La del portero es una posición especial en el fútbol. Es una tarea solitaria e ingrata, que exige un temperamento diferente. A nadie se le señala tanto en el error como a un portero, que trata de cubrir una superficie que mide 2,44 metros de alto y 7, 32 de ancho. Su influencia en el juego se reduce a solucionar un problema que ya ha originado el rival. El portero argentino Amadeo Carrizo lo resumió con ingenio: “Pude salvar pelotas de gol porque jamás confíe en el defensor infalible”. Además, el hecho de que un portero haga un gran partido no suele ser una buena noticia para el equipo. Demuestra que sus compañeros no han sido capaces de controlar el juego y que han unido su suerte a las paradas del guardameta.
Algunos de los mejores relatos deportivos analizan la figura del portero [1]. Describen a un tipo peculiar que ve el fútbol desde la distancia; ayuda con sus paradas y ordena el equipo a gritos, con el temor de quien ha de estar siempre preparado. En el momento más imprevisto, debe responder por sus compañeros y evitar el canto más feliz del fútbol: el gol. Hasta en eso el portero nada a contracorriente: puede celebrar una parada o un tanto de su equipo, pero rara vez tendrá la oportunidad de festejar un gol propio.
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Es difícil encontrar a un guardameta que haya confiado tanto en sí mismo como Keylor Navas o una portería más compleja que la del Bernabéu. La salida de Mourinho fomentó la división de la grada en torno a Casillas, el último gran mito del madridismo. Cansado de acumular críticas, decidió fichar por el Oporto. Casillas había perdido ese don que se manifestaba en las grandes ocasiones; una especie de embrujo que le permitía parar balones imposibles. Ahora, es Keylor Navas el que posee esa cualidad, una virtud que rara vez se encuentra y que, por lo general, se agota.
Para que Keylor pudiera disfrutar de su posición ha tenido que sufrir más de lo esperado. Tanto en el Levante como en el Madrid vivió sus primeros años en el banquillo, a la sombra de Munúa y Casillas. Explotó en el club granota y levantó el título de mejor portero de la liga en 2014. La salida de Casillas le brindaba la oportunidad de ser el guardameta titular esta temporada. Pero el club ya se había fijado en De Gea, que se ajusta más al modelo de Florentino. Las negociaciones se trabaron durante el verano. En las últimas horas del período de traspasos, el Madrid propuso un acuerdo desesperado: De Gea llegaría a cambio de Keylor Navas.
El final del relato es bastante chapucero: los contratos se enviaron minutos después de que la FIFA cerrara el mercado de fichajes y no se ejecutó el traspaso. Navas ya había pasado el reconocimiento con el Manchester United y le esperaba un avión privado en Barajas, rumbo a Old Trafford. A la mañana siguiente, acudió a Valdebebas como si nada hubiese ocurrido, fiel a su ética de trabajo. Pocos días después, le preguntaron por la caótica noche del 31 de agosto y Keylor respondió: “No llegué a subirme al avión, pero sí lo vi cerquita (…) Lloré cuando llegué a casa, fue uno de los peores días de mi carrera (…) Nunca pensé en irme, quería quedarme. Tengo esta oportunidad y no la voy a desaprovechar”.
Meses después de ser maltratado por la directiva, Keylor Navas es uno de los grandes protagonistas de la temporada (está entre los porteros que más han parado y en la lista de los jugadores del Madrid que más puntos han dado al equipo). En su primer año como titular, ha convencido al Bernabéu y ha mostrado los reflejos que hicieron célebre a Casillas. [2]
El triunfo de Navas se basa en la insistencia y la personalidad, cualidades que son bastante comunes entre los porteros. Keylor conoce los secretos de su profesión y sabe que la portería es un lugar caprichoso. El escritor Vladimir Nabokov, que evitaba goles en su juventud, retrató la belleza del puesto: “El portero es el águila solitaria, el hombre misterioso, el último defensor. Más que el guardián de la portería es el guardián de los sueños”.
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Jorge Rodríguez Gascón.
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[1] Literatura en la portería. Grandes autores como George Orwell, Albert Camus o Vladimir Nabokov relataron su experiencia como porteros. El escultor Eduardo Chillida defendió la portería de la Real Sociedad. Peter Handke dedicó un libro a la demarcación (El miedo del portero ante el penalti) y Eduardo Galeano elogió al guardameta en su libro Fútbol a sol y sombra. Manuel Hidalgo escribió un cuento que fue llevado al cine por Gonzalo Suárez, cuyo título es El portero. Camus dejó algunas de las frases más bonitas del deporte: “Después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”. También reflexionó sobre la incertidumbre que afecta al portero: “Aprendí que la pelota no viene nunca por donde se la espera». Vladimir Nabokov señaló que «el trabajo del portero es como el de un mártir, un saco de arena o un penitente».
[2] El Camp Nou como prueba. Keylor Navas se enfrenta esta noche al trío de delanteros del Barcelona (Messi, Neymar y Suárez), que ya acumula más de un centenar de goles en todas las competiciones. Ningún campo exige tanto a los porteros como el Camp Nou, un lugar en el que Navas todavía no ha ganado. Su gran temporada anima a la afición, acostumbrada a los caprichos del presidente. A pesar de su rendimiento, a nadie le sorprendería que en verano se volviese a hablar de David De Gea. Ni siquiera a Keylor, que practica un deporte que no tiene memoria. El fútbol, además, fue muchas veces desleal con los porteros.