La Eurocopa, entre lo imprevisto y lo esperado

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La Eurocopa llega a los cuartos de final y el desenlace se presenta emocionante. El torneo ha dado algunas sorpresas: la derrota de la vigente campeona a manos de Italia, la enésima decepción de Inglaterra o la eliminación de Croacia, que era uno de los equipos que mejor fútbol habían practicado. También han surgido fenómenos absolutamente inesperados como el de Islandia y Galés, dos equipos sin tradición en las competiciones internacionales. En el fondo, son grandes noticias para el fútbol, un deporte acostumbrado a la reafirmación de lo cotidiano. Alemania y Francia responden a su cartel de candidatas. La Mannschaft venció a Eslovaquia en su mejor partido del torneo y Francia descubrió que Griezmann es la mejor solución en los momentos de emergencia. Italia ya ha demostrado que siempre está en la pelea: especialmente en los torneos en los que menos se la espera. El equipo de Antonio Conte se medirá a la campeona del mundo, en uno de esos duelos que bien valen una Eurocopa. Portugal, que pasó con fortuna la fase de grupos, se enfrentará a la Polonia de Lewandowski. Cristiano Ronaldo tiene el camino más sencillo del cuadro y hay ilusión porque pueda guiar a Portugal a la final. Su gran obstáculo en el cuadro puede ser la Bélgica de Wilmots, que ante Hungría mostró todas sus virtudes: el talento de Hazard, la conducción de De Bruyne, la zancada de Carrasco, la amenaza permanente que es Lukaku, el recorrido de Nainggolan, la llegada de Witsel. El técnico Marc Wilmots dirige a una de las mejores generaciones del fútbol belga. Hasta los cuartos, a su equipo se le intuía más fútbol del que mostraba. Quizá su goleada libere a una selección sobre la que se ha llegado a sospechar. Muchos temen que nunca estará al nivel de las mejores predicciones. Al fútbol europeo no le iría mal que Bélgica dejara de ser una promesa interrumpida.

La derrota de España provoca una tristeza inmensa. No solo supone una tímida confirmación del fracaso de Brasil, sino que se intuye el fin de su imperio. La eliminación llegó producto del despiste ante Croacia y de la abdicación del campeón ante Italia. Dio la sensación de que la azzurra tenía más ganas de vencer que la selección de Del Bosque. Visto de otro modo, La Roja no le dio a Italia la importancia que se merecía. Ellos se tomaron el partido como la superación de una barrera psicológica, similar a la actitud que tuvo España hace 8 años, en los cuartos de final de la Eurocopa de Austria. Consumada su venganza, para los supersticiosos Italia pierde opciones por una razón caprichosa: todos los rivales la empiezan a temer. El duelo frente a Alemania, que remite a las leyendas de otro tiempo, es uno de los partidos más atractivos del torneo. En esta ocasión, es la Alemania de Joachim Löw la que quiere ajustar cuentas: nunca venció a Italia en un Mundial o una Eurocopa. El técnico alemán responde como si le asaltara un picor incómodo: “No tenemos un trauma con la selección italiana”. Con las dos selecciones se cumple un requisito histórico: su mejor nivel de juego ha llegado en el tramo decisivo del torneo.

Individualidades

Las aspiraciones de las selecciones se sostienen, en gran medida, en el nivel de sus estrellas. Alemania disfruta de la mejoría de Özil, del juego sosegado de Kroos y del desborde de Draxler. La aparición del joven mediapunta ante Eslovaquía fue una de las grandes noticias de La Mannschaft. Sustituye a Götze, que ha jugado todo el torneo melancólico, como si recordara que está lejos de ser el jugador que fue. En Italia se alegran de la sintonía que tienen sus dos delanteros: Graziano Pellè y Eder. Tan distintos y a la vez tan complementarios. Pellè es la amenaza en el remate y una fórmula de desahogo: su juego de espaldas ofrece grandes soluciones a sus mediocampistas. Eder es un velocista generoso y sacrificado. Tiene el desborde y la intuición de los delanteros pícaros y sabe aprovechar los servicios de Pellè. En Polonia esperan el despertar de Lewandowski. Mientras tanto, se nutren de la llegada constante de Blaszczykowski. Su rival en cuartos, Portugal, se aferra al don goleador de Cristiano Ronaldo y a sus surtidores, Nani y Quaresma.

Galés vive de la carrera y del disparo de Gareth Bale, un héroe para la nación. Arropado por un conjunto trabajador y sólido, la tarea de suministrar buenos balones a Bale es de Aaron Ramsey y Joe Allen. El Expreso de Cardiff es quizá uno de los futbolistas más determinantes de la competición. Su afición le estima tanto que hasta un pequeño pueblo ha cambiado su nombre para que coincida con el de su estrella. Bale, ambicioso, se ha convertido en el portavoz de una selección atrevida: “A la Eurocopa se viene para ganarla, no para jugar tres partidos”. Su rival en cuartos, Bélgica, debe integrar en el partido a Hazard, De Bruyne, Carrasco o Lukaku.

La selección francesa depende de la inspiración de Payet, Griezmann y Pogba. El primero es una de las grandes revelaciones del torneo: Payet encarna el dinamismo, el regate y el disparo. Pogba ofrece despliegue y un amplio repertorio de lujos técnicos. Griezmann es una garantía de peligro y uno de esos futbolistas que poseen un aura especial. Veloz, fino y atrevido, su mejor partido llegó cuando Francia más lo necesitaba. Su zurda es la mejor virtud del anfitrión. Sobre todo, ante una selección solidaria como Islandia, cuya fuerza reside en el grupo y en su resistencia defensiva. La selección del “país del hielo” está escribiendo uno de los relatos más bonitos de la competición. La belleza de Islandia no reside en su fútbol, algo anticuado y rudimentario, sino en la modestia de sus futbolistas y en el ruido de su hinchada. Un país de 333.000 habitantes, con apenas 100 jugadores que viven solo del fútbol, ha encontrado su hueco entre los 8 mejores equipos de Europa. A veces, el deporte es también una aproximación a lo imprevisto.

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Jorge Rodríguez Gascón.

LA CARRERA POR LA LIGA

A falta de ocho jornadas para que termine la liga, el duelo entre el Barcelona y el Real Madrid se acerca a su resolución, en el momento de la temporada en el más se penalizan los errores. Los dos grandes avanzan con soltura en la carrera por la liga, y ahora atienden al resultado más que a las formas, con la urgencia de quien necesita los puntos a toda costa.

FCBarcelona

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El Barcelona se mantiene en la cabeza de la clasificación con cuatro puntos de ventaja sobre el Real Madrid. Y aunque el equipo de Luis Enrique está en una posición privilegiada, un calendario plagado de compromisos exigentes invita a que los blaugranas sean prudentes (se medirá al Sevilla, Valencia y Espanyol en liga y en las próximas semanas afrontará la eliminatoria frente al Paris Saint Germain). Tras la victoria en el clásico, el Barcelona confirmó su distancia en Balaídos y frente al Almería en el Camp Nou. Pero las sensaciones que dejó el equipo blaugrana en el juego no fueron buenas. El Barcelona de esta temporada parece un equipo confuso, que cambia demasiadas veces de plan durante los partidos. En ocasiones renuncia a sus orígenes y desprecia el balón- como ante el Celta- o se atasca en la elaboración –como ocurrió frente al Almería el pasado miércoles-. Más allá de eso parece que su eficacia defensiva, su acierto en las jugadas claves y el talento de Messi le han hecho optar a todos los títulos. Últimamente son los goles a balón parado los que le están dando resultados, en una nueva muestra más del cambio de ruta escogido por Luis Enrique. En el Barcelona de los delanteros, los mediocampistas han perdido importancia y ya no se atiende tanto a la elaboración del juego ni a la velocidad de circulación. El equipo de Luis Enrique ha encontrado estabilidad defensiva y la pizarra de Unzue –el encargado de planificar las jugadas a balón parado- ha solucionado partidos complicados (como muestran los goles de Mathieu y de Bartra en las últimas semanas).

El Barcelona de esta temporada parece un equipo irregular en el juego aunque, de momento, sea incuestionable en los resultados (solo ha perdido 2 partidos en todo 2015, frente a la Real Sociedad y el Málaga). El equipo catalán es capaz de lo mejor y de lo peor en el mismo partido, algo que se refleja en el balance de la temporada. Ha firmado momentos de gran brillantez; especialmente en los duelos frente al Manchester City y el Atlético; y partidos que rozan la desidia; como el que le midió al Granada en los Cármenes, al Almería en la primera vuelta o al Celta de Vigo en Balaídos. Parece que el Barcelona solo posee recursos bajo la lumbre de Messi, el principio y el fin del juego blaugrana. El argentino regresó del parón de selecciones con un golpe en el pie derecho y frente al Celta de Vigo y el Almería no se le vio con la chispa que ha mostrado en el inicio de año. Pese a ello, siempre idea las mejores jugadas blaugranas, ya sea en el inicio o en la finalización de las mismas; al trote o cuando se desata en carrera. Frente al Almería, Messi rescató a un Barcelona espeso, precisamente cuando más alejado estaba el argentino del partido. El 10 recorrió la línea de cal a pase de Bartra, y tras zafarse de su marcador hacia dentro, colocó el balón en la base del palo largo. Su disparo dibujó un bonito efecto, inalcanzable para Julián, en una firma inconfundible del 10 del Barcelona. Durante el resto del encuentro, el Barcelona y Messi funcionaron a ráfagas, sin constancia ni demasiada implicación en el juego. El argentino alternó varias arrancadas brillantes con largos minutos de paseo. En ellos se le ve cabizbajo, con una mueca que revela su incomodidad; no se sabe si lo que le disgusta es que el juego no pase por él –lo que vulgariza al Barcelona- o el golpe en su pie derecho. Pese a ello, la mayoría de las ocasiones de peligro del Barcelona, hasta en un día de poca inspiración del 10, parten de las botas de Messi. Una circunstancia que aprovecharon sus compañeros de delantera: Pedro asistió en el cuarto gol a Suárez, que firmó su tercer doblete con el Barcelona. No se vistió Neymar, que parece haber perdido la frescura de sus mejores noches, casi al mismo tiempo que Suárez ha afinado su puntería. El brasileño no sólo ha reducido su productividad de cara a gol, sino que cada día comete errores más comprometidos, especialmente en ingenuas pérdidas de balón.

En un Barcelona que en fases de los encuentros renuncia a sus orígenes, el socio valora cada pase de Xavi. El de Tarrasa es uno de los lazos de unión del actual Barcelona con su propuesta tradicional y ha cobrado importancia en el equipo, cuando planean las dudas en el juego. Y lo cierto es que el cerebro de Xavi ofrece agilidad a la circulación y sentido al juego. Si está Xavi en el campo parece que Messi no ha de retrasar tanto su radio de acción y está más fresco para desequilibrar. El problema reside en que el Barça se serena con la posesión, pero le cuesta encontrar las vías de acceso al gol. Por ello quizá el equipo se encomienda a Messi, que juega de 10, y a su acierto en las áreas, en las que se alzan Piqué en la zaga y Suárez en la delantera.

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Real Madrid

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El Real Madrid sigue la estela del Barcelona y tras el festín ante el Granada (9-1, con cinco goles de Cristiano), completó su semana con una trabajada victoria en Vallecas. Los equipos de Paco Jémez son valientes y apuestan por dominar el juego a través de la posesión. Frente a los equipos poderosos, el Rayo de Jémez impone sus principios con más convicción que nunca y hace disfrutar al aficionado. Durante la primera mitad, el Rayo Vallecano dominó a su rival con claridad y mereció el gol; se adueñó del balón y combinó con precisión hasta la portería de Casillas. El portero madridista, cuestionado por su público durante la temporada, emergió en los momentos críticos, especialmente en un remate de Trashorras, y permitió la recuperación del Madrid. El equipo blanco mejoró en la segunda parte, gracias al toque de Modric y Kroos, el despliegue de Marcelo y Carvajal, las llegadas de James y el hambre de Cristiano. El portugués parece haber recobrado la sonrisa tras su repóquer frente al Granada y cuajó una buena segunda mitad en Vallecas. Vive por y para el gol y parece situarse siempre en el lugar correcto en el área, como se demostró en el primer gol de la noche. Carvajal llegó hasta línea de fondo y sirvió un balón al punto de penalti. Ahí estaba Ronaldo para firmar el gol que les sitúa en la lucha por la liga. Cristiano ha reducido su productividad en las bandas y concentra su juego en el área, su nuevo ecosistema. Allí aparece en la finalización e incluso, de vez en cuando, muestra mayor generosidad con sus compañeros; como ocurrió en el segundo gol de la noche, que firmó James a pase del portugués. Cristiano ha depurado su juego: desborda menos, se asocia en corto y participa cada vez más en la resolución de las jugadas, donde afila con mimo su remate. Y los goles de CR se sustentan en la mejoría del equipo, que alimentan con buenos pases la ambición del portugués.

El Real Madrid ha recuperado alternativas en el juego posicional. La recuperación de Modric y James le aporta mayor facilidad para jugar en corto y el equipo mantiene intacto su fútbol de vértigo. Ambas vertientes de su juego se vieron en las dos últimas victorias del Madrid: la goleada frente al Granada se gestó ante un rival agrupado en su propio campo y en Vallecas aprovechó los espacios que dejó el rival a la espalda de su defensa. También ha mejorado su línea defensiva con la vuelta de Ramos y la solidaridad del grupo parece haber aumentado: el equipo de Ancelotti se parte ahora con menor facilidad, especialmente gracias al trabajo de sus mediocampistas y a la corrección de Bale, que ha entendido los consejos de su técnico. El Madrid disfruta de un buen momento en la fase decisiva de la competición, una vez que ha recuperado todas sus piezas. Benzema e Isco son los encargados de improvisar, en un equipo en el que Ramos, Varane y Pepe (que está algo tocado) cortan los ataques del rival.

Ancelotti sabe que perder puntos significaría darle media liga al Barcelona, y pretende que sus jugadores asusten al líder con sus victorias. El próximo martes el Real Madrid se mide al Atlético en la Champions League, su gran antídoto de la temporada. El Madrid confía en reconquistar el trono de la capital en su competición favorita.

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La victoria como única receta.

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Ninguno de los dos candidatos cree que la receta para ganar la liga sea el uso de un fútbol de buen gusto. A estas alturas de la temporada, parece que la única ley a la que atienden es la que dicta el marcador. Cuidan los detalles y han ganado solidez defensiva, pero pierden el control del juego durante los partidos. Saben que en los intercambios de golpes la suerte les suele sonreír, por la calidad individual de sus delanteros. Conscientes de su mayor eficacia, no les importa perder peso en la circulación en busca de acierto en las áreas. No resulta extraño que el Barcelona y el Madrid cedan el balón a su rival, especialmente ante rivales que construyen el juego a través de la posesión, como el Celta y el Rayo. Más llamativa es la situación en Barcelona, un equipo que había fabricado su identidad a través del juego de combinación. En la presente temporada, las variantes de juego se imponen a su identidad con demasiada frecuencia. Aunque siempre acaba con mayor dominio de la posesión, al Barcelona le cuesta más recuperar el balón y aprovecha el contragolpe y su juego a balón parado. El Madrid trata ahora mejor el balón, especialmente cuando Modric, Kroos, Isco y James se asocian, aunque se siente cómodo en el juego directo, para aprovechar la velocidad de su delantera. Barcelona y Madrid apuestan por la seriedad en cada partido e incluso saben administrar sus esfuerzos, con la vista puesta en las ocho jornadas que quedan. Las segundas espadas de la liga –Atlético de Madrid, Valencia y Sevilla- mantienen opciones si fallan los grandes y podrían ser los jueces de la temporada (este fin de semana para empezar, en el partido entre el Sevilla y el Barça).

Se espera un bonito duelo entre el Barcelona y el Real Madrid en el tramo final de la liga. Los grandes emocionan cada vez menos pero, de momento, el marcador justifica su propuesta.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: blacherreport.net. Foto 2: itsjamesrodriguez.tumblr.com. Foto 3:english.ahram.org.eg.

EL CLÁSICO DE LAS MIL CARAS

El Barcelona venció en el clásico del fútbol español (2-1), en un partido bonito, igualado y lleno de alternativas, que resolvió Luis Suárez en el minuto 56. El duelo no decepcionó en el juego y fue un intercambio de golpes entre los dos candidatos al título, una sucesión de estados de ánimo que acabó por coronar al Barcelona.

FC Barcelona v Real Madrid CF - La Liga

El espectacular mosaico del Camp Nou recibió a los protagonistas de un evento deportivo que se retransmite en todo el mundo. Luis Enrique se decidió en la previa del partido por Mascherano como eje del equipo, en lugar de Busquets, que acaba de recuperarse de una lesión. La decisión privó al Barcelona de un juego más aseado, pero le permitió ganar tensión competitiva en un partido exigente. El estadio registró la mejor entrada de la temporada y el público tardó poco en cantar el primer caño de Messi, una de las apuestas que más baratas se pagaban en el Clásico. El equipo de Luis Enrique amenazó tímidamente a Casillas, hasta que el juego se alejó del 10. Con Messi aislado en la banda, el Barcelona estuvo lento en la circulación, no ejerció bien la presión, perdió el control del partido y el Madrid disfrutó de espacios para correr. Rakitic tuvo que sacrificarse a la hora de seguir a Marcelo y el Madrid generó superioridad en el medio, en el que camparon a sus anchas Modric y Kroos. Bajo la dirección del croata, Marcelo desbordó por el costado, Benzema puso su talento al servicio del equipo y Cristiano olfateó el gol. Los tres se dieron cita en la primera ocasión del Madrid. La jugada partió de la banda de Marcelo y el balón llegó a Benzema que, tras revolverse en el área, centró para Cristiano. El portugués remató forzado y su lanzamiento se topó con el larguero de Bravo.

El Barcelona lograba sacudirse la presión blanca por momentos, bajo la conducción de Iniesta, el juego de espaldas de Suárez y las ráfagas de Messi. Pero en la primera parte renunció a su abecedario futbolístico y abusó del balón largo a Suárez, que se peleó durante todo el partido con Pepe y Ramos. Con Messi lejos del cuero, Neymar rifó la posesión en regates intrascendentes, Rakitic perdió peso en el partido y Alves sufrió en su banda, ante la superioridad que generaban Cristiano y Marcelo. Y cuando la duda rondaba el Camp Nou, Messi botó con precisión una falta desde el costado izquierdo. Mathieu le ganó el salto a Ramos y remató a la red de Casillas (1-0), que regresaba al Camp Nou dos años después. Y aunque el partido transcurría por un terreno de idas y venidas, en el que el poderío físico parece favorecer a los velocistas del Madrid, el Barcelona tuvo tras el gol la opción de ampliar su ventaja. Suárez cazó un rechace en el área madridista y su disparo tropezó en Neymar, que falló con todo a favor, a medio metro de la portería de Casillas. La jugada no pudo ser más trascendente para el resultado, pues en el siguiente ataque, Benzema fabricó el gol de la igualada. El francés recibió en el borde del área un servicio de Modric y dibujó de tacón un pase medido para Cristiano. El portugués, muy activo durante la primera mitad, llegó antes que Alves y ajustó su disparo de puntera hasta hacer inútil la estirada de Bravo (1-1).

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Tras el empate, el equipo de Ancelotti disfrutó de sus mejores minutos en el Camp Nou, que coincidió con el mejor momento de Benzema y Cristiano en el partido. El portugués mostró en el Clásico su ambición: encaró a Alves, buscó posiciones de remate, exigió a Bravo con un poderoso lanzamiento y fomentó su sociedad con Benzema, el futbolista más inspirado del Real Madrid. El francés posee la capacidad de improvisar en ataque estático, ofrece siempre buenas soluciones para sus compañeros y tiene además facilidad para rescatar un pelotazo y convertirlo en un tesoro.

Bravo fue exigido por Bale, Benzema y Cristiano y el chileno mantuvo a su equipo en el partido. El Barcelona agradeció el descanso y se benefició de la poca puntería del Madrid. En la segunda parte el equipo de Luis Enrique se serenó en el juego y, aunque le costó progresar en la elaboración, concedió menos pérdidas y limitó los ataques blancos. Ante el atasco blaugrana en la media decidió forzar a la defensa del Madrid con balones al espacio, como una forma de sorprender a su rival. Y el Barcelona encontró a Luis Suárez, un futbolista al que le sienta bien la etiqueta de los grandes partidos. Alves lanzó la carrera del uruguayo con un desplazamiento largo y el delantero le ganó la partida a Ramos. Orientó el balón y, con poco ángulo, cruzó su disparo con precisión, lejos de Casillas (2-1).

El segundo tanto fue un golpe crítico para el Madrid, que se fue difuminando en el encuentro, en el momento en que irrumpió Messi. El argentino llegó tarde al partido, fundamentalmente porque el Barcelona no consiguió integrarle con la posesión y él tampoco se ofreció en exceso. No estuvo tan fresco como ante el City, pero en la última media hora, el 10 volvió a dirigir al Barcelona, cuando Kroos y Modric ya no tenía pulmones para realizar las coberturas. La salida de Xavi y Busquets le dio al Barcelona más fluidez en el juego y el equipo conservó el balón con criterio. Messi abandonó la banda y acampó en la posición del enganche, lugar en el que muestra su facilidad para la invención. Desde allí, explotó su zurda, burló rivales y fabricó las mejores ocasiones del Barcelona. Jordi Alba estuvo a punto de marcar en un servicio del 10 y Neymar mantuvo su riña con el gol hasta en tres disparos. Messi también falló ante la sombra de Casillas: primero, se zafó del marcaje de Kroos y su disparo de interior se fue fuera por poco; después, no embocó un pase atrás de Jordi Alba, en una bonita combinación entre ambos; y, por último, no resolvió un barullo en el área madridista.

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Con el Madrid fatigado, el Barcelona disfrutó de varias oportunidades para firmar la sentencia. Pero, al igual que ante el City, pecó de cierta inocencia ante la portería rival, cuando la inercia del partido estaba a su favor. El Madrid no tuvo capacidad de respuesta tras el gol de Suárez y solo inquietó a Bravo con un disparo lejano de Benzema. Cristiano no amenazó en el último tramo, Marcelo no profundizó como en la primera parte y la media se desfondó. El equipo de Ancelotti recurrió al juego directo y se estrelló contra Piqué, que confirmó su buen momento con un partido impecable ante el eterno rival.

El Clásico llegó a su fin con el rondo del Barcelona en el descuento. El Madrid dejó buenos síntomas en el Camp Nou: fue mejor durante muchas fases del partido y supo imponer su juego hasta el gol de Suárez, pero perdonó a su rival en las jugadas decisivas del duelo. El Barcelona mantuvo la paciencia en los momentos críticos, en los que la fortuna estuvo de su lado, y superó con claridad a su rival en la última media hora, gracias a la finta de Messi y al pase de Xavi, que completó su partido número 42 ante el Real Madrid. Antes, cuando el Barcelona parecía estancado en el juego, Mathieu y Luis Suárez le habían dado la ventaja, en dos acciones que definen los registros del Barcelona de Luis Enrique. El primer gol llegó en una jugada a balón parado, una suerte que tradicionalmente esquivaba al equipo catalán, y el segundo tanto responde más al juego directo que a la elaboración, una novedad que ofrece Suárez al repertorio del Barça.

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El Clásico fue un duelo exigente, un espectáculo vibrante entre dos de los mejores equipos de Europa. La fortuna y el cuidado de los detalles consagró la reacción del Barcelona en la Liga. El equipo de Luis Enrique amplía su distancia a cuatro puntos y refuerza su liderato, cuando no hace tanto llegó a estar a siete del Real Madrid. Siguen quedando muchos puntos en juego y, como mostró el partido, todo puede cambiar en el momento más inesperado. La liga, como el duelo entre sus máximos aspirantes, se mueve en un carrusel de altibajos.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1,2, 3 y 4: (AFP) Getty Images (Reuters).

A DOS SEMANAS DEL CLÁSICO

Noticia-134656-barcelona-rayo-vallecano-liga-bbva Los resultados son el prisma desde el que se mira el fútbol y están condicionados por la inercia de los equipos y el capricho de la fortuna. La fortuna y la inercia sonríen ahora al Barcelona, que ha encontrado cierta estabilidad en el momento más delicado del Real Madrid. Es evidente que el Barcelona ha invertido su estado anímico. La derrota en Anoeta cuestionó el proyecto de Luis Enrique: el Barcelona carecía de un plan definido, perdía puntos en cada desplazamiento y le faltaba capacidad de respuesta ante un resultado adverso. Los medios catalanes contaban los días para que el técnico asturiano fuese destituido y se especulaba con la salida de Messi a final de temporada. Pero la reacción llegó frente al Atlético de Madrid, en el siguiente encuentro de liga. Messi lideró uno de los mejores partidos del Barça de Luis Enrique y supuso una inyección de confianza para la plantilla. El Barcelona ha encadenado desde entonces una espectacular racha de resultados, que solo se vieron interrumpidos por la derrota ante el Málaga. Sin contar el “resbalón” frente al equipo de Javi Gracía, el Barcelona ha conseguido recortarle al Real Madrid siete puntos de distancia en liga (14 victorias en 15 partidos en todas las competiciones). El equipo de Luis Enrique ha cosechado un buen triunfo en la ida de los octavos de la Champions ante el City y se ha clasificado para la final de la Copa del Rey. Para acceder a la final ante el Athletic, que se jugará el próximo 26 de mayo, ha derrotado a un sparring débil como el Elche y a dos de los mejores equipos españoles: el Atlético de Madrid y el Villarreal. A la sonrisa del Barcelona contribuye el momento de inspiración de Messi, que con su hat-trick al trote ante el Rayo Vallecano superó a Zarra con 32. “Leo consigue superarse cuando parece imposible”, afirmó Iniesta al término del partido. Messi ha mejorado en la lectura de los encuentros e interpreta las necesidades de su equipo, prestando atención al juego colectivo. El argentino se aproxima a la visión de futbolista total: marca, asiste y distribuye. Actúa a veces como un falso extremo, otras como un nueve brillante y perezoso, e incluso como un interior de buen gusto, pero siempre juega de 10. El único motivo de preocupación que rodea a Messi es su bloqueo desde los once metros: ha fallado 5 de los 11 penaltis que ha tirado esta temporada, sin contar el lanzamiento parado por Cristian Álvarez, que el árbitro Gil Manzano mandó repetir. Por lo demás, si el argentino no se ausenta en el juego, es capaz de decidir cualquier encuentro en una ráfaga de talento. Lo demostró una vez más frente al Rayo, con un hat-trick en 12 minutos. La finta y el pase de Messi sostienen a sus compañeros de delantera. Neymar está completando una gran temporada y tras tres partidos sin marcar, volvió a retomar la senda del gol ante el Villarreal, en la vuelta de las semifinales. Luis Suárez ha afinado su puntería, su gran obstáculo en los primeros meses, y vive sus mejores días de blaugrana, justo en el momento clave de la temporada. También está de dulce Iniesta, que completó un gran partido ante el Rayo Vallecano. Mezcló bien con Xavi, que sigue siendo un lujo que alterna la titularidad con la suplencia, y se asoció con Rakitic, del que Luis Enrique prescinde con demasiada frecuencia, y con Mascherano, capacitado para aliviar la ausencia de Busquets. Aunque algunos aficionados ven todavía mucho margen de mejora: el equipo se expone demasiado ante el rival, sufre en la recuperación, necesita de grandes partidos para esforzarse al máximo y los resultados dependen en exceso de la suerte de sus delanteros. Pese a ello, el Barcelona ha enlazado una serie de victorias y ha espantado los malos presagios, de momento. Luis Enrique atendió a los medios al acabar el duelo ante el Rayo y afirmó: “Los objetivos y las rachas se valorarán a final de temporada, cuando se decidan los títulos”. El Real Madrid por su parte ha dejado escapar una amplia ventaja. Sigue en una posición privilegiada para disputar la liga, pero preocupa su bajo estado de forma. Desde su victoria en el Mundialito de Clubes de Dubai, el Madrid no ha vuelto a convencer. Carece de ideas en la elaboración y su delantera está lejos de los registros de comienzo de temporada. Carlo Ancelotti estimó tras la derrota en San Mamés que el bajón del Real Madrid responde a su mal momento ofensivo. El apagón de sus goleadores lo representa como nadie Cristiano, que pese a que mantiene buenas cifras de cara a portería (por mucho que Messi le haya comido el terreno), ha perdido protagonismo en el juego. El portugués parece incómodo en los partidos: ha perdido chispa en el regate y sin fortuna en el desequilibrio, se aleja de la banda para buscar posición de remate. Sin demasiados asistentes, Cristiano pierde capacidad para decidir los partidos. Benzema ha bajado en las últimas dos semanas: sufre cuando el equipo pierde el balón y sin socios en la improvisación, se difumina en los encuentros. Bale sigue desenganchado del juego, alejado del gol y de sus compañeros. Las bajas de Modric, Ramos y James han afectado a la plantilla y el equipo está muy lejos del brillo de la primera parte de la temporada. No encuentra el equilibrio y se especula con un cambio táctico (del 4-3-3 al 4-4-2) para paliar sus defectos a la hora de controlar los partidos. Ante el Villarreal fue la falta de puntería y las estiradas de Asenjo lo que les privó de una victoria al conjunto blanco. Pero la imagen que dejó el equipo blanco en San Mamés fue más preocupante, con demasiados síntomas de desidia de algunos futbolistas, que se disolvieron en la atmosfera de San Mamés. La victoria del Athletic la firmó Aduriz, el solista imprescindible del equipo vasco, con un plástico y contundente remate de cabeza. El Athletic culminó con el vuelo de Aduriz su semana mágica: venció al Eibar en el derbi vasco, al Espanyol en la vuelta de las semifinales de Copa y pudo con el Real Madrid en su estadio. El equipo de Ancelotti afronta una semana delicada y espera volver a vencer en Champions, de momento la competición en la que se está mostrando más sólido. La recuperación de sus estrellas, más cuestionados que nunca por la prensa, será fundamental para convencer al Bernabéu. Las mejores noticias para el Madrid llegan desde la enfermería, con la recuperación de Pepe, que fue de lo mejor de Bilbao, y la vuelta de Sergio Ramos y de Luka Modric, dos piezas fundamentales de la columna vertebral de Ancelotti. A la espera de que Kroos e Isco reencuentren su mejor versión física, el Madrid quiere aprovecharse de un rival débil como el Schalke 04, que fue inofensivo en Alemania. A dos semanas del clásico, la única certeza es que todo puede cambiar: el fútbol es un deporte que se construye con realidades efímeras. [1] . .

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: http://www.libero.pe; Foto 2: AP q4p.co; Foto 3: deportes.elpais.com

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[1] Como dijo Isco en la zona mixta de San Mamés, no sabemos si en serio o en broma: “Los equipos tienen altibajos, unas veces estás arriba y otras veces estás abajo”.

LA LIGA DE LAS MIL CARAS

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La liga sigue admitiendo nuevos cambios en el guión y el Barcelona alcanzó el liderato tras aprovechar la derrota del Real Madrid en San Mamés. Venció a un Rayo Vallecano osado en la mañana del Camp Nou y disfrutó ante su público, en la mejor entrada de la temporada (6-1). El Barcelona no desperdicio la oportunidad que le brindó el Madrid, algo que sí ocurrió frente a la Real Sociedad y el Málaga. Con su victoria ante el equipo de Paco Jémez, el Barça es el equipo más goleador y el que menos tantos ha encajado de la Liga. Para redondear la mañana, Messi alcanzó con su hat-trick a Cristiano en la tabla de goleadores, en un combate que parece anticipar la lucha mediática por el Balón de Oro. El buen momento del tridente blaugrana se contrapone a la depresión que sufren los delanteros del Real Madrid. A la sintonía entre Messi y Neymar se ha sumado el despertar goleador de Luis Suárez y, por el contrario, los delanteros del Madrid marcan y rematan cada vez menos. Cristiano completó en San Mamés su cuarto encuentro de la temporada sin disparar a puerta (los mismos que había firmado en sus anteriores campañas con el conjunto blanco), Benzema se apagó ante el empuje de los vascos y Bale lleva ocho partidos consecutivos sin marcar.

El Atlético y el Valencia empataron en el Calderón (1-1), en un partido que se movió por un terreno en el que ambos equipos se sienten cómodos: el de la batalla y la disputa. Los equipos que dirigen Simeone y Nuno aceptan el juego físico con una sonrisa y se midieron en un intercambio de golpes que tuvo más fogosidad que brillo. Koke marcó en su regreso al equipo y Mustafi le dio el empate al Valencia en el segundo tiempo. El duelo entre las segundas espadas de la liga se resolvió con un empate en un partido intenso, más acorde al gusto de los entrenadores que de los aficionados. Destacó más la coraza de Otamendi o Godín que el fútbol de ataque de los valencianos y colchoneros.

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En un momento en el que parecen inalcanzables las ligas de 100 puntos (el Barcelona y el Madrid pierden más puntos a lo largo de la temporada que los equipos de Guardiola o Mourinho), cobran más importancia los teóricos candidatos a la tercera plaza, el Atlético o el Valencia, que están a 6 y 7 puntos de la segunda posición. El Atlético basa su juego ofensivo en el talento de Arda Turan, Koke y Griezmann, y ante el club valenciano prescindió de Mandzukic en beneficio de Torres. El Valencia agita los partidos desde el carril izquierdo, el hábitat natural de Gayá y Piatti, y al remate esperan Negredo y Alcácer. Las plantillas del Turia y del Manzanares aspiran en secreto a colarse en la lucha por el título y pueden ser, a su vez, los jueces que decidan el campeón. El Villarreal de Marcelino también gana crédito en la competición, con el aval de su buen juego y el olfato de Vietto, Gerard Moreno o Giovani Dos Santos. Su aspiración es alcanzar la zona Champions y progresar en la Europa League, tras la eliminación copera ante el Barcelona.

El trofeo se decidirá en los últimos partidos y al mismo tiempo estará en juego cada jornada. Nadie representa esta afirmación como el Barça de las mil caras, el nuevo líder de la Liga BBVA. El equipo de Luis Enrique es capaz de asombrar en Manchester, de aburrir en Granada o de caer con estrépito en Anoeta. El viento sopla ahora a su favor, pero las inercias se invierten con demasiada facilidad. Es lógico que nadie se atreva a pronosticar nada en una competición que puede cambiar cada fin de semana.

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Jorge Rodríguez Gascón.

EL MADRID CUMPLE EN ALEMANIA

El Real Madrid venció con solvencia en el Veltins Arena de Gelsenkirchen (2-0), frente a un rival débil, al que le sigue quedando grande la fase decisiva de la competición.

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El equipo de Carlo Ancelotti sabía de la importancia del inicio. Y, con más rigor competitivo que buen juego, supo ratificar su superioridad ante un equipo voluntarioso, tan bien trabajado en el aspecto táctico como inocente ante la portería de Casillas. El Madrid entró al partido con la seriedad que requiere una eliminatoria en la máxima competición continental. Sin demasiados alardes en la circulación, comprendió que lo importante era alejar el juego de la portería de Casillas, aunque fuera a través de una posesión horizontal, que no encontraba en buenas condiciones a sus delanteros. El Madrid se instaló en campo contrario, al ritmo que marca Kroos en la elaboración, siempre en buena sintonía con Isco, un futbolista elegante de recursos ilimitados. Sin mostrar un fútbol vistoso, el Madrid maduró el partido con inteligencia, no se impacientó ante la defensa alemana y resolvió con sus carrileros. Mientras tanto Pepe y Varane neutralizaban la resistencia alemana, personalizada en Huntelaar, un delantero con instinto, y Choupo-Moting, un futbolista descarado que se movió pegado al carril zurdo. El delantero holandés chocó con Varane y tuvo que ser retirado en el ecuador de la primera parte. La lesión de Huntelaar acabó de desorientar al Schalke, cuyas opciones ofensivas descansan en el delantero holandés. Y con Huntelaar camino de la enfermería, el Madrid se acercó al balcón del área y desde ahí generó sensación de peligro, especialmente a través de la conducción de Isco y la movilidad de Cristiano y Benzema. El portugués se ofreció en corto, se movió por todo el frente de ataque, buscó posiciones de remate y puso fin a su paréntesis goleador de los últimos partidos. Aunque perdió muchos balones y no siempre estuvo acertado en el desborde, Cristiano fue decisivo en el resultado y se liberó de su agonía, como demostró en su efusiva celebración. El gol había llegado al filo de la media hora de partido. Carvajal sorprendió con un gran centro de zurda y Cristiano llegó libre de marca a la posición de remate. Desde ahí, el portugués resolvió de cabeza, esquivando la salida en falso del joven portero Wellenreuther, que creció con el paso de los minutos (1-0).

El gol le dio al conjunto blanco (que ayer vestía de rosa chillón) la seguridad y la confianza que necesitaba. Y durante el resto del encuentro, siempre dio la sensación de que el partido estaba más próximo a la sentencia del Madrid que a la igualada del equipo de Roberto Di Matteo. Incluso el remate al larguero de Platte pareció una jugada aislada, producto de uno de los pocos despistes defensivos que tuvo el Real Madrid en Alemania. La ocasión del Schalke reactivó el fútbol de ataque del Madrid y Marcelo consiguió el segundo tanto del partido, un gol que deja prácticamente sentenciada la eliminatoria. Cristiano consiguió zafarse de la marca de Uchida y asistió al lateral brasileño. Marcelo se acomodó el balón a su pie derecho y soltó un zapatazo inapelable a la escuadra de Wellenreuther (2-0). El gol premió el gran partido del brasileño en el Veltins Arena, un futbolista fundamental para el Madrid. Marcelo destaca especialmente frente a defensas bien protegidas, como la que planteó ayer Roberto Di Matteo. En ataque estático, el brasileño es capaz de agitar los partidos desde el carril izquierdo, lugar en el que a menudo se asocia con Isco y Cristiano.

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El segundo gol fue el golpe definitivo para el Schalke, que esperó al final del partido, con la impotencia de quien ve inalcanzable a su rival. El Madrid consiguió una victoria que supone una inyección de moral para una plantilla cuestionada. Aunque sigue dejando dudas en la elaboración del juego, el Madrid regresó de Alemania cargado de buenas noticias. El equipo de Ancelotti consiguió encarrilar la eliminatoria tras completar un partido cómodo, sin demasiados contratiempos. Cristiano Ronaldo volvió a marcar, Isco cuajó otro buen partido, Kroos organizó el juego y Pepe le dio a la zaga mayor solidez defensiva. El conjunto blanco cerró el partido sin encajar ningún gol y la sensación es que el equilibrio de los blancos y su mejoría defensiva son tan importantes como los goles de Cristiano.

Lucas Silva desbancó a Illarramendi y completó sus primeros noventa minutos con el Real Madrid. Mostró que es un jugador complementario, comedido en el pase e inteligente en lo táctico, aunque sigue sin ser la solución a los problemas que tiene el Madrid en la creación. El problema es que cuando el balón se separa de Kroos, de Isco o incluso de Benzema parece perder control, en busca del vértigo que proponen los velocistas blancos: Cristiano Ronaldo y Gareth Bale. Y eso afecta a un equipo con limitaciones en el ataque posicional. Algo que parece que no cambiará hasta que vuelvan Modric o James, futbolistas que apuestan por un fútbol en el que la posesión cobra mayor protagonismo.

El Madrid encontró en el Schalke 04 a un sparring perfecto para elevar su confianza. El conjunto de Roberto Di Matteo fue un equipo trabajador, que derrochó entusiasmo y dureza en cada disputa. Pero al que le parece faltar fútbol para competir al más alto nivel, especialmente afectado por una gran cantidad de bajas, entre las que destaca la de Julian Draxler, un mediapunta de gran proyección. La llegada de Roberto Di Matteo aportó mayor consistencia defensiva, y el equipo se reagrupó con una línea de tres centrales: Höwedes, Nastasic y Matip. Pero al Schalke le sigue costando un mundo crear ocasiones, un problema que se agrava con la lesión de Huntelaar, la referencia ofensiva del equipo.

El Real Madrid construyó la victoria desde la sensatez y la prudencia. Volvió a atascarse en la elaboración y no estuvo inspirado en el juego, pero resolvió pronto en el marcador. Las debilidades del Schalke le favorecieron y consiguió un resultado casi definitivo, que pone al conjunto de Ancelotti en la antesala de los cuartos de final.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1 y 2: Getty images.

LOS SILENCIOS INCÓMODOS DEL BERNABÉU

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El Real Madrid venció al Deportivo de la Coruña en el examen del Bernabéu, que aprobó con menos claridad de la que dicta el marcador (2-0). El Deportivo no fue el rival inocente de la primera vuelta (recibió 8 goles en Riazor) y supo jugar en campo contrario, con buen tino en las asociaciones, aunque sin fortuna de cara a puerta. El equipo de Carlo Ancelotti acertó a definir en dos de sus estampidas y alivió el dolor de la derrota en el Calderón.

Era un partido delicado para los merengues, en el que el público pretendía observar la reacción de su equipo, herido en su orgullo por el rival vecino. Sin embargo, el Madrid disputó un partido corriente, que no dejó demasiado lugar a la euforia, ni alentó la esperanza de una afición proclive a los silencios incómodos. El encuentro, lejos de parecerse a los mejores momentos de la temporada blanca, tuvo muchas similitudes con el partido del Sevilla, incluso en la resolución.

El comienzo del choque ayudó a que el ambiente del estadio fuera frío. El público observaba en silencio como los futbolistas del Depor triangulaban con precisión en los primeros diez minutos y se plantaban ante Casillas con relativa facilidad. Lucas Pérez, un canterano que mostró muy buenas maneras en el Bernabéu, se asoció con dos extremos descarados, como Isaac Cuenca y Cavaleiro, y Oriol Riera, un nueve de referencia, bajó buenos balones para sus compañeros. El Madrid se atascó en el inicio del juego, perdió demasiados balones en la elaboración (especialmente Isco) y no enlazó con la delantera, situada a demasiada distancia de los mediocampistas. El equipo de Ancelotti volvió a dar la sensación de ser un equipo vulnerable, que descuida los inicios, y que concede demasiados remates al rival. Algo que mostró Isaac Cuenca en dos disparos con intención: el primero se fue rozando el palo y el segundo lo anuló Casillas con una buena mano. El extremo catalán del Deportivo fue osado cuando recibió el balón, dejó atrás a Arbeloa siempre que le encaró y contribuyó al murmullo del Bernabéu.

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El Madrid recobró el aliento cuando el Deportivo empezó a fallar en la circulación. Aprovechó las imprecisiones del rival para desarmarle a la carrera, en rápidos contragolpes, dirigidos por Isco y culminados por su tridente: Cristiano, Benzema y Bale. De ese modo llegaron sus oportunidades más claras en la primera parte, en dos disparos de Cristiano y de Bale que se toparon con el larguero de Fabricio. Y también tras una pérdida del Deportivo en una zona comprometida, llegó el primer gol del Madrid. El Madrid se desplegó y asestó un duro golpe al Deportivo, que más allá de sus despistes, seguía haciendo daño cuando superaba la primera línea de presión blanca. Entre Benzema y Arbeloa salvaron un balón que Cristiano no alcanzó a rematar. Isco cazó el rechace en el pico del área, se acomodó el balón y situó su disparo en el palo largo, en un gesto técnico que ha convertido en costumbre (1-0). El equipo de Ancelotti vivió entonces sus mejores minutos del partido: Benzema se asoció con Isco, Cristiano se acercó a posiciones de remate y Bale desbordó a Luisinho con mucha superioridad.

El partido transcurrió hasta el descanso por los mismos cauces: el Madrid no renunció al balón pero parece que disfruta más en las transiciones rápidas, en las que no tiene que elaborar el juego. La posesión del Madrid solo parece tener sentido si el balón pasa por Kroos, especialmente ahora que están ausentes James y Modric, junto a Isco, los aliados naturales del alemán. En la que debía ser una tarde para medir a Illarramendi, el guipuzcoano volvió a ser un jugador correcto, complementario e incluso vulgar. El Madrid fue más peligroso cuando recuperó en campo contrario y sorprendió al Deportivo sin tiempo para replegarse. En esos minutos el equipo gallego sufrió porque no consiguió encadenar varios pases seguidos y porque le costó administrar los espacios que concedió su zaga. Una vez que recuperó el acierto en la posesión, consiguió superar su mal momento en el partido. Después del descanso, el Deportivo volvió a asociarse en las inmediaciones del área y amenazó a Casillas. Primero lo hizo con un disparo de Celso Borges, que se estrelló en la madera y, posteriormente, con un remate de Oriol Riera, que hizo volar a Casillas. La parada de Casillas, que fue más aplaudido que pitado por su público, resultó decisiva para la victoria blanca. El Madrid sufrió con el juego preciso de los coruñeses y ni Cristiano ni Marcelo aprovecharon las oportunidades que tuvieron para lograr el segundo gol de la tarde. Y cuando el partido transcurría por el terreno de la incertidumbre, con un Bernabéu cada vez más nervioso por la cercanía del rival en el marcador, el Madrid consiguió la sentencia. El Deportivo volvió a fallar en la salida de balón y Cristiano encontró metros para correr. Llegó justo a la disputa con Laure, pero le dio tiempo a surtir a Benzema en boca de gol. El francés, un goleador frío, de esos que dispara con silenciador, resolvió con una sutil vaselina (2-0).

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El resultado no volvió a peligrar para el Real Madrid después del gol de Benzema. Y los últimos minutos sirvieron para ver el debut de Lucas Silva y para prolongar la sequía de Cristiano, que dispuso de un par de oportunidades para redondear el marcador. En la más clara de ellas, su disparo se fue rozando el palo de la portería que defendía Fabricio, un arquero sobrio y seguro, atípico porque es de los pocos porteros modernos que prefieren blocar a despejar. El momento de Cristiano condiciona la situación del Madrid, que ha perdido el brillo de sus mejores días y ya no remata tanto a portería. El portugués contribuyó al resultado y mantuvo su ambición durante todo el encuentro, en busca del gol que calmara su ansiedad. Sin embargo, más allá de su asistencia en el gol de Benzema y algún detalle bonito en el desborde, se le sigue sin ver cómodo en los partidos, delatado por su amplío abanico de aspavientos.

El Deportivo de la Coruña ha crecido con el paso de las jornadas: ya no parece un equipo en formación, ha salido de los puestos de descenso y ya tiene un plan de juego definido, en el que se apuesta por el buen trato del balón. Una propuesta que cristalizó en una buena actuación ante el líder. Le faltó la eficacia y la puntería de las grandes ocasiones, las armas principales de su rival en el Bernabéu.[1]

El Real Madrid consiguió una victoria importante ante su público, en un partido tenso, que resolvió sin demasiado brillo. Tres puntos que no tapan los motivos de preocupación de Ancelotti: al Madrid le faltan piezas importantes de su columna vertebral (Ramos, Pepe, Modric o James), le sigue costando un mundo desnudar al rival en ataque estático, ya no es un equipo tan solidario en la presión, se parte con facilidad en fase defensiva y el Deportivo le volvió a generar demasiadas ocasiones.

El triunfo del Madrid sirve para alejar la derrota ante el Atlético de Madrid pero no para despejar la incertidumbre del Bernabéu.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: Felipe Sevillano (Diario as). Foto 2: Emilio Naranjo (EFE). Foto 3: Javier Soriano (AFP).

[1] Una de las pocas pegas que se le puede poner a Víctor Fernández es que el técnico prescindió de un futbolista vital para el juego de toque de su equipo: Juan Domínguez. El gallego es un futbolista de la escuela de Valerón, incluso comparte con él cierta fragilidad: posee una visión de juego excelente, una gran capacidad para proteger el balón, tiene talento para regatear en corto y es capaz de encontrar el pase definitivo.

RIVALES: EN LA HISTORIA Y EN EL JUEGO

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El Atlético y el Real Madrid se enfrentan hoy (16:00 h, Vicente Calderón, Canal + Liga) en el sexto derbi madrileño de la temporada. Sucede que el destino de los títulos en los últimos tiempos ha estado vinculado al duelo entre los dos grandes equipos de la capital. Y sucede también que Diego Simeone hizo olvidar a los atléticos la maldición ante el vecino en una final de Copa. Desde entonces el equipo rojiblanco ha sido capaz de batir al Madrid hasta en cuatro ocasiones. El cambio de tendencia se acentúa en los cincos partidos que han disputado esta temporada, en los que el Atlético no conoce la derrota. El Madrid, por su parte, sonríe mirando a Lisboa, y presume que eligió el mejor partido posible para vencer a los rojiblancos. Ante un nuevo episodio en el Calderón, el equipo de Ancelotti se ampara en la vuelta de Cristiano y en el talento de Isco y Benzema para que el viento vuelva a soplar a su favor.

El equipo blanco viene de vencer al Sevilla en un partido disputado y accidentado, de esos que se deciden en pequeños detalles y que dejan víctimas por el camino. Las lesiones de Ramos y James condicionan el futuro del Madrid y el planteamiento de Ancelotti. Para paliar la ausencia del colombiano, el Madrid tendrá que recurrir a un futbolista de menor imaginación, entre los que se incluyen Illarramendi, Khedira o Lucas Silva. La baja de Ramos desestabiliza la defensa blanca y será Nacho Fernández el que ocupe su puesto. Frente al Sevilla dio muy buenas sensaciones y mostró tener mimbres de gran central. Sorprendió por su oficio y rapidez, pero se intuye que el examen del Calderón será más exigente. Le acompañará Varane, probablemente el central con mayor proyección del mundo (sobre todo si su rodilla no le incordia y corrige algunos fallos de concentración). La sanción a Marcelo le priva al Madrid de uno de los futbolistas con mayor desequilibrio del equipo, especialmente en el juego posicional. Lo más lógico es que le sustituya Coentrão, aunque no se descarta ver a Arbeloa en el carril izquierdo, lo que podría ser una ventaja para Griezmann si se despliega por ese costado. No hay dudas ni en el lateral derecho, hábitat de Carvajal, ni en el mediocentro, donde formará Kroos, un futbolista académico, preciso y eficaz. Las mejores noticias para el Madrid llegan con la vuelta de Cristiano, con la madurez de Isco y con el momento de Karim. Ante el Sevilla las mejores jugadas llegaron bajo la lumbre de Isco y Benzema, especialmente en la segunda parte, en dos o tres bonitas combinaciones. Los goles partieron también de esta pareja, que representa la improvisación en el equipo de Ancelotti. Cristiano, por su parte, regresa de una sanción y llegará fresco para amenazar al Atlético. Está a dos goles de igualar a Di Stéfano como máximo goleador ante el equipo del Manzanares y Simeone le prepara un férreo sistema defensivo. Isco, Benzema y Kroos serán los encargados de alimentar el instinto asesino de Cristiano. Otra buena noticia para el equipo blanco es que Jesé cada día se parece más al jugador que fue antes de romperse la rodilla. Por su parte, Bale parece desenganchado del juego, alejado de sus compañeros. Dolido por los pitos del Bernabéu, ante el Sevilla sintió que el público está en su contra. Y lejos de corregir aquello que le reprochan, jugó demasiado pendiente de saciar su apetito. Aunque el galés no está en las mejores condiciones físicas, es un futbolista que crece en los grandes momentos y, al menos, en el Calderón los pitos no responderán a la ingratitud sino a la costumbre.

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El Atlético de Madrid llega después de desenvolverse con soltura en el barro de Eipurua. Quizá porque el campo favorecía algunos de las virtudes del Atlético de Madrid: la intensidad, el rigor táctico, la pegada. Virtudes que han sido fundamentales en las victorias de los colchoneros ante el equipo de Ancelotti. Simeone parece haber encontrado la fórmula para sujetar al Madrid. El técnico propone partidos volcánicos, jugados en pocos metros, en los que no se escatima en la disputa. Se repliega con facilidad, construye una sólida empalizada y se dispara para buscar a Casillas en pocos segundos. Compite como nadie y sabe asociarse con precisión y facilidad. Porque aunque el equipo rojiblanco construye sus victorias desde el trabajo y la solidaridad, no hemos de olvidar que también sabe jugar muy bien al fútbol, especialmente cuando Arda, Griezmann y Koke se encuentran. La solidez de su defensa no se cuestiona y los piezas que ha introducido Simeone se han integrado a la perfección: Godín y Miranda se mantienen como centrales titulares (Jiménez ha mostrado que es un central duro y de gran proyección cuando ha tenido la oportunidad), Juanfran persiste como lateral derecho, Siqueira no es Filipe Luis pero está en ello y Moyá ha encajado a la perfección.

La llegada de Torres y las variantes del mediocampo le dan a la plantilla mayor profundidad. La sensación es que El Niño esperará en el banquillo, en busca su primer gol en liga tras ilusionar en la copa, y también lo harán Raúl Jiménez y Cani, futbolistas que pueden aportar en los segundos tiempos. La duda es ver si Simeone descarta del once también a Mario Suárez o Saúl, jugadores complementarios que han sido utilizados en partidos importantes. A Simeone le gusta ser un enigma para el rival y plantear ciertas incógnitas. Lo lógico es que forme con un mediocampo aguerrido con Tiago, Gabi y Raúl García, con la intención de escoltar a Koke en la elaboración. El jugador madrileño es fundamental para resguardar el balón y servir pases decisivos. En esa labor le ayuda como nadie Arda Turan, aunque Simeone ante el Madrid suele prescindir de él al inicio. Para que el turco salga a domar el partido en el segundo tiempo, cuando sus compañeros necesitan oxígeno. Aún así la participación de Arda en el once es otro de los secretos que esconde el técnico argentino. Lo que sí ha confirmado Simeone es que en punta formarán Mandzukic, que viene de hacer un gran partido frente al Eibar, y Griezmann, que vive su mejor momento desde que llegó al Atlético. El croata condiciona el modo de jugar del equipo y tratará de aguantar el balón si el equipo está encerrado, de prolongar para Griezmann al espacio y de buscar el remate. No en vano se estrenó como goleador ante el Madrid, en el gol que valió el título de la Supercopa. El francés lleva semanas iluminado y sus aceleraciones con el rival desprotegido pueden decisivas. En la eliminatoria de Copa fabricó los dos goles de Torres en el Bernabéu, se desmarcó al espacio, ayudó a conservar el balón y generó ventajas. Ha sido nombrado mejor jugador del mes de Enero y se le ve fino, rápido, comprometido e inspirado. Casillas medirá la zurda de Griezmann en un duelo que tendrá al Calderón como testigo.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: ibtimes.com

Foto 2: pase final.com

EL MADRID SE EXHIBE ANTE UN DÉBIL SCHALKE

El Madrid rompe su maldición en territorio alemán.

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El Real Madrid venció con autoridad por 6-1 ante el Schalke. El conjunto de Ancelotti mostró su mejor cara en Gelsenkirchen y completó un partido impecable. Se presenta, tras la apabullante victoria de ayer, como uno de los grandes candidatos para alzarse con la Champions, al mismo nivel que el Bayern.

Los blancos dominaron el encuentro de principio a fin: estuvieron acertados en la circulación y veloces en la transición ofensiva. Además conservan su seguridad defensiva, es un equipo que concede pocas oportunidades y arma jugadas de gol con muy poco. El Real Madrid se adelantó en el minuto 13 por medio de Benzema. El francés parece no estar en el partido, pero es solo una pose. Aparece en boca de gol y decide. Así lo hizo en el primer gol que permitió la tranquilidad de la afición. Casillas solo fue inquietado en un disparo a bocajarro de Draxler que el meta madrileño atajó magistralmente. La parada fue espectacular y recordó a la que hizo ante Perotti en el Sánchez Pizjuán. En esa intervención se acabaron todas las opciones del Schalke y el Madrid se desmelenó con espacios.

Especialmente porque Bale marcó poco después. Aprovechó una pérdida de Santana, que tuvo una noche aciaga, para anotar el segundo en una jugada personal. El galés parece desenganchado del juego pero muestra sus virtudes en el marcador. A falta de asimilar todos los conceptos blancos tiene casi siempre incidencia en los resultados. Cristiano, que ya había rematado al palo en el primer tiempo, anotó el tercero en la reanudación. Bailó a su rival a base de bicicletas y definió con la izquierda. El portugués ha estado en la sombra durante tres partidos pero mantiene intacta su mayor virtud: la ambición. Es letal con espacios y llama a las puertas del gol con insistencia. Disparó 10 veces y pudo marcar media docena.

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El Madrid siguió asfixiando al Schalke con su pegada y se plantaba en pocos pases en el área de su rival. Benzema hizo el cuarto tras combinar con Cristiano. Regateó al meta Fährmann y finalizó a puerta vacía. Fährmann  fue uno de los destacados de su equipo, pese a encajar 6 goles. Evitó una humillación sin precedentes y atajó alguna opción de los delanteros blancos.

El Madrid se siguió mostrando como una apisonadora y aplastó las opciones de los alemanes. Bale anotó el quinto, aprovechando los espacios de un campo amplio e idóneo para los blancos. El rival también fue un buen aliado para que los de Ancelotti desplegaran todas sus virtudes. Fue un débil sparring que elevó la confianza del púgil dominante.

Cristiano completó la goleada madridista volviendo a sortear al portero alemán. Llegó el sexto en el 89 y el Madrid se zafó de su maldición alemana. Hubo tiempo para que Huntelaar maquillara el resultado con una espectacular volea a la escuadra, cuando el partido ya agonizaba.

El Madrid mostró que es un equipo sólido y letal con espacios. Ha encontrado la estabilidad situando a Di María en el mediocampo: el argentino aporta trabajo y sacrificio en tareas defensivas y se asocia con Modric a la hora de crear juego y llegar al área. El Schalke, por su parte, sucumbió pronto a las vertiginosas transiciones ofensivas de los madridistas. La delantera blanca parece un instrumento afinado con precisión, los medios distribuyen y roban y la defensa es cada vez más férrea.  Los merengues realizaron un partido brillante, dispararon su confianza y ratificaron su candidatura para ganarlo todo. Hemos de reconocer, sin querer quitarle mérito al Madrid, que el rival facilitó mucho las cosas: con pérdidas infantiles en posiciones comprometidas, un planteamiento poco inteligente y con falta de orgullo y amor propio. (*)

Ancelotti dijo hace poco en una entrevista que durante toda la temporada han construido los cimientos del equipo y que ahora debían empezar a realizar los decorados. Y ayer el equipo mostró el camino a seguir en un escenario en el que ya no hay fantasmas.

Por Jorge Rodríguez Gascón.

(*) La liga alemana tiene un problema: hay un claro dominador al que nadie se acerca. El Schalke es el cuarto mejor equipo de la competición y está a 21 puntos del Bayern, el Dortmund va tercero a 20 y el Bayer Leverkusen segundo a 19. El conjunto muniqués acapara a los jugadores que despuntan y sus rivales no pueden hacer frente a su gran poderío. Pese a ello la final de la Champions del año pasado es un ejemplo de la evolución del fútbol alemán, pero los traspasos de las estrellas del Dortmund al Bayern (Götze y probablemente Lewandowski) han desequilibrado la igualdad de la competición. En muchos aspectos la liga está en alza: los equipos tienen una economía saneada, los estadios se llenan hasta la bandera pero la temporada carece de interés y de emoción.