A DOS SEMANAS DEL CLÁSICO

Noticia-134656-barcelona-rayo-vallecano-liga-bbva Los resultados son el prisma desde el que se mira el fútbol y están condicionados por la inercia de los equipos y el capricho de la fortuna. La fortuna y la inercia sonríen ahora al Barcelona, que ha encontrado cierta estabilidad en el momento más delicado del Real Madrid. Es evidente que el Barcelona ha invertido su estado anímico. La derrota en Anoeta cuestionó el proyecto de Luis Enrique: el Barcelona carecía de un plan definido, perdía puntos en cada desplazamiento y le faltaba capacidad de respuesta ante un resultado adverso. Los medios catalanes contaban los días para que el técnico asturiano fuese destituido y se especulaba con la salida de Messi a final de temporada. Pero la reacción llegó frente al Atlético de Madrid, en el siguiente encuentro de liga. Messi lideró uno de los mejores partidos del Barça de Luis Enrique y supuso una inyección de confianza para la plantilla. El Barcelona ha encadenado desde entonces una espectacular racha de resultados, que solo se vieron interrumpidos por la derrota ante el Málaga. Sin contar el “resbalón” frente al equipo de Javi Gracía, el Barcelona ha conseguido recortarle al Real Madrid siete puntos de distancia en liga (14 victorias en 15 partidos en todas las competiciones). El equipo de Luis Enrique ha cosechado un buen triunfo en la ida de los octavos de la Champions ante el City y se ha clasificado para la final de la Copa del Rey. Para acceder a la final ante el Athletic, que se jugará el próximo 26 de mayo, ha derrotado a un sparring débil como el Elche y a dos de los mejores equipos españoles: el Atlético de Madrid y el Villarreal. A la sonrisa del Barcelona contribuye el momento de inspiración de Messi, que con su hat-trick al trote ante el Rayo Vallecano superó a Zarra con 32. “Leo consigue superarse cuando parece imposible”, afirmó Iniesta al término del partido. Messi ha mejorado en la lectura de los encuentros e interpreta las necesidades de su equipo, prestando atención al juego colectivo. El argentino se aproxima a la visión de futbolista total: marca, asiste y distribuye. Actúa a veces como un falso extremo, otras como un nueve brillante y perezoso, e incluso como un interior de buen gusto, pero siempre juega de 10. El único motivo de preocupación que rodea a Messi es su bloqueo desde los once metros: ha fallado 5 de los 11 penaltis que ha tirado esta temporada, sin contar el lanzamiento parado por Cristian Álvarez, que el árbitro Gil Manzano mandó repetir. Por lo demás, si el argentino no se ausenta en el juego, es capaz de decidir cualquier encuentro en una ráfaga de talento. Lo demostró una vez más frente al Rayo, con un hat-trick en 12 minutos. La finta y el pase de Messi sostienen a sus compañeros de delantera. Neymar está completando una gran temporada y tras tres partidos sin marcar, volvió a retomar la senda del gol ante el Villarreal, en la vuelta de las semifinales. Luis Suárez ha afinado su puntería, su gran obstáculo en los primeros meses, y vive sus mejores días de blaugrana, justo en el momento clave de la temporada. También está de dulce Iniesta, que completó un gran partido ante el Rayo Vallecano. Mezcló bien con Xavi, que sigue siendo un lujo que alterna la titularidad con la suplencia, y se asoció con Rakitic, del que Luis Enrique prescinde con demasiada frecuencia, y con Mascherano, capacitado para aliviar la ausencia de Busquets. Aunque algunos aficionados ven todavía mucho margen de mejora: el equipo se expone demasiado ante el rival, sufre en la recuperación, necesita de grandes partidos para esforzarse al máximo y los resultados dependen en exceso de la suerte de sus delanteros. Pese a ello, el Barcelona ha enlazado una serie de victorias y ha espantado los malos presagios, de momento. Luis Enrique atendió a los medios al acabar el duelo ante el Rayo y afirmó: “Los objetivos y las rachas se valorarán a final de temporada, cuando se decidan los títulos”. El Real Madrid por su parte ha dejado escapar una amplia ventaja. Sigue en una posición privilegiada para disputar la liga, pero preocupa su bajo estado de forma. Desde su victoria en el Mundialito de Clubes de Dubai, el Madrid no ha vuelto a convencer. Carece de ideas en la elaboración y su delantera está lejos de los registros de comienzo de temporada. Carlo Ancelotti estimó tras la derrota en San Mamés que el bajón del Real Madrid responde a su mal momento ofensivo. El apagón de sus goleadores lo representa como nadie Cristiano, que pese a que mantiene buenas cifras de cara a portería (por mucho que Messi le haya comido el terreno), ha perdido protagonismo en el juego. El portugués parece incómodo en los partidos: ha perdido chispa en el regate y sin fortuna en el desequilibrio, se aleja de la banda para buscar posición de remate. Sin demasiados asistentes, Cristiano pierde capacidad para decidir los partidos. Benzema ha bajado en las últimas dos semanas: sufre cuando el equipo pierde el balón y sin socios en la improvisación, se difumina en los encuentros. Bale sigue desenganchado del juego, alejado del gol y de sus compañeros. Las bajas de Modric, Ramos y James han afectado a la plantilla y el equipo está muy lejos del brillo de la primera parte de la temporada. No encuentra el equilibrio y se especula con un cambio táctico (del 4-3-3 al 4-4-2) para paliar sus defectos a la hora de controlar los partidos. Ante el Villarreal fue la falta de puntería y las estiradas de Asenjo lo que les privó de una victoria al conjunto blanco. Pero la imagen que dejó el equipo blanco en San Mamés fue más preocupante, con demasiados síntomas de desidia de algunos futbolistas, que se disolvieron en la atmosfera de San Mamés. La victoria del Athletic la firmó Aduriz, el solista imprescindible del equipo vasco, con un plástico y contundente remate de cabeza. El Athletic culminó con el vuelo de Aduriz su semana mágica: venció al Eibar en el derbi vasco, al Espanyol en la vuelta de las semifinales de Copa y pudo con el Real Madrid en su estadio. El equipo de Ancelotti afronta una semana delicada y espera volver a vencer en Champions, de momento la competición en la que se está mostrando más sólido. La recuperación de sus estrellas, más cuestionados que nunca por la prensa, será fundamental para convencer al Bernabéu. Las mejores noticias para el Madrid llegan desde la enfermería, con la recuperación de Pepe, que fue de lo mejor de Bilbao, y la vuelta de Sergio Ramos y de Luka Modric, dos piezas fundamentales de la columna vertebral de Ancelotti. A la espera de que Kroos e Isco reencuentren su mejor versión física, el Madrid quiere aprovecharse de un rival débil como el Schalke 04, que fue inofensivo en Alemania. A dos semanas del clásico, la única certeza es que todo puede cambiar: el fútbol es un deporte que se construye con realidades efímeras. [1] . .

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: http://www.libero.pe; Foto 2: AP q4p.co; Foto 3: deportes.elpais.com

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[1] Como dijo Isco en la zona mixta de San Mamés, no sabemos si en serio o en broma: “Los equipos tienen altibajos, unas veces estás arriba y otras veces estás abajo”.

LA PLENITUD DE SERGIO GARCÍA

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En el verano de 2004 el Barcelona descartó a Sergio García (Bon Pastor, Barcelona, 1983; 31 años). El delantero catalán había debutado la temporada anterior, cuando el Barça ya empezaba a ver la luz tras el período más oscuro de su historia reciente. Rikjaard emprendió una profunda renovación que encabezó Ronaldinho, un futbolista mágico, de sonrisa inagotable. Sergio García fue excluido de los planes del club de su infancia, en el que batió todos los registros en las categorías inferiores. Algunos dicen que marcó 969 goles desde que fue reclutado en alevines. Era un chico de barrio, sin ningún estudio[1], que fabricó su identidad con la suerte de sus botas. En la cúpula de la directiva no gustaban ni sus peinados ni sus síntomas de inmadurez. Y, a pesar de que había dejado buenos detalles en los partidos que disputó, se le consideró parte del pasado.

Fue cedido al Levante y tuvo que adaptarse al fútbol de élite en un club pequeño. Allí conoció por primera vez el amargo trago del descenso, una maldición que durante un tiempo le persiguió. Poco a poco se fue haciendo a la competición y, desde la posición de extremo, mostró algunas de sus virtudes: velocidad en espacios cortos, gran manejo de balón y picardía. Fichó por el Zaragoza y cuajó buenas temporadas, aunque también hubo claroscuros: estuvo pasado de peso y volvió a descender a Segunda en 2008. Aquel fue un año agridulce para el de Bon Pastor ya que conquistó la Eurocopa con la selección española, un mes después de que el Zaragoza perdiera la categoría. Sergio García contó lo que Luis Aragonés le dijo al llegar a la concentración: “No me mire así. Usted se ha ganado estar aquí”. Los compañeros le apodaron “Falete”, por su forma de hablar, porque llevaba melenas y porque algunos de sus familiares y amigos son gitanos.

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Después de la victoria en Austria fichó por el Betis y volvió a bajar a Segunda División. La prensa se hizo eco de sus tres descensos consecutivos (aunque no atendió a que había mejorado sus registros personales) y sólo el Espanyol apostó por él. A Sergio García le seducía la idea de volver a Barcelona y aceptó. Y en más de una ocasión ha confesado que escoger al Espanyol fue la mejor decisión que ha tomado en su carrera deportiva. Pasó por malos momentos, con el incordio de las lesiones, y la sombra de un posible descenso. Pero, finalmente, el Espanyol consiguió salvarse y Sergio García fue importante en el tramo decisivo. El técnico mejicano Javier Aguirre le situó definitivamente en la delantera, el lugar en el que había brillado en la cantera del Barcelona. Cuatro años más tarde, Sergio García es el alma del equipo, el capitán de la plantilla y el ídolo de la afición. Creció con Mauricio Pochettino en el banquillo y vive sus mejores días en la actualidad, a las órdenes de Sergio González. Lleva 8 goles en Liga y participó en 21 de los 39 goles del equipo perico en 2014, un 54 %.

Sergio García es el ejemplo de un futbolista astuto. Vive en tensión perpetua, en busca de la más mínima ventaja sobre el rival, siempre con mil trucos a su favor. Una forma de entender el fútbol que aprendió en Bon Pastor, un barrio humilde de Barcelona. Sergio se definió a sí mismo como “un futbolista de la calle”, de esos que aprenden los secretos del juego en las aceras antes que en el césped. No le importa moverse por el frente de ataque en solitario y también es capaz de asociarse con Stuani y Caicedo (ha dado 6 asistencias en la competición liguera). El catalán es un futbolista especial, capaz de fabricar un gol de la nada, en un despiste, un acto de pillería o una ráfaga de talento. Posee un primer metro imparable, salida hacia los dos perfiles (6 de sus 8 goles los ha logrado con el pie izquierdo, el menos bueno) y mucha calidad para ejecutar sus acciones. A sus 31 años está en un buen momento físico y se siente imprescindible en su equipo. Está implicado en el juego y siempre aporta soluciones: saca partido de los duelos con el rival, es desequilibrante cuando cae a bandas y es eficaz en la definición.

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Sergio García acaba de ser renovado hasta 2018 y la afición le considera el heredero de Tamudo. En más de una ocasión ha confesado que su sueño es lograr un título con los pericos. El Espanyol de Barcelona se mide mañana al Athletic de Bilbao, un histórico de la competición copera, en busca de una plaza en la final. El equipo vasco vive de los goles de Adúriz. Las opciones de los pericos descansan en las trastadas de un delantero de barrio. Pochettino, el técnico que le dio alas, concluye: “Es verdad que Segio ha encontrado su sitio. Parece que el Espanyol es su hábitat de siempre”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] Sergio García reconoció en la Eurocopa que “no se había leído ni los libros del colegio.”

Foto 1: Marca. Foto 2: altaspulsaciones.com. Foto 3: vavel.com