EL BARCELONA DE MESSI TUMBA A UN BUEN ARSENAL

El Barcelona venció al Arsenal (0-2) en el Emirates Stadium, en la ida de los octavos de final de la Champions League. El partido fue un bonito duelo entre dos equipos que poseen similitudes en su discurso. Messi, verdugo habitual del Arsenal, decidió el encuentro con dos fogonazos de genialidad. En el primer tanto culminó una brillante jugada del tridente y en el segundo espantó sus miedos desde los once metros. El Arsenal lo hizo casi todo bien en su estadio, pero se topó con Ter Stegen en dos acciones decisivas y acabó penalizado por su inocencia en las áreas. El equipo de Wenger sigue en busca de su consagración en Europa, entre otras cosas porque el sorteo siempre le depara malas noticias en las primeras eliminatorias. De nuevo, el Barcelona de Messi interrumpió su sueño en la Champions League.

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El Arsenal preparó el partido con el cuidado de quien medita su venganza. El Emirates Stadium transmitía esa voluntad con su rugido, el mejor aliento posible para un equipo que lleva más de veinte años sin conquistar un título europeo. Durante algunos minutos, sirvió para que el plan del partido se ajustara más al que había preparado Wenger que al que prefería Luis Enrique. El Barça intercalaba pases en su propio terreno, cerrado por la presión de su rival, y el Arsenal se desplegaba a partir de Özil, siempre dispuesto a lanzar la carrera de Alexis y Oxlade-Chamberlain. El alemán vive una de sus mejores temporadas y destacó en la suerte que mejor maneja, la del último pase. En los primeros veinte minutos, Ramsey se acercaba a posiciones de disparo, Alexis Sánchez intimidaba con su eslalon desordenado y Giroud amenazaba más en las segundas jugadas que en el remate. El balón era del Barça, pero el peligro lo generaba el Arsenal. Si alguna vez temió por el resultado el Barcelona, fue cuando Busquets sufrió un golpe en su rodilla. Nadie duda ya que el mediocentro de Badía es una pieza elemental en el esquema de Luis Enrique, a veces tan importante como Iniesta o casi cualquiera de los tres delanteros. Y en los minutos de mayores molestias de Busquets, el Arsenal organizó un ataque que pudo cambiar el destino de la eliminatoria. Bellerín, un lateral estupendo, centró desde el costado derecho y el balón quedó muerto en el área pequeña. Oxlade-Chamberlain ni siquiera lo esperaba y remató con inocencia. Ter Stegen, elástico y decisivo siempre que se le exigió, detuvo su disparo.

Salvo en esa ocasión de Chamberlain, el equipo de Luis Enrique no sufría en exceso, acostumbrado como está a gestionar los arrebatos de su rival en los inicios. El Barça tiene una cualidad que le permite reconducir los partidos a su gusto: la paciencia. Pasados los primeros veinte minutos, tranquilizó el duelo a través de la posesión. Busquets mostró signos de su recuperación, Iniesta empezó a impartir su cátedra y Messi, Neymar y Suárez (hasta ese momento prácticamente inéditos) le tomaron el pulso al partido. Hasta el descanso, el Barça encontró los primeros agujeros en el Arsenal, que sufre cuando tiene que correr sin balón. Al equipo de Wenger, como ocurriría luego en el global del partido, se le hizo largo el primer tiempo y falló pases que solo se justifican con el agotamiento físico. El Barça fue muy superior en ese tramo: cerró el primer acto en el área de Cech y pudo adelantarse en el marcador en dos acciones protagonizadas por Luis Suárez. En la primera, se quedó a medias entre el remate y el pase a Messi. En la segunda, no atinó a culminar un centro preciso de Dani Alves, que había sido habilitado por Busquets.

Tras el descanso, el Barça disfrutó de algunas ocasiones para encarrilar la eliminatoria. No acertó Neymar en el mano a mano y tampoco se decidió Suárez, que cruzó el balón en exceso. El Barça esperaba a Messi, que todavía no había marcado en el Emirates Stadium. El 10 sigue en busca de la explosividad previa a su lesión, pero siempre está presente en las grandes noches; ya sea como arquitecto del juego o como brazo ejecutor. Solventa los partidos con la frialdad de un asesino a sueldo, que realiza su labor de un modo rutinario, sin ni siquiera tener nada en contra de sus víctimas. Ayer eligió batir por primera vez a Cech ante una afición que guardaba un recuerdo terrorífico del argentino, autor de dos de sus mejores partidos frente al Arsenal. Durante muchos minutos, el Emirates Stadium celebró las jugadas en las que Messi no conseguía progresar, con la alegría de quien se libra de un fantasma del pasado. Toda una temeridad frente al 10, que posee mil vidas en los partidos.

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Curiosamente en los minutos que precedieron al gol de Messi, el Arsenal se acercó más que nunca al área de Ter Stegen. Özil y Alexis volvieron a crecer en el partido y el equipo de Wenger movió el balón con sentido. Cuando ambos equipos intercambiaban golpes, el Arsenal dispuso de su mejor oportunidad. Monreal llegó a línea de fondo y centró para Giroud. El delantero francés le ganó la partida a Mascherano y remató con todo a favor. El gol parecía cantado pero Ter Stegen mostró su flexibilidad y sus reflejos en una parada determinante en la eliminatoria.

Quitarle el balón al Barcelona parece la mejor fórmula para desconectar a su temible delantera. Pero no hay certezas ante el equipo de Luis Enrique, capaz de cambiar de registro durante los partidos. Si el Barcelona había fallado claras ocasiones en el juego de posición, el tridente fue letal en el primer contragolpe que disfrutó. Fueron 16 segundos llenos de belleza. Iniesta convirtió un mero despeje en una gran solución. Neymar limpió la jugada con una pared sobre Suárez. Tras combinar, el brasileño pudo correr todos los metros que el Arsenal y Bellerín le habían negado durante el partido. Cuando dividió a la defensa, cedió para Messi, que había acompañado la jugada desde el otro costado. El balón quedó perfecto para el remate y Cech cerró los espacios. Cuando esperaba un disparo al primer toque, Messi sorprendió con un bonito control, que tumbó al portero checo. Con Cech ya batido, el argentino lanzó un beso a la red (0-1).

Tras el gol, el Barcelona convirtió el partido en un rondo que desmoralizó al Arsenal. Cansado y herido por la derrota, el equipo de Arsene Wenger no volvió a poner a prueba a Ter Stegen. En los minutos finales el equipo de Luis Enrique pudo firmar el segundo en botas de Suárez o de Neymar, que no acertaron a finalizar los servicios de Messi. En la última media hora, el 10 acampó en la posición del enganche y mezcló con Iniesta y Busquets, capaces de conducir el juego blaugrana con un equilibrio perfecto entre el pragmatismo y la sutileza. En el último tramo, Messi cayó en el área tras chocar con Flamini, que no midió su entrada. El penalti lo lanzó el argentino, que guardaba en su recuerdo el fallo ante Cech en las semifinales de 2012. Esta vez, batió al portero checo y firmó un resultado que acerca al Barcelona a los cuartos de final (0-2).

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No hubo consuelo para el Arsenal, que realizó un buen partido frente al Barcelona. A la espera de la vuelta en el Camp Nou, otra vez puede quedar lejos de las rondas decisivas de la competición. El Barcelona fue superior a su rival y logró un buen resultado en el primer gran duelo de la Champions League. Es un equipo cada vez más fiable, capaz de vencer en los campos más complicados, con tramos de brillantez y momentos de sufrimiento. Una nueva virtud del Barça de Luis Enrique, que sigue entregado a la sonrisa de su tridente.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: El País. Toby Melville (Reuters). Foto 2: El País. Adrian Dennis (AFP). Foto 3: El País. Dylan Martinez (Reuters).

EL BARCELONA AFINA SU MELODÍA

El FC Barcelona mostró su mejor perfil ante el Valencia y asegura su primera final de 2016, tras una noche de gran inspiración de su tridente. Suárez logró el sexto póker de su carrera y Messi añadió otro hat-trick a su historial. La primera parte fue una de las mayores exhibiciones que se le recuerdan al Barça de Luis Enrique; una declaración de principios, ejecutada con buen gusto y un gran sentido del juego colectivo. En el segundo tiempo, el conjunto azulgrana pudo firmar una decena, beneficiado por la injusta expulsión de Mustafi, que chocó a medias con el balón y a medias con Messi. No aprovechó el penalti Neymar, que estuvo reñido con el gol toda la noche. El brasileño, siempre un jugador exótico y valiente, destacó más en el regate que en la definición.

El Valencia fue incapaz de sacudirse la presión rival y acabó entregado antes de tiempo. La imagen del equipo y la posición del entrenador, al margen del grado de acierto de los blaugranas, queda seriamente dañada. Gary Neville, que parece el perfecto ejemplo de la mala gestión del Valencia esta temporada, permaneció inmóvil, casi petrificado, frente la demostración del Barça.

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El Barcelona había sufrido mucho en los inicios de los últimos partidos. Con el recuerdo de los cuartos de final frente al Athletic de Bilbao y el gol inicial de Koke en el duelo del pasado fin de semana, el Barça salió decidido a encarrilar la eliminatoria en los primeros minutos. El Valencia de Neville cometió una pequeña osadía antes del partido: decidió atacar en el primer acto sobre el gol sur, el lugar que habitualmente elige el Barcelona. Y, como consecuencia, el equipo de Luis Enrique jugó la primera parte sin reservas, como si no recordara que tenía que jugar una segunda. Como si le faltara el tiempo y necesitara los goles con la urgencia de una remontada. Nada que ver con la versión pragmática y calculadora que ofreció el pasado sábado ante el Atlético en un Camp Nou repleto. Esta vez, el Barça brindó a la discreta entrada del estadio un partido pleno, de esos que inyectan confianza cuando se acerca el tramo decisivo de la temporada. El Barça se articuló en torno al fútbol de seda de Busquets, a la conducción de Iniesta, vivió del talento de Messi, del olfato de Suárez y del regate de Neymar. Arda Turan y Aleix Vidal participaron en varios goles y firmaron su mejor partido hasta la fecha. Incluso Mathieu pareció cuidar sus frecuentes despistes y estuvo cerca del gol en el segundo tiempo. Lo mismo ocurrió con Piqué y Jordi Alba, que acudieron al ataque sin reparos.

Por momentos, el silencio del campo permitió oír la sinfonía de los pases, una partitura llena de armonía, de brillo y de efectividad. El Barça destapó toda su fantasía y no administró sus recursos. Ofreció un fútbol lleno de retórica y, a la vez, de ambición. Al recital blaugrana contribuyó el Valencia, que mostró demasiados síntomas de apatía desde muy pronto. Pagó el error inicial de André Gomes, que perdió un balón en un momento comprometido, y el equipo nunca se recuperó. La pérdida del portugués, probablemente el mejor jugador de la plantilla ché, fue suficiente para lanzar la carrera de Neymar y allanar el camino del gol a Suárez. El uruguayo vive un momento de plenitud que se manifiesta en cada jugada; es capaz de proponer soluciones permanentes a sus compañeros, es generoso y parece siempre dispuesto al remate. Con frecuencia, rescata ocasiones que parecen intrascendentes; vive al borde del tropiezo y de la precipitación, pero siempre encuentra un recurso para conseguir ventajas sobre su marcador. En el minuto 12, ya había asestado dos golpes definitivos al Valencia, con dos tiros cruzados, inapelables para el meta Mathew Ryan. En el primero, se sirvió del pase de Neymar y, en el segundo, aprovechó una magnífica dejada de Aleix Vidal.

Los goles de Suárez y el dribling de Neymar, autor de algunas genialidades sobre Barragán, despertaron a Messi, que decidió pronto que quería ser protagonista en el partido. El 10 recuperó la explosividad anterior a su lesión, descifró el partido desde la posición del enganche y burló rivales con facilidad, hasta completar el trigésimo cuarto hat-trick de su carrera. Pronto aprovechó la plenitud del juego colectivo y firmó el tercer gol blaugrana, tras beneficiarse de la sutileza de Neymar y Suárez. El brasileño y el uruguayo dejaron pasar un servicio de Iniesta y el balón quedó franco para Messi, que batió con frialdad a Ryan. Con un juego basado en la precisión y en la solidaridad de todo el equipo en la presión, el Barça desquició al Valencia, que deambuló sin orgullo por el césped del Camp Nou. Al equipo de Neville, ahogado por la rápida recuperación del Barça, le costaba salir de su terreno y solo pudo protegerse del juego blaugrana en el balcón de su área. Incluso le pareció inoportuno interrumpir el fútbol del Barça con faltas.

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El primer tiempo solo se vio empañado por un error del árbitro, que más allá de que interpretara penalti en una caída de Messi frente a Mustafi, condenó al Valencia a jugar con diez toda la segunda parte. La pena máxima la ejecutó Neymar de manera caprichosa y su disparo lo escupió el palo, para desesperación del brasileño, que ha fallado el 50% de los penaltis que ha tirado con el Barça. El hecho de que no marcara fue la única nota negativa para el equipo de Luis Enrique, pero a Neymar no pareció molestarle del todo. Cuando vio que el marcador ya estaba resuelto, decidió jugar para la grada, más preocupado por engañar a su marcador que al portero. Lo agradeció la hinchada, que celebró cada finta, en el día posterior a la declaración del brasileño en la Audiencia Nacional.

En el segundo tiempo el Barcelona no exhibió la velocidad de circulación del primero, pero pudo ensañarse con un rival herido, que ha perdido la capacidad competitiva que se le supone a un club de su categoría. El tercer tanto de Messi representó como ningún otro la desidia valencianista. Parejo, que ayer no pareció ni una sombra de lo que fue, decidió tirarle un caño a Messi en su propia área, y el argentino se lo hizo pagar al instante. Recuperó el balón y fusiló a Ryan, que pudo hacer más para detener el disparo. Minutos antes, Messi había firmado el 4-0, tras culminar otro gran gesto de Suárez. Con Gayá y Santos vencidos ante la zurda del argentino, Messi cruzó el balón e hizo inútil la estirada de Ryan. El portero australiano del Valencia asistió impotente, como todo el equipo ché, al vendaval blaugrana. Demasiado desprotegido por una defensa que perdió a su capataz -Mustafi-, Mathew Ryan ya conoce el riesgo de guardar las porterías del Camp Nou. Recogió siete veces el balón de sus redes y no lo tuvo que hacer más porque Neymar falló varias veces en boca de gol. Y no fue porque no le buscarán Messi y Suárez, entregados a la causa del brasileño en el último tramo. El uruguayo completó su actuación con dos goles en los diez minutos finales, habilitado en el primero por Adriano y en el segundo por Arda Turan, que parece del todo acomodado al juego blaugrana.

El Barcelona cerró el partido en la portería rival y el Valencia pidió perdón por una de las derrotas más humillantes de su historia. En este tipo de encuentros nunca se sabe si el resultado se debe al esplendor del vencedor o a la depresión que sufre el equipo vencido. Quizá una mezcla de ambas cosas permitió que el Barça ya tenga los dos pies en la final de Copa, pendiente ahora de conocer su rival en la cita del próximo 21 de mayo.

No hubo dudas en una noche redonda para los blaugranas, que encontraron en el Valencia un rival idóneo, melancólico y hundido. El equipo de Neville deberá centrar ahora todos sus esfuerzos en la competición doméstica, en la que no gana desde hace 11 partidos. Más allá de los goles de Suárez y Messi, brilló como casi siempre Busquets, autor intelectual de un sinfín de jugadas, el gran intérprete del plan de juego blaugrana. Sigue quedando un mundo para que se decidan los títulos, pero gracias a él y a la complicidad del Valencia, el Barcelona pudo afinar su melodía.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto: David Martín (Getty Images- El País)

 

EL OCTUBRE DEL BARCELONA

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El fútbol posee rincones ocultos y giros inesperados. Sólo así se explica que el Barcelona, campeón de todo hace unos meses, viva una situación delicada a principios de octubre. El equipo de Luis Enrique cosechó en Sevilla su segunda derrota consecutiva fuera de casa y llora la baja de Messi, el gran artífice del triplete. Castigado por las lesiones y por la FIFA, el Barcelona ha encajado en el primer mes de temporada 20 tantos en todas las competiciones, sólo un gol menos de los que recibió en la pasada liga. La ausencia de piezas importantes del equipo- en lo que va de liga ya han caído por lesión Messi, Iniesta, Rafinha, Jordi Alba, Alves y Vermaelen- ha limitado a una plantilla corta, que llegó a principios de agosto con sólo 16 futbolistas de grandes prestaciones. Las salidas de Xavi y Pedro dejaron al Barça sin piezas de recambio, y en apenas dos semanas, Luis Enrique ha visto caer a los dos grandes conductores del juego blaugrana: Andrés Iniesta y Leo Messi.

El Barcelona ha dejado escapar seis puntos en el primer mes de competición y ha mostrado demasiadas veces su fragilidad defensiva. Su falta de acierto en las áreas le convierte en un equipo vulnerable, al que le cuesta controlar los arrebatos del rival. De repente, la zaga azulgrana parece pesada, incapaz de gestionar los metros que cede a su espalda. Mascherano y Piqué han firmado actuaciones cuestionables, Mathieu es un jugador proclive al despiste, Dani Alves no vigila la marca y Vermaelen, que pareció al principio el gran fichaje del año, ocupa otro sitio en la enfermería. Luis Enrique sigue sin confiar en Bartra para los partidos importantes y la explosividad de Jordi Alba necesita descanso. El Barcelona también sufre un gran vacío en el mediocampo, el más llamativo quizá, pues es el lugar en el que se construye la propuesta de la Masía. En el Camp Nou, parece inevitable echar la vista atrás y añorar el pase de Xavi, que cerró con el triplete una carrera mágica. Ahora, en esa zona el club describe cierta sensación de abandono. Rakitic lleva varios partidos a menor nivel y Busquets debe cubrir demasiado terreno, incluso con la aportación de Sergi Roberto, al que se ve más suelto en el lateral. El inicio de año del futbolista de Reus es, probablemente, la mejor noticia de estos últimos meses en el Barcelona.

También la delantera, clave en la triple corona, parece lejos del nivel de eficacia de la temporada pasada. En lo que va de temporada el Barcelona ha necesitado una media de 7 disparos para hacer gol. Prueba de ello son sus 9 lanzamientos a puerta ante el Sevilla, para marcar un tanto de penalti. Los próximos meses, sin la zurda de Messi, Neymar y Suárez deben guiar al Barcelona en la carrera por la liga. En la portería, el equipo de Luis Enrique tampoco ha podido mantener la estabilidad de la pasada campaña. Bravo estuvo de baja por una lesión en el sóleo y Ter Stegen ha mostrado más atrevimiento que seguridad al remplazarle. Stegen ha recibido 15 goles en seis encuentros y Bravo encajó sus dos primeros tantos en su regreso ante el Sevilla. La temporada pasada el chileno estuvo imbatido hasta la octava jornada de liga.

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La falta de efectivos obliga a Luis Enrique a mirar a la cantera, una estructura cuestionada por la FIFA. De momento, del filial sólo parece contar Gumbau, un jugador de buen toque, pero propenso a la timidez. El siguiente canterano en la rotación es Cámara, que estrenó convocatoria en Sevilla. A la espera de una oportunidad están también los olvidados Samper, Dongou o Grimaldo, a los que Luis Enrique no ha llamado en toda la temporada. El técnico asturiano sigue confiando en las variantes de Sandro y Munir, futbolistas que parecen incapaces de cubrir el hueco que dejó Pedro.

La decisión de prescindir de Deulofeu o Adama tampoco parece del todo acertada, entre otras cosas porque en la plantilla no hay un solo extremo puro, una posición clave en el ideario de la Masía. Mientras tanto, en el Sporting de Gijón brilla Halilovic, uno de esos zurdos que poseen talento para proponer algo distinto. La cesión le ha venido bien al croata, aunque se cerró antes de que empezaran a caer piezas importantes de la plantilla blaugrana. Quizá ahora Halilovic habría sido útil para Luis Enrique, al que le cuesta encontrar soluciones para paliar la ausencia de Messi. En cualquier caso, Halilovic necesita minutos que el Barça no puede garantizar.

Curiosamente, unos meses después de ganar la Champions, el Barcelona transmite la sensación de ser un equipo algo envejecido, débil y poco renovado, al que le cuesta encadenar varios esfuerzos en pocos días. Mermado en todas sus líneas, el Barça afronta sus días más delicados, con la esperanza de que octubre no sea un mes decisivo para la competición. De momento, sus rivales no han aprovechado las derrotas del Barça (que ya ha perdido en tres de sus desplazamientos en lo que va de temporada). Si el equipo de Luis Enrique pretende llegar en una buena situación al mercado invernal, no puede permitirse perder muchos más puntos. En enero podrá contar con Arda Turan y Aleix Vidal, dos buenas piezas de refresco en un equipo escaso de efectivos.

Poco después de besar el cielo de Berlín, el Barcelona debe recuperar la confianza ante el Rayo. Toda una ironía para Luis Enrique, que conoce los secretos del fútbol: un juego que se alimenta de momentos imprevistos.

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Jorge Rodríguez Gascón.

Foto1: peru.com. Foto2: ibtimes.co.uk

BRASIL NI LLORA NI JUEGA

La eliminación de Brasil ante Paraguay, tras caer en la tanda de penaltis, debería abrir un período de reflexión en la selección con más triunfos en la historia de los mundiales. Brasil acumula fracasos desde hace tiempo, y por encima de todo, ofrece una imagen alejada de la identidad que hizo célebre a la canarinha.

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La derrota frente a Alemania del pasado mundial fue tan severa que ya debería haber iniciado un cambio en la selección. Pero, en lugar de emprender la transición, Brasil incidió en los errores del pasado y Dunga sucedió a Scolari. La sucesión confirmó la renuncia de la Confederación Brasileña de Fútbol a la tradición de la canarinha. Dunga siempre ha sido un técnico conservador, que pretende construir un juego rocoso y físico, a través del doble pivote, una formación que debilita a los jugadores más creativos.

En su llegada a la selección, el técnico sólo reprendió a sus futbolistas por su actitud lacrimógena frente a Chile y Alemania en el pasado mundial. Consideró que la imagen de Brasil se había deteriorado por la exhibición pública de sensibilidad en las derrotas. “Somos machistas, tenemos la idea de que los hombres no lloran” dijo en su presentación. Su comentario señaló a David Luiz y a Thiago Silva, futbolistas de lágrima fácil, a los que Dunga ha convertido en una sombra de lo que fueron. Demasiado preocupado por detalles que en nada afectan al juego, el técnico no atendió a mejorar el dibujo del equipo, desde hace tiempo oxidado. Se preocupó de crear un ecosistema ideal para Neymar y, ante su ausencia, el técnico quedó retratado.

El fútbol ha demostrado en los últimos años con casos como los de España, Alemania o Barcelona que jugar bien y ganar pueden ser complementarios. Dunga considera que sólo unos pocos pueden permitirse un instante de fantasía, y eso, en un país como Brasil, es una traición injustificable. Sin síntomas de evolución en el juego, el equipo dependía exclusivamente de la samba de Neymar. El brasileño ha protagonizado una gran temporada en Barcelona, pero en Chile ha demostrado que le falta madurez y frialdad para asumir la capitanía de su selección. Firmó un gran debut ante Perú, pero luego cayó fácilmente en la protesta. El incidente frente a Colombia dejó a su equipo sin su máxima estrella, y, pese al espejismo de Venezuela, Brasil dijo adiós ante Paraguay.

Brasil sigue siendo una fábrica de talentos, pero la planificación de la CBF no fomenta su adaptación a la selección. Tampoco ayuda la labor de un entrenador rácano, que no dispone de un plan de juego ideal para los futbolistas que proponen algo distinto. Además en el país surgen grandes extremos constantemente, pero no abundan los trequartistas de calidad contrastada, una posición sepultada por el doble pivote. También preocupa que en los últimos diez años el puesto del delantero centro parezca huérfano en la canarinha (*).

La participación de Brasil en la Copa América ha rebasado las peores predicciones. Otra vez sin Neymar en la fase decisiva del torneo, el equipo no se ha clasificado entre los cuatro mejores de Sudamérica y la hinchada de la torcida, hasta ahora fiel y fanática, parece más alejada que nunca de su selección.

El equipo de Dunga ya no llora sus derrotas, pero sigue sin parecerse a Brasil.

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Jorge Rodríguez Gascón.

(*) Muchos de los debutantes de esta Copa América no han terminado de convencer. Firmino, Douglas Costa o Coutinho han tenido destellos en los partidos, pero, de momento, están lejos de ser los futbolistas que son en sus clubes. Tras la baja de Neymar, Dunga recurrió a Robinho.

(*) La CBF le sigue dando la espalda a su historia y ayer ratificó a Dunga en su cargo.

COPA AMÉRICA DE CHILE 2015

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La Copa América es el último torneo de la temporada y tiene siempre un aspecto de fin de fiesta devastador. Poco importa que sea invierno en Chile, pues la competición consigue alegrar las noches de verano de los europeos, que trasnochan para ver jugar a Messi, Alexis, James o Neymar. El delicado momento de la FIFA encuentra un salvavidas en una copa desteñida, a la que los futbolistas de primer nivel llegan pasados de forma.

Aunque la calidad del fútbol practicado en Chile pueda ser cuestionada, no hay duda de que la Copa América garantiza una cuota de emoción. Chile avanza con seguridad, una vez que ha perdonado a Vidal su temeridad, Argentina ofrece un juego discontinúo pero se agarra a la bota de Messi, Brasil presume de haberse recuperado de la sanción de Neymar, Colombia quiere mostrar su potencial ante Argentina y Perú aplaude la explosión de Guerrero, autor de un hat-trick ante Bolivia.

1.

La selección chilena parece sentirse cómoda en su propio terreno y ha sido el equipo que mejor fútbol ha practicado hasta el momento. Fue capaz de solventar un partido duro frente a Uruguay, el campeón de la anterior edición, con un futbol alegre y maduro. No pudo evitar el juego de contacto que propone la celeste, y supo sacar ventaja en una acción decisiva del partido: la expulsión de Cavani, que vino precedida de un feo gesto de Jara. Más allá de ese borrón, Chile debió llevarse el partido porque fue el único equipo que buscó la victoria. Uruguay se entregó a su pareja de centrales, formada por Godín y por Jímenez, y permitió el asedio de los chilenos. La paciencia de la roja se vio recompensada con el gol de Mauricio Isla, que llegó tras una bonita asistencia de Jorge Valdivia.

El juego coral y solidario que propone Sampaoli ensalza el fútbol de talento de Valdivia, el quiebro de Alexis y la llegada de Vidal. En semifinales les espera un conjunto trabajado como Perú, que batió con claridad a Bolivia, en el segundo duelo de cuartos de final. Guerrero, un delantero potente que ha hecho carrera en Alemania, será la principal amenaza de la anfitriona.

2.

Argentina sigue siendo la gran candidata al título, pero no ha convencido en ninguno de sus tres partidos. Suele dar mejores sensaciones en las primeras partes, y pierde con facilidad el control del juego. En los últimos minutos, su fútbol se vuelve plano y lento, afectado por el cansancio de sus mediocampistas.  En los tres partidos, jugados ante Paraguay, Uruguay y Jamaica, ha acabado defendiendo su propia portería, después de haber tenido ocasiones para aumentar su ventaja.

La albiceleste sólo ha conseguido cambiar el ritmo de los partidos, con el balón en pies de Messi, que parece concentrar sus esfuerzos en la labor de creación. De momento, el 10 no ha encontrado la inspiración que ha mostrado en Barcelona. Y sigue en busca del primer título con Argentina, el único país que todavía le discute. La picardía de Agüero en las áreas y el juego entre líneas de Pastore son los grandes apoyos de Messi en una selección a la que se le exige el triunfo a toda costa. Martino mostró su preocupación por la dureza de los colombianos y por el terreno que cede la albiceleste en las segundas partes.

El partido de esta noche entre Colombia y Argentina es el más esperado de los cuartos de final. El equipo de Pekerman ha transmitido dudas en la fase de grupos y desea recuperar las sensaciones del pasado mundial. En Colombia, James Rodríguez reclama su liderazgo y pretende firmar su primer gran partido del torneo. Falcao quiere reencontrar la senda del gol, Teófilo garantiza un gran despliegue y Cuadrado espera aprovechar su duelo frente a Marcos Rojo.

3.

En el otro partido de los cuartos, Brasil se medirá a Paraguay, en una eliminatoria interesante, que se ha igualado con la ausencia de Neymar.

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Tras el gran partido inaugural del capitán brasileño, que le situaba como una de las grandes estrellas del campeonato, Neymar fue expulsado ante Colombia. La selección de Dunga despreció la tradición de la canarinha y mostró un juego antiguo y vulgar, sin muestras de una idea que llevó a Brasil a lo más alto. La selección cafetera supo parar a Neymar y en poco tiempo lo sacó del partido. Colombia ganó con gol de Teófilo y Brasil perdió a su mejor jugador. El enfrentamiento de Neymar con el árbitro en el túnel de vestuarios se saldó con una sanción de cuatro partidos, que impide su participación en el resto de la competición.

El seleccionador brasileño entendió que debía variar su esquema si quería sobrevivir en la competición. En el siguiente partido, ante Venezuela, Dunga optó por mezclar a William, Coutinho y Robinho en tres cuartos de campo. Brasil venció, ofreció mejores sensaciones y ganó confianza para afrontar su duelo ante Paraguay. La selección de Ramón Díaz tiene las virtudes y los defectos del clásico equipo sudamericano.  Es un grupo duro e  impulsivo,  que compite cada jugada sin reservas. No da un metro por perdido, sabe reengancharse a los partidos y tiene soluciones con delanteros aguerridos como Santa Cruz y Haedo Valdez.

Al juego de Paraguay le falta improvisación y le sobra dureza. Quizá en esta descripción se puedan proyectar muchas selecciones y la propia Copa América. A pesar de todo, el torneo promete ser un buen entretenimiento veraniego.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: peru.com; foto 2: lexpress.fr

EL BARÇA MÁS SERIO ANULA AL PSG

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El Barcelona consiguió el pase a semifinales tras derrotar al Paris Saint Germain en el Camp Nou (2-0). El resultado de la ida le otorgaba cierta tranquilidad, pero Luis Enrique se encargó de mentalizar a sus jugadores, a los que exigió que afrontaran el partido con la misma seriedad que en el primer partido de la eliminatoria. En París, el Barcelona realizó un partido muy completo, con buenos tramos de juego e inteligencia para superar a un rival mermado. En el impoluto césped del Parque de los Príncipes, el Barcelona ofreció un fútbol coral, dirigido por Messi y culminado, con brillantez, por Luis Suárez. Y en la vuelta en el Camp Nou, el Barcelona escuchó las advertencias de su técnico y afrontó el partido con el mismo rigor competitivo. Consciente de los peligros del PSG, el Barcelona imprimió un sello reconocible a su juego: supo dormir a su rival con la posesión, aceleró en el momento preciso y realizó un gran ejercicio en la presión. Y recuperado su manual más tradicional, el Barcelona se ordenó a través del balón, que resguardó como nadie Iniesta. El manchego firmó una gran primera parte y fabricó el gol que premió el inicio del Barcelona. Fue en una jugada llena de plasticidad y de sutileza, en la que Iniesta condujo desde su propio campo, se deshizo de tres rivales y le sirvió un balón medido a Neymar. El brasileño, especialmente eficaz frente al PSG, le ganó la carrera a David Luiz y dribló al meta Sirigu para introducir el balón en la red. El gol del Barcelona sofocó cualquier posibilidad de remontada y el PSG dejó de creer en sus posibilidades demasiado pronto. Y se fue del Camp Nou prácticamente inédito; sin rastro de pólvora en sus delanteros y con escasas muestras de talento de Pastore o Ibrahimovic, que firmaron un partido discreto en el momento en el que más se les necesitaba. Solo Verratti se rebeló ante el dominio del Barça y dejó algún detalle que levantó el asombro del Camp Nou. Pese a ello, el fino mediocampista italiano acabó harto de perseguir sombras y mostró su impotencia en una patada a Neymar en el segundo tiempo. El brasileño volvió a ejercer de finalizador en el segundo gol, tras un centro de su compatriota Dani Alves. Neymar batió a Sirigu de cabeza y firmó su quinto gol de la temporada frente al equipo parisino. El segundo gol le dio al Barcelona argumentos para relajarse, pero el equipo de Luis Enrique mostró la misma seriedad que al inicio y se esforzó en dejar su portería a cero.

La segunda parte no tuvo mucha historia. El PSG adelantó líneas en busca de un gol que le diese vida a la eliminatoria. Y aunque mantuvo sus buenas intenciones con el balón, se topó siempre con el buen ejercicio defensivo de los blaugranas. El Barça se desgañitó en la presión y su zaga permaneció firme ante las amenazas parisinas: Ibrahimovic solo disparó una vez a puerta, Cavani se desfondó en la presión pero no inquietó a Ter Stegen, Pastore perdió la mayoría de los balones que tocó y Matuidi no se acercó al balcón del área. Solo la salida de Lucas Moura aportó velocidad a una delantera estática y sin la ambición que requiere la fase decisiva de la competición.

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El Paris Saint Germain ha perdido ante el Barcelona parte de la credibilidad que ganó en el duelo de octavos frente al Chelsea de Mourinho. Afectado en esta ocasión por las bajas, el equipo parisino sigue sin romper la barrera de cuartos de final. Más allá de eso, la imagen que ha ofrecido en la eliminatoria no está a la altura de las expectativas que ha generado la inversión de Nasser Al-Khelaïfi. La combatividad que permitió derrotar al Chelsea en Stamford Bridge con un jugador menos, ha dado paso a una declaración de impotencia frente al Barcelona. Tres años después de ser eliminado en el Camp Nou, el PSG vuelve a caer en los cuartos de final, sin demasiados síntomas de mejora. La reedición del duelo frente al Barcelona, lejos de consagrar al equipo parisino, ha sido un baño de realidad para los de Laurent Blanc. Pero lo más alarmante de todo es que el PSG ha asumido la superioridad del Barcelona con aparente resignación.

La noche fue tan placida[1] en el Camp Nou, que el Barça ni siquiera necesitó de la inspiración de Messi. El argentino no mostró el brillo de los últimos partidos y fue una pieza más del puzle del Barcelona, no el futbolista que da sentido al juego blaugrana. Sin la frescura del 10, esta vez fue Neymar el que, con sus goles, reclamó el papel de protagonista. A buen nivel rallaron el resto de sus compañeros: Suárez se esforzó en el desmarque, Messi colaboró en la circulación, Rakitic fue solidario en la recuperación, Xavi e Iniesta alternaron la distribución del juego [1] y Busquets volvió a esconder el balón con maestría. Mascherano mostró su lectura de juego, Piqué volvió a estar sobrio al corte y los laterales- Jordi Alba y Dani Alves- mezclaron con acierto el despliegue en ataque con la atención defensiva.

El Barcelona se mostró como un equipo sólido y aseado, que atendió a la circulación y se esforzó en robar en el campo del rival. El buen nivel colectivo, la recuperación de Iniesta, la seguridad de Busquets y los goles de Neymar fueron las mejores noticias de un equipo que ha llegado a la fase decisiva de la temporada con opciones en todos los títulos. Tras derrotar en el global de la eliminatoria al PSG por 5-1, el Barça disputará las semifinales de la Champions League, algo que ha ocurrido en siete de las últimas ocho ediciones. La eliminatoria ha mostrado la seguridad del Barcelona, que mantiene intacta su reputación en las grandes ocasiones.

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 Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] En el segundo tiempo, Luis Enrique pudo dar descanso a Busquets, Iniesta y Suárez. Iniesta fue sustituido por Xavi Hernández y el de Tarrasa recogió el testigo del manchego en la circulación.

[2] En el otro partido de la jornada el Bayern de Múnich remontó la eliminatoria frente al Oporto (6-1). El Bayern zarandeó a su rival en la primera parte y en media hora ya había conseguido el 3-0, que le daba el pase a semifinales. La grada del Allianz Arena se encendió desde el inicio y acabó entregada a sus jugadores. Marcaron Lewandowski en dos ocasiones, Thiago, Boateng, Müller y Xabi Alonso. Jackson Martínez consiguió el único gol del Oporto, un equipo prometedor que aspira a estar entre los grandes del fútbol europeo. Pep Guardiola le ganó el duelo en los banquillos a Julen Lopetegui, en un enfrentamiento entre los dos mejores técnicos españoles que entrenan en el extranjero. La victoria le da tranquilidad a Guardiola, que ha pasado una semana difícil en Múnich, y devuelve al Bayern su cartel de favorito.

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Foto 1: peru.com. Foto 2: caughtoffside.com

EL BAILE DE LA LIGA

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Ancelotti dijo hace más de un mes que creía que esta liga se iba a decidir en la última jornada. La primera vez que pronunció este discurso, el Madrid aún no había cedido el liderato al Barcelona de Luis Enrique. Ahora, su predicción parece tomar fuerza, tras una jornada redonda para los intereses del equipo blanco, en la que han recortado la distancia con el actual líder. El Barça dejó escapar su ventaja y perdió dos puntos vitales en el Sánchez Pizjuán.

El Madrid encarriló la jornada, en una victoria plácida frente al Eibar. Le bastó algún cañonazo de Cristiano Ronaldo, la conducción de Modric y las ansías de Jesé y Chicharito para ganar el partido. Enfrente estaba el Eibar, un rival idóneo para elevar la confianza de los blancos. El modesto equipo vasco sufrió con el arranque del Madrid y mostró más voluntad que ideas en el Bernabéu. El Madrid se dedicó en la segunda parte a pensar en la eliminatoria frente al Atlético del próximo martes, a la que llega en mejor estado que los colchoneros.

La tarde del sábado siguió sonriendo a los de Ancelotti, que vieron como sus rivales en la Champions y en la Liga empataban fuera de su estadio. El Atlético de Madrid empató en la Rosaleda frente al Málaga de Javi Gracia y mantiene el pulso con el Sevilla y el Valencia por la tercera plaza. El equipo de Simeone no tiene la misma frescura de la temporada pasada y sufrió frente a un equipo alegre, que posee una generación de futbolistas de gran proyección. Un reflejo del buen trabajo de la cantera del Málaga es Juanmi, que marcó un bonito gol ante Oblak. El Atlético supo sufrir en los malos momentos y acabó inquietando a Kameni. Griezmann, el mejor jugador de la temporada en el Atleti, firmó un doblete y consiguió la igualada en la segunda parte.

Pero la mejor noticia para el Real Madrid llegó desde Sevilla, en el partido más interesante de la jornada. El Barcelona respondió a las dudas que planean sobre su juego con un inicio brillante, en el que gobernó el partido con un fútbol de buen gusto. Y en los primeros 35 minutos, el Barça tuvo el partido donde lo quiso, con el balón bien resguardado en los pies de sus centrocampistas y con la amenaza constante de sus delanteros. Messi volvió a mostrar su facilidad para colar el balón por una gatera y Neymar ejecutó con mucha destreza una falta en el pico del área. Con el 2-0, el Sevilla parecía noqueado, pero la fragilidad del Barcelona y el empuje del Sánchez Pizjuán despertaron al conjunto de Unai Emery. Antes del descanso, Banega disparó desde la frontal, Bravo falló en el despeje y el balón acabó en su portería. El Barcelona perdió el timón del encuentro en la segunda parte y se olvidó de jugar con porterías. Suárez falló en la sentencia y un error de Piqué permitió el empate sevillista. Reyes dribló y cedió en carrera para Aleix Vidal. El extremo llegó a línea de fondo y encontró a Gameiro, que fusiló a Bravo. El partido terminó en empate y Neymar se enfadó al ser sustituido en la segunda parte, cuando su equipo todavía tenía ventaja en el marcador. El Barcelona se fue con la sensación de que había perdido una gran oportunidad, sobre todo porque en el Pizjuán estuvo más cerca de sus orígenes, aunque la fortuna no estuviese de su lado. En un partido en el que cuidó el balón con mimo, acabó condenado por la misma suerte que en otras ocasiones le ha dado alas: la contundencia en las áreas.

El empate en el Pizjuán avivó el tramo final de liga, en el que se juegan dos luchas paralelas: la del campeonato –que ocupa al Barcelona y al Madrid- y la del tercer puesto -en la que se miden Atlético, Sevilla y Valencia (que jugará esta noche frente al Levante). Los duelos entre los integrantes de los cinco primeros puestos de la clasificación serán fundamentales para proclamar al campeón. Quedan 24 puntos y la competición ha demostrado que cualquier jornada puede ser decisiva. El tiempo parece darle la razón a Ancelotti. Para saber quien vence en el baile de la liga, habrá que esperar a la última canción.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: tribunnews.com.

LA CARRERA POR LA LIGA

A falta de ocho jornadas para que termine la liga, el duelo entre el Barcelona y el Real Madrid se acerca a su resolución, en el momento de la temporada en el más se penalizan los errores. Los dos grandes avanzan con soltura en la carrera por la liga, y ahora atienden al resultado más que a las formas, con la urgencia de quien necesita los puntos a toda costa.

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El Barcelona se mantiene en la cabeza de la clasificación con cuatro puntos de ventaja sobre el Real Madrid. Y aunque el equipo de Luis Enrique está en una posición privilegiada, un calendario plagado de compromisos exigentes invita a que los blaugranas sean prudentes (se medirá al Sevilla, Valencia y Espanyol en liga y en las próximas semanas afrontará la eliminatoria frente al Paris Saint Germain). Tras la victoria en el clásico, el Barcelona confirmó su distancia en Balaídos y frente al Almería en el Camp Nou. Pero las sensaciones que dejó el equipo blaugrana en el juego no fueron buenas. El Barcelona de esta temporada parece un equipo confuso, que cambia demasiadas veces de plan durante los partidos. En ocasiones renuncia a sus orígenes y desprecia el balón- como ante el Celta- o se atasca en la elaboración –como ocurrió frente al Almería el pasado miércoles-. Más allá de eso parece que su eficacia defensiva, su acierto en las jugadas claves y el talento de Messi le han hecho optar a todos los títulos. Últimamente son los goles a balón parado los que le están dando resultados, en una nueva muestra más del cambio de ruta escogido por Luis Enrique. En el Barcelona de los delanteros, los mediocampistas han perdido importancia y ya no se atiende tanto a la elaboración del juego ni a la velocidad de circulación. El equipo de Luis Enrique ha encontrado estabilidad defensiva y la pizarra de Unzue –el encargado de planificar las jugadas a balón parado- ha solucionado partidos complicados (como muestran los goles de Mathieu y de Bartra en las últimas semanas).

El Barcelona de esta temporada parece un equipo irregular en el juego aunque, de momento, sea incuestionable en los resultados (solo ha perdido 2 partidos en todo 2015, frente a la Real Sociedad y el Málaga). El equipo catalán es capaz de lo mejor y de lo peor en el mismo partido, algo que se refleja en el balance de la temporada. Ha firmado momentos de gran brillantez; especialmente en los duelos frente al Manchester City y el Atlético; y partidos que rozan la desidia; como el que le midió al Granada en los Cármenes, al Almería en la primera vuelta o al Celta de Vigo en Balaídos. Parece que el Barcelona solo posee recursos bajo la lumbre de Messi, el principio y el fin del juego blaugrana. El argentino regresó del parón de selecciones con un golpe en el pie derecho y frente al Celta de Vigo y el Almería no se le vio con la chispa que ha mostrado en el inicio de año. Pese a ello, siempre idea las mejores jugadas blaugranas, ya sea en el inicio o en la finalización de las mismas; al trote o cuando se desata en carrera. Frente al Almería, Messi rescató a un Barcelona espeso, precisamente cuando más alejado estaba el argentino del partido. El 10 recorrió la línea de cal a pase de Bartra, y tras zafarse de su marcador hacia dentro, colocó el balón en la base del palo largo. Su disparo dibujó un bonito efecto, inalcanzable para Julián, en una firma inconfundible del 10 del Barcelona. Durante el resto del encuentro, el Barcelona y Messi funcionaron a ráfagas, sin constancia ni demasiada implicación en el juego. El argentino alternó varias arrancadas brillantes con largos minutos de paseo. En ellos se le ve cabizbajo, con una mueca que revela su incomodidad; no se sabe si lo que le disgusta es que el juego no pase por él –lo que vulgariza al Barcelona- o el golpe en su pie derecho. Pese a ello, la mayoría de las ocasiones de peligro del Barcelona, hasta en un día de poca inspiración del 10, parten de las botas de Messi. Una circunstancia que aprovecharon sus compañeros de delantera: Pedro asistió en el cuarto gol a Suárez, que firmó su tercer doblete con el Barcelona. No se vistió Neymar, que parece haber perdido la frescura de sus mejores noches, casi al mismo tiempo que Suárez ha afinado su puntería. El brasileño no sólo ha reducido su productividad de cara a gol, sino que cada día comete errores más comprometidos, especialmente en ingenuas pérdidas de balón.

En un Barcelona que en fases de los encuentros renuncia a sus orígenes, el socio valora cada pase de Xavi. El de Tarrasa es uno de los lazos de unión del actual Barcelona con su propuesta tradicional y ha cobrado importancia en el equipo, cuando planean las dudas en el juego. Y lo cierto es que el cerebro de Xavi ofrece agilidad a la circulación y sentido al juego. Si está Xavi en el campo parece que Messi no ha de retrasar tanto su radio de acción y está más fresco para desequilibrar. El problema reside en que el Barça se serena con la posesión, pero le cuesta encontrar las vías de acceso al gol. Por ello quizá el equipo se encomienda a Messi, que juega de 10, y a su acierto en las áreas, en las que se alzan Piqué en la zaga y Suárez en la delantera.

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Real Madrid

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El Real Madrid sigue la estela del Barcelona y tras el festín ante el Granada (9-1, con cinco goles de Cristiano), completó su semana con una trabajada victoria en Vallecas. Los equipos de Paco Jémez son valientes y apuestan por dominar el juego a través de la posesión. Frente a los equipos poderosos, el Rayo de Jémez impone sus principios con más convicción que nunca y hace disfrutar al aficionado. Durante la primera mitad, el Rayo Vallecano dominó a su rival con claridad y mereció el gol; se adueñó del balón y combinó con precisión hasta la portería de Casillas. El portero madridista, cuestionado por su público durante la temporada, emergió en los momentos críticos, especialmente en un remate de Trashorras, y permitió la recuperación del Madrid. El equipo blanco mejoró en la segunda parte, gracias al toque de Modric y Kroos, el despliegue de Marcelo y Carvajal, las llegadas de James y el hambre de Cristiano. El portugués parece haber recobrado la sonrisa tras su repóquer frente al Granada y cuajó una buena segunda mitad en Vallecas. Vive por y para el gol y parece situarse siempre en el lugar correcto en el área, como se demostró en el primer gol de la noche. Carvajal llegó hasta línea de fondo y sirvió un balón al punto de penalti. Ahí estaba Ronaldo para firmar el gol que les sitúa en la lucha por la liga. Cristiano ha reducido su productividad en las bandas y concentra su juego en el área, su nuevo ecosistema. Allí aparece en la finalización e incluso, de vez en cuando, muestra mayor generosidad con sus compañeros; como ocurrió en el segundo gol de la noche, que firmó James a pase del portugués. Cristiano ha depurado su juego: desborda menos, se asocia en corto y participa cada vez más en la resolución de las jugadas, donde afila con mimo su remate. Y los goles de CR se sustentan en la mejoría del equipo, que alimentan con buenos pases la ambición del portugués.

El Real Madrid ha recuperado alternativas en el juego posicional. La recuperación de Modric y James le aporta mayor facilidad para jugar en corto y el equipo mantiene intacto su fútbol de vértigo. Ambas vertientes de su juego se vieron en las dos últimas victorias del Madrid: la goleada frente al Granada se gestó ante un rival agrupado en su propio campo y en Vallecas aprovechó los espacios que dejó el rival a la espalda de su defensa. También ha mejorado su línea defensiva con la vuelta de Ramos y la solidaridad del grupo parece haber aumentado: el equipo de Ancelotti se parte ahora con menor facilidad, especialmente gracias al trabajo de sus mediocampistas y a la corrección de Bale, que ha entendido los consejos de su técnico. El Madrid disfruta de un buen momento en la fase decisiva de la competición, una vez que ha recuperado todas sus piezas. Benzema e Isco son los encargados de improvisar, en un equipo en el que Ramos, Varane y Pepe (que está algo tocado) cortan los ataques del rival.

Ancelotti sabe que perder puntos significaría darle media liga al Barcelona, y pretende que sus jugadores asusten al líder con sus victorias. El próximo martes el Real Madrid se mide al Atlético en la Champions League, su gran antídoto de la temporada. El Madrid confía en reconquistar el trono de la capital en su competición favorita.

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La victoria como única receta.

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Ninguno de los dos candidatos cree que la receta para ganar la liga sea el uso de un fútbol de buen gusto. A estas alturas de la temporada, parece que la única ley a la que atienden es la que dicta el marcador. Cuidan los detalles y han ganado solidez defensiva, pero pierden el control del juego durante los partidos. Saben que en los intercambios de golpes la suerte les suele sonreír, por la calidad individual de sus delanteros. Conscientes de su mayor eficacia, no les importa perder peso en la circulación en busca de acierto en las áreas. No resulta extraño que el Barcelona y el Madrid cedan el balón a su rival, especialmente ante rivales que construyen el juego a través de la posesión, como el Celta y el Rayo. Más llamativa es la situación en Barcelona, un equipo que había fabricado su identidad a través del juego de combinación. En la presente temporada, las variantes de juego se imponen a su identidad con demasiada frecuencia. Aunque siempre acaba con mayor dominio de la posesión, al Barcelona le cuesta más recuperar el balón y aprovecha el contragolpe y su juego a balón parado. El Madrid trata ahora mejor el balón, especialmente cuando Modric, Kroos, Isco y James se asocian, aunque se siente cómodo en el juego directo, para aprovechar la velocidad de su delantera. Barcelona y Madrid apuestan por la seriedad en cada partido e incluso saben administrar sus esfuerzos, con la vista puesta en las ocho jornadas que quedan. Las segundas espadas de la liga –Atlético de Madrid, Valencia y Sevilla- mantienen opciones si fallan los grandes y podrían ser los jueces de la temporada (este fin de semana para empezar, en el partido entre el Sevilla y el Barça).

Se espera un bonito duelo entre el Barcelona y el Real Madrid en el tramo final de la liga. Los grandes emocionan cada vez menos pero, de momento, el marcador justifica su propuesta.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: blacherreport.net. Foto 2: itsjamesrodriguez.tumblr.com. Foto 3:english.ahram.org.eg.

EL CLÁSICO DE LAS MIL CARAS

El Barcelona venció en el clásico del fútbol español (2-1), en un partido bonito, igualado y lleno de alternativas, que resolvió Luis Suárez en el minuto 56. El duelo no decepcionó en el juego y fue un intercambio de golpes entre los dos candidatos al título, una sucesión de estados de ánimo que acabó por coronar al Barcelona.

FC Barcelona v Real Madrid CF - La Liga

El espectacular mosaico del Camp Nou recibió a los protagonistas de un evento deportivo que se retransmite en todo el mundo. Luis Enrique se decidió en la previa del partido por Mascherano como eje del equipo, en lugar de Busquets, que acaba de recuperarse de una lesión. La decisión privó al Barcelona de un juego más aseado, pero le permitió ganar tensión competitiva en un partido exigente. El estadio registró la mejor entrada de la temporada y el público tardó poco en cantar el primer caño de Messi, una de las apuestas que más baratas se pagaban en el Clásico. El equipo de Luis Enrique amenazó tímidamente a Casillas, hasta que el juego se alejó del 10. Con Messi aislado en la banda, el Barcelona estuvo lento en la circulación, no ejerció bien la presión, perdió el control del partido y el Madrid disfrutó de espacios para correr. Rakitic tuvo que sacrificarse a la hora de seguir a Marcelo y el Madrid generó superioridad en el medio, en el que camparon a sus anchas Modric y Kroos. Bajo la dirección del croata, Marcelo desbordó por el costado, Benzema puso su talento al servicio del equipo y Cristiano olfateó el gol. Los tres se dieron cita en la primera ocasión del Madrid. La jugada partió de la banda de Marcelo y el balón llegó a Benzema que, tras revolverse en el área, centró para Cristiano. El portugués remató forzado y su lanzamiento se topó con el larguero de Bravo.

El Barcelona lograba sacudirse la presión blanca por momentos, bajo la conducción de Iniesta, el juego de espaldas de Suárez y las ráfagas de Messi. Pero en la primera parte renunció a su abecedario futbolístico y abusó del balón largo a Suárez, que se peleó durante todo el partido con Pepe y Ramos. Con Messi lejos del cuero, Neymar rifó la posesión en regates intrascendentes, Rakitic perdió peso en el partido y Alves sufrió en su banda, ante la superioridad que generaban Cristiano y Marcelo. Y cuando la duda rondaba el Camp Nou, Messi botó con precisión una falta desde el costado izquierdo. Mathieu le ganó el salto a Ramos y remató a la red de Casillas (1-0), que regresaba al Camp Nou dos años después. Y aunque el partido transcurría por un terreno de idas y venidas, en el que el poderío físico parece favorecer a los velocistas del Madrid, el Barcelona tuvo tras el gol la opción de ampliar su ventaja. Suárez cazó un rechace en el área madridista y su disparo tropezó en Neymar, que falló con todo a favor, a medio metro de la portería de Casillas. La jugada no pudo ser más trascendente para el resultado, pues en el siguiente ataque, Benzema fabricó el gol de la igualada. El francés recibió en el borde del área un servicio de Modric y dibujó de tacón un pase medido para Cristiano. El portugués, muy activo durante la primera mitad, llegó antes que Alves y ajustó su disparo de puntera hasta hacer inútil la estirada de Bravo (1-1).

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Tras el empate, el equipo de Ancelotti disfrutó de sus mejores minutos en el Camp Nou, que coincidió con el mejor momento de Benzema y Cristiano en el partido. El portugués mostró en el Clásico su ambición: encaró a Alves, buscó posiciones de remate, exigió a Bravo con un poderoso lanzamiento y fomentó su sociedad con Benzema, el futbolista más inspirado del Real Madrid. El francés posee la capacidad de improvisar en ataque estático, ofrece siempre buenas soluciones para sus compañeros y tiene además facilidad para rescatar un pelotazo y convertirlo en un tesoro.

Bravo fue exigido por Bale, Benzema y Cristiano y el chileno mantuvo a su equipo en el partido. El Barcelona agradeció el descanso y se benefició de la poca puntería del Madrid. En la segunda parte el equipo de Luis Enrique se serenó en el juego y, aunque le costó progresar en la elaboración, concedió menos pérdidas y limitó los ataques blancos. Ante el atasco blaugrana en la media decidió forzar a la defensa del Madrid con balones al espacio, como una forma de sorprender a su rival. Y el Barcelona encontró a Luis Suárez, un futbolista al que le sienta bien la etiqueta de los grandes partidos. Alves lanzó la carrera del uruguayo con un desplazamiento largo y el delantero le ganó la partida a Ramos. Orientó el balón y, con poco ángulo, cruzó su disparo con precisión, lejos de Casillas (2-1).

El segundo tanto fue un golpe crítico para el Madrid, que se fue difuminando en el encuentro, en el momento en que irrumpió Messi. El argentino llegó tarde al partido, fundamentalmente porque el Barcelona no consiguió integrarle con la posesión y él tampoco se ofreció en exceso. No estuvo tan fresco como ante el City, pero en la última media hora, el 10 volvió a dirigir al Barcelona, cuando Kroos y Modric ya no tenía pulmones para realizar las coberturas. La salida de Xavi y Busquets le dio al Barcelona más fluidez en el juego y el equipo conservó el balón con criterio. Messi abandonó la banda y acampó en la posición del enganche, lugar en el que muestra su facilidad para la invención. Desde allí, explotó su zurda, burló rivales y fabricó las mejores ocasiones del Barcelona. Jordi Alba estuvo a punto de marcar en un servicio del 10 y Neymar mantuvo su riña con el gol hasta en tres disparos. Messi también falló ante la sombra de Casillas: primero, se zafó del marcaje de Kroos y su disparo de interior se fue fuera por poco; después, no embocó un pase atrás de Jordi Alba, en una bonita combinación entre ambos; y, por último, no resolvió un barullo en el área madridista.

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Con el Madrid fatigado, el Barcelona disfrutó de varias oportunidades para firmar la sentencia. Pero, al igual que ante el City, pecó de cierta inocencia ante la portería rival, cuando la inercia del partido estaba a su favor. El Madrid no tuvo capacidad de respuesta tras el gol de Suárez y solo inquietó a Bravo con un disparo lejano de Benzema. Cristiano no amenazó en el último tramo, Marcelo no profundizó como en la primera parte y la media se desfondó. El equipo de Ancelotti recurrió al juego directo y se estrelló contra Piqué, que confirmó su buen momento con un partido impecable ante el eterno rival.

El Clásico llegó a su fin con el rondo del Barcelona en el descuento. El Madrid dejó buenos síntomas en el Camp Nou: fue mejor durante muchas fases del partido y supo imponer su juego hasta el gol de Suárez, pero perdonó a su rival en las jugadas decisivas del duelo. El Barcelona mantuvo la paciencia en los momentos críticos, en los que la fortuna estuvo de su lado, y superó con claridad a su rival en la última media hora, gracias a la finta de Messi y al pase de Xavi, que completó su partido número 42 ante el Real Madrid. Antes, cuando el Barcelona parecía estancado en el juego, Mathieu y Luis Suárez le habían dado la ventaja, en dos acciones que definen los registros del Barcelona de Luis Enrique. El primer gol llegó en una jugada a balón parado, una suerte que tradicionalmente esquivaba al equipo catalán, y el segundo tanto responde más al juego directo que a la elaboración, una novedad que ofrece Suárez al repertorio del Barça.

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El Clásico fue un duelo exigente, un espectáculo vibrante entre dos de los mejores equipos de Europa. La fortuna y el cuidado de los detalles consagró la reacción del Barcelona en la Liga. El equipo de Luis Enrique amplía su distancia a cuatro puntos y refuerza su liderato, cuando no hace tanto llegó a estar a siete del Real Madrid. Siguen quedando muchos puntos en juego y, como mostró el partido, todo puede cambiar en el momento más inesperado. La liga, como el duelo entre sus máximos aspirantes, se mueve en un carrusel de altibajos.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1,2, 3 y 4: (AFP) Getty Images (Reuters).

APUNTES DEL CLÁSICO

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El Clásico enfrenta a dos de los mejores equipos del mundo. El duelo no será decisivo –el vencedor será líder con una diferencia mínima-, pero puede ser un punto de inflexión para dos conjuntos que han alternado fases brillantes y mediocres. Real Madrid y Barcelona representan dos concepciones diferentes del fútbol, dos estilos antagónicos cuyos límites se han difuminado en algunos momentos de la temporada. El Madrid ha sumado a su brutal contragolpe la capacidad de controlar los partidos a través de la posesión. En su mejor momento de la temporada, el centro del campo formado por Kroos, Modric, Isco y James dominaba y ganaba los partidos a través de la combinación, si bien mantenía su gusto por el contraataque. Sin embargo, en la última fase de la temporada, con las bajas de Modric y James, el Madrid ha perdido imaginación y se ha visto obligado a recurrir a su arma más natural. Del mismo modo, en algunas fases el Barcelona ha renunciado al juego horizontal, a posesiones largas que permitan al rival encerrarse. Lo ha hecho en favor de su delantera, tal vez la mejor del mundo en ataque posicional, pero imparables con espacio.

La defensa del Madrid parece más segura. Incluso en los peores partidos del equipo de Ancelotti, cuando el rival le creaba ocasiones con facilidad, el principal problema no estaba en los defensas, sino tal vez en la poca ayuda que ofrecían los delanteros y en la superioridad del contrario en el centro del campo. Carvajal ha dado un paso al frente esta temporada. Su enfrentamiento con Neymar, al que defendió muy bien en la primera vuelta, será una de las claves del partido. Ramos y Pepe forman una de las parejas de centrales más sólidas del mundo. Son los líderes naturales del equipo. Marcelo será fundamental para sacar el balón jugado y para crear desequilibrios. Las mejores jugadas del Madrid suelen nacer en el costado izquierdo, en combinaciones del brasileño con Isco, Benzema o Cristiano. Sin embargo las caídas de Messi a la banda derecha pueden limitar sus incoporaciones.

En el Barcelona, Piqué pasa por su mejor momento en años. En sus enfrentamientos contra el Madrid su actuación siempre ha sido un factor determinante. Se ha medido a Cristiano Ronaldo con diferentes suertes. A su lado, estarán Mathieu o Mascherano, dependiendo de si finalmente Luis Enrique arriesga y Busquets juega de inicio. El francés promete fortaleza en los balones aéreos y potencia para sostener un sprint a los velocistas del Madrid. Mascherano es la anticipación y la lectura del juego, algo importantísimo en los Clásicos. Dani Alves y Jordi Alba son dos laterales incansables que siempre ofrecen un apoyo, o doblan a su extremo en busca de la línea de fondo. El Madrid tratará de aprovechar los metros que se creen a sus espaldas, especialmente en el caso del brasileño, con menor rigor táctico.

El centro del campo del Madrid explica la amplitud de recursos con los que cuenta el equipo de Ancelotti. Su duelo con la media blaugrana definirá el partido: los dos equipos querrán imponer su juego, y el que pierda el balón deberá decidir si presiona o espera. Los papeles ahora pueden intercambiarse. El Madrid sabe hacer de Barça, y el Barça de Madrid.

Real Madrid CF v FC Barcelona - La Liga

Busquets podría volver al equipo, recuperado de su esguince de tobillo, con lo que la circulación del Barcelona ganaría fluidez. Su grado de inspiración en la salida de balón y en la lectura de los espacios siempre ha sido otro elemento vital en los Clásicos. Mascherano puede ser un fantástico sustituto, sobre todo en un partido en el que su equipo no tendrá el balón en algunas fases del partido y deberá correr para recuperar. En el Madrid, Kroos volverá a ser el eje, después de su primera jornada de descanso de la temporada, justo antes de un partido que se presume exigente. Él y Busquets son los jugadores que más pases realizan en la liga. El alemán, además de ser el responsable del primer pase del Madrid, deberá vigilar su espalda, terreno en el que Messi suele disfrutar.

Iniesta e Isco tienen algunas similitudes: ambos son malabaristas del balón, expertos en esconderlo y hacerlo aparecer en el lugar menos esperado. Isco es uno de los favoritos de la afición madridista; no solo porque algunos vean en sus regates algún gesto que les recuerde a Zidane, no solo por su capacidad de sacrificio por el bien del equipo, sino por su personalidad para pedir el balón en los momentos clave. Muchos consideran que Isco será el relevo de Iniesta en la selección, pero incluso en sus mejores días, al malagueño le falta algo de la presencia del manchego, de su capacidad para gobernar los partidos, de la trascendencia de cada una de sus intervenciones. En el encuentro del Bernabéu, Isco completó un gran partido y el balón que robó a Iniesta en el 3-1 fue para muchos un símbolo del recambio generacional. Desde entonces el nivel de Iniesta ha mejorado mucho. Su función en el juego ha cambiado. Ha retrasado su posición en el campo, pero a medida que avanza la temporada su importancia en el equipo crece. Además acostumbra a alcanzar su mejor nivel en el momento decisivo de la competición.

Modric y Rakitic completarán el centro del campo del Madrid y del Barça. Los dos croatas son fundamentales para sus equipos, que sin su presencia han perdido recursos. La recuperación de Modric es la mejor noticia para el Madrid en las semanas previas al Clásico. Es un futbolista único y uno de los responsables de la versatilidad del ataque blanco. Rakitic no tiene tanta presencia como su compatriota. Su entrada en lugar de Xavi ha hecho que su equipo pierda algo de control de balón, algo de pausa. En su lugar, el croata aporta más capacidad de trabajo y llegada. Es un jugador complementario, pero con él el Barça es más competitivo. En las grandes victorias de la temporada, Rakitic siempre ha estado presente.

Las opciones de las delanteras dependerán en gran medida de la pelea en el centro del campo. La línea de ataque del Madrid tiene menos recursos y se siente más cómoda cuando puede jugar a la carrera. Cristiano y Bale, las dos perlas del proyecto de Florentino, son jugadores demoledores cuando encuentran las condiciones favorables, gracias a su poderío físico. Aunque su 2015 está siendo gris, en el Clásico pueden encontrar espacios y ser decisivos. Cristiano está en un mal momento: enfadado con sus compañeros, con la afición, con la prensa y consigo mismo, poco claro en el juego y de cara a gol. Sin embargo hace un tiempo que el Barça se le da bien. En el Camp Nou le gustaría poder correr y aprovechar su velocidad para encarar a Piqué. El Clásico es una oportunidad inmejorable para reponerse y dar la vuelta a la situación.

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Suárez y Benzema son jugadores muy diferentes: el pundonor y la ambición frente a la sutileza y la magia. Sin embargo, ambos ejercen de nueve en un equipo en el que no son los grandes goleadores. Su aportación al equipo va más allá de los goles que marcan. Suárez completará en el Clásico su primera vuelta con el Barcelona y se ha integrado en el equipo: pelea, presiona y se desmarca sin descanso. Siempre tiene el gol en la cabeza y su entendimiento con Messi y Neymar no ha dejado de mejorar. Benzema no aporta el trabajo de Suárez, ni le recorre esa especie de furia interna que sacude al uruguayo. El francés posee el talento de los mediapuntas y el acierto de los delanteros. Combina con los laterales y con los medios, y conserva el instinto asesino para llegar al remate. Aunque se le acusa de frialdad, suele rendir en las citas importantes y ha jugado muy buenos partidos frente al Barça, al que le ha marcado 7 goles.

Neymar llega al Clásico como tercer máximo goleador del campeonato, a pesar de su sequía goleadora en Liga. Su temporada está siendo bastante buena, aunque a veces no elige bien los regates y pierde demasiados balones en zonas intermedias. Ha entendido a la perfección el juego de Messi y eso le permite disponer de oportunidades con frecuencia. El argentino será la clave definitiva del partido. Las opciones del Madrid pasan por pararle, por limitar el juego que genera. Las del Barça porque Messi esté inspirado e interprete ese papel de jugador total que reclamó en la eliminatoria frente al Manchester City. En cualquier caso, es difícil imaginar una victoria culé sin que Messi sea determinante.

El Clásico llega cuando todavía quedan muchas jornadas para decidir los títulos. No resolverá el campeonato pero puede suponer un cambio en las tendencias que marcan esta liga, que parece moverse por oscilaciones en las que el nivel de los dos grandes dibuja un par de curvas opuestas.

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Diego Rodríguez Gascón

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Fotos: aporelmundial.com   sifutbol.com   peru.com