El Barcelona venció al Arsenal (0-2) en el Emirates Stadium, en la ida de los octavos de final de la Champions League. El partido fue un bonito duelo entre dos equipos que poseen similitudes en su discurso. Messi, verdugo habitual del Arsenal, decidió el encuentro con dos fogonazos de genialidad. En el primer tanto culminó una brillante jugada del tridente y en el segundo espantó sus miedos desde los once metros. El Arsenal lo hizo casi todo bien en su estadio, pero se topó con Ter Stegen en dos acciones decisivas y acabó penalizado por su inocencia en las áreas. El equipo de Wenger sigue en busca de su consagración en Europa, entre otras cosas porque el sorteo siempre le depara malas noticias en las primeras eliminatorias. De nuevo, el Barcelona de Messi interrumpió su sueño en la Champions League.
El Arsenal preparó el partido con el cuidado de quien medita su venganza. El Emirates Stadium transmitía esa voluntad con su rugido, el mejor aliento posible para un equipo que lleva más de veinte años sin conquistar un título europeo. Durante algunos minutos, sirvió para que el plan del partido se ajustara más al que había preparado Wenger que al que prefería Luis Enrique. El Barça intercalaba pases en su propio terreno, cerrado por la presión de su rival, y el Arsenal se desplegaba a partir de Özil, siempre dispuesto a lanzar la carrera de Alexis y Oxlade-Chamberlain. El alemán vive una de sus mejores temporadas y destacó en la suerte que mejor maneja, la del último pase. En los primeros veinte minutos, Ramsey se acercaba a posiciones de disparo, Alexis Sánchez intimidaba con su eslalon desordenado y Giroud amenazaba más en las segundas jugadas que en el remate. El balón era del Barça, pero el peligro lo generaba el Arsenal. Si alguna vez temió por el resultado el Barcelona, fue cuando Busquets sufrió un golpe en su rodilla. Nadie duda ya que el mediocentro de Badía es una pieza elemental en el esquema de Luis Enrique, a veces tan importante como Iniesta o casi cualquiera de los tres delanteros. Y en los minutos de mayores molestias de Busquets, el Arsenal organizó un ataque que pudo cambiar el destino de la eliminatoria. Bellerín, un lateral estupendo, centró desde el costado derecho y el balón quedó muerto en el área pequeña. Oxlade-Chamberlain ni siquiera lo esperaba y remató con inocencia. Ter Stegen, elástico y decisivo siempre que se le exigió, detuvo su disparo.
Salvo en esa ocasión de Chamberlain, el equipo de Luis Enrique no sufría en exceso, acostumbrado como está a gestionar los arrebatos de su rival en los inicios. El Barça tiene una cualidad que le permite reconducir los partidos a su gusto: la paciencia. Pasados los primeros veinte minutos, tranquilizó el duelo a través de la posesión. Busquets mostró signos de su recuperación, Iniesta empezó a impartir su cátedra y Messi, Neymar y Suárez (hasta ese momento prácticamente inéditos) le tomaron el pulso al partido. Hasta el descanso, el Barça encontró los primeros agujeros en el Arsenal, que sufre cuando tiene que correr sin balón. Al equipo de Wenger, como ocurriría luego en el global del partido, se le hizo largo el primer tiempo y falló pases que solo se justifican con el agotamiento físico. El Barça fue muy superior en ese tramo: cerró el primer acto en el área de Cech y pudo adelantarse en el marcador en dos acciones protagonizadas por Luis Suárez. En la primera, se quedó a medias entre el remate y el pase a Messi. En la segunda, no atinó a culminar un centro preciso de Dani Alves, que había sido habilitado por Busquets.
Tras el descanso, el Barça disfrutó de algunas ocasiones para encarrilar la eliminatoria. No acertó Neymar en el mano a mano y tampoco se decidió Suárez, que cruzó el balón en exceso. El Barça esperaba a Messi, que todavía no había marcado en el Emirates Stadium. El 10 sigue en busca de la explosividad previa a su lesión, pero siempre está presente en las grandes noches; ya sea como arquitecto del juego o como brazo ejecutor. Solventa los partidos con la frialdad de un asesino a sueldo, que realiza su labor de un modo rutinario, sin ni siquiera tener nada en contra de sus víctimas. Ayer eligió batir por primera vez a Cech ante una afición que guardaba un recuerdo terrorífico del argentino, autor de dos de sus mejores partidos frente al Arsenal. Durante muchos minutos, el Emirates Stadium celebró las jugadas en las que Messi no conseguía progresar, con la alegría de quien se libra de un fantasma del pasado. Toda una temeridad frente al 10, que posee mil vidas en los partidos.
Curiosamente en los minutos que precedieron al gol de Messi, el Arsenal se acercó más que nunca al área de Ter Stegen. Özil y Alexis volvieron a crecer en el partido y el equipo de Wenger movió el balón con sentido. Cuando ambos equipos intercambiaban golpes, el Arsenal dispuso de su mejor oportunidad. Monreal llegó a línea de fondo y centró para Giroud. El delantero francés le ganó la partida a Mascherano y remató con todo a favor. El gol parecía cantado pero Ter Stegen mostró su flexibilidad y sus reflejos en una parada determinante en la eliminatoria.
Quitarle el balón al Barcelona parece la mejor fórmula para desconectar a su temible delantera. Pero no hay certezas ante el equipo de Luis Enrique, capaz de cambiar de registro durante los partidos. Si el Barcelona había fallado claras ocasiones en el juego de posición, el tridente fue letal en el primer contragolpe que disfrutó. Fueron 16 segundos llenos de belleza. Iniesta convirtió un mero despeje en una gran solución. Neymar limpió la jugada con una pared sobre Suárez. Tras combinar, el brasileño pudo correr todos los metros que el Arsenal y Bellerín le habían negado durante el partido. Cuando dividió a la defensa, cedió para Messi, que había acompañado la jugada desde el otro costado. El balón quedó perfecto para el remate y Cech cerró los espacios. Cuando esperaba un disparo al primer toque, Messi sorprendió con un bonito control, que tumbó al portero checo. Con Cech ya batido, el argentino lanzó un beso a la red (0-1).
Tras el gol, el Barcelona convirtió el partido en un rondo que desmoralizó al Arsenal. Cansado y herido por la derrota, el equipo de Arsene Wenger no volvió a poner a prueba a Ter Stegen. En los minutos finales el equipo de Luis Enrique pudo firmar el segundo en botas de Suárez o de Neymar, que no acertaron a finalizar los servicios de Messi. En la última media hora, el 10 acampó en la posición del enganche y mezcló con Iniesta y Busquets, capaces de conducir el juego blaugrana con un equilibrio perfecto entre el pragmatismo y la sutileza. En el último tramo, Messi cayó en el área tras chocar con Flamini, que no midió su entrada. El penalti lo lanzó el argentino, que guardaba en su recuerdo el fallo ante Cech en las semifinales de 2012. Esta vez, batió al portero checo y firmó un resultado que acerca al Barcelona a los cuartos de final (0-2).
No hubo consuelo para el Arsenal, que realizó un buen partido frente al Barcelona. A la espera de la vuelta en el Camp Nou, otra vez puede quedar lejos de las rondas decisivas de la competición. El Barcelona fue superior a su rival y logró un buen resultado en el primer gran duelo de la Champions League. Es un equipo cada vez más fiable, capaz de vencer en los campos más complicados, con tramos de brillantez y momentos de sufrimiento. Una nueva virtud del Barça de Luis Enrique, que sigue entregado a la sonrisa de su tridente.
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Jorge Rodríguez Gascón.
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Foto 1: El País. Toby Melville (Reuters). Foto 2: El País. Adrian Dennis (AFP). Foto 3: El País. Dylan Martinez (Reuters).