EL CHICO DE ORO

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Mario Götze fue el protagonista inesperado de la final de Maracaná. El alemán es un jugador hábil, astuto y muy fino. Pero llegó al Mundial fuera de forma, lento, sin la frescura que permite marcar diferencias. Mientras Messi, Müller, Toni Kroos o el “Pipita” Higuaín acaparaban los focos antes del partido, Götze esperaba su turno en el banquillo. Al final del encuentro todas las cámaras apuntaron a la sonrisa todavía traviesa y juvenil del mediapunta alemán.

Götze había comenzado la competición siendo titular y era una de las armas de Alemania. La lesión de Reus antes de llegar a Brasil pareció darle más peso en la alineación de Joachim Löw. Jugó en el partido inicial ante Portugal y marcó uno de los cuatro goles de la Mannschaft. Sin embargo, parecía lejos de encontrar el nivel de su temporada en el Bayern y la brillantez de su etapa en el Dortmund. Poco a poco, fue perdiendo presencia en el equipo y su falta de ritmo se hizo evidente. Ante Ghana y Estados Unidos no estuvo acertado y Alemania pareció ganar con lo justo, sin el esplendor del primer encuentro. En octavos de final la selección alemana se enfrentó a Argelia, en un encuentro de ida y vuelta, mucho más igualado de lo que cabría esperar. La selección africana puso en aprietos a Alemania y Götze jugó un partido muy discreto. El futbolista del Bayern es de esos jugadores fríos que poseen un talento innato y que parecen besar los dos extremos del fútbol: el triunfo absoluto o el fracaso más rotundo. Es capaz de decidir el partido en una acción individual y también de desaparecer al menor estornudo.

Ante Argelia, la Mannschaft creció con el paso de los minutos y asestó su golpe definitivo en la prórroga. Pero Götze ya no estaba en el campo y, tras el mal juego de los alemanes en la primera parte, fue uno de los futbolistas señalados por su entrenador. Fue sustituido por el gran secundario de Alemania: André Schürrle, autor además del gol de la victoria ante los argelinos. A partir de ahí Mario Götze fue desapareciendo de las alineaciones y su presencia en los partidos fue testimonial. Jugó siete minutos en la victoria ante Francia y no se vistió en la goleada a Brasil en semifinales.

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En la final inició el partido con una mueca de conformismo, aceptando que el Mundial había llegado demasiado tarde para él. Lucía una sonrisa postiza, consciente de que había jugadores por delante de él en la rotación. Observó desde el banquillo las oportunidades alemanas y las respuestas de Argentina.

El partido se acercaba a la prórroga y Joachim Löw le llamó en el minuto 88. Götze acudió con una mezcla de tensión y desgana. Antes de salir al campo recibió los consejos de Klöse y siguió sus instrucciones. El mediapunta asistió a Schürrle nada más comenzar la prórroga y miró a portería en dos ocasiones. En la primera, estuvo lento y la defensa argentina evitó su remate. En la segunda, disparó desde la frontal con inocencia y languidez. Götze, pese a una buena puesta en escena, empezaba a mirar al suelo y a dar la razón a aquellos que habían perdido la confianza en él.

Pero entonces, en el minuto 113, apareció Schürrle para desbordar a Mascherano. El futbolista del Chelsea ha sido fundamental para Alemania: ha sido capaz de agitar los partidos desde el banquillo, ha marcado goles importantes y ha conseguido asistencias en momentos de máxima tensión. Schürrle dejó atrás a Mascherano y centró al área con precisión. Y ahí estaba Götze, solo ante Romero, casi sorprendido por el apagón general de la defensa albiceleste. Y el joven talento del fútbol alemán no lo iba a desperdiciar. Sin que cayera el balón al suelo, controló con el pecho y puso el balón lejos del alcance del portero argentino. Ejecutó una acción técnica preciosa y consiguió el gol más importante de su carrera. Celebró el tanto como aturdido, casi frotándose los ojos ante un sueño del que nunca se tuvo que despertar.

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El pequeño Götze consiguió el gol de la victoria para la Nueva Alemania de Joachim Löw. Un equipo que ha prescindido de los centímetros [1] en busca de futbolistas técnicos capaces de llevar el ritmo del partido a través de la posesión y del buen trato de balón. Löw ha sabido mezclar la experiencia de sus veteranos con la alegría de sus jóvenes. Una generación liderada por Götze y Reus y que ya en la sub 21 mostró su inclinación por un juego ofensivo. La Alemania de Löw no siempre pudo llevar a cabo su romántica propuesta, y en ocasiones pareció tener menos imaginación de la que dicta su nuevo cartel. Sin embargo, la evolución en la idea de juego es evidente y su apuesta por la combinación le ha dado el trofeo. Para lograrlo, además del cambio en el planteamiento, fue necesaria la aparición de un mago tímido de esos que va y viene en los partidos. El chico de oro, un futbolista descarado en el regate y con facilidad para los grandes momentos.

Cuando ya nadie le esperaba, apareció esa joya a la que Joachim Löw estuvo a punto de renunciar.

 

Jorge Rodríguez Gascón.

 

[1] No hay más que ver quién es el líder indiscutible de esta selección y uno de los mejores futbolistas de la competición: Philipp Lahm. Desde su 1´70 ha sabido mostrar su jerarquía y adaptarse a las necesidades de su equipo. Cumplió en el mediocentro pero mejoró su rendimiento en el lateral. Desde esa posición es un mal constante para el rival. Se despliega, aparece por dentro y por fuera y centra con peligro.

ALEMANIA SE CORONA EN MARACANÁ

Alemania alcanzó la Copa del Mundo en Maracaná, después de una final vibrante e intensa, en un duelo entre dos gigantes del fútbol mundial.

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Se enfrentaron dos equipos que responden a propuestas distintas: el fútbol de combinación y el poderío de los alemanes, frente al juego precavido de los argentinos, que han ganado partidos a base de concentración y oficio. Se enfrentaba el juego coral de los alemanes a un equipo que ha vivido del trabajo de Mascherano y de las pinceladas de Messi. El 10 se quedó a las puertas de su título soñado y cerró un año lleno de decepciones.

Desde el inicio, el encuentro fue un intercambio de golpes. Alemania quiso dominar el juego pero Argentina esperaba agazapada en la retaguarda. La albiceleste es un equipo que sabe tomarle la medida al rival y en Maracaná estuvo a la altura del escenario. Supo contener el juego interior de los alemanes y la Mannschaft buscó desestabilizar a la selección de Sabella por los costados. Encontró a Lahm por la derecha y el lateral inquietó a la defensa rival con centros envenenados. Los centrales argentinos estuvieron acertados en los despejes y concedieron pocas oportunidades en los primeros 45 minutos.

La selección albiceleste parecía cómoda cuando los alemanes tenían el balón y supieron explotar los espacios que concede su zaga. También por el carril derecho, en el lado débil de los alemanes, Argentina hizo temblar a la Mannschaft. Con Messi presente, Higuaín se ofrecía, Lavezzi quería desplegarse, Mascherano robaba y Garay y Demichelis estaban oportunos al corte. Cuando Messi se conectaba al partido, la albiceleste parecía tener la Copa al alcance de la mano. El argentino hizo un regate en el primer balón que tocó y cada desborde le daba vida a su equipo. Después llegó a línea de fondo, tras retar a Hummels a la carrera, y su centro no encontró rematador. Al filo del descanso bordeó el gol, en una acción personal: volvió a dejar atrás a Hummels y tras medirse con Neuer, Boateng despejó un balón que estaba perdido a pocos metros de la portería. Antes Higuaín había fallado la oportunidad más clara de los argentinos, en un mano a mano ante Neuer, provocado por un error en la cesión de Tony Kroos. El delantero argentino, con todo a favor, disparó muy desviado. Poco después, Messi armó una nueva jugada. Recibió el balón en las inmediaciones del área y abrió a la banda de Lavezzi. El futbolista del Paris Saint Germain centró e Higuaín, en claro fuera de juego, sí que acertó en la definición. El juez de línea levantó la bandera y arruinó la celebración efusiva del delantero del Nápoles.

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Alemania seguía llevando el ritmo en la circulación pero no encontraba el pase definitivo y veía como la defensa de Sabella le robaba espacios. Le costaba crear oportunidades: Müller solo jugaba de espaldas, Klöse llegaba siempre un segundo tarde, ni Kroos ni Schweinsteiger se acercaban a posiciones de disparo y solo los centros de un Lahm persistente parecían hacer temblar a los argentinos. Curiosamente la Alemania que ha destacado por proponer un fútbol más asociativo que sus predecesoras acabó creando mayor peligro (durante la primera parte) en centros laterales o balones aéreos. Justo antes del descanso Kroos puso un córner medido y Howedes remató al palo, en la ocasión más peligrosa de la primera parte. El lateral alemán sufrió por su costado y pudo ser expulsado, pero ganó confianza en el partido y mostró que es un futbolista peligroso en el juego aéreo.

Löw sabe cambiar el plan del partido en función de las necesidades de su equipo. Sus jugadores leen su pizarra con maestría y saben cuando han de elaborar la jugada con cautela y cuando ser más directa. La salida de Schürrle le dio mayor verticalidad al equipo y en la mejor jugada de los alemanes, Romero atajó su disparo. Özil fue creciendo en el partido y le dio a su selección la pausa y la imaginación que necesitaba.

Al descanso Sabella cambió el plan inicial, con la intención de que Messi desequilibrara desde zonas más templadas. Durante diez minutos pareció conseguirlo: la albiceleste disfrutó de oportunidades claras y jugó los mejores minutos de la final. Recordó en esos momentos al primer partido del mundial ante Bosnia. Messi participó como enganche y se plantó ante Neuer en una jugada que pudo cambiar la historia. El 10 disparó desde el flanco izquierdo y quiso ajustar tanto su lanzamiento para salvar a Neuer que el balón se fue rozando el palo. Poco después el portero chocó en una salida temeraria con Higuaín, en una jugada que recordó a la acción entre Harold Schumacher y Battiston en el duelo entre Francia y Alemania de 1982. En esta ocasión, en una decisión confusa, el árbitro señaló falta de Higuaín.

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Alemania se fue estabilizando a través de la posesión y consiguió desconectar a Messi. Los de Löw jugaron con mayor dinamismo y amenazaron al rival en los últimos minutos. Lahm seguía desplegándose, Müller cayó a bandas y surtió de balones peligrosos a Klöse y Schürrle, Özil jugó el mejor partido de la competición y los mediocentros llegaron a las inmediaciones del área. Klöse no acertó en el remate tras un centro de Lahm y Kroos volvió a disparar demasiado blando en una jugada coral alemana. Mascherano volvió a ser el futbolista más importante de Argentina en el encuentro y eso no siempre es buena señal para la albiceleste. (No hemos de olvidar que Mascherano es un futbolista fundamental para la contención pero que no tiene imaginación para orquestar el juego de la albiceleste).

Sabella falló en los cambios y Alemania fue (con más insistencia que brillo) ganado enteros en el partido. Higuaín fue sustituido por Palacio y Sabella dejó a Messi muy solo en ataque. Palacio ha sido un futbolista que no ha aportado soluciones en todo el torneo y que ha fallado ante los porteros. No ha mostrado su supuesta velocidad y le ha faltado inteligencia para entender los servicios del 10. Con Agüero todavía mermado por su lesión, Messi seguía dosificando sus intervenciones y parecía poder cambiar el signo del partido cada vez que recibía. Pero hasta entonces, caminaba en un campo ilustre, con poca intención de intervenir. La selección de Löw fue ganando confianza con el paso de los minutos y antes de la prórroga amenazó al equipo de Sabella, que parecía cada vez más desfondado.

En la prórroga el poderío físico alemán se impuso a una Argentina que, a la espera de un chispazo de Messi, parecía firmar los penaltis. La selección de Joachim Löw se fue a por el partido y Schürrle tuvo una gran oportunidad en el minuto 92. Götze encontró al futbolista del Chelsea en el pico del área y Romero atajó su disparo. Cuatro minutos más tarde Argentina tuvo el gol de la victoria en las botas de Palacio. El delantero se encontró con un balón ante Neuer, tras un mal despeje de Hummels. Pero quiso salvar la salida del portero alemán con una vaselina inocente, que se fue fuera del marco de Neuer.

Con Messi demasiado ausente, la selección de Löw siguió amenazando a Romero. Con un juego cada vez más dinámico, llegó antes que Argentina a la disputa. Y en el minuto 113 Schürrle desbordó a Mascherano y centró desde la izquierda. Demichelis se despistó y recibió Götze. El mediapunta alemán mostró su exquisita técnica con un gran control y con una definición plástica. Fue un gol bonito y definitivo en el mejor momento posible.

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A Argentina se le fue su plan al traste con el gol de Götze y le faltó tiempo y juego para reaccionar. Pudo haber conseguido el empate en un par de ocasiones, pero apareció el gigante Neuer para detener los avances argentinos. El portero alemán recibió el guante de oro y ha sido decisivo. Siempre presente en los grandes momentos, ha sido muy tremendamente difícil batirle.

El partido llegó al final y Alemania levantó la Copa del Mundo 24 años después. Fue el primer europeo en ganar la competición en territorio americano. Persistente en su idea de juego, el fútbol coral de Alemania le otorgó el triunfo ante un equipo intenso y ordenado como el argentino. La albiceleste jugó seguramente el mejor partido de la competición: supo contener a la Mannschaft y disfrutó de las mejores oportunidades en Maracaná. Sin embargo, le faltaron fuerzas en la prórroga y no tuvieron la ambición necesaria para ir sin reservas a buscar al rival. Messi pudo haber declinado la balanza del lado argentino, pero le faltó la puntería en el momento preciso. La baja de Di María, el poco peso de sus secundarios y las ausencias de Messi acabaron por condenar a la selección de Sabella.

La selección de Löw consiguió su cuarto campeonato del mundo apostando por un fútbol elaborado, en el que la asociación es el cimiento de sus triunfos. Y la victoria alemana consagró al equipo que mejor ha jugado en Brasil. La Mannschaft merecía el título por su insistencia en las últimas ediciones de la Copa del Mundo y por el juego desplegado en la competición. Pese a ello, la Alemania que mejor ha tratado el balón dependió en momentos puntuales de la suerte del campeón. La misma fortuna que fue esquiva con Argentina, llevó a Götze y a la selección de Löw a la cima del mundo.

 

Jorge Rodríguez Gascón.

 

 

Foto 1: Matthias Hangst (Getty)

Foto 2: Robert Cianflone (Getty)

Foto 3: Pedro Ugarte (Afp)

Foto 4: Sergio Moraes (Reuters)

 

 

LA SAGA DE LOS MÜLLER

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Thomas Müller es un futbolista de mundiales. Lo ha demostrado en sus dos participaciones, en las que ya acumula 10 goles. Alemania, a diferencia de las otras semifinalistas, es un equipo coral en el que el plan de juego está por encima de cualquier figura. Todos sus grandes futbolistas -que son muchos- están al servicio del equipo. Pero probablemente si tuviéramos que decir quién es su jugador más determinante no sería extraño decantarse por Thomas Müller. El futbolista del Bayern Múnich heredó el número 13 en el Mundial de Sudáfrica. Un dorsal con mucho peso en la selección, que han llevado otros símbolos del fútbol alemán como Michael Ballack y Gerd Müller. El delantero del Bayern, con Löw como máximo valedor, ha sabido responder a la historia de su selección.

Müller es un apellido común en Alemana y también en la selección. El ya mencionado Gerd Müller ha sido el mejor delantero de Alemania. Un `nueve´ de área, muy certero en el remate, que hacía del olfato una virtud y del oportunismo un don. (Algo que comparte con su homónimo en la selección de Löw). Anotó 14 goles en dos citas mundialistas: en México 1970 marcó 10 y los otros 4 en el Mundial de Alemania 1974. La Mannschaft consiguió la Copa en su propio país, con Bekenbahuer como líder del equipo. Venció tras una final increíble ante la Naranja Mecánica en el Olímpico de Múnich. La Holanda de Cruyff había deslumbrado durante el campeonato y todo parecía a su favor. Y más cuando a los pocos segundos de partido Berti Vogts cometió un penalti sobre Johan Cruyff. Lo transformó Neskeens y la anfitriona tuvo que darle la vuelta al marcador. Paul Breitner consiguió el empate en otro lanzamiento desde los once metros. Y dos minutos antes del final de la primera parte apareció “Torpedo” Müller para marcar el gol de la victoria para los alemanes. Aquella Holanda merecía haber ganado el campeonato porque fue de largo la que mejor fútbol practicó. Curiosamente ahora Alemania merece el campeonato por el juego desplegado y el hecho de ser un favorito tan claro no le da ninguna ventaja.

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Dieter Müller fue el sustituto del “Torpedo” en el Mundial de Argentina 1978. Gerd era un delantero de área, pero con muchos recursos en el remate. Sin embargo, su sucesor en la selección, Dieter, era más bien tosco y limitado. También otro Müller jugaba en aquella selección. Hansi Müller, un futbolista fino que militó en el Stuttgart y en el Inter de Milán. El zurdo jugó dos mundiales (Argentina 1978, España 1982) y fue fundamental en el triunfo en la Eurocopa de 1980 en Italia.

A todos los futbolistas con su apellido les cogió el testigo Thomas Müller en el Mundial de Sudáfrica. -Incluso se podría decir que tiene algo de cada uno de ellos -(*). Thomas llegaba tras perder la final de la Champions ante el Inter de Milán y Löw le dio el protagonismo que necesitaba. Marcó cinco goles y dio tres asistencias en la competición y su selección jugó un torneo fantástico. La Mannschaft derrotó a tres rivales marcando cuatro goles hasta llegar a la semifinal. Entre ellas, estaba la Inglaterra de Capello y sobre todo la Argentina de Maradona. En un amistoso de selecciones entre Argentina y Alemania, Maradona se negó a salir a la vez que Thomas Müller a atender a los medios. El entrenador argentino no sabía el nombre del delantero alemán y durante toda la rueda de prensa se refirió a él como «el jugador». Meses más tarde, en el Estadio Green Point de Ciudad del Cabo la Alemania de Löw le dio un severo correctivo a la Argentina del Diego. Thomas Müller inició la goleada y Alemania venció por un 4-0 incontestable, en el último precedente en partido oficial entre estas dos selecciones. Maradona no volvió a olvidarse del nombre del delantero alemán.

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En semifinales Müller se enfrentó a la España de Del Bosque, a la que Joachim Löw piropeaba con insistencia. Puyol desequilibró el partido con un cabezazo en un córner. Paradójicamente, la España que quería poner el balón en el suelo venció en una jugada en el aire a la Alemania de Mertesacker y Boateng. En un salto inmortal de un ilustre al que se ha añorado en Brasil. Aquella España proponía un juego que la selección alemana no tardó en querer imitar. Müller fue la gran revelación del Mundial y obtuvo el premio al mejor jugador joven de la competición y compartió el de máximo goleador del Mundial. Tras vencer a Uruguay en el partido del tercer y cuarto puesto, estaba empatado con Villa a 5 goles pero el alemán sumó más asistencias (3) y recibió la bota de oro. Löw propuso una evolución del estilo de juego, a través del dominio de la posesión. Una apuesta por el juego asociativo intentando mantener las virtudes históricas del fútbol alemán: poderío físico, tensión competitiva, oficio y fiabilidad.

Löw juntó futbolistas de talento y se vio beneficiado por la llegada de Guardiola al Bayern, uno de los espejos en los que quiere mirarse Alemania. En la columna vertebral de la selección alemana hay muchos futbolistas del equipo muniqués y eso ha facilitado el cambio de propuesta de la selección. Pero Alemania ha demostrado tener variantes en el juego: puede ser un equipo valiente, que recupera muy arriba y junta muchos futbolistas por delante del balón. O un equipo más frío y calculador que sabe resolver por la vía rápida. Müller advierte con cierta ironía: «si todo nos sale mal haremos un gol a balón parado…».  La selección de Joachim Löw ha sabido sufrir en momentos puntuales del campeonato y parece llegar en el mejor momento posible, tras una goleada apabullante ante Brasil. Thomas Müller ya ha igualado sus registros del Mundial de Sudáfrica. Lleva cinco goles y tres asistencias en Brasil y aún le queda por disputar la final de Maracaná ante Argentina. Está a cuatro goles de igualar a Gerd Müller y tiene a seis al máximo goleador de la historia de los mundiales: su compatriota Klose, que acaba de batir el récord de Ronaldo Nazario da Lima y amenaza con aumentar la distancia ante sus perseguidores (lleva 16 goles). Aunque parece que si Müller está tan acertado en próximas ediciones de la Copa del Mundo como en Sudáfrica y Brasil, la corona de Miroslav Klose será efímera.

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Frente a Brasil el 13 de Alemania descosió a Marcelo por el carril derecho. Además de marcar el tanto que abrió la goleada, asistió a Klose y generó varias oportunidades claras. En el primer gol de Schürrle (0-6), el delantero del Bayern Múnich estaba con el remate ya preparado, pero su compañero se anticipó en el último momento. Y en el séptimo gol, de nuevo Schürrle se aprovechó de un servicio de Müller, que recuperó un balón en la línea de cal. Ante Argentina, Thomas Müller tiene la oportunidad de conseguir un trofeo que se le resiste a su país desde el Mundial de Italia 1990.

Müller es un futbolista intuitivo, que lee muy bien el juego y suele tomar la mejor decisión. Es ambicioso, siempre mira a portería y sabe moverse por cualquier lugar del frente de ataque. Crea ocasiones si se mueve en la posición de falso nueve y es generoso cuando juega tirado a la banda. No es el delantero más vistoso pero sí uno de los más eficaces. Es un futbolista sencillo, que juega sin muchos alardes y no hace excesivo ruido. Sabe donde colocarse en el momento preciso y es imprevisible: nunca parece que vaya hacer lo que termina haciendo. Y tiene la asombrosa capacidad para ejecutar las jugadas más difíciles con la misma normalidad que las más fáciles.

Thomas Müller tiene un idilio con el gol que se manifiesta en las grandes ocasiones. El delantero alemán lo resumió de forma sencilla: «básicamente tengo suerte, golpeo justo en el momento correcto».

 

 

(*) La saga de los Müller. Además de compartir apellido tienen en común algunas  habilidades en el juego. Thomas Müller parece emular el remate y el olfato del histórico Gerd Müller, la finura de Hansi Müller e incluso en ocasiones aparenta la descoordinación de Dieter Müller. Pero es mera apariencia: Müller combina la habilidad y la imaginación con el tradicional espíritu competitivo del fútbol alemán.

 

Jorge Rodríguez Gascón.

SINFONÍA ALEMANA

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Alemania goleó al anfitrión en Belo Horizonte en una noche histórica, que será recordada con orgullo por los alemanes y con vergüenza por los brasileños. Alemania fue un vendaval desde el inicio y en 29 minutos el marcador ya reflejaba un sorprendente 5-0. Brasil salió al campo derrotada, más pendiente de las ausencias de Neymar y de Thiago Silva que de frenar a los alemanes.

Los de Joachim Löw observaron con frialdad el ritual del himno de los brasileños y tardaron poco en frenar el entusiasmo de la hinchada carioca. Alemania irrumpió en el partido con la seriedad que merecía la ocasión. Brasil no acertaba en la circulación y sus centrales optaron por desplazamientos largos a Hulk y a Bernard como única forma de dar salida al juego. La selección alemana vio pronto las limitaciones de su rival y se fue a buscarle en la presión. Y de este modo llegaron los goles: Alemania recuperaba en campo del rival y combinaba con rapidez para enfilar a Julio César. Y Brasil se quedó sin respuesta ante la genial dirección de Kroos, la llegada de jugadores de segunda línea como Khedira, Schweinsteiger y Özil, y el olfato de Müller y de Klose. En el primer gol Kroos encontró a Müller en un córner botado con precisión. El delantero alemán fue astuto y se deshizo del marcaje de David Luiz para rematar a gol (1-0). En el segundo Kroos dibujó un pase medido para Müller, que entraba desde la derecha con decisión. El delantero del Bayern Múnich cedió para Klose y el alemán batió a Julio César (2-0). Con su gol se convirtió en el máximo goleador de la historia de los Mundiales con 16 tantos. Alemania seguía pisando el acelerador y en cosa de 6 minutos se puso 5-0 en el marcador. Después del gol de Klose llegó el primero de Kroos, tras una asociación de los alemanes que remató el mediocentro con un disparo de zurda (3-0). Dos minutos más tarde, en otra jugada coral de La Mannschaft, Kroos aprovechó la generosidad de Khedira para marcar a placer (4-0). Y en el minuto 29 Özil le regaló a Khedira el quinto, en una jugada muy similar a la del tanto anterior, en la que cambiaron los protagonistas. El quinto gol redondeó una primera parte antológica, que ya ha irrumpido con fuerza en la historia de los Mundiales.

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A la canarinha le faltaba un rival de nivel para ver que sus opciones en el Mundial respondían a la ilusión de un público optimista. David Luiz reflejó como nadie la impotencia de los brasileños (durante el encuentro y al final del mismo, con una declaración lacrimógena en la que pedía perdón a sus aficionados). Al central le faltaron piernas para apagar todos los fuegos de un equipo que se descosía por los cuatro costados. Echó en falta a su capitán Thiago Silva, más limpio y sensato, y capaz de domesticar el carácter desbocado de David Luiz. El mediocampo de Scolari quedó retratado en el partido. Fernandinho, Luiz Gustavo o Paulinho fueron futbolistas planos que perdieron balones importantes y que no pudieron despegarse de la presión alemana. De su delantera tampoco hubo noticias: Hulk desapareció y Bernard y Óscar tuvieron orgullo pero poca fortuna.

Alemania siguió sin demostrar signos de debilidad. Ahogó al rival cerrando espacios y se desplegó a partir del dominio del balón, asociándose con rapidez y velocidad en pocos metros, siempre con la portería brasileña como punto de mira. Tras el descanso, la selección de Joachim Löw bajó el pistón e incluso concedió oportunidades a los brasileños Óscar y Paulinho. Pero apareció Neuer, un portero que abarca mucha portería y que se ha acostumbrado a detener todo lo que se acerca a sus dominios.

La selección alemana fue respetuosa con un rival que se descomponía ante su público. Y no firmó una goleada mayor porque no quiso ensañarse en el segundo tiempo. Hasta que salió Schürrle, un futbolista que no entiende de medias tintas y que pugna por un puesto en el once de Löw. El delantero alemán ha crecido bajo la dirección de Mourinho y es el máximo goleador de la segunda fase de la competición, con tres dianas. El futbolista del Chelsea completó la humillación a los brasileños con dos goles. En el primero finalizó la jugada tras un servicio de Lahm y en el segundo se sacó un disparo inapelable con la zurda, que besó la red tras lamer el larguero de Julio César. Óscar consiguió en el minuto 91 el único gol de un equipo que perdió el honor ante 58.000 espectadores.

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Brasil confiaba todas sus opciones ofensivas a Neymar y ayer mostró una inoperancia impropia de un pentacampeón. Su público aguantó en su asiento entre lágrimas de impotencia y silbidos de rabia. Con sus líderes fuera del terreno de juego, la canarinha no pudo hacer nada ante una selección poderosa, que presentó argumentos incontestables. Kroos jugó su mejor partido de la competición, Khedira y Schweinsteiger trabajaron y buscaron posiciones de remate, Lahm fue un incordio constante para Marcelo en el lateral, Özil mejoró en el juego, Müller volvió a ser una amenaza constante para la defensa rival y miró a portería con la ambición de los más grandes. (Ha marcado 10 goles en dos citas mundialistas y es posible que recoja el testigo de Klose como máximo goleador de la historia de los Mundiales).

La selección de Scolari fue aplastada por un rival que tiene a la España de Del Bosque y al Barça de Guardiola como modelos de imitación. Aunque sin tener la misma finura, es un equipo más fuerte y agresivo, con mayor verticalidad y eficacia. Brasil quiso ser campeón por decreto, mostrando un fútbol antiguo, sin encanto ni inspiración. Pero un rival potente como Alemania le devolvió a la cruda realidad y le negó la opción de pisar el césped de Maracaná en «su» torneo.

La selección de Joachim Löw ha construido su nueva identidad a través del juego asociativo; de un fútbol con melodía y buen gusto. Y ayer, en el Estadio Mineirão de Belo Horizonte, la nueva Alemania escribió la página más triste del fútbol brasileño.

 

Jorge Rodríguez Gascón.

BRASIL: TODO O NADA

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La anfitriona ha llegado a semifinales en un torneo muy importante para el país. Lo ha conseguido gracias a su oportunismo y fortuna, salvando las dudas y el miedo. Brasil derrotó a Colombia en Fortaleza y se medirá a Alemania en Belo Horizonte. Hasta llegar allí ha vivido en una montaña rusa de emociones: no ha convencido en el juego, ha traicionado el estilo histórico de su selección y ha pasado por momentos críticos. Aun así ha llegado al punto de la competición que se le exige.

Ante Colombia mostró sus virtudes y sus defectos. Al inicio fue un equipo muy físico, capaz de arrollar al rival en la disputa y de robarle su identidad. Un combinado que, sin destacar en la asociación, con más músculo que ideas, es capaz de encontrar posiciones de remate. En la segunda parte, Colombia creció en el partido y Brasil se desfondó y tembló. Al final, con sus centrales destacando en las dos áreas, consiguió una victoria balsámica. Acabó dejando dudas en el juego, siendo dominada por la Colombia de Pékerman y la revelación James Rodríguez, capaz de desestabilizar cualquier defensa. Brasil ganó el partido pero sufrió un duro golpe en el minuto 88. Neymar recibió un rodillazo de Zúñiga en el costado en una acción dura que pilló al brasileño desprevenido. El parte médico confirmó los peores presagios: Neymar tenía una fractura en la tercera vértebra lumbar. Y no hay peor noticia para la selección de Scolari, que ha perdido al único futbolista capaz de cambiarle la cara a un equipo plano y triste. Su lesión fue elevada por los medios a la categoría de tragedia nacional. Se distribuyeron fotos e incluso algún video (*) de su novia Bruna Marquezine llorando en el hospital. La estrella, siempre postrado en una camilla, “necesitaba” respiración asistida y su técnico Scolari ha declarado que en el momento de la acción Neymar no sentía las piernas. Aunque la prensa sensacionalista exagere de un modo asombroso, es cierto que la ausencia de su mejor futbolista hace menguar las posibilidades de la selección de Scolari.

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Brasil es un país especial, que se debate entre el ruido de las manifestaciones y el bullicio de un Mundial gris. Es un lugar con tendencias autodestructivas y el fútbol es la debilidad del pueblo. El Mundial es utilizado por el gobierno como una especie de cortina de humo para camuflar sus irregularidades y Neymar es sin duda el ojito derecho de la afición. Por eso lo que es una mala noticia se convierte en una tragedia futbolística para un país que vive con la ansiedad perpetúa de ganar en su terreno. El Maracanazo de Uruguay en 1950 es una sombra constante que parece transmitirse de generación en generación. Y la lesión de Neymar pone a Brasil al borde del precipicio. Lo único positivo que se puede sacar es que el vestuario brasileño, herido en su orgullo, parece unirse ante las adversidades. Ante Alemania deberán apelar al factor emocional y al apoyo de su público.

Las malas noticias no se acaban con la ausencia de Neymar. Thiago Silva tampoco jugará ante Alemania por sanción. Y la del central es una baja tan sensible o más que la del 10. Thiago Silva es el líder de la mejor pareja de centrales del torneo. Es un central limpio, rápido al cruce, bueno en el juego aéreo, muy difícil de rebasar y que parece salir siempre beneficiado de las disputas. Además tiene mucha jerarquía en el juego e impone respeto sobre compañeros y rivales. Sirve de central escoba y puede tapar los huecos que deja su compañero David Luiz, más impetuoso y con mayor facilidad para prodigarse en ataque. Ante la maquinaria alemana sufrirán y es que a Brasil le faltan sus dos pilares fundamentales y el himno no siempre da para ganar partidos.

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Sobre todo si el rival es Alemania, un equipo solvente y difícil de batir. La Mannschaft parece ser la selección que avanza con mayor seguridad en el torneo, aunque ha dejado dudas en momentos puntuales. La lesión de Reus antes del Mundial y el bajo rendimiento de Özil y Götze la han convertido en un equipo previsible. Su propuesta de juego funciona mejor en la teoría que en la práctica. Básicamente porque han heredado los vicios del Barcelona y de la selección española y les falta la brillantez en el juego de sus modelos de imitación. Joachim Löw sigue sin encontrar la estabilidad en el once y cambia el plan del partido en muchas ocasiones. Pero es un equipo pragmático, que necesita poco para ganar partidos. Kroos, Khedira y Schweinsteiger dirigieron ante Francia a una Alemania excesivamente calculadora, que ganó con un remate del gran Hummels. Un equipo que falló a la hora de sentenciar y sobrevivió en los minutos finales gracias a Neuer, que presentó su candidatura a mejor portero del Mundial.

Alemania afronta su cuarta semifinal consecutiva y se enfrenta a su rival en la final del Mundial de Corea y Japón de 2002. En la última de las siete finales disputadas por la selección alemana, Ronaldo le dio el título a la canarinha tras ganarle el pulso al héroe teutón, Oliver Kahn. En aquella ocasión Brasil tenía estrellas en la delantera y no en la zaga. Alemania confiaba entonces gran parte de sus opciones al acierto de su portero.

La seleção desde el mundial de USA 94 se ha ido convirtiendo en un equipo cada vez más defensivo, algo que en este campeonato se ha elevado a su máxima expresión. Más allá de eso, aquellas selecciones (1994, 2002) a veces se libraban de la mano de entrenadores tacaños como Parreira y Scolari. Prometían momentos de grandeza, un punto de unión con su tradición futbolística. Esta Brasil sin embargo se ha desligado de sus predecesoras y da mayor importancia a conceptos como la presión o el choque que a la imaginación o al talento. Ha apostado por un juego intenso, donde las individualidades se reservaban al héroe caído.

Todo lo contrario que Alemania, que ha dejado atrás el juego exclusivamente físico. Y se mide a un Brasil debilitado por las ausencias, que ya no fomenta el juego asociativo. Las tornas han cambiado, ahora Alemania quiere jugar y Brasil prefiere contener.

 

 

Jorge Rodríguez Gascón.

 

(*) La empleada del hospital que grabó las imágenes de Neymar llegando a Urgencias ha sido despedida por distribuir las imágenes y por hacer un gesto en el que parecía mofarse de la gran figura brasileña.

ALEMANIA VENCE, FRANCIA DECEPCIONA

France v Germany: Quarter Final - 2014 FIFA World Cup Brazil

Alemania venció por la mínima en Maracaná en un encuentro decepcionante ante la Francia de Karim Benzema. La selección bleu era uno de los grandes atractivos de la competición. Deschamps había formado un equipo joven y prometedor que quería doctorarse en un escenario sin comparación. Ayer, en su reválida más importante, fracasó ante la veterana Alemania, que ha hecho de lo excepcional una costumbre y se ha clasificado para semifinales en las últimas cuatro ediciones de la Copa del Mundo.

Alemania pisó fuerte desde el inicio y mostró que está más seguro ante los grandes que ante los pequeños. Formó con un equipo competitivo, con Kroos, Schweinsteiger y Khedira en el medio, con Lahm en el lateral, Özil tirado a la izquierda y con Müller y Klose en la delantera. Fue un equipo constante y fiable, sin prisas ni alardes, que supo encontrar las vergüenzas del rival muy pronto. Le bastó con una falta lateral en el minuto 12 para que Hummels consiguiera de cabeza el gol de los alemanes. El central alemán completó un gran partido: secó a Benzema siempre que se enfrentaron, estuvo correcto en la salida de balón, mostró su poderío en el juego aéreo y marcó el gol de la victoria para su equipo.

Alemania no tuvo reparos en darle a su rival la posesión y a Francia le faltó imaginación para encontrar a sus delanteros. Benzema no carburaba, Griezmann no aparecía y sus medios no llegaban a posiciones de disparo. Solo la zancada de Pogba y la valentía de Valbuena parecían desestabilizar el orden alemán. Y cuando Francia creó ocasiones apareció el meta Neuer para contener a sus delanteros. En la primera mitad, le sacó a Valbuena un remate que ya se colaba por el palo izquierdo de la portería alemana y en el segundo tiempo sofocó todos los intentos de reacción de los galos.

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Alemania prescindió ayer de un futbolista imaginativo como Götze y exilió a Özil a la izquierda. Con el objetivo de dotar de mayor solidez a su equipo, Löw apostó por un futbol académico, sin demasiada improvisación. Ensalzó el músculo de Khedira y Schweinsteiger y el fútbol aseado de Kroos en lugar del talento de sus fríos mediapuntas: Götze y Özil. Y con eso le valió ante una Francia sin pegada, demasiado pendiente de buscar a Benzema por alto en lugar de a ras de suelo.

En los últimos minutos, con más prisas que fútbol, Francia se fue a por el empate. Se ofreció Benzema y se desplegó Matuidi, pero ambos se toparon con Neuer. Benzema tuvo el gol en dos ocasiones, pero Neuer le ganó la partida. El gigante alemán es un portero poco convencional: toma decisiones temerarias y le cuesta blocar los balones, pero siempre es eficaz. Y ayer, volvió a estar presente cuando su equipo le necesitaba.

El partido llegó a su fin y Alemania derrotó a su vecino francés en un partido aburrido, decepcionante, que no hizo honor ni a su cartel ni al escenario. Francia ha mostrado en este Mundial que tiene una plantilla de gran proyección y futuro, pero ayer le faltó orgullo ante un rival poderoso. Los equipos se respetaron en exceso, el partido fue un tanteo entre dos púgiles de renombre. Y Francia, exigida por el marcador, hizo poco por cambiar el curso de los enfrentamientos entre dos selecciones casi tan antiguas como el fútbol. Los chicos de Domenech mostraron mayor afectación con sus lágrimas, una vez consumada su eliminación, que pasión en el juego y ambición, cuando aún tenían tiempo para remediarla.

Alemania, por su parte, ha perdido brillantez pero camina con paso firme.

CUARTOS DE FINAL: JORNADA 1

Francia vs Alemania

(Maracaná, Río de Janeiro. 4 de julio, 18:00 h)

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Francia. Estrella: Karim Benzema. Lleva 3 goles en la competición pero no marca desde el segundo partido, ante Suiza. En octavos mantuvo un duelo particular con Enyeama que ganó el portero nigeriano. Gran parte de las aspiraciones del equipo francés pasan por el acierto de Benzema. Debe aprovechar los espacios que deja la zaga alemana y asociarse con sus compañeros a la carrera. Está jugando a un gran nivel y lidera a una generación joven y osada. Se medirá a Hummels en un duelo vibrante.

Alemania. Estrella: Thomas Müller. El alemán es un jugador con mucha ambición, sin demasiados alardes pero siempre eficaz. Sus movimientos pueden engañar en ocasiones: tiene mucho talento e imaginación. Aunque hay una cosa que no engaña: Müller siempre mira a portería. Ante Argelia lideró a su equipo en la victoria en el tiempo extra y ante Francia es la gran arma alemana. Es un hombre de Mundiales.

Claves del partido.

  • La posesión. Francia es capaz de adaptarse a varias formas de jugar: puede dominar el encuentro desde la posesión o bien replegarse y lanzar a sus delanteros en contragolpes. Alemania propone un modelo de juego basado en el dominio balón y debe evitar riesgos ante la presión francesa, repleta de mediocentros poderosos en la disputa. Parece que sus opciones pasan por la posesión, pero no basta con eso. Alemania debe darle velocidad a la circulación y fluidez al juego. Özil debe pedir el balón y la media ha de ser vertical y buscar posiciones de disparo con Kroos, Müller, Khedira o Schweinsteiger.
  • La defensa alemana. Alemania llega dejando ciertas dudas en su zaga y Francia tiene muchos jugadores capaces de hacer daño a cualquier defensa. Al desequilibrio de Benzema se suma la presencia de Giroud, la finura de Griezmann, la habilidad de Valbuena y las llegadas del lugarteniente Cabaye, del potente Matuidi y del prometedor Pogba. Alemania sufrirá en las pérdidas de balón y debe corregir sus balances defensivos ante una selección peligrosa.
  • La puntería. Ambas selecciones necesitaron muchas ocasiones para vencer a sus respectivos rivales de octavos de final. Necesitan mejorar en este aspecto, en un partido en el que cada oportunidad puede ser decisiva. Francia debe facilitar el despliegue de sus llegadores y encontrar a Benzema. Alemania debe involucrar en el juego a Özil y Götze (aunque sobre el último hay dudas de si será titular, tras su mal partido ante Argelia). Pese a ello ambos son futbolistas que le dan a La Mannschaft un plus de imaginación necesario para jugar a lo que pretenden. Schürle puede ser un gran segunda espada para Müller. Y es que a la espera de que Joachim Löw llame a filas a Klose, el 13 tiene la llave del gol para los alemanes.

 

Brasil vs Colombia

(Estadio Castelão, Fortaleza. 4 de julio, 22:00 h)

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Brasil. Estrella: Neymar Jr. Llega al partido después del trauma de los penaltis ante México y se enfrenta a la revelación del torneo. Sobre su gran figura se carga el peso de un país que vive el fútbol con una especie de devoción religiosa. Brasil necesita a Neymar y el delantero no puede estar más solo ante el peligro. La canarinha es un equipo sin imaginación y solo la mejor versión del 10 le puede dar alguna opción. Para ello debe mirar a la portería y evitar regates intrascendentes. Ante Ospina, Neymar querrá marcar su quinto tanto en la competición.

Colombia. Estrella: James Rodríguez. Está siendo el hombre del Mundial. Ha marcado 5 goles y ha participado en 10 de los 11 tantos de su equipo. Todo finura, el mediapunta debe responder ahora que es el objetivo de todos los focos. Tiene un gran sentido del juego colectivo y debe participar mucho en la circulación y asociarse con Cuadrado. Su zurda puede romper el sueño brasileño en Fortaleza.

Las claves del partido:

  • Pánico escénico: Brasil juega ante su público, con el arma de doble filo que supone ser la anfitriona. Colombia es una selección joven e impetuosa, que deberá domar los nervios que genera un gran escenario. A los chicos de Pekerman no les falta carácter y de su descaro dependen las opciones colombianas. Del regate de Cuadrado, el despliegue de Armero, el sacrificio de Abel Aguilar, la presencia de Teófilo Gutiérrez y el oportunismo de Jackson Martínez.
  • Balances defensivos: Colombia propone un juego vistoso, de ataque, se despliega por los costados y disfruta con espacios. Será interesante ver si ante la anfitriona renuncia a parte de su encanto para dotar de seguridad defensiva al equipo. En cualquier caso, la selección cafetera debe vigilar a Neymar y a Hulk, los grandes peligros de la canarinha. Brasil debe apuntalar su zaga, teóricamente una de las mejores de la competición. Con especial atención a las bandas de Cuadrado y Armero y al fútbol de cumbia de James Rodríguez.
  •  Brasil contra sí misma: Brasil jugará en Fortaleza un partido contra varios elementos: contra Colombia, la gran revelación del torneo, y contra su propia historia. Scolari propone un juego calculador, rácano, basado en el acierto puntual de su estrella y en la solidez defensiva. Es una selección que opta por un fútbol totalmente distinto al que ha encumbrado a su país como pentacampeón. Brasil hace tiempo que no juega bonito y eso sus aficionados no lo olvidan. Solo la victoria permite justificar el cambio de rumbo de su selección. El resultadismo sin resultados no sirve de nada.

 

LOS NÚMEROS DEL MUNDIAL

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El Mundial está siendo una competición más igualada que entretenida. Los octavos de final han transcurrido según un mismo patrón: el teórico favorito se enfrentaba a un rival menor. La competición ha puesto al grande en su lugar y se ha visto que no había tanta diferencia entre los contendientes. Aún así, de manera agónica y poniendo a prueba su suerte, han conseguido el pase a cuartos en los últimos minutos. Así lo hizo Holanda ante México, tras un gol de Giovani dos Santos que les puso contra las cuerdas. Después, con fortuna y polémica consiguieron remontar. Del mismo modo se clasificó Brasil, en los penaltis ante Chile, después de que Pinilla estuviera a punto de eliminar a los anfitriones con un disparo al larguero en el tiempo extra. Argelia forzó la prórroga ante Alemania, Nigeria aguantó hasta el último tramo ante Francia y Suiza perdió ante Argentina, con un tanto de Di María en el minuto 118.

Las fuerzas están muy igualadas y los equipos se respetan en exceso. Las defensas aguantan y los ataques desperdician las oportunidades más claras. Falta verticalidad en el juego y los equipos grandes solo pueden desequilibrar la balanza a su favor en los minutos finales. En estos octavos de final se han disputado demasiadas prórrogas: 5 en los 8 partidos y a excepción del Colombia-Uruguay todos los encuentros se han definido en los últimos minutos. De las cinco prórrogas, a tres se ha llegado con empate a cero: Alemania-Argelia, Argentina-Suiza y Bélgica-Estados Unidos. Y a dos con empate a uno: Brasil-Chile, Costa Rica-Grecia. En estos octavos de final se han marcado 15 goles y 7 de ellos en las prórrogas. Si atendemos al momento en que se han marcado los tantos, nos damos cuenta de que 11 de los 15 se han marcado después del minuto 78.

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La explosión goleadora de la primera fase (136 goles) ha contrastado con los resultados de la fase de eliminatorias. Solo dos partidos se han decidido por más de un gol de diferencia (Francia-Nigeria y Colombia-Uruguay) y solo en dos ocasiones se han marcado más de dos goles en un partido y ha sido con la ayuda de una prórroga: Alemania-Argelia, Bélgica-Estados Unidos.

De momento las estrellas están brillando aunque de un modo fugaz. Messi representa como nadie esta afirmación. Dosifica sus apariciones en el partido y cuando recibe es para plasmar la diferencia en el marcador. Neymar vive una situación parecida, tiene un país a sus espaldas y su equipo depende en exceso de su inspiración. Al igual que Benzema, que lidera una generación de jóvenes talentos. Müller destaca en un equipo coral como Alemania y la velocidad de Robben gana partidos para Holanda. El más constante es James Rodríguez, que encarna la frescura de la selección colombiana. De momento lidera la tabla de goleadores y amenaza a la anfitriona en su Fortaleza. Ha marcado 5 goles y ha participado en 10 de los 11 goles de su selección.

Entre las estrellas hay grandes diferencias y alguna similitud. Los tres máximos goleadores (James Rodríguez, Messi, Neymar) han disparado las mismas veces: 15. James ha marcado en 5 ocasiones y Messi y Neymar lo han hecho en 4. Messi es de todos los grandes del Mundial quien más pases realiza, con 159, por encima de los 130 de James, de los 113 de Neymar o de los 100 de Karim Benzema. También en el equipo argentino encontramos el líder de pases completados: Javier Mascherano, con 364, con un 88´3 % de acierto. Y hay que destacar que Messi ha participado en todos los goles de Argentina, excepto en el que marcó Rojo contra Nigeria.

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Los equipos más goleadores de la competición son Holanda (12 goles), Colombia (11), Francia (10), Alemania (9) y Brasil (8).

Benzema es el delantero que más tira a puerta, ha necesitado 25 disparos para marcar sus tres goles. Le sigue Cristiano Ronaldo, con un partido menos y solo un gol en 23 lanzamientos. Ángel Di María es otro de los futbolistas que más ha probado a los porteros, con 22 disparos. Otros grandes del Mundial que aparecen en esta clasificación son James Rodríguez, Messi o Neymar, empatados a 15 disparos cada uno. Aunque hay diferencias: de los 15 disparos de James solo uno se ha ido fuera del marco, dos de Neymar y siete de Messi.

Entre los equipos que más han disparado a puerta se sitúan Bélgica, con 81 lanzamientos, Argentina, con 77, empatada con Francia y en cuarto lugar Brasil, que ha disparado un total de 70 veces. La selección francesa es el combinado que más dispara desde dentro del área (34) y le ha dado en cinco ocasiones al poste.

Y en un Mundial en el que destacan los porteros, Howard ha sido el más exigido, con 28 paradas, seguido de M´Bolhi (Argelia) y de Benaglio (Suiza), con 23 y 22 respectivamente. Pero los mejores porteros de la competición son Keylor Navas, que ha realizado 14 paradas y solo ha encajado dos goles (88% de efectividad) y Courtois que ha atajado 12 lanzamientos y ha encajado dos goles. Costa Rica está siendo la gran sorpresa de la competición y ha basado su suerte en los reflejos de Keylor Navas.

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El jugador que más metros ha recorrido es Bradley, con 54.7 km, seguido del chileno Díaz con 52,2 km y de su compatriota Jones con 47´6 km. Después están Lahm, Kroos y Müller alrededor de los 47 kilómetros recorridos. En cuanto a la distancia recorrida con balón destacan los alemanes, Lahm y Kroos, con 20, 8 km y 20, 2 km respectivamente. Müller lleva 19, 8 km y el argentino Di María 18´3 km. Entre las grandes figuras de la competición se encuentran Neymar y Robben, ambos con 15´7 km. Y llama la atención el caso de Messi: El argentino ha recorrido 15,4 km con balón y tan solo 8,3 km sin él.

Uruguay es el equipo que más faltas ha realizado con 73. Además contagia a sus rivales su juego agresivo y los partidos se enmarañan. Ha recibido 63 faltas hasta llegar a octavos donde las eliminó la sensación de la competición: Colombia. Curiosamente, Bélgica, que representa una nueva hornada de jóvenes que apuestan por el buen trato de balón, realiza más faltas que ninguna de las otras selecciones presentes a estas alturas de competición (72 faltas). Alemania sí que responde a su cartel de juego y es la selección que menos faltas realiza. Además tiene el record de la competición en pases: 2560 pases, con un 84% de acierto.

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En el Mundial de los modestos, más por resistencia que por victorias, todos los equipos realizan un marcaje sobre las grandes figuras de la competición. Los árbitros parecen estar más del lado de los favoritos. Y paradójicamente el futbolista que más faltas a recibido no es ni Neymar, ni Messi, ni James Rodríguez ni Robben. Se trata del griego Samaras. Le sigue la estrella de los anfitriones y el tercero es Luis Gustavo, un jugador que destaca más bien por destruir juego del rival.

Los futbolistas más rápidos de la competición han sido el costarrincense Junior Díaz con 33´8 km/h y el costamarfileño Serge Aurier con 33´5 km/h. Entre otras selecciones clasificadas destaca el argentino Ángel Di María con 33 km/h, y los franceses Varane y Sissoko, ambos con 32´3 km/h. Los datos de las figuras del campeonato son las siguientes: Neymar 31´8 km/h, Robben 31 km/h, James Rodríguez 30´9 km/h y Messi 29´6 km/h.

El Mundial está haciendo bueno un tópico que acompaña al fútbol: “Los delanteros ganan partidos, las defensas campeonatos” (*). Las selecciones que han llegado a cuartos de final han cuidado especialmente el apartado defensivo para construir sus opciones de título. Colombia, Francia, Bélgica y Costa Rica han recibido solo dos goles; Alemania, Brasil y Argentina, tres; y solo Holanda está en la 7ª posición con cuatro goles encajados. Entre las más goleadas está España, con 7 goles recibidos.

El Mundial no está teniendo grandes alardes en el juego. Más bien momentos de inspiración en partidos demasiado largos. Los datos estadísticos son una forma de aproximación al campeonato. Pero hay algo hermoso en el fútbol, un instante de emoción y de magia, capaz de superar a la estadística. Hay jugadas que los datos no pueden explicar.

 

(*) La frase se le atribuye al entrenador inglés John Gregory.

Jorge Rodríguez Gascón.

ALEMANIA TAMPOCO CONVENCE

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Alemania venció a Argelia en uno de los partidos más disputados del Mundial. Fue un choque vibrante y agónico en el que los africanos vendieron cara su derrota. Rindieron tributo a la Argelia del 82, eliminada tras un pacto entre Austria y los alemanes. Hicieron sufrir a su rival durante todo el encuentro, disfrutaron de buenas oportunidades y solo en la prórroga se les escapó la eliminatoria.

Alemania no se encontró cómoda en ningún momento. Le asfixiaba la presión de los argelinos y titubeaba en la salida de balón. Ni Kroos, ni Götze, ni Özil, ni Schweinsteiger acertaban en la elaboración. Argelia robaba el balón y buscaba la velocidad de sus bandas. Se desplegaba por los costados, con uno de los mejores laterales de la competición hasta el momento: Ghoulam y con el siempre peligroso Feghouli. Argelia sorprendía a una defensa lenta e insegura. La primera media hora fue una demostración de esfuerzo y de pasión en el que Alemania tartamudeaba y Argelia alzaba la voz. Llegaba a las inmediaciones de Neuer, aprovechando que la defensa alemana concede muchos metros y que no tiene velocidad para recuperarlos. El portero alemán protagonizó una gran variedad de acciones temerarias, en las que por suerte o valentía salvó a su equipo. Y la selección argelina daba vida al partido, amenazando a la contra con la precisión de sus lanzadores, Mostefa y Lacén, y la velocidad de sus hombres, Feghouli, Ghoulam, Sidmani o Brahimi.

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Alemania tenía el balón pero no profundizaba y solo probaba a M´Bolhi con disparos de media distancia. Debe mejorar en la circulación y conseguir involucrar a Özil y Götze en el juego, que tienen demasiada tendencia a desaparecer. Y debe aprovechar las bandas, donde las defensas prescinden de efectivos para cerrar los pasillos interiores. Con Lahm en el lateral y Khedira en el campo, Alemania ganó en recursos y creció en el partido. Y en el último tramo, con un gran Thomas Müller, pudo Alemania vencer a Argelia, que no renunció en ningún momento a hacer daño a Neuer. Los de Joachim Löw sitiaron la portería de M´Bolhi en los últimos minutos y la resistencia argelina se prolongó hasta la prórroga, en la que cedieron ante el cansancio y la inspiración de Müller. Al delantero se le hizo corto el partido y decidió en el tiempo adicional. Nada más comenzarlo, sirvió un balón de gol a Schürrle y el futbolista del Chelsea desvió de tacón al fondo de la red (1-0). Argelia lo siguió intentando, con más corazón que fuerzas. Y Alemania tuvo opciones para la sentencia cuando los calambres empezaban a mermar a los argelinos. Y llegó el 2-0 de Özil, demasiado intermitente y sin capacidad de desborde durante el partido. Argelia no se conformó y mostró que es un rival combativo y testarudo. Y en el descuento consiguió acercar distancias, tras un remate de Djabou. (2-1)

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Argelia firmó un gran partido en Porto Alegre y puso en dificultades a un rival poderoso. Solo le faltó algo de fortuna y de puntería en sus oportunidades. Alemania ya no asusta tanto y parece faltarle imaginación para jugar como pretende. Se medirá a Francia en cuartos de final, en un choque prometedor, entre las dos grandes potencias europeas. Selecciones que saben lo que es sufrir ante equipos más modestos.

 

Jorge Rodríguez Gascón.

LA NUEVA FRANCIA DE KARIM BENZEMA

ANTÓN CASTRO // REGATE EN EL AIRE/

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Este es un Mundial extraño. Sobre el papel, a priori, hay muchos favoritos. Sobre el terreno, nadie es mejor que nadie. La propia España ha sido víctima de ello en los dos partidos. E Italia perdió ante Costa Rica. Alemania estuvo contra las cuerdas frente a Ghana: el chiste fácil Ghana gana habría hecho justicia al partido soberbio de los africanos que dominaron a los alemanes durante la primera parte, les impidieron jugar y se pusieron por delante 2-1. A Brasil, el todopoderoso Brasil de Scolari, le amargó el segundo partido México, con un portero de goma que hizo pensar en la ‘Tota’ Carbajal, que jugó cinco mundiales. Nadie parece imbatible ni tener un sistema de juego superior al de los demás o superior al que exhibió España en Sudáfrica. Por cierto, digan lo que digan, como cantaba Raphael, el juego del tiqui taca ha hecho mella en Joachim Löw, que también se ha contagiado de la obsesión de Guardiola por convertir a un gran lateral como Lahm en un intrascendente creador de juego, o en Cesare Prandelli, desolado el otro día en la banda: desolado, desesperado e impotente. Parecía preguntarse: “¿Es esto todo lo que tenemos?”. ¿Sería eso, Balotelli, Pirlo, Cassano, será tanta la nada?

Brasil y Argentina van a su aire o a su bola, y ofrecen muy poca cosa: los dos conjuntos supeditan su juego, su esquema y su partitura a dos estrellas disparejas, Neymar, en período de formación aunque tan valiente como temerario, y a Messi, que intenta recuperar al genio que fue anteayer mismo en Europa. Son dos equipos contradictorios y raros: aburren y apenas ofrecen rasgos de belleza, pinceladas de fútbol coral, una idea o un plan de desarrollo y ataque. Están descolgados por completo de su historia.

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No se puede hablar, por lo mostrado hasta ahora, de favoritos. Pero sí de un equipo que funciona como un bloque, que es rocoso y sutil a la vez, que tiene personalidad y que crece partido a partido, y que está dirigido desde la delantera por un jugador denostado ayer, odiado por casi toda Francia e idolatrado hoy: Karim Benzema. Esta Francia, de entrada, da la sensación de saber lo que quiere y de tener diversos registros en todas las líneas, registros y piezas intercambiables. En sus dos partidos ofreció una lección de un fútbol sólido, acaso estelar. Es capaz de construir el juego con rapidez y gusto por el toque, que nace en los pies de Cabaye (nervioso e irresponsable: con el resultado a favor seguía golpeando y haciendo faltas como si jugase la final de su vida) y Valbuena (que recuerda a un pequeño jugador de leyenda como Alain Giresse); a la vez practica un contragolpe vertiginoso, conducido por Benzema (que ha llegado pletórico, iluminado de certezas y de inteligencia), por Giroud, por Griezmann o por esos portentos físicos, con gol en las botas, que se llaman Pogba, Matuidi y Sissoko. El nivel general del grupo es tremendo. De repente, se ha animado, se ha encorajinado y empieza a pensar que todo es posible. Benzema, que ha jugado una buena temporada en el Real Madrid, conoce el envés del fútbol: ha sido menospreciado y silbado. Pelillos a la mar. En Brasil se encuentra en plenitud: conduce y remata, golpea desde cualquier posición, fantasea o inicia la jugada. Marca los tiempos. Se sabe importante y cualquier balón le sirve para inventar un pequeño prodigio. Nadie echa de menos a Ribéry ni a Nasri. Si el colegiado le hubiera concedido el último tanto que le marcó a Suiza, ya sería el héroe del Mundial de Brasil. El fútbol no admite la atonía ni la sensatez: va y viene de la cúspide al precipicio en un santiamén. Benzema ya lo había sentido en carne propia. Ahora tiene un puñado de argumentos irrebatibles.

*Este artículo se publicó en Heraldo de Aragón el 23 de junio de 2014.