Argentina alcanzó la final del Mundial 24 años después, tras derrotar a la selección holandesa en la tanda de penaltis (0-0) (4-2).
Argentina y Holanda se enfrentaron en un partido aburrido, sin ambición ni brillo. Fue un duelo entre dos equipos conservadores, que han olvidado que la mejor forma de evitar riesgos es arriesgar de vez en cuando. La suerte de los penaltis alzó a Argentina y a su portero Romero. El meta argentino superó a Cillessen, demasiado acomplejado por su cambio ante Costa Rica. (Van Gaal hizo los tres cambios antes de los minutos finales de la prórroga y Tim Krul no pudo salir al campo).
Los dos equipos se midieron en un tanteo postizo, casi indigno de una semifinal de la Copa del Mundo (*). Nadie propuso jugar y todos se dedicaron a contener. Argentina estaba tan preocupada de Robben y Holanda de Messi, que ambos seleccionadores se dieron por satisfechos al ver que las estrellas rivales no intervenían. Tampoco aparecieron los secundarios holandeses: Van Persie parece otro futbolista, a Sneijder le sobra pegada pero le falta jerarquía en el juego, los laterales no se desplegaron y la media no supo construir ni una sola jugada. En Argentina, Higuaín se desfondaba y llegaba tarde al remate, Lavezzi fue un futbolista atropellado, Enzo Pérez fue de más a menos en el encuentro y la media estaba demasiado pendiente de no conceder espacios. Y a falta de figuras para decidir el encuentro emergió Mascherano para los argentinos y Vlaar para los holandeses.
Mascherano se ha ganado ser una de las voces más importantes del vestuario gracias a su compromiso y su solidaridad en el juego. Ayer trabajó en la recuperación y tuvo criterio en la salida de balón. No perdió muchos balones y, cuando lo hizo, tardó pocos segundos en recuperarlo. Mascherano se destapó además como el gran antídoto de Robben: era el primero en realizar la ayuda a los defensas y firmó un partido impecable en el marcaje del extremo. Vlaar, el mejor de los holandeses, era al comienzo del torneo uno de los debutantes de Holanda. Van Gaal emprendió su renovación fundamentalmente en defensa y Vlaar fue el elegido para liderar la zaga. Frente a Argentina realizó un gran partido: estuvo rápido al corte, seguro en el juego aéreo, eficaz en la disputa y valiente ante Messi. Solo empañó su actuación con su fallo en la tanda de penaltis, en el primer lanzamiento de los holandeses.
Ninguno de los dos equipos quiso jugar y la prórroga y los penaltis parecían un final inevitable. Fue un partido táctico, con dos equipos que atendieron demasiado a la pizarra y se olvidaron del balón. En Argentina solo algún destello de Messi o los desmarques de Higuaín parecían desordenar el partido. Cada vez que el 10 toca el balón encuentra soluciones a un juego sin creatividad. Pero pasa mucho tiempo entre sus intervenciones. Y, entre tanto, por mucho que retrase su posición, Leo no hace nada por recibir. Hasta el minuto 8 de juego no tocó el primer balón y en la prórroga recibió liberado en una sola ocasión. Dribló hacia la derecha y sacó un centro peligroso, que remató en semifallo Maxi Rodríguez. Messi solo disparó una vez a puerta (en una falta que detuvo Cillesen mediada la primera parte) y parece estar desfondado en los partidos.
Argentina supo contener a Robben durante muchos minutos. El holandés estuvo desaparecido durante toda la primera parte y comenzó a entrar en el partido en el último tramo del tiempo reglamentario. Buscó el perfil izquierdo y llegó a línea de fondo. Y en el descuento de los 90 minutos, tuvo la ocasión para clasificar a Holanda. Robben encontró un hueco entre la defensa y enfiló la portería. Al holandés le sobró un toque y Mascherano le comió terreno e interceptó su disparo. Aunque jugó su peor partido de la competición, creció en la prórroga, frente a una defensa cada vez más agotada.
Holanda apretó en la primera parte de la prórroga y Argentina tuvo ocasiones en la segunda. La salida de Agüero le aportó mayor dinamismo a un juego estático, pero el Kun está lejos de su mejor momento y parece todavía renqueante de su lesión. Cuando se acercaba la tanda, Palacio se plantó solo ante Cillesen, pero remató de un modo inocente. Y sin que ni Holanda ni Argentina hiciesen nada por remediarlo, el partido llegó a los penaltis. La albiceleste se volvió a agrupar en torno a Sabella y el entrenador no escondió los tiradores. Mascherano se dirigió a Romero y le dijo «hoy vos te convertís en héroe». El portero argentino siguió sus consejos, fue el mejor jugador del partido y paró los lanzamientos de Vlaar y Sneijder[1]. Los penaltis de Messi, Garay, Agüero y Maxi sellaron la clasificación para Argentina. El 10 argentino no pertenece, de momento, a la larga lista de grandes jugadores que ha fallado un penalti en un mundial.
Argentina se clasificó en el Arena de Saõ Paulo para la final del domingo en Maracaná. Fue un equipo con oficio y experiencia al que le acompañó la suerte. Ya no sorprenden sus carencias y ha llegado a la final siendo un equipo lento y previsible, que en ocasiones desprecia el balón. Messi necesita un equipo que le involucre en el juego con la posesión y sus lagunas en los partidos también responden a eso.
Argentina se clasificó por última vez para la final de un Mundial en Italia ´90. Con Maradona como capitán y tras otra tanda de penaltis. Perdieron la final por 1-0 ante la Alemania de Matthäuss. Cuatro años antes, en México ´86, Maradona había conquistado la Copa del Mundo (3-2) también ante La Mannschaft.
Holanda perdió la oportunidad de llegar a una final cuatro años después de su derrota en Johannesburgo. Confió todas sus opciones a una suerte que ya le aupó ante Costa Rica y que le dio la espalda ante Romero. Argentina fue un equipo vulgar con el balón, aunque bien trabajado en el aspecto defensivo. Sin embargo, frente a la selección de Joachim Löw deberán generar más ocasiones y Messi, que está ante la oportunidad de su vida, tiene que asumir responsabilidades. Alemania hace temblar a cualquiera y Argentina no emociona.
Por Jorge Rodríguez Gascón.
(*) Lamentablemente, muchas semifinales de la historia de los mundiales se han decidido entre dos equipos tan calculadores y rácanos cómo lo fueron ayer Argentina y Holanda