EL BARCELONA DE MESSI TUMBA A UN BUEN ARSENAL

El Barcelona venció al Arsenal (0-2) en el Emirates Stadium, en la ida de los octavos de final de la Champions League. El partido fue un bonito duelo entre dos equipos que poseen similitudes en su discurso. Messi, verdugo habitual del Arsenal, decidió el encuentro con dos fogonazos de genialidad. En el primer tanto culminó una brillante jugada del tridente y en el segundo espantó sus miedos desde los once metros. El Arsenal lo hizo casi todo bien en su estadio, pero se topó con Ter Stegen en dos acciones decisivas y acabó penalizado por su inocencia en las áreas. El equipo de Wenger sigue en busca de su consagración en Europa, entre otras cosas porque el sorteo siempre le depara malas noticias en las primeras eliminatorias. De nuevo, el Barcelona de Messi interrumpió su sueño en la Champions League.

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El Arsenal preparó el partido con el cuidado de quien medita su venganza. El Emirates Stadium transmitía esa voluntad con su rugido, el mejor aliento posible para un equipo que lleva más de veinte años sin conquistar un título europeo. Durante algunos minutos, sirvió para que el plan del partido se ajustara más al que había preparado Wenger que al que prefería Luis Enrique. El Barça intercalaba pases en su propio terreno, cerrado por la presión de su rival, y el Arsenal se desplegaba a partir de Özil, siempre dispuesto a lanzar la carrera de Alexis y Oxlade-Chamberlain. El alemán vive una de sus mejores temporadas y destacó en la suerte que mejor maneja, la del último pase. En los primeros veinte minutos, Ramsey se acercaba a posiciones de disparo, Alexis Sánchez intimidaba con su eslalon desordenado y Giroud amenazaba más en las segundas jugadas que en el remate. El balón era del Barça, pero el peligro lo generaba el Arsenal. Si alguna vez temió por el resultado el Barcelona, fue cuando Busquets sufrió un golpe en su rodilla. Nadie duda ya que el mediocentro de Badía es una pieza elemental en el esquema de Luis Enrique, a veces tan importante como Iniesta o casi cualquiera de los tres delanteros. Y en los minutos de mayores molestias de Busquets, el Arsenal organizó un ataque que pudo cambiar el destino de la eliminatoria. Bellerín, un lateral estupendo, centró desde el costado derecho y el balón quedó muerto en el área pequeña. Oxlade-Chamberlain ni siquiera lo esperaba y remató con inocencia. Ter Stegen, elástico y decisivo siempre que se le exigió, detuvo su disparo.

Salvo en esa ocasión de Chamberlain, el equipo de Luis Enrique no sufría en exceso, acostumbrado como está a gestionar los arrebatos de su rival en los inicios. El Barça tiene una cualidad que le permite reconducir los partidos a su gusto: la paciencia. Pasados los primeros veinte minutos, tranquilizó el duelo a través de la posesión. Busquets mostró signos de su recuperación, Iniesta empezó a impartir su cátedra y Messi, Neymar y Suárez (hasta ese momento prácticamente inéditos) le tomaron el pulso al partido. Hasta el descanso, el Barça encontró los primeros agujeros en el Arsenal, que sufre cuando tiene que correr sin balón. Al equipo de Wenger, como ocurriría luego en el global del partido, se le hizo largo el primer tiempo y falló pases que solo se justifican con el agotamiento físico. El Barça fue muy superior en ese tramo: cerró el primer acto en el área de Cech y pudo adelantarse en el marcador en dos acciones protagonizadas por Luis Suárez. En la primera, se quedó a medias entre el remate y el pase a Messi. En la segunda, no atinó a culminar un centro preciso de Dani Alves, que había sido habilitado por Busquets.

Tras el descanso, el Barça disfrutó de algunas ocasiones para encarrilar la eliminatoria. No acertó Neymar en el mano a mano y tampoco se decidió Suárez, que cruzó el balón en exceso. El Barça esperaba a Messi, que todavía no había marcado en el Emirates Stadium. El 10 sigue en busca de la explosividad previa a su lesión, pero siempre está presente en las grandes noches; ya sea como arquitecto del juego o como brazo ejecutor. Solventa los partidos con la frialdad de un asesino a sueldo, que realiza su labor de un modo rutinario, sin ni siquiera tener nada en contra de sus víctimas. Ayer eligió batir por primera vez a Cech ante una afición que guardaba un recuerdo terrorífico del argentino, autor de dos de sus mejores partidos frente al Arsenal. Durante muchos minutos, el Emirates Stadium celebró las jugadas en las que Messi no conseguía progresar, con la alegría de quien se libra de un fantasma del pasado. Toda una temeridad frente al 10, que posee mil vidas en los partidos.

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Curiosamente en los minutos que precedieron al gol de Messi, el Arsenal se acercó más que nunca al área de Ter Stegen. Özil y Alexis volvieron a crecer en el partido y el equipo de Wenger movió el balón con sentido. Cuando ambos equipos intercambiaban golpes, el Arsenal dispuso de su mejor oportunidad. Monreal llegó a línea de fondo y centró para Giroud. El delantero francés le ganó la partida a Mascherano y remató con todo a favor. El gol parecía cantado pero Ter Stegen mostró su flexibilidad y sus reflejos en una parada determinante en la eliminatoria.

Quitarle el balón al Barcelona parece la mejor fórmula para desconectar a su temible delantera. Pero no hay certezas ante el equipo de Luis Enrique, capaz de cambiar de registro durante los partidos. Si el Barcelona había fallado claras ocasiones en el juego de posición, el tridente fue letal en el primer contragolpe que disfrutó. Fueron 16 segundos llenos de belleza. Iniesta convirtió un mero despeje en una gran solución. Neymar limpió la jugada con una pared sobre Suárez. Tras combinar, el brasileño pudo correr todos los metros que el Arsenal y Bellerín le habían negado durante el partido. Cuando dividió a la defensa, cedió para Messi, que había acompañado la jugada desde el otro costado. El balón quedó perfecto para el remate y Cech cerró los espacios. Cuando esperaba un disparo al primer toque, Messi sorprendió con un bonito control, que tumbó al portero checo. Con Cech ya batido, el argentino lanzó un beso a la red (0-1).

Tras el gol, el Barcelona convirtió el partido en un rondo que desmoralizó al Arsenal. Cansado y herido por la derrota, el equipo de Arsene Wenger no volvió a poner a prueba a Ter Stegen. En los minutos finales el equipo de Luis Enrique pudo firmar el segundo en botas de Suárez o de Neymar, que no acertaron a finalizar los servicios de Messi. En la última media hora, el 10 acampó en la posición del enganche y mezcló con Iniesta y Busquets, capaces de conducir el juego blaugrana con un equilibrio perfecto entre el pragmatismo y la sutileza. En el último tramo, Messi cayó en el área tras chocar con Flamini, que no midió su entrada. El penalti lo lanzó el argentino, que guardaba en su recuerdo el fallo ante Cech en las semifinales de 2012. Esta vez, batió al portero checo y firmó un resultado que acerca al Barcelona a los cuartos de final (0-2).

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No hubo consuelo para el Arsenal, que realizó un buen partido frente al Barcelona. A la espera de la vuelta en el Camp Nou, otra vez puede quedar lejos de las rondas decisivas de la competición. El Barcelona fue superior a su rival y logró un buen resultado en el primer gran duelo de la Champions League. Es un equipo cada vez más fiable, capaz de vencer en los campos más complicados, con tramos de brillantez y momentos de sufrimiento. Una nueva virtud del Barça de Luis Enrique, que sigue entregado a la sonrisa de su tridente.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: El País. Toby Melville (Reuters). Foto 2: El País. Adrian Dennis (AFP). Foto 3: El País. Dylan Martinez (Reuters).

EL LEICESTER Y LA MAGIA DE LO IMPREVISTO

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Con menor frecuencia de la que nos gustaría, el fútbol nos recuerda que es un espectáculo difícil de predecir. Cuando el balón empieza a rodar en septiembre cualquier aficionado puede, más o menos, anticipar lo que sucederá en el desarrollo de la temporada. Si hace una lista de cuatro candidatos para ganar cada una de las ligas más importantes, rara vez se equivocará. Seguramente, uno de esos cuatro equipos acabará alzando el título en verano. Los partidos se alimentan de momentos imprevistos, y pueden generar sorpresas con relativa facilidad, pero el curso de las temporadas suele tener un desenlace más o menos medido. Es uno de los fundamentos básicos del fútbol moderno: el interés está en ver cómo se narra esta vez un cuento similar al que ya se ha contado. Nos interesa saber si el Atlético le podrá pelear la liga al Barça y Madrid, si el Dortmund podrá acercarse al todopoderoso Bayern, si alguien le aguantará el pulso a la Juventus (ya sea la Roma, el Nápoles o el Inter) o si el PSG tendrá alguna dificultad para ganar la Ligue 1.

Afortunadamente, cada cierto tiempo, el fútbol nos reserva una bonita sorpresa. Y ninguna competición fomenta esa posibilidad como la Premier League, la liga más seguida del mundo y, al mismo tiempo, la más impredecible. En Inglaterra se equilibran los repartos de derechos televisivos, muchos clubes han sido relanzados por millonarios y los estadios se llenan cada domingo[1]. Cualquier club de mitad de tabla puede realizar una mayor inversión en fichajes que un aspirante a Champions en la liga española. Los partidos no tienen la calidad técnica del fútbol español, pero poseen una atmósfera especial. Es un juego más rudo, quizá más primitivo, pero que posee más emoción y una mayor vinculación con los orígenes del deporte. Además, se aprecia que las diferencias entre los equipos son menores y, como consecuencia, se producen más alternancias en el marcador. Es un fútbol más dinámico, lleno de idas y venidas, en el que se percibe la voluntad de conquistar los espacios.

En la Premier, es más frecuente que haya dos goles en un mismo descuento o que los grandes[2] pierdan puntos frente al colista. En España, resulta más fácil ver a un equipo triangular en espacios reducidos o que los equipos opten a los títulos continentales. Quizá por estas razones, la Liga envidia a la Premier como producto televisivo y en Inglaterra se admira el fútbol coral de los españoles y su prestigio en Europa.

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En ese contexto se ha producido el fenómeno del Leicester City, una de las historias más especiales del fútbol reciente. La ciudad, de 300.000 habitantes, vive pendiente de los triunfos de su club. Tras derrotar al Manchester City en su propio estadio (1-3) es líder en solitario, con cinco puntos de ventaja sobre sus perseguidores: el Tottenham y el Arsenal. Tienen a su favor el público neutral de las islas, que ven el crecimiento de Leicester como un acontecimiento de otro tiempo. Especialmente si se observa el recorrido del equipo, propiedad desde 2010 de Vichai Srivaddhanaprabha, un magnate tailandés que hizo fortuna con la empresa Power Group. El Leicester jugaba hace dos temporadas en la First Division y el año pasado sufrió hasta las últimas jornadas para mantenerse en la Premier League. Ahora, el equipo vuela a las órdenes de Ranieri, un entrenador que parecía olvidado en el fútbol de alto nivel. El italiano, bien aconsejado por los ojeadores y directivos del club, es el portavoz del sueño de la ciudad. El Leicester, como su técnico, busca llenar su vitrina con un trofeo que nunca ha levantado.

Quizá el mejor reflejo del año del Leicester es Jamie Vardy, un delantero atípico y veloz; lunático e incomprendido al mismo tiempo. Hace cinco años,  se conformaba con jugar en un equipo de séptima división y alternar los entrenamientos con media jornada en una fábrica de productos de rehabilitación (muletas, sillas de ruedas, etc). Ahora, es el goleador del gran aspirante del fútbol inglés. Probablemente no lo sería si no compartiera plantilla con Riyad Mahrez, hasta el momento el mejor futbolista de la competición. El argelino es el producto más visible de la acertada labor de los cazatalentos del Leicester. Fichado por medio millón de euros, procedente del modesto Le Havre francés, Mahrez es ahora uno de los jugadores más cotizados de la Premier League. Frente al Manchester City dejó su sello en una gran acción individual, en la jugada del 0-2, que alejó al equipo de Pellegrini del título. Mahrez posee una magia singular, un don especial que se manifiesta en las grandes ocasiones.

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Mahrez proporciona los instantes de fantasía en un equipo rocoso y bien trabajado, construido a gusto de Ranieri. Okazaki alterna el trabajo con la llegada al área, Albrighton profundiza, N´Kate se desfonda en la recuperación y Drinkwater equilibra el juego. En defensa destacan dos centrales veteranos con gran recorrido en la Premier: Robert Huth, que marcó dos goles en el Etihad Stadium (en dos acciones a balón parado), y Wes Morgan, más rápido que su compañero de zaga. La portería la protege Kasper Schmeichel, que ha heredado los reflejos y el carácter de su padre, el legendario portero del Manchester United. En el banquillo esperan su oportunidad algunas buenas piezas de refresco como Ulloa, Inler o Dyer.

Ranieri, más allá de elogiar los goles de Vardy y el talento de Marhez, señala que la clave del Leicester reside en la fuerza del grupo, que practica un fútbol solidario y veloz. Ese entusiasmo colectivo, que rejuvenece al deporte y a la Premier, les ha llevado a vivir una historia tan bonita como inesperada.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: The Sun. Foto 2: Daily Mirror. Foto 3: Daily Mail.

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[1] Estadios llenos. Esta virtud, una de las grandes señas de identidad del fútbol inglés, puede cambiar en los próximos años, debido al aumento del precio de los abonos. El pasado fin de semana, los aficionados de Anfield encabezaron una protesta que tuvo una gran repercusión mediática. En los últimos minutos, los seguidores del Liverpool vaciaron la emblemática grada de The Kop. La protesta no solo tuvo valor simbólico. El equipo de Jürgen Klopp ganaba 2-0 y el Sunderland acabó empatando el partido en el tramo final.

[2] El declive de los grandes. Probablemente una de las razones que permiten la explosión del Leicester es que ninguno de los grandes de Inglaterra viven su mejor momento. El Arsenal se mantiene en la pugna con el Tottenham por el segundo puesto y amenaza la posición del líder, pero es un equipo ciclotímico, capaz de practicar el mejor fútbol de la competición una jornada y de apagarse en la siguiente. Tampoco parece mostrar una gran continuidad el Manchester City, que fue derrotado por el Leicester el pasado fin de semana. Su proyecto deportivo sigue teniendo un gran presupuesto, pero le falta solidez argumental. Nadie parece contar ya con el United de Van Gaal o con el Liverpool de Klopp. Y menos opciones tiene el Chelsea, al que Mourinho dejó en posiciones de descenso. Su recuperación con Hidink en el banquillo le permite, como mucho, creer en la posibilidad de entrar en Europa.

Uno de los grandes argumentos del Leicester es que ha sido capaz de batir con autoridad a equipos de gran prestigio: venció al Chelsea en la primera vuelta y, en los últimos dos partidos, derrotó al Liverpool y Manchester City. Este domingo visitará el Emirates Stadium en un duelo decisivo.

Pese a la alegría que genera el liderato del Leicester, es lógico pensar que el Arsenal, City y Tottenham (que está siendo más constante que nunca) disputarán la liga hasta la última jornada. Mientras tanto, el Leicester seguirá desafiando a la razón con un relato absolutamente imprevisto.

UN REBELDE DE IDA Y VUELTA

jose-antonio-reyes-sevilla-standard-liege-europa-league_1cqnj6avbm6p41mitj5c77al2z «Me fui llorando y vengo con una sonrisa de oreja a oreja. Es uno de los días más felices de mi vida. Espero devolver en el campo todo el apoyo y la confianza que siempre me ha dado la afición sevillista, y que me han demostrado incluso cuando he venido con otros clubes. Con el equipo que tenemos todo es posible y como sevillista nada habría mejor que ganar títulos en mi casa. Vengo con más ilusión de la que tenía cuando me fui».

José Antonio Reyes (Utrera, Sevilla, 1983) pronunció este discurso cuando regresó al Sevilla, procedente del Atlético de Madrid. Su carrera deportiva ha tenido demasiados altibajos pero parece haber reencontrado la felicidad en el club de su vida. Sobre él siempre ha planeado la sospecha: su zurda le ha proporcionado grandes momentos y su poca seriedad le ha llevado, en ocasiones, a ser un futbolista inconstante, que ha ocupado con frecuencia el banquillo de sus equipos. Esta temporada se siente importante en el Sevilla, donde ha encontrado su lugar en la rotación de Emery, que administra los minutos de una plantilla amplía y con múltiples variantes.

Reyes, a pesar de ser un jugador irregular, es uno de los ídolos de la afición sevillista. No en vano es, con Sergio Ramos y Jesús Navas, uno de los grandes exponentes de la cantera hispalense en los últimos diez años. Reyes es el único de los tres que ha vuelto a jugar en el equipo en que se formó y la hinchada mantiene su admiración por el zurdo [1]. El Sánchez Pizjuán recuerda con nostalgia los días en que Reyes era la promesa del Sevilla, y quizá por ello le perdona en sus malas rachas. El utrerano era un chico de orígenes humildes, de etnía gitana, al que apodaron La Perla. Llegó al Sevilla a los 12 años y progresó con descaro en su cantera. Su talento llamó tanto la atención que Reyes ni siquiera pasó por el equipo juvenil en su etapa de formación. A los 16 años, debutó con el Sevilla en Primera división, en la temporada 1999-2000, cuando el equipo de su ciudad ya estaba sentenciado al descenso. En su regreso a Primera, un año más tarde, Reyes se convirtió en el futbolista más joven en marcar en la Liga [2].

1325246880_extras_albumes_0 En sus siguientes dos años firmó sus mejores momentos con la camiseta del Sevilla y despertó la ilusión del Pizjuán. Tras dos buenas campañas en Nervión, Arsene Wenger pagó 30 millones de euros y se lo llevó al Arsenal en 2004. Era el mejor momento de aquel equipo- llegó a conquistar una Premier League tras permanecer un año invicto- y del incuestionable rey de Highbury: Thierry Henry. Reyes se acopló al equipo, especialmente en su llegada a Londres, cuando firmó siete goles en sus primeras siete actuaciones. Pero pese a sus buenos minutos sobre el césped, Reyes nunca se integró en la vida social londinense y añoró pronto el sol del Mediterráneo. El utrerano consiguió una Premier League, una FA Cup y una Community Shield, pero aprovechó la oferta del Real Madrid para regresar a España.

En el Real Madrid nunca se consolidó como titular, pero protagonizó buenos momentos. Especialmente decisiva fue su participación en la Liga de 2007, que venció el equipo de Fabio Capello. Y el utrerano guarda un buen recuerdo de sus duelos frente al Mallorca de esa temporada. En las Islas Baleares, en el encuentro de la primera vuelta, el Madrid estaba en plena crisis institucional y de resultados. Una derrota suponía que el Barcelona de Rikjaard se alejara definitivamente en la carrera por el título y el Madrid estaba jugando un partido francamente malo. En la segunda mitad, Reyes creció en el encuentro y dispuso de una falta al borde del área. Su disparo, después de evitar la barrera, se coló en las redes del Mallorca y el Madrid no perdió la estela del Barcelona. El equipo de Capello le fue comiendo terreno al Barça de Ronaldinho y el calendario quiso que el Madrid dispusiera de la oportunidad de ser campeón en la última jornada, ante el Mallorca. El Barcelona había dejado escapar una amplia ventaja –fue la liga del gol de Tamudo en el Camp Nou- y prácticamente dio el título por perdido antes del partido en el Bernabéu. El Mallorca vendió cara su derrota y se adelantó en el marcador. Pero tras el descanso, José Antonio Reyes sustituyó a Beckham y al poco de entrar en el campo firmó el gol del empate. Diarra puso al Madrid por delante y en el minuto 82 Reyes orientó el balón en el balcón del área y ejecutó un disparo precioso e inapelable. El segundo gol de Reyes sentenció el partido y le dio al Real Madrid el título de liga, en la mejor noche del utrerano en el Bernabéu.

15155_g Pese a que fue decisivo en el título de liga, el Madrid prescindió del utrerano al acabar la temporada. Reyes, en un gesto hacia la directiva blanca, fichó por el rival de su ciudad: el Atlético de Madrid. Vivió dos etapas en el Atlético y convenció en la segunda, tras su cesión al Benfica. El Atlético ganó la Europa League a las órdenes de Quique Sánchez Flores y Reyes fue importante. Llegó a conquistar a una grada que fue dura con él por su pasado madridista [3], especialmente durante su primera e intrascendente etapa de rojiblanco. Pero como casi todo en la carrera de Reyes, su esplendor duró más bien poco. La siguiente temporada se peleó con su entrenador, Gregorio Manzano, y el técnico le envió a Sevilla, cumpliendo el deseo del jugador.

Regreso al Sevilla.

Su vuelta al Sevilla generó una gran ilusión en la afición. Durante los primeros meses al zurdo le costó adaptarse al nuevo Sevilla, un equipo que, en ausencia de Reyes, había abandonado los puestos de descenso para codearse con los grandes de España y se había encumbrado en la Europa League- o en su predecesora, la Uefa Cup-. Precisamente con esa competición el club andaluz y Reyes mantienen un bonito idilio. Como se mostró la pasada campaña, en la que el Sevilla consiguió el trofeo, tras derrotar al Benfica en la tanda de penaltis. Reyes no ocultó su felicidad tras el partido y logró, por fin, un título con el equipo de su ciudad, el objetivo con el que regresó.

Su integración en el equipo ha sido gradual y ha firmado grandes postales en su regreso. Como en el derbi ante el Betis de 2012, en el que Reyes firmó un partido impecable y marcó dos de los cinco goles que el Sevilla le endosó a su eterno rival. Esta temporada ha recuperado la confianza y juega su mejor fútbol en años, aunque alterna el banquillo con la titularidad. Ahora cae al costado derecho y desde ahí desborda, crea juego y nutre el instinto de los delanteros del Sevilla: Bacca, Gameiro y, ahora, Iborra. Reyes ha asumido el rol de capitán y, cuando dispone de minutos, muestra su calidad en cada finta y su comunión con una grada especial. Emery ha elogiado su implicación en alguna ocasión, pero se rumorea que no cuenta con él para el próximo año. Reyes mantiene el silencio y pretende convencer a su entrenador en el tramo final de la temporada, una vez que se ha recuperado de su última lesión muscular.

sevfeyenoord8 Reyes es de esos futbolistas a los su entrenador quiere estrangular y abrazar en la misma jugada. Posee una facilidad natural para el desborde, pero casi a la par que un regate o una asistencia, Reyes puede protagonizar actos de indisciplina o una pérdida de balón comprometida. Es un futbolista que nunca ha hecho nada por domesticar su juego, y ha tenido problemas casi en cada equipo en el que ha jugado. Especialmente ante entrenadores que pretenden sacrificar sus virtudes en beneficio del colectivo. El 10 del Sevilla disfruta del fútbol casi por instinto, con la alegría y la inconsciencia de la infancia (a pesar de que ya es un veterano de 31 años). Su nivel físico ha bajado y sufre más lesiones musculares a lo largo de la temporada, que condicionan su regularidad. Ya no aguanta el ritmo de los partidos y se pierde en las segundas partes. Pero de vez en cuando enciende el Sánchez Pizjuán con un bonito regate, una asistencia de gol o una jugada personal.

El pasado martes, Emery le dio la oportunidad a Reyes en el ciudad de Levante. El de Utrera firmó un gran partido, en el que asistió a Gameiro en el primer gol y marcó el segundo, su único gol de la temporada en liga (ha marcado otro en Copa). Su sonrisa al acabar el encuentro refleja la alegría de un equipo que ha reconstruido su plantilla y afronta el futuro con ilusión. El Sevilla sigue en plena pelea por entrar en Champions y mantiene sus opciones en la Europa League, la competición que le ha situado en la élite del fútbol.

El Sevilla afronta un duelo decisivo para medir sus aspiraciones, ante el Barcelona de Luis Enrique. La gran asignatura pendiente del conjunto de Emery es derrotar a los rivales de mayor entidad de la liga, ante los que ha fallado en lo que va de temporada. Seguramente, Emery prescinda de Reyes o Denis Suárez para fomentar el juego sólido y más fiable de M´bia, Iborra o Krychowiak. El Sevilla apostará por un fútbol físico y de gran pegada para contrarrestar al Barcelona, que se juega sus opciones ligueras frente al cuarto clasificado. En el Sánchez Pizjuán, sin embargo, les gustaría que Emery le dé minutos a La Perla. La grada de Nervión siempre espera un fogonazo de Reyes, el guardián del talento en Sevilla.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] Una prueba de la sintonía entre Reyes y su afición es que la grada le ha perdonado una foto de su adolescencia, en la que aparece vestido con la camiseta del Betis. Y eso en Sevilla, es mucho perdonar…

[2]  El título de jugador más joven que logró Reyes en 2000 lo alcanzaron otros futbolistas importantes. Messi, Bojan o Muniaín ostentaron un récord que actualmente está en poder de Fabrice, que lo batió con el Málaga en 2012, cuando tenía 16 años y 98 días. Otro de los grandes logros de la carrera de Reyes es que es el primer jugador español en ganar la Premier League.

[3]  La afición rojiblanca no le perdonó en su presentación que hubiera fichado por el Real Madrid, especialmente porque meses antes había firmado un precontrato con el equipo colchonero.

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Foto 1: goal.com. Foto 2: marca.com. Foto 3: elperiodicoextremadura.com Foto 4: deportesevilla.tv

CASA DE CITAS DE GEORGE BEST

98003603_a_352699b George Best (Belfast, 1946 – Londres, 2005) fue un futbolista genial y único, que dejó un gran legado en el campo y ante los micrófonos. Algunos de sus rivales describieron el juego de Best a través de anécdotas. Graham Williams, defensa del Tottenham Hospur, le dijo a Best en medio de un partido: “Así que este eres tú, ¿eh? He jugado contra ti tres veces y todo lo que había visto de ti era tu culo”. Su compañero en el United, Dennis Law le definió como “el jugador con más talento que he visto en un campo de fútbol”.

Best fue protagonista en los grandes partidos de la Premier. Sus choques contra el Liverpool, el Arsenal o el Chelsea tenían un interés especial. Frente a los blues mantenía un intenso duelo con el perro de presa Ron “Choper” Harris: “Siempre me encargaban la tarea de marcar a George, aunque nunca tuve mucho éxito”. Harris se acuerda especialmente de un partido en el que George Best les marcó el gol del triunfo en un rápido contragolpe. En aquella jugada Harris le dio una patada que puso en peligro el tobillo de Best. Pero Best aguantó el golpe y, tras sortear al portero, marcó el gol decisivo. Desde un estudio de la BBC, el defensa concluye su anécdota: “es el mejor jugador al que tuve que defender en mis 21 años de carrera”.

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El entrenador que le hizo debutar, sir Matt Busby, relativizó la temprana afición de Best por la noche: “En efecto tuvimos algunos problemas con el pequeño individuo, aunque prefiero recordar al genio”. Y profundizó en las virtudes de su juego: “Era capaz de usar los dos pies, e incluso a veces parecía que tuviera seis”. Quienes más sufrieron la espiral autodestructiva del extremo de Belfast fueron sus mujeres. La primera, Angela MacDonald-James, explicó la razón por la que Best no acudía a muchos entrenamientos: “Cada noche se bebe dos botellas de champán con vodka y por la mañana es imposible levantarle para que vaya a entrenar”. Su segunda esposa, Alex Pursey, calibró la decadencia del quinto Beatle: “cuando está borracho, George es el más deplorable, burro e ignorante pedazo de mierda que he visto”.

Sin embargo, nadie habló mejor de él que el propio George Best. No siempre tuvo acierto ni razón en lo que decía, ni siquiera sentido de la realidad o de su propia destrucción. Pero resumió su modo de vida en declaraciones llenas de ingenio que figuran en la memoria colectiva. Algunas reflejan un ideal hedonista: “He gastado mucho dinero en mujeres, alcohol y coches. El resto lo malgasté”. Otras muestran que el extremo tenía un buen concepto de sí mismo: “Si yo hubiese nacido feo, no hubierais oído hablar de Pelé”. Otras son simples frases en las que Best se sirve de un gran sentido del humor: “Un equipo norteamericano me hizo una oferta: ‘Te pagaremos 20.000 dólares el primer año y 30.000 el segundo’. Yo les respondí: ‘de acuerdo, firmaré el año que viene’”.

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Algunas de sus citas más célebres mezclan las grandes pasiones de Best fuera de los terrenos de juego: “En 1969 dejé las mujeres y el alcohol; fueron los peores 20 minutos de mi vida”. En otras repasó sus aventuras con las modelos, una de sus debilidades más famosas: “Hace años dije que si me daban a elegir entre marcar un golazo al Liverpool o acostarme con Miss Universo, iba a tener una difícil elección. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer ambas cosas”. “Dicen que me acosté con siete Miss Universo. No lo hice. Fueron solo cuatro. No me presentaron a las otras tres.” O su variante: “La prensa es muy mentirosa. Dicen que me he acostado con 200 mujeres, pero solo fueron 100”.

best drinking Algunas de sus declaraciones son una exhibición velada de su propio alcoholismo, siempre desde un punto de vista divertido e irónico: “Nunca me levantaba por la mañana con la intención de emborracharme, simplemente sucedía”.

“He dejado de beber… pero solo cuando duermo”.

“Tuve una casa junto al mar, pero para ir a la playa tenía que pasar por delante de un bar. Nunca me bañé”.

“Cada vez que entro a un sitio, hay setenta personas que quieren invitarme a beber y yo no sé decir que no”.

En una entrevista en la televisión nacional, Best descartó algunas posibilidades de tratamiento: “Podría ir a Alcohólicos Anónimos, pero creo que sería difícil para mí permanecer en el anonimato. (…) Si les dijese a los alcohólicos: ‘Hola me llamó George y tengo un problema con el alcohol’ me responderían: ‘Si, ya lo sabemos’ ”. Acto seguido profundizó y contó una anécdota de sus visitas a la asociación: “Fui una vez a Alcohólicos Anónimos. Me encontré a un viejo amigo y acabamos brindando por la ocasión”. En la siguiente respuesta George contestó con mayor seriedad: “No tengo nada en contra de Alcohólicos Anónimos, creo que a mucha gente le ha ayudado a dejar la bebida. Solo que no funcionó conmigo”. article-2255603-01D0581C00000578-280_634x547 El genial jugador también dedicaba declaraciones a aquellos a los que la prensa situaba como sus sucesores. Sobre David Beckham comentó: “No chuta con la izquierda, no marca muchos goles, no cabecea ni roba… Aparte de eso, está bien”. Con Paul Gascoigne tuvo una relación especial. Su talento y su afición por la bebida le situaban como el heredero natural de George Best en el fútbol británico. Al comienzo de su carrera a Best le pidieron que aconsejara a Gascoigne. Best respondió con la ironía que le caracterizaba: “Que no beba, que no haga el amor con mujeres y que no disfrute de su vida”. Instantes más tarde, Best se puso serio: “Creo que no soy quién para dar consejos a nadie (…). Solo espero que sepa soportar la presión de los medios y que no le destroce como me destrozó a mí”. Años más tarde, cuando compararon sus carreras, Best concluyó: “No me llega ni a la suela de la botella”. Best habló de Wayne Rooney en plena retransmisión de un partido para Sky Sports: “¿Rooney tan bueno como yo? ¡Qué tontería!”. La única comparación que fue bien recibida por Best fue la de Cristiano Ronaldo: “Ha habido unos cuantos jugadores en estos años a los que se ha llamado el nuevo George Best. Pero con Cristiano Ronaldo, por primera vez, es un halago para mí”.

article-2328969-039023950000044D-144_634x376 Best supo ser un gran crítico de sí mismo: “Estaba enfermo y yo era el único que no lo veía. Nací con un gran don, y eso en ocasiones genera una vena destructiva. Igual que yo quería superar a todo el mundo cuando jugaba, tenía que hacerlo también cuando estaba en la ciudad”. Protagonizó una famosa campaña publicitaria para News of the world en la víspera de su fallecimiento: el periódico publicó una foto con el lema “Don´t die like me” (No muera como yo). A pesar de eso, su único remordimiento, según declaró en 1981, no tenía nada que ver con sus excesos: “Tiré un penalti contra el Chelsea en 1971 y el hijo de puta de Peter Bonetti me lo paró. Ojalá se lo hubiera tirado por el otro lado”. Al fin y al cabo, Best había logrado su gran objetivo: “Mi mayor meta es que mi padre pensara que fui el mejor y lo piensa”.

Meses antes de morir concedió una entrevista a una radio irlandesa. En ella le preguntaron cuál era la clave para batir a grandes porteros como Gordon Banks, al que le marcó un célebre gol en Wembley. Con evidentes signos de enfermedad, George Best respondió: “El secreto es que era más rápido que él. Y lo sigo siendo”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: The Times.  Foto 2: http://img.blogs.es/1001experiencias/wp-content/uploads/2013/02/George-Best1.jpg. Foto 3: fifa.com. Foto 4: Daily mail. Foto 5: Daily mail. Foto 6: Getty images.