EL ATLÉTICO SUEÑA CON MILÁN

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El crecimiento del Atlético en los últimos años le ha ayudado a desprenderse de una etiqueta antigua, asociada a la mala suerte y a un sentimiento de autocompasión. A las órdenes de Simeone ha dejado de luchar contra sí mismo, contra su historia y sus recuerdos. Tras derrotar al Barcelona en los cuartos de final es quizá el equipo más temido de la Champions League. Su victoria fue toda una declaración de principios: fue capaz de anular al Barça y de ejecutar su fútbol pasional y solidario. Al Atlético le mueve la ilusión del aspirante, del que se siente humilde entre los grandes. El mejor período de la historia rojiblanca se basa en el discurso de Simeone, que mostró su satisfacción al final del partido: “Estoy orgulloso de mis jugadores, de este fantástico grupo que responde al respeto, a la perseverancia, a levantarse en las dificultades, a competir con otros que son mejores (…) Hemos demostrado que si se cree, se puede.”

El Calderón alentó a un equipo que ya estaba absolutamente convencido de sus posibilidades. Desdibujó pronto al Barcelona, que llegó con la pretensión de defenderse, aunque fuera a través de la posesión. Si alguien miraba a la portería eran los rojiblancos, siempre en busca de Griezmann y Carrasco. En apenas tres toques conseguían amenazar al Barcelona, mientras los defensas de Luis Enrique amasaban la jugada con una especie de calma inoportuna. El primer tanto de Griezmann llegó tras un error de Jordi Alba en la salida de balón. Robó Gabi y centró con sutileza Saúl Ñíguez, seguramente la gran revelación del fútbol español. El balón quedó perfecto para Antoine Griezmann, que remató con precisión ante Ter Stegen (1-0). El francés ya es uno de los mejores jugadores de la competición y ha contrastado su talento en los grandes partidos. Hasta ayer no había sido capaz de batir al Barcelona con la camiseta del Atlético. Sin embargo, en la cita más importante de la temporada, pudo firmar un doblete que quedará en la memoria de todos los atléticos.

No hay un equipo tan pegajoso como el de Simeone, capaz de robarle la identidad a cualquiera. Lo logró también con el Barcelona, que pareció un equipo depresivo en el Calderón. Sin signos de rebeldía ni orgullo de campeón, el Barça solo inquietó a Oblak a partir del descanso, cuando el resultado ya estaba en su contra. Sin una razón aparente, su trío de delanteros ha perdido la inspiración que les llevó a lograr el pleno de títulos la pasada temporada. El equipo es una mala copia del que fue hace un mes, antes de que la derrota en el Clásico acercara los miedos al Camp Nou. Aquel día perdió su condición de infalible y ahora parece vivir una crisis de confianza. Afecta especialmente a Messi, que está lejos del remate, y a Neymar, que ya no desborda a su marcador. Nadie prepara tantas emboscadas como Simeone, que eligió el partido más importante para batir a Luis Enrique, como ya hizo con el Madrid en la final de Copa de 2013. El sistema defensivo del Atlético exige fluidez en el juego y movilidad de los delanteros, aspectos en los que el Barça ha desentonado. La eliminatoria se pareció al duelo de hace dos temporadas, en el que se empezó a cuestionar el proyecto del Tata Martino. También con el Calderón como testigo, el Barça fue incapaz de batir a Courtois, del mismo modo que ayer no pudo con Oblak. Si algo se repitió en los dos eliminatorias es que el equipo catalán mostró demasiados signos de desidia y de fatiga. Mérito del Atlético, que no ha hecho otra cosa que mejorar en las cinco temporadas de Simeone. Su plantilla es el perfecto equilibrio entre los emblemas del club (Gabi, Torres, Godín, Filipe Luis), los aciertos de la dirección deportiva (Griezmann, Carrasco, Correa, Augusto, Jiménez y Oblak) y los productos de su cantera (Koke, Saúl, Thomas y, ahora, Lucas Hernández).

De nada sirvió el último arreón de los de Luis Enrique, que respondió más a la dignidad que a su manual de juego. Griezmann había marcado de penalti (2-0), después de que Iniesta interrumpiera con la mano una contra dirigida por Filipe Luis. El lateral es un pura sangre del fútbol, uno de esos zurdos que interpretan los partidos desde el carril. Después de haber anulado a Messi se permitió el lujo de tirarle un caño a Mascherano, que originó el gol de la sentencia. El Atlético se resguardó entonces en su área y el Barça no supo acelerar en los metros finales. Tampoco reclamó tras el partido un penalti de Gabi, que Rosetti sacó fuera del área.  El equipo catalán supo reconocer los méritos del Atlético y fue tan elegante en la derrota como impotente sobre el césped. El lanzamiento de Messi  se fue fuera y la grada celebró una de sus noches más redondas. En el último tramo, Godín reflejó la resistencia de los colchoneros; impecable en el juego aéreo, víctima también de un codazo de Luis Suárez.

Ganó el Atlético porque fue quien más lo mereció. Su gen competitivo desquicia a los rivales, que no pueden mostrar sus virtudes en el Calderón. La conexión con la grada mejora el juego del equipo, que sueña con ganar la Champions League. Parece la obsesión oculta de todos los colchoneros, que perdieron dos finales en el descuento. Ante el desafío que se le presenta a su equipo, Simeone repite una máxima que ha asimilado todo el Calderón: «Nunca dejen de creer».

 

RIVALES: EN LA HISTORIA Y EN EL JUEGO

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El Atlético y el Real Madrid se enfrentan hoy (16:00 h, Vicente Calderón, Canal + Liga) en el sexto derbi madrileño de la temporada. Sucede que el destino de los títulos en los últimos tiempos ha estado vinculado al duelo entre los dos grandes equipos de la capital. Y sucede también que Diego Simeone hizo olvidar a los atléticos la maldición ante el vecino en una final de Copa. Desde entonces el equipo rojiblanco ha sido capaz de batir al Madrid hasta en cuatro ocasiones. El cambio de tendencia se acentúa en los cincos partidos que han disputado esta temporada, en los que el Atlético no conoce la derrota. El Madrid, por su parte, sonríe mirando a Lisboa, y presume que eligió el mejor partido posible para vencer a los rojiblancos. Ante un nuevo episodio en el Calderón, el equipo de Ancelotti se ampara en la vuelta de Cristiano y en el talento de Isco y Benzema para que el viento vuelva a soplar a su favor.

El equipo blanco viene de vencer al Sevilla en un partido disputado y accidentado, de esos que se deciden en pequeños detalles y que dejan víctimas por el camino. Las lesiones de Ramos y James condicionan el futuro del Madrid y el planteamiento de Ancelotti. Para paliar la ausencia del colombiano, el Madrid tendrá que recurrir a un futbolista de menor imaginación, entre los que se incluyen Illarramendi, Khedira o Lucas Silva. La baja de Ramos desestabiliza la defensa blanca y será Nacho Fernández el que ocupe su puesto. Frente al Sevilla dio muy buenas sensaciones y mostró tener mimbres de gran central. Sorprendió por su oficio y rapidez, pero se intuye que el examen del Calderón será más exigente. Le acompañará Varane, probablemente el central con mayor proyección del mundo (sobre todo si su rodilla no le incordia y corrige algunos fallos de concentración). La sanción a Marcelo le priva al Madrid de uno de los futbolistas con mayor desequilibrio del equipo, especialmente en el juego posicional. Lo más lógico es que le sustituya Coentrão, aunque no se descarta ver a Arbeloa en el carril izquierdo, lo que podría ser una ventaja para Griezmann si se despliega por ese costado. No hay dudas ni en el lateral derecho, hábitat de Carvajal, ni en el mediocentro, donde formará Kroos, un futbolista académico, preciso y eficaz. Las mejores noticias para el Madrid llegan con la vuelta de Cristiano, con la madurez de Isco y con el momento de Karim. Ante el Sevilla las mejores jugadas llegaron bajo la lumbre de Isco y Benzema, especialmente en la segunda parte, en dos o tres bonitas combinaciones. Los goles partieron también de esta pareja, que representa la improvisación en el equipo de Ancelotti. Cristiano, por su parte, regresa de una sanción y llegará fresco para amenazar al Atlético. Está a dos goles de igualar a Di Stéfano como máximo goleador ante el equipo del Manzanares y Simeone le prepara un férreo sistema defensivo. Isco, Benzema y Kroos serán los encargados de alimentar el instinto asesino de Cristiano. Otra buena noticia para el equipo blanco es que Jesé cada día se parece más al jugador que fue antes de romperse la rodilla. Por su parte, Bale parece desenganchado del juego, alejado de sus compañeros. Dolido por los pitos del Bernabéu, ante el Sevilla sintió que el público está en su contra. Y lejos de corregir aquello que le reprochan, jugó demasiado pendiente de saciar su apetito. Aunque el galés no está en las mejores condiciones físicas, es un futbolista que crece en los grandes momentos y, al menos, en el Calderón los pitos no responderán a la ingratitud sino a la costumbre.

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El Atlético de Madrid llega después de desenvolverse con soltura en el barro de Eipurua. Quizá porque el campo favorecía algunos de las virtudes del Atlético de Madrid: la intensidad, el rigor táctico, la pegada. Virtudes que han sido fundamentales en las victorias de los colchoneros ante el equipo de Ancelotti. Simeone parece haber encontrado la fórmula para sujetar al Madrid. El técnico propone partidos volcánicos, jugados en pocos metros, en los que no se escatima en la disputa. Se repliega con facilidad, construye una sólida empalizada y se dispara para buscar a Casillas en pocos segundos. Compite como nadie y sabe asociarse con precisión y facilidad. Porque aunque el equipo rojiblanco construye sus victorias desde el trabajo y la solidaridad, no hemos de olvidar que también sabe jugar muy bien al fútbol, especialmente cuando Arda, Griezmann y Koke se encuentran. La solidez de su defensa no se cuestiona y los piezas que ha introducido Simeone se han integrado a la perfección: Godín y Miranda se mantienen como centrales titulares (Jiménez ha mostrado que es un central duro y de gran proyección cuando ha tenido la oportunidad), Juanfran persiste como lateral derecho, Siqueira no es Filipe Luis pero está en ello y Moyá ha encajado a la perfección.

La llegada de Torres y las variantes del mediocampo le dan a la plantilla mayor profundidad. La sensación es que El Niño esperará en el banquillo, en busca su primer gol en liga tras ilusionar en la copa, y también lo harán Raúl Jiménez y Cani, futbolistas que pueden aportar en los segundos tiempos. La duda es ver si Simeone descarta del once también a Mario Suárez o Saúl, jugadores complementarios que han sido utilizados en partidos importantes. A Simeone le gusta ser un enigma para el rival y plantear ciertas incógnitas. Lo lógico es que forme con un mediocampo aguerrido con Tiago, Gabi y Raúl García, con la intención de escoltar a Koke en la elaboración. El jugador madrileño es fundamental para resguardar el balón y servir pases decisivos. En esa labor le ayuda como nadie Arda Turan, aunque Simeone ante el Madrid suele prescindir de él al inicio. Para que el turco salga a domar el partido en el segundo tiempo, cuando sus compañeros necesitan oxígeno. Aún así la participación de Arda en el once es otro de los secretos que esconde el técnico argentino. Lo que sí ha confirmado Simeone es que en punta formarán Mandzukic, que viene de hacer un gran partido frente al Eibar, y Griezmann, que vive su mejor momento desde que llegó al Atlético. El croata condiciona el modo de jugar del equipo y tratará de aguantar el balón si el equipo está encerrado, de prolongar para Griezmann al espacio y de buscar el remate. No en vano se estrenó como goleador ante el Madrid, en el gol que valió el título de la Supercopa. El francés lleva semanas iluminado y sus aceleraciones con el rival desprotegido pueden decisivas. En la eliminatoria de Copa fabricó los dos goles de Torres en el Bernabéu, se desmarcó al espacio, ayudó a conservar el balón y generó ventajas. Ha sido nombrado mejor jugador del mes de Enero y se le ve fino, rápido, comprometido e inspirado. Casillas medirá la zurda de Griezmann en un duelo que tendrá al Calderón como testigo.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: ibtimes.com

Foto 2: pase final.com

LAS TÁCTICAS DEL AJEDREZ

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En el derbi madrileño, como en cada partido, cobra importancia la lucha entre dos equipos con planteamientos diferentes. Se espera un gran duelo táctico entre dos entrenadores, que a fuerza de enfrentarse, parecen conocer hasta el último lunar de sus rivales.

La gran virtud de Simeone ha sido dotar de una identidad innegociable a su equipo. El equipo sabe a lo que juega y cree en ello sin titubeos: “No sabemos jugar de otra manera. No lo vamos a cambiar porque somos un equipo intenso”. La otra ha sido ganarle al Madrid, en la pizarra y en el campo. Salvo en la eliminatoria de Copa del Rey del año pasado (en la que a Simeone le sorprendió el despliegue de Di María como volante y el Madrid venció con claridad) el técnico argentino le ha ganado la partida al italiano con claridad. En los últimos derbis madrileños, más allá de quien haya ganado, se ha jugado a lo que al Atlético más le interesaba.[1]

Simeone sabe que el mayor peligro del Madrid son sus transiciones rápidas, esas aceleraciones en las que sorprende al rival desguarnecido y lo aniquila con suma facilidad. Por eso su planteamiento pasa por construir un equipo compacto, con una línea defensiva sólida (Miranda y Godín) y muchos jugadores por detrás del balón. Un grupo que se sepa replegar con velocidad y fuerce al Madrid al ataque posicional. El técnico argentino pretende jugar un partido cerrado, en el que se pelee cada metro en la disputa, para tapar líneas de pase y lanzar las contras con Griezmann. Los mismos espacios que quiere facilitar para el francés, se los quiere privar a Bale y Cristiano, dos velocistas que a la carrera resultan imparables. El Atlético procurará atacar al Madrid en las asociaciones de Koke, Arda y Griezmann (mucho más importantes de lo que la prensa destaca), en el juego a balón parado y en el remate de Mandzukic. El croata será también fundamental: debe dar aire a los compañeros y encontrar la opción de pase en ataques con pocos efectivos.

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Ancelotti por su parte prefiere un intercambio de golpes. Sabe que si su equipo encuentra metros para correr, el Atlético estará expuesto en defensa y será más vulnerable. El Madrid de este año puede jugar un fútbol más asociativo pero nunca pierde de vista el marco rival. No le gustan las posesiones intrascendentes y el equipo prefiere ser vertical a ser metódico. Durante un tiempo la idea que Ancelotti fomentaba surtió efecto: el Madrid consiguió realizar un fútbol vistoso y efectivo, lleno de imaginación y de pegada. Sin embargo poco a poco fue perdiendo el brillo y se convenció de que el fútbol vertiginoso de sus delanteros daba los mismos resultados que un modo de juego más aseado. El Madrid no parece sentirse tan cómodo en ataque estático, con sus rivales replegados en campo rival, como cuando tiene vía libre para correr. Entre otras cosas porque ha perdido algunos futbolistas capaces de encontrar líneas de pase en espacios reducidos (Modric, James). Y sólo Isco y Benzema parecen lo suficientemente creativos para descomponer a defensas bien plantadas, en asociaciones luminosas.

Si al Atlético le interesa un partido trabado, al Madrid le beneficia todo lo contrario: el juego a quemarropa, con pocas interrupciones, un tipo de partido en el que los fondistas atléticos se queden sin aliento.

Asistiremos a la batalla táctica por antonomasia: el Madrid, con una de las mejores delanteras del mundo, quiere correr, y el Atlético, con la defensa más poderosa de la liga, prefiere competir. Preguntado por las bajas del Madrid, Simeone advierte: “No pensamos en las bajas del rival. Sí de qué manera llevar el partido a donde nos interesa”, y Ancelotti confirma: “Hay que tener coraje de hacer lo máximo para jugar como tú quieres”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] No hay que olvidar que la victoria del Madrid en la final de Lisboa se produjo con un gol agónico de Sergio Ramos en el minuto 94 y que el Madrid sólo se sintió cómodo en la prórroga, cuando su rival se había desfondado