Un niño entre gigantes

renato sanches reuters

El fútbol está plagado de grandes descubrimientos. Las competiciones internacionales siempre han potenciado estas apariciones, quizá porque el tipo de torneo propone un camino más breve desde el anonimato a la fama. En esta Eurocopa ha habido dos grandes descubrimientos. El primero es Dimitri Payet, uno de los líderes del anfitrión. Su actuación es una gran noticia para el fútbol francés, pues antes del torneo no se le consideraba tan importante en el esquema de Deschamps. Su irrupción no estaba prevista, aunque exige una breve aclaración: Payet ya había demostrado todas sus cualidades en el West Ham; su disparo, su conocimiento del juego y sus recursos en el regate. La otra promesa anunciada era un mediocampista valiente y desordenado, por el que el Bayern Munich acababa de pagar al menos 35 millones: Renato Sanches.

Sanches presume de su juventud[1] y de su tanto ante Polonia. Juega con el descaro y la soberbia de los adolescentes, con el valor intuitivo del fútbol de barrio. El mediocampista se equivoca y se rehace, se ofrece y se despista. Asume responsabilidades impropias de un chico de 18 años y pide el balón a todo el mundo, sin distinguir entre João Mário o Cristiano Ronaldo. Se atreve a llegar al área y trabaja sin descanso, con el despliegue y la frescura de quien se sale de la norma. Ahí reside su gran virtud: Renato huye de los vicios del fútbol convencional. No ahorra en el esfuerzo y no piensa que el juego se basa en la sensatez. Parece impulsivo, caótico hasta cierto punto, y tiene la ambición de los que llegan para quedarse.

Ante Polonia logró el tanto que le convierte en el portugués más joven en marcar en un gran competición. El gol llegó como consecuencia de su imprudencia. ¿Quién iba a esperar que un debutante asumiera el liderazgo en la Portugal de Cristiano Ronaldo? Renato jugó sin miedo al error y llevó a su equipo a los penaltis. La tanda demostró también su personalidad. En un momento de máxima tensión, Sanches resolvió con absoluta frialdad. Su naturalidad ante los medios refleja la confianza en sus posibilidades: “El entrenador nos preguntó que quién quería lanzar. Ronaldo pidió el primero y yo quise el segundo. Estaba tranquilo, sabía lo que tenía que hacer”.

Antes del partido le había elogiado su compañero José Fonte: “Es el pequeñín, pero le sobran ganas». Su técnico, Fernando Santos, valoró tras la clasificación el protagonismo del joven futbolista: “Renato ha tirado del equipo en los dos últimos partidos. (…) Su potencial es enorme y demuestra sus cualidades dentro del campo, aunque debe ser más organizado. Es inmune a la presión, de lo contrario no estaría entre los 23 convocados”.

A Portugal le va bien que el juego de Sanches tenga un punto de rebeldía y desacato. Sería un error que siguiera todos los consejos de su técnico. Lo mejor de Renato es que, hasta el momento, nadie ha podido cambiarlo.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] El pasado lunes, el ex técnico Guy Rox aseguró que Renato Sanches tiene entre 23 o 24 años. Según su teoría, fue inscrito con cuatro o cinco años en el registro civil como si acabara de nacer. Se trata de un rumor que ha perseguido la carrera del jugador de Cabo Verde. Algunos diarios rescataron imágenes de su infancia, en sus primeros partidos con el Benfica para desmontar las declaraciones del técnico.

Cuentos de dragones

gales celebra

La Eurocopa camina entre la emoción y el aburrimiento. Los partidos prometen más de lo que cumplen y se valora más el pulso táctico que el talento. El torneo puede mejorar en semifinales, con dos duelos bien distintos: el primero enfrenta a dos selecciones que buscan su primer título y el segundo mide a dos clásicos del fútbol europeo. Alemania y Francia comparten la condición de candidatas desde hace tiempo. Portugal y, sobre todo, Gales son una irrupción inesperada. En todas las selecciones brilla algún jugador que procede de los equipos de Madrid, protagonistas de la final de Milán hace un mes. Cristiano en Portugal, Bale en Gales, Griezmann en Francia y Kroos en Alemania. A falta de La Roja en el tramo decisivo de la competición, la liga lo considera una pequeña victoria del fútbol español, que pretende reafirmar su éxito en Europa.

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Francia estuvo inspirada frente a Islandia, después de la agonía de la ronda anterior. Esta vez, su victoria llegó ante un combinado que entendía que la modestia era su mejor arma. Islandia se había ganado el favor del público neutral por su simpatía y su concepto voluntarioso del juego. El equipo de Lagerback mostró signos de rebeldía cuando el resultado ya estaba perdido. Poco podía hacer ante el 4-0 inicial de los franceses, que disfrutaban de la explosión de los grandes líderes de su ataque (marcaron Giroud, Pogba, Payet y Griezmann). Sin embargo, el segundo tiempo fue toda una demostración de carácter de los islandeses, empeñados en responder a su apodo de vikingos. El país que más ha seguido el torneo tiene argumentos para estar orgulloso. Islandia logró batir en dos ocasiones a Lloris y jugó sin complejos, con la valentía del que se siente modesto entre los grandes. Su actitud le diferencia de muchos equipos conformistas, que han traicionado su propuesta a menudo. La Bélgica de Wilmots, que tropezó ante Gales cuando tenía todo a favor, sirve como ejemplo.

Si parte del encanto de Islandia reside en su humildad, Francia convenció por su poca compasión ante el que parecía el equipo de todos. La selección de Deschamps valora la oportunidad que se le ha presentado. Con el favor de su público, y con sus estrellas (Griezmann, Pogba y Payet) a pleno rendimiento, la selección está a un paso de repetir éxitos en su terreno, como ya ocurrió en el Mundial 98 y en la Eurocopa del 84. Frente a Alemania se enfrentará a su historia y al que es el equipo más sólido de la competición. La selección francesa recuerda el choque de Harald Schumacher con Battiston y su eliminación en el pasado mundial para preparar su venganza.

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La Alemania de Löw demostró ante Italia que ha venido para ganar. Resolvió en una tanda de penaltis delirante, que premió el acierto final de Jonas Héctor entre un cúmulo de errores (en Italia fallaron Bonucci, Darmian, Pellè, Zaza y en Alemania Schweinsteiger, Müller y Özil). La victoria llegó con fortuna, después de que Italia se aferrara al partido como solo ella sabe hacerlo. El equipo alemán sabía de la capacidad de supervivencia de los italianos. Pero, como era de esperar, no pudo evitar el tanto  de Bonucci, que marcó desde los once metros, después de un error extraño de Boateng. En la prórroga, la Mannschaft quiso la victoria y, hasta cierto punto, la mereció. Una de las conclusiones del encuentro, además de que conviene ensayar más los penaltis, es que Alemania nunca debe renunciar a Özil o a Draxler. Los dos le otorgan imaginación a un bloque que se mueve en el terreno de lo esperado. A los de Joachim Löw les cuesta improvisar, viven preocupados de responder ante su fama de equipo fiable. Nadie representa esta tendencia como Kroos, que posee una rara inteligencia artificial. Su fútbol, lejos del área, se vuelve demasiado correcto y meditado. En el otro lado del espejo está Özil, que suele equivocarse. El mediapunta alemán parece irregular y tiene un perfil extraño o melancólico. En ocasiones, se ausenta de los partidos y le falta ambición para despegarse de su marcador. Pero tiene una virtud que compensa todos sus defectos: se ve a sí mismo como un jugador distinto, de esos que no temen los riesgos. Su lectura del juego y de los movimientos de sus compañeros es uno de esos intangibles que pueden ganar partidos. Ante Italia firmó su mejor encuentro en la competición (a pesar de que falló desde los once metros) y se le espera contra Francia, en el duelo del campeonato.

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En la otra semifinal se enfrentan Portugal y Gales, dos equipos que viven su sueño particular. El más inesperado es el de los británicos, que competían por primera vez en un gran torneo. Es un equipo entusiasta, que vive de la carrera de Bale, de la sociedad Ramsey y Joe Allen y de los movimientos de Robson-Kanu. Gales, como ya ha dicho Bale, es todo corazón y orgullo.

La ausencia de Ramsey en Gales será casi tan importante como la de Pepe en Portugal. El central del Real Madrid es el líder en la sombra de la selección. Su intuición en la disputa y sus marcajes han sostenido a su equipo en el torneo. Por eso su lesión se intuye como un factor determinante en las semifinales. La baja por sanción de Ramsey dará mayores responsabilidades a Joe Allen, el mejor intérprete del juego en la selección de Colleman.

El partido es también una gran ocasión para Cristiano Ronaldo y Gareth Bale. Compañeros en el Madrid, líderes de su selección, se medirán en busca de un sueño. Ningún país cree tanto en su estrella como Gales en Bale, que ha guiado al equipo hasta una oportunidad histórica. Para lograrla deberá vencer a Cristiano Ronaldo, que es una amenaza permanente.

Portugal juega para ganar y no le importa si agrada o defrauda. Sabe que la memoria es generosa con el campeón y, de momento, los resultados justifican su propuesta. También la selección de Colleman intuye que está ante una ocasión irrepetible. Portugal abraza el pragmatismo de Fernando Santos y busca un trofeo que siempre se le ha negado. Gales , por su parte, sigue creyendo en los dragones.

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La Eurocopa, entre lo imprevisto y lo esperado

islandia celebra

La Eurocopa llega a los cuartos de final y el desenlace se presenta emocionante. El torneo ha dado algunas sorpresas: la derrota de la vigente campeona a manos de Italia, la enésima decepción de Inglaterra o la eliminación de Croacia, que era uno de los equipos que mejor fútbol habían practicado. También han surgido fenómenos absolutamente inesperados como el de Islandia y Galés, dos equipos sin tradición en las competiciones internacionales. En el fondo, son grandes noticias para el fútbol, un deporte acostumbrado a la reafirmación de lo cotidiano. Alemania y Francia responden a su cartel de candidatas. La Mannschaft venció a Eslovaquia en su mejor partido del torneo y Francia descubrió que Griezmann es la mejor solución en los momentos de emergencia. Italia ya ha demostrado que siempre está en la pelea: especialmente en los torneos en los que menos se la espera. El equipo de Antonio Conte se medirá a la campeona del mundo, en uno de esos duelos que bien valen una Eurocopa. Portugal, que pasó con fortuna la fase de grupos, se enfrentará a la Polonia de Lewandowski. Cristiano Ronaldo tiene el camino más sencillo del cuadro y hay ilusión porque pueda guiar a Portugal a la final. Su gran obstáculo en el cuadro puede ser la Bélgica de Wilmots, que ante Hungría mostró todas sus virtudes: el talento de Hazard, la conducción de De Bruyne, la zancada de Carrasco, la amenaza permanente que es Lukaku, el recorrido de Nainggolan, la llegada de Witsel. El técnico Marc Wilmots dirige a una de las mejores generaciones del fútbol belga. Hasta los cuartos, a su equipo se le intuía más fútbol del que mostraba. Quizá su goleada libere a una selección sobre la que se ha llegado a sospechar. Muchos temen que nunca estará al nivel de las mejores predicciones. Al fútbol europeo no le iría mal que Bélgica dejara de ser una promesa interrumpida.

La derrota de España provoca una tristeza inmensa. No solo supone una tímida confirmación del fracaso de Brasil, sino que se intuye el fin de su imperio. La eliminación llegó producto del despiste ante Croacia y de la abdicación del campeón ante Italia. Dio la sensación de que la azzurra tenía más ganas de vencer que la selección de Del Bosque. Visto de otro modo, La Roja no le dio a Italia la importancia que se merecía. Ellos se tomaron el partido como la superación de una barrera psicológica, similar a la actitud que tuvo España hace 8 años, en los cuartos de final de la Eurocopa de Austria. Consumada su venganza, para los supersticiosos Italia pierde opciones por una razón caprichosa: todos los rivales la empiezan a temer. El duelo frente a Alemania, que remite a las leyendas de otro tiempo, es uno de los partidos más atractivos del torneo. En esta ocasión, es la Alemania de Joachim Löw la que quiere ajustar cuentas: nunca venció a Italia en un Mundial o una Eurocopa. El técnico alemán responde como si le asaltara un picor incómodo: “No tenemos un trauma con la selección italiana”. Con las dos selecciones se cumple un requisito histórico: su mejor nivel de juego ha llegado en el tramo decisivo del torneo.

Individualidades

Las aspiraciones de las selecciones se sostienen, en gran medida, en el nivel de sus estrellas. Alemania disfruta de la mejoría de Özil, del juego sosegado de Kroos y del desborde de Draxler. La aparición del joven mediapunta ante Eslovaquía fue una de las grandes noticias de La Mannschaft. Sustituye a Götze, que ha jugado todo el torneo melancólico, como si recordara que está lejos de ser el jugador que fue. En Italia se alegran de la sintonía que tienen sus dos delanteros: Graziano Pellè y Eder. Tan distintos y a la vez tan complementarios. Pellè es la amenaza en el remate y una fórmula de desahogo: su juego de espaldas ofrece grandes soluciones a sus mediocampistas. Eder es un velocista generoso y sacrificado. Tiene el desborde y la intuición de los delanteros pícaros y sabe aprovechar los servicios de Pellè. En Polonia esperan el despertar de Lewandowski. Mientras tanto, se nutren de la llegada constante de Blaszczykowski. Su rival en cuartos, Portugal, se aferra al don goleador de Cristiano Ronaldo y a sus surtidores, Nani y Quaresma.

Galés vive de la carrera y del disparo de Gareth Bale, un héroe para la nación. Arropado por un conjunto trabajador y sólido, la tarea de suministrar buenos balones a Bale es de Aaron Ramsey y Joe Allen. El Expreso de Cardiff es quizá uno de los futbolistas más determinantes de la competición. Su afición le estima tanto que hasta un pequeño pueblo ha cambiado su nombre para que coincida con el de su estrella. Bale, ambicioso, se ha convertido en el portavoz de una selección atrevida: “A la Eurocopa se viene para ganarla, no para jugar tres partidos”. Su rival en cuartos, Bélgica, debe integrar en el partido a Hazard, De Bruyne, Carrasco o Lukaku.

La selección francesa depende de la inspiración de Payet, Griezmann y Pogba. El primero es una de las grandes revelaciones del torneo: Payet encarna el dinamismo, el regate y el disparo. Pogba ofrece despliegue y un amplio repertorio de lujos técnicos. Griezmann es una garantía de peligro y uno de esos futbolistas que poseen un aura especial. Veloz, fino y atrevido, su mejor partido llegó cuando Francia más lo necesitaba. Su zurda es la mejor virtud del anfitrión. Sobre todo, ante una selección solidaria como Islandia, cuya fuerza reside en el grupo y en su resistencia defensiva. La selección del “país del hielo” está escribiendo uno de los relatos más bonitos de la competición. La belleza de Islandia no reside en su fútbol, algo anticuado y rudimentario, sino en la modestia de sus futbolistas y en el ruido de su hinchada. Un país de 333.000 habitantes, con apenas 100 jugadores que viven solo del fútbol, ha encontrado su hueco entre los 8 mejores equipos de Europa. A veces, el deporte es también una aproximación a lo imprevisto.

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Jorge Rodríguez Gascón.

Italia y sus fórmulas de supervivencia

España no encuentra grandes argumentos para temer a Italia y, de manera inevitable, esa es la gran ventaja de la azzurra.

buffon y conte

Cuando Italia llegó a Francia para disputar la Eurocopa, casi nadie la situaba entre las aspirantes. De hecho, algunos medios italianos pronosticaban que su derrota iba a ser prematura. Su grupo, en el que coincidió con Bélgica, Suecia e Irlanda, era uno de los más complicados. La ausencia de grandes nombres, a excepción de los clásicos que forman su defensa (Buffon, Barzagli, Bonucci y Chiellini), era un argumento que invitaba al pesimismo. Pocos se dieron cuenta entonces de que se cumplía un requisito innegociable para que Italia fuese protagonista: nadie contaba con ella.

Italia venció en sus primeros dos partidos, ante Bélgica y Suecia, y cayó el pasado martes frente a Irlanda. Ese también es uno de los rasgos más conocidos de la azzurra: temible ante los rivales más poderosos, perezosa ante los débiles. El equipo que dirige Conte tiene poco encanto. Posee un gran sentido colectivo, vive de su experiencia en las grandes citas y de su rigor competitivo. Es difícil encontrar lagunas en sus registros defensivos, pero es igual de complicado descubrir rastros de talento. En Italia es casi una tradición situar a los jugadores de mayor imaginación en el banquillo. Baggio, Totti o Del Piero tuvieron que pasar por el banquillo antes de ser héroes de la nación. Por eso no es extraño que Insigne, El Shaarawy o Bernardeschi, como mucho aprendices de sus predecesores, sean suplentes habituales en la selección actual. Conte prefiere a Graziano Pellè o Giaccherini, futbolistas generosos y sacrificados, que parecen ideales para el sistema de ayudas que precisa su equipo. También en la delantera aparece Eder, del que se sospecha porque regatea más de lo que trabaja. Los tres han marcado los goles de la azzurra en la competición.

En la media se combinan futbolistas de buenas intenciones, como Parolo, Candreva o Motta, con jugadores comprometidos, como Florenzi o De Rossi. Con Candreva, quizá el futbolista de mayor recorrido, surge una contradicción. Nadie sorprende tanto en las llegadas al área rival como él, pero Conte valora especialmente su repliegue defensivo. En un sistema que favorece a los carrileros, Candreva ha de sacrificarse para ayudar a la célebre defensa de tres. En ello también colabora Florenzi, un auténtico todoterreno. De Rossi pasó algún tiempo por ser un futbolista de buen trato de balón, pero cada vez concentra más sus esfuerzos en la destrucción del juego. Su técnico parece aplaudir cada una de sus entradas y disfruta de su lectura de los partidos. Las ausencias de Verratti y Marchisio han condicionado el juego de su selección, hasta tal punto que la afición justifica y festeja el fútbol solidario y eficaz de Italia.

Lecciones de historia y el enfrentamiento con España

La derrota de España ante Croacia cambió la ruta de Italia, que tendrá que medirse a La Roja, su tormento en las últimas eurocopas[1]. Lo fue hasta tal punto que ocurrió algo sorprendente: durante un tiempo, Italia se replanteó su propuesta. Ahora, ese intento parece algo lejano. Si con Prandelli el equipo trató de imitar a la selección de Del Bosque, Conte prefiere un guión que se ajusta más a la tradición del fútbol italiano. Desde ese punto de vista, no hay mayor antídoto para el juego español que el de la azzurra, acostumbrada a agruparse con éxito sobre su área y hacer daño al contragolpe.

Los grandes éxitos de Italia han llegado en momentos de dificultad. Ganó el Mundial del 82 tras derrotar al Brasil de Sócrates y Zico, que era el equipo de todos. Su fútbol virtuoso había convencido al público neutral, que veía en Italia al mismo bloque rácano de siempre. Se había clasificado tras completar una escueta fase de grupos y parecía la víctima ideal para Brasil. Pero sucedió un fenómeno absolutamente caprichoso: Italia ganó contra todo pronóstico (en el torneo también fue capaz de anular a Maradona, venció a la Polonia de Lato y derrotó a Alemania en la final). Algunos dicen que el duelo ante Brasil fue una final anticipada. El partido de Sarrià descubrió además a la gran estrella del torneo: Paolo Rossi, que llegaba tras cumplir una sanción por su relación con casas de apuestas.

En el Mundial de Alemania 2006, Italia volvió a levantar la Copa del Mundo, precedida de otro escándalo deportivo: el caso Moggi, una trama de compra de partidos que afectaba a todas las instituciones del Calcio (sobre todo al cuerpo arbitral, que Moggi designaba para favorecer sus pretensiones). La maniobra beneficiaba especialmente a la Juventus, que había logrado los últimos dos Scudetti. Bajo esas condiciones llegó la azzurra a Alemania, con un fútbol al borde de la quiebra, una liga desprestigiada y con la Juve, la plantilla de mayor prestigio del país, condenada a la Serie B. El resultado no podía ser otro: Italia fue campeona. En sus filas tenía además a muchos futbolistas bajo sospecha, que habían defendido la camiseta de la Vecchia Signora (Buffon, Cannavaro, Zambrotta, Camoranessi y Del Piero). Todos ellos fueron decisivos en el torneo.

Quizá por eso los que predicen la victoria de la selección italiana en esta Eurocopa, encuentran un pequeño inconveniente: este año no se ha producido un escándalo a gran escala en el Calcio. Sus estrellas, si es que las hay en Italia, no se han visto obligadas a la suspensión, al descenso de categoría o al escarnio público de los juzgados. Paradójicamente, eso juega a favor de España.

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Jorge Rodríguez Gascón

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[1] Italia ha cedido en los últimos enfrentamientos ante España y para ellos el partido es algo similar a un ajuste de cuentas. En el recuerdo cobra especial importancia la final de la última Eurocopa, en la que España aplastó a Italia (4-0). Fue quizá el mejor partido del ciclo de Del Bosque, una sinfonía perfecta, dirigida por la melodía de Xavi e Iniesta.

Chile y los miedos de Argentina

chile celebra

Argentina tiene motivos para temer a Chile. La selección que dirige Juan Antonio Pizzi ha conseguido parecerse a la que fue campeona en la última edición de la Copa América. Paralelamente, ha hecho olvidar su primera fase, en la que estuvo al borde de la eliminación. Tras depurar su juego, ha llegado al tramo decisivo de la competición en un gran momento de forma. Las victorias, cuando se producen desde los buenos modos y no a través del azar, provocan un intangible vital en este tipo de torneos: el poder intimidatorio.

Chile vuelve a ser un equipo generoso, veloz e intrépido. De hecho, su derrota en el partido inicial ante Argentina (2-0) se interpreta como un accidente, producto de algún despiste en la salida de balón, más que como una consecuencia del juego. Martino recuerda también que en el primer tiempo su equipo sufrió ante el despliegue de Chile. El técnico argentino intuye que para ganar a los chilenos, Argentina debe imponer su propuesta e integrar a Messi. Si el partido se vuelve caótico, la selección de Pizzi tendrá mayores posibilidades. En la confusión, los chilenos son más peligrosos. Lo demostró ante Colombia, tras un inicio arrollador. Ni siquiera necesitó encadenar varias jugadas, les bastó con algún arrebato de Alexis y la carrera constante de Fuenzalida, uno de los grandes descubrimientos del torneo. En apenas tres llegadas, Chile ya dominaba el marcador por 2-0.

El buen estado de sus futbolistas es otro de los argumentos que juegan a favor de Chile. Nadie agita los partidos como Alexis Sánchez, un regateador desordenado. A su facilidad para el desborde añade otro atributo: su seguridad para chocar y ganar disputas que parecían perdidas. Le acompaña en el ataque Vargas, el pichichi del torneo. Veloz, pícaro e intuitivo. Aprovecha cada concesión de la defensa rival. En la media, Vidal combina su liderazgo con el despliegue de Aránguiz, uno de esos complementos imprescindibles. En el costado derecho aparece Funzalida, que profundiza sin rubor por el carril. Su aparición es una de las grandes noticias para los chilenos y se ha convertido en una de las piezas claves del equipo, de esas que explican la mejora de su selección a lo largo del torneo. Ante Colombia fue capaz de firmar el segundo gol, tras aprovechar un disparo de Alexis que se topó con el palo. En la posición de mediocampista puro, Pizzi puede jugar al despiste. Puede apostar por el sacrificio de Silva o por la lectura del juego de Marcelo Díaz, que llega a la final tras superar problemas físicos. En defensa Gary Medel, Mauricio Isla, Gonzalo Jara y Jean Beausejour parecen intocables. El líder de la zaga parece Gary Medel, un mediocampista reconvertido. Conserva su aspecto de perro de presa y recuerda, con cierta arrogancia, su marcaje a Messi en la pasada final de la Copa América.

Los últimos dos partidos de Chile, en los que se impuso con autoridad a México y Colombia, pueden alimentar los miedos de Argentina. A la albiceleste se le exige la victoria; “si no ganan, mejor que no vuelvan” dijo Diego Armando Maradona. A Chile no le abruma su tradición, ni le condiciona la ansiedad. Llega pletórico a la final, con la sensación de que una victoria sería un éxito incomparable y que la derrota no se calificaría ni mucho menos de fracaso. Se podría decir que mantiene la ilusión del aspirante, a pesar de ser el campeón.

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Jorge Rodríguez Gascón.

Apuntes de la Copa América

La Copa América Centenario descubrió ayer a su primer finalista: Argentina, la favorita por unanimidad. Su rival se decidirá en el duelo que disputan Colombia y Chile esta madrugada (2:00 hora española, Soldier City de Chicago).

copa américa centenario

 

El torneo ha servido para calibrar el declive de Brasil, la impotencia de Uruguay y ha situado a Argentina y Chile como las dos grandes potencias del fútbol sudamericano. El equipo de Martino, liderado por la zurda de Messi, cuenta sus partidos por victorias y afronta la final con cierto dramatismo: tras perder las finales del Mundial y de la pasada Copa América, solo se acepta la victoria.

La selección estadounidense ha protagonizado un buen torneo ante su público. Con un equipo sólido y generoso fue capaz de alcanzar las semifinales, hasta lograr el mejor resultado del país en un deporte que consideran minoritario. En el partido de ayer, acabó admitiendo la derrota ante Argentina con cierta resignación. De hecho, si el público estadounidense tuviese que elegir el escenario de una eliminación, seguramente aceptarían que fuese ante la Argentina de Messi. Al 10 argentino, al que se ve fino e inspirado, se le tiene una especie de respeto reverencial en Estados Unidos. Messi ha correspondido esa admiración con algunos partidos memorables: marcó tres goles en 26 minutos ante Panamá, planificó el juego de la albiceleste ante Venezuela y ayer completó otra gran actuación ante los anfitriones. Volvió a mostrar su talento en la creación del juego, dio dos pases de gol, y ejecutó uno de los mejores libres directos que se le recuerdan. Con su bello tanto de falta supera a Batistuta en el registro de máximos goleadores de la albiceleste.

El partido de ayer dejó en buen lugar a Argentina. Si en los pasados torneos al equipo de Martino le faltó sentido histórico, en Houston la albiceleste no especuló con el resultado. No le interesó madurar el encuentro, ni agruparse en su campo. Buscó la victoria sin reservas, a través del pase de Banega, el trazo de Messi y el olfato de Higuaín. Sus únicas preocupaciones tras el partido llegaron en forma de lesiones. Para la final perderá a Renato Augusto, que se había destapado como un complemento fundamental para Messi y Banega, y también a Lavezzi, autor del primer gol del partido.

Chile vs Colombia.

En un torneo en el que han fallado algunos de los históricos del continente, Colombia-Chile es quizá uno de los duelos más esperados. Chile conserva el grueso del bloque que fue campeón en el Estadio Nacional. Y Colombia se parece más al equipo que sorprendió al mundo en Brasil que al que fracasó en la última Copa América. James Rodríguez disfruta de la felicidad que se le ha negado en el Madrid y disputa los mejores minutos de la temporada. Su asociación con Cuadrado y Roger Martínez será fundamental para el equipo de José Pekerman. Colombia se siente cómoda en el papel de víctima ante Chile, que se ha ganado con sus victorias el prestigio internacional y el temor de los rivales.

La selección que ahora entrena Juan Antonio Pizzi (sustituto de Sampaoli) mantiene ese fútbol veloz, impulsivo y solidario que le hizo campeón en su propio terreno. Ha ido progresando en la competición y llega al momento decisivo en un gran estado de forma, como mostró en la victoria sobre México (7-0). Chile cuenta con el gol de Vargas, el desborde de Alexis, el trabajo de Médel, la llegada de Vidal, el despliegue de Aránguiz y la irrupción de Puch. Las dudas se centran en Bravo, que no pasa un buen momento personal. Además, ante la selección cafetera, Pizzi tendrá que aliviar la ausencia del uno de sus futbolistas más importantes: Arturo Vidal, el pulmón de un equipo que aspira, de nuevo, al trono de América.

KEYLOR NAVAS Y EL OFICIO DEL PORTERO

keylor navas

La del portero es una posición especial en el fútbol. Es una tarea solitaria e ingrata, que exige un temperamento diferente. A nadie se le señala tanto en el error como a un portero, que trata de cubrir una superficie que mide 2,44 metros de alto y 7, 32 de ancho. Su influencia en el juego se reduce a solucionar un problema que ya ha originado el rival. El portero argentino Amadeo Carrizo lo resumió con ingenio: “Pude salvar pelotas de gol porque jamás confíe en el defensor infalible”. Además, el hecho de que un portero haga un gran partido no suele ser una buena noticia para el equipo. Demuestra que sus compañeros no han sido capaces de controlar el juego y que han unido su suerte a las paradas del guardameta.

Algunos de los mejores relatos deportivos analizan la figura del portero [1]. Describen a un tipo peculiar que ve el fútbol desde la distancia; ayuda con sus paradas y ordena el equipo a gritos, con el temor de quien ha de estar siempre preparado. En el momento más imprevisto, debe responder por sus compañeros y evitar el canto más feliz del fútbol: el gol. Hasta en eso el portero nada a contracorriente: puede celebrar una parada o un tanto de su equipo, pero rara vez tendrá la oportunidad de festejar un gol propio.

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Es difícil encontrar a un guardameta que haya confiado tanto en sí mismo como Keylor Navas o una portería más compleja que la del Bernabéu. La salida de Mourinho fomentó la división de la grada en torno a Casillas, el último gran mito del madridismo. Cansado de acumular críticas, decidió fichar por el Oporto. Casillas había perdido ese don que se manifestaba en las grandes ocasiones; una especie de embrujo que le permitía parar balones imposibles. Ahora, es Keylor Navas el que posee esa cualidad, una virtud que rara vez se encuentra y que, por lo general, se agota.

Para que Keylor pudiera disfrutar de su posición ha tenido que sufrir más de lo esperado. Tanto en el Levante como en el Madrid vivió sus primeros años en el banquillo, a la sombra de Munúa y Casillas. Explotó en el club granota y levantó el título de mejor portero de la liga en 2014. La salida de Casillas le brindaba la oportunidad de ser el guardameta titular esta temporada. Pero el club ya se había fijado en De Gea, que se ajusta más al modelo de Florentino. Las negociaciones se trabaron durante el verano. En las últimas horas del período de traspasos, el Madrid propuso un acuerdo desesperado: De Gea llegaría a cambio de Keylor Navas.

El final del relato es bastante chapucero: los contratos se enviaron minutos después de que la FIFA cerrara el mercado de fichajes y no se ejecutó el traspaso. Navas ya había pasado el reconocimiento con el Manchester United y le esperaba un avión privado en Barajas, rumbo a Old Trafford. A la mañana siguiente, acudió a Valdebebas como si nada hubiese ocurrido, fiel a su ética de trabajo. Pocos días después, le preguntaron por la caótica noche del 31 de agosto y Keylor respondió: “No llegué a subirme al avión, pero sí lo vi cerquita (…) Lloré cuando llegué a casa, fue uno de los peores días de mi carrera (…) Nunca pensé en irme, quería quedarme. Tengo esta oportunidad y no la voy a desaprovechar”.

navas parapenaltis

Meses después de ser maltratado por la directiva, Keylor Navas es uno de los grandes protagonistas de la temporada (está entre los porteros que más han parado y en la lista de los jugadores del Madrid que más puntos han dado al equipo). En su primer año como titular, ha convencido al Bernabéu y ha mostrado los reflejos que hicieron célebre a Casillas.  [2]

El triunfo de Navas se basa en la insistencia y la personalidad, cualidades que son bastante comunes entre los porteros. Keylor conoce los secretos de su profesión y sabe que la portería es un lugar caprichoso. El escritor Vladimir Nabokov, que evitaba goles en su juventud, retrató la belleza del puesto: “El portero es el águila solitaria, el hombre misterioso, el último defensor. Más que el guardián de la portería es el guardián de los sueños”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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[1] Literatura en la portería. Grandes autores como George Orwell, Albert Camus o Vladimir Nabokov relataron su experiencia como porteros. El escultor Eduardo Chillida defendió la portería de la Real Sociedad. Peter Handke dedicó un libro a la demarcación (El miedo del portero ante el penalti) y Eduardo Galeano elogió al guardameta en su libro Fútbol a sol y sombra. Manuel Hidalgo escribió un cuento que fue llevado al cine por Gonzalo Suárez, cuyo título es El portero. Camus dejó algunas de las frases más bonitas del deporte: “Después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”. También reflexionó sobre la incertidumbre que afecta al portero:  “Aprendí que la pelota no viene nunca por donde se la espera». Vladimir Nabokov señaló que «el trabajo del portero es como el de un mártir, un saco de arena o un penitente».

[2] El Camp Nou como prueba. Keylor Navas se enfrenta esta noche al trío de delanteros del Barcelona (Messi, Neymar y Suárez), que ya acumula más de un centenar de goles en todas las competiciones. Ningún campo exige tanto a los porteros como el Camp Nou, un lugar en el que Navas todavía no ha ganado. Su gran temporada anima a la afición, acostumbrada a los caprichos del presidente. A pesar de su rendimiento, a nadie le sorprendería que en verano se volviese a hablar de David De Gea. Ni siquiera a Keylor, que practica un deporte que no tiene memoria. El fútbol, además, fue muchas veces desleal con los porteros.

PACO JÉMEZ, EL RETRATO DE UNA IDEA

“El Rayo ha demostrado que se puede jugar bien al fútbol, que se puede ser intenso y competitivo, a pesar de ser humilde”. [1]

paco jémez

Paco Jémez lleva cuatro temporadas en Vallecas, en las que ha hecho del Rayo un equipo admirable. Ha construido una plantilla con una identidad propia, capaz de aparecer entre los tres clubes con mayor posesión de Europa. Para su equipo es la fórmula que permite creer en la permanencia. Ahora afronta el tramo decisivo de la competición con la seguridad de que seguirá jugando a lo mismo, sin prestar atención a su rival. No es una garantía de éxito, porque la lucha por evitar el descenso implica a muchos equipos y los resultados dependen de factores que no siempre se pueden controlar. Pero para Jémez sí parece una propuesta innegociable, al considerar que tener el balón es, entre otras cosas, la forma más eficaz de limitar el ataque del rival. Esta noche el Rayo se medirá al Barcelona en Vallecas, en uno de esos partidos que ilusionan a los aficionados.

Es difícil imaginar a Jémez como el pegajoso central que fue cuando ves jugar a sus equipos. Él pertenecía a una tradición de defensor totalmente distinta a la que se valora en el fútbol moderno. No tenía grandes recursos para sacar el balón jugado, pero siempre cuidaba el marcaje. Llegó a ser internacional en 21 ocasiones y jugó 16 temporadas como profesional, en las que pasó por Córdoba, Murcia, Coruña, Zaragoza, Sevilla, Lugo y Vallecas. Se inició como entrenador en el club que le hizo debutar también como futbolista, el Córdoba, donde consiguió un ascenso a Segunda División. Siguió su formación en Cartagena y  en Las Palmas, hasta firmar por el Rayo en 2012. En sus temporadas en Madrid ha conseguido evitar el descenso y ha hecho de Vallecas un campo incómodo para los rivales. Eso le ha permitido superar las dificultades económicas y la venta constante de los mejores jugadores: Diego Costa, Piti, Leo Baptistao o Aberto Bueno. En momentos de escasez, Jémez ha descubierto a futbolistas de gran proyección, como Jozabed, Embarba o Lass Bangoura.

En el campo, Roberto Trashorras parece ser el portavoz de su técnico. El capitán del Rayo se formó en la escuela del Barcelona y también pasó por el filial del Madrid. Ahora, disfruta de sus años de madurez en un club modesto, a las órdenes del entrenador que mejor le ha entendido. Esa complicidad entre el mediocentro y Jémez refleja una visión similar del juego. Trashorras resume su relación con una sentencia reveladora: “Paco Jémez me ha hecho ser mejor futbolista”.

trashorras y jémez

Jémez es un tipo pasional, incapaz de no decir lo que piensa y propenso a reacciones exageradas. Vive el fútbol al borde de la taquicardia y acostumbra a abroncar a sus jugadores cuando pegan un pelotazo innecesario. Jémez es consciente de que su prestigio como técnico reside en su fidelidad a una propuesta. Pero también sabe que la ley que decide el fútbol es la que dicta el marcador: “Me importa una mierda tener el 74% de la posesión si cada vez que nos llegan nos marcan gol”. En alguna ocasión ha afirmado que no le gustan los empates: considera que para los equipos que pelean por la salvación, sumar de uno en uno es insuficiente. Aún así, es capaz de valorar la actuación de sus jugadores más allá del resultado. Hace unas semanas el Rayo empató en el Molinón ante un rival directo como el Sporting. Fue uno de los mejores partidos de la temporada; un bonito intercambio entre dos equipos que juegan al fútbol sin complejos. Tras el 2-2 final, Jémez resumió las virtudes de su Rayo: “Hoy me voy inmensamente satisfecho, porque he visto en el campo un equipo con personalidad. Un equipo que podrá ganar o perder, pero que me hace sentir y disfrutar. Y para mí es lo más importante. Hace ya muchos años, cuando me hice entrenador, eso es lo que perseguía”.

De Paco Jémez se suele decir que su valentía le convierte con frecuencia en un técnico temerario. El sistema de su equipo conlleva riesgos, sobre todo frente a rivales que tienen potencial para aprovechar sus lagunas defensivas. Ante la dificultad, Jémez encuentra soluciones confiando más que nunca en sus principios: “La cuestión es cuánto eres capaz de arriesgar para llevar adelante tus ideas, especialmente cuando las cosas no salen como quieres”.

En el tramo final de temporada, el Rayo luchará por evitar el descenso. Lo hará con el juego que le ha hecho especial en los últimos años; el fútbol que siente Paco Jémez. En realidad, no es solo una declaración de ideales: “Quiero solo los puntos que me merezco”. También es un ejercicio de pragmatismo: “Si yo tuviera la más mínima intuición de que colgados del larguero sacaríamos algo bueno, lo haríamos”.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto 1: ligabbva.com. Foto 2: marca.com / José A. García.

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[1] Paco Jémez entiende que el fútbol está en constante evolución. Le gusta hacer pensar al jugador y por eso prepara alrededor de 900 ejercicios diferentes cada temporada, en los que propone situaciones similares a las que se dan en los partidos. En sus ensayos siempre proclama su fidelidad al balón, hasta cuando habla con su portero: «Al portero le digo: ‘Mira, Toño, cada vez que te llega el balón lo tenemos nosotros. ¿Verdad?’ ‘Sí’. ‘Pues cada vez que le pegas para arriba, ¿de quién es el balón?’ ‘Pues no lo sé’. ‘¿A que tampoco sabes cuál es el balón que te va a costar el partido y cuál el que te va a hacer ganar? Entonces cuidaremos todos los balones que tengamos’».

CUESTIÓN DE TRES

Antoine+Griezmann+Raphael+Varane+Club+Atletico+VQvjS59GWWql

El título de liga es ahora mismo una lucha que implica a tres equipos. El Barcelona tiene todo a favor a falta de trece jornadas para el final porque, entre otras cosas, ha administrado mejor sus partidos como visitante. Este fin de semana se medirá a un equipo al alza: el Sevilla de Unai Emery, el último que le derrotó. Por otro lado, los perseguidores del Barça -el Atlético y el Madrid- se enfrentan hoy en un duelo decisivo. Puede ser la última oportunidad para alguno de los dos equipos de la capital. Pese a ello, es fácil imaginar que los tres candidatos van a perder puntos en las jornadas que restan. De todas ellas, la que nos ocupa está entre las más importantes.

El Barcelona lidera la clasificación con holgura y parece el equipo más regular. Es capaz de ganar cuando ni siquiera alcanza el aprobado (Las Palmas), cuando roza el notable (Arsenal) o cuando logra un sobresaliente (Celta). Ahora mismo, es tan fiable como difícil de defender, una de las obsesiones que siempre han movido a su técnico. El equipo que dirige Luis Enrique puede cambiar su ropaje durante los partidos: se puede acercar al preciso fútbol de combinación del Barça de Guardiola o mostrar la efectividad y el juego al contragolpe del Madrid de Mourinho. Messi, Neymar y Suárez viven un momento de inspiración que es casi una garantía de éxito. Si no levantan el título en mayo será porque ellos lo han perdido, más que porque otro lo haya ganado.

El Real Madrid perdió el pasado fin de semana en Málaga dos puntos absolutamente necesarios. El efecto de la llegada de Zidane ha sido importante, especialmente en el estado anímico de la plantilla. Pero, de momento, no ha servido para corregir el error más grande de Benítez: la pérdida de puntos fuera del Bernabéu. El equipo de Zidane no ha ganado en dos de sus tres salidas en liga y se mide a su vecino en un encuentro que puede espolear o hundir a la afición. Es, además, el primer gran partido que debe afrontar su técnico, que aspira a ser el portavoz de un club que quiere creer en la remontada. El Madrid llega al partido con dudas en torno a su delantera. Bale está casi descartado y Benzema se ha recuperado en las últimas horas. El francés jugará casi con toda probabilidad, aunque no llega en las mejores condiciones. Su participación puede ser decisiva en el derbi: es capaz de brillar con luz propia y de mejorar a sus compañeros. Aunque quizá la gran ausencia para el Madrid es Marcelo, que arrastra una sobrecarga. Sin él, el Madrid pierde su capacidad para desordenar los partidos, vital frente a equipos que saben agruparse en su área como el Atlético. A la espera de ver el tipo de partido que plantea Simeone, el Madrid de Zidane tendrá sus armas de siempre: la velocidad de Varane en la zaga; la dirección de juego de Modric; la zurda de James; el talento de Isco; y el olfato de Cristiano.

El Atlético llegará al derbi con menos días de descanso, condicionado por el esfuerzo físico del partido de Champions. El equipo de Simeone sigue teniendo a la defensa más difícil de batir, aunque ha perdido algo de acierto en ataque. En los últimos dos partidos se ha quedado sin marcar, algo que ha ocurrido en seis ocasiones a lo largo de la temporada. Griezmann es de largo el mejor jugador del Atlético. Durante muchos tramos del curso, el equipo ha vivido de su zurda. Pero en el mes de febrero ha reducido su incidencia en los partidos y lleva cinco jornadas sin marcar. El constante cambio de posición de su técnico, que ya le había encontrado el sitio idóneo como falso nueve, puede haberle perjudicado. Los empates de las últimas jornadas, ante equipos que ceden el dominio al Atlético, se explican con una simple teoría: el equipo de Simeone parece mejor cuando se enfrenta a los grandes. En esos días, se puede permitir que el peso del juego lo lleve el rival. Entonces, aprovecha la velocidad de su delantera, se protege mejor en el repliegue y compite mejor en la disputa.

Las ligas no se ganan en febrero, pero sí se pueden perder. Los duelos de este fin de semana marcarán de un modo u otro la cabeza de la tabla. La carrera por la liga admite el protagonismo de secundarios que pueden jugar un papel importante en el desenlace de la competición. También se desarrollan luchas paralelas que son incluso más interesantes que el reinado en la clasificación. En ellas están implicados los equipos que pretenden entrar en Europa o evitar el descenso.

Pero el título, por mucho que pueda dejar de serlo esta jornada, es una cuestión que ocupa a tres equipos.

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CHILE, NERUDA Y EL ESTADIO NACIONAL

11303903_466711533504776_350454532_o_816x544 En los últimos días de vida de Pablo Neruda, su esposa quiso evitar que el poeta más universal de Chile se enterara de la situación de su país. El 11 de septiembre de 1973, Augusto Pinochet dio un golpe de estado, bombardeó el Palacio de la Moneda y derrocó al presidente del Gobierno: Salvador Allende, que dio su vida por la democracia[1]. Con el apoyo del ejército, Pinochet instauró una dictadura militar que se mantuvo en el poder hasta 1990. Durante dos largos meses, el Estadio Nacional de Chile se convirtió en un centro de detención y de tortura. Los partidarios de Allende se amontonaban en los vestuarios, a la espera de ser interrogados, bajo el ruido constante de las ejecuciones. La Cruz Roja Internacional estimó que en el Estadio Nacional se realizaron 7000 detenciones y más de 400 personas fueron ejecutadas. En los primeros días del golpe, el ejército de Pinochet situaba a los presos en las gradas. Ante ellos estaba Juan Muñoz Alarcón, que había militado en el Partido Socialista. Siempre protegido por una capucha, Muñoz Alarcón recorría la línea de fondo y señalaba a los que habían sido sus compañeros de partido, afines al gobierno de Salvador Allende.

En 1972, un año antes del conflicto, el Estadio Nacional había sido el lugar escogido para un homenaje a Neruda, que celebraba la carrera del poeta y su Premio Nobel. Pablo Neruda murió 8 días después del golpe de estado. Su última mujer, Matilde Urrutia, no consiguió que el poeta no prestase atención al conflicto que acababa de estallar en Chile. La agonía de sus últimos días se agravó por la tristeza que le producía la caída del gobierno socialista y la llegada de un dictador al poder.

El Estadio Nacional es un símbolo del reino del terror de Pinochet. Han pasado más de 40 años y las remodelaciones no han podido esconder la huella de los crímenes. En una de las tribunas, cerca del túnel 8, unas gradas de madera han mantenido el mismo aspecto que tenían en 1973. Los prisioneros que entraban por aquel pasadizo, lo hacían para no regresar.

En la actual Copa América, durante la ceremonia del himno chileno, la afición y el equipo se funden de un modo fascinante. Más allá de una comunión patriótica, hay un recuerdo a los muertos y prisioneros del septiembre negro.

Chile sueña con levantar su primer título en uno de los escenarios más emblemáticos del país. El Estadio Nacional será testigo de la final más deseada, como fue testigo de los días más negros de la historia chilena. Allí se practicó la tortura que Matilde Urrutia quiso ocultar a Pablo Neruda.

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Jorge Rodríguez Gascón.

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Foto:elmostrador.cl

[1] La muerte de Salvador Allende está rodeada de misterio. El Régimen de Pinochet explicó que se había suicidado y los partidarios de Allende creen que fue asesinado en una de las cargas sobre el Palacio de la Moneda.