Juanfran, el valor esencial de los modestos

Antón Castro / La química del gol

El lateral, que antes había sido extremo, es un ejemplo de adaptación y de integración en el bloque de Del Bosque

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En un buen equipo no solo son importantes las figuras. Un conjunto sólido empieza por sus hombres modestos. Jorge Valdano, que tanto bien le ha hecho al fútbol con su visión teórica y sus nomenclaturas, se aplicó a sí mismo un término más que interesante: ante la grandeza de Maradona o la de Burruchaga, bastante menor que la del Pelusa, él se sentía “un jugador complementario”. Un bloque empieza a armarse en los futbolistas inadvertidos, casi sin fama, que hacen bien su trabajo y que se vuelven tan necesarios como las piezas invisibles de un mecanismo de relojería.

En España, el jugador humilde por excelencia, más que Jordi Alba, Nolito o Pedro, es sin duda Juanfran Torres. Un futbolista alicantino que se inició en el Real Madrid, que jugó en el Español y Osasuna y que se ha hecho imprescindible en el Atlético de Simeone. Él, con el capitán Gabi, encarna el entusiasmo, la pasión por el juego, el coraje y el afán de vencer. Pertenece a ese grupo de extremos que acabaron retrasando su posición: como Rifé, como Lasa (aquel lateral del Real Zaragoza, del Granada y del Bilbao) o Salgado, pongamos por caso. Hay un instante en que el equipo tiene un apuro y realiza una prueba inesperada: fue Gregorio Manzano quien le retrasó de posición y fue Simeone quien le dijo que ahí iba a ser determinante. Dicho y hecho.

Juanfran Torres veía jugar a Dani Alves o a Lahm, quizá hubiera visto antes a Cafú, y se dio cuenta de lo importante que es su demarcación en el equipo y de las posibilidades que tiene un lateral o carrilero. Llega al fondo muchas veces, ayuda en el ataque, se desdobla y, además, debe saber retroceder. Juanfran es un perfeccionista y un profesional como la copa de un pino: desde los primeros días demostró que sabía marcar encima, que no concedería metros a sus adversarios y que iba a ser un auténtico hueso; Cristiano Ronaldo en más de una ocasión se encontró con su pundonor, con su compromiso, con su velocidad y con su sentido de la colocación; al atleta de Madeira si hay alguien a quien le cuesta el cielo y el infierno rebasar, el primero en la lista es Juanfran Torres.

Dicen de él que es puro optimismo. Ilusión. Brega. Cree en sí mismo: lo demostró ante el PSV, marcando su penalti e incluso cuando lo falló ante el Real Madrid, en la final de la Champions. Quizá se sintiese un poco intimidado por Keylor Navas y golpeó con imprecisión. Si hubiese marcado, el Atlético habría podido competir un poco más, pero a lo mejor hubiera cedido igualmente. Juanfran mandó una carta a los aficionados, lo cual demuestra su bonhomía, su angustia y su respeto. Y confesó que aquel fue “uno de los días más tristes de mi vida”. El gesto le honra: el fútbol es algo más que dinero, turbiedades de agentes o relatos de amaños y apuestas. El fútbol también revela el tamaño del corazón.

Juanfran debutó con la selección en mayo de 2012 ante Serbia. Estuvo convocado en la Eurocopa de Polonia y Ucrania-2012, en la que ganó nuestra selección, pero no jugó. También estuvo en el Mundial de Brasil-2014; en aquella desdichada competición jugó ante Australia, y la Roja venció 3-0. Ahora está en Francia y es el motivador, el hombre jovial que anima a todos. Representa la furia y el convencimiento. Es consciente de que España dispone de una gran oportunidad y que tampoco a él le quedan muchas ocasiones. Tiene 30 años y está en plena madurez: física, mental, y se ha fortalecido en sabiduría y experiencia. Se ha ganado su sitio y el cariño de sus compañeros y del míster. Es impetuoso, inteligente, constante, se asocia como pocos, y es un futbolista de equipo que conoce a las mil maravillas qué se le pide a un lateral moderno: defender, ayudar en las transiciones, colaborar en el despliegue con David Silva y ajustar el centro. Y ahí está: lo hace. Lo ansía, se desvive por lograrlo. Da gusto verlo jugar. Puede resultar deslavazado, pero cuando se le contempla con atención y se repasan sus 90 minutos queda una cosa muy clara: lo hace casi todo bien. O, mejor aún, lo hace muy bien con la dignidad de la clase obrera.

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* Este artículo se publicó en Heraldo de Aragón, el viernes 17 de junio de 2016.

Foto: El País.

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EL ATLÉTICO SUEÑA CON MILÁN

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El crecimiento del Atlético en los últimos años le ha ayudado a desprenderse de una etiqueta antigua, asociada a la mala suerte y a un sentimiento de autocompasión. A las órdenes de Simeone ha dejado de luchar contra sí mismo, contra su historia y sus recuerdos. Tras derrotar al Barcelona en los cuartos de final es quizá el equipo más temido de la Champions League. Su victoria fue toda una declaración de principios: fue capaz de anular al Barça y de ejecutar su fútbol pasional y solidario. Al Atlético le mueve la ilusión del aspirante, del que se siente humilde entre los grandes. El mejor período de la historia rojiblanca se basa en el discurso de Simeone, que mostró su satisfacción al final del partido: “Estoy orgulloso de mis jugadores, de este fantástico grupo que responde al respeto, a la perseverancia, a levantarse en las dificultades, a competir con otros que son mejores (…) Hemos demostrado que si se cree, se puede.”

El Calderón alentó a un equipo que ya estaba absolutamente convencido de sus posibilidades. Desdibujó pronto al Barcelona, que llegó con la pretensión de defenderse, aunque fuera a través de la posesión. Si alguien miraba a la portería eran los rojiblancos, siempre en busca de Griezmann y Carrasco. En apenas tres toques conseguían amenazar al Barcelona, mientras los defensas de Luis Enrique amasaban la jugada con una especie de calma inoportuna. El primer tanto de Griezmann llegó tras un error de Jordi Alba en la salida de balón. Robó Gabi y centró con sutileza Saúl Ñíguez, seguramente la gran revelación del fútbol español. El balón quedó perfecto para Antoine Griezmann, que remató con precisión ante Ter Stegen (1-0). El francés ya es uno de los mejores jugadores de la competición y ha contrastado su talento en los grandes partidos. Hasta ayer no había sido capaz de batir al Barcelona con la camiseta del Atlético. Sin embargo, en la cita más importante de la temporada, pudo firmar un doblete que quedará en la memoria de todos los atléticos.

No hay un equipo tan pegajoso como el de Simeone, capaz de robarle la identidad a cualquiera. Lo logró también con el Barcelona, que pareció un equipo depresivo en el Calderón. Sin signos de rebeldía ni orgullo de campeón, el Barça solo inquietó a Oblak a partir del descanso, cuando el resultado ya estaba en su contra. Sin una razón aparente, su trío de delanteros ha perdido la inspiración que les llevó a lograr el pleno de títulos la pasada temporada. El equipo es una mala copia del que fue hace un mes, antes de que la derrota en el Clásico acercara los miedos al Camp Nou. Aquel día perdió su condición de infalible y ahora parece vivir una crisis de confianza. Afecta especialmente a Messi, que está lejos del remate, y a Neymar, que ya no desborda a su marcador. Nadie prepara tantas emboscadas como Simeone, que eligió el partido más importante para batir a Luis Enrique, como ya hizo con el Madrid en la final de Copa de 2013. El sistema defensivo del Atlético exige fluidez en el juego y movilidad de los delanteros, aspectos en los que el Barça ha desentonado. La eliminatoria se pareció al duelo de hace dos temporadas, en el que se empezó a cuestionar el proyecto del Tata Martino. También con el Calderón como testigo, el Barça fue incapaz de batir a Courtois, del mismo modo que ayer no pudo con Oblak. Si algo se repitió en los dos eliminatorias es que el equipo catalán mostró demasiados signos de desidia y de fatiga. Mérito del Atlético, que no ha hecho otra cosa que mejorar en las cinco temporadas de Simeone. Su plantilla es el perfecto equilibrio entre los emblemas del club (Gabi, Torres, Godín, Filipe Luis), los aciertos de la dirección deportiva (Griezmann, Carrasco, Correa, Augusto, Jiménez y Oblak) y los productos de su cantera (Koke, Saúl, Thomas y, ahora, Lucas Hernández).

De nada sirvió el último arreón de los de Luis Enrique, que respondió más a la dignidad que a su manual de juego. Griezmann había marcado de penalti (2-0), después de que Iniesta interrumpiera con la mano una contra dirigida por Filipe Luis. El lateral es un pura sangre del fútbol, uno de esos zurdos que interpretan los partidos desde el carril. Después de haber anulado a Messi se permitió el lujo de tirarle un caño a Mascherano, que originó el gol de la sentencia. El Atlético se resguardó entonces en su área y el Barça no supo acelerar en los metros finales. Tampoco reclamó tras el partido un penalti de Gabi, que Rosetti sacó fuera del área.  El equipo catalán supo reconocer los méritos del Atlético y fue tan elegante en la derrota como impotente sobre el césped. El lanzamiento de Messi  se fue fuera y la grada celebró una de sus noches más redondas. En el último tramo, Godín reflejó la resistencia de los colchoneros; impecable en el juego aéreo, víctima también de un codazo de Luis Suárez.

Ganó el Atlético porque fue quien más lo mereció. Su gen competitivo desquicia a los rivales, que no pueden mostrar sus virtudes en el Calderón. La conexión con la grada mejora el juego del equipo, que sueña con ganar la Champions League. Parece la obsesión oculta de todos los colchoneros, que perdieron dos finales en el descuento. Ante el desafío que se le presenta a su equipo, Simeone repite una máxima que ha asimilado todo el Calderón: «Nunca dejen de creer».

 

EL BAILE DE LA LIGA

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Ancelotti dijo hace más de un mes que creía que esta liga se iba a decidir en la última jornada. La primera vez que pronunció este discurso, el Madrid aún no había cedido el liderato al Barcelona de Luis Enrique. Ahora, su predicción parece tomar fuerza, tras una jornada redonda para los intereses del equipo blanco, en la que han recortado la distancia con el actual líder. El Barça dejó escapar su ventaja y perdió dos puntos vitales en el Sánchez Pizjuán.

El Madrid encarriló la jornada, en una victoria plácida frente al Eibar. Le bastó algún cañonazo de Cristiano Ronaldo, la conducción de Modric y las ansías de Jesé y Chicharito para ganar el partido. Enfrente estaba el Eibar, un rival idóneo para elevar la confianza de los blancos. El modesto equipo vasco sufrió con el arranque del Madrid y mostró más voluntad que ideas en el Bernabéu. El Madrid se dedicó en la segunda parte a pensar en la eliminatoria frente al Atlético del próximo martes, a la que llega en mejor estado que los colchoneros.

La tarde del sábado siguió sonriendo a los de Ancelotti, que vieron como sus rivales en la Champions y en la Liga empataban fuera de su estadio. El Atlético de Madrid empató en la Rosaleda frente al Málaga de Javi Gracia y mantiene el pulso con el Sevilla y el Valencia por la tercera plaza. El equipo de Simeone no tiene la misma frescura de la temporada pasada y sufrió frente a un equipo alegre, que posee una generación de futbolistas de gran proyección. Un reflejo del buen trabajo de la cantera del Málaga es Juanmi, que marcó un bonito gol ante Oblak. El Atlético supo sufrir en los malos momentos y acabó inquietando a Kameni. Griezmann, el mejor jugador de la temporada en el Atleti, firmó un doblete y consiguió la igualada en la segunda parte.

Pero la mejor noticia para el Real Madrid llegó desde Sevilla, en el partido más interesante de la jornada. El Barcelona respondió a las dudas que planean sobre su juego con un inicio brillante, en el que gobernó el partido con un fútbol de buen gusto. Y en los primeros 35 minutos, el Barça tuvo el partido donde lo quiso, con el balón bien resguardado en los pies de sus centrocampistas y con la amenaza constante de sus delanteros. Messi volvió a mostrar su facilidad para colar el balón por una gatera y Neymar ejecutó con mucha destreza una falta en el pico del área. Con el 2-0, el Sevilla parecía noqueado, pero la fragilidad del Barcelona y el empuje del Sánchez Pizjuán despertaron al conjunto de Unai Emery. Antes del descanso, Banega disparó desde la frontal, Bravo falló en el despeje y el balón acabó en su portería. El Barcelona perdió el timón del encuentro en la segunda parte y se olvidó de jugar con porterías. Suárez falló en la sentencia y un error de Piqué permitió el empate sevillista. Reyes dribló y cedió en carrera para Aleix Vidal. El extremo llegó a línea de fondo y encontró a Gameiro, que fusiló a Bravo. El partido terminó en empate y Neymar se enfadó al ser sustituido en la segunda parte, cuando su equipo todavía tenía ventaja en el marcador. El Barcelona se fue con la sensación de que había perdido una gran oportunidad, sobre todo porque en el Pizjuán estuvo más cerca de sus orígenes, aunque la fortuna no estuviese de su lado. En un partido en el que cuidó el balón con mimo, acabó condenado por la misma suerte que en otras ocasiones le ha dado alas: la contundencia en las áreas.

El empate en el Pizjuán avivó el tramo final de liga, en el que se juegan dos luchas paralelas: la del campeonato –que ocupa al Barcelona y al Madrid- y la del tercer puesto -en la que se miden Atlético, Sevilla y Valencia (que jugará esta noche frente al Levante). Los duelos entre los integrantes de los cinco primeros puestos de la clasificación serán fundamentales para proclamar al campeón. Quedan 24 puntos y la competición ha demostrado que cualquier jornada puede ser decisiva. El tiempo parece darle la razón a Ancelotti. Para saber quien vence en el baile de la liga, habrá que esperar a la última canción.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: tribunnews.com.

UN REBELDE DE IDA Y VUELTA

jose-antonio-reyes-sevilla-standard-liege-europa-league_1cqnj6avbm6p41mitj5c77al2z «Me fui llorando y vengo con una sonrisa de oreja a oreja. Es uno de los días más felices de mi vida. Espero devolver en el campo todo el apoyo y la confianza que siempre me ha dado la afición sevillista, y que me han demostrado incluso cuando he venido con otros clubes. Con el equipo que tenemos todo es posible y como sevillista nada habría mejor que ganar títulos en mi casa. Vengo con más ilusión de la que tenía cuando me fui».

José Antonio Reyes (Utrera, Sevilla, 1983) pronunció este discurso cuando regresó al Sevilla, procedente del Atlético de Madrid. Su carrera deportiva ha tenido demasiados altibajos pero parece haber reencontrado la felicidad en el club de su vida. Sobre él siempre ha planeado la sospecha: su zurda le ha proporcionado grandes momentos y su poca seriedad le ha llevado, en ocasiones, a ser un futbolista inconstante, que ha ocupado con frecuencia el banquillo de sus equipos. Esta temporada se siente importante en el Sevilla, donde ha encontrado su lugar en la rotación de Emery, que administra los minutos de una plantilla amplía y con múltiples variantes.

Reyes, a pesar de ser un jugador irregular, es uno de los ídolos de la afición sevillista. No en vano es, con Sergio Ramos y Jesús Navas, uno de los grandes exponentes de la cantera hispalense en los últimos diez años. Reyes es el único de los tres que ha vuelto a jugar en el equipo en que se formó y la hinchada mantiene su admiración por el zurdo [1]. El Sánchez Pizjuán recuerda con nostalgia los días en que Reyes era la promesa del Sevilla, y quizá por ello le perdona en sus malas rachas. El utrerano era un chico de orígenes humildes, de etnía gitana, al que apodaron La Perla. Llegó al Sevilla a los 12 años y progresó con descaro en su cantera. Su talento llamó tanto la atención que Reyes ni siquiera pasó por el equipo juvenil en su etapa de formación. A los 16 años, debutó con el Sevilla en Primera división, en la temporada 1999-2000, cuando el equipo de su ciudad ya estaba sentenciado al descenso. En su regreso a Primera, un año más tarde, Reyes se convirtió en el futbolista más joven en marcar en la Liga [2].

1325246880_extras_albumes_0 En sus siguientes dos años firmó sus mejores momentos con la camiseta del Sevilla y despertó la ilusión del Pizjuán. Tras dos buenas campañas en Nervión, Arsene Wenger pagó 30 millones de euros y se lo llevó al Arsenal en 2004. Era el mejor momento de aquel equipo- llegó a conquistar una Premier League tras permanecer un año invicto- y del incuestionable rey de Highbury: Thierry Henry. Reyes se acopló al equipo, especialmente en su llegada a Londres, cuando firmó siete goles en sus primeras siete actuaciones. Pero pese a sus buenos minutos sobre el césped, Reyes nunca se integró en la vida social londinense y añoró pronto el sol del Mediterráneo. El utrerano consiguió una Premier League, una FA Cup y una Community Shield, pero aprovechó la oferta del Real Madrid para regresar a España.

En el Real Madrid nunca se consolidó como titular, pero protagonizó buenos momentos. Especialmente decisiva fue su participación en la Liga de 2007, que venció el equipo de Fabio Capello. Y el utrerano guarda un buen recuerdo de sus duelos frente al Mallorca de esa temporada. En las Islas Baleares, en el encuentro de la primera vuelta, el Madrid estaba en plena crisis institucional y de resultados. Una derrota suponía que el Barcelona de Rikjaard se alejara definitivamente en la carrera por el título y el Madrid estaba jugando un partido francamente malo. En la segunda mitad, Reyes creció en el encuentro y dispuso de una falta al borde del área. Su disparo, después de evitar la barrera, se coló en las redes del Mallorca y el Madrid no perdió la estela del Barcelona. El equipo de Capello le fue comiendo terreno al Barça de Ronaldinho y el calendario quiso que el Madrid dispusiera de la oportunidad de ser campeón en la última jornada, ante el Mallorca. El Barcelona había dejado escapar una amplia ventaja –fue la liga del gol de Tamudo en el Camp Nou- y prácticamente dio el título por perdido antes del partido en el Bernabéu. El Mallorca vendió cara su derrota y se adelantó en el marcador. Pero tras el descanso, José Antonio Reyes sustituyó a Beckham y al poco de entrar en el campo firmó el gol del empate. Diarra puso al Madrid por delante y en el minuto 82 Reyes orientó el balón en el balcón del área y ejecutó un disparo precioso e inapelable. El segundo gol de Reyes sentenció el partido y le dio al Real Madrid el título de liga, en la mejor noche del utrerano en el Bernabéu.

15155_g Pese a que fue decisivo en el título de liga, el Madrid prescindió del utrerano al acabar la temporada. Reyes, en un gesto hacia la directiva blanca, fichó por el rival de su ciudad: el Atlético de Madrid. Vivió dos etapas en el Atlético y convenció en la segunda, tras su cesión al Benfica. El Atlético ganó la Europa League a las órdenes de Quique Sánchez Flores y Reyes fue importante. Llegó a conquistar a una grada que fue dura con él por su pasado madridista [3], especialmente durante su primera e intrascendente etapa de rojiblanco. Pero como casi todo en la carrera de Reyes, su esplendor duró más bien poco. La siguiente temporada se peleó con su entrenador, Gregorio Manzano, y el técnico le envió a Sevilla, cumpliendo el deseo del jugador.

Regreso al Sevilla.

Su vuelta al Sevilla generó una gran ilusión en la afición. Durante los primeros meses al zurdo le costó adaptarse al nuevo Sevilla, un equipo que, en ausencia de Reyes, había abandonado los puestos de descenso para codearse con los grandes de España y se había encumbrado en la Europa League- o en su predecesora, la Uefa Cup-. Precisamente con esa competición el club andaluz y Reyes mantienen un bonito idilio. Como se mostró la pasada campaña, en la que el Sevilla consiguió el trofeo, tras derrotar al Benfica en la tanda de penaltis. Reyes no ocultó su felicidad tras el partido y logró, por fin, un título con el equipo de su ciudad, el objetivo con el que regresó.

Su integración en el equipo ha sido gradual y ha firmado grandes postales en su regreso. Como en el derbi ante el Betis de 2012, en el que Reyes firmó un partido impecable y marcó dos de los cinco goles que el Sevilla le endosó a su eterno rival. Esta temporada ha recuperado la confianza y juega su mejor fútbol en años, aunque alterna el banquillo con la titularidad. Ahora cae al costado derecho y desde ahí desborda, crea juego y nutre el instinto de los delanteros del Sevilla: Bacca, Gameiro y, ahora, Iborra. Reyes ha asumido el rol de capitán y, cuando dispone de minutos, muestra su calidad en cada finta y su comunión con una grada especial. Emery ha elogiado su implicación en alguna ocasión, pero se rumorea que no cuenta con él para el próximo año. Reyes mantiene el silencio y pretende convencer a su entrenador en el tramo final de la temporada, una vez que se ha recuperado de su última lesión muscular.

sevfeyenoord8 Reyes es de esos futbolistas a los su entrenador quiere estrangular y abrazar en la misma jugada. Posee una facilidad natural para el desborde, pero casi a la par que un regate o una asistencia, Reyes puede protagonizar actos de indisciplina o una pérdida de balón comprometida. Es un futbolista que nunca ha hecho nada por domesticar su juego, y ha tenido problemas casi en cada equipo en el que ha jugado. Especialmente ante entrenadores que pretenden sacrificar sus virtudes en beneficio del colectivo. El 10 del Sevilla disfruta del fútbol casi por instinto, con la alegría y la inconsciencia de la infancia (a pesar de que ya es un veterano de 31 años). Su nivel físico ha bajado y sufre más lesiones musculares a lo largo de la temporada, que condicionan su regularidad. Ya no aguanta el ritmo de los partidos y se pierde en las segundas partes. Pero de vez en cuando enciende el Sánchez Pizjuán con un bonito regate, una asistencia de gol o una jugada personal.

El pasado martes, Emery le dio la oportunidad a Reyes en el ciudad de Levante. El de Utrera firmó un gran partido, en el que asistió a Gameiro en el primer gol y marcó el segundo, su único gol de la temporada en liga (ha marcado otro en Copa). Su sonrisa al acabar el encuentro refleja la alegría de un equipo que ha reconstruido su plantilla y afronta el futuro con ilusión. El Sevilla sigue en plena pelea por entrar en Champions y mantiene sus opciones en la Europa League, la competición que le ha situado en la élite del fútbol.

El Sevilla afronta un duelo decisivo para medir sus aspiraciones, ante el Barcelona de Luis Enrique. La gran asignatura pendiente del conjunto de Emery es derrotar a los rivales de mayor entidad de la liga, ante los que ha fallado en lo que va de temporada. Seguramente, Emery prescinda de Reyes o Denis Suárez para fomentar el juego sólido y más fiable de M´bia, Iborra o Krychowiak. El Sevilla apostará por un fútbol físico y de gran pegada para contrarrestar al Barcelona, que se juega sus opciones ligueras frente al cuarto clasificado. En el Sánchez Pizjuán, sin embargo, les gustaría que Emery le dé minutos a La Perla. La grada de Nervión siempre espera un fogonazo de Reyes, el guardián del talento en Sevilla.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] Una prueba de la sintonía entre Reyes y su afición es que la grada le ha perdonado una foto de su adolescencia, en la que aparece vestido con la camiseta del Betis. Y eso en Sevilla, es mucho perdonar…

[2]  El título de jugador más joven que logró Reyes en 2000 lo alcanzaron otros futbolistas importantes. Messi, Bojan o Muniaín ostentaron un récord que actualmente está en poder de Fabrice, que lo batió con el Málaga en 2012, cuando tenía 16 años y 98 días. Otro de los grandes logros de la carrera de Reyes es que es el primer jugador español en ganar la Premier League.

[3]  La afición rojiblanca no le perdonó en su presentación que hubiera fichado por el Real Madrid, especialmente porque meses antes había firmado un precontrato con el equipo colchonero.

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Foto 1: goal.com. Foto 2: marca.com. Foto 3: elperiodicoextremadura.com Foto 4: deportesevilla.tv

LA PALABRA DE MASCHERANO

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“Lo conocí hace diez años, en septiembre de 2001, en el Mundial Juvenil de Trinidad y Tobago (…) Era un pibe serio, educado. Respetuoso. Era el referente del plantel. Parecía el hermano mayor de todos. (…) Aquel pibe grande creció. Pasaron los años. Jamás ahorró una gota de sudor a la hora de jugar y luchar.”

Las palabras del periodista argentino Jorge Parodi describen a Javier Mascherano, una de las voces de referencia en el vestuario del Barcelona. Su inteligencia táctica y su compromiso le otorgan un papel fundamental en el plan de Luis Enrique. El asturiano valora su lealtad y su intuición en el campo, vital a la hora de prevenir los incendios en el Camp Nou. En más de una ocasión ha elogiado su lectura del juego, una cualidad que le permite ser contundente en la anticipación y en la interrupción de los contragolpes del rival. Otra de las grandes virtudes de Mascherano es su facilidad con la palabra. Su dominio del lenguaje le concede mayor jerarquía sobre el césped, en el que a veces parece ser el intermediario de Luis Enrique. Su discurso ante los medios suele ser sensato e inteligente, el reflejo de un líder honesto y solidario. El Jefecito desveló el pasado jueves algunos de los secretos de su juego: “Lo mejor que debe tener un profesional es estar mentalizado, saber el rol que ocupa. Yo lo tengo claro y trato de ser un jugador que sume. No me siento intocable ni un jugador de referencia”.

Mascherano llegó al Barcelona en 2010 procedente del Liverpool, a cambio de 22 millones de euros. En su presentación declaró: “Sería un necio si pensara que vengo aquí a jugarlo todo (…) En las posiciones en las que puedo jugar yo hay tres campeones del mundo. Es un orgullo poder aprender de ellos y crecer a su lado”. Las bajas en la zaga culé a lo largo del año obligaron a Guardiola a situar a Mascherano de central en la fase decisiva de la temporada y el argentino cumplió con creces las expectativas de su entrenador. Aquel Barcelona alcanzó la cima del fútbol en Wembley y Guardiola ensalzó el trabajo silencioso de El Jefecito: “A Mascherano no lo cambiaría jamás. Me parece el mejor fichaje del Barcelona en los últimos años. Es único”. El Jefecito respondió así a Guardiola: “Yo vine acá para hacer de bombero, para tapar agujeros”.

Mascherano se ha adaptado al fútbol del Camp Nou y ha mejorado en la circulación de balón, especialmente cuando busca el pase más sencillo. Aunque no posee la imaginación ni la fluidez de Busquets en la elaboración, el argentino lo compensa con un generoso esfuerzo en la recuperación (lleva 175 robos en la Liga BBVA). Además, su honestidad en las declaraciones le ha hecho ganarse la admiración de sus compañeros y la afición. En octubre de 2013 el Barcelona empató en San Siro ante el Milán. Mascherano regresaba de una lesión y al inicio del partido perdió un balón comprometido. Robinho lo aprovechó y puso a su equipo por delante. El Barcelona consiguió empatar en la segunda parte y aunque Mascherano estuvo acertado durante el resto del encuentro, no se olvidó de su fallo inicial. Al acabar el partido apareció con el rostro desencajado e hizo un severo ejercicio de autocrítica: “El primer gol es un error mío. Ya son varios… Duele bastante. (…) El equipo ha tenido que sufrir otro error mío y en partidos tan importantes no se pueden permitir”.

En las cinco temporadas que Mascherano lleva en la Liga Española, el mediocentro ha sabido captar la esencia del entorno blaugrana: “Si ganas, Barcelona parece Disney y, si pierdes, es la casa del terror”. La metáfora de Mascherano la utilizó Luis Enrique en el momento más delicado de la temporada, al decir que pese a las dificultades sentía que estaba en Disneylandia. La coincidencia puede ser casual o una señal de la sintonía entre Mascherano y su técnico. La importancia de El Jefecito en el Barcelona no se entiende sin la figura de Leo Messi. Mascherano es el intérprete del 10 y, a su vez, su gran protector en el vestuario. En más de una ocasión ha salido a defender a Leo ante los medios de comunicación y parece ser el intermediario en la difícil relación de Messi con Luis Enrique. Las dotes de mando de Masche y su voz firme contrastan con la timidez de Leo, que solo parece alzar la voz en el césped. En Argentina, El Jefecito era el líder real de una selección en la que Messi portaba el brazalete de forma simbólica. Sus discursos (que al parecer conmovían al 10 y a medio vestuario) y su importancia en el juego le daban honores de capitán en un equipo que se quedó a las puertas del triunfo. El propio Mascherano ha explicado en alguna ocasión cómo ejerce su liderazgo: “Nunca digo lo que alguien tiene que hacer si no lo hago yo antes para dar ejemplo”. Mascherano es, con el miembro del cuerpo técnico Pepe Costa, el confidente de Messi en el vestuario. Y probablemente ningún compañero ha definido al 10 con tanta claridad como lo hizo Mascherano al término del partido frente al Manchester City: “El fútbol nos controla a todos, pero Messi controla el fútbol”.

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Mascherano sabe que su equipo posee ahora varios registros. La idea inicial permanece intacta, la propuesta que ha encumbrado a la Masía: la de un fútbol de dominio posicional en el que se pretende dejar poco espacio al azar, a través del control del partido y la posesión. Sin embargo, el Barcelona de Luis Enrique se ha expuesto en fases de la temporada a un intercambio de golpes, consciente del talento de sus delanteros. En ocasiones, el Barcelona parece perder la pausa de sus interiores, en busca del acelerón de su tridente. Y el acierto de Mascherano en esta variante de juego es vital, para facilitar el repliegue y la recuperación que inicie la transición rápida. No obstante, Masche parece partidario de un fútbol de mayor control, sobre todo porque la posesión es, además de un instrumento ofensivo, una fórmula de protección. Tras vencer en la eliminatoria copera ante el Atlético de Madrid, en una victoria que se orquestó a través de las transiciones rápidas, Mascherano valoró los riesgos de un fútbol más directo: “Entramos en ese ida y vuelta al que te puede llevar el Atleti. Hoy salió cara pero en algún momento también puede salir cruz”. La advertencia puede ajustarse al partido del próximo domingo, ante el Real Madrid, un equipo feroz en el juego de transición.

Mascherano afronta el Clásico ante el Madrid con la misma seriedad con la que vive. El argentino es un ejemplo de sacrificio y compromiso, que parece trasladar su lectura del juego a los micrófonos, en los que se explica con corrección y con argumentos sólidos. Ante las dudas que genera el estado físico de Busquets, Mascherano gana opciones para jugar en la media. Sus palabras, a dos días del clásico, dicen mucho de él, de su sentido del juego y de su compañerismo: “Ojalá llegue Busi aunque yo tenga que verlo desde el banco. Lo que le conviene al equipo es que juegue Sergio, porque es el mejor en esa posición”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: sport.es. Foto 2: futbolparatodos.com.ar

BATALLA A BATALLA

El Atlético de Madrid eliminó al Bayer Leverkusen en la tanda de penaltis, después de un partido cerrado, lleno de interrupciones, en el que hubo más emoción que brillo. El ambiente del Calderón mantuvo el aliento del equipo de Simeone en un encuentro tan intenso como exigente. Un gol de Mario Suarez igualó la eliminatoria y los dos equipos parecieron conformarse con la situación durante buena parte del encuentro.

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El Atlético tenía que remontar el 1-0 del partido de ida y salió con sus jugadores más creativos: Mario Suárez, Koke, Cani, Arda Turan y Griezmann. Sin embargo eso no fue suficiente para que el equipo se hiciese con el balón y combinase. Simeone sabía lo difícil que se ponía la eliminatoria si el Leverkusen marcaba y no quiso asumir ningún riesgo. Su defensa, segura como siempre, renunció a sacar el balón jugado y el Atlético confió su suerte a los arranques de Griezmann, de nuevo el más peligroso, y a las jugadas de estrategia. Por momentos el encuentro parecía un partido de rugby: los dos equipos enfrentándose por ganar metros, por recibir uno de esos balones que caían del cielo para sacar algo ventajoso: un control en campo contrario, un saque de banda o incluso una falta sobre la línea del centro del campo.

El gol llegó en un rechace tras la salida de un córner poco antes de la media hora de partido. Cani tocó el balón de cabeza en la frontal y Mario Suárez disparó. Un rebote en un defensa despistó a Leno y el balón entró en la portería. Mandzukic pudo marcar el segundo poco después, pero se entretuvo en la definición y desaprovechó un gran servicio de Arda. Ninguno de los dos equipos se encontraba demasiado incómodo con el resultado. El Atlético sentía que había hecho la parte más difícil y que podía perder la eliminatoria en cualquier jugada. El Leverkusen confiaba en que un descuido de los colchoneros les diese la oportunidad para correr e incorporarse al ataque en oleadas. Raúl García había sustituido a Cani para devolver un dibujo más natural al equipo, y la entrada de Torres por Mandzukic completó los cambios (Oblak había suplido a Moyá por lesión en la primera parte).

No hubo muchas ocasiones. A ello contribuyó que Son y Calhanoglu hiciesen un partido gris, muy por debajo de su nivel en Alemania. En el Atlético de Madrid, Griezmann volvió a ser el más desequilibrante, con algunos alardes de verticalidad e instinto asesino. Arda Turan jugó sus mejores minutos en la prórroga, cuando se agotó la presión del Bayer, y lideró el último esfuerzo de los colchoneros. El turco es un jugador fantástico que ha crecido mucho con Simeone. Sin embargo da la sensación de que se centra con demasiada frecuencia en esconder el balón, en desesperar al rival mientras el equipo se organiza, y olvida que lo más importante en el fútbol son los goles y su magia es imprescindible para que el Atlético los marque.

El equipo de Simeone se fue a por el partido en la segunda parte de la prórroga pero apenas inquietó a Leno. Los penaltis sonrieron al equipo de Simeone. Calhanoglu y Toprak fallaron en el Leverkusen; Raúl García y Koke en el Atlético. Torres marcó impecablemente el quinto penalti y Kießling mandó su lanzamiento a la grada del Calderón.

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El Atlético se clasificó y será una de las amenazas del sorteo. El gran arma del equipo de Simeone es su extraordinaria versatilidad para anular a cualquier rival, para ocultar sus virtudes ofensivas. Se trata de evitar que demuestren su superioridad. Sin embargo, ante equipos teóricamente inferiores, al Atlético le faltan recursos. Sus mejores partidos son ante rivales que aceptan llevar la iniciativa y se arriesgan a las emboscadas de los rojiblancos. El plan de Simeone es llevar los partidos a la igualdad máxima, en la que las diferencias las marque la intensidad y las acciones que el Cholo considera eficientes; acciones que no le expongan a las virtudes del rival: contraataques y jugadas a balón parado. Por eso el Leverkusen era un rival tan serio como la Juventus, el Espanyol como el Valencia. El “partido a partido” no es solo un lema de humildad pronunciado para contener la euforia. Su verdadero significado es que cada encuentro es una batalla cruda e incierta; una batalla más importante que la propia guerra.

En la Champions League muchos equipos piensan en ganar la guerra. Algunos veían la tanda de penaltis y lamentaban la clasificación del conjunto de Simeone, pues son conscientes que cualquiera puede perder la guerra en una batalla contra el Atlético.

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Foto 1 y Foto 2: Mundo deportivo.

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Diego Rodríguez Gascón.

LA LIGA DE LAS MIL CARAS

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La liga sigue admitiendo nuevos cambios en el guión y el Barcelona alcanzó el liderato tras aprovechar la derrota del Real Madrid en San Mamés. Venció a un Rayo Vallecano osado en la mañana del Camp Nou y disfrutó ante su público, en la mejor entrada de la temporada (6-1). El Barcelona no desperdicio la oportunidad que le brindó el Madrid, algo que sí ocurrió frente a la Real Sociedad y el Málaga. Con su victoria ante el equipo de Paco Jémez, el Barça es el equipo más goleador y el que menos tantos ha encajado de la Liga. Para redondear la mañana, Messi alcanzó con su hat-trick a Cristiano en la tabla de goleadores, en un combate que parece anticipar la lucha mediática por el Balón de Oro. El buen momento del tridente blaugrana se contrapone a la depresión que sufren los delanteros del Real Madrid. A la sintonía entre Messi y Neymar se ha sumado el despertar goleador de Luis Suárez y, por el contrario, los delanteros del Madrid marcan y rematan cada vez menos. Cristiano completó en San Mamés su cuarto encuentro de la temporada sin disparar a puerta (los mismos que había firmado en sus anteriores campañas con el conjunto blanco), Benzema se apagó ante el empuje de los vascos y Bale lleva ocho partidos consecutivos sin marcar.

El Atlético y el Valencia empataron en el Calderón (1-1), en un partido que se movió por un terreno en el que ambos equipos se sienten cómodos: el de la batalla y la disputa. Los equipos que dirigen Simeone y Nuno aceptan el juego físico con una sonrisa y se midieron en un intercambio de golpes que tuvo más fogosidad que brillo. Koke marcó en su regreso al equipo y Mustafi le dio el empate al Valencia en el segundo tiempo. El duelo entre las segundas espadas de la liga se resolvió con un empate en un partido intenso, más acorde al gusto de los entrenadores que de los aficionados. Destacó más la coraza de Otamendi o Godín que el fútbol de ataque de los valencianos y colchoneros.

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En un momento en el que parecen inalcanzables las ligas de 100 puntos (el Barcelona y el Madrid pierden más puntos a lo largo de la temporada que los equipos de Guardiola o Mourinho), cobran más importancia los teóricos candidatos a la tercera plaza, el Atlético o el Valencia, que están a 6 y 7 puntos de la segunda posición. El Atlético basa su juego ofensivo en el talento de Arda Turan, Koke y Griezmann, y ante el club valenciano prescindió de Mandzukic en beneficio de Torres. El Valencia agita los partidos desde el carril izquierdo, el hábitat natural de Gayá y Piatti, y al remate esperan Negredo y Alcácer. Las plantillas del Turia y del Manzanares aspiran en secreto a colarse en la lucha por el título y pueden ser, a su vez, los jueces que decidan el campeón. El Villarreal de Marcelino también gana crédito en la competición, con el aval de su buen juego y el olfato de Vietto, Gerard Moreno o Giovani Dos Santos. Su aspiración es alcanzar la zona Champions y progresar en la Europa League, tras la eliminación copera ante el Barcelona.

El trofeo se decidirá en los últimos partidos y al mismo tiempo estará en juego cada jornada. Nadie representa esta afirmación como el Barça de las mil caras, el nuevo líder de la Liga BBVA. El equipo de Luis Enrique es capaz de asombrar en Manchester, de aburrir en Granada o de caer con estrépito en Anoeta. El viento sopla ahora a su favor, pero las inercias se invierten con demasiada facilidad. Es lógico que nadie se atreva a pronosticar nada en una competición que puede cambiar cada fin de semana.

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Jorge Rodríguez Gascón.

LA LIGA INESPERADA

Jornada 24.

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La pasada jornada el Barcelona afianzaba su progresión con una victoria redonda ante el Levante, el Real Madrid ganó pero no convenció ante el Deportivo y el Atlético se estrelló en su visita a Balaídos. Pero la liga es una competición vibrante, que depara sorpresas cada fin de semana. El guión de la jornada volvió a cambiar la situación en los primeros puestos: el Madrid restauró sus cuatro puntos de distancia con el Barcelona y el Atlético resolvió en el Calderón, en una noche en la que volvieron a brillar sus puntas.

Esta vez el Barcelona cayó contra pronóstico en su propio estadio, víctima de un equipo joven y atrevido como el Málaga, capaz de anular al plantel de Luis Enrique en el repliegue y de desquiciarlo con el balón en su poder. Juanmi aprovechó un error de bulto de Dani Alves para firmar el gol de la victoria en el minuto siete de partido. Y al Barcelona le faltaron recursos para abrir el cerrojo del Málaga, que le ha ganado el duelo al equipo culé en los dos choques de la temporada (consiguió empatar a cero en la Rosaleda y se llevó los tres puntos del Camp Nou). Sin el brillo de sus delanteros (ni Messi ni Suárez ni Neymar estuvieron a su nivel), el Barcelona se convirtió en un equipo previsible, que dejó ciertos síntomas de impotencia.[1] No aprovechó los costados, el único resquicio que dejaba la defensa rival, y ni siquiera llegó a asustar en los últimos minutos. Messi y Neymar acabaron en las redes del sistema defensivo malaguista, y se les vio sin la chispa de las últimas jornadas. Nadie destacó en un Barcelona que se pareció más al equipo impotente de Anoeta que al que llegó a encadenar once victorias consecutivas antes del choque de este fin de semana. La euforia que rondaba en el Camp Nou pudo jugarle una mala pasada al equipo culé, que volvía a tener a tiro el liderato. Tras la derrota, ve como el Real Madrid amplía su distancia y espera resarcirse en el decisivo duelo ante el City, que medirá sus aspiraciones europeas. Pero sería un error no apreciar los méritos del Málaga en su victoria en el Camp Nou. Fue un equipo solidario, que ejecutó las ayudas defensivas con acierto, supo asociarse cuando tuvo el balón y ganó siempre los rechaces. El técnico Javi García volvió a superar a Luis Enrique y supo explotar a su plantilla: dispone de jóvenes futbolistas con descaro (Juanmi, Castillejo, Samuel, Horta o Juanpi) que brillaron en un escenario exigente. El Barcelona ni siquiera agobió al rival en los minutos finales y el Málaga cuidó aquellos detalles que permiten ganar partidos.

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El Atlético de Madrid venció con solvencia al Almería (3-0) y recuperó sensaciones tras la derrota en Balaídos. Simeone planteó el partido para aprovechar la sintonía de sus delanteros, Griezmann y Mandzukic, que viven el mejor momento de la temporada y firmaron los goles atléticos. Y aunque el árbitro jugó un papel importante en el partido al señalar un penalti riguroso sobre Godín, el Atlético fue superior al conjunto que dirige Juan Ignacio Martínez. El penalti lo transformó Mandzukic, un delantero inteligente, que aporta muchas soluciones a su equipo: puede fijar a los centrales, rematar en boca de gol y asistir a sus compañeros. Y el croata se entiende a la perfección con Griezmann, probablemente el futbolista más en forma de la competición. El delantero francés marcó los otros dos goles de su equipo, en dos bonitas acciones ejecutadas con su zurda. En la primera de ellas, recibió un gran servicio de Mandzukic al espacio, aprovechó su velocidad y definió con sutileza. En el tercer tanto del Atlético, Griezmann resolvió un barullo en el área con un disparo cruzado. El Almería se topó con Moyá siempre que lo intentó y firmó demasiado pronto la derrota, tras un mal inicio de partido. Después de la victoria, Simeone prestó más atención a su lucha con el Valencia y el Sevilla por la tercera plaza que a la pugna por el liderato, en un juego al despiste que ya no convence a nadie. Y las noticias que recibió su equipo fueron buenas en ambos sentidos: consiguió acercarse al Barcelona en el segundo puesto y se afianzó en la tercera posición. El Valencia venció en Córdoba (2-1), con goles de André Gómes y Pablo Piatti, y el Sevilla perdió ante la Real Sociedad (4-3) en el partido más bonito de la jornada, que se jugó en la mañana del domingo. En San Sebastián se vio un duelo lleno de alternativas, que resolvió Xabi Prieto con un cabezazo en los minutos finales. La victoria de la Real Sociedad permite a Simeone mirar a la cabeza de la tabla, aunque sigue quedando demasiado para que el técnico reconozca que su equipo es un serio candidato a la liga. Para el resto, lo ha sido siempre.

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El Real Madrid cerró la jornada del domingo con una victoria sólida en Elche (2-0). El equipo de Ancelotti sigue recuperando la confianza tras la derrota en el Calderón y aprovechó el pinchazo del Barcelona para consolidar su liderato. El Elche despreció el balón y el Madrid cuajó un buen partido, en el que la media pudo circular el balón a su gusto y sus delanteros volvieron a estar inspirados. Cristiano se implicó más en el juego, generó media docena de ocasiones y acabó marcando el segundo gol del equipo en un poderoso remate de cabeza. Ya lleva 29 goles en Liga y ha igualado a Santillana al marcar 290 tantos con la camiseta del Madrid. Benzema se asoció con el portugués, volvió a firmar un gran partido y llegó a marcar dos goles, aunque su chilena fue anulada por fuera de juego. Ya en la segunda parte, Cristiano aceleró desde la banda y Benzema aprovechó un rechace para adelantar al Madrid. El gol del francés premió a un equipo insistente, que remató más que en los partidos del último mes. El Elche fue un rival estéril, que se dio por vencido cuando el equipo de Ancelotti abrió el marcador. El Madrid ha encontrado a dos rivales cómodos como el Schalke y el Elche para elevar su estado anímico, justo en el momento más delicado de la temporada. En el Martínez Valero creó muchas situaciones de peligro y el Elche no exigió a Casillas. El regreso de Pepe ha dotado al equipo de mayor seguridad y su mezcla con Varane cada día es más fiable. Carvajal y Marcelo profundizaron por los costados y Lucas Silva parece integrado en la media, que dominan Kroos e Isco. El alemán parece haberse repuesto de su bajón físico y sigue siendo un futbolista académico, que parece rayar la perfección en cada pase. Pero en el Madrid, la improvisación está a cargo de otro futbolista: Isco Alarcón. El malagueño tiene un don que se manifiesta en cada control, en cada regate. El balón parece disfrutar en sus botas e Isco hace disfrutar al resto. No es casualidad que una vez más el de Arroyo de la Miel fuese ovacionado en campo contrario, al abandonar el Estadio Martínez Valero. Los campos de Primera suelen apreciar que están ante algo especial y, sin duda, Isco es un futbolista diferente. Casillas sentenció al final del encuentro: “Isco es el próximo jugador más importante que pueda tener este país”.

Dicen que la política se construye con verdades que duran solo un día. En el fútbol las verdades pueden durar más de una semana, pero estas se ponen en cuestión cada partido. Nada nuevo, la liga es una competición larga, que premia al que tenga más regularidad en un carrusel de altibajos. Y cada jornada sigue siendo un laberinto de emociones: la suerte de los equipos puede cambiar en el momento más inesperado.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: hoyenfutbol.com. Foto 2: Daily Mail. Foto 3: periodistadigital.com. 

[1] El árbitro le perdonó la expulsión a Neymar en un rabieta y no castigó las patadas en la espalda de Jordi Alba a Juanpi, cuando el Barcelona ya daba por perdido el partido.

EL ATLÉTICO DESARMA AL MADRID COMO NUNCA

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“Se busca rival digno para derbi decente”. El Real Madrid recibió al Atlético en 2011 con esta pancarta en el Bernabéu. Meses más tarde el Atlético le ganaría la Copa del Rey en su propio estadio, e inauguró un período de victorias rojiblancas. Los papeles han cambiado en el derbi de la capital; ahora es el Madrid quien parece sufrir un bloqueo mental ante su vecino. Un sentimiento que cristalizó en una de las tardes más tristes para el Madrid, y en la mayor exhibición que se recuerda del equipo de Simeone.

El Atlético sabía que la puesta en escena era importante para el desarrollo del partido. Alentado por su público, se hizo dueño del balón, jugó a lo que pretendía y entró por los costados. Arda se hizo grande al inicio e hizo sufrir a Coentrao. El turco posee la facultad de rescatar con su magia jugadas cercanas al abismo, que parecen intrascendentes o demasiado embarulladas. Cuando el balón llega a su poder, Turan despeja el laberinto de piernas con un toque sutil o un regate invisible. De sus botas partieron los primeros avisos de los atléticos y gracias a su sociedad con Juanfran, Griezmann, Mandzukic y Saúl llegaron las mejores noticias para los colchoneros. Griezmann empezó a amenazar a la defensa del Madrid con su eslalon vertiginoso y Mandzukic dominó el juego por alto, supo aguantar el balón y ofreció grandes soluciones para sus compañeros. Y recién cumplido el minuto 14 llegó el primer gol del Atlético de Madrid. Arda controló el tiempo y cedió para Juanfran, un lateral de largo recorrido. Su centro acabó tras algún intento de remate en el pecho de Mandzukic. El croata dudó si mirar a puerta y atendió a la llegada de Tiago, que fusiló desde la frontal. Casillas no atinó a despejar su disparo y el balón traspasó sus redes (1-0). Pese a que estaba tapado, da la sensación de que Casillas pudo hacer más en el primer gol. El factor emocional estaba de parte del Atlético y el equipo se sobrepuso a la lesión de Koke, que pidió el cambio antes de que se cumpliese el primer cuarto de hora. Una baja importante para un equipo que salió a dominar al rival, a hacer daño con la posesión como instrumento, y que tiene en Koke a uno de los grandes representantes de su juego asociativo. Si Koke es de esos futbolistas que marca el estilo al que se juega, Arda, Saúl, Griezmann y Mandzukic recogieron el testigo, sometieron al Madrid y mostraron un fútbol de buen gusto.

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El Madrid no conseguía hacer tres pases seguidos, siempre asfixiado por el juego del Atlético, sin capacidad de crear peligro. El equipo blanco fue inferior desde el inicio y acabó pidiendo perdón por el bochorno, orquestado entre otras cosas porque Ancelotti siempre va a remolque de los planes de Simeone. Arrasado desde el primer minuto por un equipo entusiasta, el técnico italiano no encontró soluciones para desnudar al Atlético. Varane y Nacho Fernández sufrieron ante el poderío de Mandzukic y la velocidad de Griezmann y los laterales no se prodigaron. Kroos no pudo controlar la circulación y su impotencia quedó retratada en una patada a Griezmann, Khedira llegó siempre tarde a la presión e Isco no pudo sorprender ni a Tiago ni a Gabi. Benzema no encontró posiciones de remate ni pudo asociarse en el balcón del área. Cristiano y Bale, bien sujetados por los laterales, no profundizaron ni una sola vez. Tras el gol inicial del Atlético, el Madrid fue zarandeado. No tardó más que cuatro minutos en encajar el segundo, en otra acción colectiva de los atléticos. Y marcó Saúl, que firmó un gran partido en el mejor escenario posible. Mandzukic aguantó un balón y dibujó la carrera de Siqueira. El lateral llegó a línea de fondo y puso un centro preciso para Saúl, que realizó una chilena estupenda (2-0). En esa media hora el Atlético fue una tormenta que dejó desahuciado al líder: no hubo noticias de sus delanteros, la media se vio sobrepasada y su defensa temblaba ante las llegadas rojiblancas.

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En los minutos previos al descanso, el Real Madrid ganó presencia en el partido o, al menos, no se vio tan desprotegido. Tras el paso por los vestuarios, Ancelotti dio entrada a Jesé en lugar de Khedira y el Madrid fue más incisivo, aunque los síntomas positivos duraron bien poco. Lo que tardó Griezmann en reengancharse al partido. El francés es uno de los futbolistas más determinantes de la competición y, como todo el Atleti, salió victorioso de las disputas. Ha sabido reciclarse en el equipo de Simeone: ha atendido a sus consejos y trabaja en la recuperación, está atento a la presión y se mantiene fresco para hacer daño. Estuvo veloz en la conducción, desequilibrante en el regate y acertado en la ejecución. Dribló a media defensa del Madrid y lanzó al Atlético a la carrera, con la habilidad de un extremo y la imaginación de un enganche. De sus botas llegó el tercer gol del Atleti, pero antes había conducido una jugada rápida de su equipo, había rematado un centro de Juanfran y había ejecutado una preciosa chilena que rozó el travesaño de Casillas. En el siguiente intento, Arda Turan sirvió un balón desde el pico del área, Saúl lo rescató para Griezmann y el francés culminó la jugada, anticipándose a Varane (3-0). En ese lance tuvo que ser sustituido Saúl, una de las claves del equipo rojiblanco. El joven futbolista abandonó el terreno con molestias en la rodilla, con el premio de la ovación de su público.

El tercer gol afectó al Madrid, que ya no albergó ninguna esperanza. El Atlético siguió llevando el dominio del juego, combinó con precisión y encontró las debilidades blancas, demasiado a flor de piel en el Calderón. El gol de Mandzukic premió el gran partido del delantero croata, que se fajó con los centrales en un duelo intenso, presionó a Kroos en la salida de balón y allanó el camino del gol. El cuarto tanto llegó tras una asistencia de Torres, que salió por Griezmann, y el remate de Mario Mandzukic redondeó una tarde histórica para el Atlético (4-0).

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El conjunto de Simeone afrontaba el partido en medio del debate de la dureza de su juego. Pues bien, respondió el Atlético con un fútbol académico, veloz y limpio, sin rastro de violencia ni indicios de malos modos. El Atlético le dio una lección a un Madrid apagado, que ha perdido frescura desde las navidades. Fue el triunfo de un equipo solidario que mostró más corazón y más fútbol que los blancos. Enseñó, además, que su juego se sustenta en su identidad: es un equipo intenso, trabajador, aguerrido que sabe a lo que juega y que también sabe jugar. El equipo de Ancelotti quedó retratado en el duelo del Calderón y pasó de la impotencia a la desidia con preocupante facilidad. No tuvo claro a lo que jugaba y la pelota le duró un suspiro. El Madrid debe analizar su hoja de ruta y valorar las razones por las que, una vez más, se quedó sin armas para contrarrestar el empuje atlético ni pólvora para inquietar a Moyá.
El Atlético está haciendo pagar la osadía del Bernabéu: el Madrid no sólo ha encontrado un rival digno, ha descubierto a su antídoto.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1, 2 y 3: http://www.as.com

LAS TÁCTICAS DEL AJEDREZ

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En el derbi madrileño, como en cada partido, cobra importancia la lucha entre dos equipos con planteamientos diferentes. Se espera un gran duelo táctico entre dos entrenadores, que a fuerza de enfrentarse, parecen conocer hasta el último lunar de sus rivales.

La gran virtud de Simeone ha sido dotar de una identidad innegociable a su equipo. El equipo sabe a lo que juega y cree en ello sin titubeos: “No sabemos jugar de otra manera. No lo vamos a cambiar porque somos un equipo intenso”. La otra ha sido ganarle al Madrid, en la pizarra y en el campo. Salvo en la eliminatoria de Copa del Rey del año pasado (en la que a Simeone le sorprendió el despliegue de Di María como volante y el Madrid venció con claridad) el técnico argentino le ha ganado la partida al italiano con claridad. En los últimos derbis madrileños, más allá de quien haya ganado, se ha jugado a lo que al Atlético más le interesaba.[1]

Simeone sabe que el mayor peligro del Madrid son sus transiciones rápidas, esas aceleraciones en las que sorprende al rival desguarnecido y lo aniquila con suma facilidad. Por eso su planteamiento pasa por construir un equipo compacto, con una línea defensiva sólida (Miranda y Godín) y muchos jugadores por detrás del balón. Un grupo que se sepa replegar con velocidad y fuerce al Madrid al ataque posicional. El técnico argentino pretende jugar un partido cerrado, en el que se pelee cada metro en la disputa, para tapar líneas de pase y lanzar las contras con Griezmann. Los mismos espacios que quiere facilitar para el francés, se los quiere privar a Bale y Cristiano, dos velocistas que a la carrera resultan imparables. El Atlético procurará atacar al Madrid en las asociaciones de Koke, Arda y Griezmann (mucho más importantes de lo que la prensa destaca), en el juego a balón parado y en el remate de Mandzukic. El croata será también fundamental: debe dar aire a los compañeros y encontrar la opción de pase en ataques con pocos efectivos.

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Ancelotti por su parte prefiere un intercambio de golpes. Sabe que si su equipo encuentra metros para correr, el Atlético estará expuesto en defensa y será más vulnerable. El Madrid de este año puede jugar un fútbol más asociativo pero nunca pierde de vista el marco rival. No le gustan las posesiones intrascendentes y el equipo prefiere ser vertical a ser metódico. Durante un tiempo la idea que Ancelotti fomentaba surtió efecto: el Madrid consiguió realizar un fútbol vistoso y efectivo, lleno de imaginación y de pegada. Sin embargo poco a poco fue perdiendo el brillo y se convenció de que el fútbol vertiginoso de sus delanteros daba los mismos resultados que un modo de juego más aseado. El Madrid no parece sentirse tan cómodo en ataque estático, con sus rivales replegados en campo rival, como cuando tiene vía libre para correr. Entre otras cosas porque ha perdido algunos futbolistas capaces de encontrar líneas de pase en espacios reducidos (Modric, James). Y sólo Isco y Benzema parecen lo suficientemente creativos para descomponer a defensas bien plantadas, en asociaciones luminosas.

Si al Atlético le interesa un partido trabado, al Madrid le beneficia todo lo contrario: el juego a quemarropa, con pocas interrupciones, un tipo de partido en el que los fondistas atléticos se queden sin aliento.

Asistiremos a la batalla táctica por antonomasia: el Madrid, con una de las mejores delanteras del mundo, quiere correr, y el Atlético, con la defensa más poderosa de la liga, prefiere competir. Preguntado por las bajas del Madrid, Simeone advierte: “No pensamos en las bajas del rival. Sí de qué manera llevar el partido a donde nos interesa”, y Ancelotti confirma: “Hay que tener coraje de hacer lo máximo para jugar como tú quieres”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] No hay que olvidar que la victoria del Madrid en la final de Lisboa se produjo con un gol agónico de Sergio Ramos en el minuto 94 y que el Madrid sólo se sintió cómodo en la prórroga, cuando su rival se había desfondado