The Busby Babes: DUNCAN EDWARDS Y BOBBY CHARLTON

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Duncan Edwards (1936, Dudley – 1958, Múnich) mostró desde su infancia unas condiciones innatas para el deporte. Su predilección era el fútbol y a los 11 años ya destacaba en el Dudley, ante rivales mayores que él. Jack O´Brien, uno de los secretarios del Manchester United, le vio jugar e informó a Matt Busby de que acababa de encontrar a un futbolista único. Le pretendían los grandes equipos del país y Edwards se decantó por el Manchester United, el equipo de su infancia. Le convenció Bert Whalley, uno de los asistentes de Busby, en una visita a su domicilio a las 2 de la madrugada. Edwards formó parte del equipo juvenil y sus cualidades no pasaron desapercibidas. Duncan era un jugador de gran presencia física, que se adaptaba al prototipo de futbolista inglés. Era capaz de organizar al equipo, se desplegaba por el costado izquierdo, robaba balones y llegaba al área con frecuencia. Era además un jugador valiente, capaz de tomar la responsabilidad en los momentos más difíciles. Años más tarde, Bobby Charlton resumió las virtudes de Edwards: “Desde el primer momento vi que podía jugar en cualquier parte y hacer cualquier cosa. Era valiente, tremendo en el tackle, podía hacer pases en largo o en corto y marcar. Cuando llegué al United, Duncan era el único que podía hacer cosas que yo sabía que era incapaz de hacer”.

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Pronto le quedó pequeño el equipo juvenil, con el que conquistó dos FA Cups junior, y, a los 16 años, Busby le hizo debutar en el primer equipo. La afición de los red devils se prendó del chico de Dudley y tres temporadas después de su debut ya llevaba 100 partidos en la First División. A los 18 jugó su primer partido como internacional y se convirtió en el futbolista más joven en vestir la camiseta de la selección inglesa. Su récord se mantuvo intacto hasta la irrupción de Michael Owen en 1998. Era el orgullo del fútbol inglés cuando su carrera se apagó en el accidente aéreo de Múnich. Hasta entonces había sido el líder natural de un equipo que venció en Inglaterra y soñó con Europa. En aquella plantilla coincidió con otra de las grandes promesas de The Busby Babes: Bobby Charlton.

Bobby Charlton (11 de octubre de 1937) era un talento que procedía de Ashington. Su padre trabajaba en una mina y cuatro de sus tíos eran futbolistas. Desde joven alcanzó cierta fama en el condado de Yorkshire por su facilidad para domar el balón. Jackie Charlton, que años más tarde jugaría con él en la selección inglesa, avanzó que el destino de su hermano ya estaba marcado: “Todo el mundo lo conocía en el noreste de Inglaterra. Hacían cola para verle jugar. Nadie me conocía a mí, pero todos le conocían a él. Nunca tuve dudas de que llegaría a la élite del fútbol”.

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Bobby Charlton recuerda con cariño los partidos en Yorkshire. Su padre trabajaba en la minería y él colaboraba como “chico de los recados”. En los descansos que daba la mina organizaban partidos de treinta contra treinta, en espacios muy reducidos. Charlton ha confesado en más de una ocasión que su técnica individual procede de esos partidos interminables, jugados en campos de carbón. A los 15 años le fichó el Manchester United y coincidió en alguna ocasión con Edwards en el equipo juvenil. Bobby debutó a los 17 en la First Division ante el Charlton Athletic, en un partido en el que anotó un doblete. Sorprendió a Old Trafford y se hizo con el mediocampo del United, siempre con vistas a la portería rival. Duncan Edwards ya estaba asentado en el primer equipo y fue un gran apoyo para Bobby Charlton en el vestuario. Aprendió a su lado y entendió las claves de la competición en la élite del fútbol. Quizá las diferencias en el juego de ambos potenciaron la unión de los futbolistas con más proyección de Inglaterra. Las condiciones físicas y técnicas de Edwards le permitían superar a los rivales con cierta facilidad, Charlton generaba ventajas sirviéndose de su manejo de balón.  Le daba sentido al juego, llegaba al área rival y surtía a los delanteros. Edwards era un volante izquierdo, un futbolista de mucho recorrido con dotes de mando. Ganaba las disputas de cabeza y tenía facilidad para marcar. Charlton era una apuesta de futuro, un niño que empezaba a dar frutos entre los grandes. Edwards era un adolescente al que, por su madurez, compañeros y rivales veían como un hombre.

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Entre Edwards y Charlton no tardó en surgir una gran amistad. Hicieron el servicio militar juntos y pedían un permiso para acudir a los partidos durante los fines de semana. Durante aquel año jugaron también en la liga militar, con el mismo éxito que con The Busby Babes. Ambos jugadores tenían muchas cosas en común: procedían de familias humildes y tenían una ética de trabajo similar. Pese a que los dos poseían unas facultades técnicas privilegiadas no tardaron en darse cuenta de que el éxito de su juego se basaba en el trabajo y el sacrificio. El fútbol comenzaba a ser un deporte de masas en Inglaterra y Edwards y Charlton se convirtieron en modelos de conducta. Eran los ídolos de la afición y parecían tener una vida sencilla: no eran famosos por sus  salidas nocturnas ni hacían declaraciones fuera de lugar. Diez años más tarde, la figura del siguiente héroe de Old Trafford, George Best, se alejaría de ese modelo de ciudadano ejemplar que encarnaban Duncan Edwards y Bobby Charlton.

Matt Busby dio entrada a los jóvenes formados en la academia. Tras conquistar la liga de 1952, el relevo generacional que el técnico había planeado fue tomando forma. El Manchester United conquistó la liga en la temporada 1955/1956 con una media de edad de 22 años. En aquel equipo habían ido entrando Roger Byrne, Mark Jones, Eddie Colman, el prometedor Bobby Charlton y el que ya era el líder de aquella plantilla: Duncan Edwards.

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En 1957 revalidaron el título de liga y retaron al Madrid de Di Stéfano, Gento y Kapa en Europa. Tras perder ante los blancos en 1957, se clasificaron para las semifinales en la siguiente edición, después de eliminar al Estrella Roja de Belgrado. El 6 de febrero de 1958 el equipo emprendió el viaje de vuelta a Manchester. El avión que partía de Belgrado se estrelló en una casa abandonada en las cercanías del aeropuerto de Múnich, después de repostar en la ciudad alemana. Murieron 23 personas: 8 jugadores y 15 pasajeros, entre los que se encontraban algunos periodistas ingleses y personal del Manchester United. Bobby Charlton salió despedido y quedó inconsciente tras el impacto. Harry Greg y Bill Foulkes, que formaban parte de la plantilla, le pusieron a salvo y sacaron a algunos heridos del avión. Duncan Edwards estaba entre los más afectados y fue trasladado al hospital Isar der Rechts con múltiples heridas. Algunas de ellas le habían afectado al riñón y era necesario un trasplante. El órgano llegó pero tras la operación surgieron problemas derivados del accidente en otras partes de su cuerpo. Tenía las costillas rotas, lesiones medulares y un pulmón colapsado. Los médicos creían que no duraría más de dos noches. Duncan Edwards luchó durante 15 días en aquel hospital de Múnich. Murió el 21 de Febrero de 1958, a los 21 años, y fue despedido por más de 5000 personas en su funeral en Dudley.

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Bobby Charlton se recuperó y fue la pieza angular de la reconstrucción del Manchester. Conquistó la Copa de Europa diez años más tarde, fue el líder de la Inglaterra que consiguió la Copa del Mundo y fue galardonado con el Balón de Oro en 1966. Sir Alex Ferguson, el técnico que dirigía al Manchester en 2008 y otro de los emblemas del club, definió al inglés: “Cuando pienso en los grandes deportistas que han mantenido un proceder correcto a lo largo de su carrera, el primer y mejor ejemplo que me viene a la cabeza es Bobby Charlton”.

Charlton es un hombre de un solo club. Sigue siendo el máximo goleador de la historia del United y la FIFA le considera el mejor jugador inglés de todos los tiempos. En la actualidad es el presidente de honor del Manchester United e imparte cada año una charla a los jugadores en la que narra la historia de The Busby Babes. Charlton siempre recuerda la importancia que tuvo la tragedia a la hora de forjar la identidad del club. Cuando se cumplió el 50 aniversario del accidente de Múnich, el Manchester United saltó al campo con la indumentaria que usó el equipo de Matt Busby ante el Estrella Roja de Belgrado, en el partido previo a la catástrofe. Fue en un derbi de Manchester en 2008 y, rápidamente, las cámaras enfocaron a un Bobby Charlton visiblemente emocionado.

En 1968, con la Copa de Europa todavía reciente, Bobby Charlton se acordó de su gran referente: “Duncan Edwards era incomparable. Fue terrible que muriera y sólo puedo explicar a la gente que su adiós fue la mayor tragedia porque era el mejor de todos nosotros. En toda mi vida como futbolista, siempre sentí que podía competir con cualquier jugador. Menos con Duncan. Él era el talento, siempre me sentí inferior a él. Nunca conocí a alguien tan dotado técnicamente y tan fuerte. Duncan tenía una presencia que nos eclipsaba a todos”.

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En sus últimas horas de vida, Duncan Edwards recibió la visita de Jimmy Murphy, el asistente de Matt Busby. Murphy había evitado el accidente porque alternaba su labor de segundo entrenador con la de seleccionador de Gales. Desde Yugoslavia había escogido otro vuelo para acudir a una convocatoria con la selección galesa. Al técnico le dio rabia perderse el viaje de vuelta a Inglaterra, ya que reinaba un ambiente de celebración tras conseguir la clasificación en Belgrado. Después de la tragedia, se hizo cargo del equipo hasta que Busby se recuperó por completo.

Cuándo Jimmy Murphy entró en la habitación encontró a Edwards en medio de un sueño agitado. De pronto, Duncan Edwards se despertó y le preguntó: “¿A qué hora jugamos el próximo fin de semana contra los Wolves? No me puedo perder ese partido”.

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Por Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: Bobby Charlton en primer plano y una foto de Duncan Edwards al fondo, en la presentación del libro Duncan Edwards, The Greatest.  (dailymirror)

Foto 2: Duncan Edwards realiza un saque de banda. (the telegraph). 

Foto 3: Bobby Charlton juega con unos niños en su Ashington natal. (dailymirror).

Foto 4: The Busby Babes se fotografían en un desplazamiento por Europa. En la parte derecha de la foto alguien se apoya en el hombro de Duncan Edwards, no es otro que Bobby Charlton (manutd.official)

Foto 5: Imagen del equipo juvenil del Manchester United. En la fila superior, el tercer jugador empezando por la izquierda es Duncan Edwards. Al final de la misma se encuentra Bobby Charlton (footyposters).
Foto 6: Bobby Charlton se recupera del accidente aéreo en Múnich. (dailymirror // getty images).
Foto 7: La estatua que se levantó en honor de Duncan Edwards en su Dudley natal. (manudtalk.com)    

The Busby Babes: MATT BUSBY

matt busby 2Matthew Busby (Orbiston, 1909 – Manchester, 1994) es uno de los grandes personajes de la historia del Manchester United. Dirigió al equipo desde 1945 hasta 1970 y protagonizó la primera época dorada de los red devils. Tras dejar los banquillos fue el presidente del equipo hasta su muerte. A las puertas de Old Trafford hay una estatua que recuerda la importancia del técnico escocés. Bobby Charlton, uno de los jugadores más laureados del fútbol inglés, resumió el método de su entrenador: “Matt Busby no hablaba mucho de tácticas. Hablaba con nosotros individualmente. Siempre esperaba que nos expresáramos y que le diéramos al público algo que no pudiera ver durante la semana. Algo emocionante”.

Paradójicamente, la carrera de Busby como jugador se desarrolló en el Manchester City, el “vecino ruidoso” del United. Consiguió una FA Cup en 1938 y terminó sus días como futbolista en el Liverpool, alternando su labor de jugador con la de entrenador. En 1945 se convirtió en el mánager del Manchester United. Por aquel entonces el club atravesaba una situación difícil. Llevaba sin ganar la First Division desde 1910, llegó a descender de categoría (aunque luego ascendió) y Old Trafford había sido bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial. El equipo tuvo que trasladarse a Maine Road, el campo del Manchester City. A Matt Busby le seducía la idea de reconstruir un club en horas bajas. Su proyecto se basaba en la cantera, en el reclutamiento y la formación de los jóvenes talentos del país. Pidió plenos poderes en todas las facetas del club y se instaló en una pequeña oficina en las cercanías de Old Trafford. Con la ayuda de Walter Crickmer, secretario del club, fundó el Manchester United Junior Atlhetic Club, que sentó las bases de su proyecto. Se dio mucha importancia al equipo juvenil y allí creció una de las mejores generaciones de la historia del fútbol inglés: The Busby Babes. Tres años después de la contratación del técnico escocés, el Manchester consiguió la FA Cup tras derrotar en la final al Aston Villa. En 1952, 42 años después de su último título liguero, los red devils se proclamaron campeones de la First Division. Busby renovó el equipo pese a conseguir el campeonato y empezó a dar entrada a muchos jóvenes de la academia: Roger Byrne, Mark Jones, Eddie Colman y, sobre todo, Duncan Edwards, la mayor promesa del fútbol inglés. Fichó a atacantes como Tommy Taylor y Dennis Viollet, que se estaban haciendo un nombre en primera división, e hizo debutar a Bobby Charlton, toda una institución en Old Trafford en la actualidad. Aquel Manchester era un equipo osado, con hambre de triunfos y mucho talento. Reconquistó la liga en la temporada 1955/1956 y el equipo se reforzó con la llegada de un extremo puro: Liam Whelan. The Busby Babes era un equipo que apostaba por un fútbol vistoso y ofensivo, que sabía explotar la velocidad y la calidad de sus integrantes para llevar el dominio del juego. Su entrenador resumió la grandeza de un equipo joven y atrevido: “Todavía tenían las marcas de la cuna, pero no se les notaba”.

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El Manchester no se conformó con los títulos nacionales y empezó a mirar a Europa. Por aquel entonces el Real Madrid de Di Stéfano dominaba la competición y el Manchester de Duncan Edwards, Bobby Charlton y Roger Byrne se presentaba como una de las alternativas a los blancos. Pero la organización de un torneo novedoso, que se desarrollaba fuera de las fronteras nacionales, generaba dudas en la Federación Inglesa. Un año antes habían prohibido la participación del Chelsea, por la dificultad que suponía cuadrar el calendario de la liga doméstica con largos desplazamientos por el continente europeo. Finalmente, Matt Busby, que creía que el futuro del club estaba en Europa, convenció a los miembros de la Federación. El Manchester United se convirtió en el primer representante del fútbol inglés en la Copa de Europa gracias a la insistencia de Busby.

En su primera participación, el club inglés pasó la fase de grupos. Venció por un escandaloso 12-0 al Anderlech, en la que es, hasta la fecha, la victoria más holgada de los red devils en Europa. Superaron al Borussia Dortmund y al Athletic de Bilbao en una eliminatoria intensa, en la que los de Busby dieron la vuelta al resultado (para ganar 5-4 en el global). Allí les esperaba el Madrid de Di Stéfano y Gento. El vigente campeón mostró su poderío y venció al Manchester United en un bonito enfrentamiento. Tras la victoria por 1 a 3 en Old Trafford, el Madrid contuvo a los red devils en Chamartín (2-2) y logró su segunda corona en Europa. Las crónicas de la época dan a entender que al Manchester United le faltó oficio ante el gran equipo del momento. El Manchester se citó con el Madrid para la siguiente temporada y revalidó el título de liga en Inglaterra, tras vencer al Arsenal en el encuentro decisivo.

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La temporada 1957/1958 debía ser la de la consagración de The Busby Babes. La derrota ante el Madrid hizo madurar a los talentos de la academia y el equipo funcionó desde el principio. Duncan Edwards era el motor del equipo y se le consideraba el mejor futbolista inglés del momento. Le acompañaban Bobby Charlton, un talentoso mediocampista, Roger Byrne, el capitán y líder de la defensa, futbolistas de la cantera como Mark Jones, Eddie Colman o Harry Greg, y los goleadores Tommy Taylor, Dennis Violet o Liam Whelan. En la competición doméstica se midieron con los Wolves en un duelo por el liderato. En la Copa de Europa llegaron a cuartos de final, donde se enfrentaron  con el Estrella Roja de Belgrado. En el partido de ida, en Old Trafford, el Manchester United venció 2-1, en un encuentro igualado y entretenido. En la vuelta se desplazaron hasta Yugoslavia, en medio de un clima adverso, con el césped del Estadio Estrella Roja (conocido como el “Pequeño Maracaná”) completamente helado. Bobby Charlton confesó meses después que era la primera vez que el equipo realizaba un viaje tan largo y que sufrieron como nunca ante un equipo experimentado. En la primera parte el equipo de Matt Busby se puso 0-3, con dos goles de Bobby Charlton y uno de Dennis Viollet. Sin embargo, el Estrella Roja reaccionó tras el descanso. La zaga de los red devils concedió metros y el equipo yugoslavo supo aprovechar las debilidades de los ingleses. Después de dos goles de Bora Kostic llegó el empate de Lazar Tasic en el minuto 82. El Manchester vivió los minutos más largos de la competición pero el marcador no se volvió a mover. Tras sufrir en Belgrado, los de Matt Busby consiguieron el pase a la semifinal ante el Milán.

Y ahí es donde comienza la tragedia. El Manchester United se subió al avión “The Elizabethan” que partía de Belgrado. Hicieron una parada en Múnich para recargar combustible, en medio de una tormenta de nieve. Después de dos intentos el avión no consiguió despegar. Matt Busby consideró que era conveniente salir lo antes posible, para evitar una sanción de la Federación Inglesa, que seguía sin ver con buenos ojos la participación del United en la Copa de Europa. El técnico escocés siempre se arrepintió de aquella sugerencia. En el tercer intento el avión despegó y se estrelló a 300 metros del aeropuerto. Murieron 23 personas, entre ellos 8 futbolistas, 3 técnicos (Walter Crickmer, Bert Whalley y Tom Curry) y 12 pasajeros. Algunos de los futbolistas que fallecieron eran la columna vertebral del equipo: el prometedor Duncan Edwards, el lateral Roger Byrne, el defensor Mark Jones, el extremo Liam Whelan, el mediocentro Eddie Colman y el delantero Tommy Taylor. Los otros dos integrantes de la plantilla que fallecieron fueron los suplentes Geof Bent y David Pegg.

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El Manchester United se presentó 13 días después del accidente a jugar frente al Sheffield Wednesday. Alineó un once lleno de juveniles, con algunos de los supervivientes del accidente, como Harry Greg o Bill Foulkes. El equipo venció en un partido de luto, lleno de homenajes a los fallecidos. La voz de Matt Busby resonó por la megafonía del estadio y sirvió de aliento a los suyos. Meses más tarde, y con más espíritu que fuerzas, el Manchester United consiguió el pase a la final de la FA Cup. Sin embargo, el equipo cayó en Wembley ante el Bolton Wanderers. El Milán los eliminó en las semifinales de la Copa de Europa y el Manchester afrontó un periodo de transición tras la catástrofe. Uno de los supervivientes, Bobby Charlton, se convirtió en el emblema del equipo. Matt Busby estuvo cerca de morir en el accidente y no volvió a dirigir al equipo hasta tres meses después, en el verano de 1958. Durante aquel tiempo se había hecho cargo del equipo Jimmy Murphy, su fiel asistente. Busby sopesó su retirada pero sentía que estaba en deuda con sus Babes: “Tengo la certeza de que si la tragedia de Múnich no hubiese sucedido habríamos ganado la Copa de Europa aquel año”.

El técnico escocés planificó la reconstrucción del equipo. Se volvió a servir de la cantera y en menos de una década orquestó otro gran equipo, con las cicatrices de Múnich todavía abiertas. Al liderazgo de Bobby Charlton se sumó el talento de George Best y el olfato de Denis Law. Aquel equipo se construyó casi íntegramente por jugadores formados en la academia de Busby y en plena madurez consiguió grandes títulos (dos Ligas, dos Community Shield y una FA Cup), incluso más que la primera generación de The Busby Babes. A eso se añadió la conquista del título que más anhelaba, el trofeo que se les escapó en la tormenta de Múnich. Cuando se cumplía una década de la tragedia, en 1968, el Manchester United consiguió levantar la Copa de Europa. Llegó a la final tras derrotar al Madrid de Las Cinco Copas y se midió al Benfica de Eusebio en Wembley. Fue una noche mágica, una de las mejores finales que se recuerdan; un bonito intercambio de golpes en la cima del fútbol europeo. George Best y Bobby Charlton resolvieron en la prórroga y los campeones dedicaron la victoria a las víctimas de Múnich. Los autores de los goles (Bobby Charlton, George Best y John Kidd) reflejaban el éxito de la idea de Matt Busby, pues todos ellos se habían formado en el equipo juvenil del Manchester United.

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Matt Busby, el arquitecto de todo aquello, resumió el sentimiento de los aficionados:

“Cuando Bobby levantó la copa me purifiqué interiormente. Me quité el peso y la culpabilidad de haber ido a Europa. En ese momento sentí que se había hecho justicia”.

Busby se acordó entonces de la oficina en la que se instaló a su llegada a Manchester: “En esa pequeña oficina no había ni mucho espacio ni tiempo para soñar, pero si algo hice allí fue soñar”. Old Trafford está situado en la actualidad en Sir Matt Busby Way. Al estadio, en un homenaje encubierto de Bobby Charlton al técnico escocés, se le conoce con un bonito sobrenombre:  “El teatro de los sueños”.

Por Jorge Rodríguez Gascón.

Foto 1: The Telegraph 

Foto 2: BBC

Foto 3: bleacherreport.com

Foto 4: 101greatgoals.com

Foto 5: Daily Mail

(*) El texto forma parte de una serie de artículos dedicada a The Busby Babes.

DI STÉFANO, GENIO SIN MUNDIAL

ANTÓN CASTRO // REGATE EN EL AIRE /

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Hay futbolistas que parecían de otro mundo y, quizá, de otros sueños. Futbolistas de cuento, casi invencibles, hechos de tango y de acero, que están en todas partes: arriba y abajo, en defensa y ataque, dirigiendo el juego, encorajinados, dispuestos a todo y con un verbo casi único en la boca y en el ánimo. Ganar. Ante todo: ganar. Era el verbo de Alfredo Di Stefano, quien, por lo demás, ha sido un argentino atípico: más bien lacónico, contundente y directo, dispuesto a solventar cualquier asunto por la vía rápida e incluso por las bravas.

Fue un héroe antes de que apareciese, casi, la televisión: llenaba estadios, provocaba suspiros, levantaba a los muertos. En el Madrid, y en Argentina, en sus primeros clubs, el River Plate y el Huracán, y en Millonarios de Bogotá, adonde llegó en 1949, tras una huelga en su país, para formar un equipo de ensueño, el ‘Ballet Azul’, con jugadores como Pedernera, que era uno de los ídolos celestes. En Colombia jugó al fútbol como nadie, ganó tres ligas y fue dos veces máximo goleador. En 1952, se enfrentó con su club al Real Madrid, y ya demostró quien era: un futbolista incontenible e incansable, un artista y un jabato, puro nervio, clase y carisma. El Madrid esperaría una mejor oportunidad; en 1953, tras un litigio demasiado complicado que amargó a Pepe Samitier, el Barcelona renunció a sus derechos sobre el jugador y este ingresó en el Real Madrid. No tardaría en revelarse como un futbolista ambicioso, de exquisita técnica, director de juego, líder y goleador nato. El fútbol en Europa cambió con su llegada, y con la presencia de otra estrella en el Barcelona: Ladislao Kubala, que integró una delantera mítica que cantó Serrat: Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón; la citamos aquí porque con la camiseta del diez formaba un zaragozano como Tomás Hernández, ‘Moreno’.

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El Real Madrid llevaba muchos años sin ganar la liga. Con Di Stéfano todo cambió. Él fue el revulsivo del fútbol europeo: trajo un nuevo concepto de juego que lo tenía casi todo. Incluso la soberbia de los monarcas del césped. Fue ‘la Saeta rubia’, un auténtico torbellino que desarbolaba a los rivales. Volaba. En once temporadas, ganó ocho ligas, cinco pichichis y cinco copas de Europa e hizo del Real Madrid –que contó con Kopa, Rial, Puskas, Gento, Del Sol, etc.- el mejor equipo del mundo. Para muchos es el jugador más completo de todos los tiempos. Para otros forma parte del olimpo de los dioses con Pelé, Cruyff, Beckenbauer y Maradona. Ahora habrá que buscarle sitio a Messi.

Quizá el gran lunar de su trayectoria es que no llegó a jugar ningún Mundial. En 1950 y 1954, por diversas razones, Argentina (con la que participó en seis partidos: ganó en 1947 la Copa de América y marcó seis goles) no acudió. En 1956, Alfredo se nacionalizó español e intervino en 31 choques y marcó 29 goles. En Suecia-1958 no estuvo España y sí fue convocado para Chile-1962, pero se lesionó en un partido de preparación. En 1966 ya se le había pasado su tiempo y estaba a punto de retirarse en el Español. Di Stéfano siempre ha tenido bula futbolística: opinaba con libertad, a su antojo, aunque no se andaba por las ramas. Podía ser provocador, poco diplomático o soltar las campanas de la indiscreción al vuelo. También conoció el triunfo como entrenador: fue uno de los descubridores de la ‘Quinta del Buitre’ y logró la Liga y la Recopa con el Valencia.

Acaba de cumplir 88 años. Los hizo el 4 de julio. Y ahora pugna por escapar de la muerte que le persigue. Venga cuando venga, hay una victoria que nunca podrá anotarse: Di Stéfano es inmortal. Está ahí, como los fantasmas de los estadios, para siempre, corriendo, burlando rivales, cabeceando o gritando a sus compañeros: “Che, boludos, perseguimos la gloria”.

(*) Este artículo se publicó en Heraldo de Aragón el 7 de julio de 2014.

* Foto 1: http://img4.hostingpics.net/pics/165085DiStefano.jpg

* Foto 2: http://colgadosporelfutbol.com/wp-content/uploads/2012/07/Kubala-y-Di-Stefano.jpg