España recuperó la sensatez y ganó

Antón Castro / La química del gol

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El equipo de Del Bosque dominó de principio a fin y cerró el choque con un gol agónico de Piqué. La Roja exhibió posesión, calidad, continuidad y fantasía, pero también sus carencias ante el gol.

España ha vuelto. Y de qué modo: con serenidad y paciencia, con esfuerzo y carácter, con recursos de antaño y aún justo de gol, ante un elenco rocoso como Chequia que sabía cómo jugar: encadenado a Cech, encerrándose y esperando una salida vertiginosa o el golpe intimidatorio de un saque de esquina, donde sus gigantes podrían cazar al vuelo. El más que correcto partido de España se inició en la sensatez de Del Bosque: eligió bien en el marco al inclinarse por De Gea (resultó bonito el prolongado abrazo de Jordi Alba), dio confianza a Cesc, apostó por Nolito y Morata arriba, y los demás fueron los esperados.

El combinado español pronto demostró que se sabía la lección y que hay ilusión, entrega y partitura. Salvo dos lanzamientos de esquina, Chequia apenas compareció: su estrella Rosicky solo defendía, perseguía el balón e intentaba taponar a Juanfran o a Silva, que, algo lejos de su mejor nivel, ofreció pases milimétricos.

España jugó con seriedad en todas las posiciones: los laterales fueron profundos y generaron  juego, algún desborde y centros interesantes; los centrales dieron sensación de seguridad y de aplomo, afinaron el pase y combinaron con eficacia. Buscaban el enlace con los pivotes Busquets y Cesc (Busi es el ancla, el observador y el coche escoba; Fábregas busca su sitio en el entorno de la media luna rival), y tuvieron arrestos para ir al ataque.

Cuando no aciertan los arietes, los dos, Piqué y Ramos son una alternativa por alto, por su capacidad de remate, y por abajo, por su insistencia y su determinación. Y por dentro, se mueven los dos directores de juego: Silva e Iniesta. Silva alcanzaba su partido número 100 y estuvo a buen nivel, en el costado derecho. Generó ocasiones, sirvió un gol cantado a Morata, buscó la triangulación en corto de patio de colegio y usó ese toque primoroso con el que fabricó peligro y sorpresa; enchufado en un vehemente inicio de la segunda parte, falló la mejor jugada de la selección por poco, en la que volvió a ejercer de asistente Iniesta.

El 6 de la Roja es un futbolista increíble: resulta liviano, parece encerrarse en jardines sin salida, y sale y juega en profundidad y desborda con esa sutileza o gracia difícil de definir. Apenas pierde balones, sortea gigantes con un gesto de cadera, se ovilla sobre sí mismo y encuentra rutas, desfiladeros o puntos de fuga con la cabeza erguida. Si el fútbol posee algún atributo excepcional ligado a la maravilla o el asombro, Iniesta lo encarna a la perfección, sin ínfulas, con la suavidad de alguien que es de este mundo y parece de otro. El fútbol con Andrés alcanza otra dimensión. Garbo, malabarismo y deslumbramiento, incluso cierta espiritualidad.

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El partido fue trabajoso. Desde el principio. Los españoles dominaron hasta el agobio: la República Checa llegó a defenderse con una línea de 5-4-1 y con un doble muro 5-5. Y a esa empalizada, España le buscó soluciones, y a veces las encontró sin la deseada fortuna. Dominó de principio a fin. Nolito fue más pugnaz que brillante o incisivo, no desbordó con nitidez casi nunca, pero lo intentó, y buscó el regate hacia afuera para acomodar su preciso disparo, que ayer se le negó.

Y Morata no estuvo fino en la línea de gol, marró dos oportunidades claras, pero se escurrió a las bandas, controló muy bien el balón, exhibió desmarque e intención y evidenció una madurez indiscutible. Con un poco de suerte, será uno de los delanteros del torneo. Le sustituyó Aduriz, que intimida todo el tiempo.

Aduriz y Morata se complementan: pueden jugar juntos y a la vez el uno es el recambio perfecto del otro. España venció agónicamente, sí, pero demostró también que ha recuperado sensaciones, ambición, rasmia, instantes de preciosismo e incluso seguridad en sí misma como bloque. Entereza y constancia. Faltó gol, hay que mejorar el ritmo, acelerar el juego cuando los rivales se encanallan atrás, y hay que combatir, y sobreponerse, una cierta tendencia a la inmovilidad, a la pereza y al conformismo.

Del Bosque estuvo correcto con los cambios. No modificó en exceso su método y creyó en él. Respiró hondo cuando llegó el tanto de justicia poética de Piqué. También el míster necesita espantar fantasmas, insidias, dudas y la mala sombra de Brasil 2014.

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*Este artículo se publicó en Heraldo de Aragón, el martes 14 de junio de 2016.

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Foto 1: andina.com.pe. Foto 2: amazona.news.com

EL BARÇA MÁS SERIO ANULA AL PSG

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El Barcelona consiguió el pase a semifinales tras derrotar al Paris Saint Germain en el Camp Nou (2-0). El resultado de la ida le otorgaba cierta tranquilidad, pero Luis Enrique se encargó de mentalizar a sus jugadores, a los que exigió que afrontaran el partido con la misma seriedad que en el primer partido de la eliminatoria. En París, el Barcelona realizó un partido muy completo, con buenos tramos de juego e inteligencia para superar a un rival mermado. En el impoluto césped del Parque de los Príncipes, el Barcelona ofreció un fútbol coral, dirigido por Messi y culminado, con brillantez, por Luis Suárez. Y en la vuelta en el Camp Nou, el Barcelona escuchó las advertencias de su técnico y afrontó el partido con el mismo rigor competitivo. Consciente de los peligros del PSG, el Barcelona imprimió un sello reconocible a su juego: supo dormir a su rival con la posesión, aceleró en el momento preciso y realizó un gran ejercicio en la presión. Y recuperado su manual más tradicional, el Barcelona se ordenó a través del balón, que resguardó como nadie Iniesta. El manchego firmó una gran primera parte y fabricó el gol que premió el inicio del Barcelona. Fue en una jugada llena de plasticidad y de sutileza, en la que Iniesta condujo desde su propio campo, se deshizo de tres rivales y le sirvió un balón medido a Neymar. El brasileño, especialmente eficaz frente al PSG, le ganó la carrera a David Luiz y dribló al meta Sirigu para introducir el balón en la red. El gol del Barcelona sofocó cualquier posibilidad de remontada y el PSG dejó de creer en sus posibilidades demasiado pronto. Y se fue del Camp Nou prácticamente inédito; sin rastro de pólvora en sus delanteros y con escasas muestras de talento de Pastore o Ibrahimovic, que firmaron un partido discreto en el momento en el que más se les necesitaba. Solo Verratti se rebeló ante el dominio del Barça y dejó algún detalle que levantó el asombro del Camp Nou. Pese a ello, el fino mediocampista italiano acabó harto de perseguir sombras y mostró su impotencia en una patada a Neymar en el segundo tiempo. El brasileño volvió a ejercer de finalizador en el segundo gol, tras un centro de su compatriota Dani Alves. Neymar batió a Sirigu de cabeza y firmó su quinto gol de la temporada frente al equipo parisino. El segundo gol le dio al Barcelona argumentos para relajarse, pero el equipo de Luis Enrique mostró la misma seriedad que al inicio y se esforzó en dejar su portería a cero.

La segunda parte no tuvo mucha historia. El PSG adelantó líneas en busca de un gol que le diese vida a la eliminatoria. Y aunque mantuvo sus buenas intenciones con el balón, se topó siempre con el buen ejercicio defensivo de los blaugranas. El Barça se desgañitó en la presión y su zaga permaneció firme ante las amenazas parisinas: Ibrahimovic solo disparó una vez a puerta, Cavani se desfondó en la presión pero no inquietó a Ter Stegen, Pastore perdió la mayoría de los balones que tocó y Matuidi no se acercó al balcón del área. Solo la salida de Lucas Moura aportó velocidad a una delantera estática y sin la ambición que requiere la fase decisiva de la competición.

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El Paris Saint Germain ha perdido ante el Barcelona parte de la credibilidad que ganó en el duelo de octavos frente al Chelsea de Mourinho. Afectado en esta ocasión por las bajas, el equipo parisino sigue sin romper la barrera de cuartos de final. Más allá de eso, la imagen que ha ofrecido en la eliminatoria no está a la altura de las expectativas que ha generado la inversión de Nasser Al-Khelaïfi. La combatividad que permitió derrotar al Chelsea en Stamford Bridge con un jugador menos, ha dado paso a una declaración de impotencia frente al Barcelona. Tres años después de ser eliminado en el Camp Nou, el PSG vuelve a caer en los cuartos de final, sin demasiados síntomas de mejora. La reedición del duelo frente al Barcelona, lejos de consagrar al equipo parisino, ha sido un baño de realidad para los de Laurent Blanc. Pero lo más alarmante de todo es que el PSG ha asumido la superioridad del Barcelona con aparente resignación.

La noche fue tan placida[1] en el Camp Nou, que el Barça ni siquiera necesitó de la inspiración de Messi. El argentino no mostró el brillo de los últimos partidos y fue una pieza más del puzle del Barcelona, no el futbolista que da sentido al juego blaugrana. Sin la frescura del 10, esta vez fue Neymar el que, con sus goles, reclamó el papel de protagonista. A buen nivel rallaron el resto de sus compañeros: Suárez se esforzó en el desmarque, Messi colaboró en la circulación, Rakitic fue solidario en la recuperación, Xavi e Iniesta alternaron la distribución del juego [1] y Busquets volvió a esconder el balón con maestría. Mascherano mostró su lectura de juego, Piqué volvió a estar sobrio al corte y los laterales- Jordi Alba y Dani Alves- mezclaron con acierto el despliegue en ataque con la atención defensiva.

El Barcelona se mostró como un equipo sólido y aseado, que atendió a la circulación y se esforzó en robar en el campo del rival. El buen nivel colectivo, la recuperación de Iniesta, la seguridad de Busquets y los goles de Neymar fueron las mejores noticias de un equipo que ha llegado a la fase decisiva de la temporada con opciones en todos los títulos. Tras derrotar en el global de la eliminatoria al PSG por 5-1, el Barça disputará las semifinales de la Champions League, algo que ha ocurrido en siete de las últimas ocho ediciones. La eliminatoria ha mostrado la seguridad del Barcelona, que mantiene intacta su reputación en las grandes ocasiones.

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 Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] En el segundo tiempo, Luis Enrique pudo dar descanso a Busquets, Iniesta y Suárez. Iniesta fue sustituido por Xavi Hernández y el de Tarrasa recogió el testigo del manchego en la circulación.

[2] En el otro partido de la jornada el Bayern de Múnich remontó la eliminatoria frente al Oporto (6-1). El Bayern zarandeó a su rival en la primera parte y en media hora ya había conseguido el 3-0, que le daba el pase a semifinales. La grada del Allianz Arena se encendió desde el inicio y acabó entregada a sus jugadores. Marcaron Lewandowski en dos ocasiones, Thiago, Boateng, Müller y Xabi Alonso. Jackson Martínez consiguió el único gol del Oporto, un equipo prometedor que aspira a estar entre los grandes del fútbol europeo. Pep Guardiola le ganó el duelo en los banquillos a Julen Lopetegui, en un enfrentamiento entre los dos mejores técnicos españoles que entrenan en el extranjero. La victoria le da tranquilidad a Guardiola, que ha pasado una semana difícil en Múnich, y devuelve al Bayern su cartel de favorito.

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Foto 1: peru.com. Foto 2: caughtoffside.com

LA RECONSTRUCCIÓN DEL VALENCIA

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El Valencia Club de Fútbol ha recuperado la sonrisa bajo la gestión de Peter Lim y la dirección técnica de Nuno, que ha firmado la renovación tras situar a su equipo en la tercera plaza de la clasificación. La afición valencianista disfruta ahora de un equipo que está cerca del Barcelona y el Madrid y afronta el futuro con ilusión, consciente de que en este primer año se han sentado las bases de su ambicioso proyecto.

Renovación institucional

La gestión de la deuda de Amadeo Salvo ha permitido que el Valencia ocupe un lugar de referencia en el fútbol español y ha conseguido revertir la inercia de un equipo que llegó a temer por su futuro en las grandes competiciones. No hace tanto la afición se manifestaba en las inmediaciones de Mestalla, cuando la sombra de las deudas se apoderaba del club. Los males económicos empezaron a manifestarse en 2009, cuando Juan Bautista Soler dejó al Valencia en una situación complicada. Soler no supo disfrutar la herencia de un equipo campeón (que consiguió el doblete en 2001 con Rafa Benítez en el banquillo) y llevó a cabo una política de traspasos irreal, que hipotecó el futuro del club. Se paralizó la construcción del Nuevo Mestalla a consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria, el mismo factor que pudo con la gestión de Soler al frente del Valencia. Los bancos que debían asumir el débito del Valencia ya no admitían más terrenos como aval, porque el suelo se había devaluado.

Manuel Llorente asumió la presidencia en el verano de 2009 y trató de paliar la deuda (de 540 millones) con la venta de algunas de sus estrellas: se fueron David Villa, Juan Mata, David Silva, Raúl Albiol, Jordi Alba o Roberto Soldado. La salida de los futbolistas de referencia creó un clima de desapego entre la afición y el club. Quizá por ello, aunque el equipo se renovó, los entrenadores no se pudieron asentar en el banquillo. Ni Unai Emery, ni Ronald Koeman, ni Ernesto Valverde ni Juan Sebastián Pizzi llevaron la estabilidad a un club importante, acostumbrado a estar situado en un lugar privilegiado en el fútbol español. La situación del equipo se agravó la pasada temporada, cuando el Valencia se quedó sin disputar ningún título y la afición mostró su indignación en varias manifestaciones.

La fundación Valencia Fútbol Club poseía el 72% de las acciones y se hizo cargo de la deuda. Nombró un consejo de administración, basado en el proyecto GloVal, dirigido por expertos en marketing y gestión de empresas. El principal representante del proyecto era Amadeo Salvo, que desbancó a Manuel Llorente de la presidencia del club. Bancaja (y luego su sucesor, Bankia) había asumido el préstamo del Valencia y de la fundación, con el aval del gobierno de la Comunidad Valenciana. Pero finalmente el aval fue suspendido en un juzgado y Bancaja rechazó el plan de refinanciación que proponía la Fundación VFC. Amadeo Salvo propuso entonces la venta del club a Peter Lim, dueño del grupo Meriton Holding Ltd, con el que ya había establecido los primeros contactos. La venta del club se alargó más de lo esperado durante el verano de 2014, entre otras cosas porque Bankia estableció unas duras condiciones de negociación. Amadeo Salvo propuso un consejo de administración en el que se debatieron las propuestas de siete compradores que habían hecho su oferta por el Valencia. La votación se resolvió a favor del magnate Peter Lim y Amadeo Salvo abandonó las oficinas de Mestalla entre los aplausos de la afición valencianista. En el centro de Valencia se congregó un numeroso grupo de aficionados, que agradeció a Salvo su labor en la venta del club. El 24 de octubre de 2014 las cuatro partes de la comisión gestora de la venta (Valencia Club de Fútbol, Fundación VFC, Bankia y la Generalitat Valenciana) y el grupo inversor Meriton Holding Ltd sellaron el acuerdo que le otorgaba a Peter Lim la mayoría accionarial del club (un 70’4 %), a cambio de 94 millones de euros y la liquidación de la deuda con Bankia.

Renovación deportiva

El club ya había emprendido una profunda renovación de la plantilla durante el verano, antes de que se sellase la venta total en octubre. Peter Lim firmó el primer acuerdo con Bankia el 14 de agosto y puso a Nuno Espiritu Santo al frente del banquillo de Mestalla. Nuno construyó un equipo poderoso, con muchas variantes, que ha sido capaz de asustar a todos los grandes en el último año.[1] La sintonía entre Peter Lim y Jorge Mendes nutrió las aspiraciones del Valencia. Los negocios que mantienen en común el magnate nacido en Singapur (Lim) y el multimillonario representante de futbolistas portugués (Mendes) facilitó la llegada de algunas piezas claves del equipo de Nuno: Álvaro Negredo André Gómes, Rodrigo Moreno, Nicolás Otamendi[2] o Enzo Pérez. También la inversión de Peter Lim permitió afrontar la temporada con una plantilla amplia, y el Valencia fichó jugadores complementarios, con futuro en Primera División: Rodrigo de Paul llegó procedente de Racing de Avellaneda, Yoel abandonó Vigo para defender la portería del Valencia y Zucullini llegó cedido del Manchester City. La sociedad que forman Peter Lim, Mendes y Nuno avaló también los derechos de Cancelo, fichado del Benfica, y Felipe Augusto, que sigue cedido en el club que entrenó la pasada temporada Nuno, el Río Ave portugués.

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Nuno ha formado un bloque sólido, que mezcla el poderío físico con una gran inteligencia táctica. La gran virtud del técnico portugués reside en su capacidad para convencer a una plantilla joven, para explotar su rendimiento y competir frente a equipos más acostumbrados a los títulos. El Valencia actual se construye con un principio fundamental: es un equipo compacto y sobrio, al que es difícil hacer daño y que posee muchas armas para atacar al rival. Otamendi y Mustafi son dos centrales rocosos que representan la estabilidad de la zaga ché y que han marcado, además, goles importantes en jugadas a balón parado. Orban y Barragán alternan los laterales, especialmente cuando Gaya juega de interior, con libertad para profundizar por el carril. El equipo de Nuno aprovecha el juego por los costados; en el que llega a línea de fondo Gayá -una nueva muestra de que Valencia es una fuente inagotable de laterales izquierdos- y se desatan dos extremos veloces como Piatti y Feghouli. El Valencia disfruta también del despliegue de sus mediocampistas; del mando y la llegada de Parejo, del equilibrio de Javi Fuego, el recorrido de Enzo Pérez y la zancada de André Gómes. Y el equipo ché alterna en la delantera el juego de espaldas y el remate de Negredo con la picardía y el oportunismo de Paco Alcácer. También aparecen en las alineaciones Rodrigo Moreno, un zurdo que puede jugar a pie cambiado o como falso nueve; De Paul, el clásico volante argentino; o Filipe, un joven mediocentro brasileño. Nuno destaca la importancia de tener una plantilla competitiva para afrontar las temporadas largas. Y parece que su fondo de armario ha sido clave en el buen momento de los valencianistas, que llevan una trayectoria ascendente en liga. El Valencia ha aprovechado el leve bajón del Atlético y se ha instalado en la tercera posición, a cinco puntos del segundo puesto, que ocupa el Real Madrid.

La imagen de Mestalla refleja el buen momento que vive el Valencia. Es un equipo poderoso en su propio estadio y disfruta de la paz institucional que ha proporcionado la cuenta bancaria de Peter Lim y el acierto de Amadeo Salvo. A la espera de noticias sobre la reanudación de la construcción del nuevo campo, la dirección del club decidió cambiar el aspecto de la fachada de Mestalla. El club ha renovado también los exteriores del campo y un murciélago gigante preside una de las entradas al estadio.

Nuno insiste en que este año el objetivo es entrar en Champions y que la temporada que viene el equipo debe aspirar a cotas más altas. De momento, esta campaña se medirá con el Atlético en una bonita batalla por el tercer puesto, a la espera de que Barça y Madrid fallen en los diez partidos que restan. El Valencia tiene a su favor el poder de convicción de Nuno, la unidad del vestuario y la comunión con la grada. La dirección del club es consciente de la ilusión que despierta el equipo en la afición y ha adoptado esta frase como lema del nuevo Valencia: “Junts tornem”[3].

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[1] El Valencia venció al Atlético en Mestalla (3-2), ganó frente al Madrid (2-1) y estuvo a punto de batir al Barcelona en su estadio, pero un gol en el descuento de Busquets le dio al equipo catalán la victoria.

[2] Otamendi fue fichado la temporada pasada, pero un error en la dirección deportiva le impidió jugar, al haber agotado ya el cupo de jugadores extracomunitarios. El Valencia disfruta ahora de uno de los mejores defensores del campeonato, un futbolista veloz en la anticipación y contundente en el despeje.

[3] “Juntos volvemos”.

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Jorge Rodríguez Gascón

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Foto 1: estadiodeportivo.com  Foto 2: mundodeportivo.com

EL CLÁSICO DE LAS MIL CARAS

El Barcelona venció en el clásico del fútbol español (2-1), en un partido bonito, igualado y lleno de alternativas, que resolvió Luis Suárez en el minuto 56. El duelo no decepcionó en el juego y fue un intercambio de golpes entre los dos candidatos al título, una sucesión de estados de ánimo que acabó por coronar al Barcelona.

FC Barcelona v Real Madrid CF - La Liga

El espectacular mosaico del Camp Nou recibió a los protagonistas de un evento deportivo que se retransmite en todo el mundo. Luis Enrique se decidió en la previa del partido por Mascherano como eje del equipo, en lugar de Busquets, que acaba de recuperarse de una lesión. La decisión privó al Barcelona de un juego más aseado, pero le permitió ganar tensión competitiva en un partido exigente. El estadio registró la mejor entrada de la temporada y el público tardó poco en cantar el primer caño de Messi, una de las apuestas que más baratas se pagaban en el Clásico. El equipo de Luis Enrique amenazó tímidamente a Casillas, hasta que el juego se alejó del 10. Con Messi aislado en la banda, el Barcelona estuvo lento en la circulación, no ejerció bien la presión, perdió el control del partido y el Madrid disfrutó de espacios para correr. Rakitic tuvo que sacrificarse a la hora de seguir a Marcelo y el Madrid generó superioridad en el medio, en el que camparon a sus anchas Modric y Kroos. Bajo la dirección del croata, Marcelo desbordó por el costado, Benzema puso su talento al servicio del equipo y Cristiano olfateó el gol. Los tres se dieron cita en la primera ocasión del Madrid. La jugada partió de la banda de Marcelo y el balón llegó a Benzema que, tras revolverse en el área, centró para Cristiano. El portugués remató forzado y su lanzamiento se topó con el larguero de Bravo.

El Barcelona lograba sacudirse la presión blanca por momentos, bajo la conducción de Iniesta, el juego de espaldas de Suárez y las ráfagas de Messi. Pero en la primera parte renunció a su abecedario futbolístico y abusó del balón largo a Suárez, que se peleó durante todo el partido con Pepe y Ramos. Con Messi lejos del cuero, Neymar rifó la posesión en regates intrascendentes, Rakitic perdió peso en el partido y Alves sufrió en su banda, ante la superioridad que generaban Cristiano y Marcelo. Y cuando la duda rondaba el Camp Nou, Messi botó con precisión una falta desde el costado izquierdo. Mathieu le ganó el salto a Ramos y remató a la red de Casillas (1-0), que regresaba al Camp Nou dos años después. Y aunque el partido transcurría por un terreno de idas y venidas, en el que el poderío físico parece favorecer a los velocistas del Madrid, el Barcelona tuvo tras el gol la opción de ampliar su ventaja. Suárez cazó un rechace en el área madridista y su disparo tropezó en Neymar, que falló con todo a favor, a medio metro de la portería de Casillas. La jugada no pudo ser más trascendente para el resultado, pues en el siguiente ataque, Benzema fabricó el gol de la igualada. El francés recibió en el borde del área un servicio de Modric y dibujó de tacón un pase medido para Cristiano. El portugués, muy activo durante la primera mitad, llegó antes que Alves y ajustó su disparo de puntera hasta hacer inútil la estirada de Bravo (1-1).

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Tras el empate, el equipo de Ancelotti disfrutó de sus mejores minutos en el Camp Nou, que coincidió con el mejor momento de Benzema y Cristiano en el partido. El portugués mostró en el Clásico su ambición: encaró a Alves, buscó posiciones de remate, exigió a Bravo con un poderoso lanzamiento y fomentó su sociedad con Benzema, el futbolista más inspirado del Real Madrid. El francés posee la capacidad de improvisar en ataque estático, ofrece siempre buenas soluciones para sus compañeros y tiene además facilidad para rescatar un pelotazo y convertirlo en un tesoro.

Bravo fue exigido por Bale, Benzema y Cristiano y el chileno mantuvo a su equipo en el partido. El Barcelona agradeció el descanso y se benefició de la poca puntería del Madrid. En la segunda parte el equipo de Luis Enrique se serenó en el juego y, aunque le costó progresar en la elaboración, concedió menos pérdidas y limitó los ataques blancos. Ante el atasco blaugrana en la media decidió forzar a la defensa del Madrid con balones al espacio, como una forma de sorprender a su rival. Y el Barcelona encontró a Luis Suárez, un futbolista al que le sienta bien la etiqueta de los grandes partidos. Alves lanzó la carrera del uruguayo con un desplazamiento largo y el delantero le ganó la partida a Ramos. Orientó el balón y, con poco ángulo, cruzó su disparo con precisión, lejos de Casillas (2-1).

El segundo tanto fue un golpe crítico para el Madrid, que se fue difuminando en el encuentro, en el momento en que irrumpió Messi. El argentino llegó tarde al partido, fundamentalmente porque el Barcelona no consiguió integrarle con la posesión y él tampoco se ofreció en exceso. No estuvo tan fresco como ante el City, pero en la última media hora, el 10 volvió a dirigir al Barcelona, cuando Kroos y Modric ya no tenía pulmones para realizar las coberturas. La salida de Xavi y Busquets le dio al Barcelona más fluidez en el juego y el equipo conservó el balón con criterio. Messi abandonó la banda y acampó en la posición del enganche, lugar en el que muestra su facilidad para la invención. Desde allí, explotó su zurda, burló rivales y fabricó las mejores ocasiones del Barcelona. Jordi Alba estuvo a punto de marcar en un servicio del 10 y Neymar mantuvo su riña con el gol hasta en tres disparos. Messi también falló ante la sombra de Casillas: primero, se zafó del marcaje de Kroos y su disparo de interior se fue fuera por poco; después, no embocó un pase atrás de Jordi Alba, en una bonita combinación entre ambos; y, por último, no resolvió un barullo en el área madridista.

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Con el Madrid fatigado, el Barcelona disfrutó de varias oportunidades para firmar la sentencia. Pero, al igual que ante el City, pecó de cierta inocencia ante la portería rival, cuando la inercia del partido estaba a su favor. El Madrid no tuvo capacidad de respuesta tras el gol de Suárez y solo inquietó a Bravo con un disparo lejano de Benzema. Cristiano no amenazó en el último tramo, Marcelo no profundizó como en la primera parte y la media se desfondó. El equipo de Ancelotti recurrió al juego directo y se estrelló contra Piqué, que confirmó su buen momento con un partido impecable ante el eterno rival.

El Clásico llegó a su fin con el rondo del Barcelona en el descuento. El Madrid dejó buenos síntomas en el Camp Nou: fue mejor durante muchas fases del partido y supo imponer su juego hasta el gol de Suárez, pero perdonó a su rival en las jugadas decisivas del duelo. El Barcelona mantuvo la paciencia en los momentos críticos, en los que la fortuna estuvo de su lado, y superó con claridad a su rival en la última media hora, gracias a la finta de Messi y al pase de Xavi, que completó su partido número 42 ante el Real Madrid. Antes, cuando el Barcelona parecía estancado en el juego, Mathieu y Luis Suárez le habían dado la ventaja, en dos acciones que definen los registros del Barcelona de Luis Enrique. El primer gol llegó en una jugada a balón parado, una suerte que tradicionalmente esquivaba al equipo catalán, y el segundo tanto responde más al juego directo que a la elaboración, una novedad que ofrece Suárez al repertorio del Barça.

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El Clásico fue un duelo exigente, un espectáculo vibrante entre dos de los mejores equipos de Europa. La fortuna y el cuidado de los detalles consagró la reacción del Barcelona en la Liga. El equipo de Luis Enrique amplía su distancia a cuatro puntos y refuerza su liderato, cuando no hace tanto llegó a estar a siete del Real Madrid. Siguen quedando muchos puntos en juego y, como mostró el partido, todo puede cambiar en el momento más inesperado. La liga, como el duelo entre sus máximos aspirantes, se mueve en un carrusel de altibajos.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1,2, 3 y 4: (AFP) Getty Images (Reuters).

APUNTES DEL CLÁSICO

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El Clásico enfrenta a dos de los mejores equipos del mundo. El duelo no será decisivo –el vencedor será líder con una diferencia mínima-, pero puede ser un punto de inflexión para dos conjuntos que han alternado fases brillantes y mediocres. Real Madrid y Barcelona representan dos concepciones diferentes del fútbol, dos estilos antagónicos cuyos límites se han difuminado en algunos momentos de la temporada. El Madrid ha sumado a su brutal contragolpe la capacidad de controlar los partidos a través de la posesión. En su mejor momento de la temporada, el centro del campo formado por Kroos, Modric, Isco y James dominaba y ganaba los partidos a través de la combinación, si bien mantenía su gusto por el contraataque. Sin embargo, en la última fase de la temporada, con las bajas de Modric y James, el Madrid ha perdido imaginación y se ha visto obligado a recurrir a su arma más natural. Del mismo modo, en algunas fases el Barcelona ha renunciado al juego horizontal, a posesiones largas que permitan al rival encerrarse. Lo ha hecho en favor de su delantera, tal vez la mejor del mundo en ataque posicional, pero imparables con espacio.

La defensa del Madrid parece más segura. Incluso en los peores partidos del equipo de Ancelotti, cuando el rival le creaba ocasiones con facilidad, el principal problema no estaba en los defensas, sino tal vez en la poca ayuda que ofrecían los delanteros y en la superioridad del contrario en el centro del campo. Carvajal ha dado un paso al frente esta temporada. Su enfrentamiento con Neymar, al que defendió muy bien en la primera vuelta, será una de las claves del partido. Ramos y Pepe forman una de las parejas de centrales más sólidas del mundo. Son los líderes naturales del equipo. Marcelo será fundamental para sacar el balón jugado y para crear desequilibrios. Las mejores jugadas del Madrid suelen nacer en el costado izquierdo, en combinaciones del brasileño con Isco, Benzema o Cristiano. Sin embargo las caídas de Messi a la banda derecha pueden limitar sus incoporaciones.

En el Barcelona, Piqué pasa por su mejor momento en años. En sus enfrentamientos contra el Madrid su actuación siempre ha sido un factor determinante. Se ha medido a Cristiano Ronaldo con diferentes suertes. A su lado, estarán Mathieu o Mascherano, dependiendo de si finalmente Luis Enrique arriesga y Busquets juega de inicio. El francés promete fortaleza en los balones aéreos y potencia para sostener un sprint a los velocistas del Madrid. Mascherano es la anticipación y la lectura del juego, algo importantísimo en los Clásicos. Dani Alves y Jordi Alba son dos laterales incansables que siempre ofrecen un apoyo, o doblan a su extremo en busca de la línea de fondo. El Madrid tratará de aprovechar los metros que se creen a sus espaldas, especialmente en el caso del brasileño, con menor rigor táctico.

El centro del campo del Madrid explica la amplitud de recursos con los que cuenta el equipo de Ancelotti. Su duelo con la media blaugrana definirá el partido: los dos equipos querrán imponer su juego, y el que pierda el balón deberá decidir si presiona o espera. Los papeles ahora pueden intercambiarse. El Madrid sabe hacer de Barça, y el Barça de Madrid.

Real Madrid CF v FC Barcelona - La Liga

Busquets podría volver al equipo, recuperado de su esguince de tobillo, con lo que la circulación del Barcelona ganaría fluidez. Su grado de inspiración en la salida de balón y en la lectura de los espacios siempre ha sido otro elemento vital en los Clásicos. Mascherano puede ser un fantástico sustituto, sobre todo en un partido en el que su equipo no tendrá el balón en algunas fases del partido y deberá correr para recuperar. En el Madrid, Kroos volverá a ser el eje, después de su primera jornada de descanso de la temporada, justo antes de un partido que se presume exigente. Él y Busquets son los jugadores que más pases realizan en la liga. El alemán, además de ser el responsable del primer pase del Madrid, deberá vigilar su espalda, terreno en el que Messi suele disfrutar.

Iniesta e Isco tienen algunas similitudes: ambos son malabaristas del balón, expertos en esconderlo y hacerlo aparecer en el lugar menos esperado. Isco es uno de los favoritos de la afición madridista; no solo porque algunos vean en sus regates algún gesto que les recuerde a Zidane, no solo por su capacidad de sacrificio por el bien del equipo, sino por su personalidad para pedir el balón en los momentos clave. Muchos consideran que Isco será el relevo de Iniesta en la selección, pero incluso en sus mejores días, al malagueño le falta algo de la presencia del manchego, de su capacidad para gobernar los partidos, de la trascendencia de cada una de sus intervenciones. En el encuentro del Bernabéu, Isco completó un gran partido y el balón que robó a Iniesta en el 3-1 fue para muchos un símbolo del recambio generacional. Desde entonces el nivel de Iniesta ha mejorado mucho. Su función en el juego ha cambiado. Ha retrasado su posición en el campo, pero a medida que avanza la temporada su importancia en el equipo crece. Además acostumbra a alcanzar su mejor nivel en el momento decisivo de la competición.

Modric y Rakitic completarán el centro del campo del Madrid y del Barça. Los dos croatas son fundamentales para sus equipos, que sin su presencia han perdido recursos. La recuperación de Modric es la mejor noticia para el Madrid en las semanas previas al Clásico. Es un futbolista único y uno de los responsables de la versatilidad del ataque blanco. Rakitic no tiene tanta presencia como su compatriota. Su entrada en lugar de Xavi ha hecho que su equipo pierda algo de control de balón, algo de pausa. En su lugar, el croata aporta más capacidad de trabajo y llegada. Es un jugador complementario, pero con él el Barça es más competitivo. En las grandes victorias de la temporada, Rakitic siempre ha estado presente.

Las opciones de las delanteras dependerán en gran medida de la pelea en el centro del campo. La línea de ataque del Madrid tiene menos recursos y se siente más cómoda cuando puede jugar a la carrera. Cristiano y Bale, las dos perlas del proyecto de Florentino, son jugadores demoledores cuando encuentran las condiciones favorables, gracias a su poderío físico. Aunque su 2015 está siendo gris, en el Clásico pueden encontrar espacios y ser decisivos. Cristiano está en un mal momento: enfadado con sus compañeros, con la afición, con la prensa y consigo mismo, poco claro en el juego y de cara a gol. Sin embargo hace un tiempo que el Barça se le da bien. En el Camp Nou le gustaría poder correr y aprovechar su velocidad para encarar a Piqué. El Clásico es una oportunidad inmejorable para reponerse y dar la vuelta a la situación.

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Suárez y Benzema son jugadores muy diferentes: el pundonor y la ambición frente a la sutileza y la magia. Sin embargo, ambos ejercen de nueve en un equipo en el que no son los grandes goleadores. Su aportación al equipo va más allá de los goles que marcan. Suárez completará en el Clásico su primera vuelta con el Barcelona y se ha integrado en el equipo: pelea, presiona y se desmarca sin descanso. Siempre tiene el gol en la cabeza y su entendimiento con Messi y Neymar no ha dejado de mejorar. Benzema no aporta el trabajo de Suárez, ni le recorre esa especie de furia interna que sacude al uruguayo. El francés posee el talento de los mediapuntas y el acierto de los delanteros. Combina con los laterales y con los medios, y conserva el instinto asesino para llegar al remate. Aunque se le acusa de frialdad, suele rendir en las citas importantes y ha jugado muy buenos partidos frente al Barça, al que le ha marcado 7 goles.

Neymar llega al Clásico como tercer máximo goleador del campeonato, a pesar de su sequía goleadora en Liga. Su temporada está siendo bastante buena, aunque a veces no elige bien los regates y pierde demasiados balones en zonas intermedias. Ha entendido a la perfección el juego de Messi y eso le permite disponer de oportunidades con frecuencia. El argentino será la clave definitiva del partido. Las opciones del Madrid pasan por pararle, por limitar el juego que genera. Las del Barça porque Messi esté inspirado e interprete ese papel de jugador total que reclamó en la eliminatoria frente al Manchester City. En cualquier caso, es difícil imaginar una victoria culé sin que Messi sea determinante.

El Clásico llega cuando todavía quedan muchas jornadas para decidir los títulos. No resolverá el campeonato pero puede suponer un cambio en las tendencias que marcan esta liga, que parece moverse por oscilaciones en las que el nivel de los dos grandes dibuja un par de curvas opuestas.

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Diego Rodríguez Gascón

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Fotos: aporelmundial.com   sifutbol.com   peru.com

MESSI GUÍA AL BARCELONA

El Barcelona venció al Manchester City en el Camp Nou (1-0) en una noche luminosa de Messi, que solo encontró respuesta en las paradas de Joe Hart, el gran representante del City en el Camp Nou. El Barcelona generó una docena de ocasiones claras en la portería rival y solo su inocencia ante Hart evitó una goleada. El Manchester City dispuso de un penalti a falta de un cuarto de hora, pero Ter Stegen se estiró hasta detener el lanzamiento de Agüero. Rakitic había marcado el gol de los blaugranas en la primera parte, en una transición rápida que dirigió Messi. El croata culminó la acción con una vaselina y firmó el pase del Barcelona a los cuartos de final.

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El Barcelona irrumpió en el partido con seriedad, pero sin demasiados alardes. Sin excesiva fluidez en la circulación, el equipo de Luis Enrique se encomendó a Messi en la creación de las jugadas. El argentino acampó entre líneas, generó superioridades a la espalda de Fernandinho y acabó integrando a sus compañeros. Vestido de 10, levantó a la grada con un recital de gestos técnicos, recursos que utiliza siempre para mejorar la jugada. Acciones que suelen desembocar en las ocasiones blaugranas, en las que siempre les faltó pólvora a sus compañeros. Falló Neymar al inicio, en el primer servicio de Messi, e inició su carrusel de errores en el partido. Tampoco acertó Luis Suárez, que se topó con Hart, el palo y la red lateral. Ni siquiera Messi encontró el gol que pusiese el broche a una primera parte brillante. Y dispuso de hasta cuatro oportunidades claras a lo largo del partido, en las que Joe Hart siempre le ganó el pulso. El Barcelona supo jugar con el marcador a favor y no deslumbró en la posesión. Volvió a esperar a los atajos que proponen sus delanteros, el camino más corto hacia el gol en el Barcelona actual. Y eso que estuvo entonado Iniesta, especialmente en el primer acto, con alguna de esas conducciones mágicas que le han convertido en un futbolista irrepetible. Y eso que el gol lo marcó esta vez un centrocampista, Rakitic, en una jugada que muestra algunos de los registros de este Barcelona. La defensa culé consiguió despejar un barullo en su propia área y Rakitic arriesgó en la salida. Jordi Alba acudió en su ayuda y lanzó la carrera en busca de Messi. El 10 recibió en su propio campo y condujo hasta que encontró a Rakitic liberado, que había acompañado toda la jugada. El pase de Messi desde la derecha, que ya se ha convertido en un recurso habitual, habilitó a Rakitic en la izquierda. Y el croata batió a Hart por alto, en un tanto que daba más de media eliminatoria. Tras el gol, el Barcelona dispuso de muchas ocasiones, pero lejos de perforar las redes, encumbró a Hart en el Camp Nou. El Manchester City solo se sacudía la ofensiva del Barcelona con los arrebatos de Agüero, con algún latigazo de Touré y las conducciones de Silva. Pero no llegaron a intimidar a un Barcelona que jugaba a muchos metros de su portería. Aún así el conjunto de Luis Enrique malogró demasiadas oportunidades en un partido de máximo nivel, un error que le puede pesar en próximos encuentros, sin ir más lejos en el Clásico. Especialmente aciaga fue la noche de Neymar, que disfrutó de hasta cinco envíos de Messi en boca de gol, en los que le faltó instinto asesino.

En la segunda parte el Barcelona supo dormir el partido y reservó fuerzas para el duelo frente al Madrid. Circuló el balón con pausa hasta los pies de Messi y el argentino volvió a imponer su propio ritmo al partido. A veces camina y se asocia en corto, en ocasiones trota y afina su diagonal al costado izquierdo, que normalmente aprovecha Jordi Alba. Y, cuando lo cree conveniente, se desata en una zigzag vertiginoso. Messi no pudo culminar su actuación con el gol, porque se estrelló con Joe Hart, que sacó de quicio a todo el tridente. El portero inglés fue el héroe de un equipo que está en horas bajas. Sus recursos financieros no le han otorgado prestigio internacional, y los duelos ante los grandes de Europa han sido un baño de realidad para el Manchester City. El fracaso de los citizen refleja el mal año del fútbol inglés, que se ha quedado sin representantes entre los ocho mejores equipos de Europa. El City no se desmelenó en busca de la remontada y decidió protegerse del talento de Messi. Pellegrini no apostó por acompañar a Agüero con algún delantero y el juego de sus volantes se acabó apagando en el Camp Nou. Y solo la fortuna y el acierto de su portero le salvaron de una goleada humillante. Tampoco aprovechó el conjunto de Pellegrini la gran oportunidad que tuvo en el minuto 77, un penalti que cometió Piqué sobre Agüero. El disparo del Kun lo detuvo Ter Stegen, que se ganó la ovación del Camp Nou con su intervención. El alemán mostró su osadía al intentar regatear al argentino en el córner y lo compensó también ante Agüero, esta vez bajo los palos.

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Al Barcelona le cuesta controlar los partidos y mostrar cierta continuidad en su juego, en parte porque confía demasiado en el acierto de sus delanteros. Aún así fabricó muchas ocasiones y cerró el partido en la portería del City, en la que se hizo grande la figura de Joe Hart. El portero inglés acabó sonriendo tras desbaratar un disparo a bocajarro de Messi, que se lanzó panza arriba al césped. La suerte del gol le fue esquiva al argentino, pero no fue un borrón para su partido número 100 en competiciones internacionales. Messi vive un momento de inspiración que contagia a sus compañeros. El argentino ha elevado sus prestaciones en el juego colectivo. Baja a recibir, distribuye el balón y descifra los partidos con sutileza y aparente facilidad. Guardiola estaba presente en la fiesta del 10 y aplaudió los caños del argentino. Al acabar el encuentro resumió su vuelta al Camp Nou: “es un lujo ver jugar a Messi”. Mascherano, el fiel escudero de La Pulga, también ensalzó la figura de su compañero: “Jugar con Messi es jugar con lo nunca visto, una leyenda. No lo vi en mis 30 años, nunca”. Y posteriormente profundizó: “El fútbol nos controla a todos, pero Messi controla el fútbol”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: EFE. Foto 2: futbolsapiens.com

LA SONRISA DEL BARCELONA

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El fútbol es un estado de ánimo y el Barcelona es feliz desde que encontró la senda de la victoria. El partido del miércoles frente al Villarreal es una muestra de ello. El equipo no puso en práctica un juego brillante, pero volvió a ganar con solvencia, e incluso pudo dejar sentenciada la eliminatoria.

El Barça se enfrentaba a un gran rival, que ya en liga puso le puso en dificultades en su propio estadio. En aquella ocasión, Messi completó la remontada con un disparo ajustado a la escuadra. Marcelino García Toral también tuvo en mente el encuentro de liga a la hora de plantear la eliminatoria. El técnico asturiano quería evitar a toda costa el juego en carrera del Barcelona y el Villarreal se replegó en campo propio. Quiso aprovechar la velocidad de sus atacantes para sorprender al Barcelona en la misma suerte que tanto le preocupaba de los blaugranas: el contragolpe. Y aunque el conjunto amarillo dispuso de alguna ocasión, el deseo de protegerse le privó de más oportunidades para inquietar a Ter Stegen. En fases del partido, en las que se el Villarreal se apoderó del balón, dio la sensación de que el Barcelona era vulnerable. Vietto, un delantero espléndido, volvió a jugar un buen partido en el Camp Nou: siempre mejoró la jugada y cazó un disparo peligroso que midió la elasticidad de Ter Stegen. Cheryshev, un velocista que avanza por el carril zurdo, asistió a Vietto y el portero alemán resolvió con una gran estirada. Tras el descanso, Ter Stegen cometió un error que condicionó su actuación: no supo despejar un disparo centrado y potente de Manu Trigueros, que acabó en gol.

El problema del Villarreal fue que no empleó el mismo interés en desarmar al Barça que el que prestó a las internadas de Messi. El 10 azulgrana estuvo vigilado siempre por Jaume Costa en el costado, que recibía las ayudas de Cheryshev, Pina y de Bruno Soriano. Messi se descolgó al interior, como es costumbre cuando el equipo blaugrana tiene que progresar en ataque estático. Desde esa posición es capaz de cambiar el ritmo del partido. Buscó a Jordi Alba en el costado, enlazó con Neymar y se asoció con Luis Suárez. La Pulga llegó al área y no atinó en sus dos primeros disparos, que nacieron en dos de las mejores jugadas colectivas del Barcelona.

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Messi no estuvo tan fino como lo ha estado en el último mes. En momentos puntuales se desentendió de la jugada y no colaboró en la presión, reservando sus fuerzas para las acciones más decisivas del encuentro. En ellas siempre aparece el argentino, como arquitecto o como brazo ejecutor. Messi, hasta en sus noches perezosas, conserva intacta su capacidad de decidir partidos. No se olvida de usar sus mejores quiebros y encuentra el camino del gol, en el desarrollo y en la ejecución de las acciones. El primer tanto del Barcelona llegó en una acción de Luis Suárez, que le robó un balón a Musacchio en un ejercicio de pundonor. Corrió hasta el pico del área y desde ahí le sirvió al 10 el balón del gol. Messi ajustó su disparo al palo largo con precisión, en un lugar inalcanzable para Asenjo. Suárez, protagonista en las jugadas de los goles, parece cada día más integrado en el equipo: tiene a su favor el cariño de la afición y rescata jugadas que parecen intrascendentes, peleando hasta la extenuación. Aunque sigue sin estar enfocar a la portería y a veces desentona en combinaciones rápidas, Suárez aporta tantas soluciones y pone tanto corazón en el juego que es imposible que el público no premie su esfuerzo.

El Barcelona quiso controlar el partido desde una posesión fiable, segura y solo aceleró en los metros finales, al amparo del juego luminoso de sus delanteros. Le costó improvisar ante una defensa bien plantada pero no se impacientó. Con un Villarreal bien protegido, en un partido menos abierto y un juego más pausado en la circulación, emergió Iniesta. El manchego había perdido protagonismo en los últimos tiempos, era un daño colateral del plan de Luis Enrique, al que le costaba desequilibrar entre tantas idas y venidas de su equipo. El Barcelona ya no atiende tanto a la pausa y aceleración que marcan sus centrocampistas, sino que busca servir el balón a sus delanteros en buenas condiciones, para que ellos decidan la suerte de los partidos. Pero en encuentros como el del miércoles, en los que los espacios son reducidos, Iniesta posee la capacidad de filtrar el mejor pase, de desbordar con sutileza e incluso de mirar a portería. Las tres cosas se dieron en el segundo gol del Barcelona, el tercero de Iniesta en toda la temporada. Se asoció con Suárez, desbordó a la defensa y se favoreció de la lucha entre Mario Gaspar y Luis Suárez, para firmar el gol que volvía a poner al Barcelona por delante, tras el empate de Manu Trigueros al poco de comenzar la segunda parte. El Barcelona se está acostumbrando a reaccionar rápido tras encajar un gol, y no deja de ser una costumbre temeraria que, de momento, le favorece. Minutos más tarde llegaría el 3-1, en un córner botado por Messi, que remató Piqué a la red. El central catalán está en un buen momento de forma y ha recuperado la confianza del barcelonismo. Tras el gol de Piqué, el Barcelona no supo cerrar la eliminatoria y dispuso de un penalti que desperdició Neymar. El brasileño no brilló ante el Villarreal de Marcelino: sufrió ante el marcaje de Mario Gaspar y se enredó en regates intrascendentes. Después de que Musacchio cometiera un penalti por manos, tuvo una pequeña conversación con Messi. Sólo ellos saben si fue Neymar el que pidió tirar el lanzamiento, ofuscado en un partido difícil para él, o fue Messi el que delegó sus funciones en el brasileño, con el recuerdo del fallo ante Oblak en la misma portería. Lo que sí sabemos es que Neymar disparó y Asenjo atajó su disparo en un gesto felino, que le da vida a su equipo en la eliminatoria.

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El Barcelona cerró el partido dando por bueno el resultado y el Villarreal encontró consuelo en que mantiene alguna opción en la eliminatoria, después de un partido en el que los elementos estuvieron en su contra. La derrota deja en el camino a un futbolista fundamental para el Villarreal: Bruno Soriano, el capitán del equipo y el responsable de la elaboración del conjunto amarillo. El mediocentro se partió el peroné en el Camp Nou, al intentar detener un eslalon de Iniesta. El Villarreal también sufrió la baja de Mario Gaspar, en la acción que le emparejó con Suárez, antes del segundo gol del Barcelona. Las lesiones favorecieron un discurso un tanto pesimista de Marcelino, que afirmó que la película del partido había seguido un guión escrito por su peor enemigo. En el Madrigal tendrá que salir a buscar al Barcelona, algo que no hizo en el Camp Nou, y debe marcar pronto, para verse con opciones de llegar a la final. Para ello Marcelino dispone de un buen puñado de futbolistas: Vietto, Cheryshev, Manu Trigueros, Gerard Moreno, Moi Gómez o los hermanos Dos Santos. Un equipo joven y de mucha calidad, que en el Camp Nou cometió el error de despreciar el balón, para sujetar, con menor éxito del que Marcelino esperaba, al tridente blaugrana.

El equipo de Luis Enrique encarriló la eliminatoria con paso firme, sin demasiados alardes en el juego, pero con la seriedad que requiere la fase definitiva de una competición. Messi volvió a decidir y Suárez e Iniesta cuajaron un gran partido, en un duelo que evidenció los síntomas de recuperación del uruguayo y el manchego. El Barcelona venció en una noche en la que nadie se quiso exponer. Quizá por ello, un partido que prometía mucho espectáculo, decepcionó en el juego y, en algunas fases, se convirtió en una batalla táctica. El equipo de Luis Enrique compensó su poca velocidad de circulación con un generoso despliegue en la presión, que fue el germen de los goles. Los detalles estuvieron a su favor: se repuso del empate de Trigueros, solventó con fortuna las fugas que dejó su defensa, vio como se lesionaban algunas piezas claves de sus rivales, aprovechó la inercia de las victorias e incluso volvió a marcar a balón parado.

El fútbol es un depósito de emociones y el Barcelona es feliz desde que olvidó la derrota en Anoeta. Sigue quedando un mundo pero lleva diez victorias consecutivas, sus figuras están disfrutando y tiene a tiro el liderato y el pase a la final de la Copa del Rey. Una prueba más de que las victorias son, en el fútbol, el único pretexto que justifica la sonrisa.

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Jorge Rodríguez Gascón.