LA RECONSTRUCCIÓN DEL VALENCIA

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El Valencia Club de Fútbol ha recuperado la sonrisa bajo la gestión de Peter Lim y la dirección técnica de Nuno, que ha firmado la renovación tras situar a su equipo en la tercera plaza de la clasificación. La afición valencianista disfruta ahora de un equipo que está cerca del Barcelona y el Madrid y afronta el futuro con ilusión, consciente de que en este primer año se han sentado las bases de su ambicioso proyecto.

Renovación institucional

La gestión de la deuda de Amadeo Salvo ha permitido que el Valencia ocupe un lugar de referencia en el fútbol español y ha conseguido revertir la inercia de un equipo que llegó a temer por su futuro en las grandes competiciones. No hace tanto la afición se manifestaba en las inmediaciones de Mestalla, cuando la sombra de las deudas se apoderaba del club. Los males económicos empezaron a manifestarse en 2009, cuando Juan Bautista Soler dejó al Valencia en una situación complicada. Soler no supo disfrutar la herencia de un equipo campeón (que consiguió el doblete en 2001 con Rafa Benítez en el banquillo) y llevó a cabo una política de traspasos irreal, que hipotecó el futuro del club. Se paralizó la construcción del Nuevo Mestalla a consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria, el mismo factor que pudo con la gestión de Soler al frente del Valencia. Los bancos que debían asumir el débito del Valencia ya no admitían más terrenos como aval, porque el suelo se había devaluado.

Manuel Llorente asumió la presidencia en el verano de 2009 y trató de paliar la deuda (de 540 millones) con la venta de algunas de sus estrellas: se fueron David Villa, Juan Mata, David Silva, Raúl Albiol, Jordi Alba o Roberto Soldado. La salida de los futbolistas de referencia creó un clima de desapego entre la afición y el club. Quizá por ello, aunque el equipo se renovó, los entrenadores no se pudieron asentar en el banquillo. Ni Unai Emery, ni Ronald Koeman, ni Ernesto Valverde ni Juan Sebastián Pizzi llevaron la estabilidad a un club importante, acostumbrado a estar situado en un lugar privilegiado en el fútbol español. La situación del equipo se agravó la pasada temporada, cuando el Valencia se quedó sin disputar ningún título y la afición mostró su indignación en varias manifestaciones.

La fundación Valencia Fútbol Club poseía el 72% de las acciones y se hizo cargo de la deuda. Nombró un consejo de administración, basado en el proyecto GloVal, dirigido por expertos en marketing y gestión de empresas. El principal representante del proyecto era Amadeo Salvo, que desbancó a Manuel Llorente de la presidencia del club. Bancaja (y luego su sucesor, Bankia) había asumido el préstamo del Valencia y de la fundación, con el aval del gobierno de la Comunidad Valenciana. Pero finalmente el aval fue suspendido en un juzgado y Bancaja rechazó el plan de refinanciación que proponía la Fundación VFC. Amadeo Salvo propuso entonces la venta del club a Peter Lim, dueño del grupo Meriton Holding Ltd, con el que ya había establecido los primeros contactos. La venta del club se alargó más de lo esperado durante el verano de 2014, entre otras cosas porque Bankia estableció unas duras condiciones de negociación. Amadeo Salvo propuso un consejo de administración en el que se debatieron las propuestas de siete compradores que habían hecho su oferta por el Valencia. La votación se resolvió a favor del magnate Peter Lim y Amadeo Salvo abandonó las oficinas de Mestalla entre los aplausos de la afición valencianista. En el centro de Valencia se congregó un numeroso grupo de aficionados, que agradeció a Salvo su labor en la venta del club. El 24 de octubre de 2014 las cuatro partes de la comisión gestora de la venta (Valencia Club de Fútbol, Fundación VFC, Bankia y la Generalitat Valenciana) y el grupo inversor Meriton Holding Ltd sellaron el acuerdo que le otorgaba a Peter Lim la mayoría accionarial del club (un 70’4 %), a cambio de 94 millones de euros y la liquidación de la deuda con Bankia.

Renovación deportiva

El club ya había emprendido una profunda renovación de la plantilla durante el verano, antes de que se sellase la venta total en octubre. Peter Lim firmó el primer acuerdo con Bankia el 14 de agosto y puso a Nuno Espiritu Santo al frente del banquillo de Mestalla. Nuno construyó un equipo poderoso, con muchas variantes, que ha sido capaz de asustar a todos los grandes en el último año.[1] La sintonía entre Peter Lim y Jorge Mendes nutrió las aspiraciones del Valencia. Los negocios que mantienen en común el magnate nacido en Singapur (Lim) y el multimillonario representante de futbolistas portugués (Mendes) facilitó la llegada de algunas piezas claves del equipo de Nuno: Álvaro Negredo André Gómes, Rodrigo Moreno, Nicolás Otamendi[2] o Enzo Pérez. También la inversión de Peter Lim permitió afrontar la temporada con una plantilla amplia, y el Valencia fichó jugadores complementarios, con futuro en Primera División: Rodrigo de Paul llegó procedente de Racing de Avellaneda, Yoel abandonó Vigo para defender la portería del Valencia y Zucullini llegó cedido del Manchester City. La sociedad que forman Peter Lim, Mendes y Nuno avaló también los derechos de Cancelo, fichado del Benfica, y Felipe Augusto, que sigue cedido en el club que entrenó la pasada temporada Nuno, el Río Ave portugués.

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Nuno ha formado un bloque sólido, que mezcla el poderío físico con una gran inteligencia táctica. La gran virtud del técnico portugués reside en su capacidad para convencer a una plantilla joven, para explotar su rendimiento y competir frente a equipos más acostumbrados a los títulos. El Valencia actual se construye con un principio fundamental: es un equipo compacto y sobrio, al que es difícil hacer daño y que posee muchas armas para atacar al rival. Otamendi y Mustafi son dos centrales rocosos que representan la estabilidad de la zaga ché y que han marcado, además, goles importantes en jugadas a balón parado. Orban y Barragán alternan los laterales, especialmente cuando Gaya juega de interior, con libertad para profundizar por el carril. El equipo de Nuno aprovecha el juego por los costados; en el que llega a línea de fondo Gayá -una nueva muestra de que Valencia es una fuente inagotable de laterales izquierdos- y se desatan dos extremos veloces como Piatti y Feghouli. El Valencia disfruta también del despliegue de sus mediocampistas; del mando y la llegada de Parejo, del equilibrio de Javi Fuego, el recorrido de Enzo Pérez y la zancada de André Gómes. Y el equipo ché alterna en la delantera el juego de espaldas y el remate de Negredo con la picardía y el oportunismo de Paco Alcácer. También aparecen en las alineaciones Rodrigo Moreno, un zurdo que puede jugar a pie cambiado o como falso nueve; De Paul, el clásico volante argentino; o Filipe, un joven mediocentro brasileño. Nuno destaca la importancia de tener una plantilla competitiva para afrontar las temporadas largas. Y parece que su fondo de armario ha sido clave en el buen momento de los valencianistas, que llevan una trayectoria ascendente en liga. El Valencia ha aprovechado el leve bajón del Atlético y se ha instalado en la tercera posición, a cinco puntos del segundo puesto, que ocupa el Real Madrid.

La imagen de Mestalla refleja el buen momento que vive el Valencia. Es un equipo poderoso en su propio estadio y disfruta de la paz institucional que ha proporcionado la cuenta bancaria de Peter Lim y el acierto de Amadeo Salvo. A la espera de noticias sobre la reanudación de la construcción del nuevo campo, la dirección del club decidió cambiar el aspecto de la fachada de Mestalla. El club ha renovado también los exteriores del campo y un murciélago gigante preside una de las entradas al estadio.

Nuno insiste en que este año el objetivo es entrar en Champions y que la temporada que viene el equipo debe aspirar a cotas más altas. De momento, esta campaña se medirá con el Atlético en una bonita batalla por el tercer puesto, a la espera de que Barça y Madrid fallen en los diez partidos que restan. El Valencia tiene a su favor el poder de convicción de Nuno, la unidad del vestuario y la comunión con la grada. La dirección del club es consciente de la ilusión que despierta el equipo en la afición y ha adoptado esta frase como lema del nuevo Valencia: “Junts tornem”[3].

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[1] El Valencia venció al Atlético en Mestalla (3-2), ganó frente al Madrid (2-1) y estuvo a punto de batir al Barcelona en su estadio, pero un gol en el descuento de Busquets le dio al equipo catalán la victoria.

[2] Otamendi fue fichado la temporada pasada, pero un error en la dirección deportiva le impidió jugar, al haber agotado ya el cupo de jugadores extracomunitarios. El Valencia disfruta ahora de uno de los mejores defensores del campeonato, un futbolista veloz en la anticipación y contundente en el despeje.

[3] “Juntos volvemos”.

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Jorge Rodríguez Gascón

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Foto 1: estadiodeportivo.com  Foto 2: mundodeportivo.com

VILLA O LOS HÁBITOS DEL ARTILLERO

ANTÓN CASTRO // REGATE EN EL AIRE /
En las páginas de Heraldo del 16 de Marzo de 2004, Félix Romeo Pescador (Zaragoza, 1968-Madrid, 2011) decía que «no me recuerdo sin ser zaragocista» y que «el Zaragoza es una máquina de alegría». Aquellos eran días felices: Félix estaba vivo y el Zaragoza era grande. Debajo, un joven David Villa se mostraba entusiasmado ante su primera final: los blanquillos se iban a enfrentar, en el estadio de Montjuic, a un Real Madrid repleto de luminarias y galácticos. Villa, con cara de niño, comentaba que Quini le había explicado la técnica del uno contra uno –«Lo importante es aguardar, no dudar y disparar. Esa siempre es una jugada soñada», le dijo–, confesaba que sus ídolos habían sido Luis Enrique y Juanele, y decía que había oído hablar de la clase, del remate y la elegancia del interior de los Magníficos Juan Manuel Villa.
Al día siguiente, el Real Zaragoza lograba una victoria inesperada, 2-3. Villa marcó el segundo gol. Luego, ante el Valencia, conquistarían la Supercopa. Estuvo aquí dos temporadas espléndidas, marcó 32 tantos, debutó en la absoluta en febrero de 2005, y ese mismo verano fue traspasado al Valencia. Iba a ser su goleador por excelencia, un futbolista menudo y vivaz, de gran movilidad, que ha logrado 59 goles y un título muy especial: el del máximo artillero de la selección de todos los tiempos. Más que Raúl, que Di Stéfano, que Zarra, Butragueño, Hierro o tantos y tantos nombres.
David Villa jugó cinco campañas en el Valencia. Logró algunos títulos, otra Copa del Rey, por ejemplo, y allí fue casi siempre su máxima estrella. Probó que era capaz de marcar desde todas las posiciones: de falta, de penalti, tras un buen desborde, de cabeza, por pura astucia y por su sentido del desmarque. Y no solo eso: David Villa, bregador con clase, vivaz siempre, ambicioso en los últimos metros, tenía (tiene) la facultad de marcar goles increíbles. Lo hizo en el equipo ché –donde, con 107 dianas, rivaliza con Mundo, Waldo, Kempes y Fernando–, en el Barcelona, donde no brilló a esa altura pero goleó cuando el equipo lo necesitaba, aunque siempre era el primer cambio de Guardiola; lo hizo en el Atlético de Madrid, con el que ha vuelto a proclamarse campeón de Liga, y lo ha hecho en la selección española con opulencia y variedad.
David Villa ha jugado tres mundiales. Y ha sido determinante en los éxitos de la selección de Luis Aragonés y de Vicente del Bosque. Siempre ha estado ahí con su gatillo preparado, olisqueando las oportunidades, presto a ser decisivo. Como lo fue, por recordar un ejemplo, ante la correosa selección de Chile de Sudáfrica 2010. Desatascó la
ruta del triunfo con una de sus parábolas impecables e imposibles.
El de ayer será casi con toda seguridad su último choque internacional: en una tarde maravillosa de Andrés Iniesta (que jugó con la clarividencia y la precisión de Xavi: de brújula de orientación, de capitán del pase), él marcó el primer gol. Un gol de clase, de sabiduría futbolística, un taconazo de sutilidad que no resultó insólito para nadie. Villa ha sido grande, talentoso, inspirado, con fantasía y eficacia, con ingenio y decisión. El joven que empezó en el Zaragoza decía: «Estoy atento, soy rápido, peleo. No sueño despierto. ¿El regate? Aquel que me sirva para superar al defensa».
Cuando ayer Del Bosque le retiró del campo, antes del minuto 60, el Guaje rompió a llorar. Le dolió que no respetasen su última tarde, sus galones de artillero, su clase recobrada; le dolieron la eliminación de España, el infortunio, su propio adiós. Recordó, de golpe, sus días de gloria, los goles y los minutos de una vida de pasión por La Roja y por el juego. Villa nunca dejó de ser un niño asombrado por el balón.

LA ILUSIÓN DEL ASPIRANTE

El Atlético de Madrid elimina al Barcelona y estará en las semifinales de la Champions 40 años después. El gol de Koke hizo valer la superioridad atlética en un Calderón abarrotado, que sonó mejor que nunca.

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Comenzó el partido iluminado por un gran mosaico. El enésimo homenaje a Luis Aragonés precedió a un espectáculo inolvidable para los atléticos. El conjunto de Simeone salió fuerte en la presión, ahogó al Barça en el inicio de la jugada y se presentó en el área con peligro.

El Atlético arrasó en los primeros minutos: Raúl García inquietó con un disparo lejano que se fue por poco. Y apareció Adrián (ensalzado por su técnico en la rueda de prensa) para rematar con saña en la siguiente jugada. El travesaño escupió su lanzamiento y Villa centró a la media vuelta. Adrián cedió para Koke y el mediocentro batió a Pinto con sutileza. (1-0) Koke es un futbolista de mucho talento, trabajador en el repliegue y con llegada al área, que se ha consagrado en los partidos importantes, con goles y grandes actuaciones.

En el Barcelona tiritaban en defensa y llegaban tarde a todas las jugadas. La fortuna y la mala planificación de la plantilla han querido que vuelvan a jugar Bartra y Mascherano como centrales, al igual que en las horas más bajas de la temporada pasada. El joven central catalán fue de menos a más en el partido: acabó mejorando el nivel de una zaga inestable. Pese a ello deben foguearle más durante la temporada y no echarle a los leones en el momento decisivo, con pocos minutos de competición a sus espaldas. El central argentino, por su parte, no estuvo a la altura del partido. Jordi Alba fue de lo único salvable por parte de los culés.

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Los blaugranas se vieron superados también en el juego. No encontraban circulaciones fluidas y rifaban la posesión ante el despliegue físico de los rojiblancos. Alves perdía balones comprometidos, Xavi llegaba tarde, Busquets se despistaba e Iniesta no encontraba espacios. Neymar no profundizaba, Cesc empeoraba las jugadas y Messi no aparecía.

El Atlético fue un ciclón que desestabilizó al club catalán en un inicio fulminante. Los rojiblancos ganaban todas las disputas y eran agresivos en las áreas. Villa, siempre acertado ante el Barcelona, disparó al palo en dos ocasiones y perdonó la sentencia. Tras 25 minutos asfixiantes, el Barcelona se desperezó tímidamente. Fue capaz de superar la primera línea de presión, pero se perdió en posesiones estériles y horizontales. Messi buscó la portería pero la fortuna siempre le dio la espalda. Primero en un disparo lejano, después tras un centro de Alves y por último a pase de Neymar. (El centro del joven brasileño vino precedido de un caño espectacular). Messi, desde ese momento, no volvió a comparecer. Se camufló entre piernas rojiblancas, acechado por la sombra de Godín.

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El Atlético seguía dando más sensación de peligro en sus arranques. Y el partido, salvo al inicio del segundo tiempo, se mantuvo casi siempre más cerca del 2-0 que del 1-1. Llegó el encuentro al descanso precedido de dos acciones polémicas en las áreas. En la primera Mascherano braceó en exceso con un veloz Adrián. El asturiano cayó y Howard Webb no señaló penalti. A continuación, y al otro lado del campo, Fábregas tropezó con Godín. En ambas jugadas hubo contacto pero el árbitro fue fiel a su criterio y consideró que el contacto era insuficiente.

Al regreso del descanso el Barcelona pareció estabilizarse y el Atlético cedió los metros que ganaba en cada disputa. El conjunto catalán tuvo entonces sus mejores ocasiones. Courtois detuvo el eslalon de Neymar y Xavi no pudo finalizar en el rechace. Tampoco acertó de cabeza el de Tarrasa en uno de los pocos centros en los que Alves atinó a encontrar compañero. El Atlético esperaba agazapado y creaba oportunidades al espacio. El Barcelona no encontraba líneas de pase ante la defensa atlética: le falta velocidad en la circulación y ya no se asocia en pocos toques. Messi fue desterrado al flanco derecho por Martino y, aislado por Filipe Luis y Godín, no entró en juego. El técnico argentino argumentó que no les interesaba que Messi participara mucho en la circulación, saliendo en defensa de su estrella. Pues bien, si el Tata Martino cree en ello de verdad, se trata de un error alarmante: el Barcelona precisa de la participación de Leo.

El 10 no se ofrecía y tampoco le buscaban, Neymar no desbordó como en la primera parte y Cesc fue sustituido con razón: estuvo chapucero en el juego y blando en la disputa.

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El Tata Martino se equivocó en los cambios y en el planteamiento. Preparó el partido para hacer daño por los costados pero no eligió bien las piezas. Debió escoger a Pedro en la derecha y explotar el flanco de Neymar. Y debió acercar a Messi a las posiciones interiores, donde el argentino es definitivo. Las sustituciones tampoco mejoraron el panorama: salió Alexis, un jugador voluntarioso pero al que le faltan recursos ante defensas tan pobladas. Cesc merecía irse al banquillo pero su relevo debió ser Pedro en lugar del chileno. El tinerfeño salió más tarde en lugar de Andrés Iniesta. El Barcelona renunció a sus posibilidades con el cambio del manchego, cuando Martino prescindió de la gran clave blaugrana. El 8 sufrió ante la presión atlética, pero debe ser indispensable siempre. Especialmente porque desequilibra, oxigena el juego, genera oportunidades y, sobre todo, conecta a Messi a los partidos. Sin los grandes exponentes blaugranas, el Barcelona siguió decayendo y el Atlético mejoró en el arreón final.

El conjunto rojiblanco, lejos de dar un bajón físico, creció con el paso de los minutos. Tras ver como un remate de Neymar se acercaba a la portería del largo Courtois, el Atlético volvió a ganar metros. Buscó la sentencia espoleado por una grada vestida de etiqueta. Y la tuvo primero Diego Ribas y después el Cebolla Rodríguez. Dos jugadores de refresco que aportaron trabajo y profundidad.

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En el Atlético todos los jugadores mostraron la ambición de un equipo al alza. Trabajaron y se desfondaron, con Gabi y Tiago en la destrucción, Koke en la creación y los asturianos, Villa y Adrián, en la delantera. Y no se notaron las ausencias de Diego Costa o de Arda Turan.

El Barcelona no ha prestado atención a las señales de mal juego de toda la temporada y, pese a tener oportunidades para forzar la prórroga, se vio superado con claridad. Su defensa es cada vez más débil y le faltaron ideas en la posesión. Messi sigue sin marcarle al Atlético, no se encontró ante una defensa poblada y si no entra en la circulación, parece desconectar del juego. Y ausente Messi, que solo corrió 6´8 kilómetros, el Barcelona lució de luto[1] en su propio funeral.

Los rojiblancos fueron fieles a su estilo e hicieron vibrar a su público a través de la garra, el sacrificio, la intensidad y el juego. El Barcelona cayó como un gigante pesado, incapaz de mantener la tensión de los grandes partidos. Le faltó ambición y capacidad de reacción ante la maraña atlética. Lento y pesado en las transiciones, no amenazó en el sprint final y, en algunos momentos, jugó con apatía y desidia. Ahora debe concentrarse en la final de Copa del próximo miércoles y apurar sus opciones en liga. Y para ello sus figuras deben participar más y mostrar que siguen teniendo hambre de triunfos.

Al Atlético le sobró la ilusión del aspirante y sigue haciendo historia. Con el Cholo como líder espiritual, con una grada entregada y un equipo aguerrido, que mezcla trabajo y talento. El Atlético se ha hecho un hueco entre los grandes y puede seguir soñando. [2]

 

 

 

 

[1] El Barcelona lució su traje de color negro. La UEFA no le permitió al Barcelona llevar la senyera porque tiene rallas al igual que la vestimenta colchonera.

[2] En la otra eliminatoria el Bayern venció por 3-1 al Manchester United en el Allianz Arena. Se sobrepuso al golazo inicial de Evra con un tanto de Mandzukic. Posteriormente Müller y Robben completaron la victoria alemana. El holandés fue el mejor del encuentro y contribuyó al pase a la semifinal. En semifinales se enfrentarán cuatro grandes equipos: El vigente campeón, el Bayern Múnich, el que más veces ha reinado en Europa, el Real Madrid, el campeón de la edición de 2012, el Chelsea, y el gran aspirante, el Atlético de Madrid.

 

 

Por Jorge Rodríguez Gascón.