“Se busca rival digno para derbi decente”. El Real Madrid recibió al Atlético en 2011 con esta pancarta en el Bernabéu. Meses más tarde el Atlético le ganaría la Copa del Rey en su propio estadio, e inauguró un período de victorias rojiblancas. Los papeles han cambiado en el derbi de la capital; ahora es el Madrid quien parece sufrir un bloqueo mental ante su vecino. Un sentimiento que cristalizó en una de las tardes más tristes para el Madrid, y en la mayor exhibición que se recuerda del equipo de Simeone.
El Atlético sabía que la puesta en escena era importante para el desarrollo del partido. Alentado por su público, se hizo dueño del balón, jugó a lo que pretendía y entró por los costados. Arda se hizo grande al inicio e hizo sufrir a Coentrao. El turco posee la facultad de rescatar con su magia jugadas cercanas al abismo, que parecen intrascendentes o demasiado embarulladas. Cuando el balón llega a su poder, Turan despeja el laberinto de piernas con un toque sutil o un regate invisible. De sus botas partieron los primeros avisos de los atléticos y gracias a su sociedad con Juanfran, Griezmann, Mandzukic y Saúl llegaron las mejores noticias para los colchoneros. Griezmann empezó a amenazar a la defensa del Madrid con su eslalon vertiginoso y Mandzukic dominó el juego por alto, supo aguantar el balón y ofreció grandes soluciones para sus compañeros. Y recién cumplido el minuto 14 llegó el primer gol del Atlético de Madrid. Arda controló el tiempo y cedió para Juanfran, un lateral de largo recorrido. Su centro acabó tras algún intento de remate en el pecho de Mandzukic. El croata dudó si mirar a puerta y atendió a la llegada de Tiago, que fusiló desde la frontal. Casillas no atinó a despejar su disparo y el balón traspasó sus redes (1-0). Pese a que estaba tapado, da la sensación de que Casillas pudo hacer más en el primer gol. El factor emocional estaba de parte del Atlético y el equipo se sobrepuso a la lesión de Koke, que pidió el cambio antes de que se cumpliese el primer cuarto de hora. Una baja importante para un equipo que salió a dominar al rival, a hacer daño con la posesión como instrumento, y que tiene en Koke a uno de los grandes representantes de su juego asociativo. Si Koke es de esos futbolistas que marca el estilo al que se juega, Arda, Saúl, Griezmann y Mandzukic recogieron el testigo, sometieron al Madrid y mostraron un fútbol de buen gusto.
El Madrid no conseguía hacer tres pases seguidos, siempre asfixiado por el juego del Atlético, sin capacidad de crear peligro. El equipo blanco fue inferior desde el inicio y acabó pidiendo perdón por el bochorno, orquestado entre otras cosas porque Ancelotti siempre va a remolque de los planes de Simeone. Arrasado desde el primer minuto por un equipo entusiasta, el técnico italiano no encontró soluciones para desnudar al Atlético. Varane y Nacho Fernández sufrieron ante el poderío de Mandzukic y la velocidad de Griezmann y los laterales no se prodigaron. Kroos no pudo controlar la circulación y su impotencia quedó retratada en una patada a Griezmann, Khedira llegó siempre tarde a la presión e Isco no pudo sorprender ni a Tiago ni a Gabi. Benzema no encontró posiciones de remate ni pudo asociarse en el balcón del área. Cristiano y Bale, bien sujetados por los laterales, no profundizaron ni una sola vez. Tras el gol inicial del Atlético, el Madrid fue zarandeado. No tardó más que cuatro minutos en encajar el segundo, en otra acción colectiva de los atléticos. Y marcó Saúl, que firmó un gran partido en el mejor escenario posible. Mandzukic aguantó un balón y dibujó la carrera de Siqueira. El lateral llegó a línea de fondo y puso un centro preciso para Saúl, que realizó una chilena estupenda (2-0). En esa media hora el Atlético fue una tormenta que dejó desahuciado al líder: no hubo noticias de sus delanteros, la media se vio sobrepasada y su defensa temblaba ante las llegadas rojiblancas.
En los minutos previos al descanso, el Real Madrid ganó presencia en el partido o, al menos, no se vio tan desprotegido. Tras el paso por los vestuarios, Ancelotti dio entrada a Jesé en lugar de Khedira y el Madrid fue más incisivo, aunque los síntomas positivos duraron bien poco. Lo que tardó Griezmann en reengancharse al partido. El francés es uno de los futbolistas más determinantes de la competición y, como todo el Atleti, salió victorioso de las disputas. Ha sabido reciclarse en el equipo de Simeone: ha atendido a sus consejos y trabaja en la recuperación, está atento a la presión y se mantiene fresco para hacer daño. Estuvo veloz en la conducción, desequilibrante en el regate y acertado en la ejecución. Dribló a media defensa del Madrid y lanzó al Atlético a la carrera, con la habilidad de un extremo y la imaginación de un enganche. De sus botas llegó el tercer gol del Atleti, pero antes había conducido una jugada rápida de su equipo, había rematado un centro de Juanfran y había ejecutado una preciosa chilena que rozó el travesaño de Casillas. En el siguiente intento, Arda Turan sirvió un balón desde el pico del área, Saúl lo rescató para Griezmann y el francés culminó la jugada, anticipándose a Varane (3-0). En ese lance tuvo que ser sustituido Saúl, una de las claves del equipo rojiblanco. El joven futbolista abandonó el terreno con molestias en la rodilla, con el premio de la ovación de su público.
El tercer gol afectó al Madrid, que ya no albergó ninguna esperanza. El Atlético siguió llevando el dominio del juego, combinó con precisión y encontró las debilidades blancas, demasiado a flor de piel en el Calderón. El gol de Mandzukic premió el gran partido del delantero croata, que se fajó con los centrales en un duelo intenso, presionó a Kroos en la salida de balón y allanó el camino del gol. El cuarto tanto llegó tras una asistencia de Torres, que salió por Griezmann, y el remate de Mario Mandzukic redondeó una tarde histórica para el Atlético (4-0).
El conjunto de Simeone afrontaba el partido en medio del debate de la dureza de su juego. Pues bien, respondió el Atlético con un fútbol académico, veloz y limpio, sin rastro de violencia ni indicios de malos modos. El Atlético le dio una lección a un Madrid apagado, que ha perdido frescura desde las navidades. Fue el triunfo de un equipo solidario que mostró más corazón y más fútbol que los blancos. Enseñó, además, que su juego se sustenta en su identidad: es un equipo intenso, trabajador, aguerrido que sabe a lo que juega y que también sabe jugar. El equipo de Ancelotti quedó retratado en el duelo del Calderón y pasó de la impotencia a la desidia con preocupante facilidad. No tuvo claro a lo que jugaba y la pelota le duró un suspiro. El Madrid debe analizar su hoja de ruta y valorar las razones por las que, una vez más, se quedó sin armas para contrarrestar el empuje atlético ni pólvora para inquietar a Moyá.
El Atlético está haciendo pagar la osadía del Bernabéu: el Madrid no sólo ha encontrado un rival digno, ha descubierto a su antídoto.
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Jorge Rodríguez Gascón.
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Foto 1, 2 y 3: http://www.as.com