En el fin está el principio

Antón Castro / La química del gol

España tendrá que rehacer su bloque y su estrategia a partir del legado de Del Bosque y Luis Aragonés y de la apuesta por la renovación de los futbolistas

iniesta y silva

Los dos centrales de la selección española, Piqué y Sergio Ramos, tan distintos en el campo y fuera de él, han evaluado el fiasco de España de manera distinta. Piqué, que fue uno de los mejores futbolistas españoles con De Gea e Iniesta, dijo que el nivel del equipo es menos competitivo. Y Sergio Ramos, que no ha estado a la altura de su calidad, observó que es muy fácil criticar ante la televisión, con una bolsa de papas. Y quizá los dos tengan razón. Criticar, expresar la decepción, hallar defectos es relativamente fácil, y quizá no sea injusto hacerlo. Fútbol es fútbol.

España empezó bien y sin gol, mejoró ante Turquía y se desvaneció poco a poco aunque sin alcanzar la triste pesadilla de Brasil: se confió en exceso ante Croacia y no tuvo ni la intensidad ni la inteligencia ni el arrojo para pelear con Italia. Piqué tiene razón también y acaso lo más triste y decepcionante sea que España flaqueó pronto y se desangró en dudas y en perplejidad.

La actitud española fue el mejor campo de ensayos y el mejor estímulo de Italia, que no había sospechado aún que estaba tan bien e incluso que sus jugadores de ataque eran mejores de lo que decía la prensa. Todos habíamos ensalzado la línea de atrás, su resistencia, su dureza y su sentido táctico, Buffon, Barzagli, Bonucci y Chiellini, que suman más de 130 años, pero sus delanteros, Eder y Pellè, o sus centrocampistas Florenzi, De Rossi, De Sciglio y Giaccherini estuvieron a un gran nivel. Interiorizaron la consigna, asumieron la estrategia, tan elaborada en los días previos por Conte, e hicieron su trabajo de manera excepcional. Querían la ventaja psicológica del dominio inicial y decidieron avasallar a los nuestros, que ni respondían con carácter ni alcanzaban a leer los labios o los gestos de Del Bosque.

España no podía pensar ni recibir el balón: debía moverse en las aguas del estupor y el desconcierto. Y así fue. Los españoles perdieron el balón y se desdibujaron el bloque y los solistas. ¡Qué lejos quedaba la escuela de baile de antaño que fatigaba al más pintado! Los españoles llegaban unos segundos más tarde a todos los balones, diezmados de fortaleza, huérfanos de intención y profundidad. Superados. No había conexión entre las líneas, el esquema saltó por los aires y el balón era toda una quimera. España lo veía correr como un fantasma que huye y los italianos se crecían aún más y generaban muchas ocasiones.

Que España no defendía bien lo sabemos desde que se fue Puyol. Él sí tenía madera de líder. Como la tenía Xabi o el mismo Xavi, el cartabón de todos los pases. Pese a todo, esta España no era tan mala ni debió serlo. Había buen equipo, excelentes nombres, futbolistas contrastados en Europa y en las mejores ligas, pero también hay jugadores que no acaban de rendir, que en la selección pasan un poco inadvertidos o resultan intercambiables.

Ejemplos: Thiago Alcántara, que estaba llamado a ser el sustituto de Xavi, pero que parece estancado por sus lesiones y por su nueva forma de jugar, adocenada, de menor riesgo y sin fantasía. Ejemplos: Koke, que parecía que iba a ser el gran centrocampista del futuro y también se ha varado. Y parece que ya dicen sus últimas palabras jugadores como Casillas, Cesc y Silva. Silva, admirado por doquier y tan necesario, tiene algunos defectos que menguan su calidad: le cuesta una eternidad disparar, asumir un poco de liderazgo, es discontinuo y eso rebaja su genialidad.

La estela de Del Bosque 

Cesc es intermitente y blando: ahora solo parece un obstáculo –se desvanece en los choques de altura, trabados– para la llegada de los nuevos centrocampistas que están llamando a la puerta, Saúl Ñíguez, sobre todo. En esta Eurocopa quizá se debiera haber probado en partidos específicos con el doble pivote, con Bruno Soriano o Koke junto a Busquets, para dar equilibrio y consistencia en la contención y en la creación, y quizá debió disponer de más minutos Lucas Vázquez, más desequilibrante en este momento que Pedro. Atrás, el voluntarioso Juanfran pudo haber cedido, de cuando en cuando, el carril a la centella Bellerín.

Vicente del Bosque ha cumplido una etapa. Ha sido brillante y generoso. Ha dejado una estela de excepcionalidad, sabiduría y títulos. Lo ha hecho muy bien hasta Brasil y Francia. Da la sensación de que ahora ha perdido la autoridad, su luz o el amor propio tan necesario, ha cedido el carisma, y de que debe empezar un tiempo nuevo. Nada será igual, desde luego, pero también es el momento de plantearse nuevos retos y de avanzar sobre las adecuadas bases del pasado: sin drama, sin victimismo y sin renunciar del todo al espíritu y a la plasticidad del fútbol más hermoso.

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(*) Este artículo se publicó en Heraldo de Aragón el miércoles 29 de junio de 2016.

 

España no intimidó a Croacia

Antón Castro / La química del gol

españa vs croacia (líbero)

Los balcánicos dieron la vuelta al gol de Morata (1-2) y dejaron en evidencia la lentitud española. El equipo de Del Bosque, que repitió alineación, fue víctima del cansancio y del desorden.

Que Croacia no es Chequia ni Turquía ya se sabía. Todos teníamos claro que iba a ser un partido exigente que calibraría con mayor seriedad las posibilidades de España. El choque empezó con demasiado descontrol: ellos, que habían dejado a algunas figuras en la banqueta, salieron con empuje y dinamismo, dispuestos a subir y colgar el balón de inmediato. Y España asomó un tanto fría y lenta: en poco tiempo se encadenaron fallos, más o menos leves, de Piqué, de De Gea, de Sergio Ramos y de Busquets. A la Roja le costaba encontrar el ritmo y la posesión, y los croatas parecían no echar en falta a su líder Luke Modric, el cerebro.

Estaban tan seguros los balcánicos de su juego y de su energía que Iván Rakitic se desplazó a la derecha dispuesto a penetrar por la banda y listo para detener los avances de Iniesta y sus flechas, Alba y Nolito. De repente, David Silva, el mago Merlín, cogió un balón y encadenó varios amagos hasta que dejó un balón inesperado y sutil, un milimétrico pase interior a Cesc Fábregas: este tocó, envió el regalo a Morata y el ariete marcó con la izquierda.

La jugada fue todo un prodigio de precisión, de sutileza y de confianza. Silva demostró ahí porque es tan bueno y porque se le considera el ‘Messi’ de la selección. El canario se entusiasmó, se sintió a gusto e importante y creó varias ocasiones, incluso se permitió lanzar un balón envenenado desde lejos, él, a quien tanto le cuesta soltar la pierna.

España desarboló a su rival durante quince minutos: con el balón en la bota, no tenía adversario y los croatas parecían condenados a correr y correr. Rog, Srna y el joven Jedvaj se defendían como podían, pero España perdió precisión, adormeció el ritmo, suavizó su ambición y Croacia empezó a jugar mejor. Avanzaba por los costados y por el centro. Empezó a dominar y a meter el miedo en el cuerpo. Poco a poco, ante el paulatino despiste de los nuestros y la evidente  desaparición de Iniesta, fundido e intrascendente, de Silva, de Fábregas, se adueñaron del partido comenzaragon a exhibir un balompié de impacto rápido. Vertical.

España daba muestras de desconcentración y de despiste y, sobre todo, de lentitud. Esa tónica en realidad se mantuvo casi siempre. Anoche ni la suerte estuvo con los españoles: Sergio Ramos falló un penalti que no fue y Piqué tuvo que emplearse muy fondo. Corrigió el vacío de Juanfran y se mostró majestuoso, incluso estuvo a punto de detener el disparo letal de Ivan Perisic, que no paró de husmear el área española todo el tiempo. España era una perfecta desconocida: sus virtuosos se habían desconectado. Los cambios no fueron determinantes: Aritz Aduriz sustituyó a un pendenciero ayer Morata, Bruno Soriano aportó solidez al centro del campo y el cambio de Thiago Alcántara, para controlar el balón, no sirvió de nada.

Croacia se mostró como un gran conjunto. Vibrante y pundonoroso, con fe en sí mismo, que no se asusta de un resultado adverso y que sabe muy bien a lo que juega. No se amilanó ante el nombre del España. Asfixió su centro del campo y le puso dos o tres marchas más de velocidad al juego y mostró orientación y capacidad de despliegue y repliegue. El resultado adverso condena a los nuestros al mayor esfuerzo: deberá tumbar a Italia para seguir y, en ese caso, debería enfrentarse a Alemania o Francia. España careció de fluidez, de un poco de soberanía y orden en defensa, control en la media, y le faltó una buena transición de balón y velocidad. Se ha metido en un pequeño atolladero y volverá a enfrentarse a Italia, que tiene unas cuantas cuentas pendientes con Del Bosque y sus chicos.

Al técnico español, por una vez, y desde luego a posteriori, cabe reprocharle que no haya dado descanso a sus estrellas. A Iniesta, que hará mucha falta en el futuro. A Cesc. A Silva. Al propio Ramos. Los croatas sí lo hicieron. Y quizá haya que reprocharle que aún no ha entrado en acción otra arma necesaria en ataque: las carreras, los centros y la frescura de Lucas Vázquez.

El resultado de ayer dejó otro sinsabor: España perdió su poder intimidatorio y se reveló frágil.

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*Este artículo se publicó en Heraldo de Aragón, el miércoles 22 de junio de 2016.

La Roja jugó como antaño y deslumbró

Antón Castro / La química del gol

El combinado nacional recuperó las sensaciones, la efectividad y el brillo de sus mejores días ante Turquía

Hay jugadores que tienen talismán. O un espíritu aliado en algún lugar del universo y de la imaginación. Y el caso es Nolito, un futbolista que es puro tesón, insistencia, trabajo, convicción en su disparo; está tocado por el relámpago de la suerte y protegido por su abuelo Manuel. Y algo así sucede con Morata: encarna la calma, la generosidad y el sacrificio. Domina el desmarque y el control sobre sí mismo: parece desplegarse como un molino de aspas inabordables y solo se le puede detener con una falta táctica. Siempre está implicado y golea. Ayer lo hizo por partida doble y se permitió el lujo de correr más de 50 metros en la recuperación de un balón.

 Turquía, al principio, no quiso repetir la estrategia de Chequia y decidió estirarse, salir al venenoso contragolpe y engancharse a la ambición y la dirección de Arda Turan, desaparecido y desubicado este año en el Barcelona y odiado por la grada. Esta España otra: a veces tiene leves lagunas, parecen faltarle medios que sepan regresar, pero ha recuperado no solo el pentagrama que le llevó a la victoria con Luis Aragonés y Del Bosque, sino la confianza, la paciencia, la brillantez y el vértigo en la elaboración. Algunos de sus futbolistas han recuperado las certezas de antaño: saben que poseen recursos, ese fútbol trenzado y preciosista, de caligrafía y toque. España cuenta con dos auténticos puñales por las alas. A Nolito le dobla Jordi Alba; a Silva, Juanfran Torres. Y los dos se aplican, insisten, multiplican el peligro y el desconcierto de Turquía. Ayer, sus laterales, con o sin coberturas, estaban rebasados.

Los turcos habían salido a por todo. Con rudeza, con ganas de sorpresa pero España se encontró con dos tantos de sus dos grandes apuestas: Nolito sirvió al templado Morata y este puso a fin a su ansiedad goleadora, un poco a la manera de Piqué. Y luego fue el  propio Nolito que aprovechó un servicio de Cesc Fábregas y un fallo defensivo. En ese instante, el gaditano miró más allá del cielo y de la tierra. La noche en Niza era tan hermosa que resultaba casi inconcebible. En la mejor jugada del partido, iniciada de nuevo por la maestría de Andrés Iniesta, Morata amplió la ventaja. Este jugador posee olfato, todo un surtido de recursos, hambre de gloria y una madurez impropia de sus 23 años. Lo anunciamos aquí hace unos días: con un poco de suerte y este nivel de los chicos de Del Bosque, Morata podría ser uno de los héroes de la Eurocopa de París.

Si España jugó bien o más que bien ante la República Checa, ayer estuvo a un nivel impresionante en todas sus líneas. Sólida en defensa, con un Piqué de nuevo majestuoso y muy atento a todo, es uno de los líderes absolutos del equipo y está en un estado de forma impresionante. Con Busquets seguro y preciso, el mejor mediocentro de la tierra, que cataliza cualquier balón y lo atrae con magnetismo; Fábregas se alió muy bien con los dos magos, Silva, delicado y artista, e Iniesta, que volvió a impartir una lección de aplomo, pausa y visión. Con este futbolista se acaban los adjetivos incluso en sus días más normales. Es el intérprete ideal de cualquier choque, se disfraza de plasticidad y armonía.

Una de las aportaciones fundamentales ha sido la presión de los españoles. Han recuperado el balón muy arriba y ha seguido la pauta del mejor Barcelona. Otra novedad importante ha sido la incorporación de Bruno Soriano: el zurdo y capitán del Villarreal es un espléndido jugador de club, dirige, acompaña y es serio, comprometido, con experiencia, y será de mucha ayuda a Busi; por ahora, Koke aún no ha demostrado en la selección todo su potencial. Le seguimos esperando. España se ha clasificado ya por sus propios méritos. Si invitar al triunfalismo, se puede decir que es quien mejor ha jugado hasta el momento. Y casi llama la atención la felicidad de Íker Casillas: si había algún temor a que fuera el futbolista tóxico, en absoluto. Acepta su suplencia y se siente rabiosamente feliz. O liberado.

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* Este artículo se publicó en Heraldo de Aragón, el sábado 18 de junio de 2016.

El mago canario llega a los 100

Antón Castro / La química del gol

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Roberto Mancini, aquel buen jugador de la Sampdoria y luego entrenador de prestigio en Italia, Inglaterra y Turquía, dijo, tras ver jugar a David Josué Jiménez Silva: “¡Qué jugador!”. Y sir Alex Ferguson, un clásico del Manchester United y de la Premier League, hizo lo imposible para ficharlo. Quien se lo llevó, en realidad, fue Mancini. Y acertó: el segundo virtuoso de Arguineguín –el otro es Juan Carlos Valerón, flaco de filigrana- pronto demostró en el City que iba a ser imprescindible: quizá sea el jugador del mundo que más se parece a Messi, juega y hace jugar, es fantaseador y obstinado, dinámico y artista, y los equipos mejoran con él. Adquieren otro sentido, profundidad y los hábitos de la sorpresa con hechizo. Una prueba indiscutible: se lesionó ante el Real Madrid en la Champions y el City pareció un conjunto intrascendente. De ahí que uno de sus sobrenombres sea el de ‘Merlín’, y ese mago artúrico no es cualquier cosa. Silva, tampoco: es un centrocampista o ‘trequartista’ vibrante, arriesgado, partidario del más difícil todavía, funámbulo del despliegue y con llegada.

Un futbolista así no nace de la nada y David Silva tampoco. Empezó en Canarias, probó a los diez años en el Real Madrid, que lo descartó por bajito, y a los 14 ingresó en el Valencia. Antes de afirmarse en el equipo che, jugó en el Eibar –allí es recordado como un gladiador y el embrión de un superclase, que arrojó un balón fuera porque un adversario cayó al suelo cuando estaba a punto de marcar y el equipo se jugaba el ascenso a Primera División- y luego deslumbró en el Celta de Vigo, con el que debutó en Primera. Si uno repasa su hoja de servicios ya se ve que iba para fenómeno. En 2006, con 20 años, Luis Aragonés le dio la oportunidad ante Rumanía. Le dijo: “Juegue como sabe. Diviértase”. Y desde entonces, David Silva ha sido una pieza fundamental en la selección: combinó muy bien con Senna, con Xabi, con Iniesta, mezcló a la perfección con Xavi, Busquets y con Torres y Villa, y logró su primer gran título, la Eurocopa-2008, donde Torres tumbó a Alemania. En el Mundial de Sudáfrica-2010 no fue decisivo, participó en dos partidos y solo el triunfo y el gol del alma de Iniesta le alivió del dolor y de una inseguridad que desconocía. Ese torneo fue especialmente duro para él. Se sintió ninguneado y dudó de sí mismo y de Del Bosque.

En la Eurocopa de Polonia y Ucrania-2014 volvió a ser importante, aunque casi siempre era el primer cambio de Del Bosque. En la Premier era uno de los grandes, el más sutil y el director de la orquesta en el ataque, y quizá el futbolista diferente, de triangulación y osadía, brillante y preciso, elogiado por todos en el City. Allí, es el cómplice ideal del Kun Agüero y el creador más determinante de la estrategia coral celeste.

Hoy cumplirá 100 partidos con La Roja. Lleva 24 goles. Y lo tiene todo, aunque a veces parece disolverse en las sombras, como si desapareciese o respirase vulnerabilidad de súbito. Su abuela, la Tijanera, le dice: “Tienes que buscar más el gol, tirar más a puerta, que llegas hasta allí y luego no tiras, mi niño…”

Eso sí, cuando se siente importante, o está inspirado, es un futbolista imprescindible. El par de Iniesta. El surtidor de pases imposibles. El niño de mirada traviesa que te la da con pan, con queso y con una sonrisa de prestidigitador. David Silva juega y juega, sueña y se disuelve, aparece sin ser visto, teje y desteje tramas y espacios, y siempre está ahí dispuesto a crear incertidumbre. Ojalá sea este su mejor torneo. La Eurocopa lo necesita y España aún más.

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* Este artículo se publicó en Heraldo de Aragón, el lunes 13 de junio de 2016.

 

LA RECONSTRUCCIÓN DEL VALENCIA

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El Valencia Club de Fútbol ha recuperado la sonrisa bajo la gestión de Peter Lim y la dirección técnica de Nuno, que ha firmado la renovación tras situar a su equipo en la tercera plaza de la clasificación. La afición valencianista disfruta ahora de un equipo que está cerca del Barcelona y el Madrid y afronta el futuro con ilusión, consciente de que en este primer año se han sentado las bases de su ambicioso proyecto.

Renovación institucional

La gestión de la deuda de Amadeo Salvo ha permitido que el Valencia ocupe un lugar de referencia en el fútbol español y ha conseguido revertir la inercia de un equipo que llegó a temer por su futuro en las grandes competiciones. No hace tanto la afición se manifestaba en las inmediaciones de Mestalla, cuando la sombra de las deudas se apoderaba del club. Los males económicos empezaron a manifestarse en 2009, cuando Juan Bautista Soler dejó al Valencia en una situación complicada. Soler no supo disfrutar la herencia de un equipo campeón (que consiguió el doblete en 2001 con Rafa Benítez en el banquillo) y llevó a cabo una política de traspasos irreal, que hipotecó el futuro del club. Se paralizó la construcción del Nuevo Mestalla a consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria, el mismo factor que pudo con la gestión de Soler al frente del Valencia. Los bancos que debían asumir el débito del Valencia ya no admitían más terrenos como aval, porque el suelo se había devaluado.

Manuel Llorente asumió la presidencia en el verano de 2009 y trató de paliar la deuda (de 540 millones) con la venta de algunas de sus estrellas: se fueron David Villa, Juan Mata, David Silva, Raúl Albiol, Jordi Alba o Roberto Soldado. La salida de los futbolistas de referencia creó un clima de desapego entre la afición y el club. Quizá por ello, aunque el equipo se renovó, los entrenadores no se pudieron asentar en el banquillo. Ni Unai Emery, ni Ronald Koeman, ni Ernesto Valverde ni Juan Sebastián Pizzi llevaron la estabilidad a un club importante, acostumbrado a estar situado en un lugar privilegiado en el fútbol español. La situación del equipo se agravó la pasada temporada, cuando el Valencia se quedó sin disputar ningún título y la afición mostró su indignación en varias manifestaciones.

La fundación Valencia Fútbol Club poseía el 72% de las acciones y se hizo cargo de la deuda. Nombró un consejo de administración, basado en el proyecto GloVal, dirigido por expertos en marketing y gestión de empresas. El principal representante del proyecto era Amadeo Salvo, que desbancó a Manuel Llorente de la presidencia del club. Bancaja (y luego su sucesor, Bankia) había asumido el préstamo del Valencia y de la fundación, con el aval del gobierno de la Comunidad Valenciana. Pero finalmente el aval fue suspendido en un juzgado y Bancaja rechazó el plan de refinanciación que proponía la Fundación VFC. Amadeo Salvo propuso entonces la venta del club a Peter Lim, dueño del grupo Meriton Holding Ltd, con el que ya había establecido los primeros contactos. La venta del club se alargó más de lo esperado durante el verano de 2014, entre otras cosas porque Bankia estableció unas duras condiciones de negociación. Amadeo Salvo propuso un consejo de administración en el que se debatieron las propuestas de siete compradores que habían hecho su oferta por el Valencia. La votación se resolvió a favor del magnate Peter Lim y Amadeo Salvo abandonó las oficinas de Mestalla entre los aplausos de la afición valencianista. En el centro de Valencia se congregó un numeroso grupo de aficionados, que agradeció a Salvo su labor en la venta del club. El 24 de octubre de 2014 las cuatro partes de la comisión gestora de la venta (Valencia Club de Fútbol, Fundación VFC, Bankia y la Generalitat Valenciana) y el grupo inversor Meriton Holding Ltd sellaron el acuerdo que le otorgaba a Peter Lim la mayoría accionarial del club (un 70’4 %), a cambio de 94 millones de euros y la liquidación de la deuda con Bankia.

Renovación deportiva

El club ya había emprendido una profunda renovación de la plantilla durante el verano, antes de que se sellase la venta total en octubre. Peter Lim firmó el primer acuerdo con Bankia el 14 de agosto y puso a Nuno Espiritu Santo al frente del banquillo de Mestalla. Nuno construyó un equipo poderoso, con muchas variantes, que ha sido capaz de asustar a todos los grandes en el último año.[1] La sintonía entre Peter Lim y Jorge Mendes nutrió las aspiraciones del Valencia. Los negocios que mantienen en común el magnate nacido en Singapur (Lim) y el multimillonario representante de futbolistas portugués (Mendes) facilitó la llegada de algunas piezas claves del equipo de Nuno: Álvaro Negredo André Gómes, Rodrigo Moreno, Nicolás Otamendi[2] o Enzo Pérez. También la inversión de Peter Lim permitió afrontar la temporada con una plantilla amplia, y el Valencia fichó jugadores complementarios, con futuro en Primera División: Rodrigo de Paul llegó procedente de Racing de Avellaneda, Yoel abandonó Vigo para defender la portería del Valencia y Zucullini llegó cedido del Manchester City. La sociedad que forman Peter Lim, Mendes y Nuno avaló también los derechos de Cancelo, fichado del Benfica, y Felipe Augusto, que sigue cedido en el club que entrenó la pasada temporada Nuno, el Río Ave portugués.

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Nuno ha formado un bloque sólido, que mezcla el poderío físico con una gran inteligencia táctica. La gran virtud del técnico portugués reside en su capacidad para convencer a una plantilla joven, para explotar su rendimiento y competir frente a equipos más acostumbrados a los títulos. El Valencia actual se construye con un principio fundamental: es un equipo compacto y sobrio, al que es difícil hacer daño y que posee muchas armas para atacar al rival. Otamendi y Mustafi son dos centrales rocosos que representan la estabilidad de la zaga ché y que han marcado, además, goles importantes en jugadas a balón parado. Orban y Barragán alternan los laterales, especialmente cuando Gaya juega de interior, con libertad para profundizar por el carril. El equipo de Nuno aprovecha el juego por los costados; en el que llega a línea de fondo Gayá -una nueva muestra de que Valencia es una fuente inagotable de laterales izquierdos- y se desatan dos extremos veloces como Piatti y Feghouli. El Valencia disfruta también del despliegue de sus mediocampistas; del mando y la llegada de Parejo, del equilibrio de Javi Fuego, el recorrido de Enzo Pérez y la zancada de André Gómes. Y el equipo ché alterna en la delantera el juego de espaldas y el remate de Negredo con la picardía y el oportunismo de Paco Alcácer. También aparecen en las alineaciones Rodrigo Moreno, un zurdo que puede jugar a pie cambiado o como falso nueve; De Paul, el clásico volante argentino; o Filipe, un joven mediocentro brasileño. Nuno destaca la importancia de tener una plantilla competitiva para afrontar las temporadas largas. Y parece que su fondo de armario ha sido clave en el buen momento de los valencianistas, que llevan una trayectoria ascendente en liga. El Valencia ha aprovechado el leve bajón del Atlético y se ha instalado en la tercera posición, a cinco puntos del segundo puesto, que ocupa el Real Madrid.

La imagen de Mestalla refleja el buen momento que vive el Valencia. Es un equipo poderoso en su propio estadio y disfruta de la paz institucional que ha proporcionado la cuenta bancaria de Peter Lim y el acierto de Amadeo Salvo. A la espera de noticias sobre la reanudación de la construcción del nuevo campo, la dirección del club decidió cambiar el aspecto de la fachada de Mestalla. El club ha renovado también los exteriores del campo y un murciélago gigante preside una de las entradas al estadio.

Nuno insiste en que este año el objetivo es entrar en Champions y que la temporada que viene el equipo debe aspirar a cotas más altas. De momento, esta campaña se medirá con el Atlético en una bonita batalla por el tercer puesto, a la espera de que Barça y Madrid fallen en los diez partidos que restan. El Valencia tiene a su favor el poder de convicción de Nuno, la unidad del vestuario y la comunión con la grada. La dirección del club es consciente de la ilusión que despierta el equipo en la afición y ha adoptado esta frase como lema del nuevo Valencia: “Junts tornem”[3].

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[1] El Valencia venció al Atlético en Mestalla (3-2), ganó frente al Madrid (2-1) y estuvo a punto de batir al Barcelona en su estadio, pero un gol en el descuento de Busquets le dio al equipo catalán la victoria.

[2] Otamendi fue fichado la temporada pasada, pero un error en la dirección deportiva le impidió jugar, al haber agotado ya el cupo de jugadores extracomunitarios. El Valencia disfruta ahora de uno de los mejores defensores del campeonato, un futbolista veloz en la anticipación y contundente en el despeje.

[3] “Juntos volvemos”.

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Jorge Rodríguez Gascón

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Foto 1: estadiodeportivo.com  Foto 2: mundodeportivo.com

MESSI GUÍA AL BARCELONA

El Barcelona venció al Manchester City en el Camp Nou (1-0) en una noche luminosa de Messi, que solo encontró respuesta en las paradas de Joe Hart, el gran representante del City en el Camp Nou. El Barcelona generó una docena de ocasiones claras en la portería rival y solo su inocencia ante Hart evitó una goleada. El Manchester City dispuso de un penalti a falta de un cuarto de hora, pero Ter Stegen se estiró hasta detener el lanzamiento de Agüero. Rakitic había marcado el gol de los blaugranas en la primera parte, en una transición rápida que dirigió Messi. El croata culminó la acción con una vaselina y firmó el pase del Barcelona a los cuartos de final.

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El Barcelona irrumpió en el partido con seriedad, pero sin demasiados alardes. Sin excesiva fluidez en la circulación, el equipo de Luis Enrique se encomendó a Messi en la creación de las jugadas. El argentino acampó entre líneas, generó superioridades a la espalda de Fernandinho y acabó integrando a sus compañeros. Vestido de 10, levantó a la grada con un recital de gestos técnicos, recursos que utiliza siempre para mejorar la jugada. Acciones que suelen desembocar en las ocasiones blaugranas, en las que siempre les faltó pólvora a sus compañeros. Falló Neymar al inicio, en el primer servicio de Messi, e inició su carrusel de errores en el partido. Tampoco acertó Luis Suárez, que se topó con Hart, el palo y la red lateral. Ni siquiera Messi encontró el gol que pusiese el broche a una primera parte brillante. Y dispuso de hasta cuatro oportunidades claras a lo largo del partido, en las que Joe Hart siempre le ganó el pulso. El Barcelona supo jugar con el marcador a favor y no deslumbró en la posesión. Volvió a esperar a los atajos que proponen sus delanteros, el camino más corto hacia el gol en el Barcelona actual. Y eso que estuvo entonado Iniesta, especialmente en el primer acto, con alguna de esas conducciones mágicas que le han convertido en un futbolista irrepetible. Y eso que el gol lo marcó esta vez un centrocampista, Rakitic, en una jugada que muestra algunos de los registros de este Barcelona. La defensa culé consiguió despejar un barullo en su propia área y Rakitic arriesgó en la salida. Jordi Alba acudió en su ayuda y lanzó la carrera en busca de Messi. El 10 recibió en su propio campo y condujo hasta que encontró a Rakitic liberado, que había acompañado toda la jugada. El pase de Messi desde la derecha, que ya se ha convertido en un recurso habitual, habilitó a Rakitic en la izquierda. Y el croata batió a Hart por alto, en un tanto que daba más de media eliminatoria. Tras el gol, el Barcelona dispuso de muchas ocasiones, pero lejos de perforar las redes, encumbró a Hart en el Camp Nou. El Manchester City solo se sacudía la ofensiva del Barcelona con los arrebatos de Agüero, con algún latigazo de Touré y las conducciones de Silva. Pero no llegaron a intimidar a un Barcelona que jugaba a muchos metros de su portería. Aún así el conjunto de Luis Enrique malogró demasiadas oportunidades en un partido de máximo nivel, un error que le puede pesar en próximos encuentros, sin ir más lejos en el Clásico. Especialmente aciaga fue la noche de Neymar, que disfrutó de hasta cinco envíos de Messi en boca de gol, en los que le faltó instinto asesino.

En la segunda parte el Barcelona supo dormir el partido y reservó fuerzas para el duelo frente al Madrid. Circuló el balón con pausa hasta los pies de Messi y el argentino volvió a imponer su propio ritmo al partido. A veces camina y se asocia en corto, en ocasiones trota y afina su diagonal al costado izquierdo, que normalmente aprovecha Jordi Alba. Y, cuando lo cree conveniente, se desata en una zigzag vertiginoso. Messi no pudo culminar su actuación con el gol, porque se estrelló con Joe Hart, que sacó de quicio a todo el tridente. El portero inglés fue el héroe de un equipo que está en horas bajas. Sus recursos financieros no le han otorgado prestigio internacional, y los duelos ante los grandes de Europa han sido un baño de realidad para el Manchester City. El fracaso de los citizen refleja el mal año del fútbol inglés, que se ha quedado sin representantes entre los ocho mejores equipos de Europa. El City no se desmelenó en busca de la remontada y decidió protegerse del talento de Messi. Pellegrini no apostó por acompañar a Agüero con algún delantero y el juego de sus volantes se acabó apagando en el Camp Nou. Y solo la fortuna y el acierto de su portero le salvaron de una goleada humillante. Tampoco aprovechó el conjunto de Pellegrini la gran oportunidad que tuvo en el minuto 77, un penalti que cometió Piqué sobre Agüero. El disparo del Kun lo detuvo Ter Stegen, que se ganó la ovación del Camp Nou con su intervención. El alemán mostró su osadía al intentar regatear al argentino en el córner y lo compensó también ante Agüero, esta vez bajo los palos.

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Al Barcelona le cuesta controlar los partidos y mostrar cierta continuidad en su juego, en parte porque confía demasiado en el acierto de sus delanteros. Aún así fabricó muchas ocasiones y cerró el partido en la portería del City, en la que se hizo grande la figura de Joe Hart. El portero inglés acabó sonriendo tras desbaratar un disparo a bocajarro de Messi, que se lanzó panza arriba al césped. La suerte del gol le fue esquiva al argentino, pero no fue un borrón para su partido número 100 en competiciones internacionales. Messi vive un momento de inspiración que contagia a sus compañeros. El argentino ha elevado sus prestaciones en el juego colectivo. Baja a recibir, distribuye el balón y descifra los partidos con sutileza y aparente facilidad. Guardiola estaba presente en la fiesta del 10 y aplaudió los caños del argentino. Al acabar el encuentro resumió su vuelta al Camp Nou: “es un lujo ver jugar a Messi”. Mascherano, el fiel escudero de La Pulga, también ensalzó la figura de su compañero: “Jugar con Messi es jugar con lo nunca visto, una leyenda. No lo vi en mis 30 años, nunca”. Y posteriormente profundizó: “El fútbol nos controla a todos, pero Messi controla el fútbol”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: EFE. Foto 2: futbolsapiens.com

NOCHE DE CHAMPIONS EN EL CAMP NOU

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El Barcelona recibe al Manchester City en la vuelta de los octavos de final. A su favor juegan el resultado de la ida (1-2), el buen momento de los blaugranas y la grada del Camp Nou, que ha recuperado la ilusión en el momento crucial de la temporada. El Barcelona inicia su semana clave con un partido trampa. Pese a la proximidad del Clásico, el Barcelona debe mantener la concentración frente al club inglés, que llega herido en su orgullo y mantiene alguna opción en la eliminatoria. Luis Enrique insiste en que su plantilla no va a descuidar su partido ante el Manchester City, un rival que es capaz de fabricar un gol en un acelerón de Agüero o una sutileza de Silva.

El Barcelona no olvida la eliminatoria de la pasada campaña ante el conjunto de Pellegrini. El Barça dominó la posesión y supo hacer daño al rival. Pero el City resistió en los peores momentos y en la segunda parte llegó a enmudecer al Camp Nou. Hasta que llegó la sentencia de Messi (mediada la segunda parte), Valdés había tenido que intervenir de urgencia en dos disparos de Nasri y Kolarov. Kompany hizo el gol del honor y Dani Alves firmó el segundo tanto del Barcelona. En su celebración reprochó a la grada del Camp Nou sus murmullos durante todo el encuentro, una prueba más de que no fue un partido cómodo para los blaugranas. Y el recuerdo de aquel partido alimenta la prudencia del Barcelona, por mucho que el City tenga ahora peor aspecto.

El Manchester City viene de perder parte de sus opciones en la Premier tras la derrota ante el Burnley y se juega la temporada a una carta en el Camp Nou. Mansur bin Zayed al Nahyan es el líder del grupo inversor Abu Dhabi United Group for Development and Investment que se hizo con la propiedad del Manchester City en 2008. Khaldoon Al Mubarak es la parte visible de una sociedad afincada en los Emiratos Árabes y preside el club desde Manchester. Los jeques construyeron un equipo poderoso con el objetivo de consagrarse en Europa. Su músculo financiero ya le ha otorgado dos ligas, una League Cup, una Community Shield, una FA Cup y el trono en la ciudad de Manchester, que tradicionalmente estaba en poder del United. Pero no ha sido capaz de alcanzar triunfos en Europa, frente a presupuestos tan ambiciosos como el suyo. El Manchester City siempre ha caído lejos de las rondas decisivas de la Champions. Fue eliminado en fase de grupos cuando coincidió con el Real Madrid y el Bayern Múnich y perdió frente al Barcelona la temporada pasada. Esta temporada fue segundo en el «grupo de la muerte» y volvió a emparejarse con el Barça en la fase de eliminatorias, en un momento en el que el equipo parece haberse estancado.

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En una de las temporadas más pobres de los últimos tiempos, las dudas se ciernen sobre la figura de Pellegrini, que ha encontrado en el Barcelona y en la Champions sus mayores obstáculos. El técnico no vive sus mejores días en el banquillo del Etihad Stadium, y la eliminatoria frente al Barça puede ser decisiva para valorar el crédito que le queda a su proyecto. Al entrenador chileno le persigue la fama de que a sus equipos les falta carácter en Europa. Una fama que surgió con el penalti fallado por Riquelme en las semifinales de Champions ante el Arsenal, que volvió a aparecer en su etapa como entrenador del Real Madrid o Málaga y que ha aumentado en el banquillo del City. Y allá donde fuera a Pellegrini siempre le acechó la sombra del Barcelona, que le ha derrotado en 16 de sus 24 enfrentamientos. Fue cesado del banquillo del Real Madrid al no poder desbancar al Barça de Guardiola, sufrió en sus visitas al Camp Nou cuando dirigía al Málaga y el año pasado perdió la eliminatoria de octavos ante el Barça del Tata Martino.

Con la liga muy a favor del Chelsea de Mourinho y sin muchas posibilidades en el resto de los títulos, el Manchester City apura sus opciones de la temporada en un gran escenario. El Barcelona parece haber recobrado la armonía y disfruta con la sonrisa de Messi, que vive uno de esos momentos de inspiración que se reservan a los genios. Posee plena libertad para inventar y lidera el juego del Barcelona en todos sus registros. El año pasado decidió el encuentro cuando había síntomas de preocupación en la afición blaugrana. En la ida del Etihad, esta temporada, Messi dirigió al Barça en un gran partido, pero falló en la sentencia desde los once metros. Pellegrini agradece la oportunidad que le concedió el error del argentino y planea el asalto del Camp Nou. El regreso de Touré, el poderío de Kompany, el talento de Silva y el gatillo de Agüero son las armas con las que cuenta el técnico chileno.

Una vez más, la Champions, Messi y el Camp Nou medirán la suerte de Pellegrini y del Manchester City.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] El Manchester City pretende imitar la organización de la cantera blaugrana en su club. Ha invertido en la formación de futbolistas y ha contratado a miembros de la antigua junta directiva del Barcelona: Ferrán Soriano y Txiki Berigistan.

LOS MAGOS DE ARGUINEGUÍN: DAVID SILVA

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David Silva (Arguineguín, Gran Canaria, 1986) es el segundo talento del pueblo, un fino enganche zurdo. Tiene rasgos orientales que proceden de los antepasados asiáticos de su madre. Su padre, canario, es responsable de la seguridad de Mestalla. Silva mostró pronto su obsesión por el balón y a los 8 años se desplazó al pueblo vecino, Maspalomas, para jugar en el benjamín del Ud San Fernando. Volvió a su Arguineguín natal y coincidió con Aythami, el tercer futbolista profesional del pueblo. El joven Silva forjó su talento en una vivienda con vistas al puerto. Era un chico tímido e introvertido que solo pensaba en el fútbol. A los 14 años llegó el Valencia para ficharlo y el canario se desplazó a la ciudad del Turia. Sufrió la ausencia de su familia pero se formó en las categorías inferiores durante tres años. Y conquistó el campeonato de España de categoría cadete. Realizó una prueba con el Real Madrid y lo descartaron por su tamaño.

A los 18 años fue cedido al Eibar y debutó en Segunda. Su equipo quedó 4º y estuvo cerca de lograr el ascenso. El joven Silva mostró (en una liga complicada) su zurda exquisita y su capacidad para ser un jugador combativo. Un jugador generoso en el esfuerzo colectivo. Su año en el Eibar le valió una nueva cesión y su debut en Primera. Y ganó un Europeo sub 19 en Suiza (2004).

Aterrizó en Balaídos y volvió a exhibir su calidad. Debutó con el Celta de Vigo frente al Málaga y jugó 34 partidos en su primer año. Marcó 4 goles y el Valencia le recuperó en 2006. El canario llegaba para coger el testigo de Aimar, que se había marchado al Zaragoza. Quique Sánchez Flores le dio galones y en Valencia encontraron a un futbolista de gran proyección. Con una conducción plástica y una visión privilegiada. Consiguió 10 goles y 5 asistencias entre todas las competiciones, en su primera temporada. Silva se asoció con Villa y sirvió a Morientes en un equipo que cumplió los objetivos. La apuesta por el de Arguineguín salió bien y rindió 4 años a gran nivel en Mestalla.

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En 2007 el equipo vivió un año complicado. Llegó a estar en la zona de riesgo de la clasificación, con problemas internos tras la llegada de Koeman. Pero recuperaron el rumbo y cerraron a lo grande una temporada extraña venciendo la Copa del Rey. El canario fue fundamental en la reacción de su equipo y en la final ante el Getafe. A su sociedad con Villa, se unió Mata. Un futbolista del mismo corte: zurdo, creativo y de técnica depurada. En las dos siguientes temporadas superó una operación de tobillo y mejoró sus números con el Valencia.

Con la selección española fue convocado por primera vez en noviembre de 2006. Luis Aragonés le puso a jugar y la roja conquistó la Eurocopa en 2008 completando un torneo soberbio. Silva firmó una actuación memorable en la semifinal ante Rusia. Se asoció con futbolistas de su estilo como Xavi e Iniesta y surtió de balones a los delanteros Villa y Torres.                                                                                                 En Austria se formó un equipo que dominó en las siguientes citas internacionales, con el control de la posesión como bandera. Llegó el Mundial de Sudáfrica después del mejor año de Silva en el club valencianista. España se tambaleó al principio y cayó en el primer partido ante Suiza. Silva fue el gran sacrificado de la derrota y solo jugó 66 minutos en todo el torneo. Se convirtió en mártir de manera inmerecida y Del Bosque fue criticado por ello. El canario no se quejó y disfrutó la victoria aunque no fue decisivo. España ganó el Mundial pero no jugó al nivel de la Eurocopa de Austria y venció sus partidos por un solo gol de diferencia. Aún así el equipo se repuso de la derrota inicial y alcanzó un título histórico, con Iniesta como referente.

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En la Eurocopa de 2012 el de Arguineguín volvió a ser una pieza clave. Fue titular en casi todos los partidos y fue de menos a más en la competición. Culminó su actuación con una gran final ante Italia, en la que España venció por 4-0 y Silva marcó un gol. Del Bosque rectificó y le dio importancia al canario.

Después del Mundial el Manchester City lo fichó en 2010 por 33 millones. El Valencia sufría problemas económicos y Silva abandonó la liga española. Ni el Barcelona ni el Real Madrid apostaron con firmeza por él en un error del que aún se arrepienten. Llegó a un equipo poderoso, con un proyecto ambicioso y futbolistas de renombre. Su entrenador en sus primeras temporadas, Mancini, tardó en darse cuenta de que Silva ponía en marcha el engranaje del equipo. El canario acabó siendo fundamental: asistió a los delanteros, conectó entre líneas, se asoció con Touré y llegó al área. El Manchester City ganó la FA Cup y su equipo fue tercero en liga. Al año siguiente Silva realizó una temporada fantástica. Sus números se dispararon a los 7 goles y 16 asistencias y su juego impresionó en el Etihad Stadium. El Manchester City se proclamó campeón de la Premier League 44 años después en una bonita pugna con el United. Silva fue el futbolista más valorado por la afición y jugó partidos memorables, especialmente ante los red devils. En un equipo en el que el canario creaba, Touré se desplegaba y Agüero ejecutaba. En los dos años siguientes Silva volvió a superar alguna lesión. La temporada pasada estuvo parado varios meses pero cuando regresó siguió siendo protagonista en el City. A sus títulos anteriores sumó una Community Shield y recientemente una Copa de la Liga.

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Silva se ha visto beneficiado por la llegada de Pellegrini este verano y ha incrementado su peso en el equipo. Está realizando una gran temporada y la semana pasada en el Calderón con España fue uno de los destacados. El canario tiene una asignatura pendiente con el Mundial y espera poder redimirse en Brasil.

Silva es un futbolista diferente, de esos que solo se encuentran en Arguineguín. De esos que jugando emocionan. Un genio con un extraño magnetismo con el balón. Silva utiliza la sutileza para hacer lo más sencillo y lo más inteligente. Es un jugador fino, muy estético jugando, que siempre toma las decisiones correctas. Capaz de descargar y encontrar el pase definitivo. Un tímido mediapunta que parece flotar por el campo. En la Premier ha alcanzado el reconocimiento de compañeros y rivales. Pellegrini sabe que su presencia dota de sentido al juego y multiplica las opciones ofensivas del equipo.

Silva ha sido en ocasiones criticado por ser un jugador blando, al que le falta pegada a la hora de finalizar las jugadas. Incluso su abuela se lo dice en ocasiones: «tienes que buscar más el gol, tirar más a puerta, que llegas hasta allí y luego no tiras, mi niño…»[1]. Silva, al igual que Valerón, disfruta dando asistencias casi tanto como cuando marca goles.

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El Manchester City se mide esta noche al Barcelona en un duelo de púgiles heridos. El Barcelona es un equipo deprimido y el Manchester llega dolido tras la eliminación en la FA Cup ante el West Ham. El Barcelona parte con ventaja tras el 2-0 de la ida pero se enfrenta a un equipo peligroso que cree en la remontada. Y que cuenta con un arquitecto del fútbol: el segundo mago de Arguineguín.

Estadísticas de Silva.

Valencia.

2006/2007: 10 goles, 5 asistencias.

2007/2008: 5 goles, 10 asistencias.

2008/2009: 5 goles, 8 asistencias.

2009/2010: 10 goles, 10 asistencias.

Manchester City.

2010/2011: 5 goles, 9 asistencias.

2011/2012: 7 goles, 16 asistencias.

2012/2013: 4 goles, 7 asistencias.

En lo que va de temporada (2013/2014): 5 goles, 8 asistencias.

[1] . Su abuela de Arguíneguin, apodada la tijanera, es una de sus mayores fans. Ve con su marido los partidos una vez acabados, conociendo el resultado, para no sufrir achaques.

Por Jorge Rodríguez Gascón.

LOS MAGOS DE ARGUINEGUÍN

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Arguineguín es una localidad situada en la costa canaria que pertenece al municipio de Modán. Un pueblo de tradición pesquera fundado en 1492 con motivo del viaje de Colón a las Américas. Un lugar turístico en el que se han asentado muchos alemanes y escandinavos con el sol y la playa como ofertas para su jubilación. El último censo estimó que en Arguineguín hay 2210 habitantes, sin contar a los turistas. Pero esta pueblo situado al suroeste de Gran Canaria encierra un secreto que le hace ser especial: ha sido cuna de dos magos del balón. Juan Carlos Valerón y David Silva. [1]


[1] También es vecino de esta localidad el central con pasado deportivista Aythami. Un jugador sobrio y cumplidor pero que no posee el talento de Valerón o de Silva.