlton en el vestuario. Aprendió a su lado y entendió las claves de la competición en la élite del fútbol. Quizá las diferencias en el juego de ambos potenciaron la unión de los futbolistas con más proyección de Inglaterra. Las condiciones físicas y técnicas de Edwards le permitían superar a los rivales con cierta facilidad, Charlton generaba ventajas sirviéndose de su manejo de balón.  Le daba sentido al juego, llegaba al área rival y surtía a los delanteros. Edwards era un volante izquierdo, un futbolista de mucho recorrido con dotes de mando. Ganaba las disputas de cabeza y tenía facilidad para marcar. Charlton era una apuesta de futuro, un niño que empezaba a dar frutos entre los grandes. Edwards era un adolescente al que, por su madurez, compañeros y rivales veían como un hombre.

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Entre Edwards y Charlton no tardó en surgir una gran amistad. Hicieron el servicio militar juntos y pedían un permiso para acudir a los partidos durante los fines de semana. Durante aquel año jugaron también en la liga militar, con el mismo éxito que con The Busby Babes. Ambos jugadores tenían muchas cosas en común: procedían de familias humildes y tenían una ética de trabajo similar. Pese a que los dos poseían unas facultades técnicas privilegiadas no tardaron en darse cuenta de que el éxito de su juego se basaba en el trabajo y el sacrificio. El fútbol comenzaba a ser un deporte de masas en Inglaterra y Edwards y Charlton se convirtieron en modelos de conducta. Eran los ídolos de la afición y parecían tener una vida sencilla: no eran famosos por sus  salidas nocturnas ni hacían declaraciones fuera de lugar. Diez años más tarde, la figura del siguiente héroe de Old Trafford, George Best, se alejaría de ese modelo de ciudadano ejemplar que encarnaban Duncan Edwards y Bobby Charlton.

Matt Busby dio entrada a los jóvenes formados en la academia. Tras conquistar la liga de 1952, el relevo generacional que el técnico había planeado fue tomando forma. El Manchester United conquistó la liga en la temporada 1955/1956 con una media de edad de 22 años. En aquel equipo habían ido entrando Roger Byrne, Mark Jones, Eddie Colman, el prometedor Bobby Charlton y el que ya era el líder de aquella plantilla: Duncan Edwards.

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En 1957 revalidaron el título de liga y retaron al Madrid de Di Stéfano, Gento y Kapa en Europa. Tras perder ante los blancos en 1957, se clasificaron para las semifinales en la siguiente edición, después de eliminar al Estrella Roja de Belgrado. El 6 de febrero de 1958 el equipo emprendió el viaje de vuelta a Manchester. El avión que partía de Belgrado se estrelló en una casa abandonada en las cercanías del aeropuerto de Múnich, después de repostar en la ciudad alemana. Murieron 23 personas: 8 jugadores y 15 pasajeros, entre los que se encontraban algunos periodistas ingleses y personal del Manchester United. Bobby Charlton salió despedido y quedó inconsciente tras el impacto. Harry Greg y Bill Foulkes, que formaban parte de la plantilla, le pusieron a salvo y sacaron a algunos heridos del avión. Duncan Edwards estaba entre los más afectados y fue trasladado al hospital Isar der Rechts con múltiples heridas. Algunas de ellas le habían afectado al riñón y era necesario un trasplante. El órgano llegó pero tras la operación surgieron problemas derivados del accidente en otras partes de su cuerpo. Tenía las costillas rotas, lesiones medulares y un pulmón colapsado. Los médicos creían que no duraría más de dos noches. Duncan Edwards luchó durante 15 días en aquel hospital de Múnich. Murió el 21 de Febrero de 1958, a los 21 años, y fue despedido por más de 5000 personas en su funeral en Dudley.

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Bobby Charlton se recuperó y fue la pieza angular de la reconstrucción del Manchester. Conquistó la Copa de Europa diez años más tarde, fue el líder de la Inglaterra que consiguió la Copa del Mundo y fue galardonado con el Balón de Oro en 1966. Sir Alex Ferguson, el técnico que dirigía al Manchester en 2008 y otro de los emblemas del club, definió al inglés: “Cuando pienso en los grandes deportistas que han mantenido un proceder correcto a lo largo de su carrera, el primer y mejor ejemplo que me viene a la cabeza es Bobby Charlton”.

Charlton es un hombre de un solo club. Sigue siendo el máximo goleador de la historia del United y la FIFA le considera el mejor jugador inglés de todos los tiempos. En la actualidad es el presidente de honor del Manchester United e imparte cada año una charla a los jugadores en la que narra la historia de The Busby Babes. Charlton siempre recuerda la importancia que tuvo la tragedia a la hora de forjar la identidad del club. Cuando se cumplió el 50 aniversario del accidente de Múnich, el Manchester United saltó al campo con la indumentaria que usó el equipo de Matt Busby ante el Estrella Roja de Belgrado, en el partido previo a la catástrofe. Fue en un derbi de Manchester en 2008 y, rápidamente, las cámaras enfocaron a un Bobby Charlton visiblemente emocionado.

En 1968, con la Copa de Europa todavía reciente, Bobby Charlton se acordó de su gran referente: “Duncan Edwards era incomparable. Fue terrible que muriera y sólo puedo explicar a la gente que su adiós fue la mayor tragedia porque era el mejor de todos nosotros. En toda mi vida como futbolista, siempre sentí que podía competir con cualquier jugador. Menos con Duncan. Él era el talento, siempre me sentí inferior a él. Nunca conocí a alguien tan dotado técnicamente y tan fuerte. Duncan tenía una presencia que nos eclipsaba a todos”.

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En sus últimas horas de vida, Duncan Edwards recibió la visita de Jimmy Murphy, el asistente de Matt Busby. Murphy había evitado el accidente porque alternaba su labor de segundo entrenador con la de seleccionador de Gales. Desde Yugoslavia había escogido otro vuelo para acudir a una convocatoria con la selección galesa. Al técnico le dio rabia perderse el viaje de vuelta a Inglaterra, ya que reinaba un ambiente de celebración tras conseguir la clasificación en Belgrado. Después de la tragedia, se hizo cargo del equipo hasta que Busby se recuperó por completo.

Cuándo Jimmy Murphy entró en la habitación encontró a Edwards en medio de un sueño agitado. De pronto, Duncan Edwards se despertó y le preguntó: “¿A qué hora jugamos el próximo fin de semana contra los Wolves? No me puedo perder ese partido”.

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Por Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: Bobby Charlton en primer plano y una foto de Duncan Edwards al fondo, en la presentación del libro Duncan Edwards, The Greatest.  (dailymirror)

Foto 2: Duncan Edwards realiza un saque de banda. (the telegraph). 

Foto 3: Bobby Charlton juega con unos niños en su Ashington natal. (dailymirror).

Foto 4: The Busby Babes se fotografían en un desplazamiento por Europa. En la parte derecha de la foto alguien se apoya en el hombro de Duncan Edwards, no es otro que Bobby Charlton (manutd.official)

Foto 5: Imagen del equipo juvenil del Manchester United. En la fila superior, el tercer jugador empezando por la izquierda es Duncan Edwards. Al final de la misma se encuentra Bobby Charlton (footyposters).
Foto 6: Bobby Charlton se recupera del accidente aéreo en Múnich. (dailymirror // getty images).
Foto 7: La estatua que se levantó en honor de Duncan Edwards en su Dudley natal. (manudtalk.com)    

EL GIGANTE DE SEDA

Milán 0-1 Juventus
paul pogbaEl Milán de Inzhagi encaró el encuentro con una gran expectación. El equipo llegaba al partido tras una victoria ilusionante frente al Parma en el Ennio Tardini. El enfrentamiento ante el gran dominador del fútbol italiano en los últimos años era un estímulo para un equipo cargado de leyenda y de trofeos. La afición de San Siro preparó una gran pancarta para recibir a uno de sus rivales históricos: “Un anno di rabbia per tornare grande”. Sin embargo, el duelo ante la Juventus fue una dosis de realidad para el Milán y dejó claro a su técnico que para volver a ser grande debe jugar como tal. El conjunto rossonero especuló en exceso con el resultado, cedió demasiados metros y dejó el peso del partido a un rival poderoso. Ménez no encontró los espacios para desequilibrar y cuando lo hizo nadie le acompañó. El Shaarawy parece estar todavía falto de ritmo y Honda vio como Buffon le ganaba el pulso en la mejor ocasión de los milanistas. Poli sufrió ante el poderío de Pogba, Torres no generó peligro cuando ingresó al campo y sólo la entrada de Bonaventura pareció darle alas a un Milan sin vuelo. Dio la sensación de que el Milán tenía mayores argumentos futbolísticos de los que presentó ante su público.

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El juego se enmarañó desde el inicio: nadie quería perder un metro en la disputa y se sucedieron algunas entradas al límite del reglamento. La Juventus dominó la posesión en un partido pobre, lento y tenso. Pereyra, el mejor de los turineses en la primera parte, desafió a Abbiati en un par de ocasiones y Marchisio hizo temblar los cimientos de San Siro con un disparo a la madera. Tras el descanso, el Milán siguió reculando y la Juventus jugó con mayor fluidez.

Y con la sustitución de Pereyra, Pogba ganó jerarquía en el medio y se acercó al balcón del área. Marchisio siguió probando fortuna con disparos lejanos, Llorente recibió de espaldas y Tevez bordeó el peligro. Y en el minuto 71 llegó la jugada que cambió el partido. Paul Pogba controló un balón en la frontal del área del Milán. Se aprovechó de su altura para amortiguar la entrada de Poli y giró sobre sí mismo para asistir a Carlos Tévez con una picada sutil. El apache batió a Abbiati con un disparo seco y firmó la victoria de la Vecchia Signora. La Juve encontró a un gigante de seda para desequilibrar un partido tenso y sin brillo.


El partido fue un claro retrato del fútbol italiano actual. Hace tiempo que ningún equipo italiano es serio candidato a algún trofeo europeo y el dominio de los turineses en liga aún no se ha trasladado a la competición continental. Además algunos equipos siguen proponiendo un fútbol antiguo del que no parecen poder despegarse definitivamente en el Calcio. Algunos de los grandes partidos se deciden por instantes de talento entre largos minutos de aburrimiento. En el primer enfrentamiento entre los grandes de la temporada, el Milán decidió defenderse en lugar de atacar y la Juve supo sobreponerse a la ausencia del gran Pirlo y esperar su momento. Entonces apareció Pogba para domar el encuentro. El futbolista francés de origen guineano es uno de los mediocampistas más prometedores del panorama mundial. Muy hábil y poderoso físicamente, siempre reclama protagonismo en los grandes momentos. Es osado y atrevido en el uno contra uno y gana presencia con el paso de los minutos. Combina finura y corpulencia y se le considera, además, el gran estandarte de una nueva generación de futbolistas franceses.

paul-pogbaPaul Pogba está dispuesto a hacerse un nombre en el mundo del fútbol y parece tener prisa por hacerlo. Antes de abandonar Old Trafford, un mito del Manchester United como sir Álex Ferguson le pidió paciencia: “Eres un joven de las inferiores, no estás listo todavía. Debes ser paciente. Scholes lo fue, Giggs lo fue”. Pogba respondió con un escueto y desafiante: “Yo no soy ni Giggs ni Scholes”. Una tesis en la que profundizó cuando le preguntaron por uno de sus referentes, Patrick Vieira: «Le vi jugar mucho cuando era más joven. Era un líder que controlaba el centro del campo, pero mi objetivo no es ser como Viera, sino ser Paul Pogba».

El gigante de seda solo quiere ser él mismo y dejar su huella entre los grandes.

Por Jorge Rodríguez Gascón.

Foto1: http://2.bp.blogspot.com/s5Ye5yifG7g/UkQR8QMhBsI/AAAAAAAAaVM/0QF0CGzDLdA/s1600/3ca3a2aa7d54cb19c2476765abfde56e-42377-1380140887.jpeg

Foto2: http://pbs.twimg.com/media/Bx_3-kZIMAEJ93e.jpg

Foto3: http://images.sportsworldnews.com/data/images/full/5680/paul-pogba.jpg?w=600