EL BARCELONA AFINA SU MELODÍA

El FC Barcelona mostró su mejor perfil ante el Valencia y asegura su primera final de 2016, tras una noche de gran inspiración de su tridente. Suárez logró el sexto póker de su carrera y Messi añadió otro hat-trick a su historial. La primera parte fue una de las mayores exhibiciones que se le recuerdan al Barça de Luis Enrique; una declaración de principios, ejecutada con buen gusto y un gran sentido del juego colectivo. En el segundo tiempo, el conjunto azulgrana pudo firmar una decena, beneficiado por la injusta expulsión de Mustafi, que chocó a medias con el balón y a medias con Messi. No aprovechó el penalti Neymar, que estuvo reñido con el gol toda la noche. El brasileño, siempre un jugador exótico y valiente, destacó más en el regate que en la definición.

El Valencia fue incapaz de sacudirse la presión rival y acabó entregado antes de tiempo. La imagen del equipo y la posición del entrenador, al margen del grado de acierto de los blaugranas, queda seriamente dañada. Gary Neville, que parece el perfecto ejemplo de la mala gestión del Valencia esta temporada, permaneció inmóvil, casi petrificado, frente la demostración del Barça.

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El Barcelona había sufrido mucho en los inicios de los últimos partidos. Con el recuerdo de los cuartos de final frente al Athletic de Bilbao y el gol inicial de Koke en el duelo del pasado fin de semana, el Barça salió decidido a encarrilar la eliminatoria en los primeros minutos. El Valencia de Neville cometió una pequeña osadía antes del partido: decidió atacar en el primer acto sobre el gol sur, el lugar que habitualmente elige el Barcelona. Y, como consecuencia, el equipo de Luis Enrique jugó la primera parte sin reservas, como si no recordara que tenía que jugar una segunda. Como si le faltara el tiempo y necesitara los goles con la urgencia de una remontada. Nada que ver con la versión pragmática y calculadora que ofreció el pasado sábado ante el Atlético en un Camp Nou repleto. Esta vez, el Barça brindó a la discreta entrada del estadio un partido pleno, de esos que inyectan confianza cuando se acerca el tramo decisivo de la temporada. El Barça se articuló en torno al fútbol de seda de Busquets, a la conducción de Iniesta, vivió del talento de Messi, del olfato de Suárez y del regate de Neymar. Arda Turan y Aleix Vidal participaron en varios goles y firmaron su mejor partido hasta la fecha. Incluso Mathieu pareció cuidar sus frecuentes despistes y estuvo cerca del gol en el segundo tiempo. Lo mismo ocurrió con Piqué y Jordi Alba, que acudieron al ataque sin reparos.

Por momentos, el silencio del campo permitió oír la sinfonía de los pases, una partitura llena de armonía, de brillo y de efectividad. El Barça destapó toda su fantasía y no administró sus recursos. Ofreció un fútbol lleno de retórica y, a la vez, de ambición. Al recital blaugrana contribuyó el Valencia, que mostró demasiados síntomas de apatía desde muy pronto. Pagó el error inicial de André Gomes, que perdió un balón en un momento comprometido, y el equipo nunca se recuperó. La pérdida del portugués, probablemente el mejor jugador de la plantilla ché, fue suficiente para lanzar la carrera de Neymar y allanar el camino del gol a Suárez. El uruguayo vive un momento de plenitud que se manifiesta en cada jugada; es capaz de proponer soluciones permanentes a sus compañeros, es generoso y parece siempre dispuesto al remate. Con frecuencia, rescata ocasiones que parecen intrascendentes; vive al borde del tropiezo y de la precipitación, pero siempre encuentra un recurso para conseguir ventajas sobre su marcador. En el minuto 12, ya había asestado dos golpes definitivos al Valencia, con dos tiros cruzados, inapelables para el meta Mathew Ryan. En el primero, se sirvió del pase de Neymar y, en el segundo, aprovechó una magnífica dejada de Aleix Vidal.

Los goles de Suárez y el dribling de Neymar, autor de algunas genialidades sobre Barragán, despertaron a Messi, que decidió pronto que quería ser protagonista en el partido. El 10 recuperó la explosividad anterior a su lesión, descifró el partido desde la posición del enganche y burló rivales con facilidad, hasta completar el trigésimo cuarto hat-trick de su carrera. Pronto aprovechó la plenitud del juego colectivo y firmó el tercer gol blaugrana, tras beneficiarse de la sutileza de Neymar y Suárez. El brasileño y el uruguayo dejaron pasar un servicio de Iniesta y el balón quedó franco para Messi, que batió con frialdad a Ryan. Con un juego basado en la precisión y en la solidaridad de todo el equipo en la presión, el Barça desquició al Valencia, que deambuló sin orgullo por el césped del Camp Nou. Al equipo de Neville, ahogado por la rápida recuperación del Barça, le costaba salir de su terreno y solo pudo protegerse del juego blaugrana en el balcón de su área. Incluso le pareció inoportuno interrumpir el fútbol del Barça con faltas.

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El primer tiempo solo se vio empañado por un error del árbitro, que más allá de que interpretara penalti en una caída de Messi frente a Mustafi, condenó al Valencia a jugar con diez toda la segunda parte. La pena máxima la ejecutó Neymar de manera caprichosa y su disparo lo escupió el palo, para desesperación del brasileño, que ha fallado el 50% de los penaltis que ha tirado con el Barça. El hecho de que no marcara fue la única nota negativa para el equipo de Luis Enrique, pero a Neymar no pareció molestarle del todo. Cuando vio que el marcador ya estaba resuelto, decidió jugar para la grada, más preocupado por engañar a su marcador que al portero. Lo agradeció la hinchada, que celebró cada finta, en el día posterior a la declaración del brasileño en la Audiencia Nacional.

En el segundo tiempo el Barcelona no exhibió la velocidad de circulación del primero, pero pudo ensañarse con un rival herido, que ha perdido la capacidad competitiva que se le supone a un club de su categoría. El tercer tanto de Messi representó como ningún otro la desidia valencianista. Parejo, que ayer no pareció ni una sombra de lo que fue, decidió tirarle un caño a Messi en su propia área, y el argentino se lo hizo pagar al instante. Recuperó el balón y fusiló a Ryan, que pudo hacer más para detener el disparo. Minutos antes, Messi había firmado el 4-0, tras culminar otro gran gesto de Suárez. Con Gayá y Santos vencidos ante la zurda del argentino, Messi cruzó el balón e hizo inútil la estirada de Ryan. El portero australiano del Valencia asistió impotente, como todo el equipo ché, al vendaval blaugrana. Demasiado desprotegido por una defensa que perdió a su capataz -Mustafi-, Mathew Ryan ya conoce el riesgo de guardar las porterías del Camp Nou. Recogió siete veces el balón de sus redes y no lo tuvo que hacer más porque Neymar falló varias veces en boca de gol. Y no fue porque no le buscarán Messi y Suárez, entregados a la causa del brasileño en el último tramo. El uruguayo completó su actuación con dos goles en los diez minutos finales, habilitado en el primero por Adriano y en el segundo por Arda Turan, que parece del todo acomodado al juego blaugrana.

El Barcelona cerró el partido en la portería rival y el Valencia pidió perdón por una de las derrotas más humillantes de su historia. En este tipo de encuentros nunca se sabe si el resultado se debe al esplendor del vencedor o a la depresión que sufre el equipo vencido. Quizá una mezcla de ambas cosas permitió que el Barça ya tenga los dos pies en la final de Copa, pendiente ahora de conocer su rival en la cita del próximo 21 de mayo.

No hubo dudas en una noche redonda para los blaugranas, que encontraron en el Valencia un rival idóneo, melancólico y hundido. El equipo de Neville deberá centrar ahora todos sus esfuerzos en la competición doméstica, en la que no gana desde hace 11 partidos. Más allá de los goles de Suárez y Messi, brilló como casi siempre Busquets, autor intelectual de un sinfín de jugadas, el gran intérprete del plan de juego blaugrana. Sigue quedando un mundo para que se decidan los títulos, pero gracias a él y a la complicidad del Valencia, el Barcelona pudo afinar su melodía.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto: David Martín (Getty Images- El País)

 

EL OCTUBRE DEL BARCELONA

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El fútbol posee rincones ocultos y giros inesperados. Sólo así se explica que el Barcelona, campeón de todo hace unos meses, viva una situación delicada a principios de octubre. El equipo de Luis Enrique cosechó en Sevilla su segunda derrota consecutiva fuera de casa y llora la baja de Messi, el gran artífice del triplete. Castigado por las lesiones y por la FIFA, el Barcelona ha encajado en el primer mes de temporada 20 tantos en todas las competiciones, sólo un gol menos de los que recibió en la pasada liga. La ausencia de piezas importantes del equipo- en lo que va de liga ya han caído por lesión Messi, Iniesta, Rafinha, Jordi Alba, Alves y Vermaelen- ha limitado a una plantilla corta, que llegó a principios de agosto con sólo 16 futbolistas de grandes prestaciones. Las salidas de Xavi y Pedro dejaron al Barça sin piezas de recambio, y en apenas dos semanas, Luis Enrique ha visto caer a los dos grandes conductores del juego blaugrana: Andrés Iniesta y Leo Messi.

El Barcelona ha dejado escapar seis puntos en el primer mes de competición y ha mostrado demasiadas veces su fragilidad defensiva. Su falta de acierto en las áreas le convierte en un equipo vulnerable, al que le cuesta controlar los arrebatos del rival. De repente, la zaga azulgrana parece pesada, incapaz de gestionar los metros que cede a su espalda. Mascherano y Piqué han firmado actuaciones cuestionables, Mathieu es un jugador proclive al despiste, Dani Alves no vigila la marca y Vermaelen, que pareció al principio el gran fichaje del año, ocupa otro sitio en la enfermería. Luis Enrique sigue sin confiar en Bartra para los partidos importantes y la explosividad de Jordi Alba necesita descanso. El Barcelona también sufre un gran vacío en el mediocampo, el más llamativo quizá, pues es el lugar en el que se construye la propuesta de la Masía. En el Camp Nou, parece inevitable echar la vista atrás y añorar el pase de Xavi, que cerró con el triplete una carrera mágica. Ahora, en esa zona el club describe cierta sensación de abandono. Rakitic lleva varios partidos a menor nivel y Busquets debe cubrir demasiado terreno, incluso con la aportación de Sergi Roberto, al que se ve más suelto en el lateral. El inicio de año del futbolista de Reus es, probablemente, la mejor noticia de estos últimos meses en el Barcelona.

También la delantera, clave en la triple corona, parece lejos del nivel de eficacia de la temporada pasada. En lo que va de temporada el Barcelona ha necesitado una media de 7 disparos para hacer gol. Prueba de ello son sus 9 lanzamientos a puerta ante el Sevilla, para marcar un tanto de penalti. Los próximos meses, sin la zurda de Messi, Neymar y Suárez deben guiar al Barcelona en la carrera por la liga. En la portería, el equipo de Luis Enrique tampoco ha podido mantener la estabilidad de la pasada campaña. Bravo estuvo de baja por una lesión en el sóleo y Ter Stegen ha mostrado más atrevimiento que seguridad al remplazarle. Stegen ha recibido 15 goles en seis encuentros y Bravo encajó sus dos primeros tantos en su regreso ante el Sevilla. La temporada pasada el chileno estuvo imbatido hasta la octava jornada de liga.

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La falta de efectivos obliga a Luis Enrique a mirar a la cantera, una estructura cuestionada por la FIFA. De momento, del filial sólo parece contar Gumbau, un jugador de buen toque, pero propenso a la timidez. El siguiente canterano en la rotación es Cámara, que estrenó convocatoria en Sevilla. A la espera de una oportunidad están también los olvidados Samper, Dongou o Grimaldo, a los que Luis Enrique no ha llamado en toda la temporada. El técnico asturiano sigue confiando en las variantes de Sandro y Munir, futbolistas que parecen incapaces de cubrir el hueco que dejó Pedro.

La decisión de prescindir de Deulofeu o Adama tampoco parece del todo acertada, entre otras cosas porque en la plantilla no hay un solo extremo puro, una posición clave en el ideario de la Masía. Mientras tanto, en el Sporting de Gijón brilla Halilovic, uno de esos zurdos que poseen talento para proponer algo distinto. La cesión le ha venido bien al croata, aunque se cerró antes de que empezaran a caer piezas importantes de la plantilla blaugrana. Quizá ahora Halilovic habría sido útil para Luis Enrique, al que le cuesta encontrar soluciones para paliar la ausencia de Messi. En cualquier caso, Halilovic necesita minutos que el Barça no puede garantizar.

Curiosamente, unos meses después de ganar la Champions, el Barcelona transmite la sensación de ser un equipo algo envejecido, débil y poco renovado, al que le cuesta encadenar varios esfuerzos en pocos días. Mermado en todas sus líneas, el Barça afronta sus días más delicados, con la esperanza de que octubre no sea un mes decisivo para la competición. De momento, sus rivales no han aprovechado las derrotas del Barça (que ya ha perdido en tres de sus desplazamientos en lo que va de temporada). Si el equipo de Luis Enrique pretende llegar en una buena situación al mercado invernal, no puede permitirse perder muchos más puntos. En enero podrá contar con Arda Turan y Aleix Vidal, dos buenas piezas de refresco en un equipo escaso de efectivos.

Poco después de besar el cielo de Berlín, el Barcelona debe recuperar la confianza ante el Rayo. Toda una ironía para Luis Enrique, que conoce los secretos del fútbol: un juego que se alimenta de momentos imprevistos.

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Jorge Rodríguez Gascón.

Foto1: peru.com. Foto2: ibtimes.co.uk

EL BARÇA MÁS SERIO ANULA AL PSG

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El Barcelona consiguió el pase a semifinales tras derrotar al Paris Saint Germain en el Camp Nou (2-0). El resultado de la ida le otorgaba cierta tranquilidad, pero Luis Enrique se encargó de mentalizar a sus jugadores, a los que exigió que afrontaran el partido con la misma seriedad que en el primer partido de la eliminatoria. En París, el Barcelona realizó un partido muy completo, con buenos tramos de juego e inteligencia para superar a un rival mermado. En el impoluto césped del Parque de los Príncipes, el Barcelona ofreció un fútbol coral, dirigido por Messi y culminado, con brillantez, por Luis Suárez. Y en la vuelta en el Camp Nou, el Barcelona escuchó las advertencias de su técnico y afrontó el partido con el mismo rigor competitivo. Consciente de los peligros del PSG, el Barcelona imprimió un sello reconocible a su juego: supo dormir a su rival con la posesión, aceleró en el momento preciso y realizó un gran ejercicio en la presión. Y recuperado su manual más tradicional, el Barcelona se ordenó a través del balón, que resguardó como nadie Iniesta. El manchego firmó una gran primera parte y fabricó el gol que premió el inicio del Barcelona. Fue en una jugada llena de plasticidad y de sutileza, en la que Iniesta condujo desde su propio campo, se deshizo de tres rivales y le sirvió un balón medido a Neymar. El brasileño, especialmente eficaz frente al PSG, le ganó la carrera a David Luiz y dribló al meta Sirigu para introducir el balón en la red. El gol del Barcelona sofocó cualquier posibilidad de remontada y el PSG dejó de creer en sus posibilidades demasiado pronto. Y se fue del Camp Nou prácticamente inédito; sin rastro de pólvora en sus delanteros y con escasas muestras de talento de Pastore o Ibrahimovic, que firmaron un partido discreto en el momento en el que más se les necesitaba. Solo Verratti se rebeló ante el dominio del Barça y dejó algún detalle que levantó el asombro del Camp Nou. Pese a ello, el fino mediocampista italiano acabó harto de perseguir sombras y mostró su impotencia en una patada a Neymar en el segundo tiempo. El brasileño volvió a ejercer de finalizador en el segundo gol, tras un centro de su compatriota Dani Alves. Neymar batió a Sirigu de cabeza y firmó su quinto gol de la temporada frente al equipo parisino. El segundo gol le dio al Barcelona argumentos para relajarse, pero el equipo de Luis Enrique mostró la misma seriedad que al inicio y se esforzó en dejar su portería a cero.

La segunda parte no tuvo mucha historia. El PSG adelantó líneas en busca de un gol que le diese vida a la eliminatoria. Y aunque mantuvo sus buenas intenciones con el balón, se topó siempre con el buen ejercicio defensivo de los blaugranas. El Barça se desgañitó en la presión y su zaga permaneció firme ante las amenazas parisinas: Ibrahimovic solo disparó una vez a puerta, Cavani se desfondó en la presión pero no inquietó a Ter Stegen, Pastore perdió la mayoría de los balones que tocó y Matuidi no se acercó al balcón del área. Solo la salida de Lucas Moura aportó velocidad a una delantera estática y sin la ambición que requiere la fase decisiva de la competición.

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El Paris Saint Germain ha perdido ante el Barcelona parte de la credibilidad que ganó en el duelo de octavos frente al Chelsea de Mourinho. Afectado en esta ocasión por las bajas, el equipo parisino sigue sin romper la barrera de cuartos de final. Más allá de eso, la imagen que ha ofrecido en la eliminatoria no está a la altura de las expectativas que ha generado la inversión de Nasser Al-Khelaïfi. La combatividad que permitió derrotar al Chelsea en Stamford Bridge con un jugador menos, ha dado paso a una declaración de impotencia frente al Barcelona. Tres años después de ser eliminado en el Camp Nou, el PSG vuelve a caer en los cuartos de final, sin demasiados síntomas de mejora. La reedición del duelo frente al Barcelona, lejos de consagrar al equipo parisino, ha sido un baño de realidad para los de Laurent Blanc. Pero lo más alarmante de todo es que el PSG ha asumido la superioridad del Barcelona con aparente resignación.

La noche fue tan placida[1] en el Camp Nou, que el Barça ni siquiera necesitó de la inspiración de Messi. El argentino no mostró el brillo de los últimos partidos y fue una pieza más del puzle del Barcelona, no el futbolista que da sentido al juego blaugrana. Sin la frescura del 10, esta vez fue Neymar el que, con sus goles, reclamó el papel de protagonista. A buen nivel rallaron el resto de sus compañeros: Suárez se esforzó en el desmarque, Messi colaboró en la circulación, Rakitic fue solidario en la recuperación, Xavi e Iniesta alternaron la distribución del juego [1] y Busquets volvió a esconder el balón con maestría. Mascherano mostró su lectura de juego, Piqué volvió a estar sobrio al corte y los laterales- Jordi Alba y Dani Alves- mezclaron con acierto el despliegue en ataque con la atención defensiva.

El Barcelona se mostró como un equipo sólido y aseado, que atendió a la circulación y se esforzó en robar en el campo del rival. El buen nivel colectivo, la recuperación de Iniesta, la seguridad de Busquets y los goles de Neymar fueron las mejores noticias de un equipo que ha llegado a la fase decisiva de la temporada con opciones en todos los títulos. Tras derrotar en el global de la eliminatoria al PSG por 5-1, el Barça disputará las semifinales de la Champions League, algo que ha ocurrido en siete de las últimas ocho ediciones. La eliminatoria ha mostrado la seguridad del Barcelona, que mantiene intacta su reputación en las grandes ocasiones.

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 Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] En el segundo tiempo, Luis Enrique pudo dar descanso a Busquets, Iniesta y Suárez. Iniesta fue sustituido por Xavi Hernández y el de Tarrasa recogió el testigo del manchego en la circulación.

[2] En el otro partido de la jornada el Bayern de Múnich remontó la eliminatoria frente al Oporto (6-1). El Bayern zarandeó a su rival en la primera parte y en media hora ya había conseguido el 3-0, que le daba el pase a semifinales. La grada del Allianz Arena se encendió desde el inicio y acabó entregada a sus jugadores. Marcaron Lewandowski en dos ocasiones, Thiago, Boateng, Müller y Xabi Alonso. Jackson Martínez consiguió el único gol del Oporto, un equipo prometedor que aspira a estar entre los grandes del fútbol europeo. Pep Guardiola le ganó el duelo en los banquillos a Julen Lopetegui, en un enfrentamiento entre los dos mejores técnicos españoles que entrenan en el extranjero. La victoria le da tranquilidad a Guardiola, que ha pasado una semana difícil en Múnich, y devuelve al Bayern su cartel de favorito.

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Foto 1: peru.com. Foto 2: caughtoffside.com

EL BAILE DE LA LIGA

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Ancelotti dijo hace más de un mes que creía que esta liga se iba a decidir en la última jornada. La primera vez que pronunció este discurso, el Madrid aún no había cedido el liderato al Barcelona de Luis Enrique. Ahora, su predicción parece tomar fuerza, tras una jornada redonda para los intereses del equipo blanco, en la que han recortado la distancia con el actual líder. El Barça dejó escapar su ventaja y perdió dos puntos vitales en el Sánchez Pizjuán.

El Madrid encarriló la jornada, en una victoria plácida frente al Eibar. Le bastó algún cañonazo de Cristiano Ronaldo, la conducción de Modric y las ansías de Jesé y Chicharito para ganar el partido. Enfrente estaba el Eibar, un rival idóneo para elevar la confianza de los blancos. El modesto equipo vasco sufrió con el arranque del Madrid y mostró más voluntad que ideas en el Bernabéu. El Madrid se dedicó en la segunda parte a pensar en la eliminatoria frente al Atlético del próximo martes, a la que llega en mejor estado que los colchoneros.

La tarde del sábado siguió sonriendo a los de Ancelotti, que vieron como sus rivales en la Champions y en la Liga empataban fuera de su estadio. El Atlético de Madrid empató en la Rosaleda frente al Málaga de Javi Gracia y mantiene el pulso con el Sevilla y el Valencia por la tercera plaza. El equipo de Simeone no tiene la misma frescura de la temporada pasada y sufrió frente a un equipo alegre, que posee una generación de futbolistas de gran proyección. Un reflejo del buen trabajo de la cantera del Málaga es Juanmi, que marcó un bonito gol ante Oblak. El Atlético supo sufrir en los malos momentos y acabó inquietando a Kameni. Griezmann, el mejor jugador de la temporada en el Atleti, firmó un doblete y consiguió la igualada en la segunda parte.

Pero la mejor noticia para el Real Madrid llegó desde Sevilla, en el partido más interesante de la jornada. El Barcelona respondió a las dudas que planean sobre su juego con un inicio brillante, en el que gobernó el partido con un fútbol de buen gusto. Y en los primeros 35 minutos, el Barça tuvo el partido donde lo quiso, con el balón bien resguardado en los pies de sus centrocampistas y con la amenaza constante de sus delanteros. Messi volvió a mostrar su facilidad para colar el balón por una gatera y Neymar ejecutó con mucha destreza una falta en el pico del área. Con el 2-0, el Sevilla parecía noqueado, pero la fragilidad del Barcelona y el empuje del Sánchez Pizjuán despertaron al conjunto de Unai Emery. Antes del descanso, Banega disparó desde la frontal, Bravo falló en el despeje y el balón acabó en su portería. El Barcelona perdió el timón del encuentro en la segunda parte y se olvidó de jugar con porterías. Suárez falló en la sentencia y un error de Piqué permitió el empate sevillista. Reyes dribló y cedió en carrera para Aleix Vidal. El extremo llegó a línea de fondo y encontró a Gameiro, que fusiló a Bravo. El partido terminó en empate y Neymar se enfadó al ser sustituido en la segunda parte, cuando su equipo todavía tenía ventaja en el marcador. El Barcelona se fue con la sensación de que había perdido una gran oportunidad, sobre todo porque en el Pizjuán estuvo más cerca de sus orígenes, aunque la fortuna no estuviese de su lado. En un partido en el que cuidó el balón con mimo, acabó condenado por la misma suerte que en otras ocasiones le ha dado alas: la contundencia en las áreas.

El empate en el Pizjuán avivó el tramo final de liga, en el que se juegan dos luchas paralelas: la del campeonato –que ocupa al Barcelona y al Madrid- y la del tercer puesto -en la que se miden Atlético, Sevilla y Valencia (que jugará esta noche frente al Levante). Los duelos entre los integrantes de los cinco primeros puestos de la clasificación serán fundamentales para proclamar al campeón. Quedan 24 puntos y la competición ha demostrado que cualquier jornada puede ser decisiva. El tiempo parece darle la razón a Ancelotti. Para saber quien vence en el baile de la liga, habrá que esperar a la última canción.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: tribunnews.com.

LA CARRERA POR LA LIGA

A falta de ocho jornadas para que termine la liga, el duelo entre el Barcelona y el Real Madrid se acerca a su resolución, en el momento de la temporada en el más se penalizan los errores. Los dos grandes avanzan con soltura en la carrera por la liga, y ahora atienden al resultado más que a las formas, con la urgencia de quien necesita los puntos a toda costa.

FCBarcelona

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El Barcelona se mantiene en la cabeza de la clasificación con cuatro puntos de ventaja sobre el Real Madrid. Y aunque el equipo de Luis Enrique está en una posición privilegiada, un calendario plagado de compromisos exigentes invita a que los blaugranas sean prudentes (se medirá al Sevilla, Valencia y Espanyol en liga y en las próximas semanas afrontará la eliminatoria frente al Paris Saint Germain). Tras la victoria en el clásico, el Barcelona confirmó su distancia en Balaídos y frente al Almería en el Camp Nou. Pero las sensaciones que dejó el equipo blaugrana en el juego no fueron buenas. El Barcelona de esta temporada parece un equipo confuso, que cambia demasiadas veces de plan durante los partidos. En ocasiones renuncia a sus orígenes y desprecia el balón- como ante el Celta- o se atasca en la elaboración –como ocurrió frente al Almería el pasado miércoles-. Más allá de eso parece que su eficacia defensiva, su acierto en las jugadas claves y el talento de Messi le han hecho optar a todos los títulos. Últimamente son los goles a balón parado los que le están dando resultados, en una nueva muestra más del cambio de ruta escogido por Luis Enrique. En el Barcelona de los delanteros, los mediocampistas han perdido importancia y ya no se atiende tanto a la elaboración del juego ni a la velocidad de circulación. El equipo de Luis Enrique ha encontrado estabilidad defensiva y la pizarra de Unzue –el encargado de planificar las jugadas a balón parado- ha solucionado partidos complicados (como muestran los goles de Mathieu y de Bartra en las últimas semanas).

El Barcelona de esta temporada parece un equipo irregular en el juego aunque, de momento, sea incuestionable en los resultados (solo ha perdido 2 partidos en todo 2015, frente a la Real Sociedad y el Málaga). El equipo catalán es capaz de lo mejor y de lo peor en el mismo partido, algo que se refleja en el balance de la temporada. Ha firmado momentos de gran brillantez; especialmente en los duelos frente al Manchester City y el Atlético; y partidos que rozan la desidia; como el que le midió al Granada en los Cármenes, al Almería en la primera vuelta o al Celta de Vigo en Balaídos. Parece que el Barcelona solo posee recursos bajo la lumbre de Messi, el principio y el fin del juego blaugrana. El argentino regresó del parón de selecciones con un golpe en el pie derecho y frente al Celta de Vigo y el Almería no se le vio con la chispa que ha mostrado en el inicio de año. Pese a ello, siempre idea las mejores jugadas blaugranas, ya sea en el inicio o en la finalización de las mismas; al trote o cuando se desata en carrera. Frente al Almería, Messi rescató a un Barcelona espeso, precisamente cuando más alejado estaba el argentino del partido. El 10 recorrió la línea de cal a pase de Bartra, y tras zafarse de su marcador hacia dentro, colocó el balón en la base del palo largo. Su disparo dibujó un bonito efecto, inalcanzable para Julián, en una firma inconfundible del 10 del Barcelona. Durante el resto del encuentro, el Barcelona y Messi funcionaron a ráfagas, sin constancia ni demasiada implicación en el juego. El argentino alternó varias arrancadas brillantes con largos minutos de paseo. En ellos se le ve cabizbajo, con una mueca que revela su incomodidad; no se sabe si lo que le disgusta es que el juego no pase por él –lo que vulgariza al Barcelona- o el golpe en su pie derecho. Pese a ello, la mayoría de las ocasiones de peligro del Barcelona, hasta en un día de poca inspiración del 10, parten de las botas de Messi. Una circunstancia que aprovecharon sus compañeros de delantera: Pedro asistió en el cuarto gol a Suárez, que firmó su tercer doblete con el Barcelona. No se vistió Neymar, que parece haber perdido la frescura de sus mejores noches, casi al mismo tiempo que Suárez ha afinado su puntería. El brasileño no sólo ha reducido su productividad de cara a gol, sino que cada día comete errores más comprometidos, especialmente en ingenuas pérdidas de balón.

En un Barcelona que en fases de los encuentros renuncia a sus orígenes, el socio valora cada pase de Xavi. El de Tarrasa es uno de los lazos de unión del actual Barcelona con su propuesta tradicional y ha cobrado importancia en el equipo, cuando planean las dudas en el juego. Y lo cierto es que el cerebro de Xavi ofrece agilidad a la circulación y sentido al juego. Si está Xavi en el campo parece que Messi no ha de retrasar tanto su radio de acción y está más fresco para desequilibrar. El problema reside en que el Barça se serena con la posesión, pero le cuesta encontrar las vías de acceso al gol. Por ello quizá el equipo se encomienda a Messi, que juega de 10, y a su acierto en las áreas, en las que se alzan Piqué en la zaga y Suárez en la delantera.

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Real Madrid

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El Real Madrid sigue la estela del Barcelona y tras el festín ante el Granada (9-1, con cinco goles de Cristiano), completó su semana con una trabajada victoria en Vallecas. Los equipos de Paco Jémez son valientes y apuestan por dominar el juego a través de la posesión. Frente a los equipos poderosos, el Rayo de Jémez impone sus principios con más convicción que nunca y hace disfrutar al aficionado. Durante la primera mitad, el Rayo Vallecano dominó a su rival con claridad y mereció el gol; se adueñó del balón y combinó con precisión hasta la portería de Casillas. El portero madridista, cuestionado por su público durante la temporada, emergió en los momentos críticos, especialmente en un remate de Trashorras, y permitió la recuperación del Madrid. El equipo blanco mejoró en la segunda parte, gracias al toque de Modric y Kroos, el despliegue de Marcelo y Carvajal, las llegadas de James y el hambre de Cristiano. El portugués parece haber recobrado la sonrisa tras su repóquer frente al Granada y cuajó una buena segunda mitad en Vallecas. Vive por y para el gol y parece situarse siempre en el lugar correcto en el área, como se demostró en el primer gol de la noche. Carvajal llegó hasta línea de fondo y sirvió un balón al punto de penalti. Ahí estaba Ronaldo para firmar el gol que les sitúa en la lucha por la liga. Cristiano ha reducido su productividad en las bandas y concentra su juego en el área, su nuevo ecosistema. Allí aparece en la finalización e incluso, de vez en cuando, muestra mayor generosidad con sus compañeros; como ocurrió en el segundo gol de la noche, que firmó James a pase del portugués. Cristiano ha depurado su juego: desborda menos, se asocia en corto y participa cada vez más en la resolución de las jugadas, donde afila con mimo su remate. Y los goles de CR se sustentan en la mejoría del equipo, que alimentan con buenos pases la ambición del portugués.

El Real Madrid ha recuperado alternativas en el juego posicional. La recuperación de Modric y James le aporta mayor facilidad para jugar en corto y el equipo mantiene intacto su fútbol de vértigo. Ambas vertientes de su juego se vieron en las dos últimas victorias del Madrid: la goleada frente al Granada se gestó ante un rival agrupado en su propio campo y en Vallecas aprovechó los espacios que dejó el rival a la espalda de su defensa. También ha mejorado su línea defensiva con la vuelta de Ramos y la solidaridad del grupo parece haber aumentado: el equipo de Ancelotti se parte ahora con menor facilidad, especialmente gracias al trabajo de sus mediocampistas y a la corrección de Bale, que ha entendido los consejos de su técnico. El Madrid disfruta de un buen momento en la fase decisiva de la competición, una vez que ha recuperado todas sus piezas. Benzema e Isco son los encargados de improvisar, en un equipo en el que Ramos, Varane y Pepe (que está algo tocado) cortan los ataques del rival.

Ancelotti sabe que perder puntos significaría darle media liga al Barcelona, y pretende que sus jugadores asusten al líder con sus victorias. El próximo martes el Real Madrid se mide al Atlético en la Champions League, su gran antídoto de la temporada. El Madrid confía en reconquistar el trono de la capital en su competición favorita.

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La victoria como única receta.

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Ninguno de los dos candidatos cree que la receta para ganar la liga sea el uso de un fútbol de buen gusto. A estas alturas de la temporada, parece que la única ley a la que atienden es la que dicta el marcador. Cuidan los detalles y han ganado solidez defensiva, pero pierden el control del juego durante los partidos. Saben que en los intercambios de golpes la suerte les suele sonreír, por la calidad individual de sus delanteros. Conscientes de su mayor eficacia, no les importa perder peso en la circulación en busca de acierto en las áreas. No resulta extraño que el Barcelona y el Madrid cedan el balón a su rival, especialmente ante rivales que construyen el juego a través de la posesión, como el Celta y el Rayo. Más llamativa es la situación en Barcelona, un equipo que había fabricado su identidad a través del juego de combinación. En la presente temporada, las variantes de juego se imponen a su identidad con demasiada frecuencia. Aunque siempre acaba con mayor dominio de la posesión, al Barcelona le cuesta más recuperar el balón y aprovecha el contragolpe y su juego a balón parado. El Madrid trata ahora mejor el balón, especialmente cuando Modric, Kroos, Isco y James se asocian, aunque se siente cómodo en el juego directo, para aprovechar la velocidad de su delantera. Barcelona y Madrid apuestan por la seriedad en cada partido e incluso saben administrar sus esfuerzos, con la vista puesta en las ocho jornadas que quedan. Las segundas espadas de la liga –Atlético de Madrid, Valencia y Sevilla- mantienen opciones si fallan los grandes y podrían ser los jueces de la temporada (este fin de semana para empezar, en el partido entre el Sevilla y el Barça).

Se espera un bonito duelo entre el Barcelona y el Real Madrid en el tramo final de la liga. Los grandes emocionan cada vez menos pero, de momento, el marcador justifica su propuesta.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: blacherreport.net. Foto 2: itsjamesrodriguez.tumblr.com. Foto 3:english.ahram.org.eg.

EL CLÁSICO DE LAS MIL CARAS

El Barcelona venció en el clásico del fútbol español (2-1), en un partido bonito, igualado y lleno de alternativas, que resolvió Luis Suárez en el minuto 56. El duelo no decepcionó en el juego y fue un intercambio de golpes entre los dos candidatos al título, una sucesión de estados de ánimo que acabó por coronar al Barcelona.

FC Barcelona v Real Madrid CF - La Liga

El espectacular mosaico del Camp Nou recibió a los protagonistas de un evento deportivo que se retransmite en todo el mundo. Luis Enrique se decidió en la previa del partido por Mascherano como eje del equipo, en lugar de Busquets, que acaba de recuperarse de una lesión. La decisión privó al Barcelona de un juego más aseado, pero le permitió ganar tensión competitiva en un partido exigente. El estadio registró la mejor entrada de la temporada y el público tardó poco en cantar el primer caño de Messi, una de las apuestas que más baratas se pagaban en el Clásico. El equipo de Luis Enrique amenazó tímidamente a Casillas, hasta que el juego se alejó del 10. Con Messi aislado en la banda, el Barcelona estuvo lento en la circulación, no ejerció bien la presión, perdió el control del partido y el Madrid disfrutó de espacios para correr. Rakitic tuvo que sacrificarse a la hora de seguir a Marcelo y el Madrid generó superioridad en el medio, en el que camparon a sus anchas Modric y Kroos. Bajo la dirección del croata, Marcelo desbordó por el costado, Benzema puso su talento al servicio del equipo y Cristiano olfateó el gol. Los tres se dieron cita en la primera ocasión del Madrid. La jugada partió de la banda de Marcelo y el balón llegó a Benzema que, tras revolverse en el área, centró para Cristiano. El portugués remató forzado y su lanzamiento se topó con el larguero de Bravo.

El Barcelona lograba sacudirse la presión blanca por momentos, bajo la conducción de Iniesta, el juego de espaldas de Suárez y las ráfagas de Messi. Pero en la primera parte renunció a su abecedario futbolístico y abusó del balón largo a Suárez, que se peleó durante todo el partido con Pepe y Ramos. Con Messi lejos del cuero, Neymar rifó la posesión en regates intrascendentes, Rakitic perdió peso en el partido y Alves sufrió en su banda, ante la superioridad que generaban Cristiano y Marcelo. Y cuando la duda rondaba el Camp Nou, Messi botó con precisión una falta desde el costado izquierdo. Mathieu le ganó el salto a Ramos y remató a la red de Casillas (1-0), que regresaba al Camp Nou dos años después. Y aunque el partido transcurría por un terreno de idas y venidas, en el que el poderío físico parece favorecer a los velocistas del Madrid, el Barcelona tuvo tras el gol la opción de ampliar su ventaja. Suárez cazó un rechace en el área madridista y su disparo tropezó en Neymar, que falló con todo a favor, a medio metro de la portería de Casillas. La jugada no pudo ser más trascendente para el resultado, pues en el siguiente ataque, Benzema fabricó el gol de la igualada. El francés recibió en el borde del área un servicio de Modric y dibujó de tacón un pase medido para Cristiano. El portugués, muy activo durante la primera mitad, llegó antes que Alves y ajustó su disparo de puntera hasta hacer inútil la estirada de Bravo (1-1).

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Tras el empate, el equipo de Ancelotti disfrutó de sus mejores minutos en el Camp Nou, que coincidió con el mejor momento de Benzema y Cristiano en el partido. El portugués mostró en el Clásico su ambición: encaró a Alves, buscó posiciones de remate, exigió a Bravo con un poderoso lanzamiento y fomentó su sociedad con Benzema, el futbolista más inspirado del Real Madrid. El francés posee la capacidad de improvisar en ataque estático, ofrece siempre buenas soluciones para sus compañeros y tiene además facilidad para rescatar un pelotazo y convertirlo en un tesoro.

Bravo fue exigido por Bale, Benzema y Cristiano y el chileno mantuvo a su equipo en el partido. El Barcelona agradeció el descanso y se benefició de la poca puntería del Madrid. En la segunda parte el equipo de Luis Enrique se serenó en el juego y, aunque le costó progresar en la elaboración, concedió menos pérdidas y limitó los ataques blancos. Ante el atasco blaugrana en la media decidió forzar a la defensa del Madrid con balones al espacio, como una forma de sorprender a su rival. Y el Barcelona encontró a Luis Suárez, un futbolista al que le sienta bien la etiqueta de los grandes partidos. Alves lanzó la carrera del uruguayo con un desplazamiento largo y el delantero le ganó la partida a Ramos. Orientó el balón y, con poco ángulo, cruzó su disparo con precisión, lejos de Casillas (2-1).

El segundo tanto fue un golpe crítico para el Madrid, que se fue difuminando en el encuentro, en el momento en que irrumpió Messi. El argentino llegó tarde al partido, fundamentalmente porque el Barcelona no consiguió integrarle con la posesión y él tampoco se ofreció en exceso. No estuvo tan fresco como ante el City, pero en la última media hora, el 10 volvió a dirigir al Barcelona, cuando Kroos y Modric ya no tenía pulmones para realizar las coberturas. La salida de Xavi y Busquets le dio al Barcelona más fluidez en el juego y el equipo conservó el balón con criterio. Messi abandonó la banda y acampó en la posición del enganche, lugar en el que muestra su facilidad para la invención. Desde allí, explotó su zurda, burló rivales y fabricó las mejores ocasiones del Barcelona. Jordi Alba estuvo a punto de marcar en un servicio del 10 y Neymar mantuvo su riña con el gol hasta en tres disparos. Messi también falló ante la sombra de Casillas: primero, se zafó del marcaje de Kroos y su disparo de interior se fue fuera por poco; después, no embocó un pase atrás de Jordi Alba, en una bonita combinación entre ambos; y, por último, no resolvió un barullo en el área madridista.

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Con el Madrid fatigado, el Barcelona disfrutó de varias oportunidades para firmar la sentencia. Pero, al igual que ante el City, pecó de cierta inocencia ante la portería rival, cuando la inercia del partido estaba a su favor. El Madrid no tuvo capacidad de respuesta tras el gol de Suárez y solo inquietó a Bravo con un disparo lejano de Benzema. Cristiano no amenazó en el último tramo, Marcelo no profundizó como en la primera parte y la media se desfondó. El equipo de Ancelotti recurrió al juego directo y se estrelló contra Piqué, que confirmó su buen momento con un partido impecable ante el eterno rival.

El Clásico llegó a su fin con el rondo del Barcelona en el descuento. El Madrid dejó buenos síntomas en el Camp Nou: fue mejor durante muchas fases del partido y supo imponer su juego hasta el gol de Suárez, pero perdonó a su rival en las jugadas decisivas del duelo. El Barcelona mantuvo la paciencia en los momentos críticos, en los que la fortuna estuvo de su lado, y superó con claridad a su rival en la última media hora, gracias a la finta de Messi y al pase de Xavi, que completó su partido número 42 ante el Real Madrid. Antes, cuando el Barcelona parecía estancado en el juego, Mathieu y Luis Suárez le habían dado la ventaja, en dos acciones que definen los registros del Barcelona de Luis Enrique. El primer gol llegó en una jugada a balón parado, una suerte que tradicionalmente esquivaba al equipo catalán, y el segundo tanto responde más al juego directo que a la elaboración, una novedad que ofrece Suárez al repertorio del Barça.

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El Clásico fue un duelo exigente, un espectáculo vibrante entre dos de los mejores equipos de Europa. La fortuna y el cuidado de los detalles consagró la reacción del Barcelona en la Liga. El equipo de Luis Enrique amplía su distancia a cuatro puntos y refuerza su liderato, cuando no hace tanto llegó a estar a siete del Real Madrid. Siguen quedando muchos puntos en juego y, como mostró el partido, todo puede cambiar en el momento más inesperado. La liga, como el duelo entre sus máximos aspirantes, se mueve en un carrusel de altibajos.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1,2, 3 y 4: (AFP) Getty Images (Reuters).

MESSI GUÍA AL BARCELONA

El Barcelona venció al Manchester City en el Camp Nou (1-0) en una noche luminosa de Messi, que solo encontró respuesta en las paradas de Joe Hart, el gran representante del City en el Camp Nou. El Barcelona generó una docena de ocasiones claras en la portería rival y solo su inocencia ante Hart evitó una goleada. El Manchester City dispuso de un penalti a falta de un cuarto de hora, pero Ter Stegen se estiró hasta detener el lanzamiento de Agüero. Rakitic había marcado el gol de los blaugranas en la primera parte, en una transición rápida que dirigió Messi. El croata culminó la acción con una vaselina y firmó el pase del Barcelona a los cuartos de final.

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El Barcelona irrumpió en el partido con seriedad, pero sin demasiados alardes. Sin excesiva fluidez en la circulación, el equipo de Luis Enrique se encomendó a Messi en la creación de las jugadas. El argentino acampó entre líneas, generó superioridades a la espalda de Fernandinho y acabó integrando a sus compañeros. Vestido de 10, levantó a la grada con un recital de gestos técnicos, recursos que utiliza siempre para mejorar la jugada. Acciones que suelen desembocar en las ocasiones blaugranas, en las que siempre les faltó pólvora a sus compañeros. Falló Neymar al inicio, en el primer servicio de Messi, e inició su carrusel de errores en el partido. Tampoco acertó Luis Suárez, que se topó con Hart, el palo y la red lateral. Ni siquiera Messi encontró el gol que pusiese el broche a una primera parte brillante. Y dispuso de hasta cuatro oportunidades claras a lo largo del partido, en las que Joe Hart siempre le ganó el pulso. El Barcelona supo jugar con el marcador a favor y no deslumbró en la posesión. Volvió a esperar a los atajos que proponen sus delanteros, el camino más corto hacia el gol en el Barcelona actual. Y eso que estuvo entonado Iniesta, especialmente en el primer acto, con alguna de esas conducciones mágicas que le han convertido en un futbolista irrepetible. Y eso que el gol lo marcó esta vez un centrocampista, Rakitic, en una jugada que muestra algunos de los registros de este Barcelona. La defensa culé consiguió despejar un barullo en su propia área y Rakitic arriesgó en la salida. Jordi Alba acudió en su ayuda y lanzó la carrera en busca de Messi. El 10 recibió en su propio campo y condujo hasta que encontró a Rakitic liberado, que había acompañado toda la jugada. El pase de Messi desde la derecha, que ya se ha convertido en un recurso habitual, habilitó a Rakitic en la izquierda. Y el croata batió a Hart por alto, en un tanto que daba más de media eliminatoria. Tras el gol, el Barcelona dispuso de muchas ocasiones, pero lejos de perforar las redes, encumbró a Hart en el Camp Nou. El Manchester City solo se sacudía la ofensiva del Barcelona con los arrebatos de Agüero, con algún latigazo de Touré y las conducciones de Silva. Pero no llegaron a intimidar a un Barcelona que jugaba a muchos metros de su portería. Aún así el conjunto de Luis Enrique malogró demasiadas oportunidades en un partido de máximo nivel, un error que le puede pesar en próximos encuentros, sin ir más lejos en el Clásico. Especialmente aciaga fue la noche de Neymar, que disfrutó de hasta cinco envíos de Messi en boca de gol, en los que le faltó instinto asesino.

En la segunda parte el Barcelona supo dormir el partido y reservó fuerzas para el duelo frente al Madrid. Circuló el balón con pausa hasta los pies de Messi y el argentino volvió a imponer su propio ritmo al partido. A veces camina y se asocia en corto, en ocasiones trota y afina su diagonal al costado izquierdo, que normalmente aprovecha Jordi Alba. Y, cuando lo cree conveniente, se desata en una zigzag vertiginoso. Messi no pudo culminar su actuación con el gol, porque se estrelló con Joe Hart, que sacó de quicio a todo el tridente. El portero inglés fue el héroe de un equipo que está en horas bajas. Sus recursos financieros no le han otorgado prestigio internacional, y los duelos ante los grandes de Europa han sido un baño de realidad para el Manchester City. El fracaso de los citizen refleja el mal año del fútbol inglés, que se ha quedado sin representantes entre los ocho mejores equipos de Europa. El City no se desmelenó en busca de la remontada y decidió protegerse del talento de Messi. Pellegrini no apostó por acompañar a Agüero con algún delantero y el juego de sus volantes se acabó apagando en el Camp Nou. Y solo la fortuna y el acierto de su portero le salvaron de una goleada humillante. Tampoco aprovechó el conjunto de Pellegrini la gran oportunidad que tuvo en el minuto 77, un penalti que cometió Piqué sobre Agüero. El disparo del Kun lo detuvo Ter Stegen, que se ganó la ovación del Camp Nou con su intervención. El alemán mostró su osadía al intentar regatear al argentino en el córner y lo compensó también ante Agüero, esta vez bajo los palos.

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Al Barcelona le cuesta controlar los partidos y mostrar cierta continuidad en su juego, en parte porque confía demasiado en el acierto de sus delanteros. Aún así fabricó muchas ocasiones y cerró el partido en la portería del City, en la que se hizo grande la figura de Joe Hart. El portero inglés acabó sonriendo tras desbaratar un disparo a bocajarro de Messi, que se lanzó panza arriba al césped. La suerte del gol le fue esquiva al argentino, pero no fue un borrón para su partido número 100 en competiciones internacionales. Messi vive un momento de inspiración que contagia a sus compañeros. El argentino ha elevado sus prestaciones en el juego colectivo. Baja a recibir, distribuye el balón y descifra los partidos con sutileza y aparente facilidad. Guardiola estaba presente en la fiesta del 10 y aplaudió los caños del argentino. Al acabar el encuentro resumió su vuelta al Camp Nou: “es un lujo ver jugar a Messi”. Mascherano, el fiel escudero de La Pulga, también ensalzó la figura de su compañero: “Jugar con Messi es jugar con lo nunca visto, una leyenda. No lo vi en mis 30 años, nunca”. Y posteriormente profundizó: “El fútbol nos controla a todos, pero Messi controla el fútbol”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: EFE. Foto 2: futbolsapiens.com

A DOS SEMANAS DEL CLÁSICO

Noticia-134656-barcelona-rayo-vallecano-liga-bbva Los resultados son el prisma desde el que se mira el fútbol y están condicionados por la inercia de los equipos y el capricho de la fortuna. La fortuna y la inercia sonríen ahora al Barcelona, que ha encontrado cierta estabilidad en el momento más delicado del Real Madrid. Es evidente que el Barcelona ha invertido su estado anímico. La derrota en Anoeta cuestionó el proyecto de Luis Enrique: el Barcelona carecía de un plan definido, perdía puntos en cada desplazamiento y le faltaba capacidad de respuesta ante un resultado adverso. Los medios catalanes contaban los días para que el técnico asturiano fuese destituido y se especulaba con la salida de Messi a final de temporada. Pero la reacción llegó frente al Atlético de Madrid, en el siguiente encuentro de liga. Messi lideró uno de los mejores partidos del Barça de Luis Enrique y supuso una inyección de confianza para la plantilla. El Barcelona ha encadenado desde entonces una espectacular racha de resultados, que solo se vieron interrumpidos por la derrota ante el Málaga. Sin contar el “resbalón” frente al equipo de Javi Gracía, el Barcelona ha conseguido recortarle al Real Madrid siete puntos de distancia en liga (14 victorias en 15 partidos en todas las competiciones). El equipo de Luis Enrique ha cosechado un buen triunfo en la ida de los octavos de la Champions ante el City y se ha clasificado para la final de la Copa del Rey. Para acceder a la final ante el Athletic, que se jugará el próximo 26 de mayo, ha derrotado a un sparring débil como el Elche y a dos de los mejores equipos españoles: el Atlético de Madrid y el Villarreal. A la sonrisa del Barcelona contribuye el momento de inspiración de Messi, que con su hat-trick al trote ante el Rayo Vallecano superó a Zarra con 32. “Leo consigue superarse cuando parece imposible”, afirmó Iniesta al término del partido. Messi ha mejorado en la lectura de los encuentros e interpreta las necesidades de su equipo, prestando atención al juego colectivo. El argentino se aproxima a la visión de futbolista total: marca, asiste y distribuye. Actúa a veces como un falso extremo, otras como un nueve brillante y perezoso, e incluso como un interior de buen gusto, pero siempre juega de 10. El único motivo de preocupación que rodea a Messi es su bloqueo desde los once metros: ha fallado 5 de los 11 penaltis que ha tirado esta temporada, sin contar el lanzamiento parado por Cristian Álvarez, que el árbitro Gil Manzano mandó repetir. Por lo demás, si el argentino no se ausenta en el juego, es capaz de decidir cualquier encuentro en una ráfaga de talento. Lo demostró una vez más frente al Rayo, con un hat-trick en 12 minutos. La finta y el pase de Messi sostienen a sus compañeros de delantera. Neymar está completando una gran temporada y tras tres partidos sin marcar, volvió a retomar la senda del gol ante el Villarreal, en la vuelta de las semifinales. Luis Suárez ha afinado su puntería, su gran obstáculo en los primeros meses, y vive sus mejores días de blaugrana, justo en el momento clave de la temporada. También está de dulce Iniesta, que completó un gran partido ante el Rayo Vallecano. Mezcló bien con Xavi, que sigue siendo un lujo que alterna la titularidad con la suplencia, y se asoció con Rakitic, del que Luis Enrique prescinde con demasiada frecuencia, y con Mascherano, capacitado para aliviar la ausencia de Busquets. Aunque algunos aficionados ven todavía mucho margen de mejora: el equipo se expone demasiado ante el rival, sufre en la recuperación, necesita de grandes partidos para esforzarse al máximo y los resultados dependen en exceso de la suerte de sus delanteros. Pese a ello, el Barcelona ha enlazado una serie de victorias y ha espantado los malos presagios, de momento. Luis Enrique atendió a los medios al acabar el duelo ante el Rayo y afirmó: “Los objetivos y las rachas se valorarán a final de temporada, cuando se decidan los títulos”. El Real Madrid por su parte ha dejado escapar una amplia ventaja. Sigue en una posición privilegiada para disputar la liga, pero preocupa su bajo estado de forma. Desde su victoria en el Mundialito de Clubes de Dubai, el Madrid no ha vuelto a convencer. Carece de ideas en la elaboración y su delantera está lejos de los registros de comienzo de temporada. Carlo Ancelotti estimó tras la derrota en San Mamés que el bajón del Real Madrid responde a su mal momento ofensivo. El apagón de sus goleadores lo representa como nadie Cristiano, que pese a que mantiene buenas cifras de cara a portería (por mucho que Messi le haya comido el terreno), ha perdido protagonismo en el juego. El portugués parece incómodo en los partidos: ha perdido chispa en el regate y sin fortuna en el desequilibrio, se aleja de la banda para buscar posición de remate. Sin demasiados asistentes, Cristiano pierde capacidad para decidir los partidos. Benzema ha bajado en las últimas dos semanas: sufre cuando el equipo pierde el balón y sin socios en la improvisación, se difumina en los encuentros. Bale sigue desenganchado del juego, alejado del gol y de sus compañeros. Las bajas de Modric, Ramos y James han afectado a la plantilla y el equipo está muy lejos del brillo de la primera parte de la temporada. No encuentra el equilibrio y se especula con un cambio táctico (del 4-3-3 al 4-4-2) para paliar sus defectos a la hora de controlar los partidos. Ante el Villarreal fue la falta de puntería y las estiradas de Asenjo lo que les privó de una victoria al conjunto blanco. Pero la imagen que dejó el equipo blanco en San Mamés fue más preocupante, con demasiados síntomas de desidia de algunos futbolistas, que se disolvieron en la atmosfera de San Mamés. La victoria del Athletic la firmó Aduriz, el solista imprescindible del equipo vasco, con un plástico y contundente remate de cabeza. El Athletic culminó con el vuelo de Aduriz su semana mágica: venció al Eibar en el derbi vasco, al Espanyol en la vuelta de las semifinales de Copa y pudo con el Real Madrid en su estadio. El equipo de Ancelotti afronta una semana delicada y espera volver a vencer en Champions, de momento la competición en la que se está mostrando más sólido. La recuperación de sus estrellas, más cuestionados que nunca por la prensa, será fundamental para convencer al Bernabéu. Las mejores noticias para el Madrid llegan desde la enfermería, con la recuperación de Pepe, que fue de lo mejor de Bilbao, y la vuelta de Sergio Ramos y de Luka Modric, dos piezas fundamentales de la columna vertebral de Ancelotti. A la espera de que Kroos e Isco reencuentren su mejor versión física, el Madrid quiere aprovecharse de un rival débil como el Schalke 04, que fue inofensivo en Alemania. A dos semanas del clásico, la única certeza es que todo puede cambiar: el fútbol es un deporte que se construye con realidades efímeras. [1] . .

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: http://www.libero.pe; Foto 2: AP q4p.co; Foto 3: deportes.elpais.com

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[1] Como dijo Isco en la zona mixta de San Mamés, no sabemos si en serio o en broma: “Los equipos tienen altibajos, unas veces estás arriba y otras veces estás abajo”.

LA LIGA DE LAS MIL CARAS

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La liga sigue admitiendo nuevos cambios en el guión y el Barcelona alcanzó el liderato tras aprovechar la derrota del Real Madrid en San Mamés. Venció a un Rayo Vallecano osado en la mañana del Camp Nou y disfrutó ante su público, en la mejor entrada de la temporada (6-1). El Barcelona no desperdicio la oportunidad que le brindó el Madrid, algo que sí ocurrió frente a la Real Sociedad y el Málaga. Con su victoria ante el equipo de Paco Jémez, el Barça es el equipo más goleador y el que menos tantos ha encajado de la Liga. Para redondear la mañana, Messi alcanzó con su hat-trick a Cristiano en la tabla de goleadores, en un combate que parece anticipar la lucha mediática por el Balón de Oro. El buen momento del tridente blaugrana se contrapone a la depresión que sufren los delanteros del Real Madrid. A la sintonía entre Messi y Neymar se ha sumado el despertar goleador de Luis Suárez y, por el contrario, los delanteros del Madrid marcan y rematan cada vez menos. Cristiano completó en San Mamés su cuarto encuentro de la temporada sin disparar a puerta (los mismos que había firmado en sus anteriores campañas con el conjunto blanco), Benzema se apagó ante el empuje de los vascos y Bale lleva ocho partidos consecutivos sin marcar.

El Atlético y el Valencia empataron en el Calderón (1-1), en un partido que se movió por un terreno en el que ambos equipos se sienten cómodos: el de la batalla y la disputa. Los equipos que dirigen Simeone y Nuno aceptan el juego físico con una sonrisa y se midieron en un intercambio de golpes que tuvo más fogosidad que brillo. Koke marcó en su regreso al equipo y Mustafi le dio el empate al Valencia en el segundo tiempo. El duelo entre las segundas espadas de la liga se resolvió con un empate en un partido intenso, más acorde al gusto de los entrenadores que de los aficionados. Destacó más la coraza de Otamendi o Godín que el fútbol de ataque de los valencianos y colchoneros.

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En un momento en el que parecen inalcanzables las ligas de 100 puntos (el Barcelona y el Madrid pierden más puntos a lo largo de la temporada que los equipos de Guardiola o Mourinho), cobran más importancia los teóricos candidatos a la tercera plaza, el Atlético o el Valencia, que están a 6 y 7 puntos de la segunda posición. El Atlético basa su juego ofensivo en el talento de Arda Turan, Koke y Griezmann, y ante el club valenciano prescindió de Mandzukic en beneficio de Torres. El Valencia agita los partidos desde el carril izquierdo, el hábitat natural de Gayá y Piatti, y al remate esperan Negredo y Alcácer. Las plantillas del Turia y del Manzanares aspiran en secreto a colarse en la lucha por el título y pueden ser, a su vez, los jueces que decidan el campeón. El Villarreal de Marcelino también gana crédito en la competición, con el aval de su buen juego y el olfato de Vietto, Gerard Moreno o Giovani Dos Santos. Su aspiración es alcanzar la zona Champions y progresar en la Europa League, tras la eliminación copera ante el Barcelona.

El trofeo se decidirá en los últimos partidos y al mismo tiempo estará en juego cada jornada. Nadie representa esta afirmación como el Barça de las mil caras, el nuevo líder de la Liga BBVA. El equipo de Luis Enrique es capaz de asombrar en Manchester, de aburrir en Granada o de caer con estrépito en Anoeta. El viento sopla ahora a su favor, pero las inercias se invierten con demasiada facilidad. Es lógico que nadie se atreva a pronosticar nada en una competición que puede cambiar cada fin de semana.

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Jorge Rodríguez Gascón.

EL JUEGO POSICIONAL DEL BARCELONA

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“Dime un solo equipo que tenga mejor juego posicional que nosotros”. Así respondía Luis Enrique Martínez a un periodista que ponía en cuestión la capacidad de improvisar del Barcelona ante equipos cerrados. La declaración se produjo en la previa del duelo ante el Levante, un partido que el equipo culé resolvió con brillantez, desnudando a un rival bien agrupado en su propia área. Seis días más tarde el equipo de Luis Enrique volvió a alimentar las dudas de los culés, ante un Málaga que supo anular al Barça en ataque estático. El partido frente al Manchester City, tres días después de la derrota en el Camp Nou, servía para medir las aspiraciones del Barcelona en Europa y para analizar las variantes del proyecto de Luis Enrique en un gran escenario.

El Barcelona irrumpió en el partido con seriedad y construyó su juego a través de la posesión. Luis Enrique era consciente de que el mejor modo de evitar riesgos era alejar el juego de su área, con el balón como seña de identidad. Y fruto de un gran trabajo en la presión, el Barça se hizo dueño del esférico y lo utilizó para hacer daño al rival, sin rastro del juego horizontal que se vio ante el Málaga. Con una circulación fluida,que integró a Messi en el partido, el Barcelona firmó una primera parte impecable, en la que generó ocasiones para resolver la eliminatoria. El Manchester City dudó si replegarse o ir a buscar del rival y el equipo culé aprovechó para acampar en campo contrario. Maduró la jugada hasta que llegó el cambio de ritmo impuesto por Messi. Y de la mano del desequilibrio del 10 llegaron también los goles de Suárez, en dos jugadas que muestran el instinto asesino del uruguayo. El primer gol partió de una combinación de Alves y Messi sobre la línea de cal, tras un saque de banda. El centro de Messi lo cortó Kompany sin fortuna y el balón le quedó muerto a Suárez, que cruzó el balón con precisión ante Joe Hart. El segundo tanto fue un retrato de las virtudes del Barcelona en el juego estático. El equipo catalán amasó la jugada con paciencia y esperó a la aceleración de Messi. Tras llevar el balón de un lado a otro durante minuto y medio, el argentino se zafó de dos rivales para habilitar a Jordi Alba en la línea de fondo. El centro raso del lateral le llegó a Suárez y el uruguayo volvió a situar el balón en la esquina opuesta a Joe Hart, al que también batió en el Mundial con la selección uruguaya en dos ocasiones. El partido llegó al descanso con la sensación de que el Barcelona podía haber ampliado la distancia, en botas de Neymar, de Suárez, de Alves o de Messi, en jugadas que combinaron un trato del balón exquisito con pases precisos a la carrera. En la reanudación, el City salió con más intensidad y el Barcelona perdió el balón en la salida. El conjunto de Pellegrini disfrutó de mayor posesión e inquietó a Ter Stegen, especialmente en el juego aéreo. Y Agüero acortó distancias en el momento de mayor incertidumbre del equipo catalán, tras aprovechar una dejada sutil de Silva para batir al Barcelona, en un gol que da esperanzas al City en la eliminatoria. El equipo de Luis Enrique volvió a encontrar oxígeno en las posesiones largas y la expulsión de Clichy facilitó el rondo del Barcelona. En los últimos minutos, el Barcelona le dio mayor verticalidad a la circulación y Messi volvió a tomar el mando, en busca de la sentencia. Tras marcar en fuera de juego dispuso de un penalti en el tiempo de descuento. Su disparo lo atajó Hart y el argentino falló en el rechace, a puerta vacía. La mueca final de Messi reflejaba su actuación: realizó un gran partido en el Etihad pero no pudo culminarlo firmando la sentencia.

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El Barcelona dejó una buena imagen ante el City y fue fiel a un estilo basado en el protagonismo que concede la posesión del balón. Y nadie representa las ideas de la Masía como Iniesta y Messi, dos futbolistas que cuando están entonados marcan el juego de un equipo. Iniesta cobra mayor protagonismo cuando el Barça domina la circulación con pausa, como ocurrió ante el City, donde fue el futbolista que más intervino con 86 pases y solo cuatro errores. El manchego sufre más cuando el equipo busca las transiciones veloces, quizá porque su cuerpo ya no aguanta igual las idas y venidas. Messi siguió a Iniesta con 69 pases y es el futbolista que mejor lee el juego para su equipo. Y da la sensación de que hay que buscarle e integrarle con la posesión, para que participe y no se ausente de los partidos. Y si el argentino se implica en el juego, es capaz de gobernar el juego desde el interior (en ataque estático), como ocurrió ante el City, y de desatarse al contragolpe, como ha sucedido en fases de la temporada. Con el 10 en el partido, más allá de su error de bulto en el descuento, el Barcelona pudo encontrar la finta de Neymar y el remate de Suárez, decisivo ante el Manchester City.

Es cierto que el equipo actual atiende más a la velocidad de sus delanteros que a la pausa que proponen sus centrocampistas, pero no dejan de ser variantes de un mismo modelo. El Barcelona dispone ahora de más recursos y sabe manejar las fases del juego para explotar las debilidades del rival. Incide en conceptos como la presión para paliar ciertas lagunas en la improvisación ante defensas solidarias. Pero sigue siendo un equipo que debe mejorar en algunos aspectos: frente al Manchester City no supo matar la eliminatoria y dejó cierta sensación de fragilidad defensiva (especialmente después del descanso), tras varias pérdidas en zonas comprometidas. Luis Enrique corrigió desde el banquillo y Pellegrini colaboró sustituyendo a Silva, el futbolista de más talento de los citizen. El Barcelona volvió a serenarse cuando encontró de nuevo el esférico y lo utilizó a veces como medida de protección y otras como un instrumento ofensivo. Tuvo el 63% de la posesión del balón[1] y aunque tuvo menor porcentaje en la primera parte (58% respecto al 67 % de la segunda) fue más vertical en la primer acto: generó más oportunidades y pudo dejar sentenciada la eliminatoria. Realizó 585 pases de 634 intentos (92 % de acierto) y ejecutó 16 disparos (4 a puerta, 6 fuera, 6 interceptados).

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La sensación es que el modelo propuesto por el Barcelona es una forma de juego exigente, que precisa de un gran esfuerzo colectivo (especialmente sin balón) y requiere de mucha concentración, un aspecto que mantiene especialmente en los duelos importantes. Es probable que el Barcelona vuelva a utilizar un juego más directo en fases de la temporada, como un recurso para sorprender al rival. Pero no hizo falta ante el City, tras desarmar a los citizen en un ejercicio de buen trato de balón, al que contribuyó la inspiración de sus futbolistas. Luis Enrique felicitó a los suyos tras una victoria con el sello más reconocible del Barça: “han sido superiores en un marco difícil. Han jugado un partido completo con una circulación rápida de balón, llegando a portería y defendiendo muy bien”.

El Barcelona ha sido capaz de encontrar (en determinados momentos) los atajos que proponen sus delanteros. Pero la propuesta de la Masía no se cuestiona, tal y como argumenta Luis Enrique: “Este es un legado que hemos recibido, ha sido el sustento de nuestros triunfos y es la fase del juego que más trabajamos. No veo otro equipo que tenga tantos recursos en ataque estático como nosotros”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] Una prueba de que el Barcelona sigue dando prioridad al buen trato de balón es que el equipo de Luis Enrique tiene un 70% de posesión media en Liga (en Champions el porcentaje es del 65%) solo superado por el 71% que tuvo el Barça en la última temporada de Guardiola. Las diferencias residen en que aquel Barcelona movía el balón con mayor velocidad y realizaba una mayor media de pases, entre otras cosas porque Iniesta y Xavi estaban en su mejor momento. El Barcelona de ahora es consciente de que la llave del gol la tienen los delanteros y el juego de los centrocampistas carece del mismo protagonismo. El Barcelona de Tito tuvo de media un 66, 36% de la posesión y también se cuestionó el estilo del equipo del Tata Martino, esta vez con mayor incidencia en la posesión (63 %).