Alemania 7-1 Brasil
Alemania goleó al anfitrión en Belo Horizonte en una noche histórica, que será recordada con orgullo por los alemanes y con vergüenza por los brasileños. Alemania fue un vendaval desde el inicio y en 29 minutos el marcador ya reflejaba un sorprendente 5-0. Brasil salió al campo derrotada, más pendiente de las ausencias de Neymar y de Thiago Silva que de frenar a los alemanes.
Los de Joachim Löw observaron con frialdad el ritual del himno de los brasileños y tardaron poco en frenar el entusiasmo de la hinchada carioca. Alemania irrumpió en el partido con la seriedad que merecía la ocasión. Brasil no acertaba en la circulación y sus centrales optaron por desplazamientos largos a Hulk y a Bernard como única forma de dar salida al juego. La selección alemana vio pronto las limitaciones de su rival y se fue a buscarle en la presión. Y de este modo llegaron los goles: Alemania recuperaba en campo del rival y combinaba con rapidez para enfilar a Julio César. Y Brasil se quedó sin respuesta ante la genial dirección de Kroos, la llegada de jugadores de segunda línea como Khedira, Schweinsteiger y Özil, y el olfato de Müller y de Klose. En el primer gol Kroos encontró a Müller en un córner botado con precisión. El delantero alemán fue astuto y se deshizo del marcaje de David Luiz para rematar a gol (1-0). En el segundo Kroos dibujó un pase medido para Müller, que entraba desde la derecha con decisión. El delantero del Bayern Múnich cedió para Klose y el alemán batió a Julio César (2-0). Con su gol se convirtió en el máximo goleador de la historia de los Mundiales con 16 tantos. Alemania seguía pisando el acelerador y en cosa de 6 minutos se puso 5-0 en el marcador. Después del gol de Klose llegó el primero de Kroos, tras una asociación de los alemanes que remató el mediocentro con un disparo de zurda (3-0). Dos minutos más tarde, en otra jugada coral de La Mannschaft, Kroos aprovechó la generosidad de Khedira para marcar a placer (4-0). Y en el minuto 29 Özil le regaló a Khedira el quinto, en una jugada muy similar a la del tanto anterior, en la que cambiaron los protagonistas. El quinto gol redondeó una primera parte antológica, que ya ha irrumpido con fuerza en la historia de los Mundiales.
A la canarinha le faltaba un rival de nivel para ver que sus opciones en el Mundial respondían a la ilusión de un público optimista. David Luiz reflejó como nadie la impotencia de los brasileños (durante el encuentro y al final del mismo, con una declaración lacrimógena en la que pedía perdón a sus aficionados). Al central le faltaron piernas para apagar todos los fuegos de un equipo que se descosía por los cuatro costados. Echó en falta a su capitán Thiago Silva, más limpio y sensato, y capaz de domesticar el carácter desbocado de David Luiz. El mediocampo de Scolari quedó retratado en el partido. Fernandinho, Luiz Gustavo o Paulinho fueron futbolistas planos que perdieron balones importantes y que no pudieron despegarse de la presión alemana. De su delantera tampoco hubo noticias: Hulk desapareció y Bernard y Óscar tuvieron orgullo pero poca fortuna.
Alemania siguió sin demostrar signos de debilidad. Ahogó al rival cerrando espacios y se desplegó a partir del dominio del balón, asociándose con rapidez y velocidad en pocos metros, siempre con la portería brasileña como punto de mira. Tras el descanso, la selección de Joachim Löw bajó el pistón e incluso concedió oportunidades a los brasileños Óscar y Paulinho. Pero apareció Neuer, un portero que abarca mucha portería y que se ha acostumbrado a detener todo lo que se acerca a sus dominios.
La selección alemana fue respetuosa con un rival que se descomponía ante su público. Y no firmó una goleada mayor porque no quiso ensañarse en el segundo tiempo. Hasta que salió Schürrle, un futbolista que no entiende de medias tintas y que pugna por un puesto en el once de Löw. El delantero alemán ha crecido bajo la dirección de Mourinho y es el máximo goleador de la segunda fase de la competición, con tres dianas. El futbolista del Chelsea completó la humillación a los brasileños con dos goles. En el primero finalizó la jugada tras un servicio de Lahm y en el segundo se sacó un disparo inapelable con la zurda, que besó la red tras lamer el larguero de Julio César. Óscar consiguió en el minuto 91 el único gol de un equipo que perdió el honor ante 58.000 espectadores.
Brasil confiaba todas sus opciones ofensivas a Neymar y ayer mostró una inoperancia impropia de un pentacampeón. Su público aguantó en su asiento entre lágrimas de impotencia y silbidos de rabia. Con sus líderes fuera del terreno de juego, la canarinha no pudo hacer nada ante una selección poderosa, que presentó argumentos incontestables. Kroos jugó su mejor partido de la competición, Khedira y Schweinsteiger trabajaron y buscaron posiciones de remate, Lahm fue un incordio constante para Marcelo en el lateral, Özil mejoró en el juego, Müller volvió a ser una amenaza constante para la defensa rival y miró a portería con la ambición de los más grandes. (Ha marcado 10 goles en dos citas mundialistas y es posible que recoja el testigo de Klose como máximo goleador de la historia de los Mundiales).
La selección de Scolari fue aplastada por un rival que tiene a la España de Del Bosque y al Barça de Guardiola como modelos de imitación. Aunque sin tener la misma finura, es un equipo más fuerte y agresivo, con mayor verticalidad y eficacia. Brasil quiso ser campeón por decreto, mostrando un fútbol antiguo, sin encanto ni inspiración. Pero un rival potente como Alemania le devolvió a la cruda realidad y le negó la opción de pisar el césped de Maracaná en «su» torneo.
La selección de Joachim Löw ha construido su nueva identidad a través del juego asociativo; de un fútbol con melodía y buen gusto. Y ayer, en el Estadio Mineirão de Belo Horizonte, la nueva Alemania escribió la página más triste del fútbol brasileño.
Jorge Rodríguez Gascón.