EL HOMBRE QUE LO CAMBIÓ TODO

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Diego Pablo Simeone aseguró la continuidad de su proyecto hace unas semanas, tras ampliar su contrato en el banquillo del Calderón hasta 2020. Y no hay mejor noticia para la afición colchonera, que ha visto como los triunfos de su historia reciente se han fundamentado en las ideas del técnico argentino. Simeone es, entre otras muchas cosas, el portavoz del lema “partido a partido” que sostiene al Atlético de Madrid entre los grandes del fútbol mundial. Y su aparición en el banquillo del Atlético es una de las noticias más importantes que ha dado el fútbol español en los últimos tiempos. El técnico argentino ha conseguido que un equipo que parecía maldito pueda sostener la carrera por los títulos en cualquier competición, ante presupuestos muy superiores al suyo. [1]

Simeone había hecho campeón al Racing de Avellaneda en el Apertura Argentino y fichó por el Atlético de Madrid en 2011. Llegó a un equipo deprimido, que estaba más cerca de los puestos de descenso que de pelear por Europa. La afición todavía guardaba un buen recuerdo de su época de jugador y mantuvo la paciencia en los primeros titubeos. Simeone fue moldeando poco a poco a su plantilla y llevó los partidos al terreno de la disputa, en el que la intensidad de los atléticos superaba siempre al rival. Contagió a sus jugadores el carácter competitivo que mostró en su época de futbolista y convirtió al Atlético en un equipo ganador. El equipo dejó atrás el apodo de “pupas” y consiguió revalidar la Europa League de Bucarest, ante el Athletic  de Bilbao. La segunda temporada del Cholo Simeone como técnico del Atlético de Madrid -la primera que dirigió desde el inicio- no pudo comenzar mejor. El Atlético venció la Supercopa de Europa ante el Chelsea en Mónaco, en una exhibición de Falcao y de los hombres de Simeone. Pero el mayor triunfo del año se reservó al mes de mayo, en la final de la Copa del Rey en el Bernabéu. El equipo colchonero llevaba catorce años sin vencer al Real Madrid en un derbi. Simeone sabía que la gran asignatura pendiente de su Atleti era superar el bloqueo mental que les afectaba ante los blancos. Y planteó el encuentro aceptando que el Madrid era mejor equipo, pero advirtió que a un partido sus jugadores podían competir contra cualquiera. Y así fue: Cristiano adelantó a los blancos en un córner y Diego Costa firmó el empate, a pase de Falcao. Y antes de llegar al final, Miranda le dio el título al Atlético en un poderoso remate de cabeza. El Atlético eligió la mejor ocasión para romper su maldición y desde entonces ha revertido la situación en los duelos con el vecino. La excepción fue la final de Lisboa, en la que el cabezazo final de Ramos le arrebató la Copa de Europa. El gol de Ramos recordó a otro episodio crucial en la historia del Atlético de Madrid, en la primera final de la Copa de Europa que disputó el equipo rojiblanco. En ella, un disparo lejano de Schwarzenbeck en el descuento evitó el triunfo de los colchoneros en la máxima competición continental.

Al iniciar la tercera temporada del Cholo, el Atlético perdió la Supercopa de España ante el Barcelona (por el valor de los goles fuera de casa) pero quizá ese doble partido le confirmó como uno de los aspirantes al campeonato liguero. El siguiente paso del proyecto deportivo del Cholo era mantener la regularidad en la competición doméstica. El equipo rojiblanco sorprendió a todo el mundo y se interpuso en la carrera por la liga, que parecía reservada al duelo entre Real Madrid y Barcelona. Finalmente, en la última jornada, el Atléti se jugaba el título en el Camp Nou, al que ya le tenía tomada la medida tras el duelo en cuartos de final de la Champions. Alexis puso por delante al Barcelona, pero el empate de Godín tras el descanso le dio el título al equipo colchonero, ante la decepción del Camp Nou, que acabó aplaudiendo el gran año del Atlético. El título del Atlético fue un premio al fútbol solidario que propone Simeone, la coronación de un equipo capaz de igualar las fuerzas ante rivales de mayor talento, a base de sacrificio, atención por los detalles y rigor táctico.

Atletico de Madrid Training Session & Press Conference

La presente temporada empezó con la victoria en la Supercopa de España, frente al Real Madrid. Los duelos con el vecino se han igualado y esta campaña los resultados favorecen al equipo de Simeone, que no conoce la derrota ante el Madrid desde Lisboa y que le ha ganado los dos partidos de Liga (el último en un gran correctivo de los rojiblancos: 4-0), la Supercopa y la eliminatoria de Copa del Rey. Esta noche, el equipo rojiblanco se enfrenta al Real Madrid en el séptimo duelo de la temporada, esta vez en el marco de la Copa de Europa, la competición más importante a nivel de clubes. El Madrid tiene en mente las derrotas de esta temporada para llevar a cabo su venganza, y el Atlético recuerda el cabezazo de Ramos en el descuento de Lisboa para preparar el partido. [2]

En liga el Atlético de Madrid ha mostrado menor regularidad que la pasada temporada. Simeone parece haber asumido que su lucha de esta temporada (sobre todo con el crecimiento del Sevilla y del Valencia) es la tercera plaza. Las salidas de jugadores importantes como Courtois, Filipe o Diego Costa han obligado a cambiar la hoja de ruta. Y con la excepción de Griezmann, el Atlético parece haber perdido poder en el intercambio de piezas.

La batalla campal en las cercanías del Río Manzanares, que se saldó con la muerte de un ultra de los Riazor Blues, enrareció el clima en el Calderón. Simeone se percató de que el ambiente de los partidos no era el mismo y decidió emprender una jugada maestra. Repescó a Fernando Torres, uno de los símbolos rojiblancos, que andaba perdido en el banquillo del Milán. Y El Niño volvió a un equipo campeón y dio frutos casi de inmediato, en la eliminatoria copera frente al Real Madrid. Y con la llegada de Torres, Simeone recuperó el apoyo unánime del Calderón, un elemento que el argentino considera vital para aspirar a los títulos.

Sin lugar a dudas, la transformación del equipo colchonero no se explica sin la labor de Simeone, que ha cambiado por completo la mentalidad del club. Simeone dice que la diferencia entre los entrenadores no reside en la originalidad de las ideas, sino en la capacidad de transmisión de las mismas. Y ahí es donde está la gran virtud del Cholo, en su facilidad para comunicar su mensaje. Posee un gen pasional que le lleva a vivir el fútbol en un estado de hiperactividad contagiosa, que se manifiesta en el vestuario y durante los partidos. Sus gestos y su poder de convicción hipnotizan a la grada, que sigue al milímetro sus órdenes y aplaude sus arrebatos. Y la sintonía con la afición rojiblanca alimenta la sonrisa del Cholo: «Estoy muy bien, en el lugar en el que quiero estar. Tengo un grupo de jugadores que mantienen el hambre y que me han dado la vida, deportivamente hablando. El club tiene un presente fantástico y un futuro enorme».

El Atlético de Madrid disfruta de una de las mejores épocas en la historia del club. Y el éxito rojiblanco no se entiende sin la figura de Simeone, el hombre que lo cambió todo en el Calderón.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] Tras la llegada del nuevo inversor al club, Wang Jaonling (que posee ahora el 20% de las acciones del club), Simeone ha encontrado el colchón económico necesario para el crecimiento del club y su firma no se ha hecho esperar.

[2] El Atlético de Madrid se enfrenta esta noche al Real Madrid en los cuartos de final de la Champions League. Carlo Ancelotti, el rival de Simeone en los banquillos, habló en la previa sobre su duelo con el técnico argentino: “Para mí enfrentarme a Simeone es un orgullo y, a la vez, un problema”.

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Foto 1:rtve.es. Foto 2: ligafutbol.net.

BATALLA A BATALLA

El Atlético de Madrid eliminó al Bayer Leverkusen en la tanda de penaltis, después de un partido cerrado, lleno de interrupciones, en el que hubo más emoción que brillo. El ambiente del Calderón mantuvo el aliento del equipo de Simeone en un encuentro tan intenso como exigente. Un gol de Mario Suarez igualó la eliminatoria y los dos equipos parecieron conformarse con la situación durante buena parte del encuentro.

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El Atlético tenía que remontar el 1-0 del partido de ida y salió con sus jugadores más creativos: Mario Suárez, Koke, Cani, Arda Turan y Griezmann. Sin embargo eso no fue suficiente para que el equipo se hiciese con el balón y combinase. Simeone sabía lo difícil que se ponía la eliminatoria si el Leverkusen marcaba y no quiso asumir ningún riesgo. Su defensa, segura como siempre, renunció a sacar el balón jugado y el Atlético confió su suerte a los arranques de Griezmann, de nuevo el más peligroso, y a las jugadas de estrategia. Por momentos el encuentro parecía un partido de rugby: los dos equipos enfrentándose por ganar metros, por recibir uno de esos balones que caían del cielo para sacar algo ventajoso: un control en campo contrario, un saque de banda o incluso una falta sobre la línea del centro del campo.

El gol llegó en un rechace tras la salida de un córner poco antes de la media hora de partido. Cani tocó el balón de cabeza en la frontal y Mario Suárez disparó. Un rebote en un defensa despistó a Leno y el balón entró en la portería. Mandzukic pudo marcar el segundo poco después, pero se entretuvo en la definición y desaprovechó un gran servicio de Arda. Ninguno de los dos equipos se encontraba demasiado incómodo con el resultado. El Atlético sentía que había hecho la parte más difícil y que podía perder la eliminatoria en cualquier jugada. El Leverkusen confiaba en que un descuido de los colchoneros les diese la oportunidad para correr e incorporarse al ataque en oleadas. Raúl García había sustituido a Cani para devolver un dibujo más natural al equipo, y la entrada de Torres por Mandzukic completó los cambios (Oblak había suplido a Moyá por lesión en la primera parte).

No hubo muchas ocasiones. A ello contribuyó que Son y Calhanoglu hiciesen un partido gris, muy por debajo de su nivel en Alemania. En el Atlético de Madrid, Griezmann volvió a ser el más desequilibrante, con algunos alardes de verticalidad e instinto asesino. Arda Turan jugó sus mejores minutos en la prórroga, cuando se agotó la presión del Bayer, y lideró el último esfuerzo de los colchoneros. El turco es un jugador fantástico que ha crecido mucho con Simeone. Sin embargo da la sensación de que se centra con demasiada frecuencia en esconder el balón, en desesperar al rival mientras el equipo se organiza, y olvida que lo más importante en el fútbol son los goles y su magia es imprescindible para que el Atlético los marque.

El equipo de Simeone se fue a por el partido en la segunda parte de la prórroga pero apenas inquietó a Leno. Los penaltis sonrieron al equipo de Simeone. Calhanoglu y Toprak fallaron en el Leverkusen; Raúl García y Koke en el Atlético. Torres marcó impecablemente el quinto penalti y Kießling mandó su lanzamiento a la grada del Calderón.

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El Atlético se clasificó y será una de las amenazas del sorteo. El gran arma del equipo de Simeone es su extraordinaria versatilidad para anular a cualquier rival, para ocultar sus virtudes ofensivas. Se trata de evitar que demuestren su superioridad. Sin embargo, ante equipos teóricamente inferiores, al Atlético le faltan recursos. Sus mejores partidos son ante rivales que aceptan llevar la iniciativa y se arriesgan a las emboscadas de los rojiblancos. El plan de Simeone es llevar los partidos a la igualdad máxima, en la que las diferencias las marque la intensidad y las acciones que el Cholo considera eficientes; acciones que no le expongan a las virtudes del rival: contraataques y jugadas a balón parado. Por eso el Leverkusen era un rival tan serio como la Juventus, el Espanyol como el Valencia. El “partido a partido” no es solo un lema de humildad pronunciado para contener la euforia. Su verdadero significado es que cada encuentro es una batalla cruda e incierta; una batalla más importante que la propia guerra.

En la Champions League muchos equipos piensan en ganar la guerra. Algunos veían la tanda de penaltis y lamentaban la clasificación del conjunto de Simeone, pues son conscientes que cualquiera puede perder la guerra en una batalla contra el Atlético.

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Foto 1 y Foto 2: Mundo deportivo.

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Diego Rodríguez Gascón.

LA LIGA DE LAS MIL CARAS

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La liga sigue admitiendo nuevos cambios en el guión y el Barcelona alcanzó el liderato tras aprovechar la derrota del Real Madrid en San Mamés. Venció a un Rayo Vallecano osado en la mañana del Camp Nou y disfrutó ante su público, en la mejor entrada de la temporada (6-1). El Barcelona no desperdicio la oportunidad que le brindó el Madrid, algo que sí ocurrió frente a la Real Sociedad y el Málaga. Con su victoria ante el equipo de Paco Jémez, el Barça es el equipo más goleador y el que menos tantos ha encajado de la Liga. Para redondear la mañana, Messi alcanzó con su hat-trick a Cristiano en la tabla de goleadores, en un combate que parece anticipar la lucha mediática por el Balón de Oro. El buen momento del tridente blaugrana se contrapone a la depresión que sufren los delanteros del Real Madrid. A la sintonía entre Messi y Neymar se ha sumado el despertar goleador de Luis Suárez y, por el contrario, los delanteros del Madrid marcan y rematan cada vez menos. Cristiano completó en San Mamés su cuarto encuentro de la temporada sin disparar a puerta (los mismos que había firmado en sus anteriores campañas con el conjunto blanco), Benzema se apagó ante el empuje de los vascos y Bale lleva ocho partidos consecutivos sin marcar.

El Atlético y el Valencia empataron en el Calderón (1-1), en un partido que se movió por un terreno en el que ambos equipos se sienten cómodos: el de la batalla y la disputa. Los equipos que dirigen Simeone y Nuno aceptan el juego físico con una sonrisa y se midieron en un intercambio de golpes que tuvo más fogosidad que brillo. Koke marcó en su regreso al equipo y Mustafi le dio el empate al Valencia en el segundo tiempo. El duelo entre las segundas espadas de la liga se resolvió con un empate en un partido intenso, más acorde al gusto de los entrenadores que de los aficionados. Destacó más la coraza de Otamendi o Godín que el fútbol de ataque de los valencianos y colchoneros.

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En un momento en el que parecen inalcanzables las ligas de 100 puntos (el Barcelona y el Madrid pierden más puntos a lo largo de la temporada que los equipos de Guardiola o Mourinho), cobran más importancia los teóricos candidatos a la tercera plaza, el Atlético o el Valencia, que están a 6 y 7 puntos de la segunda posición. El Atlético basa su juego ofensivo en el talento de Arda Turan, Koke y Griezmann, y ante el club valenciano prescindió de Mandzukic en beneficio de Torres. El Valencia agita los partidos desde el carril izquierdo, el hábitat natural de Gayá y Piatti, y al remate esperan Negredo y Alcácer. Las plantillas del Turia y del Manzanares aspiran en secreto a colarse en la lucha por el título y pueden ser, a su vez, los jueces que decidan el campeón. El Villarreal de Marcelino también gana crédito en la competición, con el aval de su buen juego y el olfato de Vietto, Gerard Moreno o Giovani Dos Santos. Su aspiración es alcanzar la zona Champions y progresar en la Europa League, tras la eliminación copera ante el Barcelona.

El trofeo se decidirá en los últimos partidos y al mismo tiempo estará en juego cada jornada. Nadie representa esta afirmación como el Barça de las mil caras, el nuevo líder de la Liga BBVA. El equipo de Luis Enrique es capaz de asombrar en Manchester, de aburrir en Granada o de caer con estrépito en Anoeta. El viento sopla ahora a su favor, pero las inercias se invierten con demasiada facilidad. Es lógico que nadie se atreva a pronosticar nada en una competición que puede cambiar cada fin de semana.

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Jorge Rodríguez Gascón.

LA LIGA INESPERADA

Jornada 24.

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La pasada jornada el Barcelona afianzaba su progresión con una victoria redonda ante el Levante, el Real Madrid ganó pero no convenció ante el Deportivo y el Atlético se estrelló en su visita a Balaídos. Pero la liga es una competición vibrante, que depara sorpresas cada fin de semana. El guión de la jornada volvió a cambiar la situación en los primeros puestos: el Madrid restauró sus cuatro puntos de distancia con el Barcelona y el Atlético resolvió en el Calderón, en una noche en la que volvieron a brillar sus puntas.

Esta vez el Barcelona cayó contra pronóstico en su propio estadio, víctima de un equipo joven y atrevido como el Málaga, capaz de anular al plantel de Luis Enrique en el repliegue y de desquiciarlo con el balón en su poder. Juanmi aprovechó un error de bulto de Dani Alves para firmar el gol de la victoria en el minuto siete de partido. Y al Barcelona le faltaron recursos para abrir el cerrojo del Málaga, que le ha ganado el duelo al equipo culé en los dos choques de la temporada (consiguió empatar a cero en la Rosaleda y se llevó los tres puntos del Camp Nou). Sin el brillo de sus delanteros (ni Messi ni Suárez ni Neymar estuvieron a su nivel), el Barcelona se convirtió en un equipo previsible, que dejó ciertos síntomas de impotencia.[1] No aprovechó los costados, el único resquicio que dejaba la defensa rival, y ni siquiera llegó a asustar en los últimos minutos. Messi y Neymar acabaron en las redes del sistema defensivo malaguista, y se les vio sin la chispa de las últimas jornadas. Nadie destacó en un Barcelona que se pareció más al equipo impotente de Anoeta que al que llegó a encadenar once victorias consecutivas antes del choque de este fin de semana. La euforia que rondaba en el Camp Nou pudo jugarle una mala pasada al equipo culé, que volvía a tener a tiro el liderato. Tras la derrota, ve como el Real Madrid amplía su distancia y espera resarcirse en el decisivo duelo ante el City, que medirá sus aspiraciones europeas. Pero sería un error no apreciar los méritos del Málaga en su victoria en el Camp Nou. Fue un equipo solidario, que ejecutó las ayudas defensivas con acierto, supo asociarse cuando tuvo el balón y ganó siempre los rechaces. El técnico Javi García volvió a superar a Luis Enrique y supo explotar a su plantilla: dispone de jóvenes futbolistas con descaro (Juanmi, Castillejo, Samuel, Horta o Juanpi) que brillaron en un escenario exigente. El Barcelona ni siquiera agobió al rival en los minutos finales y el Málaga cuidó aquellos detalles que permiten ganar partidos.

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El Atlético de Madrid venció con solvencia al Almería (3-0) y recuperó sensaciones tras la derrota en Balaídos. Simeone planteó el partido para aprovechar la sintonía de sus delanteros, Griezmann y Mandzukic, que viven el mejor momento de la temporada y firmaron los goles atléticos. Y aunque el árbitro jugó un papel importante en el partido al señalar un penalti riguroso sobre Godín, el Atlético fue superior al conjunto que dirige Juan Ignacio Martínez. El penalti lo transformó Mandzukic, un delantero inteligente, que aporta muchas soluciones a su equipo: puede fijar a los centrales, rematar en boca de gol y asistir a sus compañeros. Y el croata se entiende a la perfección con Griezmann, probablemente el futbolista más en forma de la competición. El delantero francés marcó los otros dos goles de su equipo, en dos bonitas acciones ejecutadas con su zurda. En la primera de ellas, recibió un gran servicio de Mandzukic al espacio, aprovechó su velocidad y definió con sutileza. En el tercer tanto del Atlético, Griezmann resolvió un barullo en el área con un disparo cruzado. El Almería se topó con Moyá siempre que lo intentó y firmó demasiado pronto la derrota, tras un mal inicio de partido. Después de la victoria, Simeone prestó más atención a su lucha con el Valencia y el Sevilla por la tercera plaza que a la pugna por el liderato, en un juego al despiste que ya no convence a nadie. Y las noticias que recibió su equipo fueron buenas en ambos sentidos: consiguió acercarse al Barcelona en el segundo puesto y se afianzó en la tercera posición. El Valencia venció en Córdoba (2-1), con goles de André Gómes y Pablo Piatti, y el Sevilla perdió ante la Real Sociedad (4-3) en el partido más bonito de la jornada, que se jugó en la mañana del domingo. En San Sebastián se vio un duelo lleno de alternativas, que resolvió Xabi Prieto con un cabezazo en los minutos finales. La victoria de la Real Sociedad permite a Simeone mirar a la cabeza de la tabla, aunque sigue quedando demasiado para que el técnico reconozca que su equipo es un serio candidato a la liga. Para el resto, lo ha sido siempre.

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El Real Madrid cerró la jornada del domingo con una victoria sólida en Elche (2-0). El equipo de Ancelotti sigue recuperando la confianza tras la derrota en el Calderón y aprovechó el pinchazo del Barcelona para consolidar su liderato. El Elche despreció el balón y el Madrid cuajó un buen partido, en el que la media pudo circular el balón a su gusto y sus delanteros volvieron a estar inspirados. Cristiano se implicó más en el juego, generó media docena de ocasiones y acabó marcando el segundo gol del equipo en un poderoso remate de cabeza. Ya lleva 29 goles en Liga y ha igualado a Santillana al marcar 290 tantos con la camiseta del Madrid. Benzema se asoció con el portugués, volvió a firmar un gran partido y llegó a marcar dos goles, aunque su chilena fue anulada por fuera de juego. Ya en la segunda parte, Cristiano aceleró desde la banda y Benzema aprovechó un rechace para adelantar al Madrid. El gol del francés premió a un equipo insistente, que remató más que en los partidos del último mes. El Elche fue un rival estéril, que se dio por vencido cuando el equipo de Ancelotti abrió el marcador. El Madrid ha encontrado a dos rivales cómodos como el Schalke y el Elche para elevar su estado anímico, justo en el momento más delicado de la temporada. En el Martínez Valero creó muchas situaciones de peligro y el Elche no exigió a Casillas. El regreso de Pepe ha dotado al equipo de mayor seguridad y su mezcla con Varane cada día es más fiable. Carvajal y Marcelo profundizaron por los costados y Lucas Silva parece integrado en la media, que dominan Kroos e Isco. El alemán parece haberse repuesto de su bajón físico y sigue siendo un futbolista académico, que parece rayar la perfección en cada pase. Pero en el Madrid, la improvisación está a cargo de otro futbolista: Isco Alarcón. El malagueño tiene un don que se manifiesta en cada control, en cada regate. El balón parece disfrutar en sus botas e Isco hace disfrutar al resto. No es casualidad que una vez más el de Arroyo de la Miel fuese ovacionado en campo contrario, al abandonar el Estadio Martínez Valero. Los campos de Primera suelen apreciar que están ante algo especial y, sin duda, Isco es un futbolista diferente. Casillas sentenció al final del encuentro: “Isco es el próximo jugador más importante que pueda tener este país”.

Dicen que la política se construye con verdades que duran solo un día. En el fútbol las verdades pueden durar más de una semana, pero estas se ponen en cuestión cada partido. Nada nuevo, la liga es una competición larga, que premia al que tenga más regularidad en un carrusel de altibajos. Y cada jornada sigue siendo un laberinto de emociones: la suerte de los equipos puede cambiar en el momento más inesperado.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: hoyenfutbol.com. Foto 2: Daily Mail. Foto 3: periodistadigital.com. 

[1] El árbitro le perdonó la expulsión a Neymar en un rabieta y no castigó las patadas en la espalda de Jordi Alba a Juanpi, cuando el Barcelona ya daba por perdido el partido.

EL ATLÉTICO DESARMA AL MADRID COMO NUNCA

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“Se busca rival digno para derbi decente”. El Real Madrid recibió al Atlético en 2011 con esta pancarta en el Bernabéu. Meses más tarde el Atlético le ganaría la Copa del Rey en su propio estadio, e inauguró un período de victorias rojiblancas. Los papeles han cambiado en el derbi de la capital; ahora es el Madrid quien parece sufrir un bloqueo mental ante su vecino. Un sentimiento que cristalizó en una de las tardes más tristes para el Madrid, y en la mayor exhibición que se recuerda del equipo de Simeone.

El Atlético sabía que la puesta en escena era importante para el desarrollo del partido. Alentado por su público, se hizo dueño del balón, jugó a lo que pretendía y entró por los costados. Arda se hizo grande al inicio e hizo sufrir a Coentrao. El turco posee la facultad de rescatar con su magia jugadas cercanas al abismo, que parecen intrascendentes o demasiado embarulladas. Cuando el balón llega a su poder, Turan despeja el laberinto de piernas con un toque sutil o un regate invisible. De sus botas partieron los primeros avisos de los atléticos y gracias a su sociedad con Juanfran, Griezmann, Mandzukic y Saúl llegaron las mejores noticias para los colchoneros. Griezmann empezó a amenazar a la defensa del Madrid con su eslalon vertiginoso y Mandzukic dominó el juego por alto, supo aguantar el balón y ofreció grandes soluciones para sus compañeros. Y recién cumplido el minuto 14 llegó el primer gol del Atlético de Madrid. Arda controló el tiempo y cedió para Juanfran, un lateral de largo recorrido. Su centro acabó tras algún intento de remate en el pecho de Mandzukic. El croata dudó si mirar a puerta y atendió a la llegada de Tiago, que fusiló desde la frontal. Casillas no atinó a despejar su disparo y el balón traspasó sus redes (1-0). Pese a que estaba tapado, da la sensación de que Casillas pudo hacer más en el primer gol. El factor emocional estaba de parte del Atlético y el equipo se sobrepuso a la lesión de Koke, que pidió el cambio antes de que se cumpliese el primer cuarto de hora. Una baja importante para un equipo que salió a dominar al rival, a hacer daño con la posesión como instrumento, y que tiene en Koke a uno de los grandes representantes de su juego asociativo. Si Koke es de esos futbolistas que marca el estilo al que se juega, Arda, Saúl, Griezmann y Mandzukic recogieron el testigo, sometieron al Madrid y mostraron un fútbol de buen gusto.

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El Madrid no conseguía hacer tres pases seguidos, siempre asfixiado por el juego del Atlético, sin capacidad de crear peligro. El equipo blanco fue inferior desde el inicio y acabó pidiendo perdón por el bochorno, orquestado entre otras cosas porque Ancelotti siempre va a remolque de los planes de Simeone. Arrasado desde el primer minuto por un equipo entusiasta, el técnico italiano no encontró soluciones para desnudar al Atlético. Varane y Nacho Fernández sufrieron ante el poderío de Mandzukic y la velocidad de Griezmann y los laterales no se prodigaron. Kroos no pudo controlar la circulación y su impotencia quedó retratada en una patada a Griezmann, Khedira llegó siempre tarde a la presión e Isco no pudo sorprender ni a Tiago ni a Gabi. Benzema no encontró posiciones de remate ni pudo asociarse en el balcón del área. Cristiano y Bale, bien sujetados por los laterales, no profundizaron ni una sola vez. Tras el gol inicial del Atlético, el Madrid fue zarandeado. No tardó más que cuatro minutos en encajar el segundo, en otra acción colectiva de los atléticos. Y marcó Saúl, que firmó un gran partido en el mejor escenario posible. Mandzukic aguantó un balón y dibujó la carrera de Siqueira. El lateral llegó a línea de fondo y puso un centro preciso para Saúl, que realizó una chilena estupenda (2-0). En esa media hora el Atlético fue una tormenta que dejó desahuciado al líder: no hubo noticias de sus delanteros, la media se vio sobrepasada y su defensa temblaba ante las llegadas rojiblancas.

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En los minutos previos al descanso, el Real Madrid ganó presencia en el partido o, al menos, no se vio tan desprotegido. Tras el paso por los vestuarios, Ancelotti dio entrada a Jesé en lugar de Khedira y el Madrid fue más incisivo, aunque los síntomas positivos duraron bien poco. Lo que tardó Griezmann en reengancharse al partido. El francés es uno de los futbolistas más determinantes de la competición y, como todo el Atleti, salió victorioso de las disputas. Ha sabido reciclarse en el equipo de Simeone: ha atendido a sus consejos y trabaja en la recuperación, está atento a la presión y se mantiene fresco para hacer daño. Estuvo veloz en la conducción, desequilibrante en el regate y acertado en la ejecución. Dribló a media defensa del Madrid y lanzó al Atlético a la carrera, con la habilidad de un extremo y la imaginación de un enganche. De sus botas llegó el tercer gol del Atleti, pero antes había conducido una jugada rápida de su equipo, había rematado un centro de Juanfran y había ejecutado una preciosa chilena que rozó el travesaño de Casillas. En el siguiente intento, Arda Turan sirvió un balón desde el pico del área, Saúl lo rescató para Griezmann y el francés culminó la jugada, anticipándose a Varane (3-0). En ese lance tuvo que ser sustituido Saúl, una de las claves del equipo rojiblanco. El joven futbolista abandonó el terreno con molestias en la rodilla, con el premio de la ovación de su público.

El tercer gol afectó al Madrid, que ya no albergó ninguna esperanza. El Atlético siguió llevando el dominio del juego, combinó con precisión y encontró las debilidades blancas, demasiado a flor de piel en el Calderón. El gol de Mandzukic premió el gran partido del delantero croata, que se fajó con los centrales en un duelo intenso, presionó a Kroos en la salida de balón y allanó el camino del gol. El cuarto tanto llegó tras una asistencia de Torres, que salió por Griezmann, y el remate de Mario Mandzukic redondeó una tarde histórica para el Atlético (4-0).

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El conjunto de Simeone afrontaba el partido en medio del debate de la dureza de su juego. Pues bien, respondió el Atlético con un fútbol académico, veloz y limpio, sin rastro de violencia ni indicios de malos modos. El Atlético le dio una lección a un Madrid apagado, que ha perdido frescura desde las navidades. Fue el triunfo de un equipo solidario que mostró más corazón y más fútbol que los blancos. Enseñó, además, que su juego se sustenta en su identidad: es un equipo intenso, trabajador, aguerrido que sabe a lo que juega y que también sabe jugar. El equipo de Ancelotti quedó retratado en el duelo del Calderón y pasó de la impotencia a la desidia con preocupante facilidad. No tuvo claro a lo que jugaba y la pelota le duró un suspiro. El Madrid debe analizar su hoja de ruta y valorar las razones por las que, una vez más, se quedó sin armas para contrarrestar el empuje atlético ni pólvora para inquietar a Moyá.
El Atlético está haciendo pagar la osadía del Bernabéu: el Madrid no sólo ha encontrado un rival digno, ha descubierto a su antídoto.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1, 2 y 3: http://www.as.com

LA ILUSIÓN DEL ASPIRANTE

El Atlético de Madrid elimina al Barcelona y estará en las semifinales de la Champions 40 años después. El gol de Koke hizo valer la superioridad atlética en un Calderón abarrotado, que sonó mejor que nunca.

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Comenzó el partido iluminado por un gran mosaico. El enésimo homenaje a Luis Aragonés precedió a un espectáculo inolvidable para los atléticos. El conjunto de Simeone salió fuerte en la presión, ahogó al Barça en el inicio de la jugada y se presentó en el área con peligro.

El Atlético arrasó en los primeros minutos: Raúl García inquietó con un disparo lejano que se fue por poco. Y apareció Adrián (ensalzado por su técnico en la rueda de prensa) para rematar con saña en la siguiente jugada. El travesaño escupió su lanzamiento y Villa centró a la media vuelta. Adrián cedió para Koke y el mediocentro batió a Pinto con sutileza. (1-0) Koke es un futbolista de mucho talento, trabajador en el repliegue y con llegada al área, que se ha consagrado en los partidos importantes, con goles y grandes actuaciones.

En el Barcelona tiritaban en defensa y llegaban tarde a todas las jugadas. La fortuna y la mala planificación de la plantilla han querido que vuelvan a jugar Bartra y Mascherano como centrales, al igual que en las horas más bajas de la temporada pasada. El joven central catalán fue de menos a más en el partido: acabó mejorando el nivel de una zaga inestable. Pese a ello deben foguearle más durante la temporada y no echarle a los leones en el momento decisivo, con pocos minutos de competición a sus espaldas. El central argentino, por su parte, no estuvo a la altura del partido. Jordi Alba fue de lo único salvable por parte de los culés.

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Los blaugranas se vieron superados también en el juego. No encontraban circulaciones fluidas y rifaban la posesión ante el despliegue físico de los rojiblancos. Alves perdía balones comprometidos, Xavi llegaba tarde, Busquets se despistaba e Iniesta no encontraba espacios. Neymar no profundizaba, Cesc empeoraba las jugadas y Messi no aparecía.

El Atlético fue un ciclón que desestabilizó al club catalán en un inicio fulminante. Los rojiblancos ganaban todas las disputas y eran agresivos en las áreas. Villa, siempre acertado ante el Barcelona, disparó al palo en dos ocasiones y perdonó la sentencia. Tras 25 minutos asfixiantes, el Barcelona se desperezó tímidamente. Fue capaz de superar la primera línea de presión, pero se perdió en posesiones estériles y horizontales. Messi buscó la portería pero la fortuna siempre le dio la espalda. Primero en un disparo lejano, después tras un centro de Alves y por último a pase de Neymar. (El centro del joven brasileño vino precedido de un caño espectacular). Messi, desde ese momento, no volvió a comparecer. Se camufló entre piernas rojiblancas, acechado por la sombra de Godín.

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El Atlético seguía dando más sensación de peligro en sus arranques. Y el partido, salvo al inicio del segundo tiempo, se mantuvo casi siempre más cerca del 2-0 que del 1-1. Llegó el encuentro al descanso precedido de dos acciones polémicas en las áreas. En la primera Mascherano braceó en exceso con un veloz Adrián. El asturiano cayó y Howard Webb no señaló penalti. A continuación, y al otro lado del campo, Fábregas tropezó con Godín. En ambas jugadas hubo contacto pero el árbitro fue fiel a su criterio y consideró que el contacto era insuficiente.

Al regreso del descanso el Barcelona pareció estabilizarse y el Atlético cedió los metros que ganaba en cada disputa. El conjunto catalán tuvo entonces sus mejores ocasiones. Courtois detuvo el eslalon de Neymar y Xavi no pudo finalizar en el rechace. Tampoco acertó de cabeza el de Tarrasa en uno de los pocos centros en los que Alves atinó a encontrar compañero. El Atlético esperaba agazapado y creaba oportunidades al espacio. El Barcelona no encontraba líneas de pase ante la defensa atlética: le falta velocidad en la circulación y ya no se asocia en pocos toques. Messi fue desterrado al flanco derecho por Martino y, aislado por Filipe Luis y Godín, no entró en juego. El técnico argentino argumentó que no les interesaba que Messi participara mucho en la circulación, saliendo en defensa de su estrella. Pues bien, si el Tata Martino cree en ello de verdad, se trata de un error alarmante: el Barcelona precisa de la participación de Leo.

El 10 no se ofrecía y tampoco le buscaban, Neymar no desbordó como en la primera parte y Cesc fue sustituido con razón: estuvo chapucero en el juego y blando en la disputa.

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El Tata Martino se equivocó en los cambios y en el planteamiento. Preparó el partido para hacer daño por los costados pero no eligió bien las piezas. Debió escoger a Pedro en la derecha y explotar el flanco de Neymar. Y debió acercar a Messi a las posiciones interiores, donde el argentino es definitivo. Las sustituciones tampoco mejoraron el panorama: salió Alexis, un jugador voluntarioso pero al que le faltan recursos ante defensas tan pobladas. Cesc merecía irse al banquillo pero su relevo debió ser Pedro en lugar del chileno. El tinerfeño salió más tarde en lugar de Andrés Iniesta. El Barcelona renunció a sus posibilidades con el cambio del manchego, cuando Martino prescindió de la gran clave blaugrana. El 8 sufrió ante la presión atlética, pero debe ser indispensable siempre. Especialmente porque desequilibra, oxigena el juego, genera oportunidades y, sobre todo, conecta a Messi a los partidos. Sin los grandes exponentes blaugranas, el Barcelona siguió decayendo y el Atlético mejoró en el arreón final.

El conjunto rojiblanco, lejos de dar un bajón físico, creció con el paso de los minutos. Tras ver como un remate de Neymar se acercaba a la portería del largo Courtois, el Atlético volvió a ganar metros. Buscó la sentencia espoleado por una grada vestida de etiqueta. Y la tuvo primero Diego Ribas y después el Cebolla Rodríguez. Dos jugadores de refresco que aportaron trabajo y profundidad.

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En el Atlético todos los jugadores mostraron la ambición de un equipo al alza. Trabajaron y se desfondaron, con Gabi y Tiago en la destrucción, Koke en la creación y los asturianos, Villa y Adrián, en la delantera. Y no se notaron las ausencias de Diego Costa o de Arda Turan.

El Barcelona no ha prestado atención a las señales de mal juego de toda la temporada y, pese a tener oportunidades para forzar la prórroga, se vio superado con claridad. Su defensa es cada vez más débil y le faltaron ideas en la posesión. Messi sigue sin marcarle al Atlético, no se encontró ante una defensa poblada y si no entra en la circulación, parece desconectar del juego. Y ausente Messi, que solo corrió 6´8 kilómetros, el Barcelona lució de luto[1] en su propio funeral.

Los rojiblancos fueron fieles a su estilo e hicieron vibrar a su público a través de la garra, el sacrificio, la intensidad y el juego. El Barcelona cayó como un gigante pesado, incapaz de mantener la tensión de los grandes partidos. Le faltó ambición y capacidad de reacción ante la maraña atlética. Lento y pesado en las transiciones, no amenazó en el sprint final y, en algunos momentos, jugó con apatía y desidia. Ahora debe concentrarse en la final de Copa del próximo miércoles y apurar sus opciones en liga. Y para ello sus figuras deben participar más y mostrar que siguen teniendo hambre de triunfos.

Al Atlético le sobró la ilusión del aspirante y sigue haciendo historia. Con el Cholo como líder espiritual, con una grada entregada y un equipo aguerrido, que mezcla trabajo y talento. El Atlético se ha hecho un hueco entre los grandes y puede seguir soñando. [2]

 

 

 

 

[1] El Barcelona lució su traje de color negro. La UEFA no le permitió al Barcelona llevar la senyera porque tiene rallas al igual que la vestimenta colchonera.

[2] En la otra eliminatoria el Bayern venció por 3-1 al Manchester United en el Allianz Arena. Se sobrepuso al golazo inicial de Evra con un tanto de Mandzukic. Posteriormente Müller y Robben completaron la victoria alemana. El holandés fue el mejor del encuentro y contribuyó al pase a la semifinal. En semifinales se enfrentarán cuatro grandes equipos: El vigente campeón, el Bayern Múnich, el que más veces ha reinado en Europa, el Real Madrid, el campeón de la edición de 2012, el Chelsea, y el gran aspirante, el Atlético de Madrid.

 

 

Por Jorge Rodríguez Gascón.

EL GUERRERO DEL ÁREA

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Diego Costa (Lagarto, Brasil, 1988) es uno de los grandes artilleros de la liga. La referencia de un equipo que le discute el liderato a los más poderosos.

El hispano brasileño llegó a España en 2006. El Atlético de Madrid lo fichó procedente del Sporting de Braga portugués pero su trayectoria en el conjunto rojiblanco ha tenido luces y sombras. Fue cedido nada más llegar a España al Celta de Vigo y al Albacete. Se formó en segunda división; mostró que era un jugador competitivo y de grandes recursos, en una liga complicada. Lejos aún de asentarse en el Atlético, rindió a gran nivel en el Valladolid. Entre tanto, jugó una temporada en el conjunto colchonero, tras ganarle la plaza de extracomunitario a Salvio, que se marchó al Benfica. En sus primeras temporadas en España era más famoso por su carácter complicado o por estar pasado de peso que por su capacidad goleadora. En el Atlético cumplió cuando le dieron la oportunidad, pero siempre le rodeó una sombra que hizo dudar a sus dirigentes. Además, Costa se rompió la rodilla derecha (ligamento cruzado anterior y menisco) y fue cedido al Rayo Vallecano. Tras recuperarse de su lesión, jugó a gran nivel y marcó 10 goles en 17 partidos. Su rendimiento en Vallecas disipó las dudas de los colchoneros y fue recuperado por Diego Simeone la pasada temporada (2012/2013).

.(*) Diego Costa en su presentación con el Atlético de Madrid en 2006.

El brasileño partía con desventaja respecto a Adrián para acompañar a Falcao en la delantera. Llegaba a un equipo que había sido campeón de la Europa League la temporada anterior y que acababa de batir al Chelsea en la Supercopa de Europa. Parecía que su papel iba a ser secundario pero le fue comiendo terreno a Adrián y formó con Falcao una de las parejas más temibles de la liga. Lució especialmente en la Copa del Rey donde marcó 8 goles en 8 partidos. En el último tramo de la temporada se consagró en la alineación y fue decisivo en la final de Copa ante el Real Madrid. El Atlético de Madrid llevaba 16 años sin ganar a su vecino y eligió una fecha señalada para romper la estadística. El equipo colchonero le venció al Real Madrid en su propio estadio: Diego Costa jugó un gran partido y contrarrestó el gol inicial de Cristiano Ronaldo, en una rápida cabalgada que terminó con un disparo preciso. En la segunda parte, el central Miranda consiguió la victoria y el Atlético levantó el trofeo de campeón. Esta temporada el traspaso de Falcao al Mónaco sembró la incertidumbre en el club. Diego Costa se había destapado como segunda espada y asumió el rol de goleador del equipo, ante la pérdida del colombiano. Llegó Villa para acompañar al hispano brasileño y el Atlético entró, por primera vez en 18 años, en la lucha por la liga.

El Cholo Simeone ha construido un equipo aguerrido, competitivo e intenso bajo el lema bilardista [1] del partido a partido. Un equipo fiero y trabajador que madura los partidos, es agresivo en la disputa y presta atención a los detalles. Un Atlético en el que Miranda y Godín defienden, Filipe Luis y Juanfran mezclan el despliegue con la contención, Gabi pelea y equilibra, Coke distribuye, Arda Turan[2] crea y Diego Costa decide.

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El brasileño se adapta perfectamente al juego que Simeone propone. Costa simboliza mejor que nadie la garra y la ambición que pide su técnico. Es un futbolista combativo, que presiona constantemente y se mide en un duelo tenso con los defensas. Capaz de amenazar al central que le defiende cuando el partido está en juego y de abrazarlo cuando la contienda ha finalizado. En ocasiones su fuerte carácter le juega malas pasadas, especialmente cuando en lo futbolístico las cosas no van como el delantero querría. Pero con el balón en su poder es un jugador completo, de múltiples virtudes: es rápido al espacio y potente en carrera, se desmarca con inteligencia y genera huecos para sus compañeros. Remata bien con los dos pies, es peligroso en el juego aéreo, sabe jugar de espaldas y asistir a los jugadores de segunda línea. Esconde muy bien el balón en la disputa y es tremendamente eficaz en la definición. Sin ser un futbolista de técnica privilegiada, ha sabido camuflar sus limitaciones y sacar partido a sus cualidades.

Diego Costa está firmando la mejor temporada de su carrera: lleva 25 goles en liga y 33 en todas las competiciones. Es uno de los mejores solistas de la competición, el equivalente en importancia a lo que es Messi para el Barcelona y Cristiano para el Real Madrid. Costa ha marcado goles importantes en la competición doméstica y en Europa, donde ya lleva 7 dianas. Es determinante en el líder de primera; un equipo que le viene como anillo al dedo. Trabajador y constante como Costa, el Atlético se ha hecho un hueco entre los grandes. Y el delantero ha contribuido a equiparar una lucha entre equipos con gran diferencia de presupuesto.

Su rendimiento le ha valido la llamada de la selección y resolvió la duda entre su país de origen y el país en el que se formó como futbolista, en favor de la selección española. El destino le guarda una cita especial en el próximo mundial, en Brasil, donde les puede arrebatar el triunfo a sus compatriotas.

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A Diego Costa nadie le ha regalado nada y ha triunfado en un equipo que aplazó su protagonismo en varias ocasiones. Llega a la eliminatoria después de una exhibición en San Mamés, un escenario para los grandes, aunque mermado por un golpe que le hizo abandonar el entrenamiento de ayer. Simeone dijo en rueda de prensa que era difícil que su jugador estrella llegara al partido. Algunos piensan que es un intento por parte del técnico de esconder su mejor carta hasta el último momento, otros creen que el estado físico de Costa deja mucho que desear. En cualquier caso, el Barcelona se enfrenta en una bonita eliminatoria a un rival peligroso: el Atlético de Madrid. Un equipo que tiene la humildad de los pequeños y la pegada de los grandes.

Y que cuenta con Diego Costa, un rebelde que se ha hecho a sí mismo. Un guerrero del área que hace soñar a los colchoneros. [3]

 

 

 

Por Jorge Rodríguez Gascón.

 

[1] Bilardo fue el seleccionador que hizo campeón a Argentina en el Mundial de México ´86. Formó un equipo muy físico en el que Maradona se erigía como máximo solista. El lema de esa selección fue el ya célebre partido a partido. El argentino era un entrenador resultadista que rivalizó con otro pensador del fútbol y de ideas radicalmente opuestas: Cesar Luis Menotti, que había conseguido la Copa del Mundo ocho años antes, en Argentina ´78. Menotti proponía un fútbol más ofensivo y atractivo, menos encorsetado, aunque probablemente también menos eficaz.

[2] Arda Turan merece capítulo aparte. Es un futbolista diferente, de talento y técnica depurada. Pone la fantasía en un equipo lleno de trabajadores. Es capaz de cambiar los partidos en una baldosa y de sacrificarse en el repliegue.

[3] Diego Costa aún no se ha estrenado como goleador frente al Barcelona. De su olfato y acierto dependen gran parte de las opciones atléticas.