LOS MAGOS DE ARGUINEGUÍN: DAVID SILVA

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David Silva (Arguineguín, Gran Canaria, 1986) es el segundo talento del pueblo, un fino enganche zurdo. Tiene rasgos orientales que proceden de los antepasados asiáticos de su madre. Su padre, canario, es responsable de la seguridad de Mestalla. Silva mostró pronto su obsesión por el balón y a los 8 años se desplazó al pueblo vecino, Maspalomas, para jugar en el benjamín del Ud San Fernando. Volvió a su Arguineguín natal y coincidió con Aythami, el tercer futbolista profesional del pueblo. El joven Silva forjó su talento en una vivienda con vistas al puerto. Era un chico tímido e introvertido que solo pensaba en el fútbol. A los 14 años llegó el Valencia para ficharlo y el canario se desplazó a la ciudad del Turia. Sufrió la ausencia de su familia pero se formó en las categorías inferiores durante tres años. Y conquistó el campeonato de España de categoría cadete. Realizó una prueba con el Real Madrid y lo descartaron por su tamaño.

A los 18 años fue cedido al Eibar y debutó en Segunda. Su equipo quedó 4º y estuvo cerca de lograr el ascenso. El joven Silva mostró (en una liga complicada) su zurda exquisita y su capacidad para ser un jugador combativo. Un jugador generoso en el esfuerzo colectivo. Su año en el Eibar le valió una nueva cesión y su debut en Primera. Y ganó un Europeo sub 19 en Suiza (2004).

Aterrizó en Balaídos y volvió a exhibir su calidad. Debutó con el Celta de Vigo frente al Málaga y jugó 34 partidos en su primer año. Marcó 4 goles y el Valencia le recuperó en 2006. El canario llegaba para coger el testigo de Aimar, que se había marchado al Zaragoza. Quique Sánchez Flores le dio galones y en Valencia encontraron a un futbolista de gran proyección. Con una conducción plástica y una visión privilegiada. Consiguió 10 goles y 5 asistencias entre todas las competiciones, en su primera temporada. Silva se asoció con Villa y sirvió a Morientes en un equipo que cumplió los objetivos. La apuesta por el de Arguineguín salió bien y rindió 4 años a gran nivel en Mestalla.

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En 2007 el equipo vivió un año complicado. Llegó a estar en la zona de riesgo de la clasificación, con problemas internos tras la llegada de Koeman. Pero recuperaron el rumbo y cerraron a lo grande una temporada extraña venciendo la Copa del Rey. El canario fue fundamental en la reacción de su equipo y en la final ante el Getafe. A su sociedad con Villa, se unió Mata. Un futbolista del mismo corte: zurdo, creativo y de técnica depurada. En las dos siguientes temporadas superó una operación de tobillo y mejoró sus números con el Valencia.

Con la selección española fue convocado por primera vez en noviembre de 2006. Luis Aragonés le puso a jugar y la roja conquistó la Eurocopa en 2008 completando un torneo soberbio. Silva firmó una actuación memorable en la semifinal ante Rusia. Se asoció con futbolistas de su estilo como Xavi e Iniesta y surtió de balones a los delanteros Villa y Torres.                                                                                                 En Austria se formó un equipo que dominó en las siguientes citas internacionales, con el control de la posesión como bandera. Llegó el Mundial de Sudáfrica después del mejor año de Silva en el club valencianista. España se tambaleó al principio y cayó en el primer partido ante Suiza. Silva fue el gran sacrificado de la derrota y solo jugó 66 minutos en todo el torneo. Se convirtió en mártir de manera inmerecida y Del Bosque fue criticado por ello. El canario no se quejó y disfrutó la victoria aunque no fue decisivo. España ganó el Mundial pero no jugó al nivel de la Eurocopa de Austria y venció sus partidos por un solo gol de diferencia. Aún así el equipo se repuso de la derrota inicial y alcanzó un título histórico, con Iniesta como referente.

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En la Eurocopa de 2012 el de Arguineguín volvió a ser una pieza clave. Fue titular en casi todos los partidos y fue de menos a más en la competición. Culminó su actuación con una gran final ante Italia, en la que España venció por 4-0 y Silva marcó un gol. Del Bosque rectificó y le dio importancia al canario.

Después del Mundial el Manchester City lo fichó en 2010 por 33 millones. El Valencia sufría problemas económicos y Silva abandonó la liga española. Ni el Barcelona ni el Real Madrid apostaron con firmeza por él en un error del que aún se arrepienten. Llegó a un equipo poderoso, con un proyecto ambicioso y futbolistas de renombre. Su entrenador en sus primeras temporadas, Mancini, tardó en darse cuenta de que Silva ponía en marcha el engranaje del equipo. El canario acabó siendo fundamental: asistió a los delanteros, conectó entre líneas, se asoció con Touré y llegó al área. El Manchester City ganó la FA Cup y su equipo fue tercero en liga. Al año siguiente Silva realizó una temporada fantástica. Sus números se dispararon a los 7 goles y 16 asistencias y su juego impresionó en el Etihad Stadium. El Manchester City se proclamó campeón de la Premier League 44 años después en una bonita pugna con el United. Silva fue el futbolista más valorado por la afición y jugó partidos memorables, especialmente ante los red devils. En un equipo en el que el canario creaba, Touré se desplegaba y Agüero ejecutaba. En los dos años siguientes Silva volvió a superar alguna lesión. La temporada pasada estuvo parado varios meses pero cuando regresó siguió siendo protagonista en el City. A sus títulos anteriores sumó una Community Shield y recientemente una Copa de la Liga.

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Silva se ha visto beneficiado por la llegada de Pellegrini este verano y ha incrementado su peso en el equipo. Está realizando una gran temporada y la semana pasada en el Calderón con España fue uno de los destacados. El canario tiene una asignatura pendiente con el Mundial y espera poder redimirse en Brasil.

Silva es un futbolista diferente, de esos que solo se encuentran en Arguineguín. De esos que jugando emocionan. Un genio con un extraño magnetismo con el balón. Silva utiliza la sutileza para hacer lo más sencillo y lo más inteligente. Es un jugador fino, muy estético jugando, que siempre toma las decisiones correctas. Capaz de descargar y encontrar el pase definitivo. Un tímido mediapunta que parece flotar por el campo. En la Premier ha alcanzado el reconocimiento de compañeros y rivales. Pellegrini sabe que su presencia dota de sentido al juego y multiplica las opciones ofensivas del equipo.

Silva ha sido en ocasiones criticado por ser un jugador blando, al que le falta pegada a la hora de finalizar las jugadas. Incluso su abuela se lo dice en ocasiones: «tienes que buscar más el gol, tirar más a puerta, que llegas hasta allí y luego no tiras, mi niño…»[1]. Silva, al igual que Valerón, disfruta dando asistencias casi tanto como cuando marca goles.

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El Manchester City se mide esta noche al Barcelona en un duelo de púgiles heridos. El Barcelona es un equipo deprimido y el Manchester llega dolido tras la eliminación en la FA Cup ante el West Ham. El Barcelona parte con ventaja tras el 2-0 de la ida pero se enfrenta a un equipo peligroso que cree en la remontada. Y que cuenta con un arquitecto del fútbol: el segundo mago de Arguineguín.

Estadísticas de Silva.

Valencia.

2006/2007: 10 goles, 5 asistencias.

2007/2008: 5 goles, 10 asistencias.

2008/2009: 5 goles, 8 asistencias.

2009/2010: 10 goles, 10 asistencias.

Manchester City.

2010/2011: 5 goles, 9 asistencias.

2011/2012: 7 goles, 16 asistencias.

2012/2013: 4 goles, 7 asistencias.

En lo que va de temporada (2013/2014): 5 goles, 8 asistencias.

[1] . Su abuela de Arguíneguin, apodada la tijanera, es una de sus mayores fans. Ve con su marido los partidos una vez acabados, conociendo el resultado, para no sufrir achaques.

Por Jorge Rodríguez Gascón.

LOS MAGOS DE ARGUINEGUÍN: JUAN CARLOS VALERÓN

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Juan Carlos Valerón (Gran Canaria, Arguineguín, 1975) es el primer talento del pueblo, un maestro del último pase al que apodaron el flaco. Jugó en el equipo de su localidad desde niño y llamó la atención de las Palmas, el club que le hizo debutar en 1994. Allí consiguió el ascenso a Segunda al lado de su hermano Miguel Ángel y de dos de sus compañeros en el Deportivo: Turu Flores y Manuel Pablo. Se curtió en Segunda y el Mallorca le dio la oportunidad en Primera. El club balear le fichó en 1997 y Valerón mostró que era un futbolista distinto. Fue traspasado al Atlético pero llegó a un equipo en depresión. Valerón conoció por primera vez la tragedia del descenso en un equipo grande. Tras dos temporadas en el Manzanares el Deportivo lo rescató y allí jugó su mejor fútbol durante 12 campañas.

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Valerón llegó a un equipo que acababa de ser campeón de Liga, un equipo humilde que enamoró y sorprendió a los grandes de España y de Europa. Compartió protagonismo en sus primeras campañas con otro genio: Djalminha. El brasileño era un malabarista descarado e insolente. Y Valerón ya entonces leía el fútbol como nadie, dominaba el espacio y encontraba el pase definitivo. El Deportivo vivió la mejor etapa de su historia. Ganó la Liga (el año anterior a la llegada de Valerón), 2 Supercopas de España y una Copa del Rey, la del centenariazo. En aquel partido, el Deportivo le robó al Madrid el trofeo en su propia fiesta. Antes del encuentro, los blancos preparaban una celebración para conmemorar su centenario y la consecución del título, que ya daban por hecho. Los gallegos se conjuraron, ofendidos por el desprecio del rival y arruinaron la celebración. El Deportivo cambió el guión de una noche soñada para el madridismo. Venció 2-1 con goles de Tristán y Sergio. Valerón dio una clase de fútbol, poniendo la pausa, desbordando y alimentando a los delanteros.

El Deportivo dejó un legado tan valioso como sus títulos. Fue un equipo modesto capaz de plantar cara a los grandes de Europa. Lo hizo en la Copa de Europa, el gran escaparate para los blanquiazules. Consiguió victorias de renombre en Old Trafford, Highbury, El Olímpico de Múnich o San Siro. En ellas, Valerón fue siempre el motor del equipo.

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Un ciclo que acabó en la eliminatoria de semifinales ante el Oporto, que dirigía José Mourinho. El Depor venía de una remontada histórica ante el Milán, en la que Valerón había sido protagonista (marcó un gol y asistió). Pero el Oporto les birló un sueño. El oficio del conjunto portugués y la actuación de Deco pudieron con las ilusiones gallegas y el equipo se quedó a las puertas de la final. Valerón tuvo el gol de la victoria pero Víctor Bahía atajó su disparo. El primer mago de Arguineguín siempre ha sido más feliz dando goles que marcándolos. Respondiendo a una máxima futbolística que dice que un gol hace feliz a una persona y una asistencia a dos.

Valerón era un jugador diferente a todos los demás. Con una finura,  una conducción precisa y una manera de acariciar el balón inconfundible. A veces parecía que caminaba por el campo pero mejoraba la jugada en cada una de sus intervenciones. El balón no era el mismo después de pasar por sus pies. Valerón era uno de esos jugadores que compensa su lentitud de pies con su velocidad de mente. Un mediapunta imaginativo, que veía el fútbol como nadie y conocía el juego como pocos. Sabía cuando debía jugar al primer toque y cuando debía retener el balón y esperar a que surgiese el pase de gol. En esta especialidad, en la asistencia, tal vez sea el mejor de los últimos años. De hecho, Diego Tristán y Makaay fueron pichichis aprovechando sus asistencias.

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Valerón fue 46 veces internacional con España y marcó 5 goles. El canario disputó el Mundial de 2002, al que España llegó con esperanzas. Realizó buenos partidos pero la lesión de su socio Diego Tristán, en los primeros partidos, le perjudicó. No pudimos ver una conexión única en el mejor escenario posible. La selección jugaba entonces a otra cosa, aún no había decidido si era “toro o torero”[1] y las diferencias de estilo perjudicaron a Valerón. España cayó en los polémicos cuartos de final ante Corea y Valerón fue consciente de que había perdido su oportunidad. Del Bosque dijo hace poco tiempo que el juego del flaco encajaría con el de la actual selección española. Es una pena que el cambio de estilo del combinado nacional llegara cuando Valerón estaba en pleno declive, con unas rodillas ya debilitadas.

La carrera de Valerón se vio interrumpida por las lesiones en el mejor momento de su vida. Primero en 2005 una entrada salvaje de Peña, del Valladolid, le tuvo apartado tres meses. Al año siguiente, jugaba ante el equipo que le abrió las puertas de Primera División: el Mallorca. Allí se rompió el ligamento cruzado anterior y siguió su calvario. Fue operado y cuando se preparaba para su regreso, en pretemporada llegó su primera recaída (2007). Valerón era un jugador experimentado y tenía que someterse a una nueva operación. Fue constante y creyó en sus posibilidades de recuperación. Reapareció para jugar frente al Real Madrid pero su rodilla se volvió a partir en un entrenamiento a las pocas semanas. Esta vez se lo tomó con más calma y diversos especialistas examinaron su caso. Realizaron una operación más agresiva el 31 de Marzo de 2007 que consistía en el implante de un injerto de cadáver para reconstruir el ligamento dañado. La operación fue un éxito y los médicos fueron optimistas desde el primer momento. Valerón tenía 33 años y tres operaciones a sus espaldas. Pero no se vino abajo y volvió a los campos de fútbol el 27 de Enero de 2008. Después de eso sus rodillas no volvieron a fallar.

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Las lesiones afectaron al juego de Valerón. El flaco siguió dejando pinceladas de clase pero su radio de acción se redujo. Pese a ello era siempre el futbolista más imaginativo del campo. Su declive físico coincidió con la decadencia del Depor. El equipo coruñes pasó de luchar en las semifinales de Champions a pelear por la permanencia. Cuando la urgencia del descenso acechaba al Deportivo, Valerón daba la cara y asumía responsabilidades. Los gallegos consiguieron salvarse varias temporadas en situaciones límite. Con Caparrós en el banquillo, el equipo se libró tras una segunda vuelta espectacular. Con Lotina también consiguieron la permanencia, pero tras varios años jugando con fuego el Deportivo se quemó en 2012. Perdió la categoría tras un partido dramático frente al Valencia.

El descenso se consumó con Lotina y la cifra de abonados del Deportivo aumentó con el equipo en Segunda División. Valerón se comprometió a devolver al equipo de su vida a la división que merecía. El canario dijo entonces que le hacía la misma ilusión jugar en Segunda con el Deportivo que con la selección española. Realizó una temporada espectacular y, con Jose Luis Oltra en el banquillo, el Deportivo logró el ascenso con cierta antelación. Valerón había devuelto al Depor a Primera, pero fue tentado y jugó una temporada más en el club gallego.

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La temporada fue dura. El Deportivo fue colista durante casi toda la campaña. Parecía descendido en Enero y, en la fase final de la temporada llegó a estar a 8 puntos de la salvación. Entonces llegó Fernando Vázquez al banquillo y el Deportivo se aferró a la permanencia. Valerón fue protagonista de la reacción coruñesa pero el equipo no pudo obrar el milagro. Llegó a la última jornada con opciones pero perdió ante La Real Sociedad, que se jugaba la Champions. Y volvieron a descender, ante la tristeza de toda la afición y del flaco. Valerón apareció en sala de prensa, con la voz más aguda que nunca y, entre lágrimas, anunció su retirada del Deportivo.

La fortuna le regateó en numerosas ocasiones: en el fracaso del Atlético, la derrota ante el Oporto, la eliminación en Corea, sus lesiones de rodilla y finalmente los descensos con el Depor. No consiguió la permanencia un año después del ascenso, el que hubiese sido el final ideal de Valerón en el club gallego. El fútbol es un deporte en el que hasta a los genios se les exige correr más que el rival. Aún así se convirtió muy pronto en ídolo de la afición, en la leyenda del club de su vida: el Deportivo de la Coruña. Una leyenda con aroma a melancolía y grandeza. El flaco fue (y lo sigue siendo) un jugador respetado, apreciado y admirado por todo el fútbol español. Un artista que jugaba a otra cosa.

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Valerón volvió a las Palmas de Gran Canaria, su primer club, y apura su temporada en Segunda. Regresó a Riazor (está vez como visitante) y el público se puso en pie para recibirle. El flaco, abrumado y emocionado, agradeció el cariño de una afición entregada al primer mago de Arguineguín.

Por Jorge Rodríguez Gascón.


[1] Menotti realizó esta afirmación refiriéndose a que España no tenía un estilo definido. Y debía decidir si quería ser toro o torero. A España se le conocía entonces por la furia y ahora se le conoce por el tiki taka.