“El Rayo ha demostrado que se puede jugar bien al fútbol, que se puede ser intenso y competitivo, a pesar de ser humilde”. [1]
Paco Jémez lleva cuatro temporadas en Vallecas, en las que ha hecho del Rayo un equipo admirable. Ha construido una plantilla con una identidad propia, capaz de aparecer entre los tres clubes con mayor posesión de Europa. Para su equipo es la fórmula que permite creer en la permanencia. Ahora afronta el tramo decisivo de la competición con la seguridad de que seguirá jugando a lo mismo, sin prestar atención a su rival. No es una garantía de éxito, porque la lucha por evitar el descenso implica a muchos equipos y los resultados dependen de factores que no siempre se pueden controlar. Pero para Jémez sí parece una propuesta innegociable, al considerar que tener el balón es, entre otras cosas, la forma más eficaz de limitar el ataque del rival. Esta noche el Rayo se medirá al Barcelona en Vallecas, en uno de esos partidos que ilusionan a los aficionados.
Es difícil imaginar a Jémez como el pegajoso central que fue cuando ves jugar a sus equipos. Él pertenecía a una tradición de defensor totalmente distinta a la que se valora en el fútbol moderno. No tenía grandes recursos para sacar el balón jugado, pero siempre cuidaba el marcaje. Llegó a ser internacional en 21 ocasiones y jugó 16 temporadas como profesional, en las que pasó por Córdoba, Murcia, Coruña, Zaragoza, Sevilla, Lugo y Vallecas. Se inició como entrenador en el club que le hizo debutar también como futbolista, el Córdoba, donde consiguió un ascenso a Segunda División. Siguió su formación en Cartagena y en Las Palmas, hasta firmar por el Rayo en 2012. En sus temporadas en Madrid ha conseguido evitar el descenso y ha hecho de Vallecas un campo incómodo para los rivales. Eso le ha permitido superar las dificultades económicas y la venta constante de los mejores jugadores: Diego Costa, Piti, Leo Baptistao o Aberto Bueno. En momentos de escasez, Jémez ha descubierto a futbolistas de gran proyección, como Jozabed, Embarba o Lass Bangoura.
En el campo, Roberto Trashorras parece ser el portavoz de su técnico. El capitán del Rayo se formó en la escuela del Barcelona y también pasó por el filial del Madrid. Ahora, disfruta de sus años de madurez en un club modesto, a las órdenes del entrenador que mejor le ha entendido. Esa complicidad entre el mediocentro y Jémez refleja una visión similar del juego. Trashorras resume su relación con una sentencia reveladora: “Paco Jémez me ha hecho ser mejor futbolista”.
Jémez es un tipo pasional, incapaz de no decir lo que piensa y propenso a reacciones exageradas. Vive el fútbol al borde de la taquicardia y acostumbra a abroncar a sus jugadores cuando pegan un pelotazo innecesario. Jémez es consciente de que su prestigio como técnico reside en su fidelidad a una propuesta. Pero también sabe que la ley que decide el fútbol es la que dicta el marcador: “Me importa una mierda tener el 74% de la posesión si cada vez que nos llegan nos marcan gol”. En alguna ocasión ha afirmado que no le gustan los empates: considera que para los equipos que pelean por la salvación, sumar de uno en uno es insuficiente. Aún así, es capaz de valorar la actuación de sus jugadores más allá del resultado. Hace unas semanas el Rayo empató en el Molinón ante un rival directo como el Sporting. Fue uno de los mejores partidos de la temporada; un bonito intercambio entre dos equipos que juegan al fútbol sin complejos. Tras el 2-2 final, Jémez resumió las virtudes de su Rayo: “Hoy me voy inmensamente satisfecho, porque he visto en el campo un equipo con personalidad. Un equipo que podrá ganar o perder, pero que me hace sentir y disfrutar. Y para mí es lo más importante. Hace ya muchos años, cuando me hice entrenador, eso es lo que perseguía”.
De Paco Jémez se suele decir que su valentía le convierte con frecuencia en un técnico temerario. El sistema de su equipo conlleva riesgos, sobre todo frente a rivales que tienen potencial para aprovechar sus lagunas defensivas. Ante la dificultad, Jémez encuentra soluciones confiando más que nunca en sus principios: “La cuestión es cuánto eres capaz de arriesgar para llevar adelante tus ideas, especialmente cuando las cosas no salen como quieres”.
En el tramo final de temporada, el Rayo luchará por evitar el descenso. Lo hará con el juego que le ha hecho especial en los últimos años; el fútbol que siente Paco Jémez. En realidad, no es solo una declaración de ideales: “Quiero solo los puntos que me merezco”. También es un ejercicio de pragmatismo: “Si yo tuviera la más mínima intuición de que colgados del larguero sacaríamos algo bueno, lo haríamos”.
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Jorge Rodríguez Gascón.
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Foto 1: ligabbva.com. Foto 2: marca.com / José A. García.
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[1] Paco Jémez entiende que el fútbol está en constante evolución. Le gusta hacer pensar al jugador y por eso prepara alrededor de 900 ejercicios diferentes cada temporada, en los que propone situaciones similares a las que se dan en los partidos. En sus ensayos siempre proclama su fidelidad al balón, hasta cuando habla con su portero: «Al portero le digo: ‘Mira, Toño, cada vez que te llega el balón lo tenemos nosotros. ¿Verdad?’ ‘Sí’. ‘Pues cada vez que le pegas para arriba, ¿de quién es el balón?’ ‘Pues no lo sé’. ‘¿A que tampoco sabes cuál es el balón que te va a costar el partido y cuál el que te va a hacer ganar? Entonces cuidaremos todos los balones que tengamos’».