Apuntes de la Copa América

La Copa América Centenario descubrió ayer a su primer finalista: Argentina, la favorita por unanimidad. Su rival se decidirá en el duelo que disputan Colombia y Chile esta madrugada (2:00 hora española, Soldier City de Chicago).

copa américa centenario

 

El torneo ha servido para calibrar el declive de Brasil, la impotencia de Uruguay y ha situado a Argentina y Chile como las dos grandes potencias del fútbol sudamericano. El equipo de Martino, liderado por la zurda de Messi, cuenta sus partidos por victorias y afronta la final con cierto dramatismo: tras perder las finales del Mundial y de la pasada Copa América, solo se acepta la victoria.

La selección estadounidense ha protagonizado un buen torneo ante su público. Con un equipo sólido y generoso fue capaz de alcanzar las semifinales, hasta lograr el mejor resultado del país en un deporte que consideran minoritario. En el partido de ayer, acabó admitiendo la derrota ante Argentina con cierta resignación. De hecho, si el público estadounidense tuviese que elegir el escenario de una eliminación, seguramente aceptarían que fuese ante la Argentina de Messi. Al 10 argentino, al que se ve fino e inspirado, se le tiene una especie de respeto reverencial en Estados Unidos. Messi ha correspondido esa admiración con algunos partidos memorables: marcó tres goles en 26 minutos ante Panamá, planificó el juego de la albiceleste ante Venezuela y ayer completó otra gran actuación ante los anfitriones. Volvió a mostrar su talento en la creación del juego, dio dos pases de gol, y ejecutó uno de los mejores libres directos que se le recuerdan. Con su bello tanto de falta supera a Batistuta en el registro de máximos goleadores de la albiceleste.

El partido de ayer dejó en buen lugar a Argentina. Si en los pasados torneos al equipo de Martino le faltó sentido histórico, en Houston la albiceleste no especuló con el resultado. No le interesó madurar el encuentro, ni agruparse en su campo. Buscó la victoria sin reservas, a través del pase de Banega, el trazo de Messi y el olfato de Higuaín. Sus únicas preocupaciones tras el partido llegaron en forma de lesiones. Para la final perderá a Renato Augusto, que se había destapado como un complemento fundamental para Messi y Banega, y también a Lavezzi, autor del primer gol del partido.

Chile vs Colombia.

En un torneo en el que han fallado algunos de los históricos del continente, Colombia-Chile es quizá uno de los duelos más esperados. Chile conserva el grueso del bloque que fue campeón en el Estadio Nacional. Y Colombia se parece más al equipo que sorprendió al mundo en Brasil que al que fracasó en la última Copa América. James Rodríguez disfruta de la felicidad que se le ha negado en el Madrid y disputa los mejores minutos de la temporada. Su asociación con Cuadrado y Roger Martínez será fundamental para el equipo de José Pekerman. Colombia se siente cómoda en el papel de víctima ante Chile, que se ha ganado con sus victorias el prestigio internacional y el temor de los rivales.

La selección que ahora entrena Juan Antonio Pizzi (sustituto de Sampaoli) mantiene ese fútbol veloz, impulsivo y solidario que le hizo campeón en su propio terreno. Ha ido progresando en la competición y llega al momento decisivo en un gran estado de forma, como mostró en la victoria sobre México (7-0). Chile cuenta con el gol de Vargas, el desborde de Alexis, el trabajo de Médel, la llegada de Vidal, el despliegue de Aránguiz y la irrupción de Puch. Las dudas se centran en Bravo, que no pasa un buen momento personal. Además, ante la selección cafetera, Pizzi tendrá que aliviar la ausencia del uno de sus futbolistas más importantes: Arturo Vidal, el pulmón de un equipo que aspira, de nuevo, al trono de América.

CHILE ESCRIBE SU HISTORIA

Chile levantó la Copa América en el Estadio Nacional, tras derrotar a Argentina en los penaltis (0-0; 4-1). No hubo brillo en la final sino un partido igualado y lento, jugado por dos equipos que prefirieron asumir los mínimos riesgos. A falta de un fútbol vistoso, decidió la suerte más imprevisible del fútbol, que garantiza una cuota de emoción. La tanda de penaltis elevó a Bravo y Alexis, que sellaron el primer triunfo internacional del fútbol chileno. El Estadio Nacional, el foco del terror de la dictadura hace 41 años, se convirtió en el escenario de la celebración de Chile.

chile gana

Todo parecía preparado en un estadio repleto, enrojecido por el color de las camisetas chilenas. El himno local se convirtió en un elemento de unión, en un ejercicio de nacionalismo que consiguió intimidar a los argentinos. Chile se impuso en la puesta en escena y mostró pronto el temor de la albiceleste. Durante algo más de veinte minutos, la selección de Sampaoli supo agitar el partido y consiguió que el juego se desarrollara en su terreno ideal. El fútbol más intenso benefició a Chile, en un inicio que prometió un partido de ida y vuelta. Capaz de domar los nervios iniciales antes que los argentinos, Chile realizó un estupendo ejercicio defensivo, sobre todo frente a Messi, y no renunció a hacer daño a Romero. Aunque siempre preocupados de guardar sus espaldas, durante algunos minutos los laterales chilenos se dejaron llevar por el ritmo que proponen los pases de Valdivia. Chile se volcó por el lado derecho y creció por ese costado, que defendía Rojo, al que le falta categoría para jugar en casi cualquier selección. En el lado de Mauricio Isla, también se ofreció Vargas, que disparó en cuanto pudo sobre la puerta de Romero. Vidal realizó un gran despliegue y Alexis quiso ser siempre protagonista, y aunque no lo fue en el partido, encontró su lugar en el penalti decisivo. Pero, por encima de todos, en Chile se alzó Gary Medel, un defensor duro, eficaz y comprometido. El central, que toda la vida ha jugado en medio campo, cubrió las espaldas a sus compañeros de zaga y se impuso en el duelo directo con Messi, demasiado ausente en la noche de Santiago.

Argentina fue durante demasiados minutos un equipo que jugaba a merced del rival. Sin éxito en la circulación, los balones se alejaban de Messi y de Pastore, los únicos capaces de cambiarle la cara a un equipo triste y calculador. Agobiado por la presión de los chilenos, el equipo de Martino, preparado para jugar a ras de suelo, sólo buscó la espalda de su rival a base de pelotazos. Y cuando Argentina pudo calmar los miedos del inicio, tampoco acertó en sus ocasiones. Agüero no llegó por poco a un pase definitivo de Messi ni remató a gol una falta lateral, bien despejada por Bravo. Y Lavezzi, que sustituyó a Di María por lesión, tampoco culminó un servicio de Pastore. Sin un plan de juego definido, Argentina despreció el balón durante muchos minutos y no supo llevar la jugada a los pies de Messi. El 10, arrinconado por el plan defensivo de Sampaoli, firmó el partido más discreto de la competición en la final. Sin la inspiración que requería la ocasión, la batalla que libra Messi para ser aceptado por el pueblo argentino parece una causa perdida. La segunda derrota en un año con la selección, le aleja de la felicidad que aportan los éxitos con el Barcelona. Su partido, con demasiados síntomas de pereza, tampoco le ayuda. Le faltó sentido de la oportunidad, carácter y acabó aborrecido por el marcaje chileno.

chile minuto de silencio

Tras la reanudación, bajó el ritmo de partido y los dos equipos se preocuparon de no quedar desprotegidos. Con muchas precauciones en el juego, Chile perdió la frescura del inicio y Argentina siguió en busca de Messi. La albiceleste estuvo condicionada por los erróneos planes de Gerardo Martino. El técnico de la albiceleste salió mal parado en la derrota, no sólo porque no acertó con los cambios, sino porque no consiguió imponer un plan de juego similar al que su equipo ha ensayado a lo largo de la competición. Sin continuidad en el juego de creación, las jugadas de Argentina morían de un modo prematuro. Martino tuvo que reaccionar tras la lesión de Di María y alertado por la pérdida del mediocampo, cambió a Pastore por Banega, que tampoco quedó en buen lugar. El técnico completó su final, cuando sustituyó a Agüero por Higuaín, en lugar de Tévez. El Apache posee el carácter que necesitaba una selección sin alma, fatigada, que incluso vio cojear al lider simbólico de la selección: Javier Mascherano. Higuaín, por otro lado, parece un jugador maldito, incapaz de estar a la altura de su nombre en los momentos importantes.

Cuando el bajón físico acechaba a un equipo solidario como Chile, Sampaoli tocó las teclas adecuadas y sus jugadores crecieron en el partido. En los minutos previos al descuento, después de que Vidal no rematara bien una volea, Chile se acercó al área de Romero. Argentina respondió con solvencia ante los centros y dispuso de una oportunidad para evitar la prórroga. Messi encontró terreno y pudo driblar a dos rivales. Con el frente despejado habilitó a Lavezzi en el costado izquierdo, que centró para Higuaín. El delantero, que ya falló un gol cantado en la final del pasado mundial, llegó demasiado forzado y no consiguió finalizar con acierto la jugada.

higuain maldito

En la prórroga no hubo muchas ocasiones y probablemente fue Chile la selección que intentó llevarse la victoria con más convicción. La albiceleste maltrató el balón en el inicio de las jugadas y no integró a Messi en el juego. El equipo de Sampaoli tuvo claro una consigna, en caso de que Messi consiguiera salir del regate, la jugada debía ser interrumpida con una falta. Así ocurrió durante todo el partido, en el que la selección chilena detuvo con dureza las pocas arrancadas del 10 argentino. En los últimos minutos de la primera parte de la prórroga, Mati Fernández ganó presencia en el encuentro y Alexis dispuso de un mano a mano ante Romero, tras un fallo en el despeje de Mascherano. No acertó el Niño Maravilla, que sí encontró premio en el penalti más importante de la historia del fútbol chileno.

Cuando el partido llegó a los penaltis pareció hacerlo a gusto de las dos selecciones. Y el elemento más incontrolable del fútbol decidió esta vez que la selección chilena merecía el triunfo por encima de Argentina. Después de que Messi y Matí Fernández marcaran, el acierto de Vidal y el fallo de Higuaín fueron decisivos. El delantero argentino ejecutó un penalti muy similar al que le costó la Champions al Nápoles en la última jornada del Calcio, en el partido frente a la Lazio. Su lanzamiento, se acercó más a la grada del Estadio Nacional que a la portería que defiende Bravo. Tras el fallo de Higuaín, llegó el acierto de Aranguíz y un nuevo error argentino, esta vez a cargo de Banega, al que Bravo anuló con su estirada. En el momento oportuno, Alexis pidió el penalti decisivo. El 7 es el gran ídolo del fútbol chileno y toda la competición ha estado por debajo de las expectativas. Sin embargo, llegó a tiempo a su cita con la historia y pudo resolver el torneo con una pillería, que dejó vencido a Romero.

No hubo revancha para Argentina, que ha dispuesto de dos oportunidades inmejorables para superar su maleficio. La selección de Martino fue un equipo melancólico, que ejecutó un fútbol sin encanto ni inspiración. Tras la derrota, la albiceleste prosigue su travesía en busca de los títulos. La mirada de Mascherano a la Copa, cuando recibió la medalla de consolación, reflejó el sentimiento de una selección que sigue cayendo a las puertas del triunfo. También personificó esa sensación Messi, que será eternamente discutido por el público argentino. La falta de un plan de juego colectivo, le perjudicó casi tanto como el marcaje de Gary Medel. De nuevo derrotado en la antesala de los títulos, la sombra de la derrota con la albiceleste parece perseguir a la zurda de Messi.

messi tumbado tras perder

Chile, por su parte, completó su sueño de vencer en su propio terreno. Lo hizo en un estadio emblemático, que ha conseguido superar el horror para convertirse en el santuario de una selección alegre, solidaria e impulsiva. El torneo es un bonito premio para la mejor generación del fútbol chileno, liderada además por un gran estratega como Jorge Sampaoli, que derrotó con claridad a Martino. Sampaoli, que asumió la difícil tarea de suceder a Bielsa, supo mediar en los conflictos y construyó un equipo valiente y aguerrido, capaz de corresponder las ilusiones de su afición. Chile eligió la mejor ocasión posible para vencer por primera vez a la albiceleste.

Argentina es un equipo abrumado por el peso de su tradición. Chile, por su parte, lleva tiempo queriendo escribir su propia historia.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: El País, NELSON ALMEIDA (AFP). Foto 2: El País, NELSON ALMEIDA (AFP). Foto 3: El País, NELSON ALMEIDA (AFP). Foto 4: El País, ANDRE PENNER (AP)

LOS PENALTIS HICIERON JUSTICIA CON ARGENTINA

Argentina derrotó a Colombia en Viña de Mar, tras ganar en los penaltis aquello que mereció durante el partido. Tévez transformó el decimocuarto lanzamiento de la tanda, después de los fallos de Zúñiga y de Murillo, y la albiceleste alcanzó las semifinales. Allí les espera el vencedor del duelo entre Brasil y Paraguay.

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La clasificación de Argentina se produjo a última hora, pero pudo haber llegado mucho antes. La selección de Martino irrumpió en el partido con seriedad, resguardó el balón con acierto y buscó las costuras de la defensa colombiana, bien agrupada en torno a un central de gran proyección como Jason Murillo. La albiceleste combinó con paciencia hasta llegar a la frontal y allí encontró, con cierta frecuencia, la finta de Messi, el pase de Pastore y el acelerón de Di María. Messi abandonó pronto la banda y acampó en la posición del enganche, siempre acosado por el marcaje individual de Arias. Suele ocurrir que la presión constante de un rival active a Messi y reduzca sus minutos de ausencias. Ayer en Viña de Mar, el 10 quiso ser protagonista, burló a sus defensores y ya en sus primeras arrancadas despertó el respeto de sus rivales. Los colombianos entendieron pronto que para pararle deberían recurrir a las faltas y sólo la permisividad del colegiado, que tomó malas decisiones para los dos lados, permitió que acabaran el partido con once jugadores. Especialmente sufrida fue la labor de Arias, que se cargó pronto con una tarjeta amarilla, y tuvo que emplearse ante el eslalon de Messi. El 10 volcó sus asistencias en el lado izquierdo, en el que se desplegó Di María, un peligro constante para Zúñiga y Cuadrado en el primer acto.

En la primera mitad, Argentina generó varias oportunidades, pero fue un equipo inocente  en el remate y sin más soluciones que las que propone Messi en el último pase. Y es que, durante todo el partido, los ataques argentinos murieron en la antesala del gol. En la afición argentina preocupa la falta de pólvora de su equipo, que realizó 13 disparos en el partido, sin contabilizar ni un solo tanto.

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Colombia no logró evitar la presión de los argentinos en su propio campo y, durante muchos minutos, fío toda su suerte a su portero. David Ospina, el capitán en la sombra de una selección que ni James ni Falcao han podido liderar, tuvo que firmar una actuación memorable para mantener a su equipo en el partido. En la primera parte, tapó un disparo de Pastore, rechazó un remate de Agüero y evitó un gol cantado de Messi. En el segundo tiempo, antes de que el partido llegara a los penaltis, protagonizó la mejor parada del campeonato. Otamendi cabeceó un córner desde la frontal del área pequeña y el portero colombiano logró estirarse hasta rozar el balón. La parada de Ospina encontró auxilio en el poste y Zúñiga despejó sobre la raya.

Cuando el partido llegó al descanso los colombianos sólo podían presumir del empate. Sin rastro de James (no estuvo brillante pero corrió como nunca), ni Cuadrado había regateado una sola vez a Rojo ni Jackson Martínez había logrado rematar. La superioridad argentina en medio campo obligó a Pekerman a corregir el esquema de su equipo. Cardona salió en lugar de Teo Gutiérrez y Colombia ganó un hombre para protegerse del juego interior de la albiceleste.

En el segundo tiempo, Argentina perdió la frescura del inicio, pero mantuvo su voluntad de herir al rival. El partido se endureció y Colombia ganó presencia en el juego. La albiceleste tuvo menor posesión y el juego de sus atacantes se volvió intrascendente (*). Sólo Messi pareció rebelarse ante las patadas de los colombianos. El 10 asumió el liderazgo que impone su zurda y protagonizó varias arrancadas de mérito, interrumpidas por las duras faltas de Arias, Mejía o Cuadrado. Sin embargo, volvió a faltarle el gol para completar su buen partido, en una tarea que parece complicarse cuando viste la camiseta de la albiceleste.

Antes de que llegaran los penaltis, Romero blocó el primer balón del partido en un remate de Jackson y la albiceleste se estrelló una vez más contra Ospina. Murilló volvió a sacar un balón de su portería y Banega se topó con el larguero.  Poco a poco, en Viña Mar la posibilidad de los penaltis fue cobrando fuerza. Argentina los consideraba una amenaza, Colombia una oportunidad para justificar su planteamiento. No la supo materializar. El equipo de Pekerman dejó demasiadas cosas al azar y les condenó la misma suerte que habían buscado durante todo el encuentro.

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Incluso la tanda fue un fiel reflejo de lo que ocurrió en el partido: la selección del Tata Martino fue siempre superior, pero volvió a alargar la vida de su rival. Después de los aciertos de Messi, Garay, Banega y Lavezzi por Argentina y el error de Muriel por Colombia, Biglia dispuso de la oportunidad de clasificar a su selección. El lanzamiento del mediocampista de la Lazio se fue fuera y Colombia mantuvo sus opciones. Pero, después de los fallos de Zúñiga, Murillo y de Rojo- que también erró el lanzamiento decisivo-, Tevéz selló el pase de los argentinos, con un penalti centrado, la ejecución que el Apache utiliza en los momentos comprometidos.

El partido demostró que Colombia está lejos de la madurez que requiere la fase decisiva de una competición internacional, pese a que su juego mejorara en la segunda mitad. Por desgracia, la selección cafetera no parece el equipo que impresionó en el Mundial de Brasil. Ha perdido su fútbol de cumbia, la alegría de la improvisación. Si quiere optar a los títulos en las próximas ediciones debe fomentar el juego elaborado que propone James Rodríguez, en lugar de ensalzar el trabajo de Arias, las ayudas de Mejía o el corte de Zapata.

Argentina consiguió la clasificación en un partido duro, trabajado y agónico.  La falta de acierto de sus delanteros obligó a que el azar de los penaltis premiara su propuesta. Y no deja de ser un riesgo que debe evitar en semifinales. El fútbol no siempre entiende de justicia.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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(*) Si quiere alcanzar el título en Chile,la albiceleste debe ganar fluidez en la circulación y constancia en los partidos. En la primera mitad, su poca profundidad fue compensada con un sólido ejercicio de recuperación, pero como ya ha ocurrido en todo el torneo, su despliegue se redujo en el segundo acto, afectado por el cansancio de su media.

Foto1: lerepublica.pe. Foto 2: peru.com / AFP

COPA AMÉRICA DE CHILE 2015

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La Copa América es el último torneo de la temporada y tiene siempre un aspecto de fin de fiesta devastador. Poco importa que sea invierno en Chile, pues la competición consigue alegrar las noches de verano de los europeos, que trasnochan para ver jugar a Messi, Alexis, James o Neymar. El delicado momento de la FIFA encuentra un salvavidas en una copa desteñida, a la que los futbolistas de primer nivel llegan pasados de forma.

Aunque la calidad del fútbol practicado en Chile pueda ser cuestionada, no hay duda de que la Copa América garantiza una cuota de emoción. Chile avanza con seguridad, una vez que ha perdonado a Vidal su temeridad, Argentina ofrece un juego discontinúo pero se agarra a la bota de Messi, Brasil presume de haberse recuperado de la sanción de Neymar, Colombia quiere mostrar su potencial ante Argentina y Perú aplaude la explosión de Guerrero, autor de un hat-trick ante Bolivia.

1.

La selección chilena parece sentirse cómoda en su propio terreno y ha sido el equipo que mejor fútbol ha practicado hasta el momento. Fue capaz de solventar un partido duro frente a Uruguay, el campeón de la anterior edición, con un futbol alegre y maduro. No pudo evitar el juego de contacto que propone la celeste, y supo sacar ventaja en una acción decisiva del partido: la expulsión de Cavani, que vino precedida de un feo gesto de Jara. Más allá de ese borrón, Chile debió llevarse el partido porque fue el único equipo que buscó la victoria. Uruguay se entregó a su pareja de centrales, formada por Godín y por Jímenez, y permitió el asedio de los chilenos. La paciencia de la roja se vio recompensada con el gol de Mauricio Isla, que llegó tras una bonita asistencia de Jorge Valdivia.

El juego coral y solidario que propone Sampaoli ensalza el fútbol de talento de Valdivia, el quiebro de Alexis y la llegada de Vidal. En semifinales les espera un conjunto trabajado como Perú, que batió con claridad a Bolivia, en el segundo duelo de cuartos de final. Guerrero, un delantero potente que ha hecho carrera en Alemania, será la principal amenaza de la anfitriona.

2.

Argentina sigue siendo la gran candidata al título, pero no ha convencido en ninguno de sus tres partidos. Suele dar mejores sensaciones en las primeras partes, y pierde con facilidad el control del juego. En los últimos minutos, su fútbol se vuelve plano y lento, afectado por el cansancio de sus mediocampistas.  En los tres partidos, jugados ante Paraguay, Uruguay y Jamaica, ha acabado defendiendo su propia portería, después de haber tenido ocasiones para aumentar su ventaja.

La albiceleste sólo ha conseguido cambiar el ritmo de los partidos, con el balón en pies de Messi, que parece concentrar sus esfuerzos en la labor de creación. De momento, el 10 no ha encontrado la inspiración que ha mostrado en Barcelona. Y sigue en busca del primer título con Argentina, el único país que todavía le discute. La picardía de Agüero en las áreas y el juego entre líneas de Pastore son los grandes apoyos de Messi en una selección a la que se le exige el triunfo a toda costa. Martino mostró su preocupación por la dureza de los colombianos y por el terreno que cede la albiceleste en las segundas partes.

El partido de esta noche entre Colombia y Argentina es el más esperado de los cuartos de final. El equipo de Pekerman ha transmitido dudas en la fase de grupos y desea recuperar las sensaciones del pasado mundial. En Colombia, James Rodríguez reclama su liderazgo y pretende firmar su primer gran partido del torneo. Falcao quiere reencontrar la senda del gol, Teófilo garantiza un gran despliegue y Cuadrado espera aprovechar su duelo frente a Marcos Rojo.

3.

En el otro partido de los cuartos, Brasil se medirá a Paraguay, en una eliminatoria interesante, que se ha igualado con la ausencia de Neymar.

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Tras el gran partido inaugural del capitán brasileño, que le situaba como una de las grandes estrellas del campeonato, Neymar fue expulsado ante Colombia. La selección de Dunga despreció la tradición de la canarinha y mostró un juego antiguo y vulgar, sin muestras de una idea que llevó a Brasil a lo más alto. La selección cafetera supo parar a Neymar y en poco tiempo lo sacó del partido. Colombia ganó con gol de Teófilo y Brasil perdió a su mejor jugador. El enfrentamiento de Neymar con el árbitro en el túnel de vestuarios se saldó con una sanción de cuatro partidos, que impide su participación en el resto de la competición.

El seleccionador brasileño entendió que debía variar su esquema si quería sobrevivir en la competición. En el siguiente partido, ante Venezuela, Dunga optó por mezclar a William, Coutinho y Robinho en tres cuartos de campo. Brasil venció, ofreció mejores sensaciones y ganó confianza para afrontar su duelo ante Paraguay. La selección de Ramón Díaz tiene las virtudes y los defectos del clásico equipo sudamericano.  Es un grupo duro e  impulsivo,  que compite cada jugada sin reservas. No da un metro por perdido, sabe reengancharse a los partidos y tiene soluciones con delanteros aguerridos como Santa Cruz y Haedo Valdez.

Al juego de Paraguay le falta improvisación y le sobra dureza. Quizá en esta descripción se puedan proyectar muchas selecciones y la propia Copa América. A pesar de todo, el torneo promete ser un buen entretenimiento veraniego.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: peru.com; foto 2: lexpress.fr

LA PALABRA DE MASCHERANO

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“Lo conocí hace diez años, en septiembre de 2001, en el Mundial Juvenil de Trinidad y Tobago (…) Era un pibe serio, educado. Respetuoso. Era el referente del plantel. Parecía el hermano mayor de todos. (…) Aquel pibe grande creció. Pasaron los años. Jamás ahorró una gota de sudor a la hora de jugar y luchar.”

Las palabras del periodista argentino Jorge Parodi describen a Javier Mascherano, una de las voces de referencia en el vestuario del Barcelona. Su inteligencia táctica y su compromiso le otorgan un papel fundamental en el plan de Luis Enrique. El asturiano valora su lealtad y su intuición en el campo, vital a la hora de prevenir los incendios en el Camp Nou. En más de una ocasión ha elogiado su lectura del juego, una cualidad que le permite ser contundente en la anticipación y en la interrupción de los contragolpes del rival. Otra de las grandes virtudes de Mascherano es su facilidad con la palabra. Su dominio del lenguaje le concede mayor jerarquía sobre el césped, en el que a veces parece ser el intermediario de Luis Enrique. Su discurso ante los medios suele ser sensato e inteligente, el reflejo de un líder honesto y solidario. El Jefecito desveló el pasado jueves algunos de los secretos de su juego: “Lo mejor que debe tener un profesional es estar mentalizado, saber el rol que ocupa. Yo lo tengo claro y trato de ser un jugador que sume. No me siento intocable ni un jugador de referencia”.

Mascherano llegó al Barcelona en 2010 procedente del Liverpool, a cambio de 22 millones de euros. En su presentación declaró: “Sería un necio si pensara que vengo aquí a jugarlo todo (…) En las posiciones en las que puedo jugar yo hay tres campeones del mundo. Es un orgullo poder aprender de ellos y crecer a su lado”. Las bajas en la zaga culé a lo largo del año obligaron a Guardiola a situar a Mascherano de central en la fase decisiva de la temporada y el argentino cumplió con creces las expectativas de su entrenador. Aquel Barcelona alcanzó la cima del fútbol en Wembley y Guardiola ensalzó el trabajo silencioso de El Jefecito: “A Mascherano no lo cambiaría jamás. Me parece el mejor fichaje del Barcelona en los últimos años. Es único”. El Jefecito respondió así a Guardiola: “Yo vine acá para hacer de bombero, para tapar agujeros”.

Mascherano se ha adaptado al fútbol del Camp Nou y ha mejorado en la circulación de balón, especialmente cuando busca el pase más sencillo. Aunque no posee la imaginación ni la fluidez de Busquets en la elaboración, el argentino lo compensa con un generoso esfuerzo en la recuperación (lleva 175 robos en la Liga BBVA). Además, su honestidad en las declaraciones le ha hecho ganarse la admiración de sus compañeros y la afición. En octubre de 2013 el Barcelona empató en San Siro ante el Milán. Mascherano regresaba de una lesión y al inicio del partido perdió un balón comprometido. Robinho lo aprovechó y puso a su equipo por delante. El Barcelona consiguió empatar en la segunda parte y aunque Mascherano estuvo acertado durante el resto del encuentro, no se olvidó de su fallo inicial. Al acabar el partido apareció con el rostro desencajado e hizo un severo ejercicio de autocrítica: “El primer gol es un error mío. Ya son varios… Duele bastante. (…) El equipo ha tenido que sufrir otro error mío y en partidos tan importantes no se pueden permitir”.

En las cinco temporadas que Mascherano lleva en la Liga Española, el mediocentro ha sabido captar la esencia del entorno blaugrana: “Si ganas, Barcelona parece Disney y, si pierdes, es la casa del terror”. La metáfora de Mascherano la utilizó Luis Enrique en el momento más delicado de la temporada, al decir que pese a las dificultades sentía que estaba en Disneylandia. La coincidencia puede ser casual o una señal de la sintonía entre Mascherano y su técnico. La importancia de El Jefecito en el Barcelona no se entiende sin la figura de Leo Messi. Mascherano es el intérprete del 10 y, a su vez, su gran protector en el vestuario. En más de una ocasión ha salido a defender a Leo ante los medios de comunicación y parece ser el intermediario en la difícil relación de Messi con Luis Enrique. Las dotes de mando de Masche y su voz firme contrastan con la timidez de Leo, que solo parece alzar la voz en el césped. En Argentina, El Jefecito era el líder real de una selección en la que Messi portaba el brazalete de forma simbólica. Sus discursos (que al parecer conmovían al 10 y a medio vestuario) y su importancia en el juego le daban honores de capitán en un equipo que se quedó a las puertas del triunfo. El propio Mascherano ha explicado en alguna ocasión cómo ejerce su liderazgo: “Nunca digo lo que alguien tiene que hacer si no lo hago yo antes para dar ejemplo”. Mascherano es, con el miembro del cuerpo técnico Pepe Costa, el confidente de Messi en el vestuario. Y probablemente ningún compañero ha definido al 10 con tanta claridad como lo hizo Mascherano al término del partido frente al Manchester City: “El fútbol nos controla a todos, pero Messi controla el fútbol”.

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Mascherano sabe que su equipo posee ahora varios registros. La idea inicial permanece intacta, la propuesta que ha encumbrado a la Masía: la de un fútbol de dominio posicional en el que se pretende dejar poco espacio al azar, a través del control del partido y la posesión. Sin embargo, el Barcelona de Luis Enrique se ha expuesto en fases de la temporada a un intercambio de golpes, consciente del talento de sus delanteros. En ocasiones, el Barcelona parece perder la pausa de sus interiores, en busca del acelerón de su tridente. Y el acierto de Mascherano en esta variante de juego es vital, para facilitar el repliegue y la recuperación que inicie la transición rápida. No obstante, Masche parece partidario de un fútbol de mayor control, sobre todo porque la posesión es, además de un instrumento ofensivo, una fórmula de protección. Tras vencer en la eliminatoria copera ante el Atlético de Madrid, en una victoria que se orquestó a través de las transiciones rápidas, Mascherano valoró los riesgos de un fútbol más directo: “Entramos en ese ida y vuelta al que te puede llevar el Atleti. Hoy salió cara pero en algún momento también puede salir cruz”. La advertencia puede ajustarse al partido del próximo domingo, ante el Real Madrid, un equipo feroz en el juego de transición.

Mascherano afronta el Clásico ante el Madrid con la misma seriedad con la que vive. El argentino es un ejemplo de sacrificio y compromiso, que parece trasladar su lectura del juego a los micrófonos, en los que se explica con corrección y con argumentos sólidos. Ante las dudas que genera el estado físico de Busquets, Mascherano gana opciones para jugar en la media. Sus palabras, a dos días del clásico, dicen mucho de él, de su sentido del juego y de su compañerismo: “Ojalá llegue Busi aunque yo tenga que verlo desde el banco. Lo que le conviene al equipo es que juegue Sergio, porque es el mejor en esa posición”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: sport.es. Foto 2: futbolparatodos.com.ar

EL SILENCIO DE MESSI

Messi perdió en Maracaná su gran oportunidad de levantar la Copa del Mundo. Llegó a Brasil con muchas dudas pero el torneo fue avanzando de acuerdo a sus pretensiones. Argentina fue uno de los cuatro equipos que consiguió un pleno de victorias en la primera fase (con Holanda, Bélgica y Colombia) y Messi fue determinante en esos resultados. Ante Bosnia firmó el segundo tanto de los argentinos en una gran jugada personal, frente a Irán marcó un precioso gol sobre la bocina y ante Nigeria consiguió un doblete en una gran actuación. Pese a ello brilló solo en momentos puntuales, en instantes tan bellos como fugaces. Entre ellos se sucedían momentos de absentismo, en los que el partido parecía no interesarle. En octavos asistió a Di María frente a Suiza, en cuartos participó en la jugada del gol y ante Holanda marcó el gol que abrió la tanda de penaltis.

Poco a poco fue reduciendo su influencia en los resultados de su equipo, pero acaparó siempre las mejores acciones de su selección. En Maracaná empezó con ganas y se vio con fuerzas para desequilibrar el partido. Incluso pareció más implicado, siempre con minutos de ausencias y de indolencia. Generó ocasiones para su equipo y desbordó, pero se fue difuminando en la prórroga. Las opciones ofensivas de Argentina pasaron por sus botas e incluso tuvo la oportunidad de batir a Neuer en un mano a mano. El balón salió lamiendo el palo y a Messi se le escapó la Copa en Brasil. Con el gol de Götze se volvió a conectar al encuentro y se acercó a posiciones de disparo. Remató de cabeza desde la frontal del área en un gesto técnico que recordó al de la Final de Roma ante el Manchester United. En esta ocasión Neuer, casi tan alto como Van der Sar, detuvo sin excesivas dificultades. Antes de que el árbitro Rosetti pitara el final, el 10 argentino dispuso de una oportunidad a balón parado. Su disparo salió fuera y la falta fue un cruel epílogo para la final de Messi.

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Argentina observaba como Alemania alzaba la Copa que se le resiste. Algunos se quejaban, muchos se lamentaban y otros lloraban. Pero Messi tenía un aspecto diferente. Estaba ausente, con la mirada perdida. Quizá con el recuerdo del mano a mano ante Neuer, del fallo de Higuaín en el primer tiempo, de las asistencias que Palacio no entendió o de su falta fallida en la última jugada. Para colmo le dieron un trofeo que no le importó y que muchos consideraron inmerecido. Fue un premio cuestionable, que no sirvió de consuelo al argentino. Messi no alteró el gesto, parecía demasiado afectado por la derrota cómo para sonreír o dar la mano al público que se la tendía. Messi cerró un año lleno de decepciones y de finales perdidas.

La Pulga vive con la amenaza de no volver a ser el que fue. Las lesiones musculares le han restado confianza y explosividad. La temporada ha tenido demasiadas interrupciones y se le ha hecho demasiado larga. Le cuesta aguantar el ritmo de los partidos y dosifica sus apariciones con cautela. Sus intervenciones suelen tener trascendencia en el resultado pero hasta ese momento el partido no siempre va con él. El genio fugaz se convierte con demasiada facilidad en un paseante ilustre.

A Messi le afecta también el misterio de sus vómitos. Algo que ha sido motivo de especulación. Algunos creen que es una forma de somatizar la presión y los nervios. Otros consideran que responde a una enfermedad digestiva. En su entorno domina cierto secretismo y se impone el silencio como medida de protección. Otras teorías apuntan a su mal estado físico como causa de sus arcadas. Messi parece vivir en una lucha eterna contra sí mismo y los vómitos pueden ser el modo en que se manifiesta esa batalla interna. En cualquier caso, si se trata de una enfermedad diagnosticada, nadie ha dado los resultados de las pruebas a las que se ha sometido.

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También la forma de juego de sus equipos ha condicionado su rendimiento. El primer Barcelona en el que Messi se convirtió en el mejor, tenía ciertos automatismos que han cambiado con el tiempo. Era un equipo que se construía a través de la posesión, que robaba el balón con facilidad y se asociaba con mucha velocidad. Era un ejemplo con y sin el balón. Y Messi, pese a tener cierta libertad de movimientos, se implicaba más en la presión. En aquel Barcelona, el argentino estaba en contacto permanente con el balón. Combinaba en corto en la frontal del área, dejaba la elaboración a sus compañeros y solía estar fresco para buscar la portería rival. En aquellos equipos, que crecían y dominaban a través de la posesión, Messi tenía menos excusas para ausentarse.

Con Argentina siempre ha tenido que iniciar el juego y acertar en la resolución. Messi era el líder silencioso de un equipo que dirigía Mascherano. La Pulga nunca ha sido un futbolista hablador, con demasiada voz en un vestuario. Reservaba su jerarquía al marcador. Y la fortuna no estuvo de su lado cuando perseguía la estela de Maradona en la albiceleste.

Es probablemente el peor momento de Leo Messi como futbolista. Pese a ser vitoreado en los juzgados antes de declarar por sus problemas fiscales (algo que sí debería ser motivo de reproche) algunos expertos de la Ciudad Condal parecen partidarios de su salida (*). Poco a poco también ha perdido el favor de la prensa: a ojos de los periodistas ya no parece ni tan inocente ni tan ejemplar. Esas incógnitas parecen haberse trasladado al entorno del Barcelona, que ha buscado figuras de acompañamiento para dividir la responsabilidad ofensiva del equipo.

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Pero su recuperación está en sus manos. Debe aprovechar su velocidad en espacios cortos, vencer la presión que le asfixia y trabajar en el apartado físico. El argentino es claramente el futbolista de mayor talento de la actualidad, pero debe recordar que Ronaldinho también lo fue y que su dejadez le convirtió en un futbolista corriente. En el fútbol, el talento sin trabajo no sirve para mucho. Messi posee unas cualidades innatas que ha de potenciar con el esfuerzo físico. En el último año su magia le ha dado para decidir partidos pero no para ganar campeonatos.

Si quiere volver a ser el que fue, Messi necesita dar un paso adelante y crecer en un equipo que se arme con el balón como seña de identidad. Antes, la circulación le integraba en los partidos. Ahora, sus silencios, su falta de ritmo y su timidez le alejan del juego. El 10 no debe refugiarse en los recovecos de su mente; en lugares de difícil acceso, dominados por el autismo, la fragilidad y la melancolía. A veces el fútbol es un estado de ánimo y el argentino se ha acostumbrado a lucir sonrisas postizas.

Ante todas las dudas que deja el 10 hay una certeza: solo Leo tiene la llave para volver a ser Messi.

 

Jorge Rodríguez Gascón.

 

 

(*) Algunos periódicos catalanes han desvelado una supuesta conversación entre Tito Villanova y Messi pocos días antes de la muerte del técnico. En ella se decía que Tito Villanova le aconsejó al argentino que se quedara en el Barcelona.

ALEMANIA SE CORONA EN MARACANÁ

Alemania alcanzó la Copa del Mundo en Maracaná, después de una final vibrante e intensa, en un duelo entre dos gigantes del fútbol mundial.

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Se enfrentaron dos equipos que responden a propuestas distintas: el fútbol de combinación y el poderío de los alemanes, frente al juego precavido de los argentinos, que han ganado partidos a base de concentración y oficio. Se enfrentaba el juego coral de los alemanes a un equipo que ha vivido del trabajo de Mascherano y de las pinceladas de Messi. El 10 se quedó a las puertas de su título soñado y cerró un año lleno de decepciones.

Desde el inicio, el encuentro fue un intercambio de golpes. Alemania quiso dominar el juego pero Argentina esperaba agazapada en la retaguarda. La albiceleste es un equipo que sabe tomarle la medida al rival y en Maracaná estuvo a la altura del escenario. Supo contener el juego interior de los alemanes y la Mannschaft buscó desestabilizar a la selección de Sabella por los costados. Encontró a Lahm por la derecha y el lateral inquietó a la defensa rival con centros envenenados. Los centrales argentinos estuvieron acertados en los despejes y concedieron pocas oportunidades en los primeros 45 minutos.

La selección albiceleste parecía cómoda cuando los alemanes tenían el balón y supieron explotar los espacios que concede su zaga. También por el carril derecho, en el lado débil de los alemanes, Argentina hizo temblar a la Mannschaft. Con Messi presente, Higuaín se ofrecía, Lavezzi quería desplegarse, Mascherano robaba y Garay y Demichelis estaban oportunos al corte. Cuando Messi se conectaba al partido, la albiceleste parecía tener la Copa al alcance de la mano. El argentino hizo un regate en el primer balón que tocó y cada desborde le daba vida a su equipo. Después llegó a línea de fondo, tras retar a Hummels a la carrera, y su centro no encontró rematador. Al filo del descanso bordeó el gol, en una acción personal: volvió a dejar atrás a Hummels y tras medirse con Neuer, Boateng despejó un balón que estaba perdido a pocos metros de la portería. Antes Higuaín había fallado la oportunidad más clara de los argentinos, en un mano a mano ante Neuer, provocado por un error en la cesión de Tony Kroos. El delantero argentino, con todo a favor, disparó muy desviado. Poco después, Messi armó una nueva jugada. Recibió el balón en las inmediaciones del área y abrió a la banda de Lavezzi. El futbolista del Paris Saint Germain centró e Higuaín, en claro fuera de juego, sí que acertó en la definición. El juez de línea levantó la bandera y arruinó la celebración efusiva del delantero del Nápoles.

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Alemania seguía llevando el ritmo en la circulación pero no encontraba el pase definitivo y veía como la defensa de Sabella le robaba espacios. Le costaba crear oportunidades: Müller solo jugaba de espaldas, Klöse llegaba siempre un segundo tarde, ni Kroos ni Schweinsteiger se acercaban a posiciones de disparo y solo los centros de un Lahm persistente parecían hacer temblar a los argentinos. Curiosamente la Alemania que ha destacado por proponer un fútbol más asociativo que sus predecesoras acabó creando mayor peligro (durante la primera parte) en centros laterales o balones aéreos. Justo antes del descanso Kroos puso un córner medido y Howedes remató al palo, en la ocasión más peligrosa de la primera parte. El lateral alemán sufrió por su costado y pudo ser expulsado, pero ganó confianza en el partido y mostró que es un futbolista peligroso en el juego aéreo.

Löw sabe cambiar el plan del partido en función de las necesidades de su equipo. Sus jugadores leen su pizarra con maestría y saben cuando han de elaborar la jugada con cautela y cuando ser más directa. La salida de Schürrle le dio mayor verticalidad al equipo y en la mejor jugada de los alemanes, Romero atajó su disparo. Özil fue creciendo en el partido y le dio a su selección la pausa y la imaginación que necesitaba.

Al descanso Sabella cambió el plan inicial, con la intención de que Messi desequilibrara desde zonas más templadas. Durante diez minutos pareció conseguirlo: la albiceleste disfrutó de oportunidades claras y jugó los mejores minutos de la final. Recordó en esos momentos al primer partido del mundial ante Bosnia. Messi participó como enganche y se plantó ante Neuer en una jugada que pudo cambiar la historia. El 10 disparó desde el flanco izquierdo y quiso ajustar tanto su lanzamiento para salvar a Neuer que el balón se fue rozando el palo. Poco después el portero chocó en una salida temeraria con Higuaín, en una jugada que recordó a la acción entre Harold Schumacher y Battiston en el duelo entre Francia y Alemania de 1982. En esta ocasión, en una decisión confusa, el árbitro señaló falta de Higuaín.

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Alemania se fue estabilizando a través de la posesión y consiguió desconectar a Messi. Los de Löw jugaron con mayor dinamismo y amenazaron al rival en los últimos minutos. Lahm seguía desplegándose, Müller cayó a bandas y surtió de balones peligrosos a Klöse y Schürrle, Özil jugó el mejor partido de la competición y los mediocentros llegaron a las inmediaciones del área. Klöse no acertó en el remate tras un centro de Lahm y Kroos volvió a disparar demasiado blando en una jugada coral alemana. Mascherano volvió a ser el futbolista más importante de Argentina en el encuentro y eso no siempre es buena señal para la albiceleste. (No hemos de olvidar que Mascherano es un futbolista fundamental para la contención pero que no tiene imaginación para orquestar el juego de la albiceleste).

Sabella falló en los cambios y Alemania fue (con más insistencia que brillo) ganado enteros en el partido. Higuaín fue sustituido por Palacio y Sabella dejó a Messi muy solo en ataque. Palacio ha sido un futbolista que no ha aportado soluciones en todo el torneo y que ha fallado ante los porteros. No ha mostrado su supuesta velocidad y le ha faltado inteligencia para entender los servicios del 10. Con Agüero todavía mermado por su lesión, Messi seguía dosificando sus intervenciones y parecía poder cambiar el signo del partido cada vez que recibía. Pero hasta entonces, caminaba en un campo ilustre, con poca intención de intervenir. La selección de Löw fue ganando confianza con el paso de los minutos y antes de la prórroga amenazó al equipo de Sabella, que parecía cada vez más desfondado.

En la prórroga el poderío físico alemán se impuso a una Argentina que, a la espera de un chispazo de Messi, parecía firmar los penaltis. La selección de Joachim Löw se fue a por el partido y Schürrle tuvo una gran oportunidad en el minuto 92. Götze encontró al futbolista del Chelsea en el pico del área y Romero atajó su disparo. Cuatro minutos más tarde Argentina tuvo el gol de la victoria en las botas de Palacio. El delantero se encontró con un balón ante Neuer, tras un mal despeje de Hummels. Pero quiso salvar la salida del portero alemán con una vaselina inocente, que se fue fuera del marco de Neuer.

Con Messi demasiado ausente, la selección de Löw siguió amenazando a Romero. Con un juego cada vez más dinámico, llegó antes que Argentina a la disputa. Y en el minuto 113 Schürrle desbordó a Mascherano y centró desde la izquierda. Demichelis se despistó y recibió Götze. El mediapunta alemán mostró su exquisita técnica con un gran control y con una definición plástica. Fue un gol bonito y definitivo en el mejor momento posible.

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A Argentina se le fue su plan al traste con el gol de Götze y le faltó tiempo y juego para reaccionar. Pudo haber conseguido el empate en un par de ocasiones, pero apareció el gigante Neuer para detener los avances argentinos. El portero alemán recibió el guante de oro y ha sido decisivo. Siempre presente en los grandes momentos, ha sido muy tremendamente difícil batirle.

El partido llegó al final y Alemania levantó la Copa del Mundo 24 años después. Fue el primer europeo en ganar la competición en territorio americano. Persistente en su idea de juego, el fútbol coral de Alemania le otorgó el triunfo ante un equipo intenso y ordenado como el argentino. La albiceleste jugó seguramente el mejor partido de la competición: supo contener a la Mannschaft y disfrutó de las mejores oportunidades en Maracaná. Sin embargo, le faltaron fuerzas en la prórroga y no tuvieron la ambición necesaria para ir sin reservas a buscar al rival. Messi pudo haber declinado la balanza del lado argentino, pero le faltó la puntería en el momento preciso. La baja de Di María, el poco peso de sus secundarios y las ausencias de Messi acabaron por condenar a la selección de Sabella.

La selección de Löw consiguió su cuarto campeonato del mundo apostando por un fútbol elaborado, en el que la asociación es el cimiento de sus triunfos. Y la victoria alemana consagró al equipo que mejor ha jugado en Brasil. La Mannschaft merecía el título por su insistencia en las últimas ediciones de la Copa del Mundo y por el juego desplegado en la competición. Pese a ello, la Alemania que mejor ha tratado el balón dependió en momentos puntuales de la suerte del campeón. La misma fortuna que fue esquiva con Argentina, llevó a Götze y a la selección de Löw a la cima del mundo.

 

Jorge Rodríguez Gascón.

 

 

Foto 1: Matthias Hangst (Getty)

Foto 2: Robert Cianflone (Getty)

Foto 3: Pedro Ugarte (Afp)

Foto 4: Sergio Moraes (Reuters)

 

 

EL CUENTO DE LOS DE SIEMPRE

ANTÓN CASTRO // REGATE EN EL AIRE

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Nada nuevo bajo el sol. Ahí están, a trancas y barrancas, los de siempre: Brasil, que no enamora y ha perdido a su estrella Neymar Jr., Alemania, discontinua y poderos y que avanza y retrocede, con más pesadez que imaginación, sobre el filo de la navaja, y Argentina, insulsa, que se alimenta tan solo del esfuerzo y del sudor de Mascherano y sus gladiadores y de las apariciones de Messi. Ayer, las cámaras le captaron desde arriba, girándose sobre sí mismo como un bailarín y recordó a Maradona en 1986.

De sus botas salió el inicio del de Higuaín, que cazó un gran disparo y amortiguó el camino a la gloria de Courtois. El arquero es bueno, buenísimo, pero tendrá que seguir creciendo con sus compañeros para alcanzar la miel del mundo. En el fondo, esta Bélgica recordó un poco a la de 1986, a la de Jean Marie Pfaff, Gerets, Scifo y Ceulemans, que llegó algo más lejos: hasta semifinales. Los “diablos rojos” son jóvenes y tienen mucho porvenir; parecía que ya aquí iban a presentar oposición a semifinales al menos, pero se arrugaron ante Messi y los albicelestes. Y el que más falló fue Eden Hazard: si estuvo no se le vio. Desapareció entre la maraña de piernas de los argentinos y apenas mostró atisbos de la genialidad y el carácter que se le atribuye.

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Argentina es poca cosa. Pero ¿quién se atreve a cuestionar a un equipo que se arrastra, dormita, se desangra, se parte, está hundido, se vuelve apático, resiste, insiste, se cae, pero siempre puede engancharse a la bota izquierda de Messi? Argentina es casi menos que nada, insisto, está lejos de la entereza y del pundonor del Atlético de Madrid y de Simeone, tien un entrenador que parece desbordado y que no cuenta con el respeto y el cariño de sus pupilos, pero ahí está, en semifinales. Y quizá sepan, o sospechen, que este tiene que ser, ya sin Neymar, el Mundial de Messi. El Mundial que hará a Messi tan grande como Maradona y Pelé y Cruyff. Los argentinos parecen señalados por la suerte. Pese a jugar tan mal podrían vencer.

Sin embargo, muchos aficionados ven a Alemania como favorita. Para mí es otra pradoja. Es un equipo que ha ido solventando sus partidos sin brillo. En realidad, cuando mejor jugó fue contra Portugal. No ha vuelto a aganar con claridad ni convicción. Se le supone más de lo que da. Y algunos de sus futbolistas están, al menos hasta ahora, en una baja forma alarmante, como el antaño finísimo Mesut Özil.

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A Brasil se le han aparecido los dioses antiguos. Y el viernes incluso jugó a su favor el miedo inicial de Colombia. Su inoperancia en el centro del campo y en el ataque es de tal calibre que le han sacado del apuro sus dos centrales: el vulnerable y dado al llanto, quién lo habría dicho, Thiago Silva y el eficaz e impetuoso David Luiz, que marcó de falta. Si Colombia compareció con un rictus de pánico de partida, luego tomó las riendas y buscó el triunfo. Brasil es rocoso, falto de imaginación, practica un fútbol antiguo y sin duende, pero este campeonato, a pesar de os momentos de emoción que ha tenido en las prórrogas y en los penaltis, no llama la atención por su innovación. Es tan gris que recuerda mucho al de México 1986. La pena, la gran pena, es que se ha ido el que quizá sea el jugador más prometedor del planeta: James Rodríguez. Él intentó disparar, buscar a los compañeros, asumió el mando sin arrugarse. El penalti hace justicia a su trabajo, a su clarividencia y a su plasticidad. Quizá gane el título de máximo goleador. Le azuzan Thomas Müller y el propio Messi. En cuanto a la continuidad de juego ninguno de los dos ha estado a su nivel, por lo menos por ahora. Y en Brasil, dos partidos pueden ser todo un mundo, un laberinto o el cuento de la lechera.

 

(*) Este artículo se publicó en Heraldo de Aragón el 6 de julio de 2014.

El MUNDIAL: RESUMEN DE LA PRIMERA FASE

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La primera fase del Mundial de Brasil ha tenido instantes de brillantez, muchos goles y apariciones de las grandes figuras. La competición avanza impulsada por destellos, por minutos de emoción que interrumpen tramos de juego intrascendente. En este Mundial se pelea cada metro, se arriesga en la disputa y cada balón es importante. Los equipos americanos, aclimatados a la humedad brasileña y sobre todo superiores en intensidad y entusiasmo, están dominando la competición.8 de los 16 equipos clasificados para octavos son del continente americano: Colombia, Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Estados Unidos, Costa Rica y México.

La gran mayoría de las figuras están respondiendo y han sabido brillar en Brasil. La anfitriona camina liderada por Neymar, una especie de niño prodigio que tiene que crecer a pasos de gigante en un escenario sin comparación. El brasileño está encantado de que Scolari le dé galones y está cómodo ante los focos. En la canarinha se le ve más suelto que en el Barcelona: está más acertado en el regate, mira más a puerta y tiene el don de la oportunidad. En una situación parecida está Leo Messi, al frente de la selección de un país que vive el fútbol con fanatismo. El 10 argentino ha sido determinante en todos los resultados de la albiceleste, ha marcado en todos los encuentros que ha disputado y parece más implicado e inspirado. La prensa brasileña sueña con un enfrentamiento entre las dos grandes del fútbol sudamericano y Messi y Neymar parecen avanzar en una carrera paralela, casi calcada. Ambos están decidiendo la suerte de equipos poco imaginativos, que dependen demasiado de su inspiración y que han dejado muchas lagunas. Aunque con una gran diferencia entre ambas selecciones: Brasil parece un equipo más sólido y difícil de ganar, con centrales más fiables. Argentina deja más dudas en la zaga y puede sufrir en octavos ante el culebreo del suizo Shaqiri.

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La Alemania de Joachim Löw tampoco ha acabado de convencer. Asombró en el debut ante Portugal mostrando un juego muy coral y eficaz. Müller anotó el primer hat-trick del Mundial, y el centro del campo alemán dio una lección de precisión y rapidez. Desde ese día Alemania ha perdido algo de frescura y ya no parece tan temible. La Argelia de Feghouli calibrará el estado de la mannschaft en octavos de final.

Dos selecciones renovadas en el banquillo se han ganado el cartel de favoritas. La Holanda de Van Gaal, camina con autoridad, después de completar su venganza y humillar a la campeona. Ha sido un equipo muy fiable, que sabe replegarse y buscar la velocidad de sus dos zurdos: Robben y Van Persie. Se enfrentará a un equipo bien trabajado como México, con Gio Dos Santos, Guardado y Chicharito como grandes peligros. La nueva Francia de Deschamps ha sido uno de los equipos más brillantes de la competición, con un mediocampo poderoso en el que se implican Matuidi, Pogba, Cabaye y Valbuena, y un Karim Benzema desatado en la delantera. Su rival en octavos será Nigeria, una selección atrevida pero a la que le falta disciplina.

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En el capítulo de las decepciones destacan España e Italia, como representantes de un estilo de juego que ha sucumbido ante la intensidad y la tensión competitiva de sus rivales. España fue un equipo frágil de moral, sin la frescura necesaria para defender el título. A la Italia de Pirlo y de Prandelli le pesaron los años de sus símbolos y le faltó pegada para culminar una propuesta valiente. Inglaterra, otra de las grandes que ha caído pronto, fue un equipo osado pero inocente. Tiene jugadores de gran futuro pero a los que les falta experiencia para las grandes ocasiones. La Portugal de Cristiano Ronaldo decepcionó desde el principio. A su capitán se le vio ansioso y fallón, enfadado consigo mismo y con sus compañeros. Fue un equipo sin alma, incapaz de ir a por la clasificación cuando Ghana se tambaleaba. Solo Moutinho era capaz de dar algo de criterio al mediocampo portugués.

Costa Rica ha sido la gran sorpresa al conseguir la clasificación, dejando fuera a dos campeonas del mundo: Italia e Inglaterra. Los ticos son un equipo entusiasta en el que destacan los reflejos de Keylor Navas y la finura de Bryan Ruiz. Chile es otra selección con poderío. Fue el verdugo de España y a nadie le sorprende que sea un conjunto con ambición, con capacidad para aspirar a todo. El partido ante Brasil medirá la ilusión de un equipo solidario en el que Vidal dirige, Alexis ejecuta y todos trabajan.

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Colombia, otra de las grandes revelaciones, ha sorprendido con un juego fresco y alegre. Cuadrado desborda por los costados, James Rodríguez inventa y Jackson Martínez define. El zurdo James Rodríguez está siendo uno de los futbolistas de la competición, tiene un manejo de balón exquisito y disfruta en una selección festiva como la colombiana.

Bélgica es otra de las que ha conseguido tres victorias, aunque sin la brillantez que se le suponía en un grupo tan débil. Es un equipo con calidad y juventud, que se mueve al ritmo de Hazard. Tiene una eliminatoria interesante frente a Estados Unidos, un combinado que ha crecido gracias al protagonismo de Dempsey y a la sensatez de Bradley. Uruguay se recuperó del batacazo inicial ante Costa Rica y superó la fase de grupos. Pero una estupidez de Suárez le ha restado opciones en su enfrentamiento ante Colombia. Y ha limitado la ilusión de vivir un nuevo Maracanazo.

En estas dos semanas hemos visto una competición intensa y bonita, en la que han pasado muchas cosas. Está siendo un torneo ofensivo, con más goles que juego. Hay gran igualdad sobre el césped y da la sensación de que cualquier teórico favorito puede ser derrotado por unos aspirantes atrevidos y desvergonzados. El Mundial presenta todos los alicientes para ser un espectáculo emocionante.

 

 

ARGENTINA CREE EN MESSI

Messi-goalArgentina y Nigeria se enfrentaron en Porto Alegre, la ciudad en la que Ronaldinho empezó a jugar al fútbol. Messi, que recogió su testigo en Barcelona, no tardó en rendirle tributo.

Lo hizo en el minuto 2 de juego: Di María se quedó frente al portero y su disparo lo escupió el poste. Messi, más vivo que en los últimos meses, salió en busca del rechace y remató con saña. (1-0) El publico celebró el gol con entusiasmo, como si fuera el principio de una goleada que iba a despejar todas las dudas de la albiceleste. Pero la selección nigeriana no tardó en silenciar un estadio repleto de argentinos. Mostró, casi sin tiempo para asimilar el gol de Messi, que es un equipo peligroso al espacio. Nigeria pilló a la defensa albiceleste desprotegida. Y Musa, un extremo veloz y descarado, se abrió desde el costado y, tras un disparo ajustado, encontró la escuadra de Romero. (1-1)

El inicio del partido fue lo mejor de Argentina en todo el Mundial. Tras el empate no se arrugó y siguió en busca de la victoria. Nigeria, mientras tanto, concedía metros y confió en la velocidad de sus puntas. Se replegaba a la altura de la frontal y defendía por acumulación, con muchos efectivos pero con poco orden. Argentina pudo combinar con velocidad, en pocos toques, y generar peligro.

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La albiceleste supo mantener la posesión y acelerar en el instante oportuno. Apoyándose en el desborde de Di María, en los desmarques de Agüero e Higuaín, en la circulación sosegada de Gago, en el trabajo del obrero Mascherano y en el desequilibrio de un inspirado Leo Messi. Argentina pudo ponerse por delante de nuevo. Messi asistió al Pipita e Higuaín falló en boca de gol y Di María puso a prueba los reflejos de Enyeama con tres disparos lejanos. Y cuando el partido bajaba el nivel de intensidad y el juego de la albiceleste se volvía a atascar, apareció Messi. Esta vez con dos golpes francos. En el primero, lejos de la portería nigeriana, Leo se atrevió con un lanzamiento seco y preciso. Enyeama resolvió con una estirada felina. En el segundo disparo, diez metros más cerca de la portería nigeriana, Messi calcó el lanzamiento anterior. En esta ocasión Enyeama no se estiró y contempló cómo el balón se alojaba en la red. (2-1)

Tras el descanso, cuando el público todavía coreaba el nombre de Messi, Musa volvió a empatar el partido. Se aprovechó de las dudas de una defensa blanda y batió a Romero con suficiencia. (2-2) La albiceleste no tembló ante el empate nigeriano y dos minutos más tarde Rojo consiguió el gol de la victoria, tras un rodillazo a la salida de un córner. (3-2)

El gol le dio a Argentina tal tranquilidad que hasta Sabella se permitió el lujo de sustituir a Messi. El 10 recibió una calurosa ovación de su público y esbozó una sonrisa de satisfacción en el banquillo.

Nigeria v Argentina: Group F - 2014 FIFA World Cup BrazilNigeria mostró entonces que es un equipo valiente y se adueñó de la posesión en busca del empate. Obi Mikel gobernó el juego, Musa y Odemwingie se desplegaron por los costados y Emenike intimidó a los centrales argentinos. Y puso en más de un aprieto a una zaga frágil y vulnerable.

Argentina, huérfana ante la sustitución de Messi, no consiguió el gol de la sentencia y sufrió hasta el último instante. El pitido final fue un alivio para la albiceleste, que se enfrentará a la Suiza de Shaqiri en octavos. La victoria dejó buenas sensaciones en global, pero el equipo mostró demasiados síntomas de debilidad.

El partido dejó una lectura positiva para la albiceleste: mejoró en el juego, la circulación fue más fluida, hubo mayor velocidad pasados los tres cuartos de campo y el equipo generó más ocasiones. Di María volvió a ser el mejor apoyo de Messi y completó un gran partido: se desfondó, desequilibró y buscó el gol, aunque no pudo batir al ágil Eneyeama. Lavezzi aportó desde el banquillo y los argentinos estuvieron menos estáticos que en los anteriores encuentros.

di mariaPese a ello la mejora albiceleste fue engañosa. Tiene un grave problema: le cuesta controlar los partidos. El equipo bajó la intensidad en los minutos finales, se partió con facilidad, trabajó poco en la recuperación y dejó dudas en la retaguardia. Agüero se retiró con molestias antes del descanso y peligra su participación en lo que resta de competición. Higuaín estuvo acertado en los desmarques pero errático en la definición. (A ambos les hace falta un gol para que se acabe esa ansiedad que les oprime). Argentina  se desconcentró en fases del partido y Nigeria le empató en dos ocasiones. La albiceleste, hasta en su mejor día, sufre con las transiciones rápidas de sus rivales, a sus defensores les falta cintura y a su delantera les cuesta cerrar los partidos.

Aún así, el partido de La Pulga parece camuflar todos esos problemas. En el estadio Beira-Rio, ante miles de argentinos, Leo quiso ser Messi.  Fue más constante en el juego y mantuvo su capacidad para decidir partidos. Sigue de dulce de cara al gol y ya lleva 4 tantos, los mismos que su compañero en el Barcelona, Neymar. Messi jugó su mejor encuentro en lo que llevamos de Mundial: estuvo rápido, fino y afortunado. Se involucró en el juego, trabajó en la presión y generó oportunidades. Además se asoció con peligro e integró a sus compañeros.

Argentina es una nación bipolar que se debate constantemente entre el amor y el odio. Messi conococe los dos extremos y parece haber recuperado toda esa inspiración que estaba perdida en algún rincón de su mente. El 10 se ha ganado la fe de los argentinos.

 

Por Jorge Rodríguez Gascón.

 

(*) Messi tenía el recuerdo del anterior Mundial, en el que también se enfrentaron a Nigeria. En aquella ocasión el portero Enyeama fue capaz de neutralizar al 10, en un partido que se saldó con un escueto 1-0 a favor de los argentinos. En esta ocasión, casi desde el pistoletazo de salida, Messi pudo batir al portero nigeriano.