Antón Castro / La química del gol

Antón Castro / La química del gol
La Eurocopa llega a los cuartos de final y el desenlace se presenta emocionante. El torneo ha dado algunas sorpresas: la derrota de la vigente campeona a manos de Italia, la enésima decepción de Inglaterra o la eliminación de Croacia, que era uno de los equipos que mejor fútbol habían practicado. También han surgido fenómenos absolutamente inesperados como el de Islandia y Galés, dos equipos sin tradición en las competiciones internacionales. En el fondo, son grandes noticias para el fútbol, un deporte acostumbrado a la reafirmación de lo cotidiano. Alemania y Francia responden a su cartel de candidatas. La Mannschaft venció a Eslovaquia en su mejor partido del torneo y Francia descubrió que Griezmann es la mejor solución en los momentos de emergencia. Italia ya ha demostrado que siempre está en la pelea: especialmente en los torneos en los que menos se la espera. El equipo de Antonio Conte se medirá a la campeona del mundo, en uno de esos duelos que bien valen una Eurocopa. Portugal, que pasó con fortuna la fase de grupos, se enfrentará a la Polonia de Lewandowski. Cristiano Ronaldo tiene el camino más sencillo del cuadro y hay ilusión porque pueda guiar a Portugal a la final. Su gran obstáculo en el cuadro puede ser la Bélgica de Wilmots, que ante Hungría mostró todas sus virtudes: el talento de Hazard, la conducción de De Bruyne, la zancada de Carrasco, la amenaza permanente que es Lukaku, el recorrido de Nainggolan, la llegada de Witsel. El técnico Marc Wilmots dirige a una de las mejores generaciones del fútbol belga. Hasta los cuartos, a su equipo se le intuía más fútbol del que mostraba. Quizá su goleada libere a una selección sobre la que se ha llegado a sospechar. Muchos temen que nunca estará al nivel de las mejores predicciones. Al fútbol europeo no le iría mal que Bélgica dejara de ser una promesa interrumpida.
La derrota de España provoca una tristeza inmensa. No solo supone una tímida confirmación del fracaso de Brasil, sino que se intuye el fin de su imperio. La eliminación llegó producto del despiste ante Croacia y de la abdicación del campeón ante Italia. Dio la sensación de que la azzurra tenía más ganas de vencer que la selección de Del Bosque. Visto de otro modo, La Roja no le dio a Italia la importancia que se merecía. Ellos se tomaron el partido como la superación de una barrera psicológica, similar a la actitud que tuvo España hace 8 años, en los cuartos de final de la Eurocopa de Austria. Consumada su venganza, para los supersticiosos Italia pierde opciones por una razón caprichosa: todos los rivales la empiezan a temer. El duelo frente a Alemania, que remite a las leyendas de otro tiempo, es uno de los partidos más atractivos del torneo. En esta ocasión, es la Alemania de Joachim Löw la que quiere ajustar cuentas: nunca venció a Italia en un Mundial o una Eurocopa. El técnico alemán responde como si le asaltara un picor incómodo: “No tenemos un trauma con la selección italiana”. Con las dos selecciones se cumple un requisito histórico: su mejor nivel de juego ha llegado en el tramo decisivo del torneo.
Individualidades
Las aspiraciones de las selecciones se sostienen, en gran medida, en el nivel de sus estrellas. Alemania disfruta de la mejoría de Özil, del juego sosegado de Kroos y del desborde de Draxler. La aparición del joven mediapunta ante Eslovaquía fue una de las grandes noticias de La Mannschaft. Sustituye a Götze, que ha jugado todo el torneo melancólico, como si recordara que está lejos de ser el jugador que fue. En Italia se alegran de la sintonía que tienen sus dos delanteros: Graziano Pellè y Eder. Tan distintos y a la vez tan complementarios. Pellè es la amenaza en el remate y una fórmula de desahogo: su juego de espaldas ofrece grandes soluciones a sus mediocampistas. Eder es un velocista generoso y sacrificado. Tiene el desborde y la intuición de los delanteros pícaros y sabe aprovechar los servicios de Pellè. En Polonia esperan el despertar de Lewandowski. Mientras tanto, se nutren de la llegada constante de Blaszczykowski. Su rival en cuartos, Portugal, se aferra al don goleador de Cristiano Ronaldo y a sus surtidores, Nani y Quaresma.
Galés vive de la carrera y del disparo de Gareth Bale, un héroe para la nación. Arropado por un conjunto trabajador y sólido, la tarea de suministrar buenos balones a Bale es de Aaron Ramsey y Joe Allen. El Expreso de Cardiff es quizá uno de los futbolistas más determinantes de la competición. Su afición le estima tanto que hasta un pequeño pueblo ha cambiado su nombre para que coincida con el de su estrella. Bale, ambicioso, se ha convertido en el portavoz de una selección atrevida: “A la Eurocopa se viene para ganarla, no para jugar tres partidos”. Su rival en cuartos, Bélgica, debe integrar en el partido a Hazard, De Bruyne, Carrasco o Lukaku.
La selección francesa depende de la inspiración de Payet, Griezmann y Pogba. El primero es una de las grandes revelaciones del torneo: Payet encarna el dinamismo, el regate y el disparo. Pogba ofrece despliegue y un amplio repertorio de lujos técnicos. Griezmann es una garantía de peligro y uno de esos futbolistas que poseen un aura especial. Veloz, fino y atrevido, su mejor partido llegó cuando Francia más lo necesitaba. Su zurda es la mejor virtud del anfitrión. Sobre todo, ante una selección solidaria como Islandia, cuya fuerza reside en el grupo y en su resistencia defensiva. La selección del “país del hielo” está escribiendo uno de los relatos más bonitos de la competición. La belleza de Islandia no reside en su fútbol, algo anticuado y rudimentario, sino en la modestia de sus futbolistas y en el ruido de su hinchada. Un país de 333.000 habitantes, con apenas 100 jugadores que viven solo del fútbol, ha encontrado su hueco entre los 8 mejores equipos de Europa. A veces, el deporte es también una aproximación a lo imprevisto.
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Jorge Rodríguez Gascón.
El crecimiento del Atlético en los últimos años le ha ayudado a desprenderse de una etiqueta antigua, asociada a la mala suerte y a un sentimiento de autocompasión. A las órdenes de Simeone ha dejado de luchar contra sí mismo, contra su historia y sus recuerdos. Tras derrotar al Barcelona en los cuartos de final es quizá el equipo más temido de la Champions League. Su victoria fue toda una declaración de principios: fue capaz de anular al Barça y de ejecutar su fútbol pasional y solidario. Al Atlético le mueve la ilusión del aspirante, del que se siente humilde entre los grandes. El mejor período de la historia rojiblanca se basa en el discurso de Simeone, que mostró su satisfacción al final del partido: “Estoy orgulloso de mis jugadores, de este fantástico grupo que responde al respeto, a la perseverancia, a levantarse en las dificultades, a competir con otros que son mejores (…) Hemos demostrado que si se cree, se puede.”
El Calderón alentó a un equipo que ya estaba absolutamente convencido de sus posibilidades. Desdibujó pronto al Barcelona, que llegó con la pretensión de defenderse, aunque fuera a través de la posesión. Si alguien miraba a la portería eran los rojiblancos, siempre en busca de Griezmann y Carrasco. En apenas tres toques conseguían amenazar al Barcelona, mientras los defensas de Luis Enrique amasaban la jugada con una especie de calma inoportuna. El primer tanto de Griezmann llegó tras un error de Jordi Alba en la salida de balón. Robó Gabi y centró con sutileza Saúl Ñíguez, seguramente la gran revelación del fútbol español. El balón quedó perfecto para Antoine Griezmann, que remató con precisión ante Ter Stegen (1-0). El francés ya es uno de los mejores jugadores de la competición y ha contrastado su talento en los grandes partidos. Hasta ayer no había sido capaz de batir al Barcelona con la camiseta del Atlético. Sin embargo, en la cita más importante de la temporada, pudo firmar un doblete que quedará en la memoria de todos los atléticos.
No hay un equipo tan pegajoso como el de Simeone, capaz de robarle la identidad a cualquiera. Lo logró también con el Barcelona, que pareció un equipo depresivo en el Calderón. Sin signos de rebeldía ni orgullo de campeón, el Barça solo inquietó a Oblak a partir del descanso, cuando el resultado ya estaba en su contra. Sin una razón aparente, su trío de delanteros ha perdido la inspiración que les llevó a lograr el pleno de títulos la pasada temporada. El equipo es una mala copia del que fue hace un mes, antes de que la derrota en el Clásico acercara los miedos al Camp Nou. Aquel día perdió su condición de infalible y ahora parece vivir una crisis de confianza. Afecta especialmente a Messi, que está lejos del remate, y a Neymar, que ya no desborda a su marcador. Nadie prepara tantas emboscadas como Simeone, que eligió el partido más importante para batir a Luis Enrique, como ya hizo con el Madrid en la final de Copa de 2013. El sistema defensivo del Atlético exige fluidez en el juego y movilidad de los delanteros, aspectos en los que el Barça ha desentonado. La eliminatoria se pareció al duelo de hace dos temporadas, en el que se empezó a cuestionar el proyecto del Tata Martino. También con el Calderón como testigo, el Barça fue incapaz de batir a Courtois, del mismo modo que ayer no pudo con Oblak. Si algo se repitió en los dos eliminatorias es que el equipo catalán mostró demasiados signos de desidia y de fatiga. Mérito del Atlético, que no ha hecho otra cosa que mejorar en las cinco temporadas de Simeone. Su plantilla es el perfecto equilibrio entre los emblemas del club (Gabi, Torres, Godín, Filipe Luis), los aciertos de la dirección deportiva (Griezmann, Carrasco, Correa, Augusto, Jiménez y Oblak) y los productos de su cantera (Koke, Saúl, Thomas y, ahora, Lucas Hernández).
De nada sirvió el último arreón de los de Luis Enrique, que respondió más a la dignidad que a su manual de juego. Griezmann había marcado de penalti (2-0), después de que Iniesta interrumpiera con la mano una contra dirigida por Filipe Luis. El lateral es un pura sangre del fútbol, uno de esos zurdos que interpretan los partidos desde el carril. Después de haber anulado a Messi se permitió el lujo de tirarle un caño a Mascherano, que originó el gol de la sentencia. El Atlético se resguardó entonces en su área y el Barça no supo acelerar en los metros finales. Tampoco reclamó tras el partido un penalti de Gabi, que Rosetti sacó fuera del área. El equipo catalán supo reconocer los méritos del Atlético y fue tan elegante en la derrota como impotente sobre el césped. El lanzamiento de Messi se fue fuera y la grada celebró una de sus noches más redondas. En el último tramo, Godín reflejó la resistencia de los colchoneros; impecable en el juego aéreo, víctima también de un codazo de Luis Suárez.
Ganó el Atlético porque fue quien más lo mereció. Su gen competitivo desquicia a los rivales, que no pueden mostrar sus virtudes en el Calderón. La conexión con la grada mejora el juego del equipo, que sueña con ganar la Champions League. Parece la obsesión oculta de todos los colchoneros, que perdieron dos finales en el descuento. Ante el desafío que se le presenta a su equipo, Simeone repite una máxima que ha asimilado todo el Calderón: «Nunca dejen de creer».
El Atlético de Madrid eliminó al Bayer Leverkusen en la tanda de penaltis, después de un partido cerrado, lleno de interrupciones, en el que hubo más emoción que brillo. El ambiente del Calderón mantuvo el aliento del equipo de Simeone en un encuentro tan intenso como exigente. Un gol de Mario Suarez igualó la eliminatoria y los dos equipos parecieron conformarse con la situación durante buena parte del encuentro.
El Atlético tenía que remontar el 1-0 del partido de ida y salió con sus jugadores más creativos: Mario Suárez, Koke, Cani, Arda Turan y Griezmann. Sin embargo eso no fue suficiente para que el equipo se hiciese con el balón y combinase. Simeone sabía lo difícil que se ponía la eliminatoria si el Leverkusen marcaba y no quiso asumir ningún riesgo. Su defensa, segura como siempre, renunció a sacar el balón jugado y el Atlético confió su suerte a los arranques de Griezmann, de nuevo el más peligroso, y a las jugadas de estrategia. Por momentos el encuentro parecía un partido de rugby: los dos equipos enfrentándose por ganar metros, por recibir uno de esos balones que caían del cielo para sacar algo ventajoso: un control en campo contrario, un saque de banda o incluso una falta sobre la línea del centro del campo.
El gol llegó en un rechace tras la salida de un córner poco antes de la media hora de partido. Cani tocó el balón de cabeza en la frontal y Mario Suárez disparó. Un rebote en un defensa despistó a Leno y el balón entró en la portería. Mandzukic pudo marcar el segundo poco después, pero se entretuvo en la definición y desaprovechó un gran servicio de Arda. Ninguno de los dos equipos se encontraba demasiado incómodo con el resultado. El Atlético sentía que había hecho la parte más difícil y que podía perder la eliminatoria en cualquier jugada. El Leverkusen confiaba en que un descuido de los colchoneros les diese la oportunidad para correr e incorporarse al ataque en oleadas. Raúl García había sustituido a Cani para devolver un dibujo más natural al equipo, y la entrada de Torres por Mandzukic completó los cambios (Oblak había suplido a Moyá por lesión en la primera parte).
No hubo muchas ocasiones. A ello contribuyó que Son y Calhanoglu hiciesen un partido gris, muy por debajo de su nivel en Alemania. En el Atlético de Madrid, Griezmann volvió a ser el más desequilibrante, con algunos alardes de verticalidad e instinto asesino. Arda Turan jugó sus mejores minutos en la prórroga, cuando se agotó la presión del Bayer, y lideró el último esfuerzo de los colchoneros. El turco es un jugador fantástico que ha crecido mucho con Simeone. Sin embargo da la sensación de que se centra con demasiada frecuencia en esconder el balón, en desesperar al rival mientras el equipo se organiza, y olvida que lo más importante en el fútbol son los goles y su magia es imprescindible para que el Atlético los marque.
El equipo de Simeone se fue a por el partido en la segunda parte de la prórroga pero apenas inquietó a Leno. Los penaltis sonrieron al equipo de Simeone. Calhanoglu y Toprak fallaron en el Leverkusen; Raúl García y Koke en el Atlético. Torres marcó impecablemente el quinto penalti y Kießling mandó su lanzamiento a la grada del Calderón.
El Atlético se clasificó y será una de las amenazas del sorteo. El gran arma del equipo de Simeone es su extraordinaria versatilidad para anular a cualquier rival, para ocultar sus virtudes ofensivas. Se trata de evitar que demuestren su superioridad. Sin embargo, ante equipos teóricamente inferiores, al Atlético le faltan recursos. Sus mejores partidos son ante rivales que aceptan llevar la iniciativa y se arriesgan a las emboscadas de los rojiblancos. El plan de Simeone es llevar los partidos a la igualdad máxima, en la que las diferencias las marque la intensidad y las acciones que el Cholo considera eficientes; acciones que no le expongan a las virtudes del rival: contraataques y jugadas a balón parado. Por eso el Leverkusen era un rival tan serio como la Juventus, el Espanyol como el Valencia. El “partido a partido” no es solo un lema de humildad pronunciado para contener la euforia. Su verdadero significado es que cada encuentro es una batalla cruda e incierta; una batalla más importante que la propia guerra.
En la Champions League muchos equipos piensan en ganar la guerra. Algunos veían la tanda de penaltis y lamentaban la clasificación del conjunto de Simeone, pues son conscientes que cualquiera puede perder la guerra en una batalla contra el Atlético.
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Foto 1 y Foto 2: Mundo deportivo.
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Diego Rodríguez Gascón.
Jornada 24.
La pasada jornada el Barcelona afianzaba su progresión con una victoria redonda ante el Levante, el Real Madrid ganó pero no convenció ante el Deportivo y el Atlético se estrelló en su visita a Balaídos. Pero la liga es una competición vibrante, que depara sorpresas cada fin de semana. El guión de la jornada volvió a cambiar la situación en los primeros puestos: el Madrid restauró sus cuatro puntos de distancia con el Barcelona y el Atlético resolvió en el Calderón, en una noche en la que volvieron a brillar sus puntas.
Esta vez el Barcelona cayó contra pronóstico en su propio estadio, víctima de un equipo joven y atrevido como el Málaga, capaz de anular al plantel de Luis Enrique en el repliegue y de desquiciarlo con el balón en su poder. Juanmi aprovechó un error de bulto de Dani Alves para firmar el gol de la victoria en el minuto siete de partido. Y al Barcelona le faltaron recursos para abrir el cerrojo del Málaga, que le ha ganado el duelo al equipo culé en los dos choques de la temporada (consiguió empatar a cero en la Rosaleda y se llevó los tres puntos del Camp Nou). Sin el brillo de sus delanteros (ni Messi ni Suárez ni Neymar estuvieron a su nivel), el Barcelona se convirtió en un equipo previsible, que dejó ciertos síntomas de impotencia.[1] No aprovechó los costados, el único resquicio que dejaba la defensa rival, y ni siquiera llegó a asustar en los últimos minutos. Messi y Neymar acabaron en las redes del sistema defensivo malaguista, y se les vio sin la chispa de las últimas jornadas. Nadie destacó en un Barcelona que se pareció más al equipo impotente de Anoeta que al que llegó a encadenar once victorias consecutivas antes del choque de este fin de semana. La euforia que rondaba en el Camp Nou pudo jugarle una mala pasada al equipo culé, que volvía a tener a tiro el liderato. Tras la derrota, ve como el Real Madrid amplía su distancia y espera resarcirse en el decisivo duelo ante el City, que medirá sus aspiraciones europeas. Pero sería un error no apreciar los méritos del Málaga en su victoria en el Camp Nou. Fue un equipo solidario, que ejecutó las ayudas defensivas con acierto, supo asociarse cuando tuvo el balón y ganó siempre los rechaces. El técnico Javi García volvió a superar a Luis Enrique y supo explotar a su plantilla: dispone de jóvenes futbolistas con descaro (Juanmi, Castillejo, Samuel, Horta o Juanpi) que brillaron en un escenario exigente. El Barcelona ni siquiera agobió al rival en los minutos finales y el Málaga cuidó aquellos detalles que permiten ganar partidos.
El Atlético de Madrid venció con solvencia al Almería (3-0) y recuperó sensaciones tras la derrota en Balaídos. Simeone planteó el partido para aprovechar la sintonía de sus delanteros, Griezmann y Mandzukic, que viven el mejor momento de la temporada y firmaron los goles atléticos. Y aunque el árbitro jugó un papel importante en el partido al señalar un penalti riguroso sobre Godín, el Atlético fue superior al conjunto que dirige Juan Ignacio Martínez. El penalti lo transformó Mandzukic, un delantero inteligente, que aporta muchas soluciones a su equipo: puede fijar a los centrales, rematar en boca de gol y asistir a sus compañeros. Y el croata se entiende a la perfección con Griezmann, probablemente el futbolista más en forma de la competición. El delantero francés marcó los otros dos goles de su equipo, en dos bonitas acciones ejecutadas con su zurda. En la primera de ellas, recibió un gran servicio de Mandzukic al espacio, aprovechó su velocidad y definió con sutileza. En el tercer tanto del Atlético, Griezmann resolvió un barullo en el área con un disparo cruzado. El Almería se topó con Moyá siempre que lo intentó y firmó demasiado pronto la derrota, tras un mal inicio de partido. Después de la victoria, Simeone prestó más atención a su lucha con el Valencia y el Sevilla por la tercera plaza que a la pugna por el liderato, en un juego al despiste que ya no convence a nadie. Y las noticias que recibió su equipo fueron buenas en ambos sentidos: consiguió acercarse al Barcelona en el segundo puesto y se afianzó en la tercera posición. El Valencia venció en Córdoba (2-1), con goles de André Gómes y Pablo Piatti, y el Sevilla perdió ante la Real Sociedad (4-3) en el partido más bonito de la jornada, que se jugó en la mañana del domingo. En San Sebastián se vio un duelo lleno de alternativas, que resolvió Xabi Prieto con un cabezazo en los minutos finales. La victoria de la Real Sociedad permite a Simeone mirar a la cabeza de la tabla, aunque sigue quedando demasiado para que el técnico reconozca que su equipo es un serio candidato a la liga. Para el resto, lo ha sido siempre.
El Real Madrid cerró la jornada del domingo con una victoria sólida en Elche (2-0). El equipo de Ancelotti sigue recuperando la confianza tras la derrota en el Calderón y aprovechó el pinchazo del Barcelona para consolidar su liderato. El Elche despreció el balón y el Madrid cuajó un buen partido, en el que la media pudo circular el balón a su gusto y sus delanteros volvieron a estar inspirados. Cristiano se implicó más en el juego, generó media docena de ocasiones y acabó marcando el segundo gol del equipo en un poderoso remate de cabeza. Ya lleva 29 goles en Liga y ha igualado a Santillana al marcar 290 tantos con la camiseta del Madrid. Benzema se asoció con el portugués, volvió a firmar un gran partido y llegó a marcar dos goles, aunque su chilena fue anulada por fuera de juego. Ya en la segunda parte, Cristiano aceleró desde la banda y Benzema aprovechó un rechace para adelantar al Madrid. El gol del francés premió a un equipo insistente, que remató más que en los partidos del último mes. El Elche fue un rival estéril, que se dio por vencido cuando el equipo de Ancelotti abrió el marcador. El Madrid ha encontrado a dos rivales cómodos como el Schalke y el Elche para elevar su estado anímico, justo en el momento más delicado de la temporada. En el Martínez Valero creó muchas situaciones de peligro y el Elche no exigió a Casillas. El regreso de Pepe ha dotado al equipo de mayor seguridad y su mezcla con Varane cada día es más fiable. Carvajal y Marcelo profundizaron por los costados y Lucas Silva parece integrado en la media, que dominan Kroos e Isco. El alemán parece haberse repuesto de su bajón físico y sigue siendo un futbolista académico, que parece rayar la perfección en cada pase. Pero en el Madrid, la improvisación está a cargo de otro futbolista: Isco Alarcón. El malagueño tiene un don que se manifiesta en cada control, en cada regate. El balón parece disfrutar en sus botas e Isco hace disfrutar al resto. No es casualidad que una vez más el de Arroyo de la Miel fuese ovacionado en campo contrario, al abandonar el Estadio Martínez Valero. Los campos de Primera suelen apreciar que están ante algo especial y, sin duda, Isco es un futbolista diferente. Casillas sentenció al final del encuentro: “Isco es el próximo jugador más importante que pueda tener este país”.
Dicen que la política se construye con verdades que duran solo un día. En el fútbol las verdades pueden durar más de una semana, pero estas se ponen en cuestión cada partido. Nada nuevo, la liga es una competición larga, que premia al que tenga más regularidad en un carrusel de altibajos. Y cada jornada sigue siendo un laberinto de emociones: la suerte de los equipos puede cambiar en el momento más inesperado.
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Jorge Rodríguez Gascón.
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Foto 1: hoyenfutbol.com. Foto 2: Daily Mail. Foto 3: periodistadigital.com.
[1] El árbitro le perdonó la expulsión a Neymar en un rabieta y no castigó las patadas en la espalda de Jordi Alba a Juanpi, cuando el Barcelona ya daba por perdido el partido.
“Se busca rival digno para derbi decente”. El Real Madrid recibió al Atlético en 2011 con esta pancarta en el Bernabéu. Meses más tarde el Atlético le ganaría la Copa del Rey en su propio estadio, e inauguró un período de victorias rojiblancas. Los papeles han cambiado en el derbi de la capital; ahora es el Madrid quien parece sufrir un bloqueo mental ante su vecino. Un sentimiento que cristalizó en una de las tardes más tristes para el Madrid, y en la mayor exhibición que se recuerda del equipo de Simeone.
El Atlético sabía que la puesta en escena era importante para el desarrollo del partido. Alentado por su público, se hizo dueño del balón, jugó a lo que pretendía y entró por los costados. Arda se hizo grande al inicio e hizo sufrir a Coentrao. El turco posee la facultad de rescatar con su magia jugadas cercanas al abismo, que parecen intrascendentes o demasiado embarulladas. Cuando el balón llega a su poder, Turan despeja el laberinto de piernas con un toque sutil o un regate invisible. De sus botas partieron los primeros avisos de los atléticos y gracias a su sociedad con Juanfran, Griezmann, Mandzukic y Saúl llegaron las mejores noticias para los colchoneros. Griezmann empezó a amenazar a la defensa del Madrid con su eslalon vertiginoso y Mandzukic dominó el juego por alto, supo aguantar el balón y ofreció grandes soluciones para sus compañeros. Y recién cumplido el minuto 14 llegó el primer gol del Atlético de Madrid. Arda controló el tiempo y cedió para Juanfran, un lateral de largo recorrido. Su centro acabó tras algún intento de remate en el pecho de Mandzukic. El croata dudó si mirar a puerta y atendió a la llegada de Tiago, que fusiló desde la frontal. Casillas no atinó a despejar su disparo y el balón traspasó sus redes (1-0). Pese a que estaba tapado, da la sensación de que Casillas pudo hacer más en el primer gol. El factor emocional estaba de parte del Atlético y el equipo se sobrepuso a la lesión de Koke, que pidió el cambio antes de que se cumpliese el primer cuarto de hora. Una baja importante para un equipo que salió a dominar al rival, a hacer daño con la posesión como instrumento, y que tiene en Koke a uno de los grandes representantes de su juego asociativo. Si Koke es de esos futbolistas que marca el estilo al que se juega, Arda, Saúl, Griezmann y Mandzukic recogieron el testigo, sometieron al Madrid y mostraron un fútbol de buen gusto.
El Madrid no conseguía hacer tres pases seguidos, siempre asfixiado por el juego del Atlético, sin capacidad de crear peligro. El equipo blanco fue inferior desde el inicio y acabó pidiendo perdón por el bochorno, orquestado entre otras cosas porque Ancelotti siempre va a remolque de los planes de Simeone. Arrasado desde el primer minuto por un equipo entusiasta, el técnico italiano no encontró soluciones para desnudar al Atlético. Varane y Nacho Fernández sufrieron ante el poderío de Mandzukic y la velocidad de Griezmann y los laterales no se prodigaron. Kroos no pudo controlar la circulación y su impotencia quedó retratada en una patada a Griezmann, Khedira llegó siempre tarde a la presión e Isco no pudo sorprender ni a Tiago ni a Gabi. Benzema no encontró posiciones de remate ni pudo asociarse en el balcón del área. Cristiano y Bale, bien sujetados por los laterales, no profundizaron ni una sola vez. Tras el gol inicial del Atlético, el Madrid fue zarandeado. No tardó más que cuatro minutos en encajar el segundo, en otra acción colectiva de los atléticos. Y marcó Saúl, que firmó un gran partido en el mejor escenario posible. Mandzukic aguantó un balón y dibujó la carrera de Siqueira. El lateral llegó a línea de fondo y puso un centro preciso para Saúl, que realizó una chilena estupenda (2-0). En esa media hora el Atlético fue una tormenta que dejó desahuciado al líder: no hubo noticias de sus delanteros, la media se vio sobrepasada y su defensa temblaba ante las llegadas rojiblancas.
En los minutos previos al descanso, el Real Madrid ganó presencia en el partido o, al menos, no se vio tan desprotegido. Tras el paso por los vestuarios, Ancelotti dio entrada a Jesé en lugar de Khedira y el Madrid fue más incisivo, aunque los síntomas positivos duraron bien poco. Lo que tardó Griezmann en reengancharse al partido. El francés es uno de los futbolistas más determinantes de la competición y, como todo el Atleti, salió victorioso de las disputas. Ha sabido reciclarse en el equipo de Simeone: ha atendido a sus consejos y trabaja en la recuperación, está atento a la presión y se mantiene fresco para hacer daño. Estuvo veloz en la conducción, desequilibrante en el regate y acertado en la ejecución. Dribló a media defensa del Madrid y lanzó al Atlético a la carrera, con la habilidad de un extremo y la imaginación de un enganche. De sus botas llegó el tercer gol del Atleti, pero antes había conducido una jugada rápida de su equipo, había rematado un centro de Juanfran y había ejecutado una preciosa chilena que rozó el travesaño de Casillas. En el siguiente intento, Arda Turan sirvió un balón desde el pico del área, Saúl lo rescató para Griezmann y el francés culminó la jugada, anticipándose a Varane (3-0). En ese lance tuvo que ser sustituido Saúl, una de las claves del equipo rojiblanco. El joven futbolista abandonó el terreno con molestias en la rodilla, con el premio de la ovación de su público.
El tercer gol afectó al Madrid, que ya no albergó ninguna esperanza. El Atlético siguió llevando el dominio del juego, combinó con precisión y encontró las debilidades blancas, demasiado a flor de piel en el Calderón. El gol de Mandzukic premió el gran partido del delantero croata, que se fajó con los centrales en un duelo intenso, presionó a Kroos en la salida de balón y allanó el camino del gol. El cuarto tanto llegó tras una asistencia de Torres, que salió por Griezmann, y el remate de Mario Mandzukic redondeó una tarde histórica para el Atlético (4-0).
El conjunto de Simeone afrontaba el partido en medio del debate de la dureza de su juego. Pues bien, respondió el Atlético con un fútbol académico, veloz y limpio, sin rastro de violencia ni indicios de malos modos. El Atlético le dio una lección a un Madrid apagado, que ha perdido frescura desde las navidades. Fue el triunfo de un equipo solidario que mostró más corazón y más fútbol que los blancos. Enseñó, además, que su juego se sustenta en su identidad: es un equipo intenso, trabajador, aguerrido que sabe a lo que juega y que también sabe jugar. El equipo de Ancelotti quedó retratado en el duelo del Calderón y pasó de la impotencia a la desidia con preocupante facilidad. No tuvo claro a lo que jugaba y la pelota le duró un suspiro. El Madrid debe analizar su hoja de ruta y valorar las razones por las que, una vez más, se quedó sin armas para contrarrestar el empuje atlético ni pólvora para inquietar a Moyá.
El Atlético está haciendo pagar la osadía del Bernabéu: el Madrid no sólo ha encontrado un rival digno, ha descubierto a su antídoto.
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Jorge Rodríguez Gascón.
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Foto 1, 2 y 3: http://www.as.com